Demonizar al Enemigo (Demonización)
❝Cuando uno ama la vida, no lee. Ni tampoco va mucho al cine. Digan lo que digan, el acceso al universo artístico queda más o menos reservado a los que están un poco hasta el gorro.❞ Michel Houellebecq
❝Cualquier racionalismo tiende a minimizar el valor y la importancia de la vida, y a reducir la cantidad total de dicha humana. En muchos casos la verdad puede provocar el suicidio, o al menos determinar una depresión casi suicida.❞ Lovecraft
❝Quizás haya que haber sufrido mucho para apreciar a Lovecraft.❞
Jacques Bergier
❝¿Por qué se preocupan tanto del futuro de un mundo condenado?❞
Oppenheimer
(Las actuales reflexiones, así como las del escrito anterior, pudiera pensarse que provienen a partir de la serie “Devils“, pero en realidad ya tenía previsto tratar sobre la demonización, pues estoy tratando temas candentes en Internet, como el engaño frente a la honestidad, o el concepto de hombre de paja.)
Lucifer era el Ángel preferido de Dios, al que terminó por echar del paraíso. Dios nos hizo a su imagen y semejanza, luego…. ¡Ya está!, que cada cual reflexione y llegue a conclusiones a partir de ahí. No voy a empezar desde este preámbulo, aunque lo retomaré. Giro de ciento ochenta grados.

Se cree que el hemisferio izquierdo es optimista, mientras que el derecho es pesimista. La amígdala es la principal zona del cerebro de las emociones, y el cerebro al ser simétrico, sobre todo en las estructuras profundas, ha creado una estructura en donde el fornix o arco central, se subdivide hacia los dos hemisferios en dos hipocampos, coronados con sendas amígdalas. ¿Por qué esta redundancia en las zonas cerebrales y por ello de las funciones? Por la ley del mínimo esfuerzo la vida “odia” lo redundante, principio que igualmente sale a relucir en la actualidad: si un trabajador es suficiente no tengas dos; la cosa era distinta cuando el humano era esclavo: en lo que es gratis da igual la redundancia (había escrito “redencioncita”, jeje), no así lo que genera gasto del tipo que sea (aprovecho a intercalar ideas políticas a la menor). Como sea. La solución de no redundar pasa por dar unas funciones distintas a cada lado del cerebro. El que el humano use preferentemente —y por lo general— la mano derecha, es bastante general en el reino animal. Esto puede venir de muy atrás. Algunos animales del reino animal tienen la capacidad de hacer que los dos hemisferios duerman por turnos, lo que genera un ahorro de energía y se optimiza el tiempo de permanecer totalmente inactivo, como así ocurre con el sueño humano. El caso es que ya en tierra la evolución “optó” por dar más energía y protagonismo a uno de los hemisferios. En concreto a la atención sostenida, que es la más costosa a nivel de gasto de energía. Esto proviene sobre todo de los animales que son presas, donde cada uno de los ojos está a uno de los lados de sus cabezas, y abarcan principalmente la vista de ese lado; esto viene de antiguo, pues es la disposición de los peces.

¿Qué tiene que ver todo esto con la demonización? Hay que ir a la raíz del tema, de otra forma no se tiene una imagen completa del “cuadro a representar”.
La optimización evolutiva se produce a la hora de saber que en uno de los lados puede haber algún depredador, y ese ojo estará más activo o con la atención sostenida, frente al otro, que se ocupará de la vida social o de escoger la mejor hierba para comer. Aunque los primates siguieron un camino muy distinto en la evolución al escoger vivir en los árboles, frente a los rumiantes, ambas especies tienen el mismo origen, y por ello sus cerebros “heredaron” ciertos principios o reglas. Entre los primates ya se da la preferencia al lado derecho del cuerpo, que está gobernado por el hemisferio izquierdo. El humano, cuando bajó de los árboles y empezó a usar herramientas, ya tenía esa tendencia de hacer uso de la mano derecha. Una teoría nos dice que el lenguaje hablado pudo evolucionar a partir de los gestos de los brazos, en donde a cierto gesto le acompañaba un gruñido o sonido con la boca, que al final desembocó a que sólo existiese o se diese prioridad al sonido. Aun con todo en la actualidad seguimos acompañando la voz con gestos de los brazos y el cuerpo. Un caso “extraño” es Jordan Peterson, que pareciera que diera forma a sus palabras con las manos y las inclinaciones que hace con su cuerpo. No sé de qué manera, pero es como si esa característica personal lo hiciera más comprensible, por lo menos a las personas que somos más visuales, como yo.
