Lo que Es y lo que (a)Parece XXVII - Desalmar al Mundo, la Náusea

  El presente escrito contiene demasiados puntos a unir; me hace falta mucho "pegamento", mucha pegajosidad neural.
  
   Un preliminar: sé que vadeo demasiado entre posturas opuestas, ora parece que digo algo, más tarde parezco defender la postura contraria. Soy anarco-primitivista. Bajo mi forma de pensar y sentir nunca debimos de abandonar la tribu, dejarla atrás. Por otro lado sé que la única salida posible es hacia la razón, una que aún sigue sin explorar; aquella que podría venir cuando nos "enfrentemos" a nuestros alter ego, que serán la máquinas con inteligencia artificial (IA). Lo que me desagrada sobre manera es este estar entre dos aguas. Ni se puede ser totalmente "irracional" o salvaje o con unos principios básicos y tabús de las tribus, ni hay nada de "razón" en el mundo. Hay o habría soluciones para todo si se tomasen vías totalmente racionales…, pero las tememos por parecernos inhumanas y Orwelianas. O sea es hipócrita y deshonesto que la gente se muera de hambre, que se suicide, cuando hay soluciones que aunque también producen muertes, por lo menos son porque las habríamos "escogido" y medido. Nos da horror elegirnos inhumanos, preferimos que suceda accidentalmente, lo cual no nos salva de caer en el mismo término. Eso tiene el nombre de mala fe, en la terminología sartriana. Ahí tenemos sin ir más lejos la superpoblación. Se habla de desertización, de demasiado ganado pastando, de demasiado suelo súper-explotado y de monocultivos, cuando todo obedece a un mismo problema: somos demasiada cantidad de humanos. Controla la superpoblación y todo vendrá por sí solo, ya no se requerirá tanto ganado, ni tantos terrenos, etc. Otra es que no tiene sentido que alguien nunca trabaje y otros tengan un trabajo fijo de por vida. Si no hay trabajo para todos, tendrían que turnarse para que de vez en cuando la gente estuviera en las dos situaciones: parado y trabajando. O nos divertimos todos o lloramos todos, el resto es retórica ilógica que mantiene al humano bajo la injusticia, bajo argumentos que ni son darwinistas, ni son nada, sino azarosidad de dónde se nace y de dónde encajen tus genes en una cultura dada. ¿Que una cultura y época propicia tus genes?, bien por ti, ¿qué no?, a fastidiarse.

   Por otro lado pudiera parecer que sermoneo, como si yo estuviera a salvo y fuera de todo "pecado" o culpa. Ni mucho menos. Sé de todas mis taras y fallos del pasado. Decir lo que está mal de mundo no me excluye de mis explicaciones. Por ejemplo, me quejo de elitismos, y yo mismo soy un elitista de mierda. No soy capaz de amar a la humanidad, no a Pan.

   Seguimos pensando que si algo no está en nuestro presente y urgente foco de atención, no tenemos porqué actuar. Dejamos que la vida nos arrastre: nos da miedo la libertad. Por otro lado está el sentido de la responsabilidad. Generar una muerte nos da pánico, sin darnos cuenta que la no-acción las genera y que en algunos casos una muerte vale más que cientos. Todas estas ideas están en el dilema, y sus variantes, del tranvía o a veces cambiado al del tren. Si estás cerca de un cambio de vías y en una de las vías hay cinco personas, que serán arrolladas por el tren, y otra de las vías una sola persona, ¿qué harías? Cambiarías el tren de vía para que atropellases sólo a una frente a cinco. La mayoría de las personas dicen que sí, que cambiarían de vía al tren. Pero, ¿y si  tuvieras que arrojar a una persona delante del tren para que se parase, antes de arroyar a las cinco que hay más adelante? La mayoría de la gente no lo haría. Parece un asesinato, cuando en el primer caso no lo parecía. A mí se me ocurre otro: Casandra y Hitler. Casandra es un personaje de la mitología griega que fue castigada y condenada por los dioses a ver el futuro, pero a la vez que nadie la creyese. Imaginemos a Casandra en el año 1910, un día cualquiera, fortuitamente, se encuentra con Hitler, antes de las dos guerras, antes de cualquier suceso, cuando aún era un pintor que quería entrar en la Academias de bellas Artes. Al rozarse con él de repente tiene la visión de todos los horrores que va a provocar durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué ha de hacer?, ¿matarlo?, no tiene otra opción, nadie le va a creer sobre lo que Hitler llegará a ser, como para tomar otras medidas. ¿Se puede, por lo tanto, llegar a la idea inocente que no tiene que haber ninguna muerte, que nadie ha de creerse con la capacidad de matar a otro ser humano?, que uno nunca ha de mancharse sus manos de sangre humana. En ese caso Casandra, de no hacer nada, sería copartícipe, cómplice, de los crímenes de Hitler. ¿Acaso no lo sería Dios, de existir?, ¿no lo es de todos los crímenes que sabe que sucedieron, suceden y sucederán? ¿No es el autor, puesto que lo comete una de sus creaciones? Las cosas son así de sencillas: no hay forma de que no haya muertes humanas provocadas por otros humanos. Si aceptamos esta realidad, como así le ocurriría a Casandra, todos somos cómplices y culpables, porque no podemos evitar nada. Somos responsables de todo, por el simple hecho de vivir, de aceptar la vida y sus "reglas" o facticidades. Todo esto tiene que ver y está relacionado, de forma indirecta con el presente escrito, y sacaré conclusiones al final.

