Iluminación de Luz de Gas Sobre lo Social


No es lo que miras, lo que importa es lo que ves.❞ Henry D. Thoreau
Estar sola es fundamental, tranquilizador. Cuando estoy sola no soy atípica, estando con otros soy diferente, pero cuando estoy sola soy simplemente yo.❞ Bright minds
El 49% de los jóvenes de EEUU no creen en la libertad de expresión para el discurso de odio.❞ Pew Research
Dicen que nunca podemos volver a casa, en realidad nunca la dejamos.❞ El profesor


En la siguientes frases: hay orden en el caos y hay caos en el orden…, ¿cuál de los dos lados “gana”?, no parece una “derrota” del caos, ¿cuál crea cada uno, que venza uno sobre el otro, demuestra si se es optimista o pesimista?

Al hilo de lo que se ha ido diciendo atrás (cuidado cuando un autor use un modo verbal que te incluya, explícita o implícitamente) hay que hacer una connotación importante de qué es un arquetipo. Estos no se limitan a ciertos conceptos claramente míticos, como el de masculinidad o héroe, sino que están desgranados o solapados dentro del lenguaje común. Lo que trato de mostrar en mis últimos escritos es que el cerebro es esencialista, y necesita tal estructura para operar óptimamente “bien”. Al usar la palabra amor, o incluso “te quiero”, tales acciones, palabras y afectos llaman a los arquetipos. Llaman en definitiva a estructuras o conceptos “grabados” en nuestro ADN y que se manifiestan en nuestras emociones, acciones y palabras. En esa dirección tendemos a antropomorfizar al resto de la vida a través de nuestra propia especie. A veces incluso un arquetipo se deja entrever porque sobrevive incluso en nuestro fallido intento de antropomorfizarlo. Amor, como tal, podría provenir de los mamíferos, pero las aves son más monógamas que los primeros y suelen tener el mismo esmero sobre el cuidado de sus crías. Cuando se usa una palabra hay que tratar de reducirla a su mínimo, a su esqueleto o estructura. Amor es a la vez dejarse cuidar y cuidar, por ello es un tipo de mutualismo, que es muy común en la vida. ¿De esa forma se puede afirmar que las bacterias que viven de forma simbiótica con nosotros, en nuestra piel o estómago, nos “aman y las amamos”? Debería de ser así, pero en ese caso la antropomorfización trata de meter en juego la libertad, la capacidad de elección, y puesto que no está en mi deseo o elección amar a “mis” bacterias, como evidentemente tampoco en ellas, entonces caemos en el sencillo ejercicio de negarnos a meterlas en el mismo cesto de “cosas” que el amor que sintamos por nuestros hijos. Pero ¿amo a mi hijo por elección o porque está grabado a fuego en el ADN? ¿Un caballito de mar macho ama a su descendencia o es sólo un instinto, donde no hay ninguna emoción ni elección? No quiero complicar las cosas, pero es inevitable. Amamos ciegamente a nuestros hijos cuando son pequeños, y después se mantiene tal directriz, aunque con “peros”, pues podemos tener con ellos una amistad o no; en este caso es como “prorrogar un contrato de amor”. Por otro lado entra en juego la fuerza de la costumbre, la habituación y cuántas huellas en la memoria nos han creado. Si no se prorroga queda en una “posición” del peso emocional y del deber en tanto que lo establecido en lo social. De lo dicho sale otra regla de los arquetipos. Si se racionalizan, como lo he hecho yo con el amor, es como “insultarlos”, como faltarles. ¿Por qué estamos más dispuestos a cuestionar unos conceptos que otros…? Unos los validamos a nivel racional/emocional como los deseables del ser humano, mientras que otros no. ¿Por qué la masculinidad tendría que ser cuestionada cuando no necesariamente implica algo directamente negativo? Ese es el nefasto diagnóstico del feminismo. Estoy por apostar que a toda madre se le habrá escapado más de una vez un tortazo a su hijo, pero de repente ese mismo tipo de tortazo en el hombre/mujer hacia su pareja… ¿es considerado violencia de género?, ¿estoy llamando a la violencia por mostrar esta duda?, ¿debería todo hijo denunciar a sus padres por un tortazo esporádico e inusual? Según el concepto de violencia cero del feminismo, sí. Me alargo, y desvío, en un párrafo que sólo pretende hacer ver que todo el lenguaje está trazado para ocultar o manifestar los arquetipos o los conceptos que nos hacen humanos. Debería de ser así tanto para los “malos” como para los “buenos”. Habría que ser “inmensamente inteligente y tener un control total del cerebro” para desembarazarse de cualquier palabra o concepto que no conllevase algún arquetipo o esencialismo de fondo, o por lo menos de los “indeseables”. Ese es el lenguaje técnico de las ciencias, y por lo que “yo sé” es algo que hay que evitar cuando se está en sociedad. De implementarlo a nivel social, seríamos algo más cercanos al robot que al ser humano… dejaríamos de ser humanos.