El lado izquierdo del cerebro, así, se especializó o acogió a la atención dirigida, que es secuencial. Si se sigue a un depredador, cada pequeño movimiento es una secuencia, donde el cerebro “predice” sus intenciones de atacar por la derecha o la izquierda, por ejemplo. Mientras tanto el lado derecho engloba esas secuencias en totalidades. De esta manera el lado derecho es en cierta forma un asistente, un secretario, del lado izquierdo, que fuera recogiendo y ordenando lo que hace el “jefe”. Esta es una buena analogía, pues un directivo se encarga de procesos de importancia, y el secretario es el que le lleva la agenda, ordena todo en fichas y tiene una visión más general de tal oficina. El directivo no sabe cuándo tiene un “hueco” en la agenda del viernes, y este le pide al secretario que lo mire.
Si estamos con que el hemisferio izquierdo tiene la atención dirigida o sostenida, eso quiere decir que tiene el control del depredador, lo que genera cierta seguridad. Pero una regla de la evolución es ponerse en la peor situación, en aquello de “piensa mal y acertarás”. Los animales que existen ahora son los descendientes de aquellos que “prefirieron” ponerse “mentalmente” en cada momento ante la peor situación, o sea que eran cautos o precavidos. O visto en un ejemplo: si una gacela lo era y la otra lo era menos, el león cazaría con más probabilidad a la segunda. Ese proceso por millones de años, en todo el reino animal, dan como resultado que lo que prevalezca sea la cautela, vía la amígdala, que es la que genera la respuesta del ataque o huida, que es a lo que llamamos de forma generalista miedo. Bajo esta base, la amígdala izquierda está más frenada y controlada por la corteza cerebral del hemisferio izquierdo, que al trabajar con la atención sostenida se basa en tener el control, mientras que la amígdala derecha es la que ha mantenido el parámetro de ser cautelosa y asustadiza. Esto es fácilmente comprobable a que la “esencia” del susto proviene de no saber por dónde nos va a venir aquello que tiene la potencialidad de ser amenazante. Nadie nos puede asustar si lo estamos mirando, aunque tampoco es una regla general, como es comprobable por las personas que son muy asustadizas.
Esta pequeña “bifurcación” (<-es interesante de leer) evolutiva ha dado como resultado que cada amígdala tome un papel distinto. Lo que aquí he presentado es un croquis. A la vez cada amígdala está conectada con otras zonas con las que interactúan y la modulan, pero a grandes rasgos eso nos da un plano general de cómo el cerebro se vuelve dual, en donde en uno de sus lados tiene una “personalidad”, frente al otro lado, que puede que sea muy distinto. Por esta dualidad es posible el trastorno de identidad disociativa o personalidad múltiple, aunque es un trastorno que crea polémica. Bajo mi punto de vista, y tal como opera el cerebro, una doble personalidad no es descartable. Con todo, los dos lados del cerebro se están comunicando constantemente, de tal manera que han evolucionado para crear una unidad, una sola totalidad que trate de ir pareja con unas motivaciones, unas formas de actuar y unos propósitos.
No me interesa el lado fisiológico del asunto (ver este vídeo si se quiere adentrar más en ello), en primer lugar porque no hay en la actualidad una imagen total del cerebro, ni en el detalle: como es el caso del fórnix, que está en tal estructura central del cerebro de los recuerdos y las emociones, uniendo los dos “contrarios”, del que no se sabe cómo opera y cuáles son sus funciones; ni como totalidad, pues no sabemos cómo el cerebro genera ciertas operaciones concretas como lo es el recordar, que además en la suma de todo se crea ese aparente ser que es lo que llamamos lo mental o psique. Si acaso me interesa no errar con mis conclusiones a partir de lo que se sabe, por eso he presentado ese croquis y lo he hecho a través de cómo ha podido darse a nivel evolutivo, y por ello adaptativo.
