La Azarosidad de la Piel del Melón



Sutor, ne ultra crepidam.
❝ Puedes odiar las raíces de un árbol y no odiar al árbol.❞ Malcolm X


Seguramente sea imposible encontrar dos melones con la misma piel, el más típico en España (el llamada de piel de sapo) es verde oscuro, tiene pequeñas manchas, protuberancias y está recorrido, al “envejecer”, por unas líneas parecidas a ramificaciones o raíces de un marrón, más o menos claro (oscuro en otros casos). En biología a tal disposición se le llama variaciones estocásticas, donde tal palabra es sinónima de azarosidad. Estos cambios a la vez son a los que se les puede llamar rasgos fenotípicos, aquellos que no crean cambios profundos en las características o rasgos definitorios de una especie. Ahora pensar en la inmensidad del universo y en lo inmenso del tiempo de este. ¿Realmente “importan” esas pequeñas variaciones estocásticas y fenotípicas dentro del “plan” del universo? ¿Importa si acaso que exista el melón?, ¿nos importa al humano? Su pérdida no repercutiría en nuestras vidas, ni en el “desarrollo” de la especie…, mucho menos nos importan esas pequeñas variaciones de unos a otros melones (si acaso sólo les importa a los artistas, que se fijan en esas pequeñas cosas), pues sólo nos interesa el comerlos y el que estén dulces.

Llevemos tal dimensión a la humanidad. ¿Por qué se han dado tantos rasgos fenotípicos distintos en lo humano? Unos pocos humanos, con una predominancia fenotípica dentro de la familia más numerosa, se aventuraron a llegar a lo que ahora conocemos como Australia, y al no haber demasiadas variaciones fenotípicas entre ellos, fue uno de los factores que explican las características de los australianos aborígenes. Otro factor que influyó fue la selección sexual. Les atraía los rasgos que les eran más familiares, lo que les “orientó” siempre en una misma dirección de rasgos. Y el último factor fue el ambiental, dado que Australia es una tierra muy seca y de mucho sol, se mantuvo la piel oscura y las “alas” de la nariz muy abiertas, para facilitar la entrada de aire. Las mismas “reglas” para otras etnias de otras zonas. En regiones bastas y con mucho movimiento de las poblaciones (Europa como ejemplo), los rasgos se vuelven menos definidos. Es una opinión personal pensar que si en el norte de Europa hay tanta belleza femenina, fue por el proceder de los vikingos, que se llevaban a sus tierras las mujeres más bellas de los pueblos que fueron asolando. Este dato lo hago saber en la dirección de hacer ver que no todo se sigue de las reglas dichas arriba: siempre se da algo de “aleatoriedad extra”, por los modos de proceder de las sociedades y las culturas humanas (como ese es el caso de la alta variedad fenotípica de Argentina, dadas las migraciones de muchas naciones en su pasado, a tal zona templada de Sudamérica).

Cambio de discurso. Profundicemos en las palabras. Nunca me ha gustado la palabra racismo (algo más acertado es el de xenofobia, pues es a lo extraño, a lo extranjero), porque no abarca lo que tal forma de proceder del cerebro implica. Por eso yo siempre hablo de identidad y otredad. Por la teoría del prototipo, cuando una persona piensa en racismo, lo primero que se le viene a la mente es el racismo que se da en el blanco sobre las personas de piel oscura o muy oscura. Pero cuando una persona de color en Norteamérica habla de forma negativa sobre los blancos y su cultura, está siendo igualmente racista. Si una cultura ve a otra como lo más asemejado al mal en la tierra, eso es demonizar o deshumanizar, lo que implica “un otro” a mi identidad y por ello otredad. La palabra racismo sobra, pues sólo implica a la raza (ahora se prefiere —o hay que decir— etnia, pues el concepto de raza era erróneo), cuando la otredad implica a todo aquel que no sea de mi identidad y por el cual guardo algo de recelo u odio. En concreto es aquella posible otredad que “atenta” contra mi propia vida, estabilidad o identidad…, que es a la que se le pone en suspenso o hacia la que se le guarda cierto recelo (sospecha).

