Devaneos VI - La Langosta Perdedora


Nuestra ideología está moldeada por cómo aprendemos a responder a los afectos.
Silvan Tomkins

La esencia de la tragedia no es el conflicto entre el bien y el mal,
sino entre el bien y el bien.
❞ Hegel
La tragedia no es la imitación de los seres humanos,
sino de las acciones.
❞ Vladimir Propp
Mantén mi mano en la tuya, y no temeremos
lo que las manos como las nuestras puedan hacer.
❞ Gilgamesh



Alguna de las presentes reflexiones vienen sugeridas a partir de empezar a leer “12 reglas para vivir” de Jordan Peterson.

I
La diferencia que yo hago ver en algunas ocasiones como verdad científica, matemática e inútil, como dos más dos son cuatro, frente aquello que no puede reducirse a ese tipo de verdad, quizás quede explicado bajo la idea de Jordan Peterson de que el humano siempre ha necesitado del relato (o metarrelato, por seguir las trazas del posmodernismo y reducirlo a un concepto, frente a su lenguaje donde no usa un término concreto, quizás por negarse a reducirlo al lenguaje de los posmodernos). Como bien dice Peterson el primero es descriptivo, pero no cae en la cuenta que a lo que él se refiere bajo la idea de “intención moral” es que es prescriptiva. Esto nos lleva a la vez que la parte del cerebro que es más metafórica y por ello “necesitada” del relato, es el cerebro profundo y el hemisferio derecho, mientras que el hemisferio izquierdo, donde “reside” la razón y la palabra, es la que hace uso de lo descriptivo.

En la división que yo he ido haciendo de lo subcortical, subconsciente e inconsciente, están las emociones, mientras que en la reflexión se encuentra la capacidad de distanciarse de las emociones y de “escoger” otros caminos distintos de lo emocional. Parece haber un entrecruzamiento de funciones y conceptos, puesto que siempre se ha pensado que la razón es la que se “prescribe” ser moral, pero quizás es porque siempre han confundido de dónde procede, en primer lugar, esa necesidad de la prescripción.

Si fuéramos un animal puramente instintivo no existiría el sistema ejecutivo del hemisferio izquierdo, lugar generalmente de la palabra, pero muchos animales complejos recurren al aprendizaje, que es prescriptivo, y no tienen como tal un equivalente al hemisferio izquierdo y un lenguaje muy complejo, luego esa capacidad ya viene de una parte del cerebro antigua. Las historias, los relatos, por lo que tienen éxito tanto Peterson como Paulo Coelho, es que describen historias con moraleja, con enseñanzas que yo no reduciría a morales, sino a formas de guiarse en la vida. Ahí sí tiene sentido reducir el concepto de moral a su origen, como costumbres, o modos de hacer de una comunidad que se transmite de padres a hijos.

¿Qué se transmitía?, aquellas maneras de hacer que conllevasen, 1. ser productivo, en el sentido de poder sobrevivir, y 2. modos de operar con la sociedad en la que se vivía. El segundo punto en la dirección de adherirse al grupo, y por ello que conllevasen los conceptos de pertenencia y de aceptación a un grupo. ¿Por qué tienen éxito Coelho y Peterson?, porque no hacen lo que yo estoy haciendo aquí, en donde no cuento un relato, no soy prescriptivo, sino que me limito a diseccionar la realidad, a ser descriptivo. Algunos escritos en donde “rebajo” el texto a un tono más narrativo tienen más éxito que los que recurren a los conceptos de la ciencia y las entradas técnicas de la Wikipedia. Ese es el caso de “el hombre que hablaba con las nueces” (que por cierto, hasta ayer no me di cuenta que el título puede malinterpretarse de manera soez de dos maneras).

II
Peterson dice que quiso entrar en estos temas para tratar de comprender por qué el humano, a través de las ideologías, podía llegar a ser cruel con otros seres humanos, y crear horrores como los campos de exterminio o las bombas nucleares, pero no se percata que al mantener el relato se encamina en la misma dirección que le preocupa y trata de solucionar. Yo igualmente caigo en tal ambigüedad, pues ahora tiendo a posturas de tratar de validar “algunos” relatos o la esencia de los relatos.

