Etiquetar e Interpretar VII - Razón≠Verdad



El ciberespacio es un agujero negro. Absorbe energía y personalidad, y luego
lo representa como un espectáculo emocional.
❞ Carmen Hermosillo
Considerando la verdad en el orden correcto que los hombres hacemos en nuestras afirmaciones, quien busque la verdad precisará recordar aquello a lo que se refiere cada uno de los nombres utilizados.❞ Thomas Hobbes
La ambigüedad es la huella de lo eterno.❞ Ignatius
El humano se cuenta ficciones, en las que termina creyendo.❞ Hume
El cinismo consiste en ver las cosas como realmente son,
y no como se quiere que sean.
❞ Oscar Wilde


Hay un ronroneo en mi cabeza que me dice que el sentido común “nos” dice a todo humano que razón es igual a verdad, y que decir lo contrario, como yo lo estoy haciendo, ha de ser anatema. Que no es que la razón no sea, sino que la gente la “usa” de manera inadecuada. Pero si la norma es hacer un uso de la razón inadecuado, sólo puede querer decir dos posibles cosas: 1. que el humano es estúpido, o 2. que no existe algo así a lo que se pueda llamar razón. Yo en cambio no digo ni una cosa ni la otra —si bien la primera la tengo en consideración—, lo que digo es que sólo se puede hacer uso de la razón fuera del ámbito de la esfera humana. En buscar, como ejemplos, el resultado de 2+2 o en buscar los veinte primeros números primos, o saber cómo calcular la gravedad de dos cuerpos celestes cercanos entre sí, etcétera. El por qué lo creo así, lo he explicado otras veces, pero vuelvo a repetirlo de nuevo en este escrito, bajo una analogía distinta, y además uniéndola a las ideas de Aristóteles y a toda la historia del pensamiento filosófico.

Si se entiende lo que he dicho hasta ahora en los escritos previos, el cerebro profundo, la cognición implícita, al unir datos de forma inconsciente y recursiva, genera emociones, que pueden ser de dos tipos —en la dirección de ser reduccionista y claro—. 1. el estado latente emocional de esa persona; el ser una persona risueña o triste, por ejemplo. 2. Estados temporales y pasajeros, que una persona risueña se muestre triste, o alguien de naturaleza melancólica se muestre alegre. Mis escritos son un intento de expresar con palabras esa emoción latente de lo que soy. Ese poso emocional que deja la cognición implícita en su constante tejer y destejer la realidad (mi perla).

Retrato de Zenón, iniciador del estoicismo.
Filosofía y rostro son unidad

Pero entonces, si por un lado somos el etiquetado de las palabras (cognición explícita, prefrontal, razón, identidad narrativa…, personalidad) y por otro esa cognición implícita que crea esa latencia interna. ¿No es evidente que uno se puede “construir” a través del etiquetado? Bastaría con “elegir” las etiquetas adecuadas. Pero esto remite al problema de si uno ha de estar pareado a la realidad, creando por ello dos posibles estrategias iniciales. 1. Buscar cómo es la realidad en la que se vive, y de ser esta negativa, entonces esta podrá tener la capacidad de crear etiquetados “dañinos”, 2. obviarla, o no afrontarla, no viviendo pareado con la realidad. Pero de cualquier forma se da un problema previo a estas consideraciones, que es que para llegar a este estado de un cerebro maduro, primero hay que haber crecido y madurado un cerebro.

Uno nace con un carácter, o rasgos, que son dados por el ADN, esto implica el cómo se va a estructurar el cerebro. En un caso concreto: si se nace con una baja inhibición latente, lo que para otra persona es un sonido normal, para dicha persona es ruido. Lo mismo para la luz, el contacto en la piel, y por ello de igual forma con la sensibilidad a lo emocional. Tal persona sentirá de manera más vívida tanto lo que le pueda llevar al entusiasmo como a la tristeza. El carácter es como la perla de una ostra. Alguien con alta sensibilidad es esa ostra a la que le habrá entrado antes que a otras un grano de arena, que tratará de recubrir, calcáreamente, para que no le dañe. O sea, ese tipo de persona tendrá un gran fondo emocional generado por la cognición implícita, que le habrá generado ya un aspecto emocional bien definido, antes de haber hecho un uso extenso del lenguaje, y por ello de poder concebir que a través del etiquetado se produce un efecto de retroalimentación. Esto puede venir dado por el ADN o bien por un trauma a una edad muy temprana. Es así como “nace” el cerebro de un “preconciente” o dotado para el realismo depresivo. Lo mismo se puede decir de alguien risueño, o se nace así o una gran infancia le dota de esa capacidad o fondo, que es el que seguramente durará de por vida. Si se quiere ser poético, los primeros crean una bella perla negra, y los segundos una luminosa perla blanca.

