Devaneos (y Coronavirus)
(La imagen no viene al caso, me gusta por su belleza y su fuerte metáfora: Dios no ha muerto, sólo está “congelado” —y simbólicamente volteado a su izquierda— en la nueva mentalidad humana, pues es un arquetipo (concepto como primitiva) que “habita” en nuestro ADN y nuestros cerebros, y que por ello no puede morir con facilidad.)
No voy a corregir el texto, lo suelo revisar (o una segunda vez) el siguiente día, al levantarme, que estoy más “fresco” y con mejor talante…, luego perdón por los posibles fallos. Este escrito no ofrece novedades y sólo es un recopilatorio de ideas y enlaces a libros y a la Wikipedia.
Sobre el coronavirus al final….
1.
El poner como ejemplo la “representación” de la madre, en el escrito anterior, está dentro de la teoría de la relevancia. Su enlace, algo más de texto aquí y allá, se han añadido (escrito como Yoda he echo). Tal teoría proviene de Dan Sperber y Deirdre Wilson, y aquí dejo dos enlaces a sus libros principales (los dos en Inglés, uno escaneado, ir a la raíz Web del primer enlace para más libros sobre semántica y lenguaje).
Meaning and Relevance (2012)
Relevance_- Communica_and_Cognition (1996)
2.
El que ponga tanto término entre comillas, que lo hago en la dirección de hacer ver que no creo o dudo de tal término o concepto, al final podría estar dentro de lo que la filosofía analítica llama la distinción entre uso y mención, en este caso yo no las uso, y al ser sólo menciones lo hago ver con las comillas.
3.
Muchas de mis dudas de usar el concepto de verdad se pueden explicar por la “teoría deflacionista de la verdad“, que dice que: “en filosofía y lógica , una teoría deflacionaria de la verdad (también deflacionismo semántico o simplemente deflacionismo) está dentro de una familia de teorías que tienen en común la aserción de que las afirmaciones de verdad predicada de una declaración no atribuyen una propiedad llamada «verdad» a tal afirmación”. Se da por lo tanto una correspondencia con la verdad y es sobre todo un problema de la relación entre hecho y palabra, o signo y significante. Si una persona anda hacia adelante y dice “ando hacia adelante” sus palabras son redundantes, pues la acción ya lo implica. En ese caso se da una redundancia de la verdad (¡atención al palabro!, o desestacionalismo ‘des-estacionar’, o así lo interpreto yo). Como hace ver Frege, decir “huelo el aroma de las violetas” tiene el mismo contenido que la oración “es cierto que huelo el aroma de las violetas”, y por lo tanto la palabra/concepto verdad/cierto no aporta nada, luego es redundante, al igual que en el ejemplo de andar y decirlo.
4.
Parte del núcleo del lenguaje tiene que ver con la correspondencia entre lo que se dice (signos) y lo que se quiere decir (significante), entre lo literal y lo contextual, pero no hay un artículo en la Wikipedia sobre el literalismo (para ser más cercanos al del inglés literalism) o literalidad, la real academia sólo acepta este último. Sólo tiene uno que habla sobre el lenguaje literal y figurativo, pero además es muy escueto. Estoy pensando en hacerlo, pero implica leer mucho para poner referencias, luego se queda en el baúl de “cosas pendientes por sus dificultades”. Tendría dos direcciones: 1. su análisis lingüístico (semántico) y su análisis a través del cerebro, y la alta diferenciación del autista, completamente literal, y el psicótico, excesivamente buscador de sentidos muy remotos (soy consciente que al haberlo dicho alguien se me puede adelantar: no hay problema, no creo en la autoría, con que exista tal artículo —lo escriba yo u otro— me vale).
5.
