Devaneos XXVII – Dos Añadidos
En la gráfica de la cabecera habría que pensar que esta persona está en busca de la verdad y la felicidad. Había pensado por ello ponerle un bocadillo de tipo comic, en donde esta se dijese a sí misma… “¡mierda!, ¿dónde esta la verdad o la felicidad?”, queda mejor cuanto más malsonantes sean las palabras que use. Lo dejo a la imaginación del lector.
Esta mañana he hecho dos añadidos a escritos, que en principio no requerirían esta entrada, pero que dado lo largos y “sustanciosos” que han sido, prefiero dejarlos “declarados” en este escrito. El primero está en la anterior entrada y es como sigue:
“Supone, que puede ser cierto, que un tabú a la vez crea un chivo expiatorio, que de nuevo hace que las personas se vuelvan “piña” contra un otro abstracto, no volcando la otredad a nivel interno (y por ello evitando la “herejía” o la tendencia a la rotura o el conflicto interno en lo social). No fundamenta el por qué se da la situación actual y no propone una clara salida. Si acaso la misma que yo tantas veces he “pregonado” de no formar parte de identidades, pero no ser de ninguna identidad, en un mundo de identidades, ya te hace ser de un tipo de identidad. En otro caso, las identidades te vuelven “sus enemigas”, luego te “obligan” a asirte dentro de una identidad, posición que desde ese momento “es” desde la que te tienes que defender o, llegado el caso, atacar. Ese ha sido mi caso con el feminismo, y al final también está ocurriendo desde mi heterosexualidad, luego, como he dicho muchas veces, son las identidades “minoritarias” o que se creen “desventajadas” las que crean las “guerras”, al creer estar en una atalaya de superioridad moral, pregonando su identidad como la más válida frente al resto. En todo esto se da muy poco conocimiento de la psicología o la naturaleza humana. Si a un niño se le “obliga” a comer un alimento y este no quiere, todo el esfuerzo que pongan sus padres para hacer que lo coma, (coma verbo, coma símbolo) este hecho sólo hará que ese niño coja más encono a dicho alimento. Es parte de lo que predice la ley del esfuerzo transformado (“ley” que sale a colación en el efecto de tenerlo en la punta de la lengua, pues cuanto más “busquemos” más parecerá “esconderse” aquello que buscamos, y que Milton H. Erickson y Victor Frankl llaman la “intención paradójica”, donde el segundo dice, y por ello, que la felicidad no hay que buscarla, pues más parecerá rehuirnos, como así predice la paradoja de la felicidad, sino recogerla cuando salga a nuestro encuentro; otro tanto sale a colación para llegar al corazón de alguien: si este lo nota, más resistencia pondrá para que así no ocurra, por este “efecto” es por lo que somos tan reacios a “abrir nuestro corazón”, pues de hacerlo la otra persona podrá ofrecer una mayor “resistencia” inconsciente), donde cuanto más se luche contra el ego de una persona, este ego se crecerá aún más en su posición (erre que erre). Esta es una asignatura pendiente en la sociedad y que esta no parece terminar de comprender, pues es un problema recurrente dentro de aquellos que cometen delitos, al ser “castigados” dentro de las cárceles, pues en muchos casos “llamarán” a su lado rebelde y dañado, que “provocará” que se vuelvan en reincidentes (uno de esos casos fue la “ley de niños obstinados“, que se les podía llegar a matar si no se terminaban por “doblegar”). Entonces…, en España, y como ejemplo, el día 17 de julio —esta parte del escrito es un añadido— emitieron dos documentales sobre la homosexualidad, a partir de la muerte de Samuel Luiz durante una paliza, presumiblemente por su homosexualidad. Se supone que dichos documentales tratan de concienciar aún más sobre este tema, pero ¿no se dan cuenta que las personas homofóbicas no verán tales documentales y lo único que “provocarán” será hacerles que se mantengan aún más firmes en sus “convicciones”? ¿No será que este patrón del esfuerzo transformado sea el que está saliendo ahora, después de años de “erre que erre” de las minorías (y el feminismo), y dentro de la “resistencia” y lucha del resto de las identidades frente a las primeras? ¡Ale, ya “encontré” —sin quererlo o meditarlo— un posible porqué a la situación actual de las guerras tribales! (No hay salida a la mayoría de las “trampas” de la vida social, el estado actual de cosas es una maraña de temas que no hay forma de desmadejar de su complejidad, si no es por medio de que se dé una rotura total del sistema actual. De que se reinicie.)”
