Devaneos XXV – Controlabilidad y Libertad
Estoy en una parte del libro del Gazzaniga “¿Quién manda aquí?” donde se centra en la moralidad. Cae en un error y contradicción evidente de sus propios postulados, que es propio de la mentalidad de la derecha estadounidense: el delegar la responsabilidad a los individuos, a su libertad y la toma del control de ellos mismos como sistema (lenguaje propio, en vista de la dirección que tomará el presente escrito). Por ello se preocupa en demostrar que sí somos libres de nuestras acciones, independientemente que la ciencia diga que a la conciencia le tarda en llegar las “decisiones” del cerebro unas milésimas de segundos. En concreto nos dice que hay un “sistema de control primario” a nivel no consciente, ubicado en la corteza frontomedial dorsal (dFMC). (No hay una entrada en la Wikipedia a esta zona, bajé la versión inglesa del libro para saber cómo se traduciría, y Gazzaniga pone “dorsal fronto-median cortex”, pero a veces los autores, y aun siendo su especialidad, no usan los términos adecuados a la hora de escribirlos, aunque para tales especialistas decirlo de una manera u otra dé igual, porque entre ellos se entienden). Busqué esa zona en los documentos académicos, y son tratados como parte importante para trastornos como el autismo o las obsesiones compulsivas, si bien los estudios hacen mención que en los autistas puede activarse en su interacción social, lo que tiene en común con los obsesivos compulsivos es la ritualización de movimientos estereotipados para controlar el estrés, el miedo o la ansiedad. Al parecer esa parte del cerebro es común en todos los mamíferos, luego es una parte muy antigua de la evolucion.
Me he desviado del tema. Trato de establecer una premisa, pero antes he de “solucionar” lo que fundamenta parte de la premisa. Me he dado cuenta que en escritos atrás había algunas lagunas a nivel explicativo, cuando yo lo tenía bastante claro. Establezco que estamos dando demasiada importancia a la razón, donde tal concepto es parte de lo que hace la corteza prefrontal, que básicamente es una toma del control de la atención y por ello es parte del denominado sistema ejecutivo. En este sentido Gazzaniga nos dice que la corteza frontomedial dorsal, vinculada estrechamente con los núcleos basales que median entre las motivaciones, los hábitos y las tomas de decisiones, siendo igualmente parte de la memoria de trabajo (lo que estamos entretejiendo a nivel mental en cada momento). Los núcleos basales parecen buscar patrones de comportamientos válidos en el pasado (guiones de comportamiento) y me imagino que en conjunción con la corteza frontomedial dorsal “establece” si se ha de activar un patrón de comportamiento o en su defecto generar uno nuevo. En ese segundo caso se debe de activar las capacidades del prefrontal para poner la atención sobre la situación actual. Todo en el cerebro, como quien dice, es motor. Es decidir, por ejemplo, si una forma de saltar un riachuelo va a funcionar activando cierto patrón motor. Hace poco me las vi en que a la vez que saltaba un riachuelo, tenía que apartar, en medio del “vuelo”, una rama de un árbol, o sea que durante el salto, que es en parte un patrón motor ya implementado, tenía que poner atención sobre en qué momento apartar la rama. Todo fue bien, para haber sido la primera vez que hacía algo así (de haber salido mal me hubiera podido golpear con la rama, que a la vez me impediría dar el salto y hubiera podido acabar en el agua). La siguiente vez el cerebro ya tiene un patrón usado con anterioridad, y además con éxito. ¿Los comportamientos sociales se pueden reducir a aprendizajes motores?, al usar una palabra frente a otra, igualmente en un uso de bufidos u onomatopeyas, dado que en ambos casos se hacen uso de las partes motoras del habla. Saltar un espacio, como un charco o un riachuelo, es un patrón básico, al sumarse el apartar una rama es un patrón algo más complejo, basado en los básicos (saltar y apartar). El lenguaje es igual. Pero aquí entra en juego lo que Gazzaniga llama microrrelatos y macrorrelatos, los patrones básicos son microrrelatos frente al lenguaje, pero a la vez son macrorrelatos con respecto a los movimientos como coordinación del sistema musculo-esquelético que hace el cerebro. En ese caso, parece un error tratar el lenguaje como mera parte del sistema motor, porque es un sistema complejo donde emerge una nueva dinámica que no se encontraba en el sistema previo (teoría de la superveniencia). El lenguaje es algo más que mover la lengua, los labios y las cuerdas vocales. Creo que me estoy perdiendo para el lector. Estoy profundizando demasiado en la madriguera. Volvamos a la superficie.