   Con el concepto (verbo) de almar parece que he "encontrado" y simplificado el mundo. Quizás he simplificado demasiado, no lo sé. Si una idea, por infantil que parezca, "funciona", ¿por qué volverlo todo más complejo?, ¿por qué "buscar tres pies al gato"? Lo que vengo a decir, de fondo, es que una gran mayoría de animales con cerebros complejos "alman" al mundo, en su simplificación. La diferencia del humano con respecto a ellos, es que nosotros, por las capacidades del prefrontal, de la palabra, somos "capaces" de perder esa capacidad que en realidad es muy natural y consecuencia de la emergencia en los sistemas complejos y por lo tanto la evolución. O sea, es al revés de como siempre se ha creído que era, no somos los únicos con "alma", o esa capacidad de "almar", sino que somos la criatura, en la cual, esa propiedad se puede llegar a perder, ya sea a nivel individual o social. Vayamos por partes.

   Pensando sobre todo esto, de repente pensé en el concepto de náusea en Sartre. En un primer momento, por intuición o por pegajosidad neural temprana, la asocié a que era un ejemplo claro de qualia, pero después, desarrollando el tema conscientemente, me di cuenta que era lo inverso. La náusea es la predisposición que tiene el humano de perder la capacidad de almar al mundo, y por lo tanto así mismo y a la propia condición del ser humano. Voy demasiado deprisa, para el que no conozca la obra de Sartre. "La náusea" es la novela más valorada de Sartre, aquella por la cual se hizo famoso como para que la sociedad le prestara atención. En dicha novela trata de "mundanizar" conceptos complejos filosóficos, pues una de las metas de Sartre siempre fue el de tratar de acercar al ciudadano medio a los temas filosóficos, que fueran más accesible, a todo el público, a través de novelas, el teatro y el cine. Algunos autores coetáneos, entre ellos Camus, dijeron que no lo logró, que ciertos temas no podían o eran capaces de romper esa barrera ente razón o pensamiento complejo abstracto y pensamiento cotidiano. Es cierto que el concepto de náusea, una abstracción, no terminó de alcanzar su meta, pues si bien tuvo su momento, que se convirtió en un meme de éxito en su época, al final ha quedado relegado a uno entre otros fracasos de Sartre de "vulgarizar" ciertas ideas complejas.

   Pero quizás no era su momento, y quizás náusea no era el sustantivo adecuado (aunque también es un verbo en desuso). La novela, Sartre, la quería haber titulado melancolía (Melancholia, cambiada a petición del editor), concepto más acertado, por estar ligada indirectamente al concepto de angustia, muy propio del existencialismo, sobre todo de uno de sus predecesores: Kierkegaard. ¿Por qué "eligió" Sartre, entonces, tal concepto? Esto viene dado por un tránsito, o paso de ecuador, entre el estado "normal" humano, de almar al mundo, al de su pérdida. En tratar de explicar esa primera sensación o caída del sentido del mundo. No voy a detenerme demasiado en la novela, me la tendría que volver a leer y no me apetece releer, frente a leer cosas nuevas. Tampoco es demasiado importante el trama. Lo central es el proceso por el cual una persona "normal" empieza a tener atisbos de ese desalmar al mundo, hasta llegar un momento en el que pasa ese umbral o puerta. En el humano es importante los ritos de paso, un pasar un umbral o puerta en donde al traspasarla se llega a una situación nueva y distinta. Muchos de los umbrales que se pasan, consisten en la diferencia que existe entre saber, y saber que se sabe. O sea, entre que el cerebro en background trabaje con unos datos o saber, y que el prefrontal tome conciencia de ese saber, "emoción" o sensación. Es como un cambio de sistema operativo, o en el hombre de paradigma. En este caso este proceso es crucial, puesto que además lo implica, implica el papel del prefrontal en el cerebro, en su saber que sabe o que es consciente de un saber. Este tránsito nos lo anuncia Sartre ya en las primeras páginas: "Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, no como una certeza ordinaria, o una evidencia. Se instaló solapadamente poco a poco; yo me sentí algo raro, algo molesto, nada más. Una vez en su sitio, aquello no se movió…", y "se ha producido un cambio durante estas últimas semanas. ¿Pero dónde? Es un cambio abstracto que no se apoya en nada. ¿Soy yo quien ha cambiado? Si no soy yo, entonces es este cuarto, esta ciudad, esta naturaleza; hay que elegir." El proceso es lento pero inexorable. Empezó dudando de lo que veía, de cómo sentían las personas lo que sentían: "Es raro que un hombre sólo tenga ganas de reír", para al final dudar de todo y de sí mismo. El momento culminante se produce un miércoles (para saber el día habría que ir contando los días a partir de la primeras fechas de los escritos, Sartre se acomodó a no llevar las cuentas, me imagino, yo tampoco tengo ganas), a las seis de la tarde, pues en la novela usa el recurso de "manuscrito o diario encontrado" (igual al de cine de "metraje encontrado"). Todo ocurre al encontrase sentado en un parque, frente a un castaño:

   "…he comprendido todo lo que me sucedió desde el mes de enero. La Náusea no me ha abandonado y no creo que me abandone tan pronto; pero ya no la soporto, ya no es una enfermedad ni un acceso pasajero: soy yo.
Bueno, hace un rato estaba yo en el Jardín público. La raíz del castaño se hundía en la tierra, justo debajo de mi banco. Yo ya no recordaba que era una raíz. Las palabras se habían desvanecido, y con ellas la significación de las cosas, sus modos de empleo, las débiles marcas que los hombres han trazado en su superficie. Estaba sentado, un poco encorvado, baja la cabeza, solo frente a aquella masa negra y nudosa, enteramente bruta y que me daba miedo. Y entonces tuve esa iluminación."

