El Último Humano


En política la casualidad no existe, y cuando existe
ha sido cuidadosamente preparada.
❞ Roosevelt
El hombre es un débil y un degenerado que lucha
y difama el orden del universo; que prefiere reformar
a los dioses antes que reformarse a sí mismo.
❞ Séneca
Las guerras no se libran para beneficio personal, sino por lealtad
y devoción al rey, al país o a la causa.
❞ Koestler
No hay acto que no sea la coronación de una serie infinita
de causas y la fuente de una serie infinita de efectos.
❞ Borges
Uno no se hace sabio caminando por el parque. El corazón tiene que estallar.❞ Belfast
«El capitalismo en su forma más cruel recompensa los comportamientos psicopáticos.❞ Hare
Hay tantas ideas como hombres sobre la tierra
—cada uno de ellos tiene su propia mente.
❞ Máximas anglosajonas
Las personas trabajan juntas cuando les conviene, son leales cuando
les conviene, se aman cuando les conviene
y se matan cuando les conviene.
❞ Juego de Tronos
La desemejanza implica, por lo tanto, soberbia…
y la semejanza, mansedumbre.
❞ Gerard Manley Hopkins


(El título hace alusión a humano —homo sapiens—, a la especie, distinto al concepto de humanista, que no tienen porqué ser sinónimos.)

En estos días se me ha vuelto a deteriorar la salud, mientras que en los dos últimos meses sin escribir estaba más o menos estable. Por lo que sea, por la «particularidad» de mi estómago, sin vesícula y vete a saber qué más, en cuanto dejo que mi cerebro trabaje mucho, al final el estómago está peor, y arrastra consigo al cerebro. Los dos órganos compiten por la energía y luchan el uno contra el otro, la realidad sólo es guerra. Consiguiente estado a tal disputa: dormir poco y las digestiones se vuelven pesadas, donde el cerebro cae en una neblina de confusión, y pérdida de la concentración y la memoria (el agente al mando se vuelve casi inoperativo; este estado no es el típico adormilamiento después de comer, pues si me hecho, a veces no me duermo y si lo consigo después me cuesta despertarme, y al hacerlo —después de varias horas— el cerebro no se recobra, sino que permanece en el mismo estado —puede parecer depresión clínica, pero no es constante —a diário— y depende de lo que ingiera —sobre todo algo rico en grasa o huevos—, pero tampoco puedo asegurar nada). O sea, se me hace imposible escribir o pensar (gran culpa de esto es mi dislexia, pues la entrada anterior lo escribí casi completo en un día —a la carrerilla— y después me llevó dos días corregirlo, y eso me pone «enfermo», pues ni me entiendo ni logro corregirme a la primera, y tengo que revisarme tres o cuatro veces más, para depurar el escrito todo lo posible —¡y siempre parecen quedar errores!—). Luego vuelvo al silencio y a una vida interior algo más lenta. Dejo abajo la respuesta a una pregunta que parece que no quedaba del todo cerrada en el anterior escrito…, que por lo demás no sabía si publicar y si encajaba en tal escrito, puesto que me vuelvo a desviar del tema. Mis propuestas no tienen sentido y no se libran de las contradicciones. Ya he dicho que es imposible ser coherente, las distintas capas de lo que cada uno es, tienen su propia voz y puntos de vista. Teóricamente la razón tendría que mediar y anular toda posible o potencial contradicción, pero como digo en el actual escrito, y he defendido a lo largo de mis entradas, no somos un animal racional…, ¡gracias a Dios!, jejeje. Ser honestos es aceptarnos como imperfectos, esa quizás sea la única regla válida.

