Devaneos XXVI – El Alma del Pimentón



No puede haber conocimiento sin emoción. Podemos ser conscientes de una verdad,
pero hasta que hayamos sentido su fuerza, no es nuestra.
❞ Arnold Bennett
El intelecto sin las emociones es como el jockey sin el caballo.❞ Laurence Gonzales
Pasar por alto un ataque violento es fortalecer el corazón del enemigo.❞ Tradición Egitcia


I

Hablando con mi hermana le decía que yo ya no echaba pimentón a ciertos platos, porque ya no sabe a “nada”. Cuando se dice algo así no se quiere ser categórico, sino eludir que ya no sabe “como tenía que saber”…, que se ha perdido algo (se debe de haber “perdido” en las formas de cultivar los pimientos o quizás por que se haya industrializado el proceso). Después he pensado que quizás ella nunca degustó aquel otro sabor, cuestión por la que no tiene la misma referencia que yo tengo. ¿Acaso no es este proceso lo más general y normal en lo humano? Las viejas generaciones hacen mención de hechos de sus épocas, pero no son entendidos porque las nuevas generaciones sólo conocen lo actual y no pueden referenciarlas con las anteriores o “antiguas”. Hoy nos preguntan que cómo quedábamos con los amigos durante la adolescencia —sin tener móviles—, era fácil, siempre salíamos más o menos a la misma hora e íbamos a un mismo lugar.  Por defecto estábamos siempre con los amigos, no un tiempo largo con el ordenador o las consolas y algo de tiempo con los amigos. ¿No se ha perdido algo el alma de las antiguas formas de amistad?, ¿no se pierde siempre algo —de una generación a otra— de lo que era lo “natural”, por una vida cada vez más artificial, insípida, distanciada, virtual y desnaturalizada? Siempre será verdad aquello de “tiempos pasados fueron mejores”. Estamos perdiendo el “alma”, la esencia, de todas las cosas.

II

Esto me lleva al tema de otro escrito y sobre que Juan Soto Ivars haya basado la tesis —en su último libro “la casa del ahorcado”— en que el nuevo “tribalismo”, la actualidad basada en identidades de sexo, género, color, etc., haya adoptado o renovado el concepto del tabú. Equivocado bajo mi punto de vista. Él mismo duda y se lo cuestiona en cierta parte del libro. Un tabú es algo más “fijo” o menos “movible”. Si “ayer” fue tabú el bikini en las playas españolas durante el franquismo, hoy no puede ser a la vez tabú el que la mujer se vista con poca ropa para hacer anuncios —referencias a las que hace el autor—, pues bajo el lenguaje feminista es sexista y se les cosifica. El concepto de tabú se aplica hoy a muy pocas cosas. A hechos casi inamovibles que vienen de tiempos remotos. Es tabú el incesto o comer carne humana. Igualmente lo puede ser el que los hijos hablen de sexo con la madre o las hijas con el padre, pues se acerca quizás demasiado al tabú del incesto.

En realidad el concepto de tabú debería quedar reducido a las tribus humanas antiguas o a las actuales que aún mantienen una cultura milenaria, como así es el caso de los cazadores-recolectores. Al llegar el humano a la historia, se crearon las grandes religiones, y según un desplazamiento temporal del tabú, para las religiones hebraicas este pasó a ser el pecado o lo pecaminoso. Eso ha sido así, más o menos, hasta el Renacentismo, y viró casi completamente durante la Ilustración hacia las conductas éticas o morales, que eran más bien deontológicas (prácticas, prácticas (no es un fallo de escritura) para la convivencia social).

Hoy ya ni siquiera se mantiene ese lenguaje. Nadie nos tildará de inmorales, por más cosas extrañas que hagamos (como ejemplo, un colaborador del programa “La resistencia”, llamó a su madre para preguntarle cosas de sexo, haciendo mención de su vagina y el pene de su padre; en otro caso a Ignatius lo engañaron, y creyendo estar hablando con una extraña, trató de quedar para tener una cita con su madre…, ¡y lo que surgiese!). Falta de ética o inmoralidad ha pasado a ser un lenguaje en desuso, donde ahora sólo cabe hablar de la legalidad o la ilegalidad. (Los jóvenes ven gracioso que los humoristas se salten tales tabús, pero ellos mismos no los repetirán, pues el tabú se mantiene en sus mentes y en lo social).

