Devaneos VII – El Hombre de Paja



La humanidad, tal cual es, ya sólo nos inspira una apagada curiosidad.❞ Michel Houellebecq
No puedes luchar contra el progreso.❞ Lodge 49


El concepto de hombre de paja se trata en el punto V, si sólo has entrado para leer sobre esto.

I
¿Con el escrito anterior he llegado a cierto grado de perfección de plasmar mis ideas y saber en la escritura?, ¿esa es la meta humana?, o sólo un subproceso que ocurre al perdurar en la vida. Yo no me siento más feliz con haber llegado a ese grado. Imaginar un humano primitivo haciendo puntas de flecha. Estas se rompían o perdían a la menor. Después de unos años casi las hacían con los ojos cerrados, por su “cognición” muscular, que es un modo de cognición implícita. ¿Se sentían felices por tal logro? La punta de flecha no era un fin, sólo un medio para cazar, un medio para procurarse comida. Por qué va a tener más valor escribir, a que un obrero haya hecho una acera perfectamente llana y que durará. Damos más valor a lo escaso. Como todos no tenemos la capacidad creativa… ¿es un bien escaso?, ¿no se puede aprender cualquier cosa? Al parecer tener un don es escaso. ¿Un artista “conecta” con “algo” a lo que no todos pueden “conectarse”? ¿Un artista es lo que nos queda, el remanente, de los videntes, de los que podían ver el futuro o aquello que no aparecía a simple vista? ¿Qué es el artista?

En realidad es aquel que tenga una baja inhibición latente. Si la entrada de datos fuera una puerta, la mayoría de las personas la tienen sólo entreabierta, mientras que ciertas personas la tienen “abierta de par en par” (ese es el caso del autismo). Jordan Peterson habla de la serotonina de las langostas, y la simplifica a cómo funciona en los crustáceos, pero en realidad en los animales más complejos, como el humano (uso humano no porque crea que los somos, sino por buscar un término neutro frente a hombre), es un inhibidor, es el que “cierra las puertas”, las puertas sensoriales, del propio cuerpo y de los propios procesos mentales, para que sólo quede lo imprescindible. Para que no “entre” o haya tanto ruido.

En ese caso hay tres posiciones de las “puertas”. 1, Se supone que las personas exitosas las tienen abiertas en la proporción adecuada y en la dirección de los propósitos que les hacen avanzar en la vida: vista enfocada (o hiperfocal), como es a lo que se le suele reducir. 2, Un depresivo clínico es alguien que cierra la puerta lo más posible, es “ciego” a todo estímulo. Pero este tipo de persona en realidad era previamente un 3, porque era alguien que tenía la puerta demasiado abierta, de tal manera que su cerebro no era capaz de filtrar nada y tal estado sólo crea dolor en dos sentidos: 3a, se crea un caos de la suma de todos los estímulos, que el cerebro no es capaz de ordenar, lo que crea angustia y confusión. Me imagino que en ese sentido Jordan Peterson tiene algo de razón al contraponer orden y caos, y que sean los arquetipos más antiguos que dieron origen a la realidad, y por ello su libro “12 reglas para vivir”, tenga como subtítulo el de “antídoto contra el caos”. El ataque de pánico es lo que ocurre cuando el cerebro pierde el control, donde ya no es capaz de procesar y dar coherencia al exceso de estímulos, no pudiendo prefijar la atención a algo concreto. Si ves una rata te apartas o la haces huir, si hay cuatro al cerebro le cuesta centrarse en sólo una como para ir echándolas…, pero si te rodean por todos los lados, incluso por arriba, el cerebro ya no es capaz de lidiar con la situación, entrando en pánico. De esos límites cerebrales y tal realidad se alimentan las películas de terror; si empatizamos con los actores es que nuestro cerebro “sabe” que es así, sin que cada persona haya pasado por un proceso parecido, luego es algo instintivo. El segundo punto, el 3b, es un consecuente del anterior, pues si se deja entrar todo, se “retira” el filtro optimista, el que “sólo quiere ver lo bueno”, con la consiguiente consecuencia de ver lo negativo del mundo.

