El Sexo Débil (el Hombre)
“Quien rehúsa a la aventura de vivir tiene que apagar en sí mismo el deseo de vida, incurrir en una especie de suicidio.” Jung
“La vida se juega a menudo como un juego en el que el bienestar de los hombres es un peón que puede ser sacrificado.” George Simons
“La vida se juega a menudo como un juego en el que el bienestar de los hombres es un peón que puede ser sacrificado.” George Simons
Cuando doy mis largas caminatas, por la estructura que es mi tipo de cerebro, no trato de hacer el camino más fácil y que todo humano con su paso ha trazado. En las últimas épocas los campos cada vez se abandonan más y por ello los caminos alternativos -por ser más dificultosos y/o peligrosos- se van cerrando. Yo los trato de volver a abrir, despejando la maleza y los arbustos que los cierran. Me pregunto si en mis escritos no hago lo mismo.
Nietzsche no acabó el libro que trataba del superhombre por las contradicciones implícitas irresolubles de tal concepto. Al final venció la locura a la capacidad de poder fundamentar tal idea con la razón. Yo estoy estancado en lo mismo para determinar sobre que el sexo débil es el hombre. El trabajo es doble, pues ciertas premisas las debería de basar en estadísticas, pero realmente es un trabajo que me parece rutinario y demasiado largo y complejo dado que real y paradójicamente en Internet no hay demasiada información, o es arduo llegar a ella pues no se posiciona en las primeras páginas de las búsquedas. Por todo lo dicho he optado por “tirarme al agua” y exponer mis ideas, y ya más adelante iré ampliando el escrito con estadísticas, referencias o con algo más de profundidad. Por lo mismos argumentos comprendo que salgan a colación distintas contradicciones que espero que durante el proceso de la escritura se “resuelvan”. Aclarar que uso macho y hembra ante el problema que hombre designa de forma genérica a la especie y en la dirección que los términos se vean libres de ambigüedad.
Mi idea sobre la debilidad del macho con respecto a la hembra es sencilla: el hombre carece del sentido de la vida, mientras que la mujer no. Con esto me topo ante la primera dificultad, desentrañar qué quiere decir “sentido de la vida”. Los distintos escritos que preceden al actual han tratado de ir despejando dilemas y problemas con el lenguaje. En el escrito “señalar y suponer” trataba de dilucidar la diferencia entre el qué significa algo para el cerebro profundo con respecto a lo que pueda querer decir para la conciencia y la palabra. De esta manera cuando hago uso del “sentido de la vida” lo trato de hacer con respecto a cómo está asentado en el cerebro profundo, y no lo que se pueda querer decir en cada cultura y según una etimología de las palabras usadas. Sentido, como dije, ha de venir de signo y este de señalar, pues sentido es sinónimo de significado. Pero a la vez dije que señalar tiene la doble vertiente de ser un signo establecido en lo social y por otro lado como un significante en el cerebro profundo. En ese caso he de despejar cuál es el significante dentro del cerebro profundo.
Bajo mi punto de vista el cerebro es metaforizante, pues hereda conceptos que maneja la evolución. En un ejemplo infectarse viene dado porque el origen de la vida fue por pequeños microorganismos en donde algunos de ellos se especializaron en ingerir a los otros, en vez de alimentarse del medio. Esto a la vez puede venir de aún más lejos, pues el ADN son cadenas de instrucciones que pueden verse afectadas en las replicaciones o en donde ciertos otros factores, como los virus, tienen la capacidad de “colocar” sus propias instrucciones en dicha cadena. En ese momento evolutivo no tenía sentido o existía el concepto “infección”, este emergió cuando esos pequeños microorganismos eran capaces de penetrar las defensas de los animales pluricelulares. Una vez que se “conoce” o emerge en la evolución un concepto, nacen a la vez unas contramedidas, si así fuera la necesidad. El sistema inmune “nace” en los seres pluricelulares dada la posibilidad de las infecciones; este sistema se basaba en las propias defensas de ciertos microorganismos a la depredación, que a la vez se basaba en sistemas que pueda implicar el ADN para no “aceptar” modificaciones externas. Damos un salto evolutivo y nos encontramos que el ser madre implica mantener “limpio” el lugar donde se pondrán los huevos o vivirán las crías. Y llegamos al humano en donde por norma general las mujeres suelen ser más meticulosas y escrupulosas con los temas de la limpieza que el hombre. ¿He dado algún salto argumentativo errático?, pienso que no. La maternidad es un concepto evolutivo que implica el cuidado por un tiempo de las crías, diferente a ese otro anterior en donde en las aguas de los océanos se liberaban las huevas sin ningún control. Ese mismo proceder aún subsiste, y un ejemplo claro son la suelta de huevas por parte del coral. Así tenemos que una madre pez limpia y mantiene dicha limpieza sobre el lugar donde deposita las huevas sin que tal madre sepa de qué se trata tal cuestión, pero es innegable que en algún lado de su ADN y en su comportamiento “existe” el concepto de “infección”.
Cuando yo afirmo que la mujer tiene “un” sentido de la vida más sólido lo hago bajo estas premisas. Su cerebro maneja unos conceptos de los cuales el hombre carece, pues la evolución da dichos conceptos con respecto a los sexos. Los machos del reino animal sí han de tener el concepto de infección, pero sobre sí, no sobre otros peces como así lo es la madre con respecto a sus huevas y descendencia. Bajo todos estos aspecto sentido de la vida, en lo evolutivo, es sinónimo de funcionalidad. Se me podrá decir que he caído en la idea más vieja del mundo y por ello en un reduccionismo (y machismo para el feminismo), al basar mi idea de que la mujer lo es por su capacidad de ser madre, cuando no todas lo desean o lo llegan a ser. Pero si se entiende bien la evolución, no “usar” una función no implica que tal función no esté de base como para cambiar la estructura de dicho ser. Si yo tengo un móvil con una batería de larga duración a la vez implica que cuando está en su 10% sigue siendo más operativo que un móvil con una batería de mala calidad que esté en su 20% de carga, pues las aplicaciones y el sistema operativo funcionan y se acomodan a los criterios de la carga de la batería. En otro ejemplo quizás más claro: un infectado por el virus VIH (sida) ha perdido una función que otro humano tiene por defecto, lo que le posiciona fuera de la “verdadera” funcionalidad del sistema autoinmune. Lo que trato de hacer ver es que en cierta forma es como si el hombre careciera de unas “defensas” estructurales que la mujer sí posee con respecto a la solidez de un sentido de la vida. Eso es lo complicado de defender, pues se me dirá que el macho humano al final también ha asumido la paternidad y que por ello ya ha de tener esa misma propiedad o función que las mujeres. Bajo mi punto de vista el macho hizo la pose del papel paterno para ganarse a la hembra, pero tal “pose” no ha llegado a asentarse en su genética. Eso no quiere decir que la paternidad sea pose, quiere decir que esa primitiva, tan antigua en la hembra, no es igual en el macho. Veamos si es así.
Freud creó la división y dualidad de eros y tánatos, de impulso de vida y de muerte, pero no quiero adentrarme en la simbología psicoanalista. Aclaremos un porqué. Recordemos que el humano tiene una herencia (identidad) dual, en donde lo evolutivo y lo social interactúan por retroalimentación. Bajo mi punto de vista lo que el psicoanálisis trata como símbolos del inconsciente yo lo trato como conceptos evolutivos “escritos” en el ADN y que se manifiestan en el cerebro profundo. El psicoanálisis no trata de “leer” los conceptos evolutivos, sino sus manifestaciones en lo social. El cómo el humano ha manifestado y manifiesta dichos conceptos en sus mitos y leyendas. En esa medida hasta el último libro -excepto la ciencia más rigurosa y analítica- pueden ser analizados simbólicamente a través de la herencia de los mitos, si bien lo “correcto” sería tratar de dilucidar los conceptos evolutivos. Lo que me interesa de la dualidad eros y tánatos es que son una representación de los instintos de supervivencia y procreación por un lado, y el instinto de muerte por otro. ¿Por qué de muerte? La vida debería clamar lo que es: vida, existencia. Algunos psicoanalistas coetaneos, como Jung, o posteriores no creen que la muerte sea un instinto o pulsión, pero las ciencias nos pueden decir o demarcar mejor si tal concepto es válido o no.