Este escrito trata de profundizar en la idea de la violencia estructural, bajo un concepto de la psicología, y en la dirección de hacer ver por qué el “buenrrollismo” no es la mejor postura actualmente, tema que “dejé caer” en el escrito “estado inicial del sistema“. No es una análisis meticuloso y que recurra a escritos que lo sostengan para que lo validen, sino más bien la pataleta de un inconformista. Lo escribí hace varios días y viendo lo endeble de mi propuesta “decidí” dejarlo de lado, pero después, a partir de ver el vídeo de Zizek & Peterson, en el que me salió como sugerencia el documental de Adam Curtis sobre la “hipernormalización“, donde se habla de la gestión de la percepción, como un “programa” que llevó a cabo los Estados Unidos para controlar lo que los ciudadanos tenían que pensar y percibir de la realidad, me hizo replantearme mi decisión. Bajo el punto de vista de tal teoría la vida se ha vuelto demasiado complicada, lo cual genera angustia y pérdida de control. En esa medida si a la masa se le da problemas concretos de los que preocuparse y de los qué tratar, serán “más productivos y felices”. En otro caso, tales estrategias y temas que se ponen de actualidad, sirven para ocultar las verdaderas direcciones y preocupaciones que sí deberían de ser el problema que embargasen a las sociedades, pero los cuales no son los que al poder fáctico o al estatus quo les interese que sean en los que se centren, o sean los que tengan que ser de interés para la sociedad. Puede parecer paranoia y conspiranoide, pero lo que aquí sostengo tiene más visos de ser “verdad” que muchas de las cuestiones planteadas por el afamado Adam Curtis en su documental.

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Este escrito podría haber sido redactado teniendo en cuenta ciertos efectos que se dan llegado a cierto número de individuos, pero sería repetirme, pues ese tema ya está bien tratado, hilado y rematado en “la vida como trampa“. Hacer ver que el efecto Allee se sigue en toda forma de vida, e implica, entre otras cosas que nuestra aptitud cambie con respecto a cómo estemos de “acompañados” o cuánto aliados tengamos. La típica idea de bravuconear si se está en grupo con respecto a estar solo. De la misma forma las estrategias de caza, de los lobos por ejemplo, se mejoran llegados a cierto número, en donde a la vez se refuerza la autoeficacia y el aprendizaje, con el consiguiente beneficio en la aptitud de los individuos y las siguientes veces de caza. En ese caso ¿qué es el capitalismo o el feminismo?, no es la totalidad de sus individuos, sino que tales entidades “cobran vida”, o sea, se vuelven autónomas e independientes de cada uno de los individuos y sus elecciones, emociones o acciones. Es el efecto de lo emergente. Bajo esta presunción tanto el capitalismo o el feminismo toman unos rumbos que nadie en apariencia ha sido el autor/a, como para que se diera tal cambio. En un ejemplo, lo más seguro es que la mayoría de las feministas no estén de acuerdo con la actitud de la mujer de la película “terapia sexual“, sobre todo en su primera escena, pero es un rumbo que ha tomado el cine al perfilar (erraticamente) el feminismo. En definitiva. Que toda institución al llegar a cierto número, “pierde” el control de lo que allí sucede, y eso es lo que predice el “efecto Allee” y es aplicable en cualquier nivel de la vida y lo social. En ese sentido ser un “lobo solitario” o libre pensador, o idealista, es “mejor” opción que “pertenecer” a un movimiento o ideología. Yo al ir contra el feminismo no trato de “crear escuela”, ni me he unido a ningún grupo; al ir por mi cuenta, no “colaboro” para que se cree el efecto Allee en ninguna ideología. Paradójicamente para hacer lo mismo con respecto al capitalismo te tienes que mantener pobre.

Casi es más largo todo el preámbulo que el escrito en sí.