Por otro lado, ¿se puede llegar a alguna “verdad” por ese medio?, no. Los relatos sólo son “verdad” para cada una de las culturas que se las cuentan, pero cuando dos culturas confrontan tales relatos no se pueden llegar a poner de acuerdo. Peterson, e igualmente yo —pero al ver sus “fallos” me están “obligando a cuestionarme—, creemos que si vamos a la raíz de los relatos, llegaremos a un momento en el que la humanidad sólo era una, antes de que se esparciesen por la tierra y el relato se dividiese en cientos o miles. Pero ese momento quizás nunca ha existido, pues incluso cuando estuviésemos sólo en África, se darían varias culturas con distintos relatos. Por lo demás, la tradición oral que nos ha llegado ha sido por medio de la escrita, luego los relatos que nos han llegado son demasiado recientes. En ese caso se busca lo común a todos los relatos, ese es el trabajo que llevó a cabo Joseph Campbell en su libro “el héroe de las mil caras” (más recientemente Michael Witzel ha hecho otros intentos), aunque en una sola dirección: el arquetipo del héroe, pero que a la vez encierra una estructura de salir de sí mismo para al final volver renacido o más fuerte. Tal estructura implica que no hay que tener miedo a lo nuevo, que hay que aventurarse para crecer como persona, y es arquetípica de las películas, las novelas y los actuales libros de autoayuda. Vuelvo, que me he desviado un poco. El caso es que ir a las raíces no lleva a nada, porque un japonés o un francés de ahora no se van a sentir identificados con tales relatos, puesto que sus culturas actuales, y su propia transmisión, son muy distintas de aquellas. Han “evolucionado” o variado en exceso. No hay nada, o casi nada, en común entre la cultura francesa y la japonesa. Yo lo reduciría a aquellos preceptos que provienen de lo natural, como no matar, evitar la endogamia y cuestiones básicas similares.

(Me está empezando a ocurrir otra “cuestión” en el cerebro, pienso en escribir una palabra, pero al releer me doy cuenta que he escrito otra, como si la mano en su hacer, y su propia memoria, al final se tomase un desvío de la “orden” inicial…, a veces me cuesta entender las frases cuando las releo, por esas intrusiones que están bien escritas, pero que no guardan relación semántica, o incluso gramatical, en la frase).

III
Lo dicho me lleva a que no se puede ser prescriptivo para toda la humanidad, pues si recurres a lo descriptivo el cerebro de esa persona desconecta sus dos hemisferios, o piensa con la razón o con la emoción, donde la segunda está sesgada por su cultura y creencias, y a la primera no le vale de prescripción sino es descriptiva (racional), pero con el consiguiente problema que no se “conecta” a su cerebro emocional. O sea, aquello de cuando alguien no suelta una “charla” (rollo) de que hemos hecho algo mal, que escuchamos por educación, pero que “nos entra por un oído y por el otro nos sale”, porque en el fondo, en lo nuclear, no estamos de acuerdo porque lo sentimos de otra manera.

En otro ejemplo. Hay muchos libros que hablan de cómo trabaja el cerebro y sus sesgos o atajos errados. Tales libros son descriptivos, tratando de ser prescriptivos, para que aprendamos de nosotros mismos, de nuestro cerebro, pero tales libros no “funcionan” porque es un tipo de descripción que no tienen una estructura narrativa y/o con moraleja. En definitiva, que el “estilo” de Paulo Coelho llega más a la gente. ¿Moraleja?, ¿que hay que escribir como Coelho?, o simplemente no escribir nada porque no hay ninguna verdad universal que se ajuste a todos los cerebros, o por otro lado hablar ambiguamente para que cada cual lo entienda desde su propio lenguaje interno…, el estilo de Nietzsche, otro autor de éxito.

Peterson está a medio camino entre Coelho y los libros que hablan sobre el cerebro, pero mientras que su primer libro fue un “fracaso” en su momento, el segundo al acercarse más al relato llega a más gente. Por cierto, es posible que tal “fracaso” le llevase a la depresión, más teniendo en cuenta el arduo y duro trabajo, y los años de investigación que llevó a escribir tal libro (creo recordar que fueron doce años). Más tarde al tener éxito al escribir en Quora reorientó su vida a ser público en Internet, por lo que decidió publicar sus clases en YouTube, y se fue “creciendo”.