Como sea. Parece ser que tanto en los autistas como en los obsesivos compulsivos, las situaciones nuevas les produce estrés, de tal manera que en vez de afrontar la novedad activando la atención y el prefrontal, recurren a los movimientos o guiones estereotipados. Esto igualmente se dan en otros animales en situaciones de verse enjaulados o sin salidas “válidas” (posibles respuestas válidas —capacidad de “elegir” qué hacer—). En ese caso la corteza frontomedial dorsal parece recurrir en primer lugar a patrones acertados y asertivos, que como tal es una forma de tomar decisiones (entre los varios patrones a “disposición”), en tanto que no tenga que recurrir al sistema ejecutivo, como puesta de atención a la situación presente. Lo que dice Gazzaniga es que a ese nivel ya somos una identidad o totalidad de un ente, en donde ya se da una toma de decisiones a partir de nuestro carácter (“forma” innata del cerebro) y nuestra educación durante nuestro desarrollo, sin tener que recurrir a las facultades del prefrontal o sistema ejecutivo. Hace uso de esta “salida” ante el incremento de dar importancia en la criminología y las leyes (pruebas forenses de la defensa) al hecho de que el prefrontal sea menor o esté dañado, como exculpación de los crímenes o delitos de las personas. Argumento que parece válido e igualmente parece resolver el “dilema” de la libertad, pues se dan dos “libertades”, una a nivel profundo y otro a nivel de prefrontal y sistema ejecutivo (o razón, en el lenguaje filosófico).
Esto me sirve de pretexto para solventar las fallas argumentativas de escritos atrás. Somos todo el cerebro, y la red de modo predeterminado (inconsciente en otro lenguaje) hace uso de zonas del prefrontal. Esta es la base que he argumentado desde el principio en mis escritos. El prefrontal es la última zona de un sistema, donde este verifica que la decisión o el comportamiento no “contenga” errores, ambigüedades o contradicciones. Bajo ese aspecto simplemente “actúa” de verificador —control de errores— de la red de modo predeterminado, donde tal sistema no requiere de la puesta de la atención, que da como suma una atención más superficial que la del estado de concentración o la vigilancia. En caso que se “detecte” que la decisión sea ambigua, conflictiva o contradictoria, se activa la puesta de atención o red de tareas positivas (esta denominación está “envenenada” en tanto que trata de poner a la razón como lo mejor del humano). Esta “solución” o explicación da cuenta de los tres estados aceptados en distintos lenguajes y ciencias: inconsciente, subconsciente y consciente (u otros términos paralelos en otros lenguajes o filosofías). Por ejemplo, yo como mi hermano, o con otro hombre de mi confianza, no tengo que poner especial cuidado al usar ciertas palabras que sí podrían molestar a una mujer que no me conociese. En el primer caso (con hombres de mi confianza) el lenguaje —que hace uso de la red de modo predeterminado— se las avía (creo que es la primera vez que uso este verbo) bien, pero en el segundo caso (con mujeres que no son de mi confianza) se hace un uso más necesario de la atención, puesto que he de “seleccionar con cuidado” que palabras usar. Esto lleva a otra cuestión: el cerebro profundo hace uso del lenguaje hablado, teniendo y usando posiblemente varios lenguajes (visual, táctil, imaginativo, emocional…), siendo por ello más generalista y holista, mientras que el problema de la red positiva es que hace un uso extensivo y centrado sobre todo en el lenguaje, pero “desconociendo” la “maquinaria” y los lenguajes del cerebro profundo. O sea, que el cerebro como totalidad incluye al prefrontal, pero ese agente que emerge como conciencia, como ser que conoce que conoce, desconoce qué hay entre bambalinas y vive “arrinconado” en el hemisferio izquierdo (prefrontal y lóbulo temporal — zonas del lenguaje-) y por ello sólo es una parte de una totalidad, pero bajo el engaño que cree ser el que manda en el cerebro. Falsa realidad, pues como siempre se ha argumentado en filosofía, uno puede elegir, pero no puede elegir qué sentir.