Entro en tema. Esto nos dice la Wikipedia: “la iluminación de luz de gas es una forma de manipulación psicológica en la que una persona o un grupo siembra de forma encubierta semillas de duda en un individuo o grupo objetivo, haciéndoles cuestionar su propia memoria, percepción o juicio, a menudo evocando en ellos disonancia cognitiva y otros cambios, incluido el bajo nivel de autoestima. Utilizando la negación, la mala dirección, la contradicción y la información errónea, la iluminación de gas implica intentos de desestabilizar a la víctima y deslegitimar las creencias que tenga.

¿No se está haciendo una iluminación de luz de gas a la izquierda y al macho? Pero decirlo así ya es un error, porque ese es el lenguaje que ha creado el “manipulador” para que creamos o tengamos ciertas ideas de lo que es la izquierda o los hombres. Se me abren dos frentes, y no puedo estar haciendo referencia al “ataque” o iluminación de luz de gas del feminismo sobre la masculinidad o del capitalismo contra la izquierda, por ser engorroso y confuso. Así que me centraré sobre lo segundo, pero a sabiendas que son un todo, ya que el papel que sin querer está haciendo el feminismo es ponerse al lado del capitalismo, en un lenguaje de “todo está bien”, y en donde toda propuesta que no sea por medios democráticos es tomada como agresiva, o que está alentando un discurso del odio, y por ello es reprobable, condenable por la propia ley, y ha de estar mal vista por la sociedad en su conjunto.

Cada vez me cuesta más digerir el tener que enfrentarme a lo social, cada vez me cuesta más cruzar la ciudad. Veo parques y jardines que son regados con asiduidad, cuando el ciudadano medio ha de estar midiendo cuándo tiene que apagar el agua de la ducha, no ya sólo por cuestiones ecológicas, sino por los altos recibos del agua. Unos recibos que eran menores cuando tal tema lo llevaban los ayuntamientos y por ello el Estado, y que estos han privatizado sin pedir permiso al ciudadano. ¿Qué se lee de lo anterior?, que ciertas reglas del capitalismo, antes casi exclusivamente de los Estados Unidos, están ganando terreno a nivel global. ¿Por qué?, quien está de acuerdo, ¿cuándo hemos decidido ir en esa dirección? No se ha decidido, pero ocurre, se da la paradoja del viaje a Abeline, que es otro efecto masivo. ¿No hay en este trasfondo una manipulación lenta pero progresiva, y por ello de iluminación de luz de gas (ILG) del capitalismo hacia la sociedad en su conjunto? Vayamos por partes.

Si se le preguntase al ciudadano sobre ese derroche de agua en los parques… ¿estaría de acuerdo? Al lado de esos parques hay cada vez más personas que viven en la calle, que mendigan, otros que recurren a cantar, pintarse todo el cuerpo y hacer de mimo, como una “justificación” para que le echen unas monedas y poder comer ese día. ¿No resulta inmoral que prestemos más atención a un parque que a un humano? Por otro lado, en algunos lugares del planeta no tienen casi agua, tienen que recorrer kilómetros y cargar sobre sí el agua que apenas les servirá para beber y cocinar esa jornada. Al día siguiente esas personas tendrán que repetir ese mismo ritual. Bajo mi punto de vista el dinero que un país se gasta en regar sus parques se tendría que destinar a esas personas necesitadas, creando puestos de trabajo o ayudas (no es equivalente el número de empleados en jardines que en necesitados, no resta demasiado desempleo), o incluso mandar ese dinero a otras partes del mundo, para que ciertas poblaciones puedan excavar pozos de sondeo en busca de agua, o crear canales de agua o tuberías que llevasen agua a esas personas y poblados donde se da tal escasez. Sólo he hablado del agua de los jardines… pero un recorrido por la ciudad me dan nauseas en muchos sentidos, por las contradicciones de este tipo que me salen al paso. Otra… que haya locales y viviendas vacías porque sus propietarios prefieran que sea así que tener que bajar los precios, creando un antecedente, y por ello alentar una posible tendencia a la baja generalizada. La mayoría de los locales y las viviendas son de bancos, que se han quedado en propiedad tales instituciones, porque sus dueños al final tiraron la toalla y se la tuvieron que ceder al banco, con tal de quitarse de encima la hipoteca tan alta que tenían.

