Lo que Es y lo que (a)Parece XX - La Verdad Individual Como Absoluta II


   De los escritos anteriores se deduce una doble dirección o contradicción a la hora de "crear" un ser humano. Por un lado cada humano es una interpretación única de dónde está el cursor en la barra horizontal deslizante, entre razón y emoción, y por otro lado habría otra barra en donde por un lado está la propia "verdad" emocional -mentalés solitario- y en el opuesto la capacidad de amoldarse a la sociedad -mentalés social y conciencia-. En esta segunda barra un psicópata es aquel que tiene el cursor en su propia "verdad emocional", para que se vea clara en un ejemplo dicha metáfora. Todo megalómano, todo dictador, todo psicópata, "impone" su verdad como la única, como la absoluta. Las dos barras coinciden en la medida que son sinónimos racionalidad y sociabilidad por un lado y en el lado contrario "verdad emocional" y emoción.

   Doy un salto en el proceso argumentativo, para tratar de explicar una dimensión que en Sartre es confusa o demasiado profunda, no sé. Qué es una novela, qué una narración. Cuando empiezo a leer todo es nuevo. Cada personaje se me presenta como humano. En algunos tipos de novelas, un tipo de narración, se basan en los héroes. Si nos remontamos al pasado más cercano al nacimiento de la palabra, la narración se produciría en la noche, acabando el día, en historias que o bien recordaban acontecimientos heroicos de ese día o historias de los grandes predecesores. Aquí hay que detenerse un momento en todo este proceso. Quizás cualquiera podía contar historias, pero por un proceso de juego evolutivo al final "ganaban" en audiencia y en interés las historias más deseadas, las más esperadas, eran aquellas, que hablaban de los héroes y sus grandes hitos. Esas grandes historias y grandes hechos, que posiblemente habían sido llevadas a cabo por humanos con ciertas características que los hacían parecer sobrehumanos. Hoy en día sigue ocurriendo, ahí tenemos el caso de Steve Jobs, si bien con ciertos matices sobre los que volveré más adelante. Todo esto, además, era posible por el hecho que provenimos del concepto de manada, del concepto de macho alfa. El macho alfa era aquel ser que después quedó perfilado como el de héroe.

   Algo que no tuvo en cuenta Sartre en su ontología fueron las ideas antropológicas. Su filosofía queda más asentada y reafirmada si se tiene en cuenta toda esta dimensión. El en-sí es el pasado, nuestro cuerpo, nuestro lugar en el mundo. Todo aquello que es denso, que nos hace ser. También el carácter que nos viene dado en el ADN, frente a la personalidad que es la suma del carácter y cómo se manifiesta y lo "construimos" con la razón, el prefrontal, el para-sí. El para-sí es lo que está falto, un hueco a rellenar, la Nada que define ese instante en donde el cerebro decide, donde se manifiesta la libertad en su hacer eterno. El humano se define como un ente que hace uso de utensilios, en donde estos se manifiestan como multi-signos: donde una misma cosa puede ser usada para muchas funciones. Todo externo a nosotros es objeto, ese objeto no se agota en una sola propiedad, sino en función de una finalidad. Ese todo estructurante en algunos casos ya son conceptos. Coger, por ejemplo, implica una serie de movimientos de una multitud de músculos y articulaciones. Pero si vemos una fruta el concepto de ese todo es "coger" la fruta. En ese sentido es por el que defiendo que 1. el concepto es una forma estructurante que es de las más básicas y primitivas y 2. que todo concepto no siempre implica ningún valor moral y su estructura es por lo tanto extramoral.