IV
¿Por qué “juego” con la idea de Dios una y otra vez? Decía Woody Allen que “para ti soy un ateo, pero para Dios soy la oposición leal”. Es un “arquetipo” que no se puede obviar, al que toda persona vuelve, porque uno se “tropieza” con él una y otra vez. Por otro lado cuando hablo de Dios muchas veces no lo hago haciendo alusión al hebraico, sino a una deidad abstracta, pero en la dirección de no ser irrespetuoso, suelo ponerlo con mayúsculas. Yo siempre digo que para leer a un filósofo primero hay que saber algo de él, y sobre todo si era creyente o ateo, de izquierdas o de derechas. Así nos encontramos (había puesto “uno encontramos”), como ejemplo, con Kant, que ponía límites a la capacidad de la razón para alcanzar a ver la realidad y resulta extraño, porque se le supone racionalista o defensor de la razón, pero al parecer quiso demostrar que esta tenía unos límites en la dirección de defender la fe y la creencia en Dios. Tales capacidades están fuera de la razón porque tratan de alcanzar una verdad inaccesible para esta. Esto además lo hago ver porque tiene relación con lo dicho arriba, sobre lo descriptivo y lo prescriptivo, pues muestra otro de sus enfoques: el de las creencias religiosas.

V
Me asombra los profundos “errores” en los planteamientos de Jordan Peterson, en su primer capítulo “enderézate y mantén los hombros hacia atrás”. Establece que estamos regidos por parámetros biológicos que por mucho que lo intentemos no podemos dejar de lado, pone el ejemplo de las langostas, de vencedoras y perdedoras, y sus consiguientes químicas neuronales distintas: bien. Pero no se da cuenta que tal regla no funciona, pues no todos podemos ser “vencedores”, pues para que sea así tiene que haber perdedores. O sea, en el podio solo puede haber unos pocos, que es lo que predicen leyes o principios como el de ParetoLotka o Zipf (nombrados por Peterson). Pongamos el caso del siguiente experimento mental: hay cien personas colocadas en horizontal mirando al frente de una persona, con unos auriculares, y sólo a algunos se les dice a través de ellos: “el que esté un paso por delante del resto dentro de 5 segundos conseguirá el puesto de trabajo”. Imaginar el caos: todos a los que se les dice avanzarán un paso, pero al percatarse los que no oyen nada harán lo mismo, con lo cual de nuevo los primeros darán otro paso adelante y vuelta empezar; si a la vez se les dice a algunos que el que quede más rezagado morirá, imaginar el subsiguiente caos. Lo que quiero hacer ver es que si todos pusiésemos el mismo empeño en llegar a ser algo (o evitar estar el último), se crearía una retroalimentación positiva infinita, pues si tengo que guardar un margen para no ser el perdedor eso propiciará a que los que estaban delante de mí hagan lo mismo, y los de delante de estos lo mismo, etc. En realidad eso explica la situación actual. Las personas más ricas no quieren ser alcanzados por los segundos, y tratan de sacar más ventaja, lo mismo los segundos con respecto a los terceros, y así hasta el final de la cola. Si de lo que se trata es de no tener una “química de perdedor” y sí la de “ganador”, necesariamente alguien tiene que haber detrás nuestro. En definitiva: el consejo de Peterson es darwinismo social puro y duro. Por otro lado nos presenta la lamentable química de un perdedor: sus neurotransmisores cerebrales caen en picado, lo que lleva a que no tenga amigos, que nadie les apoye…, que se queden totalmente solos en el mundo. ¿Cómo salir de ese pozo si no tienen la química cerebral para salir de él, y ni tienen dinero para ir a un psicólogo?, ¿tienen alguna oportunidad?. ¿La “lógica” de Peterson no “explica” porqué hay delincuencia y drogadicción?

Si en el mundo hubiera falta de recursos, si no sobrase comida y viviendas, entendería que la gente luchase por poder tener lo mínimo para vivir, pero no es así. En un mundo de abundancia nadie tendría que recurrir a malvivir y pasar hambre o penurias. Al cruzar por la ciudad y ver lo que deja la gente en los restaurantes en sus platos, mientras otros se “llenan la panza”, engañando el hambre, con pan, porque no tienen dinero para otra cosa, me da verdadera lástima. Nadie tendría que sentirse un parias o un perdedor. Eso sólo puede ser ignorando los “consejos” de Peterson. Desoyendo la base fundamental del capitalismo. Los consejos de Peterson no son aplicables ni siquiera para sí mismo, pues se reconoce depresivo y que cae una y otra vez. Evita las entrevistas muy comprometidas porque le resultan muy estresantes y le hacen caer por tierra. En su entrevista con Helen Lewis se le ve retraído e inseguro, mientras que ella se le ve con más poses y gestos de poder. Lo mismo con Kathy Newman. En otros lados ha dicho que le “intimidó” antes de la entrevista, pero de cualquier manera… ¿acaso no fue o tuvo la mentalidad de la langosta perdedora? Peterson recurrió a una dieta de sólo carne (sobre todo roja) para aumentar el nivel de esteroides y proteínas… ¿lo puede hacer un pobre?

