Devaneos V – El Juego Macabro
❝Si se trata de relatar, cualquiera podría hacerlo. Mi trabajo es separar las buenas mentiras de la malas”. “¿Sabes cuál es el huevo más triste?, el huevo que se cree piedra”. “Tantos años, décadas, y todo lo que tengo son máscaras; y tú, ¿aún queda algo de real en ti?❞
The burnt orange heresy (buena película)
"Imitar
es modelar el mundo." Jordan Peterson
I
Este sólo es un pequeño escrito de una de mis ideas locas.
¿Y si los multiversos sólo son el tablero de un juego de Dioses? Las reglas del juego son sencillas, cada uno tiene que crear un algoritmo inicial, de cuáles son los componentes iniciales de los universos de cada uno, y el resto del juego consiste en que por sí solos —tales universos— tienen que llegar a una forma de vida inteligente, que dure mientras dura tal universo, en donde esto seres inteligentes se tienen que percatar que el universo morirá en su expansión y por falta de energía, y en donde ante ese final fatídico habrán llegado a tal grado de conocimiento y tecnología, que serán capaces de crear una implosión tan potente como para que el universo se vuelva a colapsar sobre sí, al modo de un Big Crunch, en donde en un segundo proceso se volverá a producir un nuevo Big Bang.

El reto consiste en que tal algoritmo inicial contenga de forma implícita una inteligencia de un ser vivo futuro que dure los suficiente como para llegar hasta el fin de dicho universo. Por lo impredecible y complicado de tal posibilidad, los dioses, en otras de sus reglas, pueden ayudar a esos seres inteligentes mandando cada X años a alguien que les enderece el camino, pero a la vez los otros dioses pueden mandar calamidades y otras personas que les hagan tropezar en su propósito. En nuestro universo esos pueden haber sido: Jesucristo, Buda, Alá, Nerón, Sócrates, Aristóteles, Rousseau, Nietzsche, Gengis Khan, Napoleón, Hitler… ¿cuáles de tales personas son de nuestro Dios y cuáles son las jugadas para entorpecer de los otros Dioses? Una regla que sale en el tablero de los universos es que una religión o forma de gobierno ideal está bien, pero varias lucharán entre ellas. Unificar todo un planeta para que vaya en la misma dirección igualmente está bien, pero crear luchas entre gobernantes y sus ideólogos, y que los países o los continentes nunca puedan ponerse de acuerdo perjudica. Así, para los humanos unos son profetas y otros falsos profetas, y lo contrario para otros. Una vez que hay dos religiones o más ya es imposible acordar quién era un profeta y cuál uno falso… ¿Acaso importa?, una vez los otros dioses juegan esa baza, de mandar más personas que creen otras religiones e ideologías, ya es imposible distinguirlos. Esto lo veremos más claramente en el tercer punto.
Lo que me interesa hacer ver es que indistintamente de cómo se desarrollen las partidas en cada universo, algo está claro: cada ser inteligente de esos universos, llegando a cierto grado de inteligencia, se darán cuenta que el final del universo es inevitable, lo cual creará malestar y la sensación de que nada tiene sentido…, se caerá en el nihilismo, en donde ya ninguna religión parecerá valer o que signifique algo. En esa encrucijada de la existencia tendrán que tomar conciencia de que todos los humanos compartirán un mismo fin, si es que llegan a sobrevivir hasta ese fatídico momento. Un punto inflexible es percatarse que vivir en un solo planeta es bastante falible. Hay que tratar de encontrar otros planetas en los que vivir y mandar allí colonias. Eso que parece una ventaja en realidad no lo es. Se puede dar el caso que haya guerras en el futuro entre las distintas facciones y planetas, como así ha sucedido en la propia tierra y sus continentes. Puede que el Dios de uno de esos universos juegue todas sus cartas como para que ese único planeta sea suficiente como para llegar al final. ¿Cómo saberlo?, una regla de los Dioses es que pueden hablar al principio con esas criaturas, pero al final las tienen que dejar solas, pues su voz hasta el último de los días harían que el juego fuera demasiado fácil. Muy al contrario, los seres inteligentes de esos universos han de sentirse o encontrarse solos y desvalidos, como para comprender que por sí mismos han de seguir adelante (planteamiento de Camus).
