Lo que Es y lo que (a)Parece XXIV - Un Porqué del Dolor del Mundo


   Resulta que tenía ahí porqués, uniendo distintos conceptos, pero no los había sabido ver. Lo que ha terminado de darme la explicación es la noticia de que la introspección genera malestar por lo general, pues sin ese dato sólo contaba con mi propia experiencia, que quizás no sea la más adecuada para sacar conclusiones o generalidades.

   ¡Es simplemente porque la "naturaleza" del prefrontal es la de revisar!, el tener como núcleo la capacidad de comportarse como un control de errores. Fijaros en la tontería. La religión, sobre todo la judeo-cristiana (puede que sea general, de todas las religiones del mundo, sin ser su fundamento) se basa en el sentimiento de culpa. La cosa funciona así. Te dicen que eres "culpable" de algo, haces uso del prefrontal o conciencia y te das cuenta que esta tiene una carga negativa, que no puedes explicar, pero que te genera una mala sensación. ¿Resultado?, que tiene que ser cierto que eres culpable de algo. A esa culpa en vació, sin que parezca que haya un algo concreto de la propia experiencia individual, se le llamó en el legado judeo-cristiano "pecado original". Veamos el porqué de esto.

   Remito a distintos de mis escritos, que explican más detalladamente todo el proceso, por no repetirme demasiado. Aquí sólo resumiré todos los conceptos a unir. El cerebro son capas de abstracción, de complejidad en los análisis. Un animal no muy complejo tiene un sistema nervioso sensitivo y otro motor. A tal sensación le sigue una reacción motora. Así se inició el periplo de crear órganos sensores. En un principio los animales sólo "necesitaban" saber si estaban cerca del calor o la luminosidad del sol, cerca de la superficie del agua. Se tenían unos sensores de la luminiscencia, y se activaba al sistema motor para dirigir al animal allí. En un desarrollo lento, pero progresivo al final se llegó a los ojos. Son mecanismos de acción reacción. De estimulación (sistema nervioso sensor) y de reacción (sistema nervioso motor). Como apunté en el escrito anterior, un nivel de complejidad fue la de que hubiera células nerviosas de puente entre estos dos sistemas, para no tener una sola respuesta, si no varias posibles dependiendo de la situación. Son las interneuronas. Al final este sistema que todavía no era central, "obligo" a crearlo, hasta llegar a lo que hoy conocemos como cerebro. Un nivel de abstracción, en animales muy complejos, fue la capacidad de "insertar" en el sistema un control de errores. Las interneuronas dan varias vías de activación como para crear varias acciones distintas, pero sigue siendo un sistema "mecánico", algo como lo que ocurre con un termostato de un aire acondicionado. Si X temperatura fría, entonces activar calor; si X temperatura caliente, activar frío. Hoy sabemos que es muy distinto la temperatura con respecto a la "sensación térmica", darse cuenta que este concepto es bastante nuevo, al humano le cuesta llegar a cosas tan simples como esta. La sensación térmica tiene que ver con más cosas que con la temperatura, como el movimiento del aire, y la humedad. Un aire acondicionado moderno tiene implementados estos sensores: se le han añadido capas de abstracción, primero analizan la temperatura, y en un segundo proceso analizan la humedad. Pero sigue siendo un sistema mecánico, su algoritmo no es muy complejo.

