Zizek Vs. Peterson – Una Segunda Lectura


Experimentando lo absurdo al plantear una pregunta, se introduce un cierto elemento negativo en el mundo.” Sartre
Tú mismo no puedes querer ser feliz, puedes decidir ser infeliz, pero no se puede ser feliz sólo con quererlo”. “La luz que encuentras en tu vida es proporcional a la oscuridad que estás dispuesto a confrontar”. “La gente están poseídas por ideas que no son ellos y de sus personalidades; que no está ahí
.” Peterson
cuando tratan de convencerme con optimismo barato que hay luz al final del túnel, mi respuesta es que sí, y que seguramente sea la de un tren que venga contra nosotros.” Zizek


Cuando te pones a leer un libro le das la mano al autor, cual hijo a sus padres, y confías donde te quiera llevar. El viaje a veces es aburrido, otras veces se vuelve inusitadamente entretenido, pero de una u otra forma nunca sabes dónde vas exactamente. Si de repente se hace de noche y el libro tampoco te da luz, empiezas a mirar atrás con la idea de si no sería mejor salir corriendo. Miras al autor, miras atrás y tratas de decidir si estás en buenas manos. Cada vez es más común soltarse de la mano del autor y volver corriendo a tu hogar, aquel lugar que representa lo propio, el cobijo de uno.

No conocía a Jordan Peterson hasta que me topé con el vídeo de su encuentro con Zizek (que llegué a él porque me salía como vídeo sugerido a la izquierda en YouTube, y que no vi de manera inmediata porque no es que me apeteciese un debate de las izquierdas y las derechas…, aunque sí me interesaba por Zizek). Es más, hace unos días le colgué la medalla de nuevo “santón” a partir de sus puntos de vista en dicho “duelo”, pero al revisar y leer sobre él podía parecer que no es así, lo que me obligó a rebuscar más. Por lo que veo tienden a catalogar sus ideas sacándolas de contexto, como la idea que es que su tipo de autoayuda es “antibuenista”. Concordamos en muchas cosas, como lo “nefasto” del discurso feminista extremo que va contra el hombre y la masculinidad, cuando en el fondo las mujeres tampoco es que quieran a los hombres menos masculinos o que carezcan de tales rasgos. Dice que al hombre le hace falta un ritual de paso, que en la mujer es natural, pero esto no es de él o mío, sino que está en todas las culturas primitivas, y lo han ido manteniendo ciertos intelectuales, entre ellos Jung (o el movimiento masculino mitopoético, entre otros). Igualmente dice que el feminismo está produciendo lo contrario a lo que propone, puesto que está polarizando más las posturas extremas entre hombres y mujeres, en tanto que está creando una reacción en los hombres, en donde el “triunfo” de Trump es una de sus consecuencias, y los colectivos como MGTOW (hombres que van por su camino) o los INCEL (solteros célibes) es otro de sus “efectos secundarios”. Creo que tal “deducción” ni le pertenece, ni me pertenece, y sólo es el producto de leer la situación actual. Es más, el feminismo ha luchado contra algo que cree propio del hombre, pero ahora su discurso es cada vez más radical y “castrador”, en donde —como subproceso o secuela— están cayendo en convertirse en aquello que atacan, pues ahora el cine cada vez muestra más agresividad (en la actitud) en las mujeres que en los hombres…, en un ejemplo, el comienzo de la película “terapia sexual“. Con todo, como la vida “funciona” por lo homeostático y por ello por osciladores —de dos estados opuestos— y amortiguadores —que corrigen la llegada a los extremos—, me imagino que la “amortiguación”, en este caso, está fallando, pero al final hará su papel, y “tirará” hacia el centro o el lado contrario en la siguiente década. La sociedad muchas veces entra en un tema en boga y no sabe salir de él, cual disco rayado, y hasta ahora ese ha sido el feminismo, pero con el coronavirus, y la profundización de la crisis que vendrá, la tendencia obsesiva de la sociedad se irá hacia otros lados. El caso es saber cómo reaccionarán cuando pierdan el protagonismo, si el feminismo aún se volverá más radical.