¿Qué es lo más interesante de este planteamiento?, que no hay un final del universo sin sentido, que si una forma inteligente de vida llega hasta el límite de la expansión del universo, en donde ya se haga imposible el mantenimiento de la vida porque ya no habrá energía , esa forma de vida se sacrificará a sí misma, volviendo a crear un nuevo Big Bang (¿no estarán la energía y la materia oscura para ese fin?). ¿No es acaso la base de todo padre con sus hijos, o de toda generación con las siguientes?, porqué habría de parecernos extraño. Estoy uniendo la hipótesis de Gaia y del principio antrópico, con componentes religiosos, aunque con cierto aspecto macabro. Lo hago en la dirección de mantener mi idea sobre que de existir algún Dios este no tiene porqué ser “bueno” o dominado por la razón. Ese Dios es el occidental y a estas alturas de la historia parece no sostenerse.
Una última consideración… ¿nunca habéis pensado por qué no ha vuelto a originarse la vida en la tierra?, toda la que existe proviene de aquel estado inicial, que no se ha vuelto a repetir.
II
Casi terminando de leer “explicando el posmodernismo – la crisis del socialismo” de Stephen R.C. Hicks, me percato que la historia es la puta/gigoló del historiador, intelectual o ideólogo que sea su cliente, el cual le exigirá que se ponga en la postura y que haga lo que él/la desee…, y si todo en lo humanos se puede “hilar” según cada uno de los analistas.. ¿qué dice tal cuestión sobre la realidad y lo humano? Que como consecuente los que al final salen “ganando” son los cínicos, pesimistas y escépticos que dicen y auguran que nada tiene sentido. Que la realidad carece de lógica y es la razón la que les da forma según cada ideólogo, politólogo, pensador o filósofo (a la ciencia la “juzgo” en el siguiente punto). En el anterior escrito hice mención de la teoría de los dos factores de la emoción, casi nada de lo que digo es en vano. Si como dice tal teoría por un lado se encuentra el “dato” fisiológico y por otro lado la toma de conciencia de tal estado, que “etiqueta” ese dato, ¿cuál es más “real”?, cuál importa. A nivel científico si lo que siente la persona está “hablando” de un síntoma, como una manifestación de un dolor de un cáncer que se empieza a manifestar, entonces lo importante es el dato fisiológico, pero si sólo es un “error” del sistema, en donde un nervio fatigado manda una señal de dolor, donde no hay nada “real”, entonces lo importante es el etiquetado por el que esa persona se diga que no es nada, que sólo ha sido un dolor momentáneo, o un calambrazo o tirón, o lo que venga al caso. Invito a leer la entrada de la Wikipedia (enlazada arriba) para entender qué quiero decir. Allí a la vez hacen mención de la atribución errónea del estudio de la excitación, en donde ante un mismo componente excitatorio, unas personas lo tomarán como negativo, y otras como positivo, dependiendo de lo que se les diga u otros factores. En el ejemplo que ponen, la falsa atribución la produce el creador del experimento al sugerir a cada uno de los participantes qué es lo que han tomado, si era algo bueno o algo malo. (Iba a poner “la crea el creador del experimento” y ya tenía escrito “crea”, pero repetía tal término y quise rectificar, pero borré “crea”, cuando la podía haber usado en la segunda parte de la frase; esto lo hago ver porque este tipo de “errores” o torpezas las comete el prefrontal, porque al trabajar de forma serial, secuencial, no ve el conjunto y borró “crea” porque le “estorbaba” en su secuencialidad: hay que aprovechar cuándo surgen unas mejores maneras de explicar ciertos conceptos). Ahora pensar en tal cuestión y llevarlo a la vida. De repente la ciencia dice que tal componente es “malo” y la gente se obsesiona; de repente descubren que no y las personas vuelven a cambiar de apreciación y buscan ese componente. Hora dicen que hay que beber mucha leche, y más tarde que no. Lo mismo para la política o para entender a un pensador o filósofo de hace unas décadas o siglos (los intelectuales dan la sensación que piensan en ti…, de los políticos no lo tengo tan claro). Occidente siempre ha tenido como pensador pilar a Platón, pero si el posmodernismo (o yo) se “obceca” en decir que haberse dejado llevar tanto por la razón ha sido un “error histórico”, entonces se cambia el punto de vista de quién era tal pensador.