En sus formas de operar, como la apoptosis, la trama de la vida se entiende mejor. En el desarrollo del bebé este pasa por una fase en donde sus dedos están unidos por membranas (palmeadas) y este tejido tiene programada su muerte para terminar de formar al humano. La apoptosis es una de las formas de muerte programada, junto a la necroptosis y la autofagia. Nuestras células están constantemente muriéndose y siendo sustituidas por unas nuevas. La vejez “consiste” en que el nivel de muertes sube y el de nacimientos baja. Esto a la vez proviene de una etapa de la evolución en donde la constante replicación en un ser unicelular implicaba errores de transcripción de la información del ADN. La evolución optó por la muerte programada para subsanar ese problema. Lo importante era mantener la información del ADN lo más intacta posible. Hay que contextualizar cómo uso el lenguaje. La evolución no es un ente inteligente detrás de la trama de la vida. Los números y lo promediado como “válido” es lo que llamamos evolución. La especiación -que una especie mantenga su identidad aunque se den cambios estocásticos (azarosos) en los individuos- es posible por ese otro proceso más antiguo que era mantener la “identidad” de una cadena de ADN, en lo posible, “intacta”. La “lógica” debe de ser que sólo algunas formas estables de ADN eran las que se replicaban, y que dicha estabilidad era la que sobrevivió con respecto a otras que no lo fueran; para mantener dicha estabilidad tenía que “programar” cuántas copias eran posibles a partir de la primera. Con la sexualidad las reglas cambiaron ligeramente, una vez que se daba la reproducción los progenitores eran “prescindibles” y podían morir. De nuevo surgía el mismo problema. Los padres adultos eran más proclives para crear mutaciones del ADN en su descendencia, luego se “programó” cuánto -a qué edad- era viable la reproducción sin fallas. La muerte de los individuos era la “solución” más óptima. Bajo estas primeras conclusiones se determina que la muerte es parte de la trama de la vida.
Otro análisis, paralelo al anterior, es que puesto que lo social -como nuevo sistema complejo- emerge de la vida, si entonces “heredó” ciertas reglas como la “utilidad” de la muerte. Pienso que el concepto de sacrificio y de chivo expiatorio son parte de ese sistema, pero ¿son sólo una analogía posible o es algo que “existe” como parte del sistema?, para alguna función o finalidad. El problema de los sistemas complejos subsumidos en otros es que abstraen los conceptos básicos iniciales y estos se vuelven más conceptuales y abstractos. En un burdo ejemplo: es fácil explicar una reacción química, pero ¿cómo explicar la función de la respiración? El humano cuando fue capaz de pensar en tales temas no los entendía y simplificó algo tan complejo y abstracto en ideas como el alma, como el hálito de vida, y que al morir abandonaba el cuerpo de esa persona. Así que nos encontramos con la madre pez que limpia sin saber qué son las bacterias y los parásitos, y el humano de la prehistoria que no sabe del oxígeno y de las células que necesitan de tal energía. ¿No nos encontramos hoy igualmente perdidos al tratar de entender cosas tan conceptuales y abstractas como el sacrificio y el chivo expiatorio? En el escrito “Hacer algo o no hacer nada” traté de dar una hipótesis sobre que puede significar a nivel evolutivo/social el chivo expiatorio, en la dirección de tratar de encontrar un porqué evolutivo, que más tarde al final se hizo social. Mi intención era hacer ver que todo lo social seguramente tenga un porqué evolutivo. En definitiva, la vieja y perenne idea de que nada nace de la nada, que todo es causación en donde el azar puede transmutar algo a modo de cambio evolutivo.
Volvamos a la reproducción sexuada. El ancla que guía estas “investigaciones” es el tratar de determinar cómo son la pulsión de vida y de muerte. Una apuesta evolutiva alterna a poner una gran cantidad de huevas y que el azar hiciera el resto fue la maternidad: el cuidado por parte de uno de los progenitores. Desde los inicios la idea era “machista” -según el lenguaje reduccionista del feminismo- pues aquella que portaba los huevos en su interior era la hembra. El macho en su momento le puso el esperma y desapareció en el banco de peces (por hacer ver que se desaparece en la “multitud” y el anonimato). Aquí nace una consecuencia a partir de esa otra consecuencia del hipotético anonimato del padre: el macho ya no hace falta, y sin embargo sí es necesario que la hembra perdure. Lo que trato de hacer ver es que de haber un instinto o pulsión de muerte y otro de supervivencia y reproducción, no es igual en los dos sexos y que en ese caso el macho es el más prescindible y por ello el que menos porta el instinto de supervivencia, y que por ende se pueda manifestar en él, y en su defecto, más el de muerte. ¿Como se manifiesta y/o se evidencia esta hipótesis? Podría simplemente argumentar que "la conexión entre la ansiedad ante la muerte y el sexo de uno parece ser fuerte. Los estudios muestran que las mujeres tienden a tener más ansiedad ante la muerte que los hombres", (Fuente Wikipedia) pues menos miedo puede implicar un menor amor a la vida, pero desarrollemos aún más el tema. Se pueden hacer dos tipos de estudios: sobre el macho de forma abstracta y generalizada en el reino animal, o sobre el propio hombre. Esto es por lo que dije arriba que este escrito no me apetecía escribirlo, por documentar esas dos direcciones de tal hipótesis. Detengámonos, de momentos sin datos, a lo que acontece con el macho humano:
- El hombre tiene una media de vida menor que la mujer.
- Tiene más probabilidades de accidentarse y morir en dichos eventos.
- Mayor probabilidad de matarse entre sí.
- Más probabilidades para ciertas enfermedades mentales graves y por ello incapacitantes.
- Para suicidarse.
- El hombre es más proclive a las adicciones peligrosas, y además mueren más por sus causas.
- Para abandonarse hasta tal grado como para llegar a volverse un sin techo.
Una regla que emergió rápidamente en lo evolutivo fue la selección sexual. De un primer estadio en donde la hembra no era selectiva, por los números y los promedios, de alguna forma la hembra tendió a ser selectiva de quién era el padre y en la dirección que la descendencia tuviese cierta ventaja. El reino animal está lleno de ejemplos de las diversas estrategias por las que se encaminó el macho para sobresalir del resto de machos y ser el seleccionado por las hembras: bailes, cantos, bellos y complejos plumajes, masa corporal, cornamenta, etc. Entre los primates se dan los cantos, el ornamento del pelaje y otros rasgos anatómicos y la musculatura. La rama de la que proviene el humano es de esta última. Los simios, como los chimpancés, el gorila y el orangután son los ejemplos más claros. Esta línea del desarrollo evolutivo al tender al tamaño al final se hizo tan grande que la cola ya no tenía ninguna utilidad, pues no tenía la capacidad de soportar su peso, y además los simios -y el humano, pues lo es- suelen mantener una postura de cuclillas para usar sus manos y estorbaba. En otro proceso posterior empezaron hacer una vida paralela entre el suelo y los árboles. Durante un tiempo muy largo, en la rama compartida con los chimpancés, nuestras hembras seguían seleccionando por la musculatura: los machos tenían que competir entre ellos en las luchas. En un proceso posterior lo seleccionado por las hembras fue la sociabilidad. Este es un ejemplo de esa dirección entre los babuinos:
“El comportamiento de apareamiento del babuino varía mucho dependiendo de la estructura social de la tropa. En los grupos mixtos de babuinos de sabana, cada macho puede aparearse con cualquier hembra. El orden de apareamiento entre los machos depende en parte de su clasificación social, y las peleas entre machos no son inusuales. Hay, sin embargo, posibilidades más sutiles; en grupos mixtos, los hombres a veces intentan ganarse la amistad de las hembras. Para obtener esta amistad, pueden ayudar a acicalar a la hembra, ayudar a cuidar a su cría o suministrarle comida. La probabilidad es alta de que esos jóvenes sean su descendencia. Algunas hembras claramente prefieren machos amigables como compañeros. Sin embargo, los machos también llevarán bebés durante las peleas para protegerse del daño. Una hembra inicia el apareamiento presentando su grupa hinchada en la cara del macho.”