   Para Sartre lo único que escapa de ser "determinado" como objeto es el otro. Este se me presenta como una resistencia a ser "categorizado" o estructurado dentro de los parámetros que he explicado en el párrafo anterior sobre los objetos. Pero no un imposible de volverlo objeto, sino que se me presenta como una "resistencia". Dada esta doble dimensión del otro, para Sartre, guardamos o bien una relación sádica o masoquista con el otro. O tratamos de "capturar" su libertad o le entregamos la nuestra. En algunos escritos he dado una explicación antropológica -lógica-, a este proceso. Provenimos de ser manada, donde un líder o macho alfa tomaba el control. Este es un proceso emergente, en la medida que no puede haber "dos voces" o líderes dando órdenes que pueden ser contrarias. El propio cerebro "funciona" con este mismo signo. La paradoja del asno de Buridán es una muestra de este modo de proceder de los animales. Una sola voz es mejor que dos. Esta tiene que tomar el control y el resto de los individuos de la manada tienen que seguirle (lo mismo ocurre en el cerebro). La evolución provee de mejores genes a estos que son líderes por un lado, y por otro los anabolizantes y el sistema endocrino le hace ser más ágiles y fuertes , así como más inteligentes u ocurrentes. Este proceso, este individuo, genera más gasto de energía metabólica, con lo que queda "justificado" que sea el que más come y coja las mejores raciones. En este proceso vemos que inevitablemente hay una libertad que manda al resto en la manada, que a su vez se vuelven obedientes. Actitud activa y pasiva, sádica y masoquista. En la democracia sigue siendo lo mismo: otorgamos todo el poder a una sola persona (partido) y se produce el mismo proceso de mandar y obedecer. Nada ha cambiado. Todo en lo humano sigue el mismo signo: en el ejército, en las empresas, en las ciudades, en las organizaciones, en las instituciones, e incluso inevitablemente sucede en los regímenes comunistas, con lo cual queda en entredicho su signo.

   Sucede así que en una dimensión más mundana, para Sartre todo contacto con el otro es un típico duelo del Oeste, en donde uno y otro se miden con la mirada (o rehuirla, fundamento de algunas culturas), en donde vence aquel que sea más rápido en "sacar" su libertad. Que sea más astuto, más inteligente… o algún otro signo interno o externo que le dé un mejor estatus social. La mirada, en Sartre, es por lo tanto ese concepto o abstracción por el cual dos se miden para saber su posición jerárquica. El orgullo o la vergüenza las dos principales premisas de este juego. El otro se nos aparece con una doble posibilidad: se me aparece como una libertad y a la vez como una cosa. Pero su libertad, en tanto que la concibo desde mi propio "problema" o cógito, es un para-sí que se hace en-sí, se diluye en un hacer, en en-sí donde su libertad se me escapa. Esto es, la dimensión  del para-si la presuponemos en el otro, pero para mí no es. No la veo, no estoy dentro de su cabeza como para ver todo ese proceso por el cual existe un para-sí, en donde existe la duda. En ese sentido, en ese no-aparecérseme, su propia capacidad de libertad ya es Nada, es de densidad nula… no-es. Se me presenta como habiendo sido, como elección ya cerrada, creada, vuelta en-sí, cosa. La idea de querer captar el "nacimiento" de un hacer del otro, se resume en la típica frase de los enamorados de "¡dime en qué piensas!", puesto que su libertad no se manifiesta mas que cuando esta ya se ha realizado, como acto, que se ha vuelto en-sí, pasado.

   Es por esto que una narración funciona. Es por esta dimensión que es posible el héroe. Si vemos un documental en donde se vea operar esta idea en los animales nos percataremos mejor de lo que ocurre. Veremos ese tránsito en donde uno es multi-posibilidad, a esa otra dimensión donde el otro es denso en su hacer, al (a)parecérsenos como Ser solo Ser en-sí. Un macho alfa tiene la capacidad mental de ser casi pura determinación. Si nos detenemos más en este proceso deberemos tener en cuenta la doble dimensión de un estado de alarma. En este estado caben dos posibilidades: enfrentarse o huir. En el macho alfa esas posibilidades quedan anuladas a sólo una: enfrentarse. Todo su cerebro, todo su sistema endocrino, todo su cuerpo, le ha preparado, le ha determinado, para que sea así. El resto de los animales de la manada con más o menos determinación siguen sus pasos. ¿Qué ha sucedido en este proceso?, que el macho alfa es la determinación de la duda del resto. Hay una dinámica compleja en ese estadio: los betas son más decididos que el común de la manada. Estos no pueden ser menos que el alfa. Si el alfa es pura determinación, los betas lo secundan y así hacia abajo en la cadena jerárquica. Yo lo veo todos los días. Hace tiempo que echo de comer a unos gorriones desde mi ventana, al parque que está detrás. Al principio todos los gorriones se mostraban precavidos, sólo se acercaban cuando ya no me veían. Pero un día uno de los gorriones se lanzó a la comida en cuanto cayó al suelo. A partir de ese momento en cuanto uno lo hacía le seguían otros "valientes", hasta que al final se convirtió en la norma. Algunos días esos "osados" no deben de estar, y el sistema vuelve a su posición precavida.