VI
Eotros lados ya he hecho mención sobre este tema de poner la pose como para que el cerebro se alinee a la pose o el gesto, que es lo que sostiene Peterson en su primer capítulo. Realmente no funciona del todo así. Paralelamente, en ese escrito, trataba de hacer ver que el trasfondo del ánimo reside en la energía. He encontrado estudios sobre bipolares que se están orientando en esa dirección…, pero hay dos problemas, o por lo menos eso parece a primera vista. Al ponérseles atención han de repercutir en los resultados, pues se da el efecto placebo, por otro lado se topan con el problema de que no pueden medir la energía de una persona, pues es subjetiva. Es como las baterías de las radios o los relojes: nos sabes cuánta energía les queda, a diferencias de los móviles.

VII
¿Por qué la vida tiene que ser un concurso de pruebas?, ¿la especie tiene que mejorar o crecer?, ¿no caemos en un tipo de eugenesia muy sutil?, donde todo “perdedor” se terminará por suicidar, por hambre, por una sobredosis o bajo los efectos del alcohol. Hace mucho que la evolución dejó de operar en el humano, pues como somos seres biopsicosociales, lo último, lo social, modela los otros dos aspectos. ¿Lo que tememos es mantener parásitos?, la solución es fácil: todos los puestos de trabajo del Estado, las instituciones y los ayuntamientos deberían de ser rotativos, de cinco años (o a analizar), de tal manera que nunca nadie pudiera ser un parado de larga duración.

VIII
Ahora más que nunca hay más luchas identitarias cuando estas se crearon para que dejasen de existir. ¿Qué está pasando? Crear un identidad, posicionarte, es crear la diferencia, crear otredad. Yo me he visto “obligado” a posicionarme, cuando no estaba en mi “espíritu” la lucha. Vi con agrado y sin plantearme nada la película “Alien, el octavo pasajero“, con la aguerrida Sigourney Weaver, pero ahora sí mido qué películas veo y si resultan demasiado feministas las dejo de ver, pues suelen conllevar atacar a la masculinidad. Esto me lleva a mi “papel” con respecto al posmodernismo. En el fondo no creo que tengamos “solución”. El posmodernismo iba contra la razón porque esta se volvía una máquina monstruosa…, pero nada frena su tendencia (en mi primer libro lo llamé leviatán, siguiendo la tradición de Hobbes, pero lo dejé de usar por parecer demasiado catastrofista, hace poco que visto que han escrito un libro llamado “Ciberleviatán“). Una vez que se le ha dado vida ella misma se retroalimenta y va creando sus propias reglas, preceptos y finalidades. Esa “máquina” te analiza por datos aislados, sin tener en cuenta la totalidad, a la que es ciega. Parte de esa máquina es la banca, la burocracia, las leyes, el capital y el Estado. Son razón, donde lo humano ya ha dejado de existir, o sólo es un dato entre otros. En parte el posmodernismo ha creado el clima actual, pero a la vez también lo ha hecho el exceso de racionalismo, luego no hay forma de ser coherente sobre qué apoyar. Sólo algunos aspectos de un lado y otro…, un equilibrio complicado y quizás no describible.

IX
¿Moraleja?, no la hay. Yo seguiré con mi estilo de escritura, pues no trato de tener éxito, ni trato de ser prescriptivo o sólo en lo mínimo, en la dirección de hacer ver que hay que tener siempre activo el pensamiento crítico, que nada prescriptivo es universal y por lo tanto “verdad”, y que las “soluciones” se encuentran al negar algunas estructuras naturales, como la de comportarnos como las langostas, donde a la fuerza va a haber víctimas y perdedores… ¡bueno, sí hay una moraleja: para qué ser una langosta ganadora si vas a ser la que más probablemente termine en el plato de un ricachón…! jeje.

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