Parte de los puntos expuestos hacen referencia al cómo el cerebro hace tres cosas (la maldita triádica sale una y otra vez): 1. codifica un lenguaje complejo y 2. hace uso de él al decodificarlo (expresarlo) y 3. hace uso de él para comunicarse, que implicaría 3.1 un acuerdo en el juego del lenguaje. La informática, al programar, cae en versiones reduccionistas del cerebro (memoria distribuida dispersa, memoria temporal jerárquica entre otras) pues ninguna teoría sobre el lenguaje es lo bastante completa como para dar fe en afirmar en qué consiste; la teoría de la relevancia ha cobrado mucha importancia en las últimas décadas, pero no parece ser completa. La teoría de la mente, en filosofía, es la pretensión para tratar de debatir sobre tales temas, pero hay tantos puntos de vista, casi, como filósofos. Un punto de vista que ha estado de moda ha sido la hipótesis del lenguaje del pensamiento, de Fodor, pero no termina de convencer y tiene muchos críticos.
He tenido la ingenua idea que quizás es un problema a la hora de abordar el cerebro. Yo he estado haciendo uso de la cognición implícita o zonas subcorticales, frente a explicitas y corticales. Tengo la intuición que la cognición implícita, plegada, más atada al lenguaje del cuerpo, los movimientos, los actos, maneja “paquetes de información mínima significativa”, o en mi lenguaje conceptos. El cerebro nace con una gran cantidad de ellos, y construye un lenguaje a partir de esos ladrillos base. Esta forma de trabajar la he llamado emocionalés, frente al mentalés de Fodor, porque la base de tal lenguaje es el peso de lo emocional (conjunción entre la amígdala y los instintos o primitivas), y por ello en última instancia reglas tan básicas como la supervivencia y la reproducción. El psicoanálisis se basa en el estudio de tal estructura, en donde la sublimación y otros mecanismos, sean de defensa o no, crean un lenguaje que “esconde”, “camufla”, revela o “exagera” ese lenguaje primero que es intencional. Un segundo problema añadido, y siguiendo la teoría de la relevancia, es que la imagen y lo dicho hacia afuera en una persona no tiene porqué saberlo este a nivel consciente. Lo que una persona “revela” de manera inconsciente, en sus actos y palabras, por otro lado, lo puede captar su oyente o la persona con la que interacciona en ese momento. Si la inhibición latente “funciona” como ha de ser en su media, tal persona no captará ese “revelado”, pero las personas con una baja inhibición latente sí lo harán. Hay por lo tanto un segundo nivel de la literalidad, que consiste en no captar los mensajes inconscientes que el emisor nos transmite. E igualmente vemos que se da una doble vía de la comprensión, pues a nivel de lo cortical se interpreta el aparecer, mientras que las zonas subcorticales “leen” y tiene la capacidad de “leer” aquello que pertenece y es consustancial a su propio lenguaje, que tiene a la vez su propio “código” de relevancias. Por esta dualidad yo he diferenciado entre entender, que es intelectivo y cortical, y comprender, que se hace a nivel subcortical y lee sobre todo las emociones y ese “mundo” inconsciente.
El test de Rorschach analiza por un lado la literalidad o creatividad (contextualismo) de un individuo, y además su tendencia a lo psicótico o a mostrar fobias y manías. “Habla” por lo tanto el inconsciente o la cognición implícita. Esto lo hago ver bajo el aspecto que el habla está escindida entre lo que expresa con la palabras, y por otro lado la “carga intencional” que proviene de las zonas subcorticales. Lo que quiero hacer entender es que para abordar el tema del lenguaje, primero hay que entender que el cerebro “reduce” todo a entes o “paquetes de información mínima significativa”. En tal módulo no existen las preposiciones y otros añadidos del lenguaje (como las formas verbales: “yo ir” se entiende, aunque esté mal dicho), que además no tienen los bebés y se suelen ignorar cuando se trata de hablar otro idioma del que se conoce poco. O dicho de otra forma: hay que tratar de “quitar toda la paja”, e ir a lo esencial para encontrar ese núcleo del modo de proceder del cerebro. Lo que yo digo y propongo está sostenido por la hipótesis de las dos vías o corrientes de la audición y la visión, donde toda información va por dos caminos: la corriente ventral y la dorsal. E igualmente hay una doble vía para leer, y para la visión de la acción y el procesado de la información. A grandes rasgos, y en su nivel básico, el cerebro suele tener una imagen y una palabra para cada cosa, y si es algo muy abstracto, de la que no tiene imagen, recurre a un concepto, ejemplo o generalidad, luego ha de tener dobles vías en casi todos los procesos. Además, como no todo se conoce se crea de nuevo un doble conocimiento: el conocido y el que nos han descrito, el primero podemos tener una imagen (vivencia, sensación), el segundo seguramente va a ser verbal (descriptivo). Por lo general se aprende mejor a través de la acción y lo visual, en la que trabaja la cognición implícita, y la enseñanza cae en el error de sólo “hablar” a la memoria semántica y una de las vías, que al ser la más nueva tiene una menor capacidad para crear memoria (hay una nueva propuesta hacia una educación holística, pero que se topará con el problema de ser llevada a la práctica y que sea rentable y práctica, dada la masificación de las aulas).
