Mindfulness for Dummies (Atención Plena para Torpes)



Trauma significa fundamentalmente una desconexión de uno mismo.❞  Gabor Maté
Cada vida es un punto de vista sobre el universo.Ortega y Gasset


Si has llegado hasta esta página buscando lo que dice el título, este escrito no es para ti. Sólo es el desarrollo de los escritos previos (y dos) y para las personas que puedan estar siguiéndome en mis divagaciones.

¿Habéis resuelto cómo no ser fachas ante los fachas?, no odiar a los odiadores. Si lo habéis conseguido se os puede catalogar de maestros de la atención plena. ¡Es broma!, pero esta idea tiene su porqué. Tengo muchos puntos que tratar, no sé por dónde empezar. En una entrada previa hablo de que el humano “cree”, piensa, siente, que su identidad es ese agente que emerge como voz interior. Lo trato de desmentir, pero quizás de una forma no muy rigurosa y sistemática. Quizás apelo a la fe de las personas, a que traten de inquirir sobre sus propias intuiciones. Digo por el contrario que la identidad, lo que somos, es todo el cuerpo, bajo la teoría de la cognición incorporada encarnada. Se capta en cosas sencillas como saber de forma intuitiva que cuando orinamos aún la vejiga no se ha vaciado, o la facilidad con que la mano va a la zona concreta donde nos pica para rascarse. ¡Esta teoría de fondo es parte de la atención plena sin que ellos lo sepan! ¿Cómo? El mindfulness se basa sobre todo y en primer lugar en la meditación sobre la propia respiración u otra parte del cuerpo. ¿Qué se hace en esa situación si no alentar el hacer que nos olvidemos del “engaño” de que somos exclusivamente esa voz interior?, haciéndonos ver de paso que somos nuestro cuerpo al completo. En ese sentido es una “descentralización” de qué tomamos como ser o ente con respecto a nosotros mismos como individuos o a nivel subjetivo. En otro de sus aspectos el mindfulness se ocupa en tratar de distanciarse de la rumia. Este proceso se da por medio de la red de modo predeterminado, cuando dejamos de centrarnos en algo en concreto de la vida, o sea, cuando estamos ociosos… ¡aburridos! (mente errante). Esto es tan viejo como la propia humanidad, y de este proceso salen ideas tan arcanas como que el que emerge en nuestra conciencia es el diablo —en las religiones cristianas—  (“la mente ociosa es el taller del diablo”, “‘mente vacía, taller del diablo”, y frases y construcciones similares,  la ética del trabajo entre los protestantes se basa en “huir” de tales estados y “tentaciones”).

Si uno se toma en serio, tratado en el escrito previo, da más importancia a tal parte “ociosa” y rumiante del cerebro. Veamos más minuciosamente a qué me refiero. En psicología y psiquiatría dividen las enfermedades y los trastornos entre aquellos en los que el paciente se sabe enfermo y con X mal o síntoma, frente aquellos que no tienen esta apreciación. O sea, un psicótico vive sus vivencias como reales, no como algo extraño que le esté pasando. O en otro caso, en aquellos que sienten que una voz les habla desde el interior, hay pacientes que reconocen que algo va mal a nivel del cerebro, y los hay que creen que les habla Dios, el diablo, etcétera, voces que le conminan a hacer ciertas cosas. Fijarse a que todo puede reducirse a tomarse en serio a sí mismos o no. A tal capacidad se llama en psicología “insight” (comprensión, visión). Un caso reconocible se muestra en la película “una mente maravillosa, protagonizada por Russell Crowe, basada en la vida de John Forbes Nash, aquejado de esquizofrenia. Al final, cuando alguien le pregunta si sigue viendo a sus personajes dice: “sí, pero ya no les hago caso“. ¡Eso es insight!, el comprender que algo cerebral no “importa” y se puede tomar distancia de ello. O sea, a mí me da igual rumiar —he llegado hace tiempo a ese grado de insight, no voy a “perder el tiempo” practicando el mindfulness, si ya sé aplicar esa desconexión con la rumia. De fondo pienso que esta es una “ventaja” propia de los preconcientes, de los realistas depresivos, pues tal estado es lo propio de su “naturaleza” (leer sobre uno de los posibles porqués).