   No voy a transcribir todo el relato, pues es preferible que se lea la novela al completo. Tan sólo voy a tratar de resumir con qué se encontró Roquentin, el personaje del escrito, y por lo tanto lo que nos quiere decir Sartre. El humano y la conciencia, es aquel(la) por la cual el sentido viene al mundo. En cualquier otro animal todo se reduce a sobrevivir y a reproducirse. La capacidad de almar al mundo, le viene a estos, desde fuera. Como ya dijera en el escrito anterior, en la evolución emergen conceptos como el de belleza (también funciones a nivel interno, como la respiración). Cada especie es un caso concreto de belleza que no conoce el concepto abstracto de belleza. Un ave puede hacer que esa belleza sea sonora, a través de cantos, y otra a través de su plumaje. Cuando un pájaro jardinero crea una de sus obras, no sabe de la belleza, actúa por instinto, pero dado que este se lo marca sus ADN individual, crea su propia versión individual de la belleza. Tampoco las hembras saben saber. Captan esa belleza y "escogen" a unos machos frente a otros. La finalidad de la belleza, de todos estos ritos y comportamientos, obedece a la reproducción, a escoger los mejores genes. Un error humano, que predice una gran cantidad de errores cognitivos de cómo hemos interpretado al mundo, es el sesgo a posteriori, en una de sus connotaciones: predecimos hechos pasados bajo reglas presentes de lo que vemos en la actualidad. Lo más fácil es pensar es que si existe algo como la belleza en la naturaleza, alguien la concibió, puesto que la belleza creada en nuestras obras las creamos nosotros, nuestras mentes, nuestra intención. Ese algo era un Ser como Dios. La belleza, a la que llegó la evolución, se "crea" sólo por prueba y error, validándose aquello que se reproduce en más cantidad, haciendo que el resto de apuestas se extingan. En todos los casos el que porte belleza (canto, plumaje, colorido) no es algo azaroso, sino que obedece a dos conceptos: que tiene unos buenos genes, y que en ese momento no tiene ninguna enfermedad. Detengámonos en algo como el color rojo, tiene dos componentes. 1. Dicho color se genera en el pelaje o el plumaje por ciertos componentes que son "caros" de producir, (de hecho la pintura roja es la más cara de comprar en las tiendas de pintura, puesto que sus componentes son los más caros y raros de encontrar en la naturaleza). 2. El portar rojo es llamar sobre sí la atención, sobre todo de los depredadores, luego ese individuo tiene que tener fuerza y agilidad para escapar. Bajo el sesgo a posteriori no se concibe ese paso a paso en todo el proceso. Vemos un ave como el del paraíso, y no logramos reducir a que fue debido a un proceso largo y lento, de miles de miles de años, el que le ha llevado hasta lo que es. Falsamente deducimos que la belleza siempre estuvo allí, y que por lo tanto obedecía a la intención de un Creador.

   El humano, antes de la conciencia unida a la palabra, era como cualquier otro animal, se atenía a ciertos parámetros evolutivos, los cuales no se los planteaba. Los vivía en primera persona, de forma inmanente. Aún hoy en día se supone que hemos de vivir la vida de esa misma manera. Hemos de ser un todo con la acción, sin que se produzca ninguna fisura. Ser feliz, básicamente, consiste en esa inocencia. Eso lo seguimos viendo en los niños: ellos son uno y un todo con sus acciones. Sin fisuras, sin dobleces, con inocencia. Se supone que la evolución de un individuo sigue los pasos de los procesos evolutivos de una especie, filogenia, y se supone que igualmente la evolución del cerebro. En algún momento evolutivo éramos como los niños: unidad con la realidad. La conciencia y la palabra mandó este principio al traste. Ya no soy simplemente actuando en el mundo, sino viéndome actuar en el mundo (capacidad de re-visar, ver dos veces, del prefrontal) creándose un escisión entre la realidad  y "un" yo. Lo que nos descubre Sartre en "La náusea" es ese proceso llevado a sus límites. O sea, la mayoría de las personas, con la edad, llegan a ese otro estado. En la medida que no se detienen en él lo sobrepasan o lo saben sobrellevar, pero se puede dar el caso en que uno se detenga en ese proceso, de tal manera que las cosas ya nunca vuelvan a ser las mismas. ¿Y qué se descubre en última instancia? Se descubre en un primer momento en dos procesos en paralelo. La vida tal cual, sin preservativo, sin fisuras, y la vida en tanto que se le suspende todos sus sentidos. O sea, ¿qué ocurre si me (re)planteo la belleza?, ¿la reduces a sus mínimos, a su "utilidad"? La belleza en la naturaleza es útil. Es un baremo o un dato entre otros de los que maneja la evolución para que "funcione" la sexualidad como principio rector de "lo mejor como más acto". Pero se supone que la belleza nos crea un estado o sensación que no debería de ser reducida a nada y mucho menos a datos o a una utilidad. La belleza y el arte como gratuito, tal como lo expresa la frase "el arte por el arte" (ars gratia artis), como fin en sí mismo. O sea, toda qualia puede estar impregnada de belleza en ese sentido abstracto. Si tengo una preferencia por un color es porque con ese color me identifico, porque me siento unido, pues me crea una sensación que me de alguna forma no definida me define, pero al que a la vez defino a través de mí. A la inversa con los colores que no nos gustan u odiamos. Ese color no es un color en el mundo, es un color que lo es en la medida que creo una conexión íntima y de "(co)pertenencia" con él. De alguna forma somos unidad. Pero todo esto son palabras, datos… lo que cuenta es la sensación, la emoción que se genera y que no debería de poder ser expresada o vuelta datos, que es lo que se le presupone a una qualia. Todo animal tiene qualia en ese sentido pleno, en tanto que su ser es inmanente con la acción y con la realidad, que lo es en la medida que está "impregnada" de la emoción o sensación percibida y vivida (vívida) por dicho animal individual, en concreto, sin abstracciones.