La ILG consiste todo a nivel mental, consiste por ejemplo en hacerte creer que el punto de vista del manipulador es el correcto o el mejor, y en donde estar contra él es por una de dos posibles causas: 1. porque no tienes la suficiente inteligencia para entender en profundidad tal tema y 2. porque es la más óptima, aunque vaya contra tus principios, y que por ello si antepones tu propia causa a tal optimización es que, de nuevo, es por tu estulticia o por egoísmo. Como no quieres ser o parecer ni estúpido ni egoísta… entonces sólo queda el camino que plantea el manipulador. Ese es el primer encontronazo cognitivo, donde se produce tal nivel de angustia y estrés, en donde a uno —al cerebro y por buscar la salida más homeostática o cómoda— no le queda otra que posicionarse al lado del manipulador.

¿Alguien se imagina que vendiesen manuales para violar?, si no es así, ¿por qué asumimos que haya manuales para convencer o para ser un buen vendedor? Lo mismo para que tales vídeos estén en YouTube. Una violación se da a dos niveles: el físico y mental. El tratar de convencer a alguien, persuadirle, para venderle algo o para cualquier otro fin, es una forma de violación mental. Es forzar la capacidad de elección de manera sutil, manipuladora…, es violar una libertad. Entiendo que parte de este problema dependa que haya personas que están dispuestas a ser convencidas, que dependan de la opinión de otros…, de “expertos”. Pero para que no fuese así se tendría que alentar el pensamiento crítico desde que naces, pero… ¿es así? No, más bien es al contrario, te alientan en tratar de ir con la mayoría de manera ciega, pues lo contrario es tomado, de nuevo, como estúpido y/o egoísta… y por lo demás de rebelde, donde tal concepto está asociado o a un trastorno antisocial o a ser un antisistema.

Yo no puedo trabajar en muchos sitios, si eso supone ser un comercial, donde tal concepto implica vencer la resistencia del comprador convenciéndolo. Como el convencer me parece un modo de violación, tal proceder no encaja dentro de mi estructura mental. Pero en todo caso la sociedad no me juzgará por esa “escrupulosidad”, me juzgará porque soy un parado de larga duración, que puede poner pegas a ciertos puestos de trabajo. Me juzgarán, al fin y al cabo, por las reglas que ellos mismos han puesto, en donde yo soy estúpido o un egoísta (o las dos cosas), si no las asumo como propias o las “correctas”…, me veo sometido a una manipulación de luz de gas, en donde si no cedo, tal proceso sólo me creará estrés, ansiedad y depresión, y por ello sólo me perjudicará a mí, o en todo caso no alterará para nada a aquel que es el que está ejerciendo tal presión.

La venta, el marketing, es la esencia o el terreno sobre el que está construido la actual sociedad. El capital está en manos de grandes multinacionales que están ahí porque aquellos que las levantaron desde cero no tenían ningún tipo de escrúpulo para vender y convencer. En la serie del taller de vehículos “Monkey Gas” se ve tal trama, donde su protagonista no tiene ninguna disonancia moral al vender un vehículo que acaba de comprar por unos miles de dólares menos, sin haber hecho ningún cambio, a alguien al que convence. ¿Por qué aceptamos tales series y actitudes?, porque hemos aceptado que la sociedad y el humano sea así. Porque, en fin, lo ponemos como estilo y modo de vida ejemplar. ¿Sabéis esos ordenadores viejos que dejáis en las tiendas porque al final optáis por comprar uno nuevo? El siguiente proceso es que los venden en una segunda empresa, subsidiaria, que vende productos de segunda mano. De algo que has dejado de “desecho”, o bien o desmontan y lo venden por piezas, o bien lo venden a través del nuevo y floreciente mercado de segunda mano que se está propiciando a través de internet y los móviles. En muchos casos venden componentes medio dañados, porque ni siquiera los comprueban. Tanto el “efecto Monkey Gas”, como el nuevo mercadeo de segunda mano, es un subproducto del nuevo capitalismo, que ha venido para quedarse, porque ya no hay otra opción de vida.

¿Cuáles son los argumentos que dan legitimidad al capitalismo? Que en un mundo en constante crecimiento, el capital tiene que estar de igual forma constantemente creciendo… !Eh!, que yo he procurado no tener hijos para frenar esa tendencia. Entonces eres un soltero egoísta (parásito) en un mundo de parejas que traen al mundo hijos por los que se desviven. Volvamos al principio del párrafo… ¡a no!, que se cae en un bucle sin fin. Siendo lógico, o eres egoísta o eres parte de los que están causando el problema. De las dos formas estás equivocado. El caso es “elegir” —si a ponerte entre la espada y la pared se le puede llamar elegir—, entre dos opciones “equivocadas”, tratando de determinar… qué, ¿cuál de ellas es la menos mala?, ¿mala para quién?, para mí o para la sociedad en su conjunto.