(Parece haber un patrón en las horas del sueño y la inteligencia. Me he encontrado con vídeos bajo la idea de que los grandes pensadores sólo dormían cuatro horas. Yo suelo despertarme a las cuatro horas y me cuesta volver a coger el sueño, si es que lo consigo —no por ello me creo un gran hombre o inteligente—. El caso es que en ese primer despertar lo hago con un cerebro muy activo y con una gran cantidad de ideas revoloteando, aquí y allá, generándose nuevas ideas, con respecto a los temas pensados el día anterior. En la actualidad estoy tratando de ignorar ese proceso, y las nuevas ideas que emergen, pues de no hacerlo al final me tengo que levantar y arrastrar la falta de sueño durante todo el día. A veces vence ese estado y me levanto, pero con la edad estoy tendiendo a mantenerme en la cama, acallando a mi mente en lo posible, y tratando de dormirme de nuevo. En esa dirección no siempre estoy por la labor de leer, pues tales lecturas son las que se "rumiarán" durante el sueño, que serán susceptibles de despertarme a las cuatro horas. Estoy viendo muchos vídeos de gatitos, jejeje, estos —y en general el humor— contrarrestan mi "intelectualidad" o los estados de rumia.)


Creo que te falta explicar qué significa «la muerte del sujeto».

¡Ah, no ha quedado claro! Si ahora todo es opinión, y si todo individuo cuenta, el sistema ha devenido hacia el caos. No existe tal muerte del sujeto puesto que el actual sistema demuestra que no es así. También demostraría el por qué limitarlo: el cerebro creó la capacidad de crear un yo, y un aparente agente al mando, con la doble dirección de detener su propio caos…, un cerebro sin «gobierno», sin cierto orden, es el cerebro de un esquizofrénico. A la vez es a tal ente o yo al que la sociedad le pide rendir cuentas. Ante la ley no existe la intención primera o visceral: esta es tomada como un acto pasional y desordenado. La ley pone la intencionalidad en el yo reflexivo. O sea, diferencia un crimen pasional de uno premeditado y el segundo está más gravado. Esto crea una doblez en el interior de cada persona, donde la segunda es el sujeto que por medio de la metacognición —de saber que se sabe—, de saber de sus impulsos, ha de controlar a aquellas a través de la reflexión y la proyección de su ser en el mundo y hacia su yo futuro. A mí nunca me ha gustado esta «conclusión», sé que el impulso «real» es el primero —a las leyes, a la razón, no les gusta el psicópata porque no «encaja» en su forma de analizar al ser humano, encaja sin embargo en mis presuposiciones—, el segundo es lo que el resto de personas esperan de mí, es el yo relacional y el social. Madurar significa aceptar que la vida es así. Mantenerse siendo un niño, con sus consiguientes rabietas y antojos, es no aceptar al sujeto que el cerebro crea, mediado dentro de lo social. Siendo así, vivimos en una sociedad de niños caprichosos y enrabietados, que sueltan en las redes todo lo que se les pasa por la cabeza. Tal situación, como estamos viendo, es insostenible, caótica, irritable, dolorosa e intratable.

La filosofía de la mente, los neurocientíficos, pueden cuestionar la conciencia, pueden decir que es un «producto» emergente, un epifenómeno, una ilusión, pero de unas maneras u otras no la pueden cuestionar, porque se «ve», porque es tangible y medible lo que hace. Si existe la profecía autocumplida, es porque existe la posibilidad para la hipocondría y la somatización…, si uno se apercibe que le pica la espalda estando entre las sábanas, puede dudar que hay una araña. De repente la mente «crea» picor en otras partes del cuerpo…, proceso por el cual nos terminamos de despertar para comprobar que no hay nada en la cama. Sólo existen trastornos psicosomáticos entre los animales que tienen metacognición. Que tienen ese agente supervisor y por encima de su propia realidad como cuerpo. Bajo tal aspecto, y otros como la rumia, tal agente es un infierno, pero a la vez crea el regusto: el doble placer de comerse un helado, el primero es el que emerge del propio cuerpo (gusto) y el segundo que sabe y disfruta de ese placer (regusto). También existe lo psicosomático en el cuerpo social, como demuestran los casos de histeria en masa. En ese caso, como dicen en la serie Newsroom: «en Internet se genera el miedo de los tontos», aunque yo la rectificaría o la remataría con «que vuelve real aquello que no lo era». Es el dilema de los trastornos psicosomáticos: para el que padece una enfermedad somatizada es real, tan real como lo es la conciencia, para todos nosotros, pues es la propia conciencia manifestándose, aunque en este caso de manera «catastrófica».