Qué nos dice tal idea de fondo. Que sólo hay que escucharse a sí mismo, que siempre tenemos que tener activo el pensamiento crítico. Si damos fe en un “experto”, si se equivoca se habrá “equivocado” él, pero a la vez toda persona que creyó en él. Ahí está por ejemplo Paulo Coelho —por hablar de alguien reconocible por todos—, tan amado al principio, y tan vilipendiado y odiado al final. Siguiendo la “parábola” del punto anterior… ¿era un “falso profeta” que puso en juego un Dios adversario de nuestro Dios y universo? ¿Un “verdadero” profeta no se tiene que hacer rico en su proceder?, no sacar ningún beneficio de su “buen hacer”, creo que a estas alturas el único que ha salido beneficiado de sus “consejos” ha sido el propio Paulo Coelho y algunos pocos de su alrededor…, ¿estoy manipulando o sólo llamo a vuestro pensamiento crítico?
Resumiendo el presente punto. La historia son miles y miles de puntos de inflexión y otros banales. Toda persona puede hacer el ejercicio de hilar de todos esos infinitos puntos su propia visión de la historia y el ser humano. ¿Cuál es más “fidedigno” o real?, ¿no nos damos cuenta que no existe tal fidelidad o realidad? ¿Cuántos puntos banales ignoramos para llegar a otras infinitas conclusiones?, cuántos no queremos ver porque pondrían en jaque nuestra propia visión. El cerebro construye a partir de las premisas de aquel que analiza la historia. Si es ateo buscará cómo este ha ido germinando y creciendo, lo mismo para cualquier otra creencia o fe, e igual para ver un punto de vista de una nueva visión de las derechas o las izquierdas. Pero, ¡claro!, hacer ver tal banalidad puede ser para validar mi propio punto de vista, para que venza lo posmoderno, el escepticismo y el nihilismo total, luego el “único” camino sería tratar de trazar cuál es el camino del Dios de nuestro universo y cuáles son los tropiezos de los otros dioses (o diablos, para el caso). En esa dirección ciertos pensadores se volvieron herméticos, pensaron que tenían que leer la historia no por lo que se “leía” a simple vista, sino analizando el “lenguaje” oculto de los “Signos” de Dios. ¿O esto solo es algo neurótico y un signo de locura? Muchos pensadores, como Kant, Hegel, Wittgenstein, Heidegger…, se “rindieron” a la evidencia de que la realidad no se podía conocer, que sólo conocemos fenómenos, pero no lo noúmenico, lo plegado. En algunos casos tan sólo se dedicaron a decir en qué se equivocaban el resto, mientras otros tendieron a buscar en el hermetismo posibles “pistas” de esa realidad, que no somos capaces de ver a primera vista. La postura de “ni siquiera creas en mí”, no es mía, ya la han sostenido otros pensadores como Wittgenstein, quien, más o menos, dijo: mis puntos de vista sólo son una escalera, una vez que la hayas usado para subir, déjala caer por inútil.
III
¿Cómo hay que leer el escrito “energía, estado de ánimo y motivación“? Siendo realmente críticos, de ninguna forma que pueda decir yo. Pero lo que yo trataba de hacer ver es que el concepto de “estado de ánimo” no siempre ha existido como tal, y que el creador, los creadores, o la cultura que ha validado tal concepto puede tener unos fines —útiles o malintencionados— para que se “crea” en tal concepto. Lo que está claro es que, si no ese término, otros ya apuntaban en la misma dirección durante otros periodos de la historia. Eutimia (y en medicina) era el equivalente griego para estado de ánimo, más tarde durante el cristianismo este “aspecto” humano tomó el nombre de templanza. Pero, ¿todos no nos remiten simplemente a una idea, que la propia vida pone como regla?, esa regla es el principio del mínimo esfuerzo. Si uno se levantase y tratase de estar riéndose todo el rato, a las pocas horas se habría fatigado. Si a la vez el “etiquetado” que haga el cerebro tiene importancia… qué es mejor: etiquetar todo de negativo, todo de positivo, o todo en su medida justa. En realidad la evolución “dice” que es “mejor” el etiquetado “positivo”, pero tales personas a la vez van a ser más “crédulas” para seguir a “falsos profetas”, como así puede haber sido Paulo Coelho, o cualquier otro, que tampoco quiero el escarnio.