Lo que trato de hacer ver es que cuando el cerebro se percata (si es que lo hace o lo puede llegar a hacer, todos vivimos en la sombras de la vida —la vida es sueño—) del papel del etiquetado, lo hace a partir de que ya hay algo dado. En ese caso, por los principios que se manifiestan en sesgos como el de autoservicio (preferir leer lo que a uno le da la razón), uno sigue construyendo a partir de los cimientos que ya existen y así lo hará de por vida. Damos la “razón” o sentido a lo que ya es parte de lo que consideramos nuestra propia identidad. A la vez se da un doble juego, 1. si uno hace algo que no le parece propio, le da la sensación de que está actuando (atención que se hace uso del verbo estar, frente a simplemente ser), y sentirá que se contradice y se traiciona, y por otro lado el resto de las personas verán como extrañas tales salidas y comportamientos, y nuestra cognición implícita captará la posible desaprobación, o no aprobación, de los otros. En definitiva: que los primeros cimientos parecen obrar como unos determinantes, de los que pareciera que uno no puede “escapar”. En ese caso seguimos construyendo a partir de lo dado.

No estoy tratando de fundamentar ningún concepto que pueda o se quiera llevar hacia la autoayuda. Trato de establecer cómo suceden las cosas. Por lo general, si a partir de cierto momento de tu vida, se redirecciona para que sea otra muy distinta…, esa perla blanca, negra, azul, rosa, o del color que sea, no cambiará de color. Lo que se está haciendo es construir una segunda piel, caparazón o darle una capa de pintura, a esa perla, que la ocultará, pero que saldrá a flote en los momentos de crisis. Una persona tendente a la ira, podrá usar el prefrontal para controlar tal tendencia, pero se mantendrá latente. Creo que esto último se capta en Broncano, e incluso en Ignatius (más contenido el primero), dos de los presentadores de “la vida moderna” (pasan por sentimientos de culpa cuando afloran —me puedo equivocar—). No parece estar presente en Quequé. Esta división que trato de mostrar no es reducible a máscara y realidad. En todo caso se crea una doble personalidad, en donde la ciencia pone nombre a tales tendencias, como en este caso es el de personalidad “pasivo-agresiva” (represión) o distintos nombres similares, según cada paradigma de la psicología. Pequeño desvío… ¿acierta la ciencia?, no lo sé, pero el caso es que si uno mismo se capta como “pasivo-agresivo”, tal concepto hace de etiqueta y se produce un proceso de retroalimentación, donde 1. o se incrementa tal “realidad” por mera autosugestión, o 2. se trata de frenar aún más el lado agresivo, con lo que se incrementa la tendencia a la represión, a la pasividad, y uno se vuelve aún más “pasivo-agresivo”. Conocer o etiquetar lo perturba todo. La analogía del conductor de la cuadriga, controlando los caballos que representan los instintos y las emociones, es demasiado inocente, pues el prefrontal, al etiquetar, no conduce, sino que, y si acaso, trata de hacer que el carro no esté chocando todo el rato contra las rocas y los obstáculos del camino, fallando la mayoría de las veces. Quizás una mejor representación de nuestras vidas sea una bola en un juego de pinball. Uno cree que se dirige aquí y allá, de forma directa y resolutiva, pero en realidad las interacciones que entran en juego (rebotes, gravedad, fuerzas, debilidades…) son las que “predicen” todos nuestros movimientos (¡claro!, si uno se aísla del medio —como es el caso de los monjes— puede parecer que tenemos el control, pero ¿es eso vivir?).