   Un libro, una narración, no tiene "libertad". El final y cada uno de los pasos están escritos. De forma invariable se suceden los acontecimientos tal como están "programados", "predestinados". La narración sobre el héroe funciona, sus historias contadas funcionan, porque coinciden en la misma dimensión: los héroes en vida parecían actuar en la medida en la que la duda en sus cerebros no se vislumbraba. En la medida que parecían ser seres densos de sentido. Pétreos, rígidos, mentes construidas en piedra, en cuerpos forjados en hierro. Su narración parece coincidir con la misma firmeza que su propio acontecer en vida. Todo acto, todo golpe, toda estrategia operan en una dimensión donde el tiempo es nulo, donde el principio y el fin se perfilan en una unidad como un todo. Volvamos al asno de Buridán. Lo que nos asombra de ese acto banal de elegir uno de los montones de heno, es que en ningún momento duda. El asno es uno con la acción. El acto de estar a unos pasos e ir hasta uno de ellos y comer es un todo. Unidad: comer heno. Si hemos dicho que el humano toma al mundo como multidimensional, para el asno no existe tal dimensión. Su cerebro es unidad con "comer-heno". La acción está prefijada. El tiempo se colapsa en una nada que se vuelve puro hacer, pura acción.

   Vuelvo al Ser del para-sí. Este tiene la propiedad de "verificar" una decisión consensuada en el cerebro, pero eh ahí que tiene la capacidad de poner en duda esa decisión y de volverla a concebir (acierto en el verbo, hacer venir al mundo, nacer). O sea, lo dado por el cerebro se diluye y se pospone ante una nueva revisión. El tiempo "nace" con este (d)efecto  del Ser del para-sí. La acción ya no es un todo, se rompe la narrativa, la acción se fracciona en dos: pensar y hacer.

   Si el para-sí se nos presenta como aquella disrupción de la narrativa, donde esta queda fragmentada momentáneamente (15 letras, que suplicio) de sentido, y por otro lado tenemos la forma de operar del héroe, del macho alfa, del líder, nos encontramos de repente con un ser que es libertar -para-sí que envidia la densidad del Ser del en-sí, de lo dado, del pasado- y otro que es puro hacer. Aquí está la complicación de entender a Sartre, no sin toda una explicación lógica y antropológica. Sabemos que todo humano es libertad, lo es en la medida de las capacidades del prefrontal. Pero a un nivel ontológico el héroe parece escapar de esta dimensión: está fuera de lo humano. ¿Cómo es esto posible? Para Sartre el único ser que hace del Ser del para-sí como fundamento de todo, en tanto que siendo con la densidad y las capacidades del Ser del en-sí, es Dios. Esto es: nada en Dios es puesto en duda. Todo obedece a un plan. Todo el acontecer humano que está dimensionado en miles de miles de años, en dios es de una densidad nula, fuera del tiempo. En dios no existe la duda, sino el acto puro de crear sin fatiga y sin pausa una historia con la misma densidad y propiedad de una narración. Como ya escrita. Como predestinada. Esa es la tara de concebir a un Dios. Si existe la libertad no existe, puesto que si algo se puede cambiar, queda en manos de una "decisión" externa a Él y ya no tendría cabida en sus conocimientos y sus capacidades ilimitadas e omnipotentes. La libertad está (con)tenida en el hacer de Dios.

    Vuelvo al macho alfa. ¿Os imagináis un ataque de un macho alfa que de repente no sea secundado por nadie en la manada? Quedaría como un acto fallido, -recordemos qué es lo fallido en Sartre-. Como un fallo en el macho alfa. En este plano el todo que es una manada sigue los mismos parámetros que ocurren en un cerebro, con sus mismos límites y (d)efectos. Para que la acción de un macho alfa dé resultado, el macho alfa es el para-sí que simplemente reafirma una acción. O sea anula la naturaleza del para-sí al "atajar" entre la concepción de una idea y la acción. Le resta la duda y al hacerlo toda la manada es acción. Ahí tenemos que el macho alfa (re)cobra un aspecto del accionar en el mundo que tienen el resto de los animales, posiblemente por esto deificábamos a los animales. Si el humano es duda, o puesta en suspensión por la parte revisadora que es el prefrontal, de repente a través del macho alfa es uno (unidad) con el mundo. En esta medida el macho alfa tiene las mismas propiedades que son propias de Dios. Su acción no se puede desmigajar en un acto después de otro, en donde puede darse la libertad en tanto que duda que desbarata la densidad de toda la acción. Todo acto es denso y pétreo, y del principio ya se sigue un fin. El macho alfa en cada uno de sus segundos puede estar "habitado" por la esencia del para-sí, pero sólo en la medida que es el "constructor" de un en-sí, que se sigue en un proceso dividido por momentos. El para-sí tan sólo obedece a un principio y un fin pre-signados (resignados) e inmutables desde un momento de densidad cero. Es por esta capacidad que al macho alfa le siguiese la idea de los semi-dioses en nuestra historia. Dios tenía unas capacidades, una estructura densa y sin dudas, y algunos humanos tenían estas mismas capacidades.