El problema de los falsos problemas es que exigen soluciones también falsas❞, Jesús Gonzales Maestro, (por cierto, este autor tiene un libro titulado «Contra las musas de la ira», en alusión a las feministas como «furias» y el posmodernismo. Lo que siempre digo: distintos autores dicen más o menos lo mismo, pues leen la realidad desde una mirada muy similar. Sus análisis o conclusiones, por otro lado, son muy distintos a los míos).

La muerte del sujeto es sólo un truco efectista dentro de los juegos del lenguaje, que diría Wittgenstein. Un unir varios términos muy significativos para crear un efecto de asombro. Al igual que si digo «la sangre de la rosa» o «el infierno desbocado».  Todo aquello que no es concreto, real, el cerebro lo trata de forma especial, porque es nuevo, porque no sabe dónde encajarlo, porque llama, en fin, a la necesidad del cierre cognitivo, sin que este pueda operar en tales juegos de palabras. En el fondo llama a nuestro «pensamiento mágico», aquel que se asombra ante lo que no entiende y permanece en ese limbo de lo impensable. El humano «necesita» de esta propiedad, a la vez que necesita dar cierre a todo, entender todo. Si el humano perdiese esa capacidad para el asombro, moriría. El día que el humano conozca a la perfección el mundo dejará de asombrarse, y ante la previsibilidad de todo querrá suicidarse, pues habrá perdido una de las partes que lo define, que le hace ser lo que es. Aunque creo que nunca morirá, para bien o para mal, que más bien para lo segundo… ¡yo estoy asombrado —y me imagino que todos— de la actual estupidez humana! Toma a persona a persona y no lograrás captar tal estupidez, pero es la suma de todas las pequeñas estupideces la que han creado el actual estado emergente de estupidez. Bajo esta regla uno se pregunta… ¿de verdad puede ser la mejor forma de gobierno la democracia? Decía Píndaro que «cuanto mayor es la muchedumbre, más ciego es su corazón». Tratando de no ver —o querer ver— esta realidad sencilla, el humano ha creado el concepto y la teoría (nuevo mito, diría yo) del agente racional, como aquella «persona o entidad que siempre tiene como objetivo realizar acciones óptimas basadas en premisas e informaciones dadas» (fuente Wikipedia), bajo tal premisa se creó el concepto de Laissez-faire (dejar hacer), que es la regla que rige nuestro actual sistema social, político y económico. En realidad así es la evolución, «ella» sola va estructurando la realidad, pero es muy, muy lenta para llegar a posiciones óptimas —y no siempre «acierta» como demuestra la pedofilia o la psicopatía—, y en ese caso el humano de momento no se ha terminado de dar cuenta (o no quiere aceptar), que nuestro cerebro no se basa en la razón y por ello es falsa la idea del agente racional —como demuestra el actual estado de cosas—, y que dado que nuestro cerebro al final optó por crear un agente que estuviera al mando de la acción, entonces se necesita ese mismo control dentro del sistema por medio de una «conciencia» que tome tal control. El Estado no intervencionista no llega a ser conciencia. No toma el control de nada. El sistema cae en la «exuberancia irracional«, el sistema termina por ser caótico. El humano, sin ser capaz de poder tomar el control de una nación, ahora trata de tener control de todo el planeta, en la nueva era global. No era capaz de parar todos los balones, cuando le tiraban diez, y ahora se enfrenta a que le lancen cien. Basta un solo caso para hacer ver a qué me refiero: sólo el 20% del plástico que producimos se recicla, el resto se quema para deshacernos de él. Claramente no somos capaces de gestionar tal cantidad de plástico, pero nadie detiene la actual locura. Otro caso es la gran cantidad de dinero y riquezas que tienen sólo unos pocos, y la actual tendencia —lenta pero inexorable— hacia la pobreza extrema. No hay nadie al mando, somos ese pollo descabezado que ya he mencionado arriba.

Te está enredando, la pregunta era sencilla.