   Hay una larga escena en la náusea, en la que Sartre nos hace ver este divorcio. Roquentin se encuentra con Anny (una antigua amante) y esta le describe un momento romántico entre los dos:

   "-Pero lo que nunca supiste es que estaba sentada sobre unas ortigas; se me había levantado el vestido, tenía los muslos llenos de pinchazos y al menor movimiento, nuevos pinchazos. Bueno, allí no hubiera bastado el estoicismo. Tú no me turbabas nada, no sentía un deseo particular hacia tus labios; el beso que iba a darte era de una importancia mucho mayor, era un compromiso, un pacto. Entonces, ¿comprendes?, el dolor resultaba impertinente, no me era permitido pensar en mis muslos en un momento como aquél. No bastaba ocultar mi padecimiento; era preciso no padecerlo.
Me mira con orgullo, muy sorprendida aún por lo que hizo:
—Durante más de veinte minutos, todo el tiempo que insistías para conseguir ese beso que estaba decidida a darte, durante todo el tiempo en que me hice rogar —porque era preciso dártelo según los cánones— llegué a anestesiarme por completo. Dios sabe, sin embargo, que tengo la piel sensible: no sentí nada hasta que nos levantamos.
Es eso, exactamente eso. No hay aventuras, no hay momentos perfectos... hemos perdido las mismas ilusiones, hemos seguido los mismos caminos."

   Esperamos de la vida, de las cosas, de las personas, de las emociones…. que sean densas, verdaderas, perfectas. Pero siempre se cuela el prefrontal que analiza y desmigaja todo a porciones, a rodajas, y les perturba la densidad de ser, de sentir de forma pura, pues se cuelan fragmentos  y porciones de otras realidades que las enturbian. Esperamos agua, pura, cristalina e insípida y la realidad siempre es beber agua con barro, turbia, con sabores irreconocibles e indefinibles.  Así en esa escena, que podía ser la primera escena de un amor para toda la vida, a través de un primer beso, de un primer compromiso (por lo menos en aquella época), se enturbia por la fuerte sensación de esa ortiga, de ese prurito, que se solapa durante toda la acción. El concepto es el mismo que muestra en el fragmento sobre el dolor, en "el Ser y la Nada": "se sufre, y se sufre por no sufrir bastante. El sufrimiento del que hablamos no es jamás enteramente el que sentimos." En la náusea, en el mismo diálogo, lo vuelve a decir:

   "-Eso es. Yo creía que el odio, el amor o la muerte bajaban sobre nosotros como las lenguas de fuego del Viernes Santo. Creía que era posible resplandecer de odio o de muerte. ¡Qué error! Sí, realmente, pensaba que existía “el Odio”, que venía a posarse en la gente y a elevarla sobre sí misma. Naturalmente, sólo existo yo, yo que odio, yo que amo, Y entonces soy siempre la misma cosa, una pasta que se estira, se estira... y es siempre tan igual que uno se pregunta cómo se le ha ocurrido a la gente inventar nombres, hacer distinciones."

   No voy a repetir la naturaleza de dicha rotura, de dicho divorcio. Remito al escrito: "Acotando el concepto de valor en Sartre". Si el mundo ya no tiene densidad para el hombre, esto es dado por la naturaleza del prefrontal, zona en la cual las acciones en el mundo se reflejan, y en donde en esa división entre lo pensado (sentido, vivenciado) y su reflejo se crea una duplicidad de toda realidad y en este proceso nos sentimos distanciado por (la) Nada. El libro de la náusea nos anuncia el nacimiento de esa rotura. Donde de repente la existencia pierde toda emoción, la desalmamos, y aparece llana, y como puros datos desestructurados. No es cierto que se tenga que sentir una náusea, si acaso un vértigo, náusea tan sólo es un recurso literario que quizás Sartre no debería haber usado. De sentir algo es un entumecimiento neural, mental. Como si repente dejásemos de sentir la realidad como emocionada, almada, y pasásemos  a apreciarla como carente de contenido, dejándonos fríos. En la jerga psiquiátrica se llama anhedonia, la incapacidad de sentir emociones placenteras, de mostrar interés por las cosas, por la propia vida, y que es uno de los síntomas de diversos trastornos y enfermedades como la depresión, la personalidad esquizoide o el mal de Alzheimer.

