Lo que Es y lo que (a)Parece XXVIII - La Guerra Infinita
Recientemente me encontré que quieren hallar una explicación para la conciencia a través de la cuántica. Me parece demencial. Puede que las enzimas puedan hacer uso del túnel cuántico, pero de ahí a poner sus "propiedades" como la base a una teoría de la conciencia me parece extralimitar sus "capacidades". La evolución "trabaja" a partir de la física del tamaño medio, no de lo micro o lo macro. Pensar lo contrario es como si yo al ver que van a atropellar a alguien, en vez de empujarlo, para quitarlo del medio, le hiciera un gesto para que el otro tratase de comprender lo que se le viene encima. La primera es una acción directa, que no requiere que me comunique con el otro y que este lo interprete bien, y que a la vez al final le dé tiempo a reaccionar. Evolucionamos por la eficacia de los "empujones", de las acciones directas que median en las reacciones fisicoquímicas, independientemente que ciertas reacciones puedan hacer uso de ciertas propiedades cuánticas. En definitiva, estas no son las protagonistas, si no, y si acaso, un extra, un figurante.
Independientemente de la crítica que se puede leer en el propio artículo de la Wikipedia, hay otros más evidentes y sencillos. Pienso que la conciencia es un sistema redundante, en el que trabajan muchos subsistemas o partes del cerebro. Si unos "caen", por un accidente, falta de oxígeno… como suele ocurrir, el sistema no se viene abajo, sólo que trabaja con taras, con problemas. Hay, por lo tanto, una vinculación directa con lo físico-cerebral. La conciencia no es un estado de todo o nada. Hay estados como el de la embriaguez en donde está disminuida: inconsciencia, no recordar nada, desinhibición, pérdida de la noción del tiempo y del espacio, falta de equilibrio y la propiocepción, caída de la sensibilidad y los nociceptores -no sentir dolor-. ¿Tiene sentido pensar que el alcohol afecta a lo cuántico? No, el alcohol afecta a algo tan físico, y no en apariencia principal, como la mielina, que es un recubrimiento graso (lípidos 70 a 85%) de las neuronas. A la larga, en personas alcohólicas, puede llevar al síndrome de Korsakoff. En definitiva a estados permanentes de conciencias alteradas.
Independientemente de la crítica que se puede leer en el propio artículo de la Wikipedia, hay otros más evidentes y sencillos. Pienso que la conciencia es un sistema redundante, en el que trabajan muchos subsistemas o partes del cerebro. Si unos "caen", por un accidente, falta de oxígeno… como suele ocurrir, el sistema no se viene abajo, sólo que trabaja con taras, con problemas. Hay, por lo tanto, una vinculación directa con lo físico-cerebral. La conciencia no es un estado de todo o nada. Hay estados como el de la embriaguez en donde está disminuida: inconsciencia, no recordar nada, desinhibición, pérdida de la noción del tiempo y del espacio, falta de equilibrio y la propiocepción, caída de la sensibilidad y los nociceptores -no sentir dolor-. ¿Tiene sentido pensar que el alcohol afecta a lo cuántico? No, el alcohol afecta a algo tan físico, y no en apariencia principal, como la mielina, que es un recubrimiento graso (lípidos 70 a 85%) de las neuronas. A la larga, en personas alcohólicas, puede llevar al síndrome de Korsakoff. En definitiva a estados permanentes de conciencias alteradas.