En todo esto se cuela que la cognición implícita trabaja con entes (objetos, conceptos, acciones, emociones) y es tendente a ser reduccionista. Los arquetipos, estereotipos y sesgos, son “necesarios” para que el cerebro trabaje “bien” y no todo arquetipo, estereotipo y sesgo son erróneos de base, no son o ciertos o falsos: se basan en probabilidades y en el procesamiento holístico —pues como ejemplo, la contextualización semántica es holística—; por lo demás tales aprendizajes son los que nos sirven para sobrevivir e ir saliendo al paso en la vida, pues es mejor haber entendido el 60% de un mensaje, que haberlo procesado a nivel de conciencia y razón, a modo literal, y no haber entendido nada, como así les ocurre a los autistas, en muchos casos.
Con todo yo no soy los suficientemente sistemático como para desarrollar este germen de idea…, me limito a “levantar la liebre”, si es que la hay, y que sea otro el que profundice en el tema. Leer toda la literatura existente, como los dos libros enlazados arriba, parte de los libros y paradigmas de la filosofía de la mente, me parece demasiado trabajoso, más si hay que ir tomando referencias. Leo mucho, pero tal tarea podría llevar varios años, y a mi cerebro le gusta más la variedad que tal tipo de concentración en un solo tema. Por este libro se puede empezar, pero es demasiado “ligero” en profundidad <- aquí se ve un ejemplo de contextualización y que la base del cerebro es la metáfora, como así nos lo hace ver Michael Reddy, quien “demostró que el locus de la metáfora (la metáfora como conducto) es el pensamiento, no el lenguaje, que la metáfora es una parte importante e indispensable de nuestra forma usual y convencional de conceptualizar el mundo, y que nuestro comportamiento cotidiano refleja nuestra comprensión metafórica de la experiencia”.
6.
Bajo mi punto de vista se están cometiendo demasiados errores con respecto al tema del coronavirus (en España). En toda pandemia lo que hace de freno es el número de infectados, en los que su sistema inmunológico ya sabe reconocer el virus, pues tales personas no se vuelven a infectar y por ello ya no podrán contagiar a otros. A menor personas infectadas mayor será la probabilidad que sea más virulento en una siguiente propagación masiva, que puede ser el siguiente otoño, donde el cuerpo está aclimatándose para el frío y tiene las defensas bajas, y por ello ser más peligroso a nivel individual.
Pero al final todo se reduce a apostar. Si no viene tal “nueva ola”, lo ganado ahora favorecerá en todos los sentidos: menos infectados, menor gasto sanitario…
Pero el problema más grave es el que está creando en España la (in)Seguridad Social con el sistema que ha adoptado para atender a los pacientes de los médicos de cabecera. Tenemos que llamar para que nos den una cita para que nos llame el médico, que a la vez a partir de esa llamada determinará si es necesario una visita o no. Esto está haciendo que cada vez se atrase más una posible visita, y digo posible, pues en mi caso he llamado dos veces, me han dado cita para después de seis u ocho días (antes del coronavirus sólo eran tres) y al final no me han llamado ninguna de las dos veces. Ya he desistido.
