Replantearse Todo – En Busca del “Ser”
Ayer vi un vídeo en YouTube, “The Source of Consciousness”, del neuropsicólogo Mark Solms, que echa por tierra muchos supuestos y paradigmas de las neurociencias. Alega que el núcleo de la conciencia se encuentra en el tronco encefálico, en concreto en el sistema reticular, que como tal (ser un sistema), ocupa distintas partes y estructuras del tronco encefálico.
(Paso a explicar, para el que no quiera ver el vídeo, pero no entro en pormenores, sino en las líneas principales que a mí me interesan.)
Mark Solms cuestiona que el actual paradigma del área global de trabajo sea el “portador” de la conciencia, pues expone el caso de una persona sin lóbulos prefrontales, donde se ubica en teoría el sistema ejecutivo (toma de control), y la “persona” no “desaparece” ante tal daño, pues cuando se le preguntó: “imagine una escena con dos perros y un pollo, ¿cuántas patas hay?”, “ocho”, contesta el paciente, “¿ocho?”, pregunta perplejo el médico, “sí, las ocho de los perros, que se han comido al pollo”. Esa respuesta es muy creativa y jocosa, pues seguramente será el tipo de personalidad del paciente, luego la “identidad” no queda perturbada por esa pérdida del prefrontal. También pone a juicio que la identidad y la conciencia se encuentre en la ínsula (zona de la identidad social, los comportamientos y las emociones), pues igualmente en personas con daños muy graves en tal zona no muestran grandes cambios.
❝Nota: La ínsula es crítica para el procesamiento emocional y la interocepción. Se ha encontrado que está involucrado en el reconocimiento de emociones, empatía, moralidad y dolor social. Se cree que la ínsula anterior facilita la sensación de las emociones de los demás, especialmente las emociones negativas, como el dolor indirecto. Las lesiones de la ínsula están asociadas con una disminución de la capacidad de empatía. La ínsula anterior también se activa durante el dolor social, como el dolor causado por el rechazo social.❞ (Fuente Wikipedia)
En otro caso, hay humanos que nacen con una tara muy grave, donde carecen totalmente de masa cerebral (hidranencefalia), sólo tienen el tronco cerebral y el cerebelo. Aún con ello, esos bebés humanos aún tienen una identidad básica, que responde con miedo o alegría a los estímulos. Mark Solms pone dos fotografías de niños, pero yo quería ver cómo se mueven o interaccionan, para tratar de ver si “ahí” había un ser humano, una identidad. Me pregunté si alguna madre compartiría vídeos en YouTube, y sí encontré una persona. Claramente esa niña tiene una identidad, se le ve la “chispa” de lo que es un ser humano.

(Hay “menos yo”, menos ente humano, en algo como la catatonia, que puede darse en personas con esquizofrenia. Ver vídeo.)
Esto, de nuevo, nos dice que la ciencia, en la dirección de querer dar la mayor importancia a lo que se considera la razón, asentada en el neocórtex (telencéfalo), y sobre todo en el prefrontal, “ignora” o no se enfoca en lo que los datos dicen. En el escrito “Etiquetar e Interpretar – Razón≠Verdad”, trato de dar importancia al carácter (la perla). ¿Qué ocurre con esto?, la ciencia cada vez usa menos tal concepto (o temperamento en otro sinónimo), porque es lo dado, y como quiere dar mayor importancia a la libertad y lo que uno haga con tal temperamento, creando una personalidad, trata de ignorar esa base o núcleo de lo que somos. Yo en mis búsquedas, en concreto con respecto de dónde nace la motivación y por ello la intención, pues las leyes manejan como intención que uno sepa con la razón de sus acciones —saber que sabe, errado bajo mi punto de vista—, puse al “locus coeruleus“, que forma parte del sistema reticular, como el centro de tal intención, en donde en mi lenguaje lo llamo “impulso atemporal” (atemporal, porque es instantáneo —está en un escrito que es muy antiguo, que ahora no está en línea, pues se cayó el sitio donde estaba hospedado)—, como así es el caso que nos “nazca” dar un puñetazo a alguien molesto, pero que lo frene el sistema ejecutivo, en el prefrontal). Ese es el centro de la llamada intención (en juego con la motivación), los demás son recorridos por los laberintos del cerebro. Para el caso la ciencia parece centrarse en exceso en el neocórtex, porque es la parte que nos diferencia del resto de animales, pero durante la evolución el propio tronco encefálico ha ido evolucionando en paralelo, y es donde se encuentra la entidad o lo nuclear de lo humano, según dice Mark Solms, o yo mismo sostengo. En uno de los casos expuestos en su vídeo, en un “error” durante una estimulación transcraneal profunda al tronco encefálico, de repente la paciente se comportó como si padeciera una depresión profunda, mostrando comportamientos e ideaciones suicidas, diciendo que la vida era un asco y no tenía sentido seguir viviendo. “Sensación” que desapareció al instante al dejar de estimular tal zona. En otro caso y en otro vídeo, nos dicen que el “enamoramiento” se encuentra en el área tegmental ventral, de nuevo en el tronco encefálico. No es un deseo de apareamiento, si no un deseo de permanecer con una persona, luego ya es un proceso evolucionado y complejo, asentado en un área muy antigua y profunda del cerebro. Tal área se dedica a cosas tan básicas como tragar, respirar o dónde mira a nivel primitivo, como cuando algo nos asusta.

De momento nada más. Tanto el canal de ese vídeo, como el de “Theories of Everything” de Curt Jaimungal, son dos buenas alternativas a TED, que para mi gusto está perdiendo empuje e interés, al ampliar “arbitrariamente” el contenido de su canal. (Es posible que hoy publique otra entrada “intrascendental”).
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