   Volvamos a un plano más mundano. Dado que tenemos como patrón mental la existencia tanto de cómo ha de funcionar una manada o una acción en el mundo por un grupo de humanos, como la que ha de tener un macho alfa o líder, entonces cada acción humana es susceptible de estar contaminada de buscar al humano alfa. De buscar un líder o Ser para-sí que accione en el mundo y concadenadamente la de seguirle. Es en ese terreno, en donde si no se ha establecido ya una cadena de mando, una jerarquía, nace el conflicto de dos libertades que luchan por el mando. En donde se crea una dinámica de activo y pasivo, sádica y masoquista. Volvamos arriba y a las dos barras horizontales deslizantes. Un macho alfa lo era en la medida que sólo obedecía a su mentalés solitario, a una "orden" salvaje e instintiva que le nacía de las entrañas, y que ignoraba el papel del prefrontal -pues es duda- y que por lo tanto era pura emoción. Si queremos (a)parecer ante el otro como tomando las riendas de la situación, donde mi libertad no queda supeditada o anulada por el otro o a la del otro, entonces tenemos que estar lo más cercanos posibles a esa dimensión del alfa.

   La historia humana tiene como desarrollo de fondo todo este conflicto. Al principio no éramos más que como otras especies de animales de manada. Más tarde el macho alfa fue sustituido por aquel que tenía el poder, el cual era tomado como Dios o semi-dios. Cuando este concepto entró en crisis, dejamos a Dios en el cielo, con la idiosincrasia de que era este el que ponía un orden en la tierra designando un mandatario. Con las Revoluciones todo orden preestablecido y anterior, quedó en crisis y es donde empezó a emerger la meritocracia. La de ganarse esa posición por méritos propios. Somos hijos de esta sucesión y degradación del concepto del macho alfa. Del concepto de héroe al fin y al cabo. Hoy en día todos somos susceptibles de ser héroes, de tener esa densidad y tipo de entidad que escapa de lo humano. El héroe, en teoría, se ha "democratizado". En un principio el macho alfa era el héroe, luego Dios. En algún momento fue el guerrero, más tarde incluso el deportista o el gladiador, en la antigua Grecia y en Roma. Puede que mucho más tarde los fuera el monje, el susceptible de volverse Santo. Cuando ignoramos el anonimato impuesto por la iglesia, lo fueron los Artistas, con el Renacimiento. Con el tiempo lo fueron los inventores, los ingenieros, los promotores de los cambios de la Revolución Industrial. Más tarde o en paralelo despuntaron los músicos, los escritores, los poetas.  Con la llegada del siglo XX y el cine ese papel pasó a los actores y actrices, y sus directores. También al mundo de la moda. En la segunda mitad del siglo XX lo fue la música y sus cantantes y grupos… y el mundo de lo/as modelos. ¡Hoy en el siglo XXI hemos llegado a tal grado de degradación que ese papel lo han tomado los cocineros! Algo totalmente impronosticable. Fijarse que en los concursos sobre cocineros se sigue los mismos pasos iniciáticos que se deducen del "héroe de las mil caras" de Joseph Campbell. Hemos llenado el mundo de un concepto de héroe multifacético, donde este no puede o debe de ser unificado a un solo criterio conceptual, que se pueda tachar de primitivo o reduccionista (incluso de clasista, machista o etnocentrista… héroe formalizado a lo eufemístico, a lo políticamente correcto).