   En esa necesidad de ir creando complejidad, abstracción del análisis de los problemas, se creó un sistema de detención de errores: ese es el papel del prefrontal por defecto. Es a esa capacidad de tener una perspectiva general de un problema a lo que se puede reducir a eso que llamamos conciencia. Se ha creado en el proceso una especularidad, un espacio en el cerebro que no es el problema, sino que lo "ve", en el que se crea una doblez, en tanto que no está imbuido en los entresijos del problema, sino que sólo lo contiene. En esa medida la conciencia sólo es "conciencia de", conciencia de un dolor, conciencia de una emoción propia, conciencia de tener que focalizar la atención a esto y no a aquello. Y fue así, en la medida que había sido creada para dar un último "visto bueno" a una "elección". En el escrito anterior ya he dicho que el cerebro sopesa un problema y es un tipo de consenso, donde distintas partes del cerebro que evalúan, entran en juego, dando como "solución" aquella que tiene una mayor activación (puntuación, mayor consenso), que viene dado por que ha "funcionado" otras veces, y eso ha creado un mayor o más profundo cauce a unas neuronas y sus conexiones. Este sistema sigue siendo, si se quiere, bastante mecánico, ya que depende de vivencias y acciones que han funcionado en el pasado o por lo menos que se han evaluado como posibles y "buenas" u óptimas. Un sistema de control es una mejor apuesta en la medida que reevalúa si es una buena elección, con ciertos parámetros más lógicos y con menos tendencia a los sesgos. El prefrontal tiene un tipo de neuronas, en huso, que son muy rápidas, lo que hace que su análisis o dar el visto bueno, se suela hacer sin alterar la velocidad. La corteza cerebral, donde se encuentran las interneuronas y sus conexiones a otras neuronas locales, están diseñadas por capas. Son como puertas lógicas, en las primeras capas, se supone, han de estar la lógica primaria (Y) y (O), si llueve (Y) voy a salir, entonces llevo el paraguas, (O) no salgo. En subsiguientes capas la lógica se ha de volver más compleja, incluyendo la negación, y otras conectivas lógicas. Cuando nos cuesta centrarnos en un problema complejo, tenemos que "obligar" a usar más cantidad de capas, lo cual genera un mayor gasto energético, con lo cual tendemos a ofuscarnos, ponernos nerviosos y nos es más fácil perder el hilo. Tira, la siempre perenne ley del mínimo esfuerzo, hacia atrás, creando malestar. La concentración está "castigada" en el cerebro, es una constante, se compensa con la motivación, por eso no nos gustan las tareas arduas que nos piden en clase o en los trabajos, pero es fácil que sí usemos esa profundidad en ciertos juegos y entretenimientos. Si nos damos cuenta todo este sistema del cerebro se puede parecer al de una fábrica o una oficina. El prefrontal o conciencia es el director general, el cual firma o da el visto bueno a los proyectos. La diferencia es que la conciencia no firma nada. Deniega, si no deniega es como dar el visto bueno: la acción sigue adelante. Por eso su comportamiento es más parecido a un control de errores.

   Este sistema lo tiene una gran mayoría de animales complejos, o se supone. La diferencia del ser humano, con respecto al resto, es que con la entrada en juego de un sistema complejo de lenguaje, todo este proceso cambió. Con el lenguaje podemos imaginar que hablamos, y a esa función es a lo que llamamos pensar o tomar conciencia. Ahí está lo que se me colaba, de lo que no me había percatado. Qué hace un sistema de control de errores si se analiza a sí mismo: sigue funcionando como lo que es, como sistema de detector de errores. Espejo delante de un espejo, es incapaz de no ser otra cosas que lo que es: un detector de errores, con lo cual cuando se hace una introspección, cuando uno se pone a pensar en sus cosas, en su vida… en sí mismo, en definitiva, se "concentra" o se percata más de todo aquello que está mal, pues no puede escapar de que para eso está hecho: para revisar los posibles errores, para detectar lo que está mal. De esa forma entra en bucle, o es reflejo reflejado sobre sí. Si analizo mi pasado, ese día en concreto, o una reunión, festejo o encuentro, va pasando escena por escena, momento por momento, y se detiene allí donde se ha fallado, donde algo se hizo mal o hay una sensación de algo que no termina de encajar. !Es simplemente porque es su naturaleza! Percibe el "error" y no lo deja pasar, se detiene en él, devuelve el proceso como "no válido" al cerebro en background, este se pone a dar "soluciones" o "salidas", pero el pasado pasado está, no hay cambios. El cerebro da posibles otras salidas que podían haber sido, que quizás hubieran sido más válidas; las envía al prefrontal, pero este no puede hacer ningún cambio, sino sólo generar o concentrarse en él, como ya dado, irresoluto, generando estrés al sistema y ansiedad. Activando en el cerebro nociceptores (receptores del dolor). El típico entumecimiento y dolor psíquico y mental, que puede llegar a ser más intenso que un dolor físico, ya que a diferencia del dolor físico, este no está sostenido por ninguna otra cosa que esa entrada en bucle del prefrontal, uno mismo, del que no se tiene salida, a no ser el dejar de pensar en ello. En otro lado puse de ejemplo la película "Algo en común" (Garden State, 2004). Toda la entrada en ciclo cerrado, trauma, del protagonista había sido por algo tan accidental como una puerta del lavavajillas que cerraba mal, y en la cual tropezó la madre, resultado por el cual se quedó paralítica.