   Bajo mi visión, actual, de la forma de comprender el mundo, las cosas son más sencillas. El alma es el cerebro vibrando, tratando de conectar todo con todo y en ese proceso conectándose con todo. Ese proceso es lo que es el cerebro, es pura pegajosidad neural que trata de buscar conexión entre cada dato que recibe, para conexionarlo con todos los datos posibles ya existentes en el cerebro. Démonos cuenta que de reducir a un mínimo el comportamiento de las neuronas, ladrillos del cerebro, es el de conexionarse con otras neuronas o fortalecer las uniones ya existentes. El mundo no es algo que esté ahí fuera, es algo que el cerebro indexa una y otra vez, y con cada cosa nueva, que para permanecer "vivo", para permanecer "recordado", indexado, no lo hace de otra forma que conexionándolo con todas las neuronas u otras partes del cerebro lo más posible, aunque caiga en la redundancia de "datos". El mundo, así, es una prolongación de mi cerebro, es mi cerebro volcado sobre el mundo, volviendo indiferente lo que es un afuera y un adentro. Bajo este aspecto es fácil deducir que todo animal ha de ser panteísta (en su versión más ambigua y sin el concepto de Dios: todo es unidad, todo es uno), y así lo fuimos nosotros hace ya tiempo. Mundo y mente son uno en la medida que el mundo sólo lo es mientras está siendo pensado (sentido, indexado) por una mente. Encerrado en una habitación, con un aislamiento completo de sonido y luz, el cerebro pierde esta conexión y literalmente se vuelve loco. Solemos pensar que el mundo deja de existir con la muerte, pero de hecho es a la inversa.

   Cuando leí sobre las qualias, a las pocas semanas tuve la intuición de que habrían de tener que ver con un comportamiento antiguo del cerebro, del que aún quedaban residuos: la sinestesia, la capacidad, o el error si se quiere, del cerebro de conectar y relacionar las sensaciones de los sentidos. Hoy en día hay persona que tienen muy arraigado este tipo de propiedad, y de esta forma asocian colores con olores, o números con colores, música con formas (me sucede a mí, explica en parte mi arte). El lenguaje humano es en gran medida sinestésico, como cuando decimos: "este asunto me huele mal", o "esa noticia es como una melodía para mis oídos", o "cuando veo tantos números me mareo" (sentido del equilibrio). Se sospecha que en tiempos muy remotos, o en una escala evolutiva "inferior", los sentidos estaban tratados por una misma parte del sistema nervioso, y poco a poco fue especializando zonas para cada uno de ellos. En ese proceso no dejó de ser importante la comunicación cercana de los sentidos, por lo cual siempre estaban activas estas vías entre ellos. Pero es más extensivo, ya que el miedo, que yo consideraría un sentido: el sentido de ponerse en tensión ante un posible peligro, igualmente entraba en juego, de tal manera que se asociaban colores con emociones. Por ejemplo hay una relación ancestral entre la noche y morir, puesto que muchos depredadores atacan en la oscuridad. La noche se asocia al negro y de ahí el rechazo que tenemos hacia este color. Cuando decimos que "hay algo oscuro en ti" estamos haciendo alusión, indirectamente, a aquella larga etapa del humano como cazadores-recolectores que vivieron atemorizados por las bestias de las noches. Una nueva teoría es la de la ideastesia, trata de "corregir" o de ampliar el concepto de sinestesia, ya que según su descripción, en muchos casos no tienen que ver los sentidos, sino el módulo semántico, o de la palabra. El caso de asociar números con colores es uno de los ejemplos, ya que los números o las propias palabras, no tienen que ver con los sentidos. Un caso evidente de ideastesia es uno de sus ejemplos más típicos: se le presenta a las personas un gráfico con dos figuras, una de ellas de formas redondeadas y otra con formas angulosas y picos, y se le pide que las asocien con los términos sin sentido de buba y kiki. Casi al 100%, para la gente, buba es la forma redondeada y kiki la angulosa. BoobaKikiEsto demuestra que el lenguaje debió de nacer de onomatopeyas, que debían de tener relación con la emergencia del mensaje, y se fue desarrollando a partir de ahí. En monos y simios hoy en día se ve este comportamiento. Para peligros muy directos usan la vocal i, que es más chirriante y apremiante, mientras que para peligros menos directos usan la vocal u. Se suele recurrir a repetirla una y otra vez, no en mantenerla sonando. Incluso de eso nos quedan huellas, pues muchas veces repetimos las cosas dos o tres veces (frase o palabra), como para darle más importancia a un asunto o a un concepto. Sea como fuere, tanto en la sinestesia como en la ideastesia, se siguen las misma reglas que yo defiendo, la capacidad de unir todo con todo, almarlos (a(r)marlos) o pegajosidad neural. Cada cerebro, diseñado primero por el ADN, y segundo por el entorno y lo que va conociendo, crea sus propias conexiones, que le crean sus propias e individuales qualias. Su propia unicidad de dar un alma al mundo, su propia y diferenciada alma.

