Meme y Concepto (Allanando los Términos)
❝La capacidad de transporte de información de un sistema se maximiza cuando su interconexión cae dentro de un régimen estrecho entre el orden y el caos.❞ Liane Gabora
En muchos de mis escritos suelto hilo (jerga de los pescadores), y surgen y expongo muchas ideas, y no es hasta que recojo hilo que quedan explicadas ciertas cosas de las expuestas. No siempre logro coger hilo de todas las cañas tiradas al río. Algunas simplemente se terminan por romper.
Este escrito parte de lo dicho en “El origen y la evolución de la cultura y la creatividad” de Liane Gabora en 1997 (está como archivo de descarga en el escrito anterior), pero sólo lo va a tener de referente en tanto que lo que quiero tratar son otros asuntos. ¿la idea del concepto (el concepto del concepto) es intercambiable por el de meme? Una primera idea es que el concepto de meme es en sí mismo un meme (de moda). El problema de tal meme es sobre qué trata. El diccionario de la real academia, en la medida de tratar ser mínimo y lo más ajustado que pueda dice que es un “rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación”. De ser así no es igual meme que concepto, pues ciertos conceptos no los conoce nadie y por ello no son memes. Otro caso es ir a la idea general de Richard Dawkins, donde el concepto es equiparable al del gen. No todos los genes se expresan, unos tienen más “éxito” que otros, pero no por no tener “éxito” deja de ser un gen. Habría que empezar por delimitar que un meme es simplemente “un paquete mínimo de información significativa”. O sea que en sí misma es un tipo de entidad discernible y distinta a otra. Bajo este aspecto ¿un meme, un ente y un concepto hablan de la misma realidad?
Todo esto nos lleva a tratar de averiguar qué es información. Por otro lado se tendría que analizar qué tiene que ver la información con la verdad. En la vida no hay verdad o mentira, hay aciertos y errores con respecto a mantener la vida. O sea la vida es una máquina o sistema autorreferencial (y de una verdad sencilla y tautológica), pues su único propósito es perpetuarse a sí misma. No porque se cuele en la ecuación un propósito o finalidad, sino por el simple hecho que lo que vive, cada individuo, cada especie, perpetúa o “valida” tal máxima. Toda permutación de genes que no sirvan para esa base no prospera y es retirado a lo largo de la evolución, con lo que queda, después de una larga poda de contrarrestar la “muerte”, es la vida. En ese proceder se “cuela” que todo gen que porte una información que “valide” tal máxima es aquella que se replicará más veces.
¡Claro!, tal lógica rayana daría como resultado individuos eternos, y ese no es el caso. La vida “abriga” en su ser a la “muerte” en la medida que un concepto que se validó fue el de que las sucesivas copias de “un paquete mínimo de información” se degradaba con el tiempo y esa tendencia hacía que se perdiese tal información. Bajo esta idea vemos que tal concepto, o regla en este caso, “existe” en el ADN sin que esté contenido en ningún lado o en un solo gen. El propio ADN en su totalidad porta tal concepto (o regla), sin que se pueda leer en él. Sí se puede reducir, por lo que ha averiguado la ciencia, a que el acortamiento de los telómeros en sucesivas copias es lo que lleva a un momento final de posibilidades de replicarse, de copiarse, y en ese caso el gen que porte tal paquete mínimo de información es el que tiene el concepto de muerte. Pero si sólo fuera un gen, nada impediría que una mutación que no llevase tal gen viviese eternamente, cuando no es el caso. De esto se sigue dos cosas: 1. o bien se dan unos genes pilares o base que no mutan y permanecen siempre (y por ello el ADN tendría una gradación de genes de movibles a inamovibles) o 2. tal regla no está escrita como tal, o si lo está es de forma tan abstracta o ambigua que no es reducible a un gen y ni siquiera a un grupo de genes.
Mi idea de lo que es un concepto trata de pensar en la segunda posibilidad. Entonces caben dos cuestiones, o invalidar o delimitar que es un meme, o revisar qué es, y adaptarlo a la idea que ha surgido en el párrafo anterior. Fijarse en lo tentador que es pensar que si al principio la vida “abrigó” el concepto del ser eterno y esta posibilidad se dio, este evolucionó tan rápido que al final se convirtió en un dios, que con el tiempo no necesitaba cuerpo, y después ése mismo dios, o grupo de ellos, reescribió el ADN para que ya no fuera posible la eternidad, quedándose ellos como únicos y “vigilantes” de ciertas reglas que deberían de formar parte del ADN posterior, que es el que conocemos hoy (ya sé… una idea muy delirante). Vuelvo al tema, dando saltos argumentativos.