Lo que sale en juego es que vida e identidad forman parte de una misma entidad o ser en el mundo. Al salvaguardar la identidad se mantiene la vida y a la inversa. Esto se aprecia claramente cuando sólo unas pocas personas hablan un idioma: cuantas menos personas sean en tal grupo, menos posibilidades habrá para que tal idioma siga “vivo”. Al morir tal idioma se pierde la identidad que forjaba bajo sus palabras, donde en un idioma toda palabra está cargada de los valores de su cultura o identidad. Lo mismo ocurre cuando algo de una sociedad muere. Es de suponer que todo lenguaje proveniente de la tauromaquia (toreo) “muera” o pierda su “verdadero” sentido cuando este “arte” desaparezca. Pensemos en frases hechas como “que nos coge el toro”, que se dice para meter prisa a alguien, o “lidiar” con un problema, o “a mí no me torea nadie”, para decir que se es una persona muy brava, o la ahora muy socorrida y usada de “a toro pasado” (sesgo retrospectivo), para llegar a conclusiones a posteriori de que sucedan los hechos (otras: “te temo más que a un miura”, o la ahora considerada machista de “me has puesto como a un toro”). Todas estas frases no las entienden los extranjeros que vengan a España (algunas más que otras) tratando de aprender el castellano, se les tendrá que explicar al caso al que se refieren, como así es el la frase de  “estar para el arrastre” en alusión de cuando se retira de la plaza al toro (arrastrándolo), con respecto a estar tan cansado que no se quiera hacer nada.

(¡Espero que no se piense que por lo dicho arriba estoy “a favor” de mantener la lidia! A decir verdad me da igual. Muchos contra-taurinos se vuelven “fachas” (fanáticos) en estos temas. No hay forma de ser coherentes con todos estos asuntos de las emociones de los animales y sus vidas. Si una persona está dispuesta a que se mueran sus hijos por no matar y darles de comer a un animal —incluso a los de compañía—, durante una gran hambruna o una guerra, entonces sí, lo consideraré consecuente, pero a la vez lo consideraré un fanático necio —de lo que abunda ahora—, al anteponer la vida de un animal a las de sus propios hijos.)

Esto nos lleva de vuelta al escrito anterior. Si de lo que se trata es de “cuidar” y de “esculpir” el lenguaje, porque este es el medio más directo para crear un tipo de mente a otro (bajo las teorías estructuralistas y postestructuralistas)…, ¿al hacer alusión al lenguaje tauromáquico se está a favor de tal “arte”? Está claro que no, y de ser así…, por el tipo de lenguaje que se use ¿se es machista, racista u homófobo?, la respuesta debería de ser paralela a la anterior, pero claro, en estos otros casos hay excepciones. Lo que quiero decir es que no hay porqué “perseguir” tanto el “rastro” de las palabras, porque en muchos casos no son más que un signo: un ente simbólico que no significa nada —que no mueve ninguna emoción— en la mayoría de las mentes. Esto me lleva al siguiente tema.

En muchos casos por lo que se tendría que entender como racismo u otredad es al hecho que en una persona, esa otredad le dé o le provoque repulsión. O tampoco es así de claro. En el llamado circuito del odio en el cerebro (ínsula anterior y putamen, principalmente), siempre interviene la parte del cerebro implicada en el asco. Aquí vemos cómo trabaja la evolución, y el poco sentido que tiene el pensar que en algo así haya intervenido un Dios. El asco es una emoción básica y visceral, la comparten la mayoría de los animales complejos…, luego la zona implicada en tal proceder, lleva ahí millones de años. ¿Sólo el humano la ha llevado o extrapolado hacia su propia especie?, no, porque es posible que la quinofilia (koinophilia), el buscar los rasgos más similares a los propios, que suelen ser los “estándar” —los más generales y genéricos— dentro de una especie, implica a la vez el “rechazar” o no ver con “buenos ojos” todos aquellos rasgos que se alejen de dicho estándar o media. ¿Se activa la región del asco —ínsula anterior en los humanos— en esas otras especies?, no lo sé, ni siquiera sé si se habrán hecho estudios, que implicarían poner a dichos animales en los nuevos aparatos que miden los procesos mentales (me estoy imaginando a un pavo real dentro de una máquina de resonancia magnética y al científico de turno preguntándole si lleva algo metálico, jeje).

❝ La ínsula es crítica para el procesamiento emocional y la interocepción. Se ha encontrado que está involucrado en el reconocimiento de emociones, empatía, moralidad y dolor social. Se cree que la ínsula anterior facilita la sensación de las emociones de los demás, especialmente las emociones negativas, como el dolor indirecto. Las lesiones de la ínsula están asociadas con una disminución de la capacidad de empatía. La ínsula anterior también se activa durante el dolor social, como el dolor causado por el rechazo social.