   De nuevo, como ya hiciera con el amor, esta conectividad emoción-cerebral seguramente pueda ser reducida a una molécula, a un neurotransmisor, posiblemente a la dopamina. No logramos simplificar el mundo mental por no reducirlo a sus mínimos. Porque nos negamos a ser esa reducción. La dopamina "trabaja" por umbrales. Su umbral máximo, de forma natural, es el orgasmo. Pero todo esto se desbarata cuando se recurre a drogas. Quien haya probado la heroína, su umbral ya no podrá ser el orgasmo: "piensa en tu mejor orgasmo, multiplícalo por mil, y aún estarás lejos", decía Renton en la mítica "Trainspotting". El mecanismo se parece mucho al flotador de las cisternas de los inodoros. Si se abre para inspeccionarlo, hay un tornillo que hace que suba o baje el flotador, de tal manera que se va a llenar más o menos de agua la cisterna. De esta misma forma la mayoría de las drogas, e incluso de las emociones placenteras, crean habituación: se tiene que recurrir a mayores dosis para volver a sentir lo mismo que la primera vez. Si se recuerda de otros escritos anteriores, el cerebro, la neurona, operan bajo tres procesos 1. la habituación, por la cual dejamos de sentir como ruido el vivir cerca de un aeropuerto, por ejemplo; 2. el (maldito) condicionamiento clásico, por el cual asociamos cosas que no tienen porqué estar relacionadas (el condicionamiento de Pavlov del perro, la campana y la salivación), y 3. la sensibilización. Algo nuevo nos produce sensibilización, una emoción nueva, un análisis y capacidad de conexionarlo a un todo cerebral, de almarlo. Por lo tanto ese estado de anhedonia se asemeja un estado permanente de habituación, en donde los estímulos no nos crean ninguna capacidad de prestarles atención. El "todo se parece a la copia de una copia, de otra copia…" de anestesiado y entumecido protagonista de "El club de la lucha". (1)
"En el centro de la enfermedad de la psiquis hay una enfermedad del espíritu." William Barrett, parafraseando a Kierkegaard
   Vuelvo a la náusea. Lo que Sartre nos quiere mostrar, bajo mi lenguaje, es el mundo desalmado de las emociones, de la capacidad que tiene el cerebro para conexionar todo. De esta manera, sin su alma, el mundo se nos aparece como puros datos desintegrados, en donde la existencia, la vida, flota sobre ellos, sin tocarlos, sin palparlos. Se llega a un plano en donde se planea por encima de las cosas sin alcanzarlas y sin que te alcancen. En última instancia a lo que quiere llegar, es que si es el hombre el que da sentido al mundo, entonces si se pone en suspensión esta capacidad, todo el mundo, la vida, carece de sentido. Lo resume en la frase: "todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad", en la náusea, pero que a la vez hace referencia a una de sus reducciones existenciales: "¿por qué hay algo en vez de nada?". Sartre es ateo, no se pregunta por un inicio y por un final de todo. Sin estas preguntas, la única válida, la que se hace el ateo, es esa que remite al absurdo de la existencia en sí al completo, del por qué hay algo en vez de nada.

   Lo que en última instancia nos plantea la náusea, el existencialismo, es ese vivir desconectado de la realidad, que puede ser reducido a anhedonia, a un neurotransmisor, pero que si se piensa bien está rodeado de una periferia que hay que tener muy en cuenta. Cuando el humano se encontró con las capacidades del prefrontal, se creó un desconexión con su inocencia primera, esa que hayamos en los niños, esa desconexión que se plasma en un acto como morder de la manzana del árbol del conocimiento. La conciencia es abismo, es rotura, es duplicidad, es lo opaco de lo transparentes que deberían de ser la emociones en sus estados puros. A ese estado siempre se le llamó melancolía, nacida de la angustia existencial, del prefrontal reduciendo el mundo a puros datos desestructurados. No puede ser, ni debería ser, reducido a lo que se conoce como depresión, si acaso a realismo depresivo. El humano era una conexión mágica con el mundo, del que su residuo es el pensamiento mágico, que se ve de forma original en los niños. El prefrontal, como razón, como revisor de todo y que por ello crea un divorcio con el mundo emocional, que lo cuestiona, es una rotura con todo ese mundo simbólico. Es por lo tanto una rotura simbólica con la realidad.(2) Puede tratarse la depresión clínica, pero eso no le devolverá al paciente un sentido del mundo. Si este muere, si se produce esta muerte simbólica del alma, raramente se recupera.

   Con esto retomo las cuestiones pendientes del principio del escrito. ¿Cómo salir de esa muerte del alma del mundo? Sartre, el existencialismo, el Sísifo de Camus, apuestan por salidas oblicuas. Para Sartre cada hombre no lo es en lo abstracto, sino en lo concreto.(3) Hay que afrontar los problemas de la sociedad y época en la que se han nacido, a través del compromiso. A eso se dedicó Sartre durante toda su vida. A vivir para acertar algunas veces, comprendiendo que se equivocaba en otras tantas. En el fondo por lo que más se le recuerda es por todo sus errores, como su apoyo a Mao y los desmanes de su dictadura. Bajo mi punto de vista, esa salida no me parece acorde a su forma de pensar y de sentir el mundo. Si el mundo es alma y este se puede desalmar, si se llega a un estado en el que cuestionas toda emoción, toda legitimidad de conexión con el exterior, entonces ya no eres inmanente con la realidad, sino un eterno observador que vive las cosas siempre ha distancia. Los niños viven el mundo en primera persona; los adultos, cuando les nace la conciencia (4) viven en dos planos la realidad. Si fuera de otra forma no sería posible ser actor: simular ser otra persona, en algunos casos opuesta a la propia. Pero las variables son infinitas, hay personas que nunca les puede el prefrontal y otras que hacen de esta parte del cerebro el protagonista de toda su "tragedia". A veces uno es feliz porque nunca se lo ha planteado. La mayoría de las personas, si viven acomodadas y sin grandes problemas, nunca se encuentran con ese otro estado hasta que alguna tragedia les alcanza. De cualquier forma la vida sigue la traza de una parábola, con la edad pierde su fuerza de ascensión y poco a poco llega hasta un culmen desde el cual sólo queda la caída de la forma geométrica. La mayoría de las veces ese punto alto es el periodo de la crisis de la mediana edad. De forma extraña ahora se observa en Tom Cruise, el cual parece haber perdido, en sus últimos años y películas, ese brillo de inocencia y fuerza que antes tenía y se percibía con facilidad. Otro ejemplo claro, y español, es Paco León, el cual hace unos días publicó: "Días en los que levantar la cabeza de la almohada supone un esfuerzo titánico. Días en que cuesta seguir como si nada. Haciendo ver que todo va bien. Días en los que ni siquiera las orejitas de conejo te animan. espero que pase pronto".