He bajado los dos libros de Peterson y estoy leyendo “mapas de significados“… voy por la mitad, pero puedo adelantar que es el libro que a mí me hubiera gustado escribir… o por lo menos en sus primeras partes. Lo que trataba de fundamentar en “ecología de la mente” ya se encuentra en el libro de Peterson, luego se hace innecesario hacer algo parecido o bajo connotaciones. Por otro lado lo encamina hacia la importancia de los significados profundos, en donde al final de estos se encuentran los arquetipos. Como a mí, le cuesta validar por qué es así. Peterson se basa y fundamenta en Jung, yo he ido tomando distintas rutas. Al principio, en mis escritos, lo tomaba como algo negativo, denominándolos “patrones enquistados”, pero con el tiempo he ido comprendiendo que tienen su porqué (inicio) y su para qué (finalidad). Una de mis últimas conclusiones es que al llegar a cierta edad tratas de “separar la semilla de la paja”, tratas de despejar qué es deductivo y falible, esto último dado que cada experiencia te hace darte cuenta que el “rostro” de lo deductivo cambia con cada caso (cuestión sobre la que redunda en exceso Peterson), tratando por ello de llegar a alguna generalidad, inducción, encontrándote que no hay tantas cosas o patrones que se mantengan. Lo que queda, a lo largo de toda una vida muy extensa, es aquello que debe haber desgranado todo anciano que haya pasado por tal proceso, que son los que contaban sus historias al resto alrededor de la fogata, una generación tras otra, con la consiguiente herencia oral, en donde tales patrones suelen ser el armazón de todos los relatos, cosmogonías y teogonías. Uno de esos arquetipos se deduce del patrón aquí mostrado: el viejo sabio. Yo no he leído a Jung, si acaso a través de lo que puedan decir otros, o a través de resúmenes y sus conceptos en la Wikipedia. El propio Peterson admite que resulta complicado leerlo, pues suele tener una escritura muy críptica y compleja. Mi fuente principal para llegar a esta línea de pensamientos ha sido Robert Bly y su libro “John Hierro: un libro sobre los hombres“, quien habla igualmente de la “vulnerabilidad” del macho y de la necesidad de la vuelta de los ritos de paso (que ya sea dicho, es uno de los principales conceptos —la masculinidad— que ataca el feminismo, luego quieran o no, nos tratan de “anular”, y si lo “consiguiesen” sólo estaría en juego en lo humano, en lo social, el lado femenino, como parece ser que es el caso actual, según mi opinión…, o por lo menos a nivel de calle, aunque no en las grandes esferas).

Una de las cuestiones que sale de lo dicho arriba es que a la mediana edad se llega a cierta “claudicación”, a revisar tu pasado y acciones a partir de las “nuevas conclusiones” que tienes sobre la vida. No es exactamente arrepentimiento, o según cada uno y en qué creencias se apoye, es más bien que te da por pensar que hiciste el “tonto/a” o fuiste torpe, poco acertado, o como se le quiera llamar. Igualmente se puede llegar a asumir que son “pecados” de la edad, que cada etapa de la vida eres un tipo de cerebro y que para “aquel que eras” tenía sentido, y dentro de aquel contexto y situación, pero al llegar a la mediana edad te das cuenta que fue una estrategia llevada por una deducción situacional, en la que crees, de forma inocente, que no caerías ahora. Todo esto lleva al estado de creer que se tiene cierta “sabiduría”, que tienes que dar a conocer, pero la verdad es que cada humano se tiene que equivocar por sí mismo con respecto a su yo de cada edad, y no cabe otra posibilidad. Puedes llegar a dar tu opinión, pero a sabiendas que estás viendo la vida desde la barrera y no dentro del ruedo, y que cada cual ha de torear con sus propios demonios.