Un “error” del concepto de meme —un meme es un concepto, pero el concepto de lo que es un concepto no es un meme, luego el concepto al precederle ontológicamente es el “padre” del “hijo” que es el meme— es que no explica muchas cosas, o de hacerlo lo hace de manera vertical, por deducción a partir de asumir ciertas reglas, no de manera horizontal. En ese caso cabe preguntar si el concepto es un tipo de información que sigue la regla de la herencia horizontal, frente al meme que lo hace de manera vertical (de padres a hijos). Voy por partes, que lo he embarullado todo. Lo que emerge en una cultura es una mentalidad o ideología, como así lo es el capitalismo o el culto al cuerpo, pero no se basa en un meme, sino que es, si acaso, un conjunto de memes. Para suplir tal falla se habla del memeplex o meme complejo, definiéndolo como “un conjunto de ideas que se refuerzan mutuamente”, pero ¿es legítimo de repente convertir un concepto, como el de mentalidad, bajo la regla de los memes? ¿No estamos cayendo en buscar patrones a partir de sólo uno?, como es el caso de tratar de ver el número 23 en todo. El propio concepto de gen hoy en día se pone en duda. Centrarse a que tal o cual gen es el que “crea” tal enfermedad congénita o tal tara, no es una postura que todo científico defienda. Lo que se argumenta es que cierto gen aparece en el foco de atención sobre cierto rasgo de la vida, pero que tal rasgo no es reducible a ese gen, sino a un grupo o “población de genes”. Un caso es el gen FOXP2 con respecto al habla. Tal gen no “porta” la capacidad para el habla, porque en sí misma el habla no se puede reducir a la capacidad de emitir sonidos coherentes, articulados, rítmicos y con ciertos patrones. El habla es el final, si se quiere, de un largo proceso que tiene el cerebro para simbolizar internamente el mundo con distintos fines y medios. El concepto clave, en este caso, es simbolizar o crear una representación, y tal concepto no puede ser reducido a un gen y ni siquiera a un grupo de ellos, sino a la totalidad y unidad del ADN.
La herencia vertical (hacia abajo, obvio, pero procesar una imagen es más rápido que una palabra) es la que procura la reproducción de un individuo o dos a un descendiente o copia. La herencia horizontal son cambios en el ADN provocados por un ADN externo (o ARN) que se ha incrustado al interno, como así lo puede hacer un virus. Se cree, por poner un ejemplo, que perder la capacidad de poner huevos y gestar a la descendencia internamente (embarazo) se dio por un cambio genético horizontal. En ese caso sucedió, en un primer momento, en una sola hembra, y lo heredaron sus hijas. Esta idea también es extraña y ambigua, pues de ser así se podría revertir en algunos individuos, como así sucede antes los rasgos vestigiales (atavismo), pero no parece ser ese el caso. Tal como “funciona” es como haber pasado por un umbral y no poder volver atrás. Es como si algo transcrito de manera horizontal lo hiciera de tal forma que tal “escritura” la convirtiese de facto como una regla base o pilar de tal ADN. O sea, una vez que “nació” el embarazo, dio origen a una de las “propiedades” de los mamíferos y se volvió pilar para tal línea de seres vivos. En ese caso la herencia horizontal parece escribir “conceptos”, mientras que la herencia vertical se “dedica” a probar y validar tal “propuesta” o concepto. Aquí entran en juego los genes, en tanto que memes, que dan la razón a tal concepto o lo invalidan. Tanto el concepto como la mentalidad son herencias horizontales, mientras que los memes son verticales o engranajes o piezas del puzle que se prueban e intercambian para validar o no un concepto o una mentalidad. Bajo estas reglas, las mutaciones operan a modo de como lo hace la transcripción horizontal, pues crea un cambio de “estado” de forma abrupta. Si se quiere ver bajo otro paradigma, tanto la herencia horizontal como las mutaciones operan como las dictaduras (imposición de reglas), mientras que la herencia vertical y la validez de los genes operan a modo de las democracias: por la “voz” de las mayorías (en el tiempo evolutivo).