Nota: Escritos atrás dije que el concepto de perfección cristiana puede alterar la cognición implícita. No había puesto enlace. En el fondo, bajo mi punto de vista, el concepto de buscar la perfección en lo moral y tener de referencia a Dios o a Cristo, es un etiquetado errado, que crea más problemas que soluciones.

Bajo estos aspectos, las emociones son valencias de las variables, dentro de un algoritmo o una ecuación. Si se crea un algoritmo con números, la razón, la de todos los humanos, llega a un único resultado. Pero si tal algoritmo tiene variables, en donde para cada persona —para cada cerebro profundo (perla)—, tiene un valor distinto, entonces para cada persona el resultado del algoritmo da un resultado distinto. Si para una persona S es igual a 8 (donde S es la sensibilidad al ruido) y para otra el valor es 2, está claro que en una ecuación donde V es el volumen, y R es la sensación de ruido, para la persona más sensible, un valor de volumen medio, pongamos para el caso 5, ya es ruido, pero para la menos sensible es posible que pueda llegar a 9, y que aún no lo perciba como ruido. Todo lo humano está mediado por los instintos y las emociones, que generan un sentido ético, que a la vez generan comportamientos. En ese caso una sociedad se comporta en tanto que trata de hallar una media entre las personas más sensibles y las más “insensibles” —para seguir en el mismo caso—, y a tal media lo llama la posición normal, que es con la que genera “normas” (normal y normas tienen la misma raíz). Siendo así, alguien con una alta sensibilidad captará como ruido un volumen en el punto 6, y por ello dirá que es “irracional” poner la música a 9, y por el contrario una persona que no sienta ese volumen a 9 como ruido, verá como “irracional” a esa persona que no sea capaz, ni siquiera, de elevar el sonido al punto 6 sin quejarse. En un ejemplo más claro, un burka puede que sea excesivo y la sociedad occidental lo capte como de alguien o de una cultura “irracional”, pero la posición a la que están llegando las modas en la actualidad, puede —o así lo es para ciertas personas— que sea un “ruido” algo excesivo. Lo que he  tratado de hacer ver a la vez en los escritos, es que para cada época la captación de “ruido” siempre ha ido variando, con lo cual ni siquiera se puede determinar cuál es el valor mediado, por el cual cierto nivel de sonido es el “normal” para el ser humano. O sea, remite a si dado esa variabilidad, se puede hablar de que exista algo “real” de la naturaleza humana, o dado que varía con la historia, entonces sólo sea algo mediado (acordado) en sociedad, y por ello sólo se pueda hablar de “una” condición humana, siempre cambiante. En el concepto de condición, además, hemos de “añadir” la idealización de lo que debería de ser el humano, lo que queremos que llegue a ser.

Extralimitando el tema… ¿quién cree que el humano no necesita unos límites?, dado que casi el 100% de humanos pensará que sí necesitamos de unos límites, entonces cada sociedad dada, en cada época concreta, “negocia” cuáles han de ser esos límites. Siendo así, llamamos razón, de forma equivocada, a los límites acordados en una época dada de una sociedad concreta (neuronormativo), pero claramente ese no debería ser el uso de tal concepto, pues lo que ayer era racional, hoy ya no lo es. En ese caso cada época y sociedad tiene o crea una opinión de lo que debería ser lo normal o la norma, y por ello sólo es una convención, no es un uso de la razón, del mismo tipo que la razón que se usa para calcular el cómo aplicar la gravedad entre dos cuerpos, dada su masa, o hallar el resultado de una suma o buscar los 10 primeros números primos a partir del número 1000.