Con lo dicho, y después de haber leído gran parte de su libro “mapas de significados”, sigo sosteniendo que juega el papel de santón, de redentor. Esto se perfila cuando habla sobre su desarrollo vital y cuáles eran sus pretensiones al ser joven. Por lo demás, a lo que yo he ido llamando “mapa interno”, quizás sea más acertado usar el concepto de Peterson que da título a su libro, ya que este a la vez hace mención a que parte de esos significados ya están ahí, que son a los que yo llamo “conceptos” y él no les da nombre o sólo como significados (valencias que la evolución ha grabado en el ADN para dar un peso específico a nuestros comportamientos) que en muchos casos son lo que él llama afectos o emociones como respuestas programadas instintivamente. Así mismo dice, y esto es importante, que tales reglas, patrones o conceptos están en el cerebro profundo, en lo subcortical y el hemisferio derecho, y que lo que hace la razón o nuevas zonas corticales del cerebro es verificar que se ajustan a las nuevas situaciones de cada vida particular, de cada época en particular. Como yo, porque creo que es evidente, dice que hay una prevalencia de lo negativo, como el miedo, que es la base de la conducta, mientras que las zonas corticales, tratan de “ajustar” ese miedo para crear patrones que pronostiquen la situación de la forma “correcta” o lo más adaptada posible, como para crear un comportamiento (aprendizaje) en donde se imponga que tenemos control sobre él. Siendo así somos “maquinas” del control (deducción personal), puesto que aquello de lo que tratamos de huir es de la propia respuesta de miedo de nuestro sistema nervioso, implementado en el ADN. —Inciso: en cierto momento del libro de Peterson traté de captar que el pensamiento de izquierdas, por lo dicho arriba, es un pensamiento desajustado, donde el miedo nunca se llega a dominar, pero por lo que he leído hasta ahora, después no redunda sobre ello. Por lo demás no tiene porqué ser “equivocada” su idea: yo mismo he llegado a la conclusión de que el realista depresivo “vive” desde la amígdala, el cerebro profundo y la cognición y la memoria implícita, y los humanos que se basan en la identidad narrativa, se basan en el control que provee el hipocampo y la memoria declarativa. Estas dos visiones paralelas, a la vez, dan sentido al concepto de sombra de Jung—

(Nuevo inciso. Nuestras vidas a nivel intelectivo, por lo que he analizado, han ido bastante en paralelo, me saca casi dos años, con lo que no tiene porqué ser extraño, ya que “reaccionábamos” a las mismas cosas y direcciones que iba tomando el mundo al mismo tiempo. En ese caso quise ver cómo de paralelo hemos ido yendo, pero es complicado. Él se hizo ver, o salió a flote en lo viral, a partir de sus declaraciones de no aceptar la nueva normativa canadiense, que incluía artículos sobre el lenguaje inclusivo del colectivo LGTB y de género, que fue en mayo de 2016 (Proyecto de Ley C-16), mientras que yo escribí la teoría de las “islas identitarias” en agosto de ese mismo año (un intento de fundamentar un porqué, en sus bases, el feminismo se “equivocaba”), que es cuando me empecé a centrar en el feminismo, pero que en mi caso venía de atrás (en escritos tan “antiguos” como del 2014). Esto lo hago ver para tratar de mostrar lo que he dicho y defendido muchas veces: que todo momento actual tiene unas lecturas muy concretas y muchas mentes llegan más o menos a las mismas conclusiones, luego no es el “mérito” de este o aquel el pronunciarse o crear una teoría que venga al caso, en donde puede que dos o más personas escriban o traten sobre ello en paralelo. Él mismo habla de este “efecto” y creo que es evidente para cualquiera. Por lo demás lo que sigue del texto trata de mostrar que en parte somos antitéticos. )