Entre los chimpancés actuales también se está dando esta tendencia, como se puede ver en esta parte de un documental, donde al final el macho alfa se vuelve más político y amigable con las hembras y sus crías.
Aquellas primeras hembras dieron un giro a la situación, fueron llevando al macho hacia la paternidad, primero como pose, para ser el macho seleccionado para la cópula; mucho más tarde porque estos mismos asumieron la protección de su descendencia y por ello de su pareja sexual. A este proceso se le llama de auto-domesticación. Tanto el gato como el perro han pasado por el mismo proceso, más claro -por estar en una posición más retrasada- en el gato, pues este aún sería capaz de volver a la naturaleza por tener los “instintos” más “intactos”. Se denomina de auto-domesticación, frente a la simple domesticación, porque en lo profundo de su cerebro, mediado por las reglas evolutivas, tal especie -o sexo entre los humanos- “acepta” de buen grado ese proceso. Hagamos una breve reflexión sobre esto: durante toda la historia el macho ha sacrificado su vida por su par y su descendencia. Primero contra las fieras hasta que hemos casi acabado con ellas (el continente más claro es Europa, donde hemos casi llevado a la extinción a los lobos y el oso; en un tiempo anterior incluso llegó a haber leones y otros felinos). En un segundo momento y hasta el Renacimiento contra los asaltos de otros hombres. El sur de Europa y Oriente Medio se veían una y otra vez atacadas por tribus del norte de Europa. A esas tribus a la vez hay que entenderlas en su contexto: vivían bajo una mayor presión ambiental de falta de recursos, y para mantener sus familias tendieron a saquear poblados ricos en bienes y recursos. Hoy en día el humano ha “despejado” del mundo todo posible peligro que requiriera la fuerza del macho, y hoy las feministas se quejan que los machos las maten. Si se tuviera la capacidad de seguir la huella histórico/evolutiva de muertes de hombres para salvar a una mujer, y hombres que matan a una mujer, es muy posible que en la antigüedad el nivel de la barra de salvamientos fuese muy alta y en la actualidad baja (por menor probabilidad de ponerse en peligro en un mundo sin ellos), quedándose por ello -y a lo largo del tiempo- sólo la segunda barra de muertes en manos de hombres. Hoy en día se siguen dando casos de hombres que salvan a mujeres, pero son menos mediáticos que los homicidios y los asesinatos. De igual forma el hombre viola a las mujeres, pero lo más probable es que ciertos casos no se lleguen a dar por la ayuda de los hombres (en cierta ocasión vi una extranjera muy borracha rodeada de una "manada", capté que trataban de hacer que fuera con ellos, me hice pasar por su amigo para sacarla de esa situación, la "manada" me trató de intimidar verbalmente, pero mantuve el tipo y la alejé de ellos). El macho actual es el remanente de ese proceso evolutivo seleccionado por la mujer, que además la ha traído hasta el momento actual a base de morir una y otra vez, de sacrificarse, para que ella y su descendencia sobreviviera. Bajo este punto de vista: ¿es justo y adaptado a la realidad evolutivo/social el reclamo feminista? Ninguna muerte entre humanos es justa, lo sé, pero están ignorando toda la historia evolutiva. El macho no es un ser cargado de “errores” del que hay que tener cuidado, tal como nos pretende “reducir” el feminismo radical. El macho musculado fue seleccionado por una ancestro de la mujer actual, al igual que el hombre más canalla, pues aún hoy la mujer y sobre todo las jóvenes -por ser más inexpertas- tienden a seleccionar a los “chicos malos”, como ha demostrado un estudios sobre la selección y atracción sexual que tiene la triada oscura. Más tarde se llevó a ese macho hacia la paternidad, pero donde todavía era necesario la fuerza muscular. Hoy en día la mujer -en su cerebro profundo- prefiere a un hombre de mayor masa muscular que ella y que sea más alto, siguiendo esa misma norma evolutiva, pues en definitiva fue como quien dice ayer, que hemos creado una sociedad libre de peligros y que no requiera de dicha fuerza del hombre.
En una segunda lectura de esta breve historia se puede analizar al hombre bajo el baremo de sentirse inútil, y en cierta forma culpable, ante lo pesaroso del embarazo y la carga de los hijos, y en donde este trataba de suplir esa inutilidad y culpabilidad ayudando en todo lo posible en aquello que su pareja y su descendencia necesitase. Visto así el macho era/es como un satélite que orbitase alrededor del centro que representa la vida y que es la hembra y la procreación. 1. Sentimiento que siempre ha cargado con él y que está implícito en sus primitivas. Hasta hace un siglo, o quizás más, aún podía “silenciar” ese sentimiento, pues aún era “necesario”, pero hoy en día, en un proceso lento pero inevitable, cada vez se siente menos necesario. 2. Deviene así en el ente que era el “descarte” más probable para la evolución, que al ser el más prescindible estaba más dotado con la pulsión de muerte, y que 3. al ser el menos social era el que era más susceptible de sentirse desencajado de dicha estructura. Desestructurado en tal medida como para que tal triada se manifieste con una mayor probabilidad en el macho y por ello en caer en trastornos mentales, el suicidio y el alejamiento y abandono de lo social a través de los sin techo (vagabundos, por tradición en Europa).
A destacar que en las culturas más avanzadas se da un mayor desproporción entre hombres y mujer -de hasta cuatro hombres por cada una mujeres-, que puede ser una evidencia del sentido de inutilidad y ser prescindible del macho actual.
Lo analizado hasta ahora debería de ser lo bastante sólido como para que ya se sostuviese mi teoría. Pero me toca tratar de demostrar que bajo estas premisas su sentido de la vida es más exiguo y débil. Labor igualmente onerosa y compleja, pero más filosófica y factible.
En otros lados ya he dicho, y con la base de ciertas reglas de arriba, que uno de los conceptos base de la vida es el de identidad, entendida esta como una información que porta el ADN sobre un “mensaje” a transmitir a lo largo del tiempo. En tanto que algo externo era capaz de acabar con la vida, como otros microorganismos o más adelante los depredadores, la otredad era aquello que tenía la capacidad de acabar con la propia identidad. La otredad, así, es otro de esos conceptos pilares de la vida. Cuando la evolución llegó a la maternidad -se cree que por una transferencia horizontal de genes, que un retrovirus modificó el ADN de una primera madre mamífera-, la evolución se encontró con el problema de cómo “hospedar” un extraño, una otredad en una identidad preparada para rechazar la otredad. ¿cómo funciona esto? Si se deja -por accidente- un hilo quirúrgico dentro de la piel, el cuerpo lo irá sacando fuera del cuerpo. Lo mismo pasa con los piercing, lenta pero inexorablemente el cuerpo los hecha fuera de sí, dependiendo de la zona le es más fácil (la ceja) o imposible. Si se da el caso que algo que ha entrado en el cuerpo no puede ser expulsado por los “medios convencionales”, se creará una capa alrededor de tal cuerpo extraño para que no sea perjudicial. Para el caso es como meterle en una celda de aislamiento, donde esa celda es de nuevo algo exterior y ajeno al cuerpo. Esto lo hago ver en la dirección que maternidad no sólo quiere decir aceptar un extraño como no ajeno en el interior, sino que más adelante, cuando las crías nacían indefensas y bajo la necesidad de un cuidador, esa estructura de no-otredad física cambió el cerebro de esas madres, para tener ese mismo comportamiento de no-otredad en sus hijos. Tales estructuras, ni las físicas, ni las mentales, están implementadas de igual forma en los machos, donde para ellos todo es susceptible de ser exterioridad y por ello otredad. Sé que en ciertas especies -como la humana- se ha llegado a la paternidad, pero mientras que en la hembra ese concepto “nace” de algo muy físico u antiguo, en el hombre no es igual. Suele ser más fuerte el instinto de protección de las mujeres, y los hombres es más probable que abandonen o se alejen de sus hijos (faltan estadísticas para demostrar que es así, pero creo que es obvio). Este punto lo traigo a colación para de nuevo reforzar que una mujer porta sobre sí un sentido que la agarra más a la vida, que el hombre no parece tener. Tal “instinto” crea un tipo de cerebro más preparado para vivir y convivir en lo social, puesto que la evolución ha mitigado en ellas el concepto de otredad, lo que se les hace menos pesaroso y sí -quizás- necesario el estar rodeado de sus iguales, de otros seres humanos. Por estadísticas de mi caso, todas las mujeres con las que he convivido o conocido eran muy sociales, excepto una. Por norma general el hombre es más remiso de hacer vida social, de estar rodeado de gente, pues en este es más fuerte el sentido de otredad (tratar de hallar estadísticas sobre esto me parece un trabajo inútil, y no me gusta plantear ideas que no sean verificables, pero creo que el concepto de otredad y no-otredad – a partir del embarazo y la maternidad- es una buena base de mis argumentos).