Ahora traeré a colación la historia de la filosofía y las religiones. Fijarse, por todo lo dicho, que es muy tentador pensar que si existen “verdades incuestionables”, y que si se llega a ellas con esa misma facultad humana que llamamos razón (ahora mediada por los métodos científicos), por qué no habría de ser así para cuestiones sobre lo que está bien o está mal. En definitiva para lo moral, en donde hay que tener en cuenta que tal concepto proviene de comportamientos aprendidos de los padres (mores, costumbres, quehacer humano de una comunidad). Así, si la razón es aquella que trata de temas elevados de las leyes físicas, en ese caso muchos filósofos han tratado de mover hacia abajo el límite de lo que la razón ha de tratar. La conclusión de cualquier forma es más antigua y viene desde las religiones: los dioses habían estipulado tales reglas en los antiguos tabús. Ninguna filosofía ha logrado nunca encajar una ética en los parámetros de lo que entendemos por razón. Leibniz, “creador” del cálculo infinitesimal, pretendía crear unas mismas reglas que “calculasen” todos los conceptos humanos, para ser delimitados dentro de un sistema matemático, pero murió antes de poderlo llevar a cabo, aunque huelga decir que le hubiera sido imposible. Los racionalistas y los idealistas alemanes de los siglos XVII y XVIII, han sido el último intento filosófico para tratar de delimitar la ética a la razón, pero de nuevo fracasaron (aunque una parte del cristianismo a validado la ética de Kant como la más “acertada” y la que hay que seguir ahora).

Hablando en general, los errores en materia de religión son peligrosos, los de la filosofía sólo ridículos. David Hume

De fondo de estas ideas siempre ha estado Dios, pues para el hombre la “regularidad de los cuerpos celestes”, hacían concebir un ser que hubiera creado tal orden, orden menos apreciable en la tierra y mucho menos en el hombre. Orden que era lo propio de un dios (el Dios-razón de los idealistas alemanes) y en donde el humano, para alcanzar esa perfección, tenía 1. a la razón para captar tal orden y 2. consiguientemente tratar de alcanzarlo en vida (o unirse al él al morir). Ese camino era la ética basada en la razón.

Nota: ❝…pero estas palabras de bueno, malo y despreciable siempre se usan en relación con la persona que las utiliza. No siempre y absolutamente tales, y ninguna regla del bien y del mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo.❞ Hobbes

Vayamos más atrás en la filosofía. Puede parecer intranscendental y gratuito, pero trato de delimitar en qué se basan las actuales ideas que mantiene el cristianismo. Para Aristóteles estaba 1. el cuerpo y sus “apetitos”, 2. el alma o psique y 3. la razón, nous o espíritu. El alma, así, en la analogía de arriba, es lo que yo he llamado perla. Le da forma la “materia”, en tanto que el ADN “modela” esa “materia” con ciertos ajustes de un cerebro concreto. La razón es ese lado que sólo analiza (computa) los datos, pero es falible, pues depende de los datos que compute, y si le sobra o le falta algo. El nous, así, está contaminado del no-ser, puesto que en un momento dado dice una cosa de la realidad, que después otros datos lo niegan. Por otro lado no hay una frontera clara entre saber y opinión. La ciencia maneja teorías e hipótesis y pueden ser desmentidas o revisadas más adelante. Con los descubrimientos y leyes de Newton se pensaba que todo estaba dicho, pero el siglo XX mandó al traste tal idea tan “inocente”. Por otro lado no habría que reducir a la razón a temas “tan elevados”. Cómo cargar lo más óptimamente una furgoneta para una mudanza también implica la misma facultad. En ese caso la pretensión de Aristóteles, de nuevo, era que tal facultad se “ocupase” y abarcase todo lo humano. Bajo tales ideas, entre ellas el concebir el no-ser del nous, Aristóteles era más materialista que su maestro Platón. No creía en la inmortalidad del espíritu, pues es, como quien dice, humo, un epifenómeno, en el lenguaje actual. Es ser y no-ser, y en esa medida su no-ser no puede ser transcendente. Tampoco dejó dicho si la psique (alma, perla) sobreviviría al cuerpo. Bajo tales ideas, la filosofía que emergió durante el Imperio Romano, y el nacimiento del cristianismo, fue el platonismo, como neoplatonismo, al incorporar las ideas aportadas por Plotino. Las ideas de Aristóteles quedaron perdidas y volvieron a aparecer con Averroes, musulmán andaluz del siglo XII. Fueron rechazadas por ser tomadas como ateas. A nivel “practico” lo que todo humano quiere es que ya que ha de haber un cielo al que llegar, que lo que llegue sea nuestra individualidad, lo que nos hace únicos, incluida nuestra memoria. Esta es una idea contra las distintas teorías de que lo más valioso es la razón, pues la razón, bien usada, nos iguala. Anula todo rastro de individualidad. El cristianismo restó el concepto de espíritu para entender al ser humano, y lo “usó” para nominar otras cuestiones. El humano sólo era cuerpo y alma, y ese alma a la vez estaba conectada con el buen uso de la razón para guiarse en la vida. En definitiva: se simplificó todo en exceso, obviando todos los problemas de tal reducción, que además no explicaban la naturaleza humana, de la que no se tenía que saber nada más que lo que dijese la Iglesia (así fue durante la Edad Media y el Renacentismo), si por ello se contradecían sus premisas (negó por ejemplo el poder abrir cadáveres para poder conocer el cuerpo).