La segunda entrada está dentro del escrito “Ejercicios críticos“:
“Este añadido es del día 18 de julio, casi un mes después del escrito original. Cometo un error de forma, pero tiene su porqué. Suelo seguir un hilo conductor en mis desarrollos de pensamiento y escritos. En ese caso, en este y otros escritos previos, trato de dirimir la aparente fantasmagoría de creer en la existencia de un agente, que es el que está al mando, agente que es al que cree llamar el mindfulness. Mi postulado es que si se da una “cura” no es desde ese pretendido hacia abajo, cerebro profundo, si no que ha de ser el cerebro profundo el que llegue a ese estado. Este mismo postulado se sigue en la frase: ❝no puede haber conocimiento sin emoción. Podemos ser conscientes de una verdad, pero hasta que hayamos sentido su fuerza, no es nuestra❞, de Arnold Bennett. La terapia cognitiva casi siempre trabaja desde la palabra (etiquetado), hacia abajo, pero no toda persona se cura, porque el “deseo”, como emoción y motivación, de curarse viene desde abajo. Por eso todo terapeuta pide, y mide, en su paciente el compromiso de querer curarse, cuestión que puede no estar clara, de nuevo porque el paciente se puede estar autoengañando y que “realmente” no quiera curarse.
Como vemos en lo dicho, es como si existiesen dos fuerzas o agentes, pero eso es sólo en apariencia. Uno es la totalidad, y sale hacia afuera como agente social desde la palabra, pero los cerebros captan de esa persona tanto la palabra como sus comportamientos (acciones, emociones, reacciones…), asumiendo que se puede estar autoengañando en sus palabras, o sea, en su agente externo, ese que cree estar al mando. Ahí es donde quería llegar en el escrito. Muchos “maestros” o defensores del mindfulness cometen ese mismo error, sobre dónde recae el “verdadero” peso, tanto de las motivaciones como de los comportamientos. Creen que tiene que ser desde arriba (palabra, ser que entra en juego durante la autoconciencia), hacia abajo, hacia las emociones, pero los “nudos” —y las motivaciones— están abajo, en las emociones, luego es al final abajo donde puede darse realmente la cura.
En esta línea de pensamiento el escrito es correcto, pero caigo en el error de decir que las dos redes son independientes y nunca trabajan juntas. Esto en realidad era porque estaba trabajando en ese nivel interpretativo de la realidad de la agencia, aunque de fondo (de nuevo el papel de los procesos profundos), sabía que en el escrito salía un error evidente, pues en la tabla dicen que sí hay ciertas situaciones en las que el cerebro trabaja en “unidad”. Esto lo traté, siguiendo mi línea evolutiva de pensamiento, en el escrito “Devaneos XXV – Controlabilidad y Libertad“, pero por si no se quiere ir hasta él, lo trataré aquí brevemente. Hay en teoría tres estados: inconsciente, subconsciente y consciente, que vienen dados por el nivel de puesta de la atención en algo muy concreto. Durante el modo de red predeterminado el cerebro hace uso del prefrontal como verificador, sin por ello llamar a un estado de atención. En la tabla sin embargo hablan de que las dos redes trabajan juntas cuando se tiene puesta la atención. Sí, pero cómo. En ese caso se da el estado de agencia, de creer estar al mando, pero siguen dándose dos procesos incomunicados, pues aunque yo ahora esté en ese estado (centrado en escribir, donde se necesitan todos los “recursos” del cerebro), no sé quién o cómo “escojo” un adjetivo, sustantivo o verbo frente a otros. Luego la diatriba de los dos lados del cerebro no se “resuelven” hacia una unidad desde el ser que se cree el agente de la acción, pues yo no “decido” qué adjetivo usar en un caso, ni cómo ha sido este adjetivo frente a otros (aunque a posteriori, durante la relectura, los pueda cambiar de forma más consciente, pero esto no se da durante el día a día y con el habla, acto que nos “delata” más sobre nuestras inconsciencias e inconsistencias). El problema de la puesta de la atención, es que ese agente “no sabe” todo y puede centrarse en tomar un camino que al final no le llevará a nada (son los errores en los que puede caer ese estado, el hiperfoco o visión de túnel y otros, tratado brevemente en Mindfulness for Dummies), cuando quizás al dejar el problema de lado, y durante el sueño, sea por la mañana que nos despertemos con la “solución” más óptima.
En resumidas cuentas. Tanto en el nivel subconsciente como en el de la toma de la atención se hace uso del cerebro al completo, la única sutileza es que el modo de la red predeterminada trabaja desde las emociones (pasiones, motivaciones, afectos) hacia arriba, mientras que en la puesta de la razón es a la inversa, desde lo calculado y lógico de la razón hacia abajo, pero la unidad (de ser en totalidad) no se resuelve, porque de nuevo uno se topa con lo que cree “correcto” desde la razón, y lo que se cree “correcto” desde el “corazón”. Ahí es donde quería llegar en el escrito, pues no hay un estado de disolución de esos dos “frentes”, o sólo son estados momentáneos (como durante la meditación o la relajación), pero cuyo estado no deviene a ser el estado “habitual”, pues el humano está imbuido en un entorno que suele ser muy complejo, estresante y conflictivo. ¡Y claro!, si uno es un monje y vive apartado de lo social, o se toma unas largas vacaciones, o se va a un retiro, puede parecer que ha llegado a ese estado de paz y de disolución de los dos estados, pero sólo es una situación momentánea e incluso paradójica, pues la vida de nuevo nos “devolverá” al estado en donde por un lado está la razón y por otra el corazón… lados que son muy complicados de armonizar, si el medio en donde uno vive no es a la vez armonioso.”
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