A todo esto, quizás los “verdaderos” profetas ni siquiera dicen “sígueme”, pues todo YouTuber que se base en tal fanfarria (persona que se aprecia y hace alarde de valentía o de otros valores), puede que sólo busque el dinero, su propio beneficio. ¿Dando algo a cambio?, qué… sabiduría, buen hacer, entretenimiento, cultura…, un ejemplo a seguir. La vida buscó, se originó, por la autosuficiencia…, lo autopoiético. Trató de ser un sistema cerrado, pues en todo sistema abierto “reina” la entropía. Los procesos autocatalíticos “trataban” de mantener energía por sí solos, no dependiendo del medio, que es lo propio de los sistemas abiertos. La tendencia a lo social dio ventaja al grupo, pero volvió vulnerable a lo individual, que ya no podía llegar a ser autosuficiente. ¿Lo social es un tropiezo que han puesto los otros dioses en nuestro universo? ¿Y si uno de los Dioses ha basado el juego en una sola especie no social que al final sólo seguirá lenta pero inexorablemente un solo camino y meta?, ¿su forma de jugar es más torpe que la de nuestro Dios? ¿Y si nuestro Dios sólo está “jugando” con aquellos humanos que tienen realmente un pensamiento crítico y que nunca siguen a nadie, y por ello su única apuesta son los rebeldes?, y no los seguidores y los que piden seguidores.
—Está siendo un escrito muy “loco”.
Ya. Me van saliendo al paso las ideas, no las había pensado ni desarrollado. Quizás la única meta sea el creer solo en uno mismo…, pero ¿sin que nadie te lo haya dicho? Uno ni siquiera ha de creer en el “etiquetado” que haga el prefrontal, pues casi toda “etiqueta” es-cogida de lo social. ¿Se ha de crear uno su propio lenguaje?, eso suena a locura, a demencia, a patológico.
En cada momento de la historia se ha creído en los expertos, pero ¿lo eran realmente los “médicos” de hace tres mil años?, ¿por qué ahora creemos que no están equivocados en algunas cuestiones?, ¿cómo será analizada la medicina actual dentro de otros tres mil años (si aún seguimos con vida)? Solo vilipendiar —en inglés r(evil)e— ¿está bien?, ¿si destruyes no tienes a la vez que crear algo en su lugar?
Lo que trato de hacer ver es que mucho que nominamos con ciertos términos o conceptos, son disposiciones “naturales”, pero en donde al hacer ciertos “etiquetados” ya los estamos “envenenando” o alterando, y todo en la dirección de hacer que todas las personas crean que bajo tal “etiquetado” se esconde una “verdad”. En los animales hay una disposición general para las hembras y otra para los machos. En la medida que nacemos indefensos, y eso fue una carga muy grande para las hembras humanas, necesitó al macho o a otras hembras (incluso la evolución, desde el lado femenino, apostó por feminizar al hombre para que no le apeteciesen otras hembras, en la dirección de ayudar a la madre o a sus hermanas para criar a sus proles: eso llevó a la homosexualidad masculina, que sí tiene una explicación evolutiva —proceso analizado al detalle en el escrito: “el sexo débil I y II“, tiene que ver con la lucha intragenómica), pero en donde las otras hembras eran una peor apuesta, pues igualmente tenían que cuidar de su propia prole. En ese caso nuestra especie “recurrió” al macho, y que este fuera igualmente un “cuidador”; aún seguimos en ese proceso, pues el macho tiene esa doble naturaleza salvaje/auto-domesticada. Los machos en el reino animal se desfogan —gastan todas su energía, juegan más al “todo o nada”— en sus luchas e intentos de impresionar a las hembras, donde estas no hacen uso de tales alardes. Lo que sale de tal regla es que las hembras —por regla general— tienen por defecto la templanza o el control de su energía y no la derrochan. Es allí donde la naturaleza ha sido más fiel a la “ley del mínimo esfuerzo”, sobre todo en especies que tenían que regular esa energía para “entregársela” a sus crías, y por ello son las que “poseen” más el rasgo de la autosuficiencia, de ser un sistema cerrado que controla su energía interna. Lo femenino en la naturaleza sigue la regla de la retroalimentación negativa (ánima), mientras que el macho es retroalimentación positiva (ánimus).