La implicación ética a este “embrollo” es que el cerebro profundo responde con deseo de venganza, por ejemplo, cuando alguien nos daña profundamente, y uno puede decir que lo perdona, pero la emoción pervive independientemente de tales palabras de perdón. Ahí se “lía” Gazzaniga, pues él mismo defiende que hay cosas o respuestas innatas (en la dirección de defender una moral universal e innata), pero después quiere dar más protagonismo al prefrontal del que se le debe. En realidad no hay una solución válida a tal dilema, pues ninguna ética resuelve esa disparidad entre lo que se siente y lo que se razona. O sea, de la misma fuente que nos da una moral innata (evitación del incesto y de matar, como los ejemplos más claros) emanan emociones como la ira, el miedo o el deseo de venganza. De esa misma fuente emana el deseo sexual del pedófilo…, de la “circuitería” del cerebro profundo que “toma decisiones” a nivel más básico y en el día a día, que supuestamente es lo que hace la corteza frontomedial dorsal. Lo que nos lleva de nuevo a la solución de siempre: que el prefrontal y la razón son los que al tener la “última palabra”, son los que han de tomar el control, y que por ello si el prefrontal está dañado o es menor que en la media humana, no es igual de “efectivo” en todas las personas y por ello los actos de tales personas son exculpables.
Hay una segunda falla en los argumentos de Gazzaniga que ya he nombrado arriba, y es su contradicción de saber en qué nivel micro o macro se encuentra, o hay que hallar una “solución” o hablar de un problema. La libertad individual es un nivel micro dentro del sistema macro que es la sociedad. Lo que quiero decir es que “casi” es igual que el humano tenga libertad a nivel cerebral, si al operar en sociedad entra en un sistema macro que en gran medida ignora ese dilema. O sea, ¿la “libertad” de una mayoría de una población selecciona al partido político que le gobernará durante los siguientes cuatro años? Los “entresijos” de lo que es la libertad a nivel cerebral es un nivel micro dentro de un sistema macro. A ver si me hago entender… Si hemos dirimido que hay dos “identidades” cerebrales, donde una “siente” y se “sintoniza” con lo que somos a nivel instintivo y otra es “razón”, sin llegar a poder serlo, ese conflicto sin solución, o sin haberse resuelto, opera de la misma forma conflictiva en el sistema macro que es la sociedad: todo individuo unas veces “actúa” u opera a nivel social como razón y otras veces como emoción. ¿Qué gana?, por lo que demuestra la sociedad actual y toda la historia, vence la emoción, lo “programado”. El populismo, el que nos caiga bien o mal un candidato, o luchar por nuestra identidad o grupo (como hace el feminismo o el grupo LGTB) e infinidad de casos más en esta dirección, nos dice que pueden más las emociones y los “vestigios” que somos de lo que es nuestro cerebro profundo, que se “engancha” con nuestro lado “animal” (no hago uso de tal término de forma despectiva o que sea peor: el humano nunca llegará a la eficacia social de los animales simples que son las hormigas o las abejas —a no ser que ignorase lo individual y por ello la dignidad humana—).
Uno de esos concomitantes a nuestros actos es el concepto de humanos. Si somos un animal de herencia dual (evolutivo/social) eso quiere decir que la identidad que somos como social, está reglada desde principios de los sistemas complejos (nivel macro) a la vez que fundamentan tales reglas en el cerebro. El número Dunbar, que establece que el cerebro humano tiene como límite de lo que es una comunidad a 150 individuos (que a mí me parece excesivo y creo que su número óptimo rondará por los veinte), a la vez está dentro de un sistema por el cual a partir de un número mayor, va a emerger una tendencia a la jerarquización. Pero a la vez esto viene dado por algo tan básico y elemental como la comida. O sea, los herbívoros no parecen tener un número límite de individuos, siempre y cuando haya mucha hierba. Su número límite lo establecen los pastos. En animales con otra forma de alimentación, como la de los depredadores, este límite se baja a muy pocos individuos en una sola zona. El humano, al parecer, está entre medias de esas dos posturas, ni herbívoro ni depredador. Su número “óptimo”, dentro de la lógica de tal sistema macro, es un número intermedio entre el del depredador y el herbívoro. Lo que trato de hacer ver es que esa “estructura” externa al final está implementada en el propio cerebro humano. Nuestro sentido de comunidad no abarca a toda la humanidad, esa es una racionalización tomada desde el prefrontal y está signada por el concepto de humanismo. Para nuestro cerebro profundo comunidad quiere decir todas aquellas personas que formen parte de mi identidad, con la salvedad que ahora saltamos de una identidad a otra con facilidad (me posiciono con los hombres frente al feminismo radical, pero a la izquierda frente a ciertas posiciones de los hombres de la derecha contra el feminismo; no hay contradicción lógica y sólo es factual: soy honesto con cada una de mis “identidades” —posturas, disposiciones—, pero las dos en algunos casos no se pueden complementar). Como tenemos ese límite conceptual y estructural a nivel de sistema y de cerebro, la idea de humanismo nos viene grande y por ello igualmente la de globalización. Las redes sociales e Internet no están rompiendo barreras, las están cambiando de sitio. Puedo sentirme parte de la comunidad de hombres contra el feminismo radical, ahí podrá estar otro hombre catalán, pero me “sentiré” más cerca de todo castellano-leonés que de un catalán que hable en catalán estando con castellanos, cuando él perfectamente lo habla. Por todo esto Gazzaniga nos dice que el espacio habitacional (no recuerdo cómo lo nombra y por ello tampoco puedo buscarlo, la idea subyacente es la que cuenta), es parte integrante de una especie y por ello a la vez de una identidad social. En definitiva, que el concepto de comunidad está ligada a nuestra identidad, donde tal identidad siempre va implicar otredades (hombre/mujer, joven/viejo, guapos/feos, homosexuales/heterosexuales…)
Pero no es ahí donde quería llegar, si no a la segunda falla de las ideas de Gazzaniga. Él dice (con muchos otros) que la humanidad ha progresado, que ahora estamos mejor y que la “maldad” sólo se encuentra en un 5% de la humanidad. Se refiere a los criminales reincidentes, pero ¿sólo por ese 5% se explica todo el “mal” en el mundo? Ese es un error de la derecha, el poner al individuo y su libertad (o moral) como base del problema. El “mal” del mundo se “explica” por la violencia estructural a partir del sistema complejo que es la humanidad, donde ese 5% casi es un caso anecdótico (raro)dentro de las estadísticas. Todo sistema lo es porque “nace” en él algo que lo controle. Si un sistema no llega a esa posición no existe, pues no se mantiene. Dentro de un huracán se generan unas fuerzas, pero a partir de una dinámica controlada dentro de tal sistema, en cuanto una parte del sistema “desaparece” (un tornado al tomar tierra), el huracán se desvanece. En los sistemas complejos tales controles son denominados atractores, en tanto que sus “reglas” establecen un equilibrio dentro del sistema. Como no me quiero alargar mucho más, y dado que ya he expuesto esta idea en otro lado, el atractor o sistema del control de las sociedades humanas no es el individuo y su pretendida, complicada y comprometida libertad (esta sólo genera más caos), el control de los sistemas sociales son las ideologías, visiones del mundo o los paradigmas validados dentro de una sociedad o época humanas. Hasta hace varios siglos ese “paradigma” era el cristianismo en la Europa occidental, y ahora lo es el neoliberalismo y su pétreo capitalismo competitivo y consumista. Mucha de la criminalidad no la explica la “moralidad” o la libertad individual, sino que está mejor expuesta y ejemplificada si se tiene en cuenta el punto de vista de lo que significa el neoliberalismo. Me parece tan obvio este planteamiento que ni siquiera lo trataré de explicar o defender. Que cada cual lo analice por su cuenta, creo que ya he expuesto todas las bases para llegar a esa conclusión. Si se analiza punto por punto los actuales problemas de la humanidad, como el calentamiento global, la tendencia mundial a la ansiedad y la depresión (y por ello a la ideación suicida), la fuerte polaridad de la derecha y la izquierda, la desigualdad del primer mundo con el resto, etc., todo se “explica” por el actual paradigma por el que vivimos, que en el fondo es el que crea un tipo de sociedad, por ser el ancla, el atractor o el control del sistema, bajo el cual se reglan el restos de las funciones de tal sistema…, incluida esa “doble libertad” individual, que al final se vadea hacia la parte más primitiva, básica e instintiva del ser humano.

Resumiendo. Como individuos no somos un sistema perfecto, puesto que emanan desde nuestra condición social dos identidades (en soledad uno es “libre” de operar con su cerebro profundo y sus “querencias” muy particulares, pero ese lado puede estar en conflicto con lo que nos pide y exige la sociedad, creando en ese proceso un segundo yo racional o mediador) que emerge con dos tendencias que no siempre podrán crear una identidad unificada. El número Dunbar establece que al humano le “iba bien” en tanto que pequeñas sociedades basadas en sus límites cerebrales, pero en el momento que se apostó por la agricultura y los grandes asentamientos, se empezó a exceder tal número y se crearon las jerarquizaciones sociales. En las inmediaciones de los ríos Tigris e Éufrates emergían sociedades dedicadas a la agricultura, que eran constantemente atacadas, con lo que se hizo necesario la creación de un ejército para defenderlas. Igualmente se hizo necesario el control de los comportamientos de los ciudadanos, dando origen a lo que hoy entendemos por policías. Dada esta novedosa situación o sistema, se crearon nuevos sistemas de control. También en ese impás nacieron las grandes religiones en la dirección de operar como sistemas de control moral y de las libertades menos “populares” de ciertas individualidades.