Todos estos malentendidos ocurren porque no terminamos de comprender todo el lenguaje actual de las ciencias, ni sus conclusiones. La conciencia es un epifenómeno. El calor lo es, no existe, no tiene un Ser per se, es un efecto dada unas condiciones fisicoquímicas. La evolución crea concepciones abstractas que no se siguen de cada una de las premisas analizadas por separado. La respiración es un todo en el que interviene una gran cantidad de abstracciones, en donde ninguna de las partes es la central y todas hacen una función aislada que no "comprenden" las anteriores o las posteriores. Sí, si no tenemos pulmones ya no puede haber tal función, pero también se "bloquea" si nos tapan la boca y la nariz, si nos metemos bajo el agua o si salimos al espacio. Igualmente su finalidad no está en sí misma, remite a otra función: que cada célula reciba oxígeno, y para ello entra en juego la función circulatoria y por ello el corazón. La evolución llega a abstracciones sin intención: se las "encuentra" por el camino. No pensó o desarrolló crear la belleza, tampoco la respiración o el sistema circulatorio: trabaja dando palos de ciego y validando lo que "funciona", al final por superposición de procesos se llegan estados complejos, a abstracciones conceptuales. Estas sólo existen para seres vivos que hacen "uso" de tales conceptos, pero una ameba o una bacteria no saben de tales conceptos. La mejor forma de comprender la conciencia, lo que implica y su nudo, es a través del concepto de belleza. Tanto en la belleza como en la conciencia se produce el mismo efecto que en las figuras multiestables (o biestables) en donde el cerebro tiene que mirar (enfocar sus procesos) a la figura o al fondo, y no es capaz de ver las dos cosas a la vez o tomar una sola de las vías; como es el caso del jarrón de Rubin. El cerebro es razón y emoción. En el aspecto de ser principalmente emoción crea qualias y es ahí donde siente (ver con las emociones) la belleza. Si lo analiza con la razón sigue manteniendo conceptos de lo que es la belleza, como que algo sea perfectamente simétrico, pero ya no lo siente. Pero en los cánones de bellezas siempre hay algo implícito de la propia especie. De esa forma el que el humano busque lo simétrico es dado a que pertenecemos al género de los cordados, animales simétricos de dos lados, separados o unidos por una corda, o espina dorsal. Los primeros seres vivos no tenían esta simetría, la esponja de mar sigue igual a lo que era ese inicio, si bien algunas de sus especies han tendido a cierta apuestas más geométricas. El efecto de la pareidolia (ver rostros en casi todo)
, viene dado por una parte del cerebro que tiene, entre uno de sus cánones, el concepto de los dos lados simétricos. El ser humano, al final, a través de la ciencia, es capaz de ver casi todos los tipos de "bellezas", tan abstractos como la de los números, pero esto viene dado porque "residualmente" somos seres sintientes, seres emocionales. O sea, somos primero emoción y después razón, la razón siempre suele estar mediada por la emoción. Por esta misma regla no podemos dejar de ver (sentir) a la conciencia, de almar al humano, al mundo, y por esto mismo damos propiedad de intención a casi todo en el mundo, pues nuestro cerebro es eso: intención. El cerebro "trabaja" y ordena el mundo con y por sus propias reglas constructivas. Sólo en la ciencia más pura tienen que tratar de salir de esa regla, y no siempre lo consigue, pues incluso en la matemática más abstracta siempre se tiende a mantener el "orden" y buscar su finalidad, y su belleza. Posiblemente si una esponja de mar llegase a hacer matemática pura seguiría otros caminos y buscaría o encontraría otros patrones.