Una de las palabras clave de mi “filosofía” (visión de la realidad) es que tanto la evolución como el cerebro trabajan con entes (entitatividad <-no sé pronunciarlo, no sé si está bien escrito) o conceptos, con porciones de realidad bien definidas. Si no fuera así a la evolución le hubiera sido más útil haber creado dos entes a partir de los dos hemisferios. Por el contrario, cada persona se percibe como una unidad, e igualmente lo vemos en nuestros animales de compañía. ¿Eso quiere decir que no se contradicen?, no, quiere decir que sus cerebros están constantemente ponderando sus acciones hacia una de varias posibilidades, y la que va “ganando”, la que tiene más peso, es la que se expresa más veces y les define. En el fondo opera como cualquier otro proceso natural: el agua es líquida mientras se encuentra en cierto margen de temperatura, pero en la suma constante de grados hace que en un momento dado pase a ser un gas. Este proceso ocurre una y otra vez en el cerebro al analizar el mundo, y en su propia “actualización“: algo nos da miedo, se va superando poco a poco, hasta que llega un momento que ya no nos da miedo. Lo interesante de esto es dónde y cómo ocurre tal proceso. De nuevo nos topamos que la ciencia no lo sabe. Lo central es la idea de que el cerebro quiere y necesita operar con entidades y conceptos. Una araña y una rata me dan miedo, y mi propio gato y la perra de mi vecina, no (jaja, los problemas de la ambigüedad del lenguaje).
Todo esto parte, nace, en el momento en el que en la naturaleza se dio el depredador, o aquello que podía acabar con la propia vida. Toda especie nace por instinto sabiendo cuáles son sus depredadores, y qué animales no lo son y cuáles son colaboradores con su especie. Hay una triada de indiferente, enemigo (depredador) y simbionte (identidad, amigo, familiar). El humano actual está bastante lejos de su estado natural, pero aplica la misma triada con las personas. La cuestión de la demonización parte del hecho que el cerebro tiene que dar identidad a cada humano dentro de su mapa interno, y lo extraño es que parece haber un “interruptor”, por el cual alguien neutro, o que era cercano a nosotros, de repente pasa a la categoría de “enemigo”. ¡A veces de un segundo a otro! Esto “prueba” que mi teoría tiene visos de ser correcta: el cerebro trabaja con entes y conceptos.

Dado que las ciencias positivas no dan con tales procesos y cómo ocurren, ahí entran en juego otros saberes como la filosofía, la psicología y el psicoanálisis. En concreto en este último saber, nos encontramos con la teoría de la idealización y la devaluación. Esto nos dice la Wikipedia: “en la teoría psicoanalítica, cuando un individuo es incapaz de integrar sentimientos difíciles, se movilizan defensas específicas para superar lo que el individuo percibe como una situación insoportable. La defensa que ayuda en este proceso se llama división. Dividirse es la tendencia a ver los eventos o las personas como todo malo o todo bueno. Cuando se ve a las personas como algo bueno, se dice que el individuo está usando la idealización del mecanismo de defensa: un mecanismo mental en el que la persona atribuye cualidades exageradamente positivas a sí mismo y a los demás. Al ver a las personas como malas, el individuo emplea la devaluación: atribuir cualidades exageradamente negativas a uno mismo y a los demás.” Pero antes de continuar hay que hacer un inciso para entender más en profundidad este hecho. El proceso que lleva a cabo en el cerebro, para que alguien cercano de repente sea un “enemigo” o ya no cercano, es similar a los valores en la bolsa. Todos los corredores de bolsa están pendientes a que un valor alcance su máximo para vender, y cuando se llega a ese máximo, y dado que todos venden, empieza a perder su valor y baja vertiginosamente. Si es así ¿cuál es el valor “real” de ese producto?, no existe tal valor, como tampoco en el cerebro y en lo humano, el valor lo da cada persona y a cada persona. La teoría de la idealización y la devaluación dice que nunca “miramos” o analizamos a las personas por su valor “real”, sino que cuando las queremos las idealizamos, y cuando las odiamos las devaluamos. ¿Por qué?, por la necesidad de dar una identidad a cada cosa en el mundo, y puesto que puede que no sea intrínseca a tal realidad en el mundo, sino que tal valor se lo está dando cada cerebro. En un planeta que fuera de oro lo más valioso sería cualquier otro metal extraño. Por otro lado en el proceso de idealizarlo hacemos que la amígdala derecha (la de la sospecha y el miedo) no entre en juego y que por ello opere casi siempre la izquierda (seguridad, ausencia de miedo, control interno). A la inversa, durante la devaluación opera sobre todo la amígdala derecha. Esto no ocurre de repente, es un proceso que se va generando por meses o años, donde si con esa persona compartimos momentos buenos o alegres, estará más presente la amígdala izquierda, frenando la contraparte; y cuando esa persona nos haga daño o nos defraude, se producirá el efecto contrario. Hay que recordar que la teoría de la idealización y la devaluación dice que es un todo o nada, o blanco o negro, y que por lo tanto es un estado binario, en donde se cumple aquello de “conmigo o contra mí”, pues lo que cuenta es dar una identidad concreta a un ser en el mundo, dotarle con la capacidad de ser un ente o con una esencia, pero a partir de mi propia identidad, y como para saber si es un simbionte o un “depredador”.