De nuevo nos topamos con los dos extremos ya vistos en otros escritos, la tipología 1, que “trabaja” enfocada; esto es, a través del sistema ejecutivo y por ello con la cognición explícita. La tipología 2 “opera” con las emociones, que son sobre todo negativas, ya que tal estado emerge desde el dolor (por los consecuentes 3a y 3b), y por ello trabaja con la amígdala y la cognición implícita, más cercanos a los instintos. Ya he dicho en otros lados que la “facultad” de “adivinar” proviene de aquellos que habiendo pasado por un proceso de dolor psíquico, no eran capaces de salir de él. Estado cercano por lo que hoy se entiende, o a lo que se ha reducido, como el síndrome de estrés postraumático. Tal estado es más general de lo que se cree, y no necesariamente ha tenido que ser por experiencias de guerras o por violencia extrema. Basta algún trauma de la niñez, basta un severo y largo acoso escolar. Lo que subyace de fondo es que esa persona ya no tendrá fe en la humanidad, ya no podrá ver con inocencia a la sociedad y a nuestra especie.

II
Esto viene a cuento porque en el documental “no safe spaces” (Si se baja en un cliente Torrent la versión .mkv viene con subtítulos), aducen que hay personas que parecen no querer ser felices, con lo cual es inútil todo intento de ayudalos. Pongamos la cosa en contexto. “El término «espacio seguro» se refiere a lugares creados para que las personas que se sienten marginadas se reúnan para comunicarse sobre sus experiencias con la marginación, más comúnmente ubicados en campus universitarios en el mundo occidental” (fuente Wikipedia). Que yo sepa aquí en España no existe tal cosa, cuando dice “mundo occidental” no sé si tendría que haber dicho “Estados Unidos” o el mundo anglosajón, pues al parecer está en Inglaterra y Australia. En ese caso el documental nombrado trata el tema de que no deberían de existir tales espacios, en la dirección de hacer ver que no está bien ser super protectores con las nuevas generaciones, y atacando de paso el que la ley regule la violencia verbal o el lenguaje no inclusivo. Está claro que no tiene que haber acoso escolar, pero no veo tan claro la super protección, ni tales leyes que limiten la libertad de expresión, ni los espacios seguros (un espacio seguro crea un nosotros y ellos, crea identidad y otredad). Con todo, el argumento de “no parecen querer ser felices”, dicho en el documental, no me parece certero. Bajo mi punto de vista el cerebro busca siempre el equilibrio, lo homeostático, pero lo que ocurre es que no siempre lo hace hacia 1, la felicidad y 2, hacia lo que es común en lo social o es lo neuronormativo. Hay ciertos de esos equilibrios que son “catastróficos”, como la anorexia, pero hay otros tipos de equilibrios, que aunque precarios, dan “aciertos” para la humanidad. Ese es el caso de los artistas, suelen tener las “puertas sensoriales” demasiado abiertas y “ven” o captan, o llegan a conclusiones o visiones, que de otra forma el cerebro, y por ello la humanidad, no verían (inspiración, como espíritu, tienen el mismo origen de respirar, y en este caso proviene de ser poseído o ser hablado, por un espíritu, algo externo a la persona). El dolor es su causa, donde aquí este término es en tanto que origen y propósito. Muchos artistas que se vuelven “felices”, o sus cerebros equilibran su homeostasis a otro rango, pierden su “toque”, su creatividad: son los periodos de bloqueo creativo. Si es así, su “sufrimiento” les crea un tipo de equilibrio, que pierden al ser menos desgraciados. ¿Cómo el cerebro no se va “equilibrar”, por lo tanto, en el dolor? Es una paradoja, si sufren crean y tienen algo de felicidad, pero si son demasiado felices pierden su creatividad, que es cuando más infelices se sienten, luego el equilibrio lo encuentran en sufrir, tratando de hacer que no se desboque ni el sufrimiento, ni la felicidad (por eso lo típico del rechazo a los medicamentos; cierto autor, que no recuerdo, afirmaba que si siempre hubiera existido el Prozac no tendríamos la mayoría de las obras de arte). Eso “demuestra” que todo trastorno es un estado emergente en sí mismo, o toda persona en su singularidad es un estado emergente, y el valor de felicidad o sufrimiento no tiene un canon universal que ha de ser válido para todos los humanos. Luego, está de más el lenguaje “generalista” de tratar de determinar qué es la felicidad o el sufrimiento. El sadismo y el masoquismo son una prueba de ello. Dolor y placer es según cada persona. Lo que para otros es dolor para mí puede ser un tipo de placer. Existen como universales en la medida que toda persona sí tiene un grado de reconocimiento de los dos extremos, por eso el sádico y el masoquista se ponen una palabra clave para dar por terminado sus “juegos”, o para saber dónde está el límite o ese extremo.