Veamos esta foto
(lo siento por las féminas, construyo "mi" teoría a partir de mis qualias que son masculinas). Sólo el macho humano hormonado capta o siente las neblinosas y densas inmensidades de lo que contiene esta foto. Un bebé, indiferentemente del sexo, capta lo simétrico, los rasgos suavizados y "amables" que procuran a las hembras humanas la neotenia, el mantener rasgos infantilizados: ojos grandes y expresivos, rasgos suaves, redondez. Un macho adulto le añade otros componentes: sensualidad, labios anchos y carnosos, ciertos rasgos, como los ojos, de "chica traviesa", etc. Las qualias han cambiado. Por un lado se mantienen ciertas "directrices" evolutivas (primarias, propia de los cordados como lo simétrico, y un segundo añadido mamífero: carácter "dulce", de "buena"), pero se añaden otras en las que intervienen los andrógenos, para dar una mayor intensidad a ciertos rasgos frente a otros, ahora sexualizados. Como vemos son capas de abstracción, donde la suma hace el todo. Si le restamos el componente sexual, como la pueda ver otra mujer heterosexual, aún permanece una parte de la belleza intacta. Pongamos el caso que construimos una inteligencia artificial, a la que no se le haya incorporado ninguno de estos factores. Sólo la de reconocer que sea humano, frente a que no lo sea. Lo único que hará será analizar datos. Los datos que nos hacen diferentes con respecto a otros animales que nos sean parecidos anatómicamente. Tendrá un patrón o un algoritmo para reconocer al humano. Para esta inteligencia estará en el mismo nivel Megan Fox que cualquier otro humano, como un hombre: dos ojos, una nariz, una boca, etc. No analizará si su cara tiene rasgos de persona agresiva, o amable, si tiene belleza o no, si es alegre o tristona. El humano es incapaz de ver como lo hace este robot. La razón nunca se desprende de sus "concepciones", de los patrones que capta el cerebro en todas sus regiones. En definitiva, siempre alma aquello que ve a través de las emociones, de los patrones que le ha procurado la evolución. Como mucho puede hacer el esfuerzo de hacerlo. En eso consiste básicamente el "humano civilizado": en tratar de hacer que el aspecto (color, sexo, rasgos de etnia) del otro no le influyan, que sea visto a través de la razón. Trata de ver como lo haría el robot… ¿se puede? En realidad no. Nos comportamos como un líquido biestable, como el del experimento Briggs Rauscher, muy rápido, en donde, como en el jarrón de Rubin, cambiamos de una posición a otra de forma constante. Es más, nos pueden las reglas primigenias, puesto que al final lo que manda es el puro y duro sobrevivir y reproducirse. En un experimento en donde se presentan doce rostros, en una tabla de cuatro columnas, se le pide a la gente que busque tres personas sonrientes; en otra serie que busque tristes, y en una tercera serie que busque rostros de enfado, (agresivos). Al parecer el cerebro encuentra siempre antes los de la tercera serie, los rostros de enfado. Como lo importante es sobrevivir, detectamos antes el enfado, pues en ello nos puede ir la vida. De la misma forma la vista periférica te hace prestar atención más rápido a las personas atractivas, y te pone en sobre aviso cuando lo que entra, por el rabillo del ojo, es alguien de una etnia o cultura que en esa época y país están "mal vistos"; igualmente cuando ve algo disonante, como ir andrajoso, sucio o condiciones similares.

¿Eso qué quiere decir?, con respecto a extrapolar esa misma conclusión sobre la belleza, ahora a la conciencia. Que ocurre lo mismo. Somos incapaces de ver al cerebro humano como un objeto que crea un epifenómeno al que llamamos conciencia. Una y otra vez nuestra concepción vuelve a la "periferia", vuelve a que es un ente, un ser en sí mismo. O sea, el "engaño" es tan real, el epifenómeno es tan tangible, como lo es en sí mismo el calor, del que retiramos la mano en cuanto sentimos que es excesivo.
Mi creencia es que habrá algún momento en el cual un programa simule todas las conexiones cerebrales de una persona en concreto, como para que tengan las mismas reacciones en unas mismas circunstancias. Tan iguales que en una misma situación puedan decir o usar la misma frase, o hacer el mismo gesto. Aun llegados a ese caso, no nos podremos desprender de la sensación de que somos una conciencia, que somos una mente, que no puede ser reducida a una materia. Al igual que no nos podemos desprender el ver rostros casi en cualquier cosa.