Sobra decir que todo que no sea emocional cae en la indiferencia, que acarrea a su vez sus propios problemas, como es el caso que alguien que nos sea indiferente esté enamorado de nosotros.
¡Sabéis qué…! Que me aburre este escrito, porque se alargaría para decir cosas que ya están bien explicadas en otros lados… y no tengo ganas. Lo que me interesaba hacer ver es la estructura básica, de lo que nace todo. Las dos amígdalas guardan recuerdos dualizados de una misma persona, grupo social, cultura, religión, etnia o país. Se ponderan, y la imagen que tengamos en un momento dado será dependiendo de cuál de ellas vaya “ganando”. Si gana la amígdala izquierda ese ente estará idealizado, si “vence” la derecha se devaluará a tal ente. En todo caso al primero lo “colocaremos” como de nuestra identidad y a los segundos como “otredad“. Como en este proceso a la vez tiene que ver el etiquetado que haga la razón, la conciencia, nos encontramos con la paradoja que toda la tensión o energía que nos genere tal identidad, sea negativa o positiva, se sume en una pasión total. O sea, se suman como tensión energética, donde con esa persona amada, y si tal energía sale durante el acto sexual, este será más intenso que con otra persona que sólo nos genere amor y empatía (idea que igualmente ocurre con aquello que esté prohibido o sea pecaminoso), pero con la trágica consecuencia que igual ocurrirá cuando se dé una situación conflictiva, donde esa tensión energética será susceptible para que se vuelque en violencia. Siempre se ha dicho aquello de “los más reñidos los más queridos” (al buscar esta frase en Internet, la tercera ha sido “¿cuáles son los alimentos con más hierro?”, ¡que no deja de tener su guasa por su doble y extraño mensaje!)

Lo que queda en jaque, en todo caso y de todo lo dicho, es la razón. Por “lógica”, para un creyente, el concepto de demonización lo “creó” Dios al mandar a lucifer al averno. ¿Quién cree ser completamente racional en sus juicios?, y cómo, si en teoría el propio Dios cayó en la idealización y la devaluación de su hijo predilecto, que era lucifer. ¿Podríamos posicionarnos por encima de Dios, si sólo estamos hechos a su imagen y semejanza? Por el trascurso de la historia, y por lo que yo sé de mi propia vida…, no. Todo lo dicho arriba es como una frase donde faltan algunas palabras en las que he dejado puntos suspensivos para que toda persona termine de formar la frase. Los conceptos que faltan, y que hay que sustituir por los puntos, están apiñados en lo que resta del escrito.

La tendencia a idealizar o devaluar proviene del estímulo supranormal, como base de operar del cerebro profundo, en donde en su necesidad de dar una entidad bien definida a la realidad, exagera hacia lo pequeño o hacia lo grande (aquello de “ah, pues no es tan feo/guapo como me habías dicho!), pero que casi nunca analiza en su justa medida, o quizás sólo en aquello que nos es indiferente. En esa dirección el cerebro, y tratando de evitar el no hacer daño a nadie de su propia especie, activa el circuito cerebral del odio (no hay entrada de este término, lo analicé en este escrito), por el cual tendemos a deshumanizar a aquel ente al que hemos “etiquetado” como enemigo, o dentro del baremo de otredad. El cerebro del “animal” humano no está hecho para matar a otro humano, pero el cerebro social sí al rebajar al otro a que es como un animal despreciable o peligroso, como una rata, una serpiente o un gusano. En ese proceso demonizamos al enemigo, esto es: es alguien que atenta contra lo humano, como todos nos consideramos humanos, aquello que Dios (o la evolución) han validado o escogido, ese otro es el enemigo de Dios, o de lo que espera la evolución o el progreso, de lo que ha de ser un humano. Luchar contra él, es luchar por la causa justa y la finalidad de lo que quiere Dios, la evolución o lo necesario para el progreso. Cuando esto ocurre, una de las posiciones, o las dos, usarán estrategias de cuchicheos, en círculos reducidos, o propaganda (blanca, gris, negra) en grandes círculos, para tratar de dañar la imagen del otro, frente al resto de aquellos que creemos de nuestra identidad… ¡Bienvenidos a la locura humana!