Al contrario al argumento del anterior párrafo, el macho de casi todas las especies ha sido creado para competir contra otros machos por distintos medios. O sea, que en ellos no sólo la otredad es a nivel físico, sino de su comportamiento. En una gran cantidad de machos esa competición, además, es por medio de la lucha física. La línea de la que procede el humano sigue esa misma herencia genética. Esto se manifiesta en lo social y en la actualidad como que todo contacto social nunca está libre de estar mediado por la competitividad, lo que incrementa el concepto de otredad.
El punto tres: que haya una mayor probabilidad de matarse entre hombres, se hereda de la época en donde todo macho era un susceptible rival para otro macho. Hay varios refranes que hablan de ello “sólo puede haber un gallo en el gallinero”, “No puede haber dos tigres en una misma montaña”. En el desarrollo de los sexos, en la pubertad y la juventud casi todo hombre tiende a querer sobresalir sobre el resto, y suelen darse muchas peleas entre adolescentes y jóvenes, en donde en algunos casos se llega al homicidio involuntario. Yo soy una persona de cero violencia, pero aun así toda mi vida me las he tenido que ver con peleas para defenderme, en cierta ocasión me quisieron agredir con una botella rota, pero tuve la ventaja de que el agresor estaba bastante borracho y lo controlé. Incluso a una edad de como a los treinta y ocho años me he visto metido en peleas, pues trabajaba en bares de noche donde juventud y copas de más era casi igual a peleas.
Con todo lo antedicho me remito a conceptos de escritos anteriores y en la dirección de no repetirme en exceso. El humano llegó a cierta estabilidad, en sus inicios, cuando se asentó a su posición de cazador-recolector, en donde pequeñas tribus acéfalas (sin mando) y sin demasiada estructura jerárquica. En ese largo proceso el macho tendió a la auto-domesticación, a tratar de mitigar su sentido de competitividad y otredad a través de la colaboración con el grupo. Pero no debió de ser un periodo tan largo como para que se terminaran de asentar tales conceptos en su ADN, puesto que cuando salió de África de nuevo se manifestaron los rasgos propios de su sexo. Es más, se puede llegar a la conclusión que ese otro estado pudo ser para el hombre como una camisa de fuerza, que en cuanto pudo se la quitó para sentirse de nuevo él mismo.
Pienso que ya tengo todas las bases necesarias para tratar de analizar la vida actual y el sentido de la vida, tal como está asentado en el cerebro profundo, pero primero tratemos de resolver problemas y peros que han ido saliendo a lo largo del escrito, y en la dirección de ir despejando la aparente complejidad del momento actual humano.
Cómo la homosexualidad explica ciertas cuestiones
~ Primera parte ~
Para definir que es blanco y qué negro, en un sistema binario y colores de impresión, diríamos que blanco es la ausencia de negro o tinta, y negro la ausencia de blanco: el resto de posibilidades son grises. El sexo binario o binarismo es la tendencia a asumir que todo es (o ha de ser) blanco o negro y que las otras posiciones son algún tipo de alteración o “anomalía” en dicho sistema. Es la posición que han mantenido casi todas las religiones establecidas durante la historia humana (de las que se excluyen las paganas). Igualmente para la ciencia es algo “anómalo”, no ya por motivos morales, sino por contradecir conceptos de base en las teorías evolutivas como la “utilidad” de los sexos con el único fin que es la procreación. Yo pareciera que caigo en el binarismo, pues defiendo un esencialismo, pero tal apreciación es errónea. Mi idea es que el binario macho/hembra son conceptos que maneja la evolución: dianas hacia a las que dirigir la sexualidad de las especies, pero todo en la evolución es complejidad, azarosidad y adaptación: dichos conceptos binarios se adaptan a cada ambiente (ecológico o social) y por ello en cada especie.
Por otro lado, como ya he dicho en otro escrito, la sexualidad implica que se creen diferencias entre los dos sexos que en cierto grado, aun perteneciendo a la misma especie, su relación está mediada por el conflicto. O sea, y si se quiere, las hembras peces ya portaban el feminismo, de alguna manera, y que habían salido “perdiendo” en el reparto de roles, y desde los inicios se creó una guerra entre los dos sexos a nivel génico y a nivel ambiental. El primero de ellos es sobre el que me quiero centrar, sobre todo para hacer ver que el humano con su conciencia no ve esa realidad ni la capta y que por ello el cerebro profundo sí sabe (sin saber que sabe) de esa lucha. Esto nos dice la Wikipedia sobre dichos entramados en los genes (entre paréntesis aclaraciones mías, para llevarlas a mi propio lenguaje):
“El conflicto sexual interlocus es un tipo de conflicto sexual que ocurre a través de la interacción de un conjunto de alelos antagónicos en dos o más loci diferentes en hombres y mujeres, lo que resulta en la desviación de uno o ambos sexos de los valores óptimos de aptitud para los rasgos (los extremos binarios).
El conflicto sexual interlocus implica una carrera armamentista co-evolutiva entre los dos sexos en la que cualquiera de los dos sexos desarrolla un conjunto de adaptaciones antagónicas que son perjudiciales para la aptitud del otro sexo. El conflicto sexual interlocus puede ocurrir sobre aspectos de las interacciones macho-hembra, como la frecuencia de apareamiento, la fertilización, el esfuerzo relativo de los padres, el comportamiento de recuperación de la hembra y la tasa reproductiva femenina. Las vías evolutivas resultantes del conflicto sexual interlocus forman parte de la evolución de la competencia interlocus (la ambiental y física, y por ello la de los dimorfismos sexuales). “
El conflicto sexual interlocus implica una carrera armamentista co-evolutiva entre los dos sexos en la que cualquiera de los dos sexos desarrolla un conjunto de adaptaciones antagónicas que son perjudiciales para la aptitud del otro sexo. El conflicto sexual interlocus puede ocurrir sobre aspectos de las interacciones macho-hembra, como la frecuencia de apareamiento, la fertilización, el esfuerzo relativo de los padres, el comportamiento de recuperación de la hembra y la tasa reproductiva femenina. Las vías evolutivas resultantes del conflicto sexual interlocus forman parte de la evolución de la competencia interlocus (la ambiental y física, y por ello la de los dimorfismos sexuales). “
Entonces la pregunta a considerar, para volver al tema, sería: ¿le ha dado tiempo a la evolución para pensar y reconsiderar la homosexualidad? Y si fuera así: para qué. He leído decenas de cabeceras de estudios científicos (resúmenes), artículos en la Wikipedia, me ha tocado entender cómo funciona el sistema de determinación sexual, he llegado a la proteína de la región Y determinante del sexo (SRY) que la provee el macho en sus espermatozoides, así como algo de historia evolutiva de dicho gen (se ha de entender el haber minimizado mi “investigación”, pues de tratar de leer todo me llevaría meses, pero además para nada, pues no hay consenso). De esta manera al final uno se encuentra que hay multitud de teorías y falta de acuerdos. De forma general se acepta que es una estrategia evolutiva muy antigua que tiene unos mecanismos más o menos claros, y en teorías algo más respaldadas, si bien también se dice que en los últimos tiempos, por el estrés de las madres -y por los disruptores endocrinos (xenoestrógenos) en el ambiente y otros factores- se puede haber incrementado el número de casos. De cualquier forma unas y otras teorías coinciden que la homosexualidad tiene una función social, o dicho con un concepto más claro: utilidad. Así en algunos estudios han sugerido, que la homosexualidad es más “útil” entre las sociedades agrícolas, que las ancestrales comunidades de cazadores-recolectores. Pero expliquemos porqué puede ser útil.