Esto nos lleva de nuevo a los australianos (los “escojo”, frente a otras etnias, porque no hiero susceptibilidades, raro será que esto lo pueda leer un aborigen australiano), “elegían” como pareja a aquellas personas que mantenían sus propios rasgos fenotípicos, porque además era su “canon” de belleza, ya que además al estar aislados, no conocían otras etnias y por ello la alta variación fenotípica humana. Cuando el occidental llegó al continente australiano, no les debieron de parecerles muy bellos sus aborígenes, ¿les creaban repulsión? Aquí vemos otro factor evolutivo en juego: la hembra es más selectiva, es la que suele seleccionar en la naturaleza, pero el macho sólo busca el sexo —de manera bastante “indiscriminada”— en casi todas las especies (que se sigue en la frase hecha, ahora considerada machista, de “ninguna mujer es fea por donde mea“. Su “meta” es la de dejar embarazadas al mayor número de hembras, dado lo “barato” del esperma y su gran cantidad, y al hecho de no tener que “invertir” gasto —ni de energía ni de tiempo— para mantener la descendencia. La hembra, dado los pocos óvulos con los que cuenta y el alto costo de la crianza, es la que tiene que ser más selectiva. ¿No explica este hecho biológico y evolutivo parte de la cultura humana?, ¿por qué pensar que pueda ser por construcción social? Nada nace de la nada, todo tiene un origen y por qué, y nuestros orígenes son animales.

(Este hecho crea la doble moral (rasero), o pensamiento, de sentir repulsión hacia ciertas etnias y sin embargo sí concebir la violación a sus mujeres (“me das asco, pero de igual forma te voy a follar”, perdón por todo este lenguaje, pero es para que quede más claro). Por ello hay un feminismo negro, pues sus “problemas” son más “complicados” o enrevesados que los de las feministas blancas.)

Vuelvo al tema de la repulsión. Hace unas semanas, hablando con un hermano, le conté que yo no descartaría tener sexo con un transexual, y le salió de forma inmediata el gesto de asco en la cara (el de rabia contenida procede del de asco —pequeñas variaciones—, luego la rabia suele implicar asco). Escritos atrás hacia mención al experimento mental de poner como ejemplo de moralidad el que dos hermanos tengan sexo, días después lo vinculé a un escrito y estudio. Este dilema ético sale a colación, y está de moda, por si es que se da el caso que aún sintamos ese asco visceral (animal) por el incesto o no. Según Hume sí, y desde entonces ha habido una discusión por siglos entre los que defienden la postura de Hume, y la que está en contra y se posicionan más al lado de Kant, en donde en este el rechazo al incesto es por cuestiones de la razón (lógicas). El estudio llega a las conclusiones de Kant, de que la mayoría de las personas analizan el dilema del sexo entre hermanos desde la razón. Yo tengo mis “peros”. Vuelvo al tema que no es lo mismo tratar tal cuestión desde las palabras que desde las imágenes, y donde además hay que tener muchos factores en cuenta, como es el caso de la alta imaginación de algunas personas, o incluso su facilidad para que se active el asco a nivel visceral y de cómo procesa cada persona sus reacciones ante los alimentos “extraños”. Explico todo esto último.

Un factor humano importante es la resonancia límbica (empatía), en donde el principal hecho a tener en cuenta es que las dos personas hayan pasado por la misma vivencia y más o menos de la misma forma. ¿Qué sentimos cuando vemos a alguien, en una película, atravesar con un cuchillo a otra? No se da una “verdadera” resonancia límbica, a no ser que el televidente haya pasado por un percance igual o similar. Yo ahora sé qué es lo que se puede llegar a sentir. Cuando me extirparon la vesícula biliar, me dejaron después una sonda para extraer los líquidos restantes y de sangre debidos a la operación. La sonda iba del lado izquierdo al derecho. Cuando me sacaron la sonda sentí lo que se percibe a nivel visceral (que se llama Interocepción o percepción de los órganos internos), el cómo siente el cerebro a nivel interno un cuerpo extraño que se mueve a velocidad en las vísceras, con lo que ahora ya tengo un referente, y sí siento —y se activa una resonancia límbica— cuando veo un acuchillamiento en las películas. Lo mismo que esto, como para el resto de temas. Raramente un hombre puede saber qué se siente en una violación, y aunque equivalente nunca será igual que la femenina. Algo similar es para una mujer negra con respecto a una blanca, pues a la violación se le suma lo que pueda percibir de asco hacia su etnia. Así es que el “mapa emocional” humano es igual de aleatorio y estocástico, como lo es la piel de un melón, donde en el caso humano esa alta tendencia hacia lo “único” no nos es indiferente, pues dará como resultado el podernos sentir solos e incomprendidos de por vida, en cuanto nuestra emocionalidad o pasado sean muy distintos a la media (a lo estándar)…, que en un suma y sigue y con el paso de los milenios, y hacia el fin que nos dirigimos, es cada vez algo más general. O sea, dos niños de una tribu de cazadores-recolectores apenas si tendrán diferencias en su tipo de crianza y pasado; es algo más aleatoria en los niños de los pueblos, pero es totalmente muy distinta dentro de las grandes ciudades actuales. Somos una especie “programada” para la falta de conexión límbica, condenados a la soledad. Me he desviado del tema, vuelvo.