   Aquí voy a echar mano de otro concepto que he usado una y otra vez. La "ley del esfuerzo transformado", esto es, cuanto más nos concentremos en escapar de algo, más energía estaremos poniendo en ese hecho, por lo cual es más fácil que se auto-cumpla. En el anterior escrito, al final, me percaté que viene a ser por ese mecanismo que explicaba de la forma de trabajar del cerebro: el cebado. Un típico ejemplo que siempre pongo, para que se entienda, es el efecto de ver una piedra en el camino, cuando estoy aprendiendo a montar en bicicleta, y que por más esfuerzo que haga para evitar la piedra, al final me la "trago". Tiene sentido bajo el concepto de cebado, o sea la ley del esfuerzo transformado no es un concepto vago y abstracto que no obedezca a una forma de operar del cerebro. Cuando veo la piedra, el cerebro baraja la posibilidad de tropezar con ella, o sea activa las neuronas motoras implicadas en ese proceso. Aquí ahora entra en juego el prefrontal, este se percata y "niega" esa activación: activa inhibidores de potenciación, pero el sistema motor tiene prefijado ya un cebado de ciertas neuronas, con lo que parece que todos los músculos se moviesen para ir hacia la piedra. De nuevo vuelve la acción al prefrontal, y este se centra en esa imagen de la bicicleta chocando, con lo cual más que desactivar, hace que se mantenga el cebado, ahora también porque el prefrontal sirve de espejo a la acción. Al final se termina por chocar con la piedra. De igual forma, cuando hacemos introspección, se entra en el mismo ciclo, se sigue la misma regla, se cumple la ley del esfuerzo trasformado: cuanto más "lucho" por quitar esa mala sensación, más neuronas se activan y más se crea el cebado de las neuronas implicadas. En su fatiga de reactivación generan y activan la noradrenalina, que es un sistema de alarma, con lo cual se entra en esa sensación de estado ansioso, agrandado con la impotencia de no poder salir de él. Si parece extraño y que sea algo que me "saco del sombrero", piénsese sino en lo que le ocurre a un tartamudo: es el prefrontal ciclado en un proceso para evitar la ley del esfuerzo transformado (de cebado cerebral), y no haciendo otra cosa que potenciarlo. Esta es la base de la timidez, igualmente el prefrontal en su caída irremediable en la ley del esfuerzo transformado. Todo este sistema funciona por retroalimentación, base del prefrontal (pensamiento que se piensa o que se sabe pensado, conciencia de sí, espejo delante de un espejo), si me ruborizo y/o tiemblo, me percato, tomo conciencia de estos procesos físicos, el prefrontal detecta un error, del que no tiene control y entra en ciclo, retroalimentando las neuronas implicadas, cebadas o activadas. Por lo general no se frenan: se potencian.

   Para terminar de completar el panorama hemos de tener en cuenta dos factores más: la "pregunta abierta" (1) y el estado de "insinosis". Ambos conceptos personales, no buscarlos en internet. "Pregunta abierta" se refiere a la cuestión de que el cerebro se centra en los problemas no solucionados. Se quedan enquistados en el cerebro, como preguntas a las que no se han respondido. Es como pedir a tu pareja que si se quiere casar contigo, y esta no te responde: estarás pendiente de la respuesta día y noche. Todo aquello que se ha quedado como "pregunta abierta", queda como tema pendiente en el cerebro. Los sueños son posibles contestaciones a un nivel simbólico. Pero no por ello te dan "soluciones", sólo son posibilidades barajadas. Bajo este aspecto es por lo que se dice que el cerebro siempre está haciendo "simulaciones" de la realidad, es una máquina de predictiva. Con insinosis me refiero a esas veces que el prefrontal ha detectado algo mal, en una acción del día a día (en su constante revisar y supervisar todo), pero que dado que la vida requiere ir a su ritmo, la dejamos sin haberla concluido, sin haberla cerrado, creando en el proceso una mala sensación de fondo. Insinosis es un estado de preguntas abiertas, que en su condición de esperar una respuesta, nos generan una mala sensación, en muchos casos a sabiendas de que no se podrán responder o resolver. ¿Me centro en lo negativo?, es que el cerebro trabaja así. No hay una "voz de alarma" en el cuerpo cuando todo está bien. Hay "voces de alarma" para el dolor, para el hambre, para la sed, cuando te orinas o tienes necesidad de hacer aguas mayores, etc. Todo lo que esté mal genera un malestar, una pregunta abierta a nivel físico. Fijarse que no hay nada que hacer cuando algo te ha picado y crea una sensación permanente de ser rascado, no tiene solución, y aun así el picor persiste. Lo mismo con el dolor en muchos casos: ya sabes que se ha producido una rotura, por ejemplo de una pierna y que no puedes andar, el cuerpo se podría "ahorrar" el dolor constante, pero no lo hace. De igual forma el prefrontal como sistema de detención de errores, debería de poder obviar aquello que no puede cambiar, pero no lo hace. En cuanto uno se queda solo y hace un poco de introspección se "vuelcan" sobre el prefrontal todos las preguntas abiertas y los estados de insinosis, generando irremediablemente una mala sensación, simplemente por el hecho de que es un sistema de detención de errores delante de sí mismo, no devolviendo otra cosa que los propios errores una y otra vez.