Hay una palabra española que no sé si tiene un equivalente en otros idiomas (he buscado, pero no la he encontrado), que es la de “empaque“. Esto dice la real academia: “seriedad, gravedad, con algo de afectación o de tiesura.” A la vez si uno se dirige a la palabra “afectación” nos sigue diciendo: “2. falta de sencillez y naturalidad; 3. extravagancia presuntuosa en la manera de ser, de hablar, de actuar, de escribir, etc.”. Por cierto gravedad es uno de esos términos “graciosos” porque implica “calidad de grave”, como serio, complicado, peligroso, difícil, arduo, temeroso, molesto…, pero a la vez y por esto mismo es algo con importancia, que se “desliza” hacia que tiene mucha enjundia y peso. Así arriba puse que “…valencias que la evolución ha grabado en el ADN para dar un peso específico a nuestros comportamientos”, quise poner “…valencias que la evolución ha grabado en el ADN, gravando de forma específica nuestros comportamientos”, pero se repetía junto a su homófono grabar y quedaba muy raro, luego lo cambié por peso. Vuelvo al tema. Tampoco he encontrado el concepto de afectación, tal como lo he descrito arriba, en el inglés (reconozco que en este caso, como en otros, es un problema de no conocer el idioma, puede que tengan el concepto con una palabra muy alejada de la nuestra), y si acaso bajo el concepto de teatralización o lo melodramático. A la vez hay que llamar la atención a que afectación tiene la misma raíz que afecto y por ello que la emoción. Siendo honesto puede que todo este lenguaje sea sexista, y que del hecho de reflejar las emociones (reflejar estar afectado) se llegase al de afectación, porque la mujeres recurriesen a ese “ardid”, no teniendo en claro la persona “testigo” cuándo reflejaba una emoción real o cuando era fingida y para conseguir algo. En ese caso el macho tendió a desligarse del lenguaje emocional y por ello del “afectado”, “teatral” o melodramático, en donde su contrario era la templanza, el no mostrarse alterado, afectado o emocionado.

No me he perdido, me gusta rebuscar en el sentido de las palabras, pues muestran lo “pantanosas” que pueden llegar a ser, y el cuidado o la cautela (palabra que Peterson sí usa para nombrar un tipo de comportamiento animal) que hay que tener al “escoger” un término o concepto (“él te escoge a ti”, dirían Hegel o Wittgenstein). Por eso el cuidado que yo he tenido al usar el concepto de empaque. Si se mira en Internet Peterson en sus primeros vídeos no tenía empaque, (por cierto, he visto el documental “the rise of Jordan Peterson” (bajar la versión MKV en un cliente Torrent, y vendrá con los subtítulos), bastantes vídeos y bastantes artículos, de su “meteórica carrera”, y sé lo que me digo, incluso en alguno de sus vídeos tiene una voz más débil y dubitativa (hay que tener en cuenta que pasó por depresiones y enfermedades que le debilitaban). Sólo el tiempo le fue confiriendo el empaque que ahora muestra, que en parte se debe a unas de sus teorías: que la “grandiosidad” (no sé qué término usó él, lo he olvidado, puede que lo revise si me llego a acordar… seguridad, gravedad…) de una persona es equivalente a las hazañas que acomete. Esto viene a cuento para tratar de hacer una comparación, y metáfora subyacente, entre Zizek y Peterson. Termino este párrafo diciendo que parte de su porte actual se lo debe a la barba, pues aunque tiene un mentón sobresaliente, no le acompaña una buena mandíbula, restándole atractivo y seguridad. La mandíbula sobresaliente y ancha es señal de una alta carga de testosterona, es un signo de la masculinidad, luego su carencia denota la ausencia de tal característica deseable. La barba siempre ha tenido la “función” de realzar el atractivo, de dar un aspecto más masculino, “salvaje” o aguerrido a quien la porte.

“En el mundo contemporáneo la sexualidad se volvió inevitable, es decir obligatoria.” Robert Redeker