❝ Nuestra química cerebral y nuestros sistemas nerviosos se ven afectados de manera considerable por las personas más cercanas a nosotros (resonancia límbica); que nuestros sistemas se sincronizan entre sí de una manera que tiene profundas implicaciones para la personalidad y la salud emocional permanente (regulación límbica); y que estos patrones establecidos pueden modificarse mediante la práctica terapéutica (revisión límbica).

Estamos ante el tema de la repulsión y el dilema ético del sexo entre hermanos. Si se presenta el tema a través de las palabras, sería distinto si fuera el caso que les pusiesen una película que lo representase, y sería muy distinto si de repente una persona, al presentarse en casa de un hermano, de cuya casa tiene las llaves, se encontrase con sus dos sobrinos y hermanos teniendo sexo. En esta escalada, la película dará, posiblemente, una menor repulsión visceral, que en el caso de los sobrinos/hermanos. A lo que quiero llegar es que el experimento y sus conclusiones no prueban nada y por ello el tema sigue sin ser llevado a su “verdad”, puesto que tal experimento sólo ha sido llevado a cabo por palabras, una “dimensión” del cerebro que rara vez tiene contacto con lo más visceral. Un caso más claro es lo fallido del cine al no contar con el olfato. La carne podrida en imágenes no causa la misma reacción visceral al no entrar en juego el olfato.  La mayoría de las personas con trastorno de estrés postraumático, procedentes de guerras o grandes accidentes, lo son a partir de entrar en juego el olfato (oler la carne humana quemada, como ejemplo, pues a la vez tal sensación implica un alief —disonancia a nivel de emociones viscerales—, pues el gusto por comer se puede activar al oler carne tostada, pero bajo el encontronazo de que tal olor lo desprende un humano, (esta idea y contradicción ya la han plasmado en alguna película)).

(Paradójicamente hoy en día, “hasta el más pintao” (biempensante), siente asco y repulsión por las personas sucias, desaseadas o descuidadas —y por ello los sintecho—, cuando no lo sienten por otras cuestiones más “evidentes”. “Tenemos mentes sucias en cuerpos hiperlimpios”, diría un beato o un satón.)

De vuelta a si la repulsión es un claro indicio de otredad o racismo. En el anterior escrito dije que por un lado está lo visceral, por otro el aspecto individual y hedonista (centrado en el yo y por lo tanto “cerrado” a lo social), y en tercer lugar el tomar perspectiva de los dos anteriores. La película “Gran Torino“, protagonizada y dirigida por Clint Eastwood, es quizás el mejor ejemplo. El propio cómo Eastwood como actor, y haciendo de un obrero de una fábrica de automóviles jubilado, tiene que habérselas con su posible repulsión a otras etnias y su simpatía hacia un niño asiático. Al final el “módulo” de la razón se impone a lo que pueda sentir a nivel visceral. O sea, se puede sentir cierta repulsión, que no deja de ser mas que algo visceral (reflejo), sin que por ello tenga que ser lo predominante en el cerebro y los comportamientos. Se puede sentir algo de repulsión visceral por ver besarse a dos hombres (o teniendo sexo), sin por ello tener que ser homofóbico. Creo que no tengo que redundar nada más sobre esto. Sentir malestar por aquellos que sientan algo visceral, sin que pueda haber nada más detrás, es de nuevo de fachas, pues ese malestar, ¡otra vez!, vuelve y llama al desencadenante de todo: la repulsión o el asco por aquello que nos pueda alterar para mal, ya sea porque atente contra nuestra vida o contra nuestra identidad, pero esta vez con el añadido de que entra en juego —aparentemente— el módulo de la razón.