   Se sabe que el contacto con la naturaleza, con grandes paisajes, "devuelve" al cerebro a ese estado primigenio de comunicación con un todo. Paradójicamente el cerebro ha disminuido en tamaño sobre un 10% en los últimos 5.000 años. Ese es el coste de haber salido de la naturaleza, pues se requiere de más procesos y de más conectividad al ser un cazador-recolector. Antes luchábamos contra la naturaleza, contra los animales… hoy luchamos contra nosotros mismos, contra la burocracia, contra las retorcidas reglas del sistema. No las solemos entender, nos dejamos hacer por otros, por profesionales. Casi siempre salimos perdiendo, pues no depende de nuestro cerebro y nuestras habilidades, como sí sucedía en la prehistoria. Depende de muchos factores, entre ellos la motivación. A mí no me motiva luchar contra el sistema. No quiero entrar en su lógica. Me resulta frustrante y penoso… me siento un miserable (en su cuarta y quinta acepción: insignificante o sin importancia, desdichado, abatido o infeliz). Eso va matando el alma, la inocencia, la motivación. Sólo queda un lenguaje en el mundo: el capitalista, el del valor. El de tener más seguidores, más lectores, más y más de lo que sea.(5) No se puede ser no-capitalista y triunfar en la sociedad actual. Es una contradicción. Ni siquiera se puede vivir o sobrevivir, en la mayoría de los casos, si no es entrando y luchando bajo su lógica y sus reglas. Fortaleciendo y manteniendo al sistema, en el que no crees. Así avanza el hombre en la historia, alentando pasivamente posiciones equivocadas una y otra vez.(6) Una vez que entramos por una puerta, una vez que seguimos un pasillo del laberinto, ya no hay marcha atrás. Llegará un momento en el que se nos cerrarán todas las puertas y nos toparemos contra un muro que ya no se pueda derribar, encerrados en un callejón sin salida. Porque esa parábola que hace el individuo también es válida para la historia. Cada cultura, cada continente tiene una edad o está en algún lugar de esa parábola. Se habla de Europa, como el viejo continente. Lo mismo vale para su edad, y lugar en la parábola. En Europa es donde han nacido todos los nihilismos y conceptos de la postmodernidad. Nietzsche, y la muerte de Dios, el existencialismo y finalmente el postmodernismo. El fin de la historia, Sísifo enfrentado a su piedra, a su esfuerzo, sin ningún sentido último, sin motivación, sin finalidad. Hoy más que nunca cobra su ticket Sartre en su frase de "todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad". Fijarse que Norteamérica está en otra edad, que aunque nació de la misma parábola que Europa, siguió su propia curva, con resultados distintos; y fijarse que por ejemplo Sudamérica tiene un espíritu más joven y aún abriga esperanzas, aun viviendo en el mismo caldo del actual postmodernismo no se alimenta de las mismas ideas que España, aun compartiendo el idioma, por esta razón: están en distinta edad, en distinta parte de la parábola. Cada cultura, nación y continente tiene su propia parábola y está en una parte de la parábola distinta: más lejos o más cerca de esa fatal curva en la que al final sólo queda la caída.

   Uno de los libros existencialistas -o del que se apropiaron como "suyo"- más célebres es "¿Acaso no matan a los caballos?" de Horace McCoy, del que se hizo la película "Danzad, danzad, malditos". Es una metáfora sobre el mundo humano, donde todo se reduce a ganar (simbolizado en los concursos de baile durante la gran depresión, en donde ganaba la última pareja que quedara en pie), perdiendo toda la energía en el proceso. ¿Y qué le ocurre a los que no ganaban?, terminan agotados, sin recompensa y sin fuerza ni motivación para volver a empezar una nueva odisea, un volver a subir la piedra en Sísifo. En el libro, y la película, a eso se enfrenta el protagonista, al final, cuando su pareja le pide que la mate… pues ¿acaso no se considera más humano matar al caballo que ya no puede volver a andar? Esa es la lógica a la que tiene que llegar el humano. Hay que reducir y llevar al absurdo todo, para tratar de extender el concepto de humano más allá del valor. O me das un valor por el simple hecho de ser humano, o si me consideras un perdedor, alguien que ya no quiere luchar contra el hombre y el sistema, y ni tiene fuerzas para ello, ten el valor de matarme. No tengas la mala fe que mostramos en la paradoja del tranvía. No me metas en la encerrona de que lo tenga que hacer yo mismo. En definitiva si el mundo no me a(l)ma, yo no lo puedo a(l)mar a mi vez… y si se muere en uno la capacidad de a(l)mar al mundo, ya no se es humano, se es otra cosa, pero no aquello que reconocemos y queremos como humano.


