Nihilismo y Razón
Ya estoy bien. Tanto para que esta noche no haya dormido y sean casi las nueve de la mañana del día siguiente. Ahora estoy con el truco de tratar de mantenerme despierto para que me entre sueño. ¡Que paradoja!, estar “malo” y dormir mucho o sano y que se manifieste el insomnio.
Terminando de leer “El nihilismo” de Franco Volpi (compartido escritos atrás), dice que la tendencia hacia el nihilismo es la conclusión del fallo y el fracaso del ser humano de haber tratado de basarse y llegar a la razón. Siendo así, ¿por qué seguir luchando?, hay que rendirse a la evidencia de que la razón es un imposible. Somos seres emocionales, seres altamente individualizados…, más cuanta mayor sea la complejidad social. Así Beck ha llegado a decir: “en el mundo gobernado por la ciencia y la técnica, la eficacia de los imperativos morales parece igual a la de los frenos de bicicleta instalados en un Jumbo Jet.” Vatimo dice que aún seguimos ofreciendo algo de resistencia, que no terminamos de asumir que sólo es posible el nihilismo. Jünger y Heidegger nos dijeron que “quien no ha experimentado sobre sí el enorme poder de la nada y no ha sufrido su tentación conoce muy poco nuestra época”, y Nicolás Gómez Dávila que “la máquina moderna es más compleja cada día, y el hombre moderno cada día más elemental”. Sólo hay que ver lo burdo del humor de los YouTuber (pero humor al fin y al cabo).
También de Nicolás Gómez Dávila es la frase de… “Aun sabiendo que todo perece, debemos construir en granito nuestras moradas de una noche.” De igual forma, aunque cada vez seamos seres más fragmentados y atravesados por el devenir, construimos en granito nuestro “yo” pasajero y efímero, porque ante todo ha de imponerse nuestro deseo de erigirnos como marmoleas identidades graníticas ante los otros, que ya que no para nosotros mismos, que por lo menos dejen alguna huella en los demás.
Si ya no hay imperativos morales válidos, sólo nos quedarán las leyes, y como estas tampoco las tenemos demasiado presentes, nos pondrán vallas por todos los lados para decirnos qué y que no se puede hacer. Como eso aún sea poco, se las arreglarán para que cada vez haya más cámaras en las calles. Eso sí, por dentro se podrá ser todo lo inmoral que uno quiera. La libertad humana siempre ha sido “de puertas para adentro”, pues en el exterior todos son cadenas.

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