He subido a YouTube, en partes (para tratar de evitar que YouTube detectase rápidamente de qué se trataba), el documental “Better left unsaid” de 2021 y sin subtítulos, y he bajado los generados automáticamente por Google (compartidos abajo). Los he unido y generado un único subtítulo (descargar). He empezado a corregir la traducción y a arreglarlo, pero me parece demasiado trabajo para el mensaje final que transmite tal documental (en los subtítulos descargados de YouTube están superpuestos los tiempos y trabajar con ellos es de locos, los he “adecentado” un poco). Me interesaba para hacer ver cómo es una visión partidista de la situación actual de las nuevas “guerras tribales”, y a partir de Internet y las redes sociales, pero tal como está el subtítulo, se sacan las conclusiones generales, sin necesidad de pasarme días en repararlos (dejo en manos de otros el hacerlo, yo ya he contribuido). Con esto paso a exponer el cómo llegar a ser coherentes en las sociedades actuales, sin a la vez caer en identitarismos. En lo humano no hay “buenos y malos”, todos los humanos tenemos las dos partes (no todos con la misma proporcionalidad, claro). Pensar que uno no es “malo”, o que está en la cultura, la religión, la nación, o la sociedad que no es “mala”, ya es concebir la otredad y por lo tanto caer en el “error” del que se creen libres, pues al asumirse dentro de la cultura “más acertada” o coherente, o buena, o como se le quiera llamar, implica a la vez concebir que el resto, y unas más que otras, son otredad, al fin y al cabo, algo que va contra los valores de lo que debería de ser lo humano (no salimos del patrón cristiano —y maniqueo— de pensar que existen dos fuerzas externas, bien y mal, Dios y diablo, que luchan por nuestra alma). La frase de “soy humano y nada de lo humano me es ajeno” tiene dos lecturas, la “otra” o menos evidente es que yo no me creo libre de lo peor que pueda haber hecho otro humano, pues su naturaleza es mi naturaleza. Hay que ser Hitler para entender a Hitler, ponerse en sus zapatos, cosa que nadie está dispuesto a hacer, pues al parecer hasta esa frase implica otredad (uno se puede poner en los zapatos de su vecino y sus pequeños problemas cotidianos,  ¿pero en los zapatos de Hitler no?  Si hay que llevar a hasta sus últimas consecuencias la frase de “soy humano y nada de lo humano me es ajeno”, en ese caso también hay que calzarse los zapatos de Hitler. Pero, por qué no es así, por qué no es posible. Por lo dicho arriba de que para que se cree la resonancia límbica, nuestro propio sistema límbico ha de estar estructurado y haber pasado por unas experiencias similares. Bajo esta parte estructural de nuestras mentes, es la razón la que ha de suplir esa “falla” en nuestros cerebros. Si soy humano y nada me es ajeno, tampoco lo ha de ser Hitler a nivel racional. Acepto a todos los “intolerantes” y “fachas”, y lo único de lo que me he de “preocupar” es de no tenerlos cerca de mi vida…, para que no me afecten ni a mí ni a los “míos” (aquí ya caigo en una trampa inevitable de la vida, que explica nuestra “locura actual”, pues las ciudades nos llevan inevitablemente a la “cercanía” de todos con todos). Eso es lo que nos “viene de serie” bajo el efecto de la quinofilia. Aquellos humanos que se saliesen de la “norma” se quedaban solos —aislados—, y no se reproducían. Al haber salido de estas simples reglas evolutivas hemos de asumir sus errores. Ser humano implica que la evolución ya “no lleva las cuentas”; de igual forma implica que el humano al tratar de suplir tales cuentas, va a cometer fallos una y otra vez. No hay una posición final de “no fallos” (“como hay falos hay fallos” diría una feminista radical, jeje). Tendríamos que llegar a ser como las hormigas o las abejas, sin individualidad, sin pieles de melón, algo a lo que —creo— nadie está dispuesto a llegar (lo más parecido a esto son los regímenes comunistas, y no los suelen soportar las individualidades más liminales y rebeldes…, ¡en realidad la mayoría!).

El documental “Better left unsaid” es un claro ejemplo de partidismo, pues sólo habla de los defectos de las izquierdas, excesivamente sesgados, sin ver los propios defectos de las derechas. Aún con todo “les doy la razón” en algunos de los casos que exponen. Yo soy de izquierdas, pero reconozco que su utopía no es posible y que en su ofuscación de perseguirla, se equivoca una y otra vez. Las últimas décadas, y en su cerrazón de defender —en algunos casos— lo indefendible, se está cerrando en algunos temas (feminismo, minorías, homosexualidad), ignorando los principales (lucha de clases, defensa del obrero, falta de dignidad en el trabajo, precariedad y falta de puestos de trabajo).