   Sea como fuere; como ya dijera Andy Warhol, todos podemos tener nuestros quince minutos de gloria. Todos podemos tomar el papel de héroes por un día. Pero hay que fijarse bien, detenerse en qué a que conlleva todo esto. Si lo que importa y la base de nuestra sociedad, es de forma masiva, la de tratar de llegar a ese status, entonces todos hemos de mover esas dos hipotéticas barras a la posición de "mis emociones como verdad" y "ser uno con la acción", de tal manera que la duda no exista, que la razón entre lo menos posible en juego. Ya no es cuestión de ser parte y considerarse como un engranaje. Mi pieza es importante, mi pieza, mi posición puede llegar a ser relevante. Todos mis actos tienen que ir en esa dirección. Lo que sale perjudicado de tal y estúpido plan, es que la totalidad, la manada, la sociedad, ya no importan. Ya no es hacia dónde va mi empresa, o hacia dónde va mi ciudad, mi cultura o mi país. Todo coge de repente una velocidad vertiginosa al hacer que cada uno de los engranajes se conciban a sí mismos bajo un punto de vista individual en donde la revisión, la razón y la duda no tienen que tener cabida. Donde los fines, ese destino que nos anteponemos, importen más que cada momento de la vida, en donde deberíamos de estar evaluando a cada paso. Con ese propósito todos los conceptos se reevalúan, todos se mueven de posición, todos siguen y han de hablar de este nuevo signo, de esta nueva "verdad". Somos uno con nuestra finalidad. Hemos de estar visualizando constantemente nuestra meta, nuestro éxito. Toda persona que imponga la duda, que te cuestione, es una persona tóxica. Cada éxito "local" no es un fracaso individual, sino un éxito por-venir. El encargado de una sección de un supermercado es su propio éxito. Camino que no se acaba y que ha de querer llegar a lo más alto. Una vez llegado a lo más alto, aún hay que competir por ser la mejor multinacional, la mejor cultura, el mejor país. Ese proyecto no se agota, cada mes se ha de haber superado alguna meta, haber alcanzado una mejor cota de mercado, una mejor posición internacional, haber llevado tu cultura a más y más países, ciudades, pueblos… ¿El resultado final? Todos lo conocemos. Lo psicopático se ha vuelto norma. Hay que "funcionar" en la vida de la forma más predatoria posible. Todos son medios para un fin. No importan las consecuencias, no importan los que caen en ese proceso ni cómo caen. Lo importante son las metas. Lo importante es validar mi apuesta primitiva y emocional como la que venza sobre el resto de las apuestas. Erijo a mi apuesta como único valor en el mundo, endiosándome en el proceso.

 Si se sigue paso a paso el proceso que he delineado, se concluye que no hacen faltan las ideas conspiratorias. Todo en la vida, a nivel general, es propenso a formar sistemas y en el proceso a crear estados emergentes. Una vez que se siguen unas premisas, que en este caso es el conflicto y la naturaleza de la libertad entre ser macho alfa y sus seguidores, si hacemos que esa premisa de ser macho alfa sea susceptible de que la tengamos todos, entonces emerge este nuevo estado en donde la meritocracia vence a cualquier pretensión de piedad, justicia y equidad. Del concepto meritocrático se deduce de forma lógica que el perdedor se lo ha "ganado" igualmente a pulso. En este proceso, al igual que se hace en la acción del héroe, al igual que lo hacemos con las acciones de Dios, se desvanece, desaparece, la casualidad. Dios no puede ser o puede tener en su seno la casualidad, (el "Dios no juega a los dados" del ateo Einstein). Él es causa primera y última de todo, la libertad no tiene cabida si en el proceso crea un cambio de su plan. De este mismo modo el héroe, el líder, tampoco tiene que estar "preñado" de la casualidad. Todos sus actos son unidad de Ser, causa y fin en una misma acción. Si una multinacional es líder, si Steve Jobs puede ser concebido tal como lo concibe Pan, es porque toda acción ha de estar exenta de duda, de casualidad, de algo que no tuviera un plan, un fin o un "destino".

   Volvemos dioses a casi cualquier humano, divinizamos en realidad a los conceptos a los que los simplificamos. Como nos incomoda -disonancia cognitiva- el que lo sabemos libres en vida, esperamos a que mueran para endiosarlos. Es en ese momento, a posteriori, en el que ya no existe la libertar, donde todo tiene la densidad del Ser del en-sí: es pétreo, macizo, sólido. Los volvemos estatuas, calles, edificios… porque a nivel ontológico tienen esa forma acabada e inamovible, que es digna de ser recordada, mantenida, admirada y reverenciada. Las universalizamos, como lo hemos hecho con la cruz y su simplificación de sacrificio y por lo tanto amor, y en la medida que con el tiempo sólo quedaran de ellas sus signos más visible y reduccionistas, que les "liberarán" de toda duda y falta de densidad que es la que tenían en vida.