¿De dónde viene esto? En parte del Protestantismo, al desligar el llegar al cielo por los actos en vida (llegando al cielo sólo por la fe). Esta “moral”, o forma de conducirse, es en la que está basada los Estados Unidos (igualmente los países nórdicos), forma de proceder que es la que, por aculturación, siguen (seguimos) el resto de las culturas.

Siendo así, cuál es el equivalente a aquellas personas que traspasaban los tabús o más tarde eran las pecaminosas…, ¿los criminales?, todo aquel que cometa algún acto ilegal o fuera de la ley. A nuevos tiempos, nuevos lenguajes. Bajo mi punto de vista la actual palabra o concepto sería el de mezquindad (falto de generosidad y nobleza de espíritu) o la persona ruin (vil —que proviene de vileza y este de “mala o baja calidad”—, bajo y despreciable; en un lenguaje llano: el hijoputa o cabrón, sin tener nada que ver con la madre ni con nada sexual o los sexos). Con esto vuelvo al “alma del pimentón”. España se ha “unido” tarde a las democracias y a los cambios sociales influenciados por la “ética” del trabajo del protestantismo, sin llegar a comprender cómo ha sido este cambio posible. No hay contradicción con respecto al primer punto, pues lo “antiguo” es España con respecto a las nuevas formas de entender la vida de los Norteamericanos. Pero se entenderá mejor en un ejemplo, explicando más tarde a dónde quiero llegar. Hace unos treinta años no había el actual “boom” de las clínicas dentales. Recuerdo que había que ir a clínicas “acomodadas” en una parte de la vivienda de los odontólogos. El caso es que a aquellas personas les interesaba su prestigio y su buen hacer, de tal forma que si se tenían dos caries en una misma “pieza”, las trataban a la vez, sin considerarlas dos trabajos distintos. El resultado es que el empaste a veces quedaba unido en una sola pieza con el diente o la muela, dando como resultado una mejor labor y acabado. Hoy sin embargo a las clínicas, donde muchas de ellas son sólo franquicias, les preocupan más sus “bolsillos”, y al poco te dicen que son dos empastes y que no los pueden hacer a la vez, porque lleva más tiempo y hay otro cliente después, con lo que el resultado final suele ser un peor trabajo, que te habrá valido el doble e igualmente el doble de tu tiempo (teniendo en cuenta, para más inri, que te hacen ir antes al consultorio y casi siempre se tiene que esperar un largo rato). A esto es con lo que me refiero con el proceder mezquino o ruin. Ya no les importa el cliente, ya no les parece importar el juramento hipocrático, ya no merece tanto interés el trabajo bien hecho. Ahora sólo les interesa el poder pagarse —a costa de la indefensión de los clientes— un buen coche, un chalet y demás parafernalias materiales de los actuales estatus de logros y de bienes de las sociedades capitalistas. Lo peor es que es muy general y ese mismo proceder ocurre en casi todas las profesiones. Como todos nos cobran mucho, necesitamos a nuestra vez cobrar mucho, y como valorarse consiste en cobrar más que los demás, los llamados especialistas o expertos suben aún más sus salarios y servicios, donde para aún complicar más las cosas, los que se hacen pasar por buenos en su profesión, se subirán el sueldo todo lo que puedan, ¿no es este proceder una locura? O sea, que ya no estamos viviendo en un mundo inmoral, sino mezquino y ruin. ¡Bendito aquel que trate de mantenerse al margen de este nuevo mundo!, ja ja ja.

O sea, que “ayer” a lo que ahora se le puede llamar mezquino, se le llamaba avaricia (querer sólo el propio beneficio), gula