—¡Ya!, pero no tiene una contestación simple. En lo básico ya está contestada. El posmodernismo se contesta a sí mismo. Si nada hay legítimo, porqué habrían de serlo los que lo «fundamentaron». Si no tiene ninguna base, cómo fundamentar algo a partir de nada. Cómo invalidar a la palabra con palabras. Cuando un escritor, como lo eran los posmodernos, se enfrentan a que tienen que corregir sus escritos, este proceso ya demuestra un sujeto que hace un uso más extensivo y nuevo de lo que es la metacognición. Un ser que toma conciencia de sí, y toma cierta distancia o dislocación de sí mismo, donde tal posicionamiento desde arriba ya es en sí un agente (esto se podría rebatir). El posmodernismo es una postura anti-intelectual, como ya denunciara Sokal o más tarde los estudios «Grievance affair» —o Sokal al cuadrado (Sokal Squared)—, o casi todo pensador ha criticado, y en donde parte de tales críticas están recogidas en un artículo de la Wikipedia Inglesa, (aquí una de Chomsky). José Jorge de Carvalho en su escrito: «La antropología y el nihilismo filosófico posmoderno» nos recuerda: «Vattimo se apoya en la distinción propuesta por Rorty entre el epistemólogo, detentador de la epistéme platónica (aquél que pretende ver todo, hasta lo que los otros no ven, porque conoce el contexto primordial que genera las acciones humanas —el lenguaje, la mente, las ideas, etcétera—) y el hermeneuta, “el intermediario socrático entre varios diálogos”, que trata de extraer sentido de discursos aún inconmensurables (Rorty, 1979: 317-320). Concluye de allí que la antropología se identifica plenamente con la postura hermenéutica —un discurso sobre otra cultura—.» Todo escrito es susceptible de caer en tal división. O se habla de lo que otros hablan, o se escribe a partir del conocimiento, de la episteme, de la ciencia. En ese caso los primeros están más cerca de la narrativa que de la ciencia. Esta es otra paradoja del posmodernismo, pues tratan de destruir los metarrelatos, pero desde un relato, desde una hermenéutica de los relatos, no desde la ciencia, que sería la única forma que pudiera tener cierta legitimidad. La muerte del sujeto se diferencia del concepto de la muerte del hombre, en que por sujeto, en los análisis deconstructivistas, se refieren al autor de las obras, de las novelas y los ensayos. En ese caso la subjetividad del escritor no cuenta, está muerto, pues este sólo transcribe, como si de un autómata se tratara, aquello que flota en el aire de su propia época, que a la vez es heredera de las que le preceden. Pero eso restaría por completo la individualidad, sin posibilidades para que el «espíritu del humano» mutara, cuando la ciencia acepta bajo el concepto de qualia, la imposibilidad de que existan dos mentes iguales. Va, por otro lado, contra su propio mensaje, pues de no existir lo individual, sólo existirían los arquetipos inmutables. Acepto hasta cierto grado tal idea, si bien hay que tener en cuenta que la historia no es un sólo círculo, nunca cambiante, sino que es circular, sí, pero creando un espiral, en donde todo se repite, y donde a la vez todo es siempre distinto. El psicópata, por ejemplo, es algo nuevo, donde quizás este sólo sea el arquetipo del viejo "héroe", pero en un nuevo papel de un personaje totalmente inadaptado y dominado por una mente desestructurada. La individualidad, el sujeto, pervive, pues aunque una persona nazca con el «alma de escritor», el actual no es el mismo que el de hace un siglo. Así, cada perspectiva, cada sujeto, cuenta, pues siempre crea un nuevo tipo de narración, aunque pueda que los arquetipos y mitos que use sean los de siempre. En definitiva: yo puedo ser heredero de Sócrates, pero claramente no lo soy. Parto de su método, pero de está época que me ha tocado vivir, y eso es lo que me valida como sujeto, pues en mis manos está sobre qué escribo, y en última instancia si quiero o no quiero seguir escribiendo.

(En mi caso. Yo soy ese Ser de lo profundo —constrenido a tener una amígdala seguramente más grande y una baja inhibición latente, con una mayor necesidad de cierre de preguntas abiertas… cognición y cerebro profundo— y a la vez el agente —por la edad— soy el sujeto que se «sujeta» para no levantarse a las cuatro horas de haberse echado a la cama, —sistema ejecutivo, prefrontal izquierdo—. Y soy a la vez —el sistema límbico, las emociones y por ello el que mediado por la desesperanza—, está entre esos dos primeros opuestos. No se me puede reducir a ninguno de ellos, cuando para la ley y el Estado soy el segundo, para mis lectores soy el primero, mientras que para mis familiares soy el  tercero.)