   Con este nuevo estado emergente, en donde prima la verdad individual como absoluta, como lo divino, es donde nace el nuevo concepto de este ente como un nuevo leviatán, donde en su proceso de Ser, agota todos los recursos del planeta, esquiva la pérfida bala de la equidad y se olvida por completo de cualquier signo de piedad. No hay que buscar culpables, cabezas de turco que ahora estén en el poder, no hay conspiraciones. Todos somos culpables en cuanto asumimos que todos estos nuevos conceptos emergentes que campan a sus anchas en las mentes de los humanos, los asumimos como propios. Eres culpable al sonreír y ser servil al cliente como te lo pide la directiva de la empresa. Eres culpable en cuanto entras en la lógica del mercado al ir a su ritmo de cambios que te obliga a cambiar de ropa, de moda,  coche, de ordenador, de móvil, cada pocos meses. Eres culpable al ver programas de televisión donde uno alcanza sus 15 minutos de gloria. Eres culpable al denigrar el concepto de héroe, al de poder llegar a ser un simple cocinero. Eres culpable cuando veneras a un cantante, a un grupo un actor o actriz de por vida. Lo eres cuando te desgañitas en un concierto o en una charla al sentir que aquel que tienes delante es un nuevo profeta, una voz que sólo dice verdades. En la triada reduccionista del pastor, la oveja y el lobo; el peor concepto a asumir de entre los actuales, es el de hacernos creer que todos podemos llegar a ser pastores y que la oveja deja de existir. No eres antisistema si al final y lo que buscas con todas tus ansias es llegar a lo más alto del sistema. En fin, eres culpable si asumes de repente un todo, un mundo de valores, de nuevos paradigmas, de nuevos conceptos, sin filtrarlos por la razón, sin verificarlos, sin ponerlos en duda. No es culpable el macho alfa en llevarte a un plan suicida. Lo es tu signo, tu papel, si no lo pones en duda. Pero ¿realmente se puede poner en duda?, ¿no demuestra este artículo que está escrito en fuego, en nuestro núcleo más elemental? Aquí es donde cobra sentido el papel del lobo. Ese es el signo del rebelde, la duda es su cruz. La puesta en suspensión de todos los valores, del mundo del valor… tanto de las de las ovejas como las del pastor. De los dos se burla, a los dos "somete" en su fiereza al cuestionarlos. En ese estado, es el único que escapa a las facticidades del ser humano, pero no porque se salve, sino simplemente porque en su postura cínica y nihilista escapa de los planes de la condición humana (condición tiene más de negativo que de positivo, proviene de convenir, pero igualmente determina a condicionar, que proviene del indoeuropeo "deik", mostrar, (a)parecer, máscara y no naturaleza), escapa de las leyes connaturales de las esencias humanas… escapa de la condición humana del héroe. Escapa en fin, de los designios de Dios. Se vuelve así e inevitablemente en un héroe absurdo, de ese devenir absurdo que es la condición del ser humano.

   No hay que buscar soluciones morales o políticas a todo lo aquí planteado. El lobo se ríe tanto del pastor como de la oveja, aunque sienta cierta simpatía por estas últimas. El pastor echa la culpa de todo al lobo y sus ovejas le siguen. Nietzsche fue ese gran lobo, nihilista, que sistematizó la postura del lobo. Después vendrían las posturas posmodernistas y deconstructivistas. Todas estas teorías o tendencias lo único que han hecho ha sido correr las cortinas y dejar ver los engranajes en el mundo de Oz… ¡alguien lo tenía que hacer! Pero las reglas del juego, y el propio juego, no han cambiado. Lo que antes era el diablo o el mal, ahora es el nihilista o la persona tóxica. ¿Qué más da una denominación que otra?, el lobo vence porque al no cambiar nada eso le da la razón. ¡Y cuidado en pensar que el lobo es el único culpable!, este tan sólo es un simple espectador, encerrado en su madriguera, que ve con cierta complacencia evasiva, el eterno juego entre el pastor y las ovejas.

"No quiero pertenecer a la gente glamurosa. No quiero pertenecer a la gente hip-hop. No quiero pertenecer a nada de eso. No quiero pertenecer a la gente de la TV. No quiero ser punk. ¡Solamente quiero ser!" Iggy Pop

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