Zizek es la antítesis de Peterson. Descuidado por dentro y por fuera: no mide sus palabras y sus tiempos, no teniendo un especial cuidado con su apariencia externa. Zizek, como yo, es un descendiente de Sócrates, alguien molesto que dice no saber nada y que sólo trata de hacer dudar a sus interlocutores (o al discurso de la mentalidad en curso), anteponiendo el caos al orden. Peterson, al contrario, es el concepto de orden hecho persona. No en vano su segundo, más fácil y didáctico libro “12 reglas para vivir“, escribe como regla, que se ha hecho la más viral, que hay que poner orden en tu habitación y casa, pues su desorden es un reflejo de tu propio desorden interior. De nuevo su voz es moralista, o cae en la moralina inocente y simplista, al pensar que toda persona que viva en el desorden tiene un problema interno, indistintamente de la realidad del mundo, y estoy por asegurar que en su cerebro alguien de izquierdas es alguien descuidado, como así parece el propio Zizek. Todos sabemos que la realidad no es así de sencilla. Toda persona, en apariencia descuidada, tiene su propio orden, y sólo cuando alguien le coloca la habitación es cuando no encuentra las cosas. En todo caso un tipo de persona acepta el caos, y por ello, y por extensión, le domina menos el miedo, mientras que el otro puede caer en ser un maníaco del control, como así es en los autistas, a los que le domina el miedo o cuanto menos la cautela. A esto se asomaría Aristóteles, al hilo de mis pensamientos, y me diría que en el centro, en el punto medio, se encuentra la postura “correcta”. Lo que sale a colación, lo que yo trato de mostrar una y otra vez, es que hay personas que son los extremos del espectro humano, y en su dialéctica o lucha tienen que llegar al punto medio, que es donde “caen” la mayoría de las personas. En lo humano se manifiesta una y otra vez que somos un sistema dinámico dual, en donde lo homeostático es allí donde está el punto más alto en la curva de Gauss (que habría que invertir para que se pareciese al hoyo al que cae todo humano), que es donde se encuentra la “normalidad”.

Voy a tomar un desvío hacia lo mítico y los arquetipos. Cabe pensar si la dualidad orden y caos no son equivalentes a la dualidad anima, del que proviene alma, y animus, del que proviene animo, representada a la vez con lo femenino y lo masculino en Jung. Toda cosmogonía pone en juego la idea del caos y el orden, en donde no todas coinciden sobre cuál fue lo primero. En una idea común primero había un orden y después algo lo perturbó. Algo en lo que coinciden muchas mitologías es que al principio no existía lo masculino o lo femenino, sino un ser con los dos sexos o asexuado (cercano a la idea de lo autopoiético). ¿No está toda hembra en paz hasta que este orden lo perturba unas hormonas, el celo, que le inhiben para aceptar entrar al macho en su vida y en ellas mismas? Anima es el contenedor en dos sentidos: la hembra en el reino animal ha de quedarse quieta para dejar hacer al macho, y finalmente contiene al hijo; animus es el macho que ha de luchar entre ellos, que ha de ser ostentoso (ostensivo: más allá de su propia naturaleza) en sus cuernos, en sus fauces, melena, canto, colorido… y finalmente se tiene que agitar, bravuconear, para que la hembra le deje hacer (no es machista, debe de ser así en un número muy cercano al 100% en el reino animal sexuado, de dos sexos). En el humano la cuestión no es tan clara, y la evolución ha tendido más a un punto medio, en donde la mujer tendió a invertir la tendencia a la exhibición, a tener rasgos que atrajesen sobre sí a los hombres. El orden es lo femenino, mientras el caos es lo masculino. No hay equivalencia entre la izquierda y la derecha, donde la primera es más bien femenina, y la segunda masculina. O quizás la haya por la reversión a poner a lo emocional como lo caótico y femenino, y lo racional y el control en lo masculino. Puede que de esta otra y nueva visión, para muchas cosmogonías, en el principio dominaba el caos, que era femenino. La mujer es más caótica mientras no es madre, y cambia su naturaleza hacia el control y el orden al tener hijos. Una cuestión que hay que tener en cuenta a la hora de tratar los mitos y los arquetipos es que no hay casi ningún concepto o mito que sea reducible a lo bueno y lo malo, en donde en muchos casos suelen ser duales, con dobles o más significados. Con todo aquí hay una contradicción en la que cae Peterson, como veremos más abajo.