¿No se resume todo —en unos casos y otros— a ser un “sudapollista” o no facha?, a no tomarse en serio nada. He usado el término sudapollismo, pues es la nueva corriente, pero en España a esta misma actitud ante la vida se le llamaba “pasotismo”, o ser un pasota (pasar de todo) en la década de los 80. Pero se da de nuevo el dilema que ya haya plasmado en el escrito previo…, ¿es positivo “pasar de todo”? La permisividad de lo radical, o no ser radical contra lo radical, es aceptar que se propague. En un caso concreto. Si no se frena taxativamente un acoso, tal acosador se crecerá para seguir acosándote. De vuelta a la teoría del juego predatorio. En un documental sobre unos cachorros de animales se les ve jugueteando, pero uno de ellos, algo más mayor, empieza a ser demasiado abusivo con uno más pequeño e indefenso (sí, hay acoso en otros animales), y el juego empieza a dejar de serlo. La madre del más pequeño, que está al tanto de lo que está sucediendo y está cerca, de repente pega un “sopapo” al abusón que lo manda a un metro de distancia. La madre se comporta como una “facha ante un facha”, en definitiva (miraré a ver si encuentro esta escena).

Lo que quiero hacer ver es que es fácil pensar que el mindfulness funciona si se tiene una vida fácil y cómoda, otra cosa es por ejemplo ser un niño que está siendo acosado brutal y diariamente, o un padre de familia sin trabajo y con muchas deudas. No se puede ser “sudapollista” en tales situaciones, a la fuerza van a afectar en el nivel de estrés. La cuestión que entra en juego, entonces, es la percepción del control. Un profesor de mindfulness que vive muy cómodamente de dar tales clases y escribir libros de éxito creerá tener control de su vida a nivel mental. No es así…, simplemente tiene una vida fácil. La evolución ya ha estado trabajando sobre esto por millones de años creando el “locus del control“, y añadiendo de paso el sesgo de la ilusión del control ) (¡mecanismos y más mecanismos evolutivo/cerebrales: somos máquinas!) Por ejemplo, yo puedo ser “pasota” sobre la mayoría de mis rumias, menos de algunas. ¿Cuáles?, aquellas en las que un otro está por medio (el “gran otro” y su conflictiva libertad inquebrantable, por eso Sartre reducía las relaciones humanas entre sumisas o sádicas: entregar nuestra libertad o tomar la del otro; un dictador toma sobre sí todas las libertades). Ese es el caso de las personas que son víctimas del acoso, no puedes decirles que tomen el control de sus rumias, porque lo que está fuera de control es algo externo y “real” en sus vidas. Por ello…, regla, el mindfulness sólo tiene sentido en tanto uno trate con “fantasmas” internos y mentales (irreales en gran medida), no en tanto que el cerebro trate con los tantos y tantos “fantasmas” (fachas y payasos…, conflictos entre humanos) que pueblan la vida.

❝ Los profesionales con exceso de confianza creen sinceramente que tienen experiencia, actúan como expertos y parecen expertos. Tendrás que luchar para recordarte a ti mismo que puedes estar en las garras de una ilusión. ❞ Daniel Kahneman