Con esta larga introducción entro al tema del título. Actualmente estoy leyendo "El hombre irracional" de William Barrett. En este libro, el autor, hace un recorrido en la historia del existencialismo. Cuando se hace uso del concepto irracional se toma en su sentido lato: como carente de razón, ir contra lo racional, y si se quiere como loco. Pero en realidad debe de ser tomado como no circunscrito a la razón. Quizás debería de haber usado la palabra arracional (fuera de la esfera de lo racional), aunque no exista bajo el criterio de la RAE (real academia española), ¡ay, las luchas con el lenguaje! Barret analiza la evolución de las ideas, de la filosofía, como una lucha de contrarios. Ya en mi libro "La imposibilidad de la razón" apuntaba sobre esa lucha, pues estaba influenciado de las ideas de Nietzsche (lo dionisíaco y lo apolínio). Hubo un primer momento, de esta lucha, donde la contraposición era entre la fe y la razón, a través de nuestras raíces judeo-helénicas, para al final, con la llegada de la Ilustración, ser entre la razón y la emoción. O sea, en mis últimos escritos estaba mostrando esa eterna lucha de contrarios, pero ahora bajo el doble aspecto de las qualias o la capacidad de almar del cerebro, y la razón o una futura inteligencia artificial.
El existencialismo siguió el hilo conductor de los Románticos, frente a los racionalistas; de los nihilistas, frente al orden de la lógica y la razón. Si se analiza a nivel de la evolución se puede llegar a concluir que venimos de una especie en la que "vencía" el pensamiento mágico, para tender o ir a una en la que venza la razón. Toda nuestra historia, al final, puede que no sea más que un breve parpadeo de transición de un tipo de humano a otro, ¿o no? ¿Puede el humano desprenderse de su capacidad de almar al mundo?, de expeler su pensamiento mágico sobre la naturaleza. Hay una alta creencia en el alma, frente a una que va en caída de que exista Dios. En Alemania un 70% creen el alma, frente a un 49% que cree en un Dios, o un 40% que cree que exista algo después de la muerte (fuente revista "mente y cerebro" nº 78). Hay que tratar de entender la confusión en la que nos introduce el lenguaje. Es muy posible que ese 70% fuera mayor, si simplemente se les preguntase que si el humano tiene una esencia que no pueda ser reducida al cerebro. En ese caso posiblemente subiría muy cerca del cien por cien.
Durante toda esta nueva línea de investigación, he llegado a libros y a autores como Max Weber, Immanuel Wallerstain en "Conocer el mundo, saber el mundo" y David Riesman en "La Muchedumbre Solitaria". ¡Es la misma lucha, la misma guerra!, que el mundo occidental y el humano sigue desde sus inicios. Para búsquedas rápidas siempre recurro a la Wikipedia, casi siempre la inglesa por ser más completa. Con la búsqueda del concepto de Sartre de la náusea, busqué en la francesa, pues debería de ser más completa, ¡pero no!, ganaba la inglesa. A partir de ahí busque distintos conceptos en otros lenguajes y por tanto culturas. Me sorprendió encontrarme que había poco o nada de conceptos como el de razón, en los idiomas chino y japonés. E igualmente me choco, en ese devaneo de buscar sinónimos, que al usar el de mente, y buscarlo en la Wikipedia japonesa, me llevara a "corazón". En un primer momento creí que había usado mal el traductor, pero al leer el artículo me di cuenta que para ellos era lo mismo, que no existía el concepto de mente, tal como lo concebimos en occidente. En "El hombre irracional" de Barrett, ya me chocó encontrarme que razón fue un "invento" de Platón, a partir del cual se crea y articula lo que llamamos pensamiento occidental. En otras culturas no crearon tal dicotomía, si bien no tengo claro si puedan estar bajo otros conceptos y palabras. En ese primer estadio hay una contraposición entre la Ley judía y la razón. Donde la razón era búsqueda, y por lo tanto duda, y en donde Ley era lo no cuestionable, lo rígido, lo establecido. Si se analiza así, razón se contraponía a Ley judía, que no dejaba de ser otra cosa que una "secuela" del antiguo concepto de tabú. Razón, así, tomaba ese papel en sus inicios que hoy podría ser tomado como irracional, al ir contra el concepto abstracto del ser humano. O sea, el tabú y por extensión la Ley judía, no tenían en cuenta al humano en concreto, a sus qualias, tomando en ese proceso al humano como entidad abstracta. La razón era duda, al ir contra esa rigidez, y devolver la capacidad al humano individual de cuestionar lo dado, las abstracciones. Hay que tener en cuenta que Platón sigue los pasos de Sócrates, y este no es racionalista, siendo considerado uno de los iniciadores del irracionalismo (arracionalismo).