El encuentro entre Zizek y Peterson es en realidad el relato de un desencuentro, porque el segundo no parece haberse puesto al día de quién es Zizek (por falta de tiempo, como nos dice al principio). Pienso que Zizek, desde su caos, tampoco. Peterson ataca ciertas cuestiones en las que ni siquiera cree Zizek, que tan sólo se mantiene a la expectativa, como buen alma socrática, de los errores en los que pueda caer Peterson. En ese caso “ataca” toda visión ingenua sobre qué es la vida. Como hay que “leer” tal intento de diálogo, tal conferencia viral, es como un encuentro entre la razón y la emoción, entre lo cortical y lo subcortical, entre el orden y el caos, Apolo y Dionisos, la era de la razón y el movimiento Romántico, los posmodernos y los utilitaristas. La postura “complicada” de Peterson es estar al lado de la razón cuando su “filosofía”, su visión del mundo, se basa en los mitos y los arquetipos, y por ello el mundo caótico que devino, en toda cosmogonía, al romperse el orden primero. En ese sentido se pone al lado de los que abogan que la facultad que ha de estar por encima del resto es la razón, donde esta sólo tiene que “leer” los significados implícitos en el cerebro, por muy irracionales que parezcan a primera vista, pero en la dirección de que sean “guiados” por la razón. Totalmente conservador con la idea clásica de la cuadriga de caballos (lo indómito, lo salvaje) que ha de ser controlada y guiada por el hombre que va sobre ella. En tal caso, como conductor de la cuadriga, cada individuo es “dueño” de su propia vida y por ello de su propio destino. Mientras que Zizek, o yo, pensamos que no hay tal control, que la vida es demasiado caótica como para simplificar tanto su “mapa”, y por lo demás, como dejo entrever en el escrito anterior, no todo está bajo el control de uno mismo. En todo caso, si el azar se pone de tu lado, y tu tipo de apuesta va en la dirección que reina en la época que te ha tocado vivir, podrás tener la sensación de que en tus manos se encuentran las cuerdas de tu destino. Una gran parte del libro “mapas de significado”, de Peterson, se centra en lo caótica e impredecible que es la vida, se hace incluso pesado que se repita en unos y otros ejemplos, cuando ya ha quedado en claro desde el primero, entonces, parece extraño que después su vida y filosofía tomasen otro rumbo. En realidad eso se produjo cuando los medios de comunicación no hicieron demasiado escarnio sobre su postura, de tener que “acatar” la ley contra el lenguaje inclusivo, quizás porque la mayoría de las personas lo ven como un control de la libertad de expresión, que fue en el punto que él se apoyó. Viéndose apoyado por los medios empezó a ganar seguridad, a creer que tenía o que había tomado el control de su vida. Si la cuestión hubiera sido al revés, y los medios y la mayoría de las personas se hubieran puesto contra él, hubiera entrado en una espiral de depresiones, desprestigio y pérdida del control de su vida. Lo que quiero decir es que es lo bien que te vaya en la vida lo que da empaque, que no es otra forma de decir que “vence” la identidad narrativa, esa que cree que tiene el control de todo, y por ello en realidad toda persona de ese tipo se basa en un primer buen paso, que se pudo dar de forma azarosa, y que por ello que no es tanto una cuestión de conducir tu vida, como que no haya demasiadas piedras que terminen por romper las ruedas de tu cuadriga. En definitiva, que el azar no te sea terriblemente desfavorable y sí lo contrario.