Nota: el prefrontal sin tema que tratar —al que manejar como razón o “calculadora”— entra en un proceso de de mente erranteque es como mejor queda en claro su “naturaleza” y su ser y no-ser, pues su “elemento” o rueca principal es la duda, y se dice y desdice a cada segundo (por ahí iba la frase escritos atrás de “no sé si saltar de alegría o suicidarme”, en lo intangible, contradictorio y caótico de ese ser que emerge como conciencia). Esta idea queda claro en la nueva película “Chaos Walking” (Caos andante, 2021 —traducción del título deseable—), película que se inicia con la cita: «”el ruido es el pensamiento de un hombre sin filtrar, y sin filtro un hombre es sólo un caos que camina”, colono desconocido del nuevo mundo». Lo mejor de la película, que no es “genial”, pero entretenida, es todo este concepto de la conciencia como ruido, como no-ser, como humo que se expresa y puede ser visualizado por los otros, pero que se evapora tal como ha venido (descargar Torrent y subtítulo).

Mis escritos tratan de delimitar que sí hay una naturaleza humana, y ciertas otras reglas dentro de los sistemas en los que nos encontramos. Por lo tanto hay que partir de tal naturaleza y reglas, para tratar de entender o delimitar nuestra condición y por ello nuestras sociedades. Pongamos el caso del sexo. Se sabe que el orgasmo es “propio” de lo masculino y lleva más tiempo a nivel evolutivo que en lo femenino, que lo ha “incorporado recientemente” y en escasas especies (lo que debe de hacer que esté más unido a más “funciones” y mecanismos en el hombre). Igualmente que la agresividad es más propia de lo masculino, en donde en uno de los casos es por tener las luchas entre ellos, para tener acceso al sexo. El feminismo parece partir de la idea de que el humano es una tabula rasa (hoja en blanco, y todo es construccionismo social) y que tales “propiedades” no son innatas. Pero de ser así… ¿qué explica que haya una violación cada media hora en todo el mundo? (cifra que maneja el feminismo). Por otro lado existe el concepto confirmado por la ciencia del dimorfismo sexual. Las diferencias suelen estar al cargo del macho, que es el que tiene que “deslumbrar” a la hembra. En el humano ese orden está invertido, luego la “naturaleza” de la mujer es la de “lucir” tales dimorfismos. Cambio de tercio. Ha salido recientemente que durante el coronavirus ha aumentado el 500 por 100 de comportamiento pedófilo en España (he perdido la referencia, haré uso de otra…) Según dice la BBC News se ha dado un “dramático incremento del consumo de pornografía infantil” durante la pandemia, seguramente el mayor consumo será de hombres (hay más entradas bajo la misma idea: buscar). ¿Cómo entender tal cuestión si no es por las diferencias sexuales entre hombres y mujeres? La sexualidad se “usa” como medio para liberar el estrés, seguramente más en el hombre que en la mujer, pues por regla general las hembras del reino animal no tienen sexo si las condiciones ambientales son muy negativas (condición reglada en el ADN para no promover la crianza, si por ello la propia vida de la madre se pone en peligro, muriendo madre y crías). Dado que hay mucho porno, el hombre recurre a este, pero llega un momento que se sacia, que lo “normal” ya no le excita, con lo que tiene que mover los márgenes de qué es lo que le activa sexualmente. En esa dirección algo prohibido es la sexualidad de menores, luego algunos hombres bajan la edad que mentalmente se pueden permitir ver, y dado que lo prohibido tiene un alto grado de excitabilidad, cada vez puede tender a bajar más la edad del porno que busca o ve. Esto no quiere decir que esa sea la “naturaleza” del hombre humano. Se da este “despropósito” porque los márgenes se han movido, están desplazados de como son en la naturaleza, teniendo en cuenta además la neuroplasticidad del cerebro (¡que no siempre va a ser para mejor!, ver esta entrada sobre “neuroplasticidad estructural relacionada con la adicción“).