Un segundo paso fue Aristóteles (no estoy resumiendo el libro de Barrett, lo estoy llevando a mi lenguaje y mi terreno, y en ese proceso se sacan otras conclusiones). Este autor crea una fuerte teoría ética, en donde el bien está unido a lo bello, en un mundo que parece estar fuera del humano concreto (la intuición de esas reglas conceptuales-abstractas a las que llega por sí sola la evolución). De nuevo el humano vuelto abstracción. Esta unión de ciertas propiedades de la Ley judía y la razón, se "condensan" en San Pablo, el gran teórico de la filosofía cristiana, al cual se cree que pertenecen sobre el 80% de los escritos del Nuevo Testamento. San Pablo era un judío con educación Romana, que tardíamente se volvió cristiano. A mí me parece, San Pablo, una consecuencia lógica de hechos. No quería o podía ser congruente ni con las ideas judías, ni con la visión arracional de la Grecia clásica. Fue una revisión o pastiche entre Aristóteles y la Ley judía. Lo que podía encajar dentro de esa tendencia emergente que representaba el cristianismo. Finalmente, San Pablo, le dio forma, la constituyó de un cuerpo, filosofía, que previamente no tenía. Esa es la que se ha establecido por siglos y que terminó de coger su forma con Santo Tomas de Aquino (tomismo), su gran teórico.
Cristianismo, así, es lo mismo que aristotélico. La base de sus ética son calcos. En Jesucristo se pueden sacar pocas conclusiones, poco más de ser bueno, de la bondad como el signo principal de lo humano. Ha eso hay que darle forma, sustentarlo, y Aristóteles lo hizo a través de la razón, antes que cualquier otro suceso o precursor. Si esa situación duró tanto, es que parecía un buen enlace, una buena boda, de dos conceptos que en un principio parecían contrarios. Fe y razón quedan entrelazados en un todo, en una concepción abstracta del ser humano, en donde conceptos como el bien, lo bello y razón parecían venir de fuera, universales, y por lo tanto dejaban a Dios en su sitio. En esa región ideal creada bajo esta perspectiva: el cielo.
Pero la historia es hacerse, no quedarse anclada. Con el Renacimiento y el surgir o consolidación de las ciencias, de nuevo se pone en entredicho si fe y razón coinciden. Si todo no era un constructo mantenido con tiritas y parches. Con el paso de los siglos se creó un divorcio entre lo científico y todo aquello que no lo era, y en ese proceso entre la razón y lo que estaba fuera de la razón. El Romanticismo (sentimiento individual) primero, y después el existencialismo (lo irracional humano), pasando por posturas intermedias y autores claves como Kierkegaard y Nietzsche (Freud y el inconsciente entre ambos), de nuevo pusieron en jaque el concepto de racional, por tratar de simplificar o de reducir demasiado la dimensión de lo que es el ser humano. Pienso que el concepto de qualia toma aquí, en la actualidad, el protagonismo de todo el debate infinito del mundo de las ideas. La ciencia, la razón, toma al humano en tanto que abstracción. Como hay cosas que no pueden ser reducidas a datos, la estadística es aquella que deduce datos de esos irreductibles. En esa medida, de nuevo, volvemos a las abstracciones como concepto generador de conclusiones científicas. Qualia está en el espectro contrario de la abstracción. Bajo el concepto de qualia, lo humano es esta y aquella persona concreta que "crea" un ser que no es reductible. Un ser totalmente concreto e individualizado, cuya percepción del mundo es única, no solo de los de ahora, sino de todo humano pasado y futuro.