Quiero poner distancia con respecto a la dirección que Peterson toma a la mitad de su libro “mapa de significados”, en la que me solté de su mano, cobijándome en los preceptos de mi propia identidad. Bajo mi punto de vista los arquetipos se tratan de alinear a los conceptos preexistentes en el ADN, como primitivas, instintos, emociones…, en definitiva a patrones de respuestas emocionales y del comportamiento, no teniendo porqué coincidir o alinearse a la perfección. O sea, Peterson se explaya en mostrarnos al detalle distintas cosmogonías de los sumerios, los egipcios, y más tarde los hebreos y el cristianismo, pero tal minuciosidad, en todo caso, muestra que los mitos carecen de sentido, por mucho que él se empeñe en demostrar que pueda subyacer en ellos cierta lógica y acierto, y por ello un encaminamiento hacia las nuevas cosmogonías y teogonías, donde necesariamente habrían de alcanzar su punto álgido. “Cae” en el error en el que ya cayese Hitler —no hay una pretensión por mi parte colocarlo en el mismo lugar—, de creer en el mitomotor, en el que todos los mitos, y su genealogía, pueden ser explicados para analizar la cultura o etnia a la que uno mismo pertenece. No. En realidad los mitos antiguos, en sus abstracciones y ambigüedades, estaban más cerca de ir parejas a los conceptos del cerebro, y cuanto más tiempo fue pasando, y por más culturas “transitaban”, más se iban modificando, más “adulteradas” y alejadas estaban de aquel “mensaje” inicial. En todo caso los arquetipos y los mitos, sólo han de ser analizados en su ambigüedad, tratando de deducir que comportamientos humanos, en su sentido más amplio, son los que intentaban mostrar. Esto se puede ver en el análisis que yo he hecho arriba sobre lo femenino, donde puede tener varias lecturas, si por un lado se analiza en su generalidad en el reino animal, y que puede tener una muy distinta al hacerlo sobre la propia hembra humana. Al transitar por cada cultura, como mucho, el mito modificado nos revela cómo era la sociedad que hizo tales cambios, pues nos mostrarán, por ejemplo, el papel que era “conveniente” para ver o analizar a la mujer de tal cultura. Eran por lo tanto, y antes que otra cosa, una manifestación de lo normativo y conveniente para tal cultura, y en este caso de la visión que se tenía que tener de los sexos, y sus atributos y manifestaciones. Se cree, por ejemplo, que la historia humana, fue de la tendencia de poner al dios sol como el principal, a poner en tal lugar a la diosa luna, quizás porque era más fácil seguir sus ciclos como para predecir en qué época del año se encontraban tales culturas, sobre todo las que eran más del norte de Eurasia.

Resumiendo, que me he salido demasiadas veces de tema. El libro de Donal A. Crosby “el espectro de lo absurdo” empieza con la anécdota de uno de sus alumnos negándose a leer a Platón, principalmente por ser el discípulo de Sócrates, en donde este y en palabras de tal alumno: “parecía no tener convicciones firmes propias y de deleitarse en cuestionar y criticar todo a la vista. Los estudiantes que se tomaran en serio su ejemplo, de un sin fin de cuestionamientos y críticas, pronto perderían cualquier convicción que tuvieran y se quedarían sin nada en su lugar. Se deslizarían impotentes hacia el relativismo y el escepticismo, revolcándose en un mar de «opciones», ninguna de las cuales podría soportar sus dudas y críticas. (…) Después de todo, si cualquier cosa podía ser cuestionada, una vez puesto en marcha, el proceso de interrogatorio podría llegar a un fin, la erosión de la convicción y la certeza y el colapso en la desesperación. Este proceso también podría resultar fatal, sobre la convicción moral y el consenso social, contribuyendo así al declive general de la civilización”. Este es el mismo miedo que subyace en el inconsciente de Peterson, quien arroga a los posmodernos el papel de neomarxistas, con la única “misión” de “derrocar” el orden, no dejando nada en su defecto. Es tentador pensar que es así, mis actuales ideas se acercan a tal postura, por eso quiero, o me veo en la necesidad, de delimitarlas. Hay dos versiones o gradaciones del espíritu socrático, 1. alentar el pensamiento crítico, y 2. el total escepticismo y por ello una tendencia al nihilismo, el segundo a la vez se divide en: 2a. hay que dudar sobre lo establecido, puesto que no hemos llegado a la igualdad y justicia que es de desear y 2b. indistintamente de lo que hagamos, y la visión que nos impongamos sobre la condición humana, el mundo nunca llegará a ser justo e igualitario. Zizek, por lo que atestigua en su encuentro con Peterson, es del tipo 2b, al igual que yo, luego cae en el rango de los realistas depresivos. En ese caso, tanto el estudiante de Crosby como Peterson, se desentienden de esa dirección del ser humano y tratan de poner peso en el lado de la balanza que parece estar en desventaja o que es la que está en entredicho en la actualidad…, no sé qué pensará Zizek, pero para mí está claro y es demasiado banal. Aquellos que están en la sociedad privilegiada no quieren que se cuestione el mundo, pues si ya lo tienen todo, el cuestionarlo es posible que les haga perder su posición. Para el caso es como si hubiera una cola para acceder al cine o cualquier otro lugar, y de repente alguien llegase y dijera que hay que hacer un nuevo tipo de cola, donde los primeros sean los que, ateniéndome a cuestiones ridículas como lo es el propio ejemplo, lleven el pelo largo, seguidos de los que lleven pantalones azules y bla, bla, bla. Para los últimos de la cola todo planteamiento les puede ir mejor, pero está claro que para los primeros seguramente no sea así. Luego lo mejor para estos es mantener el estatus quo, y que no venga nadie a cuestionarlo.