III
Una constante en la mitología es el ir a los infiernos, al averno, donde la premisa es que es algo que hay que hacer, por un propósito, y con la finalidad de volver de él… volviendo de paso más “sabio” o aguerrido. El artista, en cualquier ámbito, “se enfrenta al averno”, baja al inframundo, como consecuencia se enfrenta a la realidad oscura de la vida y de la humanidad. En la mitología griega Orfeo, que era músico, poeta y profeta, bajo al inframundo para rescatar a su mujer. ¿Por qué sólo queremos validar del artista cuando sus “noticias” son buenas?, en alusión a su cercanía con las artes adivinatorias. El artista baja a los infiernos y se limita a describir lo que allí ve. No es pesimismo, es apertura de sus percepciones no filtradas desde el optimismo. Casi en todo escritor o pensador profundo, a lo largo de toda la historia, se encontrarán pensamientos y frases que saquen a la luz lo negativo de la humanidad. Así Lovecraft dijo: “estoy tan harto de la humanidad y del mundo que nada logra interesarme a no ser que incluya, por lo menos, dos crímenes por página, o que trate de horrores innominados procedentes de espacios exteriores”. En vida no tuvo éxito, y murió relativamente pronto, a los 46 años, sin haber publicado ningún libro. Sin embargo hoy es un escritor de culto, al que el cine de terror le debe mucho. El artista Moby, tan aparentemente alegre en su música, en el documental “Endgame 2050” (muy aconsejable) nos dice: “si no podemos cambiarnos a nosotros mismos, si no podemos aprender a vivir en algún tipo de armonía sustentable con el único mundo que nos puede sostener, necesitamos desaparecer”, y lo dice muy comedidamente para ser políticamente correcto. Podría poner más ejemplos y frases, pero no quiero alargarme (en realidad cojo lo cercano y a mano por no rebuscar más, pues he visto ese documental y estoy leyendo sobre Lovecraft). Creo que al decir que cierto grado de infelicidad es universal entre los artistas es tan evidente como para que yo no lo tenga que demostrar aquí. Casi todo artista que se recuerde, en su generalidad, eran infelices…, pero con cierta felicidad en su infelicidad o incluso sin ella, como son los casos de Van Goth, Jackson Pollock o Virginia Wolf, por poner sólo tres ejemplos, que además se encuentran entre los que se terminaron por suicidar. En la actualidad, bajo los auspicios de atenerse a las ciencias y el “funcionamiento” de los neurotransmisores, se trata de afirmar tajantemente que el cerebro tiene que tener equilibrada su química. El propio Jordan Peterson es un ejemplo, aboga por buscar la excelencia para que se equilibre el cerebro hacia la felicidad, cuando es posible que lo que pueda tener de “genialidad” es porque es un depresivo irremediable e incurable.

IV
Frente a los “visionarios del dolor”, se encuentran aquellos que viven bajo el escudo del sesgo optimista; que sí, suelen ser los que tienen éxito, y tienen dinero y están en el poder, pero también son los que niegan que el humano pueda ser de otra forma que como son ellos mismos. Son los “vigilantes” de la neuronormatividad, que niegan los géneros, que niegan otras culturas válidas frente a la occidental, que asumen que ser de izquierdas es un tipo de patologización y de resentimiento, que los pobres son vagos (tal palabra proviene de aquellos que se resistieron a asentarse en las ciudades, los nómadas, los que vagaban, donde al final esa postura estaba errada y terminó de reducirse a vago, pues sólo puede existir como forma de existencia el trabajar de una forma concreta para la sociedad; los artistas han estado con esa misma etiqueta, de vagos, hasta el renacimiento; vago además está asociado a delincuente), y que niegan otras formas de trabajar con el cerebro sino es con la razón (Ben Shapiro —esta persona me da un poco de miedo, esa rigidez en su rostro me parece extraña—tiene un libro titulado “El lado derecho de la historia: cómo la razón y el propósito moral hicieron grande a Occidente”, donde enlaza razón con moral, como si toda cultura no occidental no usaran las capacidades cognitivas). El poder, el capital, en su momento eran los cuidadores de la moral, hoy son los que cuidan la lógica y la razón, cuando estas sólo hablan, o ven, lo descriptivo del mundo y no “ven” el mundo transfenoménico, lo nouménico, lo plegado…, la esencia y el alma que emerge de la realidad. En realidad es paradójico, pues suelen ser los más religiosos, donde allí no puede llegar la razón, como “demostró” Kant, luego no sé cómo lidiarán con tal contradicción. ¡Bueno, sí!, Dios nos hizo razón, menos para entender Su realidad y su Ser (algunos filósofos creen lo contrario a lo que yo he dicho: sólo se puede “ver” a Dios por la razón).