Volviendo  a que no somos un agente racional, toda la cuestión se reduce a tratar de derrocar este pensamiento. Bastaría tener en cuenta a las personas con tendencia a las adicciones o las hipocóndrias y un largo etcétera de mentes con una infinita variedad de problemas y trastornos. Por ahí van mis ataques a la razón en tantos escritos, pero si se hace, se puede caer en el pensamiento posmoderno. A un nivel más elevado: toda razón siempre está lastrada de las creencias de cada individuo y cerebro. Así, no es posible la objetividad periodística o científica. A partir de los "lastres" de cada uno, construimos cada una de las visiones del mundo..., no hay dos iguales, cuando la razón —como equivalente a lo pareado a la realidad, a "la verdad", de existir, sólo podría ser una. Por ahí van mis ataques a la razón en tantos escritos, pero si se hace, se puede caer en el pensamiento posmoderno. ¿Cómo resolver tal contradicción? Por un lado creemos cosas «equivocadas», como que somos un agente racional, y está «mal», pero por otro lado si se ataca a esta y otras ideas que van en la misma dirección, se deslegitima toda capacidad para «gobernarnos» en nuestras mentes y en nuestras sociedades, y de nuevo está «mal» —o sea, las democracias, dentro de la nueva era de la información y la globalización, no parecen ser un buen medio para controlar el sistema. Qué solución tiene esta fatídica realidad. La conciencia sólo proporciona un falso sentimiento de control, pero tal «fantasmagoría»  les valió a nuestros ancestros para vivir. Si se vive una vida sencilla, en una comunidad pequeña, tal «efecto» vale para ser medianamente feliz o por lo menos más feliz que en medio de esta marabunta de odio en el que se están convirtiendo las redes sociales (Stephen King, aun su fama y su dinero, nunca ha abandonado su pequeño pueblo y forma de vida sencilla, otros dos casos de escritores de no ficción son Ryan Holiday o Jedediah Purdy, por nombrar sólo a dos autores que he leído hace poco). Pero, ¿vale para gobernar en lo social?, no parece ser así, pues debe darse algún tipo de ecuación exponencial, donde el sistema al final deviene a caer en el caos. La globalización nos viene grande… pero, ¡claro!, nadie quiere perder la conexión a Internet. Sin este yo no podría «investigar» mis temas o todo el proceso sería más lento a través del antiguo sistema de las bibliotecas y los libros de papel. Puede que lo que sobre sean las redes sociales, pero igualmente es lo que algunas personas no querrán quitar.

Yo no creo tener la solución a la situación actual y sus paradojas…, y ante la falta de legitimidad y el caos actual, es complicado que alguna voz de autoridad vaya a ser escuchada por todos, como para volver a tomar un rumbo más cuerdo y común para la sociedad. ¿Cómo legitimar algo desde la sociedad de la deslegitimación? Por eso yo apuesto a que el sistema colapse. No veo ninguna otra solución. Hay que reiniciar el sistema. Pero se tiene miedo a pasar por tal proceso. Nadie quiere que el sistema se termine de fracturar, tal parece que somos «felices» viendo como avanza la grieta que lo va rompiendo… a la espera que por algún milagro al final sólo sea un mal sueño del que nos terminaremos por despertar. La diferencia está en si uno sólo quiere ser parte de una generación de un imperio en decadencia (que posiblemente tardará en caer varias generaciones), o quiere ser parte de una generación que hizo posible un cambio. Lo primero es asumir ser un agente pasivo del sistema, el cual se ha de asumir como una hoja arrastrada por las aguas, de tal decadencia, a un destino totalmente desconocido (que posiblemente nos llevará a un colapso social —Teoría «doomer«; otra posibilidad es pensar que Putin ha iniciado, o dado un primer paso, hacia ese inevitable colapso mundial—, con sus consiguientes hambrunas, altas tasas de criminalidad y las guerras). El segundo consiste en tratar de tomar el control del futuro.