Ciertas hormonas no tienen que ver tanto en su función individual como en lo grupal. El caso más claro es la testosterona, la cantidad total en un grupo no se reparte por igual, sino que el macho alfa tiene una alta carga y en ese proceso al resto de los machos le baja. La utilidad es doble: 1. dar unas mayores capacidades al alfa, como una mayor musculatura, sistema inmune, y capacidades mentales para ser resolutivo y tener una mente clara e intuitiva, y 2. bajar la cantidad en el resto, para que no cuestionen al alfa y simplemente le sigan en sus decisiones. Este sistema, que es hormonal, ha llevado al humano a las sociedades jerarquizadas, que han perfilado nuestra historia. Algo que me ha chocado desde el principio en estos estudios es que hablan más de la homosexualidad masculina que de la femenina. Al parecer es en lo que más ha “pensado” la evolución. Cuando el gen SRY, que lo introduce el padre en el espermatozoide en su gen Y, entra en juego se produce un efecto dominó para determinar el sexo masculino, su cerebro y su orientación sexual como hombre heterosexual, pero ya sea por cambios epigenéticos producidos por la madre, y otros determinantes como cuantos varones hermanos tenga, el no-nato, su orientación sexual y su cerebro pueden cambiar para que sea homosexual. Ahí es donde se dan multitud de opiniones de los posibles porqués. La teoría más respaldada es que un mayor nivel de progesterona (hormona principalmente femenina, que incluso se “sospecha” que inhibe el deseo sexual en la mujeres) hace a esa persona más sociable, más empática o con una mayor capacidad para no sentir a otro “macho” como otredad. Una teoría de la psicología evolutiva, sobre cuando hay muchos varones de una misma madre, es que en primer lugar tenga la “utilidad” de que no compitan entre sí, y en segundo lugar para que tengan una mayor predisposición a ayudar a sus hermanas a la crianza de sus hijos (teoría del tío gay, de JBS Haldane). De una u otra forma lo que se deduce es que la evolución es esencialista y “sabe” que macho es igual a otredad e individualismo, y hembra igual a sociabilidad y empatía. La homosexualidad masculina está dirigida hacia fines sociales (útiles) y en la dirección de contrarrestar los rasgos más “cuestionables” del macho, como la otredad y por ello la tendencia a la ira y la agresividad, y su fuerte tendencia al individualismo, por falta de empatía. Así en un estudio llevado a cabo por Colin S. Dewar nos dice que los homosexuales masculinos tienen rasgos como “una mayor empatía, habilidades motoras finas y control de impulsos”. ¿Habilidades motoras finas?, eso me recuerda el tópico entre hombres y mujeres de “vale más maña que fuerza”, que de nuevo conlleva esencialismo, y por último nos hace ver que una de las “habilidades” de los homosexuales es el control de los impulsos, que es uno de mis referentes de un posible porqué el macho se tuvo que especializar en las capacidades del prefrontal izquierdo: por sus capacidades inhibitorias de los impulsos. Con todo el humano nunca ha llegado a una posición lo suficientemente estable como para descartar lo “macho”, pues de igual forma se ha de mantener la procreación. Así se sugiere que el impacto de la homosexualidad ha de ser liviana a nivel evolutivo, pues sobre el 96% de la población es heterosexual.
Con todo ni este planteamiento es blanco y negro. No hace falta que un “macho” llegue a ser homosexual para que tenga esos rasgos más “femeninos”. La auto-domesticación ha de entenderse bajo la teoría de que ciertos rasgos de la esencia del macho se tenían que suavizar para mantener la cohesión de los grupos tribales, para el bien y la tranquilidad de dichas sociedades. Pienso que la evolución aún sigue probando cuál puede ser la “mezcla” perfecta y que si no la haya es porque la vida social humana no se mantiene nunca el suficiente tiempo estable -por su guerras y crisis ambientales- como para que llegue a una "conclusión". En un mundo belicoso sigue siendo necesario los rasgos del macho. Igual para un mundo o una sociedades que de repente entran en crisis profundas y emerge el “sálvese el que pueda”. En esos casos la “fuerza” y la falta de empatía suele ser lo “necesario” y lo que sobrevive.
Lo que me interesa hacer ver sobre todas estas consideraciones es que las esencias (arquetipos) existen y que la homosexualidad es una prueba, porque la evolución hace uso de ellas para mitigar el esencialismo del dualismo, el binarismo. En la actualidad, en las culturas occidentales del primer mundo, nuestras vidas son tan estables, hemos creado un tipo de sociedad tan alejada de la agresividad, que creemos que los arquetipos macho/hembra no existen y no tienen sentido o son “aplicables” (como así lo hacen ver ciertas teorías de género -Queer-, que tienden a comportarse como ideologías al ignorar lo que pueda decir la ciencia -nuevo “hippysmo” y más propio de cierta edad algo inocente-), y es cierto que de alguna manera, ya sea por cambios epigenéticos o evolutivos, sin olvidar el papel de lo social y la educación, los hombres tienden a ser más empáticos y con un mayor control de los impulsos. Los colmillos del hombre son más cortos con respecto el resto de simios o monos, pues parte de su función era la lucha entre los machos. Pero hay que recordar que esta situación sólo es un estado temporal que no define al ser humano y su esencia (su condición). Para el caso es como una posición a la que llega el termostato de un aire acondicionado y dado que se mantiene la temperatura externa de manera estable. Pero cambia las situación, cambia dicha estabilidad, y la evolución y los cambios epigenéticos y genéticos “retomarán” los rasgos más extremos del macho, porque sea necesario su tendencia a la agresividad y la lucha.
No he ignorado adrede la homosexualidad femenina, yo he buscado homosexualidad de forma genérica, pero casi todos los estudios están orientados a la masculina y no es por sexismo, sino porque la del hombre parece tener unos porqués evolutivos y el cómo está dispuesto el sistema de determinación sexual, como nos hace ver Sven Bocklandt (bocklandt2005): “La preferencia sexual humana abstracta es un rasgo sexualmente dismórfico con un componente genético sustancial”. También sale a colación en diferencias cerebrales como el llamado “núcleo sexualmente dimórfico”, que forma parte del deseo o impulso sexual, en donde el tamaño en los hombres homosexuales es intermedio entre el del hombre, más grande, y la mujer, (no lo dice la ciencia pero puede ser claro que dicho tamaño y tal impulso hace más proclive al hombre a la búsqueda de sexo -y por ello se den casos de violadores-, es menor en el homosexual pasivo, y es más pequeño en la mujer -lo que he leído es ambiguo con respecto a tratar de discernir si la mujer homosexual activa tiene un tamaño intermedio, o es de un tamaño igual al de las heterosexuales-; si se tienen en cuenta unas y otras cuestiones expuestas en este escrito se entenderá aquello de: “es que los hombres sólo piensan en sexo” y que no es tan susceptible de ser un simple estereotipo). Por otro lado, igualmente en el cerebro, el núcleo supraquiasmático es mayor en los homosexuales que en hombres y mujeres heterosexuales. Tal núcleo controla los ritmos circadianos y regula la suelta de péptidos como la vasopresina, que induce a una menor agresividad (quizás sea mayor por compensar algo que en la mujer es dado de forma natural y más general en todo su cerebro). Otro dato a tener en cuenta es que se dan más casos de homosexualidad masculina que femenina, en donde además parte de ese bajo porcentaje son bisexuales, bisexualidad que es más baja entre los hombres homosexuales.