V
¿Mucho de lo dicho aquí puede estar haciendo uso de la falacia del hombre de paja?, igualmente en otros de mis escritos. “La falacia del hombre de paja o del espantapájaros es una falacia que consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de sus palabras (del oponente) para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico”, fuente Wikipedia. Hay que hacer la distinción entre atacar al feminismo y a una feminista, o a la derecha o a Ben Shapiro, y por otro lado hay que entender qué es explícito e implícito (lo contextual). Los artistas tienen una mayor capacidad para captar lo implícito. Yo igualmente soy capaz de ver mis “fallos” y meteduras de pata, que en muchos casos no lo son. En muchas ocasiones es por economía, porque no me puedo parar a explicar cada palabra o frase que uso, y qué quiere decir y cómo las uso. Al igual que me pasa a mí, asumo que le puede pasar a aquellos a los que “ataco”. En ese caso no ataco a esa persona, y mi contraargumento sólo quiere hacer ver el cómo se “expresa” de forma implícita cierto argumento, a que tiene un pero, y sólo lo hago ver porque me imagino que como yo otros lo habrán interpretado en su forma reducida. En ese caso asumo que no siempre se puede decir que alguien esté cayendo en la falacia del hombre de paja, pues estará haciendo lo que yo mismo he dicho en el punto anterior…, con lo que, ¿a qué se refiere en realidad el concepto de hombre de paja? A lo que yo siempre lo reduzco, a la intención, frente a lo aparente. Si alguien hace uso de tal falacia, en la dirección de atacar a la persona para desacreditarla, y no sin cierto odio, entonces sí ha recurrido al hombre de paja. En otro caso, se ataca a la ideología de esa persona, que este era el asunto del presente punto, en donde puede que tal persona no haya expresado concretamente una idea, pero sí es parte de esa ideología por medio de la que habla, y no porque alguien concreto lo sostenga o lo haya dicho, sino porque está implícito o emerge al sumar todas las voces que se suman a dicha ideología. Me explico, no sé si hace falta, pero por si acaso. Si se acepta el principio de lo emergente, tal concepto dice que el total es más que la suma de sus partes. En ese caso toda ideología es más que lo que cada uno de sus componentes, personas, agentes, diga o piense. No quiero alargarme, pero si la evolución llegó a funciones corporales es bajo esta directriz, además cada función corporal está subsumida dentro del todo que es un individuo, que además en el humano crea la psique o mente (que en realidad tienen muchos animales). Entonces, si toda célula de nuestro cuerpo está programada para vivir, si todo órgano y toda función corporal está dirigida para mantener la vida… ¿cómo es posible el suicidio?, por lo emergente, porque la psique de esa persona no es reducible al total de todas sus células, órganos y funciones. Una de las funciones, que es la de crear una conciencia de sí, la autoconciencia, “decide” negar su totalidad, aniquilándose. Por esta misma regla, el feminismo es más que el total de sus feministas, o la izquierda o la derecha más que cada una de sus personas. En ese caso, aunque muchas veces parezca que se cae en la falacia del hombre de paja, no es así, porque lo que ataca esa persona es a una ideología, o lo que de forma implícita, y sin que lo sepa esa persona, emerge en el discurso -espíritu o esencia—, de tal ideología o movimiento.