El cerebro, como sistema complejo que es, también tiene sus sistemas de control. Todo el cuerpo está basado en la homeostasis, esto está basado en el control. Cuando el humano “llegó” al lenguaje complejo se creó dentro de él una necesidad de percibir que se tenía el control de la realidad. Esto es lo que hace el locus del control, y la mayoría de humanos (los “sanos”) tienen o portan el sesgo de la ilusión del control. Tenemos así que por un lado el cerebro “necesitaba” de una parte o función que tomase y percibiese ese control, lo que creó el intérprete del hemisferio izquierdo o lado racional humano, y por otro lado las nuevas sociedades “necesitaban” culpar a alguien de sus “pecados” (disposiciones genéticas de un individuo), con lo cual ese mismo ser fue ese agente que emergía para los demás dentro de nosotros mismos (que es el que da las interpretaciones y justificaciones de lo que hacemos —narraciones—).
Se suman así dos sistemas que han nacido de lo errático, no de los aciertos, y de ser así… ¿por qué pretender que se pueda llegar a ser un humano ecuánime o se pueda llegar a una sociedad perfecta? Del defecto sólo pueden emerger errores y fallos, puesto que nuestros dos sistemas del control (el individual y el social), nacen y los son por sus taras, errores, fallos y contradicciones. ¡Amén!
Tema aparte, pero que queda explicado por lo dicho arriba. Casi he terminado mi proyecto sobre la autorreferencialidad, pero “nace” de taras de los “sistemas”. Google traductor está cambiando de políticas, de tal forma que ahora al poco rato de hacer uso de su servicio me dice algo así a que “hemos visto un uso inadecuado o extraño desde su red y se le ha deshabilitado el poder hacer uso de nuestro servicio”. Posibilidades, usar el traductor de las extensiones dentro de algún navegador. Probé varias opciones, tomaba un camino y me empezaba a dar cuenta de ciertas inconveniencias, y volvía a replantearme todo. Varias “decisiones” me llevaron a caminos sin salidas o desventajadas, como usar el traductor de Microsoft, que es peor. El cerebro se fatiga al dar uso de una parte de sus funciones (¿zonas, neurotransmisores?), como ese es el caso del cansancio de la elección. Con lo que dejé de lado un rato el problema por llegar a la extenuación de la capacidad de “elegir”, para que se asentase (germinase) en el cerebro alguna posible salida. Al final por azar, como la mayoría de las veces, “encontré” una solución. En este análisis se ve que mi “libertad” no cuenta para tanto, que no queda otra que tomar una mala salida, contra otra peor. ¿No es acaso lo que explica —en parte— la delincuencia?, o que se opte por la prostitución o cualquier otra salida limite. Somos seres alienados, como tal no siempre es posible la libertad, pues no siempre se tiene la posibilidad para “elegir” la mejor opción o la más óptima. (Mañana o pasado subo el imperfecto final de mi proyecto).

Otro tema. La 2 (como se llama en España a la segunda cadena nacional) ayer emitió “Yo soy generación Z“, que es un gran documental, con la falla de estar analizada desde la razón y no desde el cinismo, como es el caso de mis escritos, pero de nuevo no nos queda otra que “aceptar barco como animal marino”. La generación Z no está más concienciada que la millenial con respecto a la “realidad”. Está más perdida aún y sólo ha “elegido” la concienciación como máscara, y para distanciarse de la identidad millenial o las anteriores (la misma falla de siempre: aceptar una identidad implica aceptar la existencia de las diferencias y las otredades).
Frases relevantes del documental:
“En la próxima generación, más o menos, habrá un método para que el pueblo adore su servidumbre, hasta el punto de que cuando se le arrebate sus libertades, les resultará más bien placentero.” “El peor enemigo de la vida, la libertad y la decencia más básica es la anarquía total, su segundo peor enemigo es la eficiencia total.” “No somos nuestros propios amos.” “¿Y si nuestro mundo fuera el infierno de otro planeta?” Aldous Huxley
“Tengo que ganar como sea, después ya me preocuparé de ser buena persona, creo que es una trampa muy común en la que nos hace caer esta cultura del éxito.” (Esta frase resume lo que he argumentado arriba contra el neoliberalismo, me falta el nombre del autor, lo pongo mañana)
(No pongo enlaces, pues me lleva mucho tiempo y ya estoy un poco “desgastado”. Los pongo mañana.)
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