Si se sigue esa lógica, si la hembra humana necesitó al macho, eso provocó dos cosas, y tomó dos caminos, en una misma dirección: 1. ellas eran las que tenían que ser “atractivas” para que el macho “decidiese” quedarse con ellas y 2. el macho tenía que perder esa tendencia hacia la retroalimentación positiva, hacia el gasto innecesario de sus fuerzas y energías, y “reservarlas” para la pareja y el cuidado de la prole. Esto a la vez hizo que la hembra tuviera que entrar en la retroalimentación positiva para hacer que el macho se quedase al lado de ella y sus crías. Aún seguimos en ese medio encuentro, o inversión, de los dos tipos de retroalimentación. La evolución nunca ha “terminado” de decidir qué camino era el “mejor”.
En medio de ese impase, de que no existiese un “dictamen” de la naturaleza hacia una sola vía, el humano “decidió” que ese descontrol de las energías pasionales y emocionales, tenían que estar controladas a nivel social y para el bien de lo social. En ese sentido la eutimia, la templanza o el estado de ánimo (como controlado, dictadura del estado de ánimo, diría yo), es una disposición social reglada para el bien de todos. Las “bajas pasiones” fueron las primeras que se quisieron “controlar”, por medio primero de los tabús, después bajo el concepto del pecado, y más tarde por medio de la leyes. Paralelamente, aunque seguramente más tarde en el tiempo, se quisieron controlar las emociones “fuera de tono”, ¿quién quiere a alguien al lado que se ría de todo?, sobre todo cuando se dan situaciones muy serias y que requieran la frialdad y la seriedad. Las mujeres parecen ser más sensibles a no aceptar a los “payasos”…, sale una y otra vez en los relatos: en las novelas, series y películas (odian, por poner un ejemplo, a los personajes de Jim Carrey…, estaría por apostar que el terror a los payasos sea más propio de las mujeres o lo femenino). Todo exceso, ya sea hacia la tristeza o hacia el entusiasmo, la euforia, o la alegría, tenía que ser medida dentro de cada contexto, dentro de la convivencia social. Eso a la larga es lo que entendemos por regulación de las emociones, que se ha quedado en la actualidad como regulación del estado de ánimo, y en donde si no está como es en la media, es porque está “desintonizado” o trastornado (no ir a la par en una fiesta). Ya sé, suena a la “invención de la locura” como modo de control social, que ya han pregonado otros pensadores, entre ellos Foucault.