Con todo, es complicado ser imparcial de cuándo se está usando como yo lo he explicado y cuándo esa persona sí hace uso del perro de paja, pues en primer lugar habría que saber definir qué es la Izquierda o el feminismo, y tal empresa es tan complicada como tratar de determinar qué es la mente. De nuevo nos topamos con el límite de la razón, que aunque sea a través de datos, no puede analizar tales entes, pues la razón tiene el límite de ser descriptiva de los fenómenos, de lo deductivo, no de lo emergente, en donde sólo puede llegar a generalidades, a teorías o hipótesis. Una analogía explica muy bien lo que quiero decir. Cuando un humano cae en coma, por un trauma cerebral, la ciencia no puede asegurar que salga del coma, ni puede asegurar que el ser que “emerja” de ese estado vuelva a ser la misma psique que la previa. Muchos daños cerebrales cambian la personalidad, e incluso el carácter, de tales personas (eran cariñosas y tranquilas, y “vuelven” iracundas e impacientes), lo mismo al despertarse del coma.

Es por esto que más temo al feminismo. Si “matas” algo con la intención de revivirlo, tienes que contar con que quizás no lo haga. El feminismo ataca la estructura de lo humano, donde de tener éxito no podemos saber qué es lo que “vendrá a la vida” al revivirlo. El cómo será el nuevo humano y la “nueva sociedad”. Todos estamos de acuerdo con las igualdades de los derechos y los deberes, y que hay que luchar contra la violencia de género, pero bajo ese pretexto el feminismo no puede tratar de decir que no existen las “esencias” y que no existe la masculinidad, y que sólo sea un constructo, que por lo demás hay que destruir. ¿Qué nadie ha dicho esto en concreto?, no es un perro de paja, se deduce de la totalidad que es el feminismo, de forma implícita…, lo vemos o sentimos los que tenemos más abiertas las “puertas sensoriales”. Tal mensaje implícito emerge del ente que es el feminismo.

VI
A veces no sé porque me extralimito al tener cuidado con el tema de las etnias. No soy racista. Abogo por la inmigración y la emigración en la dirección que en un futuro lejano, miles de años (si llegamos), casi no haya diferenciaciones fenotípicas (externas). Incluso este argumento puede malinterpretarse como que hay que negar ciertas etnias. No. Al final la humanidad tendría un tono tostado, no existiría el pelo rubio, ni los ojos claros, porque son características que son recesivas. Se perdería el pelo laceo y otras características muy concretas. Igualmente no existirían las “grandes” religiones, pero sobreviviría la espiritualidad. No tengo ningún problema con salvaguardar la masculinidad, ya he dicho en otros lados que la evolución tiende a una media de los dos extremos, pero si ha de “perecer” que sea de muerte natural, porque la evolución biopsicosocial le haya llevado a su extinción, como igualmente ocurriría con lo “muy femenino”, concepto que igualmente atacan algunos colectivos feministas. La pornografía, en ese sentido, no va en esa dirección de acabar con los extremos, sino que los pronuncia. Lo mismo con las modas.

Me he desviado. En el escrito “cómo mirar a las personas” hacía alusión a que es más complicado “leer” la expresión de otras etnias. Al final le he añadido un enlace al concepto de “raza cruzada” (u otras razas), donde allí lo dicen, porque es algo que ha “demostrado” la ciencia, tendemos a tener más problemas a la hora de identificar a una persona concreta si se da el caso que no es de nuestra etnia. Lo mismo ocurre a la hora de “leer” las expresiones de sus rostros, esto dice: “un metaanálisis de varios estudios sobre el reconocimiento de emociones en las expresiones faciales reveló que las personas podían reconocer e interpretar la expresión facial emocional de una persona de su propia raza más rápido y mejor que la de una persona de otra raza. Estos hallazgos se aplican a todas las razas de la misma manera. Algunos estudios muestran que otras razas, en comparación con la propia raza, tienen rostros de formas diferentes y diferentes detalles dentro de una expresión facial, lo que dificulta que los miembros de otras razas decodifiquen las expresiones emocionales”.

¿Habría que “conservar” las etnias al igual que hacemos con las lenguas o las culturas? Tema complicado, sin “soluciones” reales y en lo que nos podamos poner todos de acuerdo; de ser así, ¿habría que salvaguardar igualmente lo masculino y lo femenino? El humano no parece ser feliz sin una identidad clara y definida, pero al haber atacado el tema de tratar de ser purista con el tema de la felicidad, no puedo pronunciarme sin caer en contradicciones. La paradoja de todo esto se refleja en la “apropiación cultural”, bajo este concepto cada cultura parece que tiene que mantenerse en sus márgenes, lo cual no parece que implique el tender a la total indiferenciación de las identidades.