El capitalismo es una iluminación de luz de gas al “pobre”, proletario, al trabajador, a los que empiezan la carrera diez metros —veinte, cincuenta…, un kilómetro— más atrás que otros. ¿Cómo llamar al “desfavorecido” hoy en día y que pueda ser legítimo y no suene a discurso viejo y con un lenguaje anticuado, sin vigencia y en desuso? El capitalismo incluso nos ha “robado” la capacidad de nominarnos. Bajo la nueva mentalidad capitalista sólo puedes ser un rico que está por llegar, que está como potencialidad dentro de ti, que sólo ha de tener la meta de ser rico y al que tienes que dejar salir o propiciarlo. Es imposible un discurso con tal imposición de límites, sin que suene antisistema o a pataleta. Dejo el tema para que lo desarrolle alguien con una actitud más “fría”, intelectual o sistemática. En todo caso a lo que quiero llegar es que un segundo paso de la manipulación de luz de gas es que si la “víctima” sufre, llora o se queja, es porque no está entendiendo el discurso y sigue siendo culpa suya (o tiene que ir al médico, el cual le recetará unos tranquilizantes o ansiolíticos). Al final solo le queda el camino de aceptar lo que le diga su manipulador, como la única verdad posible. Bajo mi punto vista es en lo que estamos cayendo. El mayor favor que se le puede hacer a un manipulador es aceptar su verdad como la única vía, asumiendo de paso que es la que tiene la voz moral y de autoridad en tal tema.

La postura que está tomando la clase obrera es la propia de una víctima de ILG, que ya no ofrece ninguna resistencia a aquel que ahora es su “amo”. Aquí entra el tema del feminismo. Es la voz que más firmemente ha apostado en la dirección de que la violencia ha de ser cero. Es legítimo para el tema del maltrato de género, pero al legitimarlo en un frente se han visto “obligadas”, por lógica, a que tenga que ser igual en todos los frentes. Eso ha dado potestad a que los gobiernos creen unas leyes contra los discursos del odio, en donde al final el que ha salido beneficiado de tales posturas ha sido el capital. Al capitalismo le interesa que exista el feminismo por esta causa, y por ello han validado su mensaje en todos sus medios. Nos han “bombardeado” con el feminismo —pues tienen los medios y el dinero para ello— en series, películas, documentales, periódicos, en las redes… hasta que ya no ha habido ningún rincón donde no se les legitime. Los feminismos de izquierdas han jugado al lado del “enemigo” sin detectarlo. En este proceder ahora es ilegítimo todo discurso que se salga de la mentalidad que ha impuesto el capitalismo, pues toda voz disidente podrá ser tomada como un discurso de odio.

He fallado a la hora de plantear el tema de manera más intelectual, me rindo a la evidencia. Sólo quiero terminar mi letanía haciendo ver que toda víctima de ILG nunca debe de rendirse y tiene que recurrir a la pataleta, llorar, demostrar que sufre, pues de esa manera por lo menos estará haciendo a su vez algo de mella en la moral de su manipulador. Lo peor que se puede hacer ante alguien que te pega es no mostrarte herido, pues puede ser tomado con que puede golpearte una segunda vez con más fuerza. Yo no puedo decir, ni sé, cuál puede ser el camino a tomar, lo que sí me queda claro es que no tiene que ser el que estamos tomando ahora, porque hemos asumido que las izquierdas y los hombres estábamos equivocados frente al capitalismo y el feminismo radical, y por ello han vencido en su estrategia de su iluminación de luz de gas. Es más, ya ni siquiera somos capaces de ver que hemos pasado por tal proceso, hemos asumido “su” verdad como nuestra propia verdad… ¡han vencido!

(Reconozco que es el mismo argumento del feminismo contra el patriarcado.)

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(Algo que si tengo claro es que todo suicidio por culpa de la ineptitud de sistema injusto y no igualitario no debería de ser anónimo. Todo suicida por este proceso debería dejar una huella, una marca, de que ha sido víctima de la violencia estructural, debería por ejemplo dejarlo saber en su último tuit. Habría que crear una gráfica que lo representase. Yo no lo promocionaré.)

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