En ese recorrido que he hecho por autores, de repente me veía como un "nuevo" Kierkegaard en muchos aspectos, lo que me llevó a plantearme a que no hacía otra cosa que repetir ideas (también coincido con él en la ironía como "herramienta", se nota en muchas de mis frases en Twitter o Facebook). En Max Weber encontré mi concepto del nuevo leviatán, en su concepto de "racionalidad material" (jaula de hierro). Si pensamos y reducimos al humano a su finalidad, a su funcionalidad, a su eficacia, construimos al humano desde la perspectiva de lo social, que ha de negar lo individual, volviéndolo un simple engranaje. Quizás no fue muy feliz mi selección del término "nuevo leviatán", pues con tanta seudociencia y vuelta a ideas primitivo-mágicas, suena a teoría de una venida de satán. La selección del término fue el ver mis ideas como una revisión de las ideas de Hobbes.
El problema de fondo, de todas estas luchas entre dualidades, las ha sentenciado el posmodernismo. Ya no somos ni fe, no podemos ser razón. Con la fe (confianza), creíamos en los grandes relatos, en el héroe, en el líder, en las grandes palabras, los grandes conceptos: amor, belleza, razón, fe, esperanza… Ahora, fuera de la confianza, con la razón como herramienta principal, hemos vuelto a la posición de salida. Hemos vuelto a Sócrates, a la postura que inició la arracionalidad, y de la que una de sus escuelas fue el cinismo. A la duda como única posible forma de concebir el mundo. Sócrates no decía tener saber, ser un sabio, un pensador o tener una filosofía; solamente tenía la "misión" de hacer ver a los otros sus errores, sus contradicciones. No hay grandes verdades, no están ahí afuera, no hay cielo, con un dios que tenga unas reglas bien establecidas. Las qualias, lo individual, es lo único válido. Kierkegaard puso las bases de esta conclusión, las bases de la postmodernidad, al decir: "debo encontrar una verdad que sea verdad para mí". Si todo es qualia, si lo humano es en tanto que lo concreto, entonces sólo valen "mis" verdades, "verdades" que ni sé si realmente entenderán, y que ni siquiera tengo porqué compartir.
Frente al individuo, frente a esas verdades concretas, están las leyes y las reglas sociales. El sistema, el nuevo leviatán, trata de hacer que el individuo se olvide de sí mismo, unificando ideas, tendencias, gustos. Usando en el proceso el sesgo de conformidad y la presión de grupo. Como sabe de esa naturaleza rebelde, de las individualidades, de las qualias, les hace creer que ese redil, por el que son llevados, ha sido su elección, haciendo que todo sea muy configurable y personalizable (cierto marca de coche, bicolor, puedes pedirlo a tu selección, de esos dos colores posibles). No es un complot, no hay directores en la sombra, conspiradores, es simple reajuste evolutivo-social, en el cual entramos todos sin percatarnos que lo estamos haciendo. El hombre no es el inteligente, lo son los procesos evolutivos en cualquiera de sus dimensiones: natural, neuronal, social. El humano es una simple marioneta de todos estos juegos, de todos los sistemas en los que se ve inmerso.