Si se analiza “fríamente”, tales datos, el primer “error” es el porno, puesto que al estar tan a mano, el hombre se satura más rápidamente, que si le costase llegar a ese tipo de grafismo sexual, que no tiene límites en cuanto a extremos (no hay tabús en el porno, en la actualidad, más que los delimitados por las leyes). En otras épocas, y en la misma situación de una pandemia o crisis, el hombre podría tender a la prostitución, pero como tiene un alto costo monetario, el “descenso moral” que le permitiría o prohibiría su liquidez, “graduaría” su sexualidad a un nivel más “normal”.

Viéndolo así, tanto Internet y la globalización han sido una segunda apertura de la caja de Pandora, puesto que ahora las reglas del juego se han vuelto más lasas e imposibles de volverlas a cerrar en la caja. Si todo los países acuerdan algo, o así lo tienen como premisa de sus costumbres, pero un país no lo cumple, al estar globalizados y por medio de Internet, ese sólo país o cultura abre una puerta por la que cualquier humano puede entrar. La animación porno japonesa no se pone límites y la hace con niños y niñas e incluso bebés. En teoría como no pone en peligro a ningún ser humano, de forma directa, no es un delito, pero…, ¿no está rompiendo con toda barrera mental?, no abre “nuevos caminos” para la sexualidad humana.

Conclusión de los últimos párrafos. La mujer evalúa la sexualidad humana desde su propia sexualidad, pero dado los “resultados” y las cuestiones manifiestas en la dirección que van las cosas, se han de estar equivocando. Si ella crea ciertas aperturas, que las cree “correctas” según su propia sexualidad, tal error de apreciación forma parte de los problemas que se están dando en el mundo, pues está ignorando la sexualidad del hombre. En ese caso, se debería de dar un paso atrás de como estamos en la actualidad, pues el paisaje que se perfila, no parece ser el mejor o el más deseado.

Conclusiones finales del escrito. Para mí ahora, ese ser que emerge como conciencia, es el “etiquetador”, que es al que le hemos otorgado de forma errada el nombre de razón. Este a veces es caótico (otras en rumia) y a veces es más ordenado (calculador, razón), pero que de una manera u otra, en definitiva, lo que hace es etiquetar la realidad (la orden de Dios a que pusiésemos nombres —nominar, etiquetar— a todo, según la biblia). Etiqueta que desde ese momento formará parte de la red neuronal que es nuestro cerebro. Por ello —pero siempre teniendo en cuenta que recubrimos o descubrimos la perla—, como dijo Ralph Waldo Emerson: “nos convertimos en aquello que pensamos todo el día”.


Temas anexos:

En este mapa me resultaba extraño el nivel tan bajo de confianza en los otros de los franceses. Después lo he pensado y podría darme la razón sobre el cómo los conceptos marcan la dirección que toma una nación. El ciudadano medio francés está más cultivado que la media de otros países, para ellos no es extraño decir que una persona es muy cartesiana o roussoniana, evocando discusiones de su cultura y sus filósofos. Sin duda se puede decir que su filósofo principal es Descartes, el filósofo de la duda metódica, duda que es posible que marque su carácter como nación y en cada persona.

Segundo tema:

Hablando de la importancia de la primitiva de hogar. Según Ramón Gener, la clave de una partitura es el “hogar”, al que vuelve una y otra vez la canción. Algo así como la salida del hogar del héroe, a sabiendas que ha de volver al hogar, que es la clave de la canción. Es de imaginar, que a la vez, las canciones pop tienen el estribillo como un segundo y más claro hogar. Dejo el primer vídeo, que tiene una segunda parte.


(Falta de poner una gráfica que muestre el desarrollo de lo que plasmo en este escrito. La tengo que hacer, pero he de aclararme en cómo hacerlo visual. Este escrito no estaba previsto, lo he hecho en la dirección de tratar de delimitar qué es la razón y porque no puede estar pareada a la verdad, luego aún faltan dos escritos para finalizar la serie.)

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