No se puede erradicar esta realidad humana, como bien prueba la historia. Odiar a los odiadores es un contrasentido, al igual que ser intolerantes con los intolerantes, pues ya implican unas tendencias hacia la demonización (efecto lucifer). Ahora la Derecha le ha dado por decir que las personas de Izquierda son débiles emocionales que patologizan su resentimiento en odio. ¿Es verdad o es demonización? Para algunos sectores del feminismo no tendría que existir el macho…, y se vaya donde se vaya en Internet sólo se ven los discursos del odio, tendentes a la demonización, por mucho que pensemos o idealicemos de que es algo prohibido y que no haya que caer en tal tipo de pensamiento…, donde además no hay que hacer uso del término demonizar, pues implicaría una debilidad de aquel que hace uso de él. Sí se utiliza para achacar que es lo que hace el “adversario”. Yo he demonizado a la Derecha al hacer ver su demonización, no hay forma de salir de tal juego macabro. Por el “interés” de jugar a este juego y ganar, casi toda persona se tiene que poner al día de los sesgos cognitivos, bajo la idea de analizar en aquellos en los que pueda caer el enemigo, para achacarles tal “debilidad”, y de paso atacar su imagen pública y deslegitimarlo. A estas alturas la idea y la posibilidad del diálogo es un chiste.
…En realidad este escrito viene a cuento porque alguien querido creo que me está demonizando. ¿”Neutralizará” mi mensaje su tendencia hacia mi devaluación o la acrecentará? No puedo tratar de “alterar” lo que tal persona disponga hacia mí, pues en ese caso… ¿la estaría manipulando?, ¿cual es la diferencia de influir y manipular?, o sólo es una cuestión semántica y depende de si tal concepto lo está “usando” la amígdala derecha o la izquierda. La paradoja es que si alguien me analizase de forma completamente racional y lógica no sería un humano, sino un robot o una inteligencia artificial. Ser humano implica todos los errores que su cerebro tiene, errores que son insalvables porque son estructurales. Pensar, existir, es equivocarse dando fe a que no lo es, de lo contrario eres un cínico e incluso un nihilista… ¡bajo estos nombres de nuevo se cae en la demonización!, ¿o no?
Moralejas. No te aman o te odian: te sienten fuera de la razón, los dos contrarios están “equivocados” desde la razón y “acertados” desde la emoción; y la segunda es la de siempre: el problema es crear identidades, pues implican otredad.
Curiosidades:
- He descubierto que Lovecraft no quería escribir novelas al uso. La realidad no lo merecía, y era “vulgar”, ¿si ya vives en la realidad para qué las novelas realistas? ¿Puede algo tan abstracto estar presente en el ADN?, pues es una idea que se repite mucho entre los artistas. Yo he dicho eso mismo en algún otro lugar.
- Al parecer tiene sentido eso de que “el hambre agudiza los sentidos”, pues el receptor de la grelina, donde esta es llamada «hormona del hambre», “puede estar relacionado con el aprendizaje y la memoria. En primer lugar, el receptor se encuentra en el hipocampo, la región del cerebro responsable de la memoria a largo plazo. En segundo lugar, se descubrió que la activación específica del receptor solo en el hipocampo aumentaba tanto la potenciación a largo plazo (LTP) como la densidad de la columna dendrítica, dos fenómenos celulares que se cree que están involucrados en el aprendizaje. En tercer lugar, se encontró que la restricción calórica a corto plazo, definida como una reducción del 30% en la ingesta calórica durante dos semanas, que aumenta naturalmente los niveles de grelina y, por lo tanto, activa el receptor, aumenta tanto el rendimiento en las tareas de aprendizaje espacial como neurogénesis en el hipocampo adulto.” O sea, que no parece mala idea ponerse a dieta a la vez que uno se prepara para los exámenes.
- No tengo una vecina con un perro. No pienso que los gatos sean demonios.
- Donde hablo del circuito del odio es en este otro escrito (que es muy largo), el resultado de arriba me lo dio el buscador. Pero el enlazado arriba tampoco está mal.
Al unir Lovecraft y Michel Houellebecq te llevará a este libro, ameno y fácil de leer. Creo que Houellebecq se proyecta sobre Lovecraft, coinciden en muchos puntos de su personalidad. Ahora yo me proyecto sobre los dos…
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