No he ignorado adrede la homosexualidad femenina, yo he buscado homosexualidad de forma genérica, pero casi todos los estudios están orientados a la masculina y no es por sexismo, sino porque la del hombre parece tener unos porqués evolutivos y el cómo está dispuesto el sistema de determinación sexual, como nos hace ver Sven Bocklandt (bocklandt2005): “La preferencia sexual humana abstracta es un rasgo sexualmente dismórfico con un componente genético sustancial”. También sale a colación en diferencias cerebrales como el llamado “núcleo sexualmente dimórfico”, que forma parte del deseo o impulso sexual, en donde el tamaño en los hombres homosexuales es intermedio entre el del hombre, más grande, y la mujer, (no lo dice la ciencia pero puede ser claro que dicho tamaño y tal impulso hace más proclive al hombre a la búsqueda de sexo -y por ello se den casos de violadores-, es menor en el homosexual pasivo, y es más pequeño en la mujer -lo que he leído es ambiguo con respecto a tratar de discernir si la mujer homosexual activa tiene un tamaño intermedio, o es de un tamaño igual al de las heterosexuales-; si se tienen en cuenta unas y otras cuestiones expuestas en este escrito se entenderá aquello de: “es que los hombres sólo piensan en sexo” y que no es tan susceptible de ser un simple estereotipo). Por otro lado, igualmente en el cerebro, el núcleo supraquiasmático es mayor en los homosexuales que en hombres y mujeres heterosexuales. Tal núcleo controla los ritmos circadianos y regula la suelta de péptidos como la vasopresina, que induce a una menor agresividad (quizás sea mayor por compensar algo que en la mujer es dado de forma natural y más general en todo su cerebro). Otro dato a tener en cuenta es que se dan más casos de homosexualidad masculina que femenina, en donde además parte de ese bajo porcentaje son bisexuales, bisexualidad que es más baja entre los hombres homosexuales.
Por otro lado distintos estudios dicen que la orientación homosexual femenina tiene una mayor incidencia debido a factores ambientales, incluyendo en este rango las hormonas durante el embarazo. Un dato curioso es que las lesbianas tienen dañado el sistema de inhibición previa al pulso (prepulso, ya analizado en otro escrito), lo que les hace más proclives al sobresalto. Tal indicio puede indicar que la homosexualidad femenina -no la orientación sexual- en parte puede venir dada por un cambio durante el embarazo, donde la madre pasó por alguna situación traumática que provocó una elevación de testosterona en sangre o creó algún tipo de cambio epigenético. La cuestión a tener en cuenta para entender estas premisas sería entender que la sociabilidad del macho pasaba por hacer que este perdiese agresividad y controlase sus impulsos básicos, y de ser así: si se “crea” la homosexualidad masculina para suavizar lo más extremo del macho, ¿porqué por otro lado crear una mujer masculinizada?, es como echar mucha sal y después tratar de contrarrestar la salinidad con azúcar, para al final percatarse que está muy dulce y volver a echar más sal. Aun así ha de tener sus porqués evolutivos, aunque sólo sea por selección sexual. En un ejemplo claro los pueblos del norte de Europa, como los vikingos y dada las dificultades de su ecosistema, debieron de tender a escoger mujeres más aguerridas, independientemente que “la regla de Bergmann establezca que la masa corporal aumenta con el clima más frío, como en el alce sueco” y por ello el tamaño de las mujeres del norte de Europa sea mayor que con respecto a las zonas más cálidas (la situación actual ya no es tan clara, pues aquellas diferencias que se crearon cuando los humanos se aislaron en distintas zonas, durante unos treinta mil años, se han ido suavizando por el cruce de humanos a lo largo de la historia. Este distingo se entiende si se tiene en cuenta lo distintos que son del resto de humanos los aborígenes australianos y neozelandeses, los últimos en ser “descubiertos” y que menos se han cruzado con el resto de humanos.)
Como teoría curiosa transcribo una de ellas, por asemejarse a una (posible) tendencia a la eusocialidad (reina hembra con “hijas” y unos pocos zánganos para la reproducción), donde las hembras tratan de dominar teniendo mucha descendencia y una mayor tasa de homosexualidad:
“En 2004, investigadores italianos realizaron un estudio de aproximadamente 4,600 personas que eran parientes de 98 hombres homosexuales y 100 heterosexuales. Las parientes femeninas de los hombres homosexuales tendían a tener más descendencia que las de los hombres heterosexuales. Las parientes femeninas de los hombres homosexuales del lado de su madre tendían a tener más descendencia que las del lado del padre. Los investigadores concluyeron que se estaba transmitiendo material genético en el cromosoma X que promueve la fertilidad en la madre y la homosexualidad en su descendencia masculina. Las conexiones descubiertas explicarían aproximadamente el 20% de los casos estudiados, lo que indica que este es un factor genético altamente significativo pero no el único que determina la orientación sexual.
Esta teoría está abarcada bajo otra que dice que la mujer o una línea génica de mujeres, (su genética, cero conciencia) tiene el “control” sobre la inactivación o no de uno de sus cromosomas X, que en su inactivación facilitaría la inclusión del cromosoma Y para dar como resultado un hombre heterosexual, frente a una segunda “opción” (no aleatoria) en donde su no inactivación puede dar como resultado (en un porcentaje mayor que la media) un varón homosexual (no sé si he comprendido cuándo está o no activo, pues el extracto de la Wikipedia es ambiguo -y no sé si están haciendo uso de una doble negación: apagado de estar apagado-, pero el mensaje final queda intacto por las conclusiones):
“Un estudio sugiere un vínculo entre la composición genética de una madre y la homosexualidad de sus hijos. Las mujeres tienen dos cromosomas X, uno de los cuales está “apagado”. La inactivación del cromosoma X ocurre aleatoriamente en todo el embrión, lo que da como resultado células que son mosaicas con respecto a qué cromosoma está activo. Sin embargo, en algunos casos, parece que esta desconexión puede ocurrir de manera no aleatoria. Bocklandt y col. (2006) informaron que, en madres de hombres homosexuales, el número de mujeres con sesgo extremo de inactivación del cromosoma X es significativamente mayor que en madres sin hijos homosexuales. El 13% de las madres con un hijo homosexual y el 23% de las madres con dos hijos homosexuales mostraron una inclinación extrema, en comparación con el 4% de las madres sin hijos homosexuales.”
~ Segunda parte ~
La anterior parte describe los cómo y los posibles porqués de la homosexualidad masculina escritos en el ADN. En esta parte se analizará los factores ambientales para que así ocurra y en la dirección de seguir despejando el cómo es la actualidad.
El sexo por “defecto” es el femenino. La vida evolucionó para procrear y todos sus mecanismos y estructuras van en esa dirección. En esa medida lo “nuevo” y complejo es crear un macho a partir de lo ya construido. Todo humano nace mujer y es la hormona SRY, que aporta el hombre en su cromosoma Y, el que produce los cambios necesarios. Para el caso es como si en una imprenta se reprodujera una y otra vez el mismo libro, el femenino, mientras que para hacer el libro “hombre” alguien tuviese que estar pendiente de cambiar ciertas páginas del libro o algunos textos. Si se adormila, se muestra torpe, se tropieza u otra persona le distrae de su trabajo, ciertas páginas o textos dejan de ser cambiados. La hipótesis de Geschwind-Galaburda creen haber descubierto uno de esos momentos en donde el “impresor” no obró como debiera. Se ha demostrado que se dan más zurdos entre los homosexuales, y que además tienen una alta probabilidad de ser disléxicos y padecer de adultos enfermedades autoinmunes. Se han hecho estudios a lo largo de las décadas y unos estudios dan unas cifras y en otros se dan diferencias, pero nada ha refutado que la relación no sea mera coincidencia, que tenga que darse un trasfondo, un porqué. ¿Cómo es esto? Buscando unos porqués, lo que nos dice Geschwind y Galaburda, es que en cierto momento del embarazo se lateralizan los cerebros, según está dispuesto por el ADN, para que los hombres tengan predominancia del hemisferio izquierdo, y puesto que en la mujer es más bilateral. Esto me dio la “razón” a que el macho hiciese unos usos más especializados sobre dichas capacidades, entre las que se encuentran una mayor necesidad del control de sus impulsos. Pues bien, si en ese momento la madre pasa por algún problema, por estrés o deficiencia de nutrientes o traumas (sustancias artificiales en madres toxicómanas y en la actualidad), este proceso queda interrumpido o entorpecido de tal manera que en un siguiente proceso ciertas de las funciones que se tenían que haber “impreso” en el hemisferio izquierdo se transcriban en el hemisferio derecho, lo que da como resultado que el hemisferio dominante sea el derecho -que opera sobre el lado izquierdo del cuerpo-, o sea un zurdo.