En estos días he pensado que Putin es el «último hombre». Desarrollo esto pues a buenas se podrá malinterpretar. En la naturaleza los animales alfas tienen la mejor alimentación, genes y posición jerárquica, que les habrá de dotar para tomar alguna postura —en decisiones realmente difíciles y muy comprometidas— cuando su manada se encuentre en algún aprieto. Los líderes han de hacer tal papel. Pero desde que la información es tan abierta y todo está grabado y queda transcrito en algún lugar, estos líderes son constantemente deslegitimados por todos los frentes (se buscan sus contradicciones, sus fallos, sus cambios de estrategias, como una forma de revelar su inconsistencia y firmeza…; líderes como John F. Kennedy está —estaba— idealizados y no soportarían la mirada de los actuales votantes; estaba enfermo y apenas le quedaba un año de vida, se hizo adicto al medicamento contra el dolor, tenía amantes… y quién sabe qué más cosas—). Claramente si uno se ve sometido a una lluvia de críticas, se hace imposible creer uno en sí mismo. Entonces nos encontramos que por un lado la masa parece ser estúpida y por otro que ninguna persona puede tomare el control del sistema ante su constante deslegitimación. Ni parece valer la mente colmena, ni parece valer la voz del líder. ¿Cómo salir del paso? Si nadie está al control se generan las fuerzas internas de tal sistema. O sea, se vuelve autónomo, al igual que ocurre en un termitero o una colmena de abejas. Por eso yo he dicho que vamos hacia ese estado de cosas. Pero ¿por qué no saldrá bien?, porque al no estar dentro de un medio natural, al tratar de hacer del planeta nuestra herramienta y no nuestro medio, y dado que tampoco tenemos mentes colmenas, sino individuales y jerárquicas, en el sistema emergerá y se tenderá a las corporatocracias. Que es en la dirección hacia la que va la sociedad. Se sigue la paradoja de Abilene, que llega a la moraleja que se va a un lugar al que en principio nadie quería ir. Premisas: ya no es posible el liderazgo sólido y se deslegitima, toda opinión vale y se tiende al individualismo, las grandes corporaciones crean sistemas para 1. copar el control del mercado, 2. valiéndose del big data, que «lee» o llega a generalidades o clasificaciones de los humanos, y 3. pero bajo la premisa de tener cada vez más control e invalidando todo intervencionismo de cualquier persona, Estado o institución. El atractor de caos que se genera es tener el mayor control del sistema —ponderado por aquellas personas que al tratar de operar como meros agentes racionales, se acercan demasiado, o caen, en el tipo de mentalidad psicopática, donde la empatía ya no tienen lugar—, controlando los deseos de los individuos, bajo la condición de que es su individualismo lo que les quita toda posible ventaja que pudieran tener como grupo (no pudiéndose poner de acuerdo: como demuestra la situación actual, donde cada vez hay un mayor individualismo —fragmentación, atomización—). De esta manera toda ansiedad, frustración y estado deprimido es torpe e infructuosamente callado con la compra de un nuevo aparatito —al modo que los malos padres acallan los lloros de sus niños con dulces— y el sistema sigue adelante sin freno. Resultado: la corporatocracia.

En ese caso —quizás— Putin es el último gobernador —último individuo, alfa o como se le quiera llamar— que va a ofrecer una resistencia a que el sistema vaya hacia la corporatocracia. Si falla en su «cometido», si sale fortalecido el sistema que tiene la capacidad de controlar al individuo a través de lo económico —chantaje económico—, del big data y el márquetin, sólo nos quedará un camino por delante: la corporatocracia. El neoliberalismo, la tendencia —falsa creencia— del agente racional y de que el humano lo puede controlar todo, volviendo a la tierra y a cada hombre en un engranaje de la producción y el consumo capitalista.