Bajo mi punto de vista hay distintas tipologías humanas, en donde cada una tiene su propio “sistema” en la forma de generar gasto energético, “ahorrarlo” y de recuperarlo. Tales tipologías es lo que se llamaban antes temperamentos (de esta palabra proviene templanza, de temperar o controlar los temperamentos “poco sociales”: buscar el origen de las palabras orienta mucho) o caracteres. Hoy tanto un término como otro están en desuso… ¿por qué? Por dos cuestiones: 1. porque en lo social sólo es “válido” es estado controlado de las emociones y el ánimo, y 2. porque si te ponen una “etiqueta” a partir de tu carácter o temperamento, tal constricción, en teoría, te resta la capacidad de operar bajo el parámetro de lo que ha de entenderse como libertad. Los dos puntos accionan en los social para que uno mismo no “acepte” que tiene un tipo de carácter. Tal regla es la que ha estado como estructura básica desde que el hombre es hombre, luego está haciendo “mella” en lo evolutivo como para que esta se “decante” en esa dirección: en que todos los humanos tienen que ser lo más iguales posibles. En esa dirección, como así supo ver Freud, por un lado se encuentra nuestro ello, nuestro ser en la sombra, nuestro gemelo malvado, o cerebro profundo, con sus propias reglas, y nuestro ser social o yo que lo reniega. La “lucha” o disparidad de esos dos “seres” crean las neurosis y los trastornos, que, así, son estados emergentes o estados homeostáticos en cada persona (mayor complejidad+mayor necesidad de control=mayor cantidad de neurosis y trastornos). ¿Cuál es más “real”?, la respuesta de cada uno, o la falta de respuesta, es por lo que nos definimos a nosotros mismos, o cuanto menos en sociedad. Esto no es algo nuevo, San Agustín era un libertino que al final optó por “doblegar” a su bestia. San Pablo era alguien muy rígido al que le podía el superyó, el super control de sí mismo, y en donde tal rigidez fue la que hizo posible que el cristianismo prosperase en sus inicios, sin tomar demasiadas desviaciones de unas reglas bien fundamentadas por este. Tampoco está ligado exclusivamente a lo cristiano, los mismos problemas, y sus posibles “soluciones”, se siguen en todas las culturas y religiones.
Un artista suele estar más cerca del “animal” que le habita, por lo menos en tanto que derrocha toda su energía en su hacer en el mundo. Ya he defendido en otros lados que la tendencia a la exhibición a través de lo artístico no es solo de los humanos y es más propio de los machos (pero igualmente posible en las mujeres, pues somos una especie que ha tendido a desdibujar los sexos, como he dicho arriba). Artista y comedido son contrapuestos. El artista se desfogará y gastará toda sus energías en sus obras, como consecuencia, al gastar incluso lo que el cuerpo trata de mantener para el gasto metabólico de las siguientes horas o lo que queda del día, se le “activará” el estado depresivo para que pare y se aísle de lo social. ¿No se parece esa forma de proceder a lo que se entiende como bipolar? No todo bipolar es artista, pero hay una unión muy fuerte a que estos lo sean. Por otro lado habría que estudiar, caso por caso, para tratar de averiguar si esas personas no “esconden” un potencial artista, que la vida o ella misma no ha dejado salir o no ha potenciado.
(Yo ayer estuve agotado de dos días de escritura intensa, cuando al final me gusta más este escrito, que me ha agotado menos.)

En definitiva… el estado de ánimo puede que no sea nada “real”, o de serlo lo es en tanto que somos una especie donde lo social repercute mucho en lo evolutivo. Por otro lado el que se “dañe” tan fácilmente se debe por muchas causas, mientras que en la actualidad, y bajo la mentalidad capitalista de ganadores y perdedores, lo tienden a achacar —a simplificar— a que es porque esa persona no trata de estar a la media que le exige la sociedad actual, que realmente no quiere luchar con las reglas que le pide la sociedad, y por ello es alguien al que le falta espíritu de lucha (por no simplificarlo a que es un “perdedor”), que se manifiesta en su estado de ánimo por debajo de la media. Es en definitiva un punto de vista normativo, en donde al final uno “cree” lo que dice la sociedad, y “etiqueta” su propio estado con el diagnóstico que hace de él la propia sociedad en su conjunto. Así nos lo hacen ver. Quién crea el trastorno mental, ¿uno mismo o la sociedad?, o uno mismo al dar fe a la sociedad, frente a su propio valor y opinión.