Cabe pensar y equiparar la transferencia horizontal con la simbiosis. En este caso dos especies, y sólo en algunos casos, crean un vínculo tal que un tipo de vida y otro no se podrían explicar sin tal dualidad. Visto así la transcripción genética de ADN horizontal actúa a modo de estado simbiótico, de dos formas de “articular” la vida en una apuesta que se vuelve unidad. Si es así esta forma de concebir la vida no es distinta de la creación de un ente o un concepto, tal como lo he hecho ver en el escrito anterior. En todos los ejemplos expuestos se traspasa un umbral por el cual algo que era cuantitativo, grupo de entidades menores, a pasar a ser cualitativo o un ser, ente o concepto en concreto. Pongamos el caso del concepto de meme. ¿No se parece al antiguo de idea? Así nos lo hacen ver en la película “Inception” al decir: “¿cuál es el parásito más resistente?, ¿una bacteria, un virus, una tenia intestinal…? Una idea resistente altamente contagiosa. Una vez que una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible erradicarla”. ¿La película hace un uso incorrecto de idea y tal como lo describe es un meme? Estoy tratando de hacer “taxonomía” de las palabras, y tratando de averiguar si son dos especies distintas o son la misma con algunas variaciones. En su acepción más simple una idea es una representación mental, pero como un todo que puede ser expresado a otro para —en ese proceso de comunicarlo— poderlo contrastar con la idea que tiene la otra persona de la misma realidad. Se valida la más validada: aquella en el que concuerdan todos o la mayoría. ¿O no?
¿A nadie le asombra el por qué un bar está lleno mientras que el que está justamente al lado está vacío? Y si fuera el caso que uno fuera la réplica exacta del otro… ¿seguiría ocurriendo lo mismo? O sea, imaginar que el dueño del bar vecino fuese tan loco que copiase centímetro a centímetro al que tiene éxito. ¿Se llenaría igual? Lo que trato de hacer ver es que sobre lo que tratan los memes es sobre su “extraña viralidad“. Quizás esa no fuera la idea de Richard Dawkins, pero es en el “agujero”, cuenca de atracción del atractor, en el que ha acabado. Se supone, bajo los parámetros iniciales de Dawkins, que el meme es el equivalente de un gen, en donde entra en juego la adaptación y los juegos o reglas evolutivas. Pero, ¿cómo va ser óptimo ir a un bar que te van a tardar en atender horrores, que vas a estar apretujado, que hay tanto ruido que tienes que levantar la voz para tratar de mantener una conversación, y que haya que hacer cola para poder acceder a los servicios? (al salir de copas se ha hecho habitual ni siquiera tratar de ir a sus servicios, sino ir a los del bar que está menos lleno, o directamente en la calle —incluso las chicas—) para ser la mejor apuesta de dónde ir. O sea, los memes —o a lo que han quedado— y lo viral estudian —o tratan— ciertas propiedades de los sistemas que más bien parecen salirse de las reglas de la evolución. Que operan en cierta forma en los límites del equilibrio de un sistema, como el agua al cocer, en donde un punto más allá es susceptible de hacer que pase a otro estado, o se convierta en otra entidad.
Viendo las cosas bajo estas nuevas perspectivas: ¿una mentalidad opera a modo de las reglas de la vida o del meme? O es otra “cosa”. Lo que trato de determinar es si bajo un juego de lenguaje un meme es el equivalente a un centímetro, con respecto a las medidas de longitud, y por ello una mentalidad es un kilómetro o suma de mil memes. O estoy mezclando pesos y longitudes… dos lenguajes distintos. (De repente he visto el cuchillo que está a mi lado y me he visto a mí mismo apuñalándome con furia y desenfreno…, creo que por ahí arriba algo va mal, creo que el cerebro no quiere que gaste energía en este pensar para nada). Tal como lo trata Liane Gabora, la mentalidad son mil memes y en ese caso defiende que sigue las reglas evolutivas; lo que no explica la “estupidez” de ir al bar que más lleno esté… ¿o sí?