Esto no quiere decir que todo zurdo sea homosexual, o pueda tener tal tendencia, puede haber otros factores, la hipótesis de Geschwind-Galaburda tan sólo dice que uno de esos casos es ese cambio del hemisferio dominante. La dislexia, dificultades con el lenguaje o el aprendizaje en general, se explica porque el hemisferio derecho anatómicamente no estaba “diseñado” para las funciones que le han tocado hacer. Áreas del lenguaje muestran asimetrías entre los hemisferios. El giro temporal superior es mayor en el hemisferio izquierdo en su tercio superior con respecto al derecho. Poner el lenguaje en el giro temporal superior en este último es como si un adulto se tratase de poner un guante de un adolescente, va a estar muy “apretado” y puede mostrarse algo más torpe. Esto explica los problemas con la dislexia y el aprendizaje, pero ¿por qué una mayor incidencia para las enfermedades autoinmunes? El sistema inmune en un principio no sabe qué tiene que defender, qué es identidad y qué es ajeno. En cierto momento del embarazo hace como quien dice un reconocimiento del terreno para determinar cuál es la identidad que ha de defender. Esto de nuevo me da la razón sobre muchas de mis bases: identidad y otredad “existen” como primitivas en todas las estructuras de la vida. Retomo el tema, siempre es necesario poner los puntos sobre las íes cuando es necesario y evidente. Al parecer parte de ese “entrenamiento” del sistema inmune se da en el mismo momento de la lateralización y crear las estructuras del hemisferio izquierdo, y si en ese momento la madre pasa por alguna dificultad entonces su sistema inmune no termina de “aprender” que ciertas partes son de la identidad que ha de proteger. Esto me lleva a otro tema paralelo. El síndrome del intestino irritable es una incógnita, se ha postulado que puede ser debido a que el sistema inmune ataca a las células epiteliales (paredes del estómago) en ciertas circunstancias. A la vez se asocia con personas neuróticas o de tendencia nerviosa. Bajo mi punto de vista está asociado (o debería de estar) a la hipótesis de Geschwind-Galaburda, como otro factor que se una a la ecuación, pues todo neurótico es una persona sensible. Termino de explicar esto más abajo.
¿No parece extraño que haya en el ambiente tanto disruptor endocrino?, Por qué es tan fácil emular los estrógenos y porqué el cuerpo se deja “engañar”. No tengo tiempo, y posiblemente capacidad a mi edad, de entrar y profundizar en lo más profundo de la química. Las hormonas femeninas regulan ciclos de la propia vida, mientras que el equivalente en los hombres son anabolizantes. O sea los estrógenos en cierto grado usan procesos de retroalimentación negativa, mientras que los andrógenos están creados para la retroalimentación positiva. Es por ello que la mujer viva más tiempo, pues como quien dice los estrógenos “curan” y son benéficos, mientras que los andrógenos sobrestimulan el sistema y para el caso son como “veneno”. Estoy siendo reduccionista y simplificando en un lenguaje llano, en la dirección de hacerme entender: no todo es tan sencillo, pero tal reducción no es errada en sus generalidades.
Con esto llego a la homosexualidad femenina. Se tiene que "crear" una mujer, con su correspondiente equilibrio de las hormonas femeninas, dentro de un cuerpo de mujer que está regulada por esas mismas hormonas: fácil, ¿qué puede salir mal? El principal “impresor” en la creación de un varón durante el embarazo es la testosterona. Si la madre tiene un elevado nivel de testosterona en sangre, en situaciones de alta violencia por ejemplo, repercutirá en el cerebro del feto, si es niña, durante la diferenciación de sus hemisferios. Las diferencias entre estos también se dan para sus neurotransmisores. Hay mayor proporción de dopamina en el hemisferio izquierdo, si la lateralización repercute en esto puede llevar a problemas del ánimo (depresión, prevalente en la mujer) en la edad adulta, así como a las adicciones para tratar de regular esa falta de dopamina. Otro neurotransmisor que está lateralizado es la noradrenalina (o norepinefrina), predominante en el hemisferio derecho, es la hormona y el neurotransmisor que mantiene el estado de alerta. Es muy posible que si las mujeres homosexuales tiene “dañado” el sistema inhibidor del pulso, que evita el exceso de sobresalto, sea debido a que tal lateralización no se completó como para que se ajustase la dominancia de dicho neurotransmisor. En definitiva, que en el feto de sexo femenino un alto nivel de testosterona, o también cortisol o noradrenalina, pueden crear problemas en su desarrollo que harán que se “masculinicen” ciertas áreas o funciones, o que no se desarrollen como debieran ciertas áreas o funciones femeninas.
La hipótesis de Geschwind-Galaburda no sólo se basa en lo físico, sino que conlleva unas explicaciones o conclusiones sobre ciertas capacidades humanas. Según Geschwind y Galaburda, y otros después de ellos, ciertos rasgos de los artistas y la genialidad vienen dados por estas “quimeras” de humanos a “medio cocer” entre el hombre y la mujer. Muchos grandes escritores han sido disléxicos o han tenido problemas con el aprendizaje, pero al final han logrado vencer esas “dificultades” para ser mejor que la media sobre el uso de los signos. Si según la teoría de la lateralización el hemisferio derecho es el del pensamiento mágico, es holista y el lenguaje y la razón es lineal, si de repente estas últimas funciones se encuentran en la derecha, se “comunican” más con las funciones y las estructuras más antiguas. Así los llamados neuróticos, sin llegar a ser homosexuales (o entre ellos), tienen por así decirlo ciertas capacidades que no se tienen como “normales”, muy posiblemente porque ciertas funciones “fusionan” los binarios masculino y femenino. Una posible prueba de ello es la comisura anterior, que une los dos lóbulos temporales, en donde se ubican partes de la comprensión y almacenamiento semántico del lenguaje (izquierdo), y el reconocimiento de caras y sus emociones (derecho). Esto nos dice la Wikipedia:
“En 1992, Laura Allen y Roger Gorski de UCLA midieron las comisuras anteriores de 30 hombres homosexuales, 30 hombres heterosexuales y 30 mujeres heterosexuales. Descubrieron que las comisuras de los tres grupos eran significativamente diferentes entre sí, ya que los hombres homosexuales tenían la comisura anterior más grande, seguidos por las mujeres heterosexuales y luego los hombres heterosexuales, que tenían las comisuras anteriores más pequeñas.”
(Los redactores -no sé si los científicos, habría que leer ese estudio- cometen fallos, pues han excluido el tamaño de la comisura de la mujer homosexual en tales comparaciones.)
Ya voy terminando y concluyendo. ¿Por qué he traído a colación la homosexualidad dentro de este capítulo? Bajo mi punto de vista en la prehistoria -y desde nuestra condición de simios- machos y hembras eran muy distintos, más arquetípicos. La humana, bajo la teoría del conflicto sexual interlocus, de la co-evolución y guerra armamentística de los sexos, pasó por un proceso de tratar de repercutir en la feminización del macho, tratando de suavizar lo más “abrupto” de este, como la alta impulsividad (tendencia a la ira y al sexo) y la falta de empatía. Pienso que la homosexualidad, en un principio, no era una estrategia evolutiva, sino que se dio como un proceso en donde ciertos machos “excedían” el límite de lo que se podía cambiar. Una máxima que yo suelo usar es que la evolución juega con los límites, hasta dónde puede llegar al límite de “rotura” cierta propiedad, función o condición de la vida. Lo antedicho puede no ser una idea muy “simpática” y que no guste a este colectivo, tan sólo trato de ser objetivo. La teoría de que el humano muestre menos otredad hacia otros machos es algo débil y se deduce de la homofobia, pues no creo que sea debido a la simple “amenaza del estereotipo”. No todo macho heredaba esos rasgos de aceptación hacia la ausencia de otredad y la empatía, con lo cual ese rasgo podía ser incómodo para ciertos machos, que tenderían a matarlos y no hubieran sido una buena apuesta. Esta teoría puede explicar el por qué su número no es mayor y que sea una tendencia liminal -en la frontera de lo “aceptable”- en lo humano y siempre se le haya considerado así; exceptuando ciertas culturas como la griega o la actual en occidente. De cualquier forma la hembra uso y estabilizó dicha estrategia por lo benéfico de tal condición, y en casos en donde se diesen muchos hermanos y en la dirección que los más pequeños ayudasen a sus hermanas en la crianza de las siguientes generaciones, lo que llevó a la vez a tener una mayor posibilidad de tener una descendencia más prolija de la línea matriarcal, y en esa medida contrarrestar el principio de Bateman (que dice que los hombres tienen una mayor probabilidad de expandir sus rasgos, dado lo “barato” del semen) que favorece los rasgos masculinos en el juego evolutivo del conflicto sexual interlocus. Para quien me siga el discurso, estoy tratando de cohesionar todas las ideas expuestas para que sean coherentes unas con otras; estoy tratando de crear una teoría unificada.