El caso es que arrastro un “problema” y no he podido ir durante la crisis del coronavirus, y al llegar a la “nueva normalidad” tampoco he podido hablar con un médico. Si se va por urgencias, pues hay veces que lo que me ocurre es más incapacitante y pierdo la tranquilidad, te recuerdan que no se puede hacer uso de las urgencias si no lo son y que puede ser causa de una infracción de la ley, bajo pena de multa.
El caso es que hace un mes doné sangre en un autobús habilitado para tal propósito, con lo pequeño que es ese espacio al restar toda la utilería de camas y demás, y no hubo ningún problema para “encerrar” a unas pocas personas para tal fin. ¿Se es para “recibir” tal proceder esta bien, pero si es “para dar” no?
Como yo me imagino que habrá más personas. Nos podemos llegar a poner más enfermos debido al improbable caso de infectarnos por un virus. ¿No es absurdo? No me gustan los médicos por todo este proceder de tratarte como “ganado”, mandándote de aquí para allá con meses de espera, si se trata de acceder a un especialista, luego por mi lado opto por “pasar”. Así me ocurrió que una anterior vez ya fue forzadamente por urgencias pues la vesícula biliar estaba necrótica. Desde que me ingresaron me pasé tres días (creo recordar) a dolor vivo y constante porque en España no recurren a drogas mayores excepto en casos extremos (contra esto no tengo nada, hay que ser un poco estoico en la vida: en Estados Unidos lo hacen mal, pues al final pueden llevar a la drogadicción a las personas, el “Dr. House” por poner un ejemplo de ficción reconocible).
Como sea. El caso y la paradoja es que lo que “mejor” que me podría pasar es infectarme del coronavirus, para que me ingresasen de urgencias y de paso me tratasen el “tema pendiente”… ¿no es de locos llegar a esta “lógica”? (espero que no me pase, no vayan a pensar que me he infectado a posta).
7.
Al final encontré este texto sobre Nietzsche, en el lugar menos insospechado, que es muy descriptivo, y me encaja con su personalidad, por las que creaba teorías a partir de sus “rabietas”, y que curiosamente coincide conmigo con cierta “tiña” hacia lo anglosajón: ❝Friedrich Nietzsche criticó el enfoque de los utilitaristas ingleses en alcanzar la mayor felicidad, afirmando que “el hombre no lucha por la felicidad, solo el inglés lo hace”. Nietzsche quiso decir que hacer de la felicidad el objetivo final y el objetivo de la propia existencia, en sus palabras “hace que uno sea despreciable”. En cambio, Nietzsche anhelaba una cultura que estableciera metas más altas y más difíciles que la “mera felicidad”. Introdujo la figura cuasi-distópica del “último hombre” como una especie de experimento mental contra los utilitaristas y buscadores de felicidad. Estos pequeños “últimos hombres” que buscan solo su propio placer y salud, evitando todo peligro, esfuerzo, dificultad, desafío y lucha, deben parecer despreciables para el lector de Nietzsche. En cambio, Nietzsche quiere que consideremos el valor de lo que es difícil, lo que solo se puede ganar a través de la lucha, la dificultad, el dolor, y así llegar a ver el valor afirmativo que el sufrimiento y la infelicidad realmente juegan en la creación de todo lo que tiene un gran valor en la vida, incluyendo todo logros más altos de la cultura humana, y no menos importante de toda la filosofía❞. Claro, típico del pensador alemán, después cae fácilmente en la contradicción al decir: “qué tengo que hacer para ser feliz?, sé feliz y luego haz lo que quieras”, (después de un día he caído en la cuenta que es una frase ambigua y puede querer decir que la felicidad no es la meta, que una vez que la tengas hay que pasar a otra cosa, pero no se puede asegurar qué quería decir: ¡los problemas de los contextos!). Para postre ayer en una serie dijeron las frases: “la gente subestima el júbilo en el sufrimiento” y “debemos conocer nuestras sombras, de lo contrario cómo sabemos dónde arrojar luz”. En la serie “The Great”, que por cierto, y como ellos mismos apuntan, no tiene que ver con la realidad, A Catalina la grande la “usaron” como medio para dar un golpe de estado, ella no fue la promotora. Las feministas tratan de “sumarse puntos” como sea.
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