Cuando se lee un escrito complejo, lleno de ideas, memes y conceptos, el libre pensamiento del lector leerá o llegará a ciertas conclusiones que textualmente no están en tal escrito. A tal capacidad, y haciéndolo de forma sistemática, se le llama hermenéutica, pero a nivel cotidiano este proceder ocurre sin que la conciencia ponga intención en ello. Lo hace la cognición implícita, pues todo escrito lo lleva cada lector a su propio lenguaje, y este tiene cebado ciertos conceptos (sesgos) durante el proceso de lectura. Gabora nos habla de un estado de equilibrio, durante la producción de ideas (subcapítulo 6.2), en donde el cerebro tiene que estar lo suficientemente activado (cebado) como para crear su propio tren de pensamientos, pero sin perder dicho control como para descarrilar (mis escritos descarrilan mucho, este es un ejemplo), como así les sucede a los esquizofrénicos. Llega a la conclusión que tiene que estar en un nivel alto para que tal proceso ocurra. De ser así lo viral o masivo, como los bares llenos, son ese estado sobreexcitado del sistema como para que sea posible el tren de pensamiento. Esto, que para Gabora es casi una nota al margen en su escrito, a mí me parece fundamental para entender el por qué se llenan los bares hasta llegar a lo absurdo. Se “busca” (¿desea?) un cambio de estado. En el escrito anterior, y en un artículo de la Wikipedia, nos dicen que la tierra aunque está bajo la segunda ley de la termodinámica, tendiendo a la entropía, ciertos fenómenos como los huracanes crean un orden muy equilibrado y uniforme en la manera de operar en sus vórtices. ¿No busca el humano “sincronizarse” a lo “humano”, al vórtice que crea la masificación, frente a la entropía y la tendencia al caos y la desintegración que significa la soledad y la individuación? Para el caso es como haber perdido el rumbo o la hora exacta y que los actos multitudinarios significasen —o en ellos se lograse— poner todos los relojes a la misma hora, y tomar el mismo rumbo. A mayor estado de desorientación, mayor necesidad de tales estados de sincronización, lo que explicaría muchas cosas de la actualidad.

De este proceso se sigue otro, que además en parte contradice el concepto de meme y viral, y es que al llegar a cierto estado de equilibrio —recuperarlo, pues se había perdido— se alcanza ese punto en el cual es posible alcanzar ese tren del pensamiento a partir del cual empiezan a surgir cosas nuevas, y por ello se llega a la creatividad. O sea, el paradigma de lo viral y el meme es la replicación, pero si en esos estados masificados se llega a un punto de “ebullición del cerebro” en el cual es más factible y fácil “cocer” ideas preconcebidas o asentadas, como para cocinar unas ideas nuevas, entonces ocurre que el meme original, del que parte la idea nueva, en muchos casos muere (¿se le sacrifica?) y por ello deja de ser viral. Con estas apreciaciones retomo lo que ya dijera hace años, que los vórtices y lo exponencial es la base de la conducta humana. Otro caso que ejemplifica lo dicho son las grandes ciudades, que es donde suelen nacer nuevos movimientos literarios, de música, etc. Parece que se necesitase cierta masificación para llegar a ese lado, frenético y de furia, por lo cual algo viejo dé paso a algo nuevo. ¿Qué hay tras esto?, que reglas operan o por qué es así.
Una regla evolutiva para los sistemas nerviosos complejos ha sido el concepto de la inhibición latente. El sistema no puede estar permanentemente enervado, pues consume mucha energía y crea —o tal estado es tomado como de— ansiedad. Como la regla básica es la homeostasis, la tendencia al equilibrio, el sistema nervioso no se activa por cualquier cosa del exterior, sino que lo ignora, lo inhibe o crea los procesos necesarios para que no sean percibidos. Las sociedades humanas, a lo largo de los milenios, han ido de apenas una docena de individuos en un clan, hasta llegar a las actuales ciudades de millones de habitantes. En ese proceso el cerebro del ciudadano medio se ha ido adaptando para reducir más y más estímulos, con lo que a nivel evolutivo, la inhibición latente ha tendido a cada vez ignorar más cosas. Los estados masivos son el “producto” o la secuela de tal proceso, en donde ahora el sistema de inhibición latente se logra “desconectar” o bloquear sólo cuando hay demasiados estímulos a nuestro alrededor. O reduciéndolo a una idea simple: los bares llenos son el equivalente moderno de sincronizarse a través del baile alrededor del fuego de los primeros humanos.