O sea, lo que está en juego en Ucrania, a nivel profundo y no medible, es si se extinguirá el ser humano, teniendo por tal idea lo que éramos hasta ahora —bajo la idea que he dado en el escrito anterior, sobre cómo una especie cambia y al hacerlo «mata» la esencia de lo que era—. El camino hacia el que vamos —pues el actual en el que estamos es sólo algo transitorio, similar al que se dio en el «salvaje Oeste«—, es a uno en el cual el sistema al final controlará todo —ya hay cámaras por todos los lados, de las cuales se pueden hacer uso a nivel de leyes—. El humano siempre ha jugado con el concepto de lo liminal, del cambio de estado —y por ello creamos muy en sus inicios el concepto de los ritos de paso—, no hay nada nuevo bajo el sol, todo se repite una y otra vez en una circularidad a modo de muelle (posiciones elevadas desde la inicial). En ese caso, si «vence» el sistema de control económico, el resto del «mundo occidental» sobre Rusia (Putin), vencerá ese camino hacia el total control de todo, donde el individuo, al final, ya no contará. No me contradigo. El único estado «bueno» fué el de nuestros inicios (más cercanos al animal, de entorno familiar y sin la identidad cultural), el resto de devenir humano ha sido sólo la lucha entre el todo y el individuo. Un error —y terror— detrás de otro. Entre el individuo y el ente eusocial —hormigas, abejas— en las que nos convertiremos. Terminaremos de aceptar las grandes fortunas —teoría de la justificación del sistema—, al igual que cualquier hormiga acepta la existencia de la hormiga o abeja reina. ¡Y qué más da, si al final seremos una hormiga tonta y feliz! Lo único que sobra en tal nueva ecuación es la mentalidad del alfa, el último hombre — la reina como tal no es un alfa, sino otro engranaje del sistema—, en su «hay que hacer lo que haga falta para que el sistema funcione, aunque por ello se haga el mal en un primer paso».

Dos análisis alternativos de la actualidad:

Rubén Gisbert opina, como yo, que prefiere mantener su libertad de pensamiento, aunque por ello no gane dinero de patrocinadores.
El autor es de pensamiento liberal, pero es bastante crítico (o realista).

Tenía pensado hacer una serie de escritos con el título y la pretensión de «Cómo crear o identificar un argumento correcto», pero de momento lo dejo. Baste tener en cuenta algunas consideraciones previas. En la jerga actual se hace uso del término peyorativo de «buenismo», qué quieren decir los que lo usan. Este es un tema viejo en filosofía, la ética y al final la sociología. Lo dejó estipulado o sentenciado el filósofo empirista inglés, en el postulado que lleva su nombre: el tenedor de Hume, u horquilla u horquillado de Hume, que divide lo ideal y lo real (y la disparidad entre el ser y el deber). El mundo real y en bruto, frente al mundo de los valores (de fondo es el viejo tema de lo animal y lo humano: si un animal mata, no se le puede analizar desde el mundo de los valores humanos). Todos querríamos que no hubiesen asesinatos, ni violaciones, ni guerras, pero la realidad humana no encaja con ese ideal, entonces… o realizas una teoría del ser humano tal como es, o como debería de ser. El «buenismo» confunde los límites de lo que es con lo que debería de ser. A la vez, al partir de este error de la cognición, se cae una y otra vez en contradicciones. Veamos un caso. «Unidas Podemos», el partido político feminista en coalición con el PSOE en España, arguye que no hay que mandar armas a Ucrania, pues alarga lo inevitable, su derrota. Pero ¿y si se usa el mismo argumento para una violación de un hombre sobre una mujer?, el mismo argumento daría como resultado que la mujer no tiene que hacer nada y se tiene que dejar violar. En un siguiente paso, el feminismo no tiene que luchar contra las violaciones, puesto que parece estar en los genes de algunas personas (o de todos los hombres, según otras feministas). Igualmente su mensaje quiere decir que si Unidas Podemos estuvieran en el poder, por sí solas, sin el PSOE, y nuestro país fuera invadido, ellas se rendirían sin luchar, (¿o se lucharía?, pero sin pedir que ningún país nos tratase de ayudar, no lo sé). Entonces… si se usa un mismo argumento para un caso se ha de validar para toda circunstancia similar. Pero no aplican esta regla, luego se contradicen (otro error de base: atacan bajo sus ojos al patriarcado, que en el fondo es paternalista, pero al hacerlo caen en el maternalismo, pues quieren o pretenden que todas las mujeres compartan sus mismos puntos de vista, y su manera de accionar y de sentir el mundo y su realidad). Lo que estamos haciendo muchos hombres, en distintos medios, es hacer ver cuándo el feminismo cae en errores lógicos y fácticos. Eso no es atacar a la igualdad de hombres y mujeres en derechos y deberes, ni es atacar a la mujer, sino tratar de llamar al «sentido común», a la razón, sin que por ello, en muchos casos, esos hombres traten de dar sus propias propuestas. Seguimos, en ese caso, la herencia socrática de tratar de obligar a pensar a las personas, pero sin tratar de hallar por nosotros mismos un camino a la «verdad». Quizás porque nos atenemos a lo real y no a lo ideal. En ese caso, visiones como las de Hobbes, signado bajo la frase «el hombre es un lobo para el hombre», o de Maquiavelo, o «el arte de la Guerra» de Sun Tzu, o conceptos nuevos —renovados— como el del realismo político o el realismo en las relaciones internacionales, tratan de analizar la realidad, sin tratar de idealizarla, y es desde tal tipo de visiones que se puede llegar a ciertos consensos «reales», frente a los más idealistas, que son los que más sangre han generado durante toda la historia humana (cristianismo, imperialismos, comunismo, la realidad de la Revolución Francesa (si bien dejó ciertas bases políticas aceptables)…, como igualmente ideal era —para él y cierta parte de los alemanes— la visión de Hitler). En el fondo es la razón, lo que deberíamos de ser —que siempre va a ser partidista y creará conflictos—, la que es, potencialmente, la creadora de nuestras peores pesadillas. Como así lo está siendo el feminismo, de la última hornada, al tratar de cambiar nuestra naturaleza.