En lo que estamos de acuerdo Zizek y yo es que da igual el nuevo orden que viniera, tarde o temprano el sistema, como así ocurre con el aceite y el agua, se asentará a la misma “rutina”, o propia de la condición humana, que para nada es igualitaria o justa. Nuestra naturaleza nos lo impide, y o bien habría que imponer un sistema tan duro y rígido que por sí mismo sería demasiado dictatorial y contra las libertades, o en su “dejar hacer” (Laissez-faireel sistema siempre se asentará en las clases sociales. En ese caso sólo tenemos como opciones  “elegir” entre lo peor o lo malo, y tal como estamos, y viendo que todo los relatos mueren y que parece ser el fin de la historia, elegimos lo malo, que es donde estamos ahora.

~ Somos eso en medio de un tumulto de estímulos ~

Lo que define a Peterson es el alegato final. Nos dice que el diálogo ha sido posible, él mismo cree en su mensaje… es lo propio de la identidad narrativa, el optimismo es su base y en esa misma dirección, y por fuerza, tiene que entrar en juego el autoengaño. No ha habido tal diálogo. Al final los dos se van a un terreno que les es común porque en el fondo se sienten a gusto el uno con el otro…, ese otro que al final no resulta ser el “demonio” que tenían en mente. Ese es el “peligro” y el delirio de la condición humana: el crear demonios en nuestras mentes, cuando al salir a la calle sólo nos encontramos con humanos. ¿Dónde están tales “demonios”?, en los miedos y lo humano sobredimensionado, en nuestra tendencia hacia el estímulo supranormal y la hiperrealidad, dentro de los sistemas a los que pertenecemos, y dentro de un cerebro necesitado de generalidades (sesgos, roles, arquetipos) y conclusiones, en la única dirección de tomar control de la realidad y de nuestras vidas. Paralelo al diablo se encontraba la figura y el arquetipo del foráneo, lo desconocido, nos recuerda Peterson en su libro. Si vemos al humano dejamos de ver el sistema y a la inversa… el típico problema de fondo y figura, bosque o árbol, o todo y nada. Con todo, nadie dará de comer al que se muere de hambre porque confiamos en que el sistema funciona, nadie dará trabajo al parado de larga duración, porque eso debe de significar algo, preferiremos regar los jardines que poner fuentes para saciar la sed, que pueden quitar que entres en un bar a consumir… y bla, bla bla. El sistema se ha vuelto demasiado grande, complejo e invisible…, nos atenemos a ver a humanos, que es lo que sí entendemos…, pues en definitiva mañana volverá a salir el sol, y los sueños habrán lavado nuestras pesadillas, tornándolas en unas lustrosas y “sinceras” sonrisas.

(Por cierto, ¿quién acepta que el cartel de su documental sea el de la cabecera?)


Algunas frases más de Peterson, por las cuales le vuelven en una imagen tan “seductora” (¿nuevo idea de mesías?): “las ideologías, en cierto sentido, son la expresión verbal de las estructuras internas que regulan nuestras emociones”; “el amor es el deseo de ver un mejoramiento en el sufrimiento innecesario”; “la gente mayor usa a los jóvenes para generar ideas creativas y renovar el mundo”; “el padre emplea al hijo para generar orden habitable a partir del caos”; “algo que no vemos nos protege de algo que no entendemos. Lo que no vemos es la cultura, en su manifestación intrapsíquica o interna. Lo que no entendemos es el caos que dio origen a la cultura”; “con los años, un autodominio revestido de armadura cubre tu corazón y toda tu piel”; “el sentido es la manifestación más profunda del instinto”.


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