La naturaleza humana porta sobre sí un doble mensaje (contradictorio), por un lado hay que sincronizarse al resto, pero por otro lado lo que se premia, tanto a nivel de selección de pareja como en lo social, es la creatividad. Los estados masivos dan una oportunidad a aquellos que no son creativos “por defecto”, pues en la suma de todo lo que le “enerve” —en tales nichos masivos— los cerebros de tales personas son capaces de pequeños o grandes logros o novedades creativas. Bajo este doble mensaje, lo viral y el meme son la “pista” de dónde se están dando los estados masivos o de vórtices, en donde pueden nacer nuevas ideas, o están naciendo nuevas ideas que “acoplar” a nuestro acervo cultural, en donde además nos asumimos como “pertenecientes” a la sociedad en la que hemos nacido. El meme en ese caso no está exento de dicho doble mensaje, en donde al seguirlos, por lo menos en uno de sus dos mensajes, no nos “equivocamos”, pero al ser creativos lo "matamos" al nacer otro a partir de él. Como el surgimiento de nuevas ideas es lo tangencial, pues pueden darse o no darse, lo que emerge de tal estado son las mentalidades, lo viral, las modas y las ideologías. Creo que ahora ya he encajado cada “concepto” analizado en el escrito en un mismo juego de lenguaje. Si en las longitudes el milímetro precede al centímetro y este al metro, en lo humano es un juego de lenguaje circular, en tanto que la idea nueva es la boca y la cola de la serpiente que son en sí mismo los memes, que pueden devenir en lo viral y al final, y en donde en una de sus bifurcaciones, se llega a las modas, la mentalidad y las ideologías. Los estados masivos tienen la potencialidad de crear nuevas ideas y de reiniciar el ciclo de creación y destrucción de ideas (tendencias, mentalidades).
Queda encajar el concepto en toda esta jerga y “circo”, pero sólo es seguir la lógica del anterior escrito. Si llegado a cierto grado masificado se traspasa un umbral, en donde lo que precede muere para dar paso a algo nuevo, habrá nacido un nuevo ente, un nuevo concepto, una nueva mentalidad, un nuevo estilo de música o de literatura o de pintura. Un nuevo concepto es el estado emergente donde los elementos que lo componen no explican ese nuevo nombre/identidad, que ahora es y tiene una nueva identidad o es un nuevo ente. Su “estado” implica no poder volver al estado previo, ni alterar a este, y así es en la superveniencia, como es que desde la gestación el sistema por “error” pueda ir al de poner huevos (¡quien vea poner un huevo a una mujer que me lo diga!🤣), o que como al “nacer” el protestantismo ya no pueda volver al catolicismo (pero sean de la misma “especie”), etc. Esta premisa es por la que quizás se pueda afirmar que una invasión no puede durar para siempre. Una identidad (que proviene de ente) una vez que se ha creado es remisa de morir, pues sigue la regla de la supervivencia. Una invasión sigue la regla de la herencia horizontal, pero en este tipo de casos no “funciona”, pues no parte de una simbiosis (simbiogénesis), sino de un ataque (Roma tuvo éxito mientras trató de recurrir a la simbiosis). La única forma de “anular” o matar una identidad es por la herencia vertical, a través de memes masivos que vayan matando o anulando los memes que sean los propios de dicha identidad. Sustituyendo uno por uno hasta que al final las identidades sean indiscernibles, intercambiables (sinónimas en el lenguaje), y por ello sean una sola y una única identidad, o cuanto menos de la misma “especie” (como es el caso que el americano y el inglés sean anglosajones; fijarse que Inglaterra al haberse separado de la Unión Europea está volviendo a ser más colaborativo con los Estados Unidos, como es el caso de prohibir el 5G de los móviles Huawei).
En toda panoplia aquí mostrada emerge que el “loco”, el esquizofrénico, el que padece cualquier trastorno mental (excepto los de bajada del ánimo o las depresiones, que son lo contrario), suelen tener como base que tienen dañado el sistema de inhibición latente, con lo cual no les hace falta conectarse dentro de los estados masivos para llevar sus cerebros al límite, para la creación de nuevas ideas, memes o conceptos. Su tren de pensamientos siempre está en marcha, en algunos casos al límite de su resistencia, y lo complicado para ellos es frenarlo. El aislamiento suele ser una de sus estrategias o caminos en la dirección de reducir los estímulos, mientras que otras son la búsqueda del silencio y la oscuridad. Por orden general la mujer tiende a la depresión y el hombre a los estados exaltados como la psicosis, la esquizofrenia y el bipolar (en su lado maníaco). Se puede generalizar diciendo que la mujer encuentra su punto de genialidad en el orden (la meticulosidad de Madame Curie) y el hombre en el caos (Einstein, John Forbes Nash).