Tomo otro enfoque de todo el tema. Yo no trato de pensar que sea maestro de nada, ni me creo sabio ni nada por el estilo, o que lo que yo sepa se pueda aplicar a todas las personas, eso es de fachas. Cada cual ha de encontrar sus propios caminos, aunque a veces tome los consejos de las rutas de otras personas. Hace un rato he visto un vídeo de YouTube de la serie “enseñanzas-coloquios-entrevistas” del banco español BBVA, en concreto la entrevista a Massimo Pigliucci, tratando sobre el estoicismo (enlazado abajo). En ella “ataca” ligeramente al mindfulness, diciendo de él que se basa en el “evangelismo de la prosperidad“, en basarse en el éxito por la publicidad y las ganancias que tienen sus maestros. Aduce además que si en occidente tenemos el estoicismo, porqué recurrir a otras fuentes que no provengan de nuestra propia cultura. O sea, en el continente americano, sus aborígenes tenían sus propias culturas para llegar a ciertos grados de espiritualidad, no son menos válidas que el budismo o el estoicismo. Massimo Pigliucci, por otro lado, pone énfasis en que toda practica de este tipo ha de basarse en una filosofía de la vida, una cosmovisión del mundo, donde una práctica está sumida dentro de algo mayor. Muchas de las reglas del mindfulness se pueden encontrar en la terapia cognitivo-conductual (la más efectiva de todas las existentes) y por ello nos son ideas exclusivas de la atención plena (uno de esos casos es la terapia de exposición, por la cual irse enfrentándose a un trauma, hasta que llegue un momento en el que la emoción se "neutralice"). Massimo Pigliucci nos dice a la vez lo mismo que yo estoy diciendo aquí, que uno puede apostar por el sudapollismo, por pasar de todo, pero que él ha optado porque le importen las cosas, en definitiva por ser un poco facha (tener una identidad que defender y por la que luchar). En definitiva, que nos somos islas y que al estar sumidos en una realidad, uno ha de tener algo que defender y por lo que luchar, dentro de un orden mayor de cosas, donde el humano es parte de la tierra y una parte de lo que es la vida y el universo. A eso es a lo que se puede llamar una religión, o un punto de vista global o cosmovisión, donde todo importa y forma parte de una visión del todo. ¿Por qué acogerse a religiones orientales, muchas de ellas demasiado complejas de comprender? La felicidad e infelicidad se da en todo el mundo por igual. Ninguna parte del mundo es más feliz a partir de sus creencias religiosas más fundamentales. Trata de conocer mejor lo que es propio de tu cultura, mantenlo vivo, divúlgalo (esto es facha, jajaja).

No quería alargarme, termino con un último problema evidente de la teoría mindfulness. Se trata de la idea de un agente en el cerebro y caer en la recursividad al infinito, problema viejo en la filosofía. El mindfulness dice que tienes que posicionarte de tus propios pensamientos o emociones, tomar distancia de ellos. Pero entonces algo o alguien se separa como una identidad disociada y distinta de la primera. Hasta ahí su mensaje, pero… ¿uno se puede separar a la vez de la segunda instancia en el cerebro, y por ello crear una tercera? Se cae en la recursividad al infinito, pues del tercero se vuelve a crear una distancia que crea un cuarto y de esta manera una y otra vez sin fin. ¿Es “real” tal distancia?, no. Sólo una aparente paradoja en la que cae el cerebro, dada la estructura del lenguaje, donde por un lado existe un receptor (y zona del cerebro dedicada a la audición, área de Wernicke), y el que habla (la zona del cerebro que es el emisor, área de Broca; de esta "distancia" y su posible desincronización es de donde suele venir el tomar la voz interna como ajena). Queda en claro la idea en el gráfico de abajo. De la misma forma no hay distancia entre sentir y pensar en que uno siente, sólo se evoca a dos partes y estructuras del cerebro. Somos una totalidad y el cerebro tiene de mecanismo de defensa la disociación para hacer que una parte no nos haga tanto daño, pero la disociación no es algo que se pueda evocar desde la conciencia o la atención, aunque uno puede caer en el engaño al pensar que ha sido el agente para que se produzca tal disociación. ¡Me gustaría ver a los maestros del mindfulness disociarse de un fuerte y profundo dolor de muelas! Eso no quiere decir que no haya personas que no logren tales estados, pero no creo que lo consigan la mayoría de los que se toman a sí mismos como maestros del mindfulness. Lo suelen conseguir los maestros budistas, donde parte de tales prácticas están dentro de sus filosofías holistas de la vida (Séneca se mató a sí mismo para “demostrar” su estoicismo). En definitiva de mantenerse y creer en el pensamiento mágico y mítico. Algo imposible para un ateo racional. En mi caso yo tengo (el cerebro tiene) sus propios “trucos”. En definitiva que “a cada maestrillo con su librillo”, y si a ti te vale el mindfulness, no hay problema.

Última consideración sobre el estoicismo. La filosofía va progresando entre dos épocas: una en la que se crean nuevas teorías metafísicas, y una segunda de “descanso” (quizás porque les sirvan esas metafísicas de la primera etapa y a sabiendas que no la pueden “superar”; y una segunda etapa que se centra en filosofías prácticas y para la vida, sobre todo éticas y de saber cómo guiarse en la vida (sucede de igual forma durante épocas de crisis sociales y morales)). El estoicismo siempre ha sido la escuela occidental donde vuelven los filósofos y las culturas durante esas segundas etapas. Es su constante y se puede decir que es la filosofía ética principal de occidente (leer sobre el estoicismo moderno o sobre su glosario de términos).

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