Y ahí va la trampa: si en todo proceso somos marionetas… ¿hay alguna forma de salir?, algo no nos haga coger las riendas. De nuevo caemos en que la única herramienta es la razón. Si todo el universo conspira para que seas una pieza en el escenario, con miles de cuerdas invisibles que te manejan, ¿si conoces todas las cuerdas y sus posiciones puedes llegar a cortarlas? Pero esta no es una conclusión nueva, nos viene desde la Ilustración, que creía de buena fe (confianza), que la enseñanza y la cultura tendrían ese papel. Varios siglos más tarde vemos que lo arracional forma parte de nuestro ser. Que somos individuos con qualias, y que todo constructo de la razón sólo es eso, un ideal, un constructo que termina en lo social, en lo estadístico. En esa dimensión hemos creado las condiciones perfectas para que la sociedad sea Dr. Jekyll (-kill, asesino) y el individuo sea Mr. Hyde (hide, escondido). Somos en tanto que esa amalgama imposible de cuajar de individuo, almador del mundo, y razón que pone en duda esa capacidad: lucha interna que no puede llegar a producir paz, sino es a través de la mala fe, de autoengañarnos. En lo social: en la medida que la sociedad coincida con mi apuesta me vuelvo asesino (Je-kill) (sociedad sicopática de las multinacionales y sus trabajadores: banca, Wall Street) de lo Hyde, de los escondido, en las individualidades a las que considero perdedoras, y, de fondo, no humanas. En la medida que considero al sistema como al asesino de mi individualidad, me rebelo y no me dejo domeñar.
No caigamos en el infantilismo de pensar que son dos fuerzas que, en su dialéctica, encuentran una salida en una tercera vía como consecución, como así sucede en la teoría del materialismo dialéctico. No, no hay conclusión, sólo guerra, una guerra infinita que sólo acabará o cuando muera la razón o cuando muera la emoción o capacidad de almar al mundo. Mientras tanto la obra (el ahora) termina como ya lo hiciera la de "A puerta cerrada" de Sartre, donde el diálogo lo es aquí entre la razón y la emoción, al ver que no se pueden matar, pues ya están muertos (murió cuando la razón y la palabra emergió, y mato al animal que era el hombre):
Razón: (…) Y estaremos juntos para siempre. (Ríe.)
Emoción: (Se echa a reír.) ¡Para siempre, Dios mío, qué cosa tan curiosa! ¡Para siempre!
Razón: (Ríe mirando a las dos.) ¡Para siempre! (Caen sentados, cada uno en su canapé. Un largo silencio. Dejan de reír y se miran. La razón se levanta.) Bueno, sigamos.
(Telón.)
Emoción: (Se echa a reír.) ¡Para siempre, Dios mío, qué cosa tan curiosa! ¡Para siempre!
Razón: (Ríe mirando a las dos.) ¡Para siempre! (Caen sentados, cada uno en su canapé. Un largo silencio. Dejan de reír y se miran. La razón se levanta.) Bueno, sigamos.
(Telón.)
Volviendo a la imagen de Megan Fox. La evolución nos "almó", creó el pensamiento mágico, nos llenó de trampas, para que simplemente vivamos, nos ceguemos de esa realidad mágica, y nos reproduzcamos. La mujer, la belleza, para el hombre, es sólo una trampa. Un tobogán en el que una vez que entras en su pendiente ya no existe libertad, sólo caída. Esa caída sigue un proceso: deseas hablarla, después tocarla; una vez que lo has hecho deseas su desnudez… seguidamente llegar a la consumación del sexo. Tras de eso el hombre tiene la "petite mort", la pequeña muerte. Todo que se repite una y otra vez crea habituación en el cerebro, la falta de dopamina, la falta de conectividad, la anhedonia. Cuando se llega a ese estado la belleza parece perder toda esa vibración exultante que tenía en su distancia. Puede llegar a morir. Amanecer con Megan Fox todos los días termina por aburrir. Almamos y desalmamos al mundo de constante (la doble verdad dolorosa de Schopenhauer: el ansia al desear y el aburrimiento al alcanzarlo), con la única condición que sigamos en el juego, que sigamos buscando alicientes, novedades… que sigamos viviendo mientras seamos reproductivos. En la mediana edad, la evolución, ha concluido con su plan, y te abandona a tu suerte. A tu caída parabólica, y ya desalmada y regida por la razón que te termina por convertir en un cínico al que sólo le queda el orgullo de ser. A ese estado último, si se llega ileso (rara vez), es al que en oriente se le llama de iluminado.
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