Algo confuso o que creo equivocado en Liane Gabora, es pensar o deducir que la evolución no tiene propósito, mientras que la evolución social sí lo tiene. Hace uso del concepto de estrategia para el segundo tipo de evolución, que no deja de ser el ponerse metas o propósitos. Está claro que de forma concreta tal visión encaja, pues el humano se puso el propósito de llegar a la luna y lo hizo, pero a nivel de un todo social la evolución es tan “ciega” como lo es en lo biológico. Llegamos a ciertos “lugares” sin que tal tema entrase a debate, y en casi todo lo social interviene más lo aleatorio que lo previsto y lo buscado bajo algún fin. En dos casos concretos: nuestro propósito no fue “matar a Dios”, tampoco llegar al calentamiento global. No son procesos fuera del acontecer humano, son sucesos que más bien no eran deseables o esperables, luego la evolución social es igual —o demasiado parecido— a lo caótica que es la evolución biológica.
Por otro lado, la evocación de los recuerdos de la teoría de la memoria distribuida dispersa (SDM), en la que fundamenta Gabora su escrito, no me parece correcta. Un sistema informático puede funcionar así y de eso dan fe los programas informáticos que se basen en tal tipo de memoria, pero el humano es un ser sintiente y cada ente de la memoria no tiene o puede basarse tan sólo en una dirección de memoria, sino a la vez en un “peso” emocional. La madre para un bebé no es una dirección de memoria entre otras, es la madre que va a ser reconocida entre una docena de rostros, es la madre que le calmará el ansia en cuanto la vea entrar por la puerta y es la madre que le arrancará una sonrisa al verla (teoría de la relevancia). Lo mismo para algo viral, de moda o memético, como el cantante o el grupo de moda. En cuanto una canción dé sus primeras notas reconocibles, el cerebro de un seguidor se activará como un árbol de navidad. En otro caso, hay que recordar lo fatídico de este sistema, como así es en el trastorno de estrés postraumático, en donde un sólo recuerdo secuestra al cerebro y sus capacidades elevadas (concentración, hilar pensamientos conscientes, libertad) en cuanto aparece algún indicio del estímulo que le creó tal trauma. Posiblemente una inteligencia artificial pueda ser llamada así cuando tal “epifenómeno” pueda darse en sus circuitos, como así apuntan en la película “2001, una odisea en el espacio”, en su mítico robot HAL 900, que no es capaz de “funcionar bien” a partir de un doble mensaje, el cual le crea una disonancia cognitiva. Tal capacidad lo proporciona la química, no la activación eléctrica del cerebro, y a su vez está regulado principalmente por la amígdala, que se encarga de dar un peso emocional a cada recuerdo, y en donde algunos de ellos se evocan con suma facilidad, mientras que otros caen fácilmente en el olvido.
Incluso cuando hago un uso en el escrito como panoplia la teoría de memoria distribuida dispersa falla, pues el cerebro da un peso emocional de las veces que lo he usado y sido entendido a lo largo de la vida, frente a otras que sólo he provocado bocas abiertas o miradas de desaprobación, por dármelas de intelectual o no rebajar mi lenguaje al de la media. En el presente escrito lo he usado para no volver a repetir en el inicio del párrafo la palabra jerga. Fijarse que una y otra ni siquiera son sinónimas, pero sí funcionaban así dentro de los contextos de la frase (holismo semántico), luego jerga y panoplia no siguen la regla de la memoria distribuida dispersa de estar “cerca”. Tal como ha ocurrido en el escrito, y por ello en mi cerebro, es que una frase va cambiando de identidad (significado) según se va construyendo, y el cerebro detecta y reduce a un significado, ente o concepto la frase terminada, o sus partes, en donde en cada una es susceptible que emerja un contexto (estado emergente de un significado) en la medida que carezca de ambigüedad. En tal proceso se crea una identidad significativa (ente, concepto), que a la vez se une o apunta a entes (representaciones) mentales de manera asociativa ambiguas (homofonías, sinónimos, antónimos, analogías, recuerdos emocionales similares o contrarios…). Un párrafo era “queda encajar el concepto en toda esta jerga y circo” y el otro era “en toda jerga aquí planteada”, que tenían una cercanía significativa y en donde panoplia encajaba dentro de lo que quería decir una y otra frase como “variedad de términos complejos”. Al final, además, tuve que corregir “en toda panoplia aquí planteada”, por “en toda panoplia aquí mostrada”, pues panoplia y planteada creaban algo de cacofonía. ¿Cómo reducir todo esto a la memoria distribuida dispersa?, imposible, (en mi "loco" cerebro, y como ejemplo extraño, desdicha es desdecirse, que no debe de ser lo habitual).