IV
En lo que digo puede parecer que me estoy excediendo, pero si se lee a Stephen R.C. Hicks en “explicando el posmodernismo“, es a la conclusión a la que uno llega, ya que para el autor todo pensador, politólogo o ideólogo que sea de izquierdas es que es un resentido (escuela del resentimiento) que patologiza su malestar y su baja condición física o de voluntad, no así mental, aunque nada de esto queda claro, a través de tratar de destruir a los que son los “ganadores”, o los que “poseen” el “verdadero” espíritu de lo que ha de ser un humano: los que creen en el capitalismo y el progreso sin fin, que curiosamente son los que tienen más dinero o el poder ahora. El argumento más sencillo para rebatirle es que si toda persona poderosa está tan segura de sí misma, pues que dé todo su poder a otra persona, a un pobre, y que empiece de nuevo desde abajo, sin tener absolutamente nada. No creo que haya nadie dispuesto a hacer tal cambio, a quedarse con 900 €, que es con lo que cuenta un trabajador para un mes, sin contar con los gastos que tiene, y que crea que va a volver a ser millonario en unos meses. Entonces, si el estado inicial cuenta… ¿vale cualquier otra teoría? Yo no soy un radical de izquierdas, siempre habrá pobres y ricos. Lo que quiero es que cuando se formen colas —es una metáfora— no siempre estén unos los primeros, por sus privilegios, del tipo que sea, y otros siempre al final de la cola (no va en la dirección de "los primeros serán los últimos y lo últimos los primeros" de Jesucristo, sigo un ejemplo de escritos atrás). Igualdad y justicia deberían implicar reglas tan sencillas como esas. Nadie debería de morir de hambre, nadie dormir en la calle. En cuanto un solo humano pase por esa condición ya no existe la justicia y la igualdad en el mundo. ¿Merece la pena vivir en un mundo que no tenga tal regla como principio?
V
No quiero caer en lo mistérico. La frase que he repetido varias veces dicha por Freud de que “la identificación era la fuente de los deseos de la personalidad y por lo tanto de la energía psíquica que alimentaba la mente”, quiere decir, dentro de mis ideas, que la evolución dio esa capacidad a los animales sociales en dos direcciones, 1. en la manada para sentirse “felices” para seguir al alfa, imitándolo y siguiendo sus “órdenes” (mimetizarlo internamente), 2. en los animales gregarios, para “responder” a los estímulos que “emanen” del todo; para que corran si corren todos, como es el caso que se da durante una estampida. ¿No estamos haciendo eso al ponernos la máscara contra el coronavirus?, nos las ponemos para seguir las órdenes de los alfas, y para aceptar lo gregario. El humano nació como animal de manada, y al final con la civilización y las ciudades se hizo gregario. Tenemos “dos fuerzas” que “tiran” hacia lo que apuntaba Freud. Lo mimético (ver deseo mimético) en Internet sigue esa doble ruta: seguir a los “influencers” o líderes, y seguir lo viral (ley del contagio), que es lo gregario. ¡Ale, todos contentos!, Internet ha suplido lo que todo dictador siempre ha deseado sobre sí, esa doble vertiente de la masa, pero además con el prerrequisito que ni una ni otra menguan nuestra condición de creernos libres, pues en cualquier momento dejaremos de seguir a unos influencers por otros, o dejaremos de ir con algo viral frente a otra viralidad. ¿El error de fondo no se encuentra en seguir de forma ciega algo?, en ser “adictos” a seguir y tener ese “subidón” del que nos habla Freud.
VI
Descargo de responsabilidades.
¿Apuesto por la sin razón?, ¿estoy afirmando que no hay que confiar en los médicos o la ciencia?, no, no y no. Tampoco sabría decir si son “menos malos” los errores de la razón que los de la sin razón. Las industrias químicas están haciendo mucho daño al planeta y a nuestros cuerpos. Por dudar de la ciencia, no por ello hay que “creer” en algunos postulados de algunas seudociencias. Cuál es ese medio camino, es complicado. En primer lugar, como ya dijo el propio Wittgenstein, no creas en mí. Sólo duda de todo.
VII
No me sigas, soy el “diablo”, un “falso profeta”, que el dios de otro universo ha puesto sobre este, en el que vives, para que no le venzas, para que la humanidad presente no llegue victoriosa al final del juego.
Último pensamiento: nos asomamos a la grandeza, pero al final decidimos bajar al bullicio de la calle. (Ni siquiera sé si es mío o proviene de algo en la memoria, que con el tiempo se ha vuelto borroso.)
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