   No quiero alargarme. Daros cuenta que, posiblemente, haya dado con algo clave y no por ello se ha producido una catarsis, y ni el deseo de hacerme de oro con algún posible libro de autoayuda. Saber de todos estos mecanismos no suele servir de nada, al igual que no sirve de nada conocer que te ha picado un mosquito y te ha inyectado un irritante cutáneo. El picor es el picor. La naturaleza del "picor" mental obedece a la misma facticidad, a la misma fatídica naturaleza. Como he dicho arriba, la tenemos todos y nunca se ha encontrado una "solución". Como la tenemos todos nos encajaron ideas como la del pecado original. El rezo cristiano o los mantras funcionan, porque evitas pensar, evitas entrar en la introspección, evitas poner el espejo sobre el espejo, evitas que el prefrontal se ponga a sí mismo como revisador de errores ante un revisador de errores. Ciclo de sólo revisar y caer inevitablemente en las preguntas abiertas y los estados de insinosis. Ciclo de pensar y repensar una y mil veces lo mismo sin salida. La mayoría de las veces solo es un espejo delante de un espejo, de un detector de errores centrado en detectar errores: no hay salida posible si eso es pasado y no puede ser cambiado. El humano evita en la medida de lo posible la introspección, aunque en el proceso tenga que recurrir a las drogas, como lo hemos hecho durante toda su historia. Vivimos deprisa, tratamos de no estar solos, para evitar que el prefrontal no tenga otra cosa de que ocuparse, que no sea en las preguntas abiertas y los estados de insinosis. A veces es inevitable. Las religiones orientales siempre se centraron más en este problema, que en cualquier otro, como meta de encontrar la paz y la felicidad. Sus enseñanzas consisten en tener control en los propios pensamientos, en saberlos acallar, en no pensar y tener la capacidad de dejar la mente en blanco. La meditación como control de las entradas en ciclos cerrados del prefrontal. Hoy en día a esa salida oriental la llaman conciencia plena. Sea como fuere, yo no lucho contra nada de esto. Lo dejo estar. Fue un accidente de la evolución, y en mi caso me sirve para llegar a conclusiones como las del presente escrito. Hay que dejar rumiar al cerebro en su perdición, para que de vez en cuando te "regale" algún acierto. Mi sistema sólo consiste en tratar de controlar la insinosis. Si sabes que existe, la "aplacas". Si en cada situación sabes captar que ahí ha habido una mala sensación, y no dejas que se "acumule", como no siendo consciente de ella. La insinosis se "alimenta" de estados acumulados de los que ni siquiera has tomado consciencia, se alimenta de esa inconsciencia. Pero en ese proceso he creado un prefrontal supervigilante, que muy pocas veces vive el momento sin doblez, si mirarse mirando lo sentido, lo vivido. Ese es el estado de los preconcientes, su maldición.

(Hay unos paréntesis en donde hace falta un adjetivo que no "recupero" de mi cerebro... mi afasia nominal. Después de casi una semana "encontré" el concepto: máquina predictiva. Dejo este texto como ejemplo de cómo trabaja el cerebro, o por lo menos el mío.)

(1) Con cierto distingo, John Koenig ha llamado a este fenómeno "lachesism". La aparente inevitabilidad de caer en el desastre, cuando estás ante él. También expresado bajo otro aspecto, de que lo que nos da miedo al estar ante un abismo no es a caer, sino a desear caer, a tirarnos; que quizás tenga que ver algo con la frase de Nietzsche de "cuando miras largo tiempo al abismo, el abismo también termina mirando dentro de ti", o sea, "tropezamos" con esa naturaleza cíclica del prefrontal, que no sabe salir de los problemas y al final es él el que los causa. En una vuelta de tuerca a la frase del maestro nihilista, yo le digo al abismo: te miro para obligarte a que me mires.

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