~ Complejidad para discernir el lenguaje y la comprensión mental ~
En otro caso, no existe algo así como el “miedo a volverse loco”, lo social pone palabras a conceptos cerebrales que son otros. El concepto más cercano es perder el auto-control, que a la vez remite al control, y este a la homoestasis, como sistema autorregulador, que también lo hace en la esfera del ánimo y lo emocional, en donde parte de estos procesos son llevados a cabo por el locus del control. Lo que se pierde en todo caso es la capacidad de hacer uso del sistema del control de impulsos, que es parte del sistema ejecutivo, y sólo es esporádico y momentáneo. Tal estado es el llamado ataque de pánico y en esto se da un dimorfismo sexual, pues es más habitual en la mujer, mientras que en el hombre suelen darse ataques de ira. No es construccionismo social, sus estructuras cerebrales dan una tendencia u otra. Una de las conclusiones “extrañas” a la que he llegado en los últimos escritos es que los sistemas subcorticales tienen la capacidad de cortar el riego de sangre y oxígeno al prefrontal, con lo que “evita” que se haga uso del control de impulsos, como así ocurre con la hipofrontalidad. Esto implica dos cosas: 1. lo subcortical tiene tal capacidad, pero no la corteza cerebral sobre lo subcortical, luego tiene un “poder” que el prefrontal, por ejemplo, no tiene sobre el resto del cerebro. Para el caso el prefrontal “negocia” con el cerebro el control, mientras que lo subcortical opera a modo de dictador: “¡se hace lo que yo diga y punto!”; y 2. lo subcortical pone en juego primitivas e instintos en la dirección de sobrevivir que dejan de lado cualquier concepto y distinción entre el bien y el mal. No es inmoral, sino amoral.
Una última conclusión son las redes sociales. Este escrito, y muchos de los míos, pueden ser más enriquecedores que muchos vídeos, pero en la medida que a mí no me gusta ir a los “bares llenos”, mi “fluir” queda al margen de la gran cuenca o vórtice en la que caen —y que es la que buscan— la mayoría de las personas. YouTube se está convirtiendo en un gran vórtice, pero de muchas ideas “viejas” y recicladas (otro tanto ocurre en el cine: casi toda película de miedo sobre las “casas encantadas” o poseídos, siguen la misma hoja de ruta: es indistinguible ver una u otra), cuando las novedades suelen surgir en los “sesudos” escritos de personas al margen de los vórtices. Esto está propiciado por el uso masivo de los móviles, que no invitan a leer, y las SmartTV que tampoco lo hacen. Luego no es que YouTube sea el lugar más óptimo para aprender algo, sino el que se tiene más a mano (asequibilidad) y esto tiene poco que ver con el juego evolutivo (en otro caso está el fácil acceso que existe para llegar a la comida, como son las neveras, que son potenciales para crear obesidad, que no es lo óptimo a nivel adaptativo). En definitiva: que viral o de moda no es “lo mejor”, sino solamente eso: viral, que en muchos casos no crean más inteligencia o saber, sino que por el contrario pueden llegar a “estupidizar”. ¡Se podría hacer tanto arte en YouTube y no se hace!, me refiero por ejemplo a las performances, a teatralizaciones de la realidad llenas de metáforas y evocación de los lenguajes y los mitos…, pero siendo visual no va en esa dirección, sino, y como ejemplo, se dan clases de los “viejos” filósofos, cuando la mejor forma de llegar a ellos es su lectura. Se (re)quieren atajos al éxito (el “podio” está hecho para que quepan una o dos personas), el amor, la felicidad o la sabiduría (¡qué mierda es eso!), cuando estos son tan improbables —algunos más que otros— como que te caiga un rayo.
Este escrito, en el que muestro que he recuperado mis fuerzas, cual historia sempiterna de mitos naufragados, ha sido posible por unas rosquillas de anís, y algún otro ingrediente de sabor que no he podido reconocer, que me fueron entregadas por una vieja vagabunda llamada Metis, mientras mi cuerpo vagaba en la niebla que cualquier río esculpía sobre la lóbrega noche de mi mente.
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