(1) Aunque reduzca ciertas propiedades del cerebro a un solo neurotransmisor, tengo en cuenta que estos siempre están interactuando con otros, a la vez que otros interactúan con él. El orgasmo es algo muy complejo en el que a la vez interviene la oxitocina. En el cerebro hay neurotransmisores activadores e inhibidores, la dopamina es del primer tipo. La depresión se trata a través de la recaptación de la serotonina, un inhibidor, pero no está claro que sea su neurotransmisor precursor. Quizás actúe en la medida que el individuo no se ancle en sus pensamientos mórbidos, dolorosos y negativos, los inhiba, y por lo tanto empiece a tener un mayor protagonismo la dopamina. Ahora se apunta a que el principal neurotransmisor que "provoca" la depresión es la acetilcolina, pues interviene en la creación de memoria, y en la recompensa. La nicotina "emula" las funciones que hace la acetilcolina en el cerebro. Todas las drogas suelen hacer esta misma "operación" al asemejarse químicamente a algún neurotransmisor. El sistema nervioso tiene receptores cannabinoides, en los que opera con facilidad el cannabis, la marihuana. ¡Somos química!
(2) Hay dos posibles "curas", por medio de la sicología cognitiva, que es de una racionalización total. O la simbólica, por la que apuestan personas como Jodorowsky. En alguien racional no "funcionará" lo simbólico y a la inversa.
(3) En el escrito anterior decía que el humano trataba de romper la barrera de la individualización de las qualias a través de acordar un lenguaje común. Esa capacidad creo los conceptos abstractos, aquellos que reducían a puntos en común todas las qualias individuales. Lo concreto es tal o cual individuo con sus propias qualias. En la serie Veep hace un chiste de esta diferenciación: "No es acnés por estrés, es un grano que me ha salido por el estrés"; en otra serie "Schitts Creek" y de otra forma: "…tan sólo los solterones de más de 40 años y mi primo, que es solterón y de más de 40". Es una señal del postmodernismo ese poner en jaque las abstracciones. Así Hemingway dijo: "Las palabras abstractas como gloria, honor, coraje o respeto eran obscenas al lado de los nombres concretos de las aldeas, o de los números de las calles, de los nombres de los ríos, de los números de los regimientos y de las fechas. En "El club de la lucha" sucede otro tanto cuando al morir uno de sus "afiliados" se volvió concreto y con un nombre propio. William Barrett nos recuerda que: "Estamos tan acostumbrados al hecho que lo olvidamos, o no advertimos que el hombre actual vive en un nivel de abstracción muy superior al que era propio del hombre de antaño."
(4) Se reconecta el prefrontal con el resto del cerebro, mielinizando sus axones. Eso ocurre sobre los 18 años, y aún hay que esperar unos años para que el cerebro se adapte a esa nueva situación.
(5) Sé que voy contracorriente, soy un "autista" conceptual, escribo cosas pesimistas, abstrusas, complejas y largas, cuando lo que más se solicita y tiene éxito son vídeos en YouTube. Me resisto en entrar ahí. Aunque quizás lo haga en un proyecto que no puede ser de otra forma que con vídeos.
(6) Voy a tratar un tema sucio, lo siento, pero es el mejor y más claro ejemplo. La pornografía. ¿Alguien quería que llegase hasta donde está llegado?, quizás unos pocos, pero no creo que la mayoría. Hay brutalidad, fealdad, desgarros, abusos, violaciones y mil términos más que no quiero escribir para que no me indexe google con ellos. Ya no hay preliminares, ya no hay historia, narrativa, sólo sexo. Ya casi no se hace uso de la insinuación, de lo indirecto. Todo es claro y directo, rayano. En la pornografía oriental aún va quedando algo, pero se van dejando dominar por la pornografía occidental. Otro caso es las cámaras web, como en los sitios donde están hospedados los colocan por orden de más visitados, aquellas cámaras que sean más explicitas son las primeras, de esta manera han entrado en esa carrera, y ya muestran todo, sin que se pague nada, por el solo hecho de estar en los primeros puestos. De nuevo las reglas de la evolución y nada de la razón.
(7) El gráfico de cabecera hace referencia a Roger Waters, y su canción "comfortably numb", incluida en The Wall, cuando aún estaba en Pink Floyd. Este autor ha pasado por todo ese proceso de desalmar al mundo: infancia dura, divorcios, entrar en las drogas... La canción describe ese estado de desconexión o trastorno de despersonalización. (Cambiado link del vídeo. No me gustaba la traducción y prefería la versión de la película. Llevo todo un día buscando un versión decente, que además no tuviese pegados los subtítulos. La traducción es mía, para traducir no hay que ser literal, sino tratar de entender qué quiere decir el autor. En muchos casos frases hechas y buscar su equivalente a nuestro idioma. Después el título, y estribillo, a veces lo traducen por adormecido, insensible y cosas similares, prefiero entumecido. No entiendo YouTube ni a tiros, encuentro muchas cosas que infringen el copyright, pero a mí casi siempre me bloquean las cosas. A ver si dura esta, sino pondré un enlace de descarga.)

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