Para el caso, la apuesta más validada fue la suavización de ciertos rasgos del macho, tanto anatómicos como del comportamiento, y en la dirección que era la mejor apuesta para poder implicar al macho en la paternidad y la monogamia, pues en definitiva eran un proceso hacia la auto-domesticación. Así nos lo hace ver Brendan Zietsch, y otros, y su teoría del atractivo de los rasgos femeninos. La idea general que se deduce, y teniendo en cuenta los principios de la selección sexual, es que uno de los rasgos que fueron seleccionados por las hembras fueron la sociabilidad y la empatía que tenían dichos “pretendientes”, que además los habían puesto ellas en el juego evolutivo. O sea, hay un doble mecanismo que entra en juego: en la formación cerebral del feto, y en la posterior selección para la procreación, lo que dio como resultado su éxito. Pero no nos engañemos, las cosas no son tan sencillas. Para las situaciones de alto peligro y de la supervivencia seguían siendo preferibles los machos “menos alterados” en su genética y su cerebro. Este dilema nunca se ha resuelto y es un tema central en el conflicto hombre y mujer, pues la mujer puede escoger como pareja un hombre más “suave”, pero a la vez tratar de diversificar su descendencia teniendo relaciones sexuales extramaritales con hombre más masculinizados. En distintos experimentos se ha probado que la mujer cuando está ovulando “elige” hombres de rasgos más masculinos, y fuera de la ovulación hombres de rangos más femeninos o menos masculinos. Igualmente la tendencia de las jóvenes es hacia los más masculinos y canallas (chicos malos), hasta que terminan por comprender que son un “imposible” (no siempre) y cambian de “estrategia”.
En otra lectura, que es la que me interesa hacer ver, macho y hembra existen como arquetipos, pero durante el proceso de la historia, no de la evolución, dejó de ser claro qué era lo mejor para procrear, como pareja, pues entraron en juego muchos factores de para qué era beneficioso un tipo de cerebro u otro. Por otro lado en las nuevas megalópolis se fue concentrando la capacidad para que las embarazadas pasaran por periodos de estrés o fuertes traumas que diesen como resultado lo que yo llamaría “cerebros mixtos” o más indiferenciados. En la actualidad hay mucha mujer con falta de control de los impulsos (más propio de los hombres y negativo para la herencia dual y en lo social), no porque sea una tendencia evolutiva, sino en muchos casos por procesos que no se terminaron de llevar a cabo durante el embarazo, por alguna alta dosis de testosterona en el proceso del desarrollo de la no-nato. En las últimas décadas hay algo de repunte hacia la homosexualidad, pero no está claro si es que hay más personas que salen del armario o es que se esté incrementando dado que la mujer occidental trabaja y pasa por más periodos de estrés. Bajo mi punto de vista el humano vive enjaulado. No es el mismo tipo de estrés el de la naturaleza que el que se da en un animal enjaulado, el concurso del Gran Hermano (GH) es una prueba de ese hecho, llevada a su extremo. Yo como "macho" y bajo la tendencia del individualismo propio de mi sexo, en la ciudad tengo una sensación similar a la que puedan sentir los concursantes de GH, mi cerebro sólo vuelve a la calma cuando se ha alejado tanto de la ciudad que ya no ve ninguna huella humana, cuando sé que ya no me voy a cruzar con ningún extraño. Hablo de mí pues no quiero generalizar a que todo hombre pueda sentir lo mismo. El libro y película "El perfume", en su personaje principal, y cuando al ir de una ciudad a otra al final opta por quedarse en la naturaleza, está hablando de esa sensación. Y siguiendo la lógica de mi escrito, el macho al tender más hacia la individualidad, o tender menos a lo social o como se quiera entender, tiene de trasfondo una mayor sensación de estar enjaulado. La película "Wakefield" protagonizada por el carismático actor Bryan Cranston de Breaking Bad, muestra esa misma "odisea", pero en donde su personaje simplemente se aísla de lo social en una habitación encima de su garaje. Al volver a tomar su papel y rol en lo social siente el abismo y falso de su existencia humana. Muchos de los animales enjaulados terminan por dejar de desear de vivir o crean trastornos en sus cerebros y comportamientos. Con todo la mujer tampoco está libre de dicha sensación, y en ciertas situaciones sociales, cada vez más claustrofóbicas según nos hemos ido acercando por los siglos hasta la actualidad, la química cerebral de la mujer no está lo suficientemente equilibrada como para que no repercuta en alguna medida sobre el desarrollo de su descendencia durante el embarazo, lo que está repercutiendo en la alta sensibilidad de sus hijos, y una mayor probabilidad para que se den unos u otros trastornos mentales o cierta predisposición a padecerlos de adultos.
Las feministas están leyendo los “signos” de forma equivocada, porque deducen “erróneamente” que hombre y mujer no son distintos, pero viene dado por 1. la vida social actual es indistinta para los arquetipos, ya no hacen falta los dos extremos, y 2. porque el paulatino pero inexorable camino de la vida social no “permite” que se creen los cerebros arquetípicos o esencialistas, pues casi todo bebé pasa por procesos en donde sus “páginas” -sobre su identidad sexual- o no se escriben o se escriben con las “palabras” de los signos del otro sexo. En el siguiente escrito trataré de exponer por qué todo esto está mal. Otro factor a tener en cuenta son los ritos de paso, lo cultural. En una gran mayoría de tribus de cazadores-recolectores un hombre tenía que pasar por un rito de iniciación que lo sacase de su feminidad. Hoy en día no es así, y además el hombre cada vez está menos presente y se está cuestionando su rol o papel, pues cada vez se dan más divorcios en donde el padre ya no puede ejercer del papel que hacía antes, tanto por el tiempo, como que las leyes estén favorecido el papel y el mayor tiempo que tienen las madres con respecto los padres. Bajo estas nuevas condiciones han nacido las nuevas generaciones, llamadas despectivamente copos de nieve, por su delicadeza y alta sensibilidad al estrés…, rasgos dados por la ausencia del austero y duro padre, y por esos “cerebros mixtos” sin preponderancia hacia uno de los dos dos arquetipos.
Direcciones de la Wikipedia sobre los temas tratados:
(Descargar estudios principales de referencia en inglés)
(Descargar estudios principales de referencia en inglés)
- Homosexualidad
- Orientación sexual y medio ambiente
- Biología y orientación sexual
- Teorías epigenéticas de la homosexualidad
- Hormonas prenatales y orientación sexual
- Comportamiento homosexual en animales
- Sistema de determinación sexual
- Diferenciación sexual en animales, y en humanos
- Dimorfismo sexual
- Cortejo en animales
- Núcleo sexualmente dismórfico
- Comisura anterior
- Giro Temporal superior
- Inhibición previa al pulso
- Respuesta de sobresalto
- Hipótesis de Geschwind-Galaburda
- Teoría de juegos evolutiva
- Conflicto sexual (antagonismo- evolución)
- Competencia evolutiva interlocus
- Coevolución antagónica sexual
- Conflicto sexual interlocus
- Conflicto Sexual intralocus
- Actitud Inclusiva
- Hemisferios cerebrales
- Lateralización de la función cerebral
- Intérprete del hemisferio izquierdo
- Lateralidad, diestro/zurdo
- Principio Bateman
- Regla de Bergmann
- Eusocialidad
- Selección sexual
- Factor determinante del sexo (SRY)
- Progesterona
- Testosterona
- Disruptor endocrino y xenoestrógenos
- Generación copo de nieve
- Ansiedad ante la muerte
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