Con todo lo dicho en este escrito, nada me exime de equivocarme y caer en contradicciones. No tendría que decir lo obvio, pero por si acaso. “Ataco” lo anglosajón. Igualmente hablo demasiado de las etnias y de los constructos cerebrales que parecen asentar el “racismo”. Si lo hago es en la dirección de que las personas tengan en cuenta lo que dice la ciencia sobre estos temas, pues no por esconder el “problema” debajo de la alfombra o ignorarlos el “problema” desaparece. Si se sabe cómo “funciona” el cerebro en esos casos las personas estarán mejor informadas para saber cómo solventarlos. La otredad es una realidad con la que opera el cerebro, pues está implícito al tener y sentirse una individualidad. Si fuésemos seres eusociales, como las hormigas, todo sería distinto, pero no lo somos.

VII
(Añadido el día siguiente, como pensamiento reposado)
Puede que no exista tal don como lo artístico, puede que lo que nos llame la atención de tales personas es su capacidad de sacrificio para ser voluntarios para bajar a los infiernos. El “privilegiarlos” es una forma de agradecerles el poner tal valor, y sus vidas, para el bien del grupo o la humanidad. Recordar que es un arquetipo. En la edad más lejana ni siquiera era una referencia a los infiernos, idea más cercana a adentrarse en lo profundo de las cuevas, sino que era tomar algún psicotrópico que llevase a tal persona a un estado alterado de la conciencia, que de nuevo nos remite a conectar con una realidad que no se ve a simple vista y por ello a lo visionario. En otro caso era igualmente luchar contra el diablo, o el lado negativo de la naturaleza, que es en lo que en la actualidad llamamos “luchar contra nuestros propios demonios”, contra nuestros aspectos negativos. A todo héroe hay que ponerle ese lado humano y de sacrificio personal, el propio Jesucristo se enfrentó al diablo en el desierto.

Puede que a la larga eso crease un arquetipo social, que no sé si ha creado huella en lo evolutivo, en donde a todo artista se le ha de suponer que es un héroe que tiene la capacidad de bajar a los infiernos y perdurar allí todo el tiempo que pueda, en busca de algo que redima a la sociedad en la que vive, y que pasa por algún tipo de crisis, sea esta leve o profunda. En ese caso encajaría en el arquetipo del mesías, uno de los más antiguos dentro de la cultura occidental. No en vano existe el complejo de mesías. En otras culturas no “han existido” los artistas, bajo el aspecto y aura que han existido en occidente, aunque sí los iluminados, bajo unos términos u otros.

En el lenguaje actual, bajar a los infiernos tiene cierta analogía con adentrarse en la madriguera del conejo, en alusión a seguir al conejo blanco del cuento de Lewis Carroll de “Alícia en el país de las maravillas”, nombrado en la película Matrix, entre otras, y no es en vano pues el autor hizo uso de las metáforas y las analogías para esconder sus ideas y quejas sobre la época que le tocó vivir. De esta manera Neo, el protagonista de Matrix, retoma el reto de bajar a los infiernos para redimir (salvar) a la humanidad del poder de las máquinas.

Última consideración. ¿La crisis en la que nos encontramos en el siglo XXI?, es debida a 1, no querer que nadie sufra y para los efectos que baje a los infiernos; 2, la cada vez más ausente capacidad humana de ver ese lado arquetípico de lo humano, que estaba ligado a lo espiritual y simbólico. Si nadie baja a los infiernos no hay capacidad para conectar con los “demonios” que son los que anclan a una sociedad dada en una crisis. En ese caso, simbólicamente, toda la humanidad baja a los infiernos sin nadie que los guíe, habitando y permaneciendo todos en la oscuridad. Ese es un buen momento para los “falsos profetas“. ¿Hay un infierno de los infiernos al que alguien tenga que bajar para que todos podamos salir del infierno actual?, o ese estado generalizado sólo es el anuncio del fin de una civilización.



Hacer mención a la película cómica (parodia) “un plan ir(resist)ible” que tiene de trasfondo lo problemático de crear un discurso, en donde no se caiga en ningún momento en algún tipo de ataque o favoritismo a alguna identidad. Son sus escenas más hilarantes, pues lo que sería corto de decir se enreda y alarga hasta llegar al sinsentido. Habría que crear una palabra que defina esa recursión al infinito, en la dirección de ser políticamente correcto, porque ‘ad infinitum‘ no lo termina de definir.

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