Queda una última consideración. La evolución en su aleatoriedad, en su jugar a los dados con los rasgos, siempre tiene posiciones extremas hacia arriba y hacia abajo en todas los rasgos y comportamientos, validando lo que se mantiene como media o lo estándar. En ese caso siempre habrá personas que estén más predispuestas genéticamente para traspasar los límites. Si se juntan dos tipos de esas personas, más limites se alentarán a traspasar. Creo que el melón japonés es una buena metáfora de lo que quiero decir. Seguramente por una cosecha selectiva de milenios, al final los rasgos de los melones de sapo, o alguno similar de esa zona, los agricultores japoneses llegaron de forma selectiva a crear la bella y extraña piel que ahora envuelve al melón arus. Lo que al principio era un rasgo biológico estocástico, ha pasado a ser parte de la “identidad” de tal melón. En el humano no hay una “mano” que nos esté tratando de llevar en ninguna dirección. Si durante la prehistoria ese papel rector lo hacía la vergüenza, esta ahora está cada vez más en retroceso. En una imagen: cada vez somos más parecidos a un vehículo que ha perdido su conductor.

¿No encaja más la vida con esta forma de apreciar lo que en ella acontece, que con respecto a poner a un dios por medio? El humano no tiene nada que no tenga otros animales, sólo que todo lo tiene más potenciado, tanto lo “bueno” como lo “malo”, y esto por dos cosas: porque en el humano todo está mediado por la palabra, que se escapa de lo visceral, y porque por medio de este proceso se está saliendo cada vez más de lo evolutivo y por ello de lo regulativo. En ese caso los extremos cada vez serán más extremos (más locura, más necedad, pero también más exceso de sanidad, y de genialidad…, en algunos individuos). Para la derecha que se muestra en el documental “Better left unsaid”, ellos representan los deseos de Dios y por ello, y consecuentemente, la extrema izquierda son el diablo o el mal. Para los religiosos de izquierdas, que los hay, la cuestión es a la inversa. Sin Dios o dioses se es más “justo” o uno está más pareado con los hechos: todos estamos equivocados, nunca se llegará a ningún paraíso para todos y durante todo el tiempo, sólo a “paraísos” de unos sobre otros, siempre todo mediado a partir de la injusticia y la desigualdad. La mirada cínica no es la acertada por ser la más justa o la superior a cualquier otra, lo es porque es una mirada trágica —y realista— de la vida.

Al final…, el humano, tanto en lo individual como en lo social, somos igual de aleatorios y estocásticos que la piel de los melones. Da igual nuestra alta variedad, da igual que existamos, al universo no “le” alteraría en nada —en su inmensidad— nuestra pérdida, pero mientras tanto… ¡que siga el juego!

(Creo que de fondo “sermoneo” y caigo en el error de pensar que el resto de humanos se “equivocan” y yo no. ¡Mierda, no hay forma de escapar de las trampas de la vida!)


Recomiendo la película “Surge” (oleada, avalancha o un proceso repentino en ciencias), llevo a la espera de ella varios meses. Tiene un planteamiento similar a “un día de furia“, pero esta es aún más nihilista, porque ni siquiera tiene de fondo una historia que sostenga por qué el protagonista llega a hacer lo que se muestra en la película. Es una rotura “salvaje” a la situación “salvaje” a la que nos está llevando la sociedad actual. No digo más para no hacer spoiler. Ya otro día, cuando lo hayan visto más personas y haya tiempo, la comentaré más al detalle.

Otra recomendación, la serie “Dr. Death“, basada en la vida de Christopher Duntsch, que nos habla de los peligros de creerse superior al resto de las personas (nadie lo diría al ver una fotografía suya —diferenciarlas de las del actor—, aunque de joven sí tenía algo de “exaltado”).

En esta descarga están los subtítulos de “Better left unsaid” y “Dr. Death”; más los archivos Torrent para descargarlos, (“Surge”, está en español de España). Lo he puesto aquí porque es un verdadero dolor de cabeza las que te hacen pasar (entre publicidad, páginas emergentes y catchas) en los sitios en donde las comparten. También está en el mismo archivo el escrito sobre el estudio del dilema de sexo entre hermanos.

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