Otro caso «ideal» es pensar que solo el macho es violento y que si no existiese no habría guerras, créeme y sé realista al pensar que sin hombres al final las mujeres llegarían a las mismas posiciones que las actuales. Somos una especie jerárquica, y en las hienas, que igualmente lo son, las hembras son igual de chauvinistas y agresivas que los machos. Mañana, creo, es el «día de la mujer», y los hombres nos tendremos que callar ante carteles como los de «muerte al macho» y lindezas de ese tipo.


Con el título del anterior escrito «la sangre justa», quería decir que se derrame sólo la sangre "necesaria" para ver y evidenciar qué postura toma cada ideología en la actualidad. Y el feminismo está fallando. Argumentar «la guerra es de los hombres, que mueran sólo ellos», es idealizar la realidad humana, y es caer en lo fanático y la superioridad moral y de género (somos mejores que los hombres). Hace décadas reivindicaban el papel que hicieron las pescaderas en la Revolución Francesa, en su agresiva marcha al palacio de Versalles, esencial según ciertos pensadores, pero hoy en día al feminismo ya no le parece interesar, pues contradeciría su actual imagen pacífica, (lista de levantamientos encabezados por mujeres). Sólo en los límites, como con la actual guerra en suelo europeo, es posible analizar la realidad humana… y ver de que pie cojea cada persona o cada ideología.


8-M, arden las redes (no me gusta hacer uso de estos tópicos): «El Gobierno anuncia una inversión histórica de 20.319 millones de euros para impulsar políticas feministas de forma transversal en todas las administraciones». Irene Montero, o baja su tensión interna o terminará por "romperse", pudiendo llegar a dimitir.

¿Qué telón de fondo —genera, problema, implica, tiene, es...— el feminismo? Nacer hoy mujer significa que al llegar a cierta edad una se tiene que asumir feminista, sin entender qué quiere decir, qué implica, y sin llegar a conocer las distintas voces del feminismo y sus distintas diatrivas, ¡bastante es tener que estudiar y lidiar con la entrada en la adolescencia! Para el caso el feminismo se convierte, de facto, en una segunda piel, como así era el caso que al nacer en lo que era Europa, en el siglo XIII, se era católico. No se cuestionaba, se daba por sentado, uno era católico, aún sin conocer todos sus "misterios" y recovecos. Ayer en algunas ciudades se dieron dos colectivos que no querían marchar juntos, el "clásico", que tampoco es unidad, y el abolicionista, que tiene criterios muy particulares sobre temas como el aborto, el porno y la prostitución. Esta división por lo menos pondrá en alerta a las jóvenes que tengan que pensar sobre si son o no son feministas, y de serlo en replantearse qué postura tomar (creo que pasará en un pequeño margen, que por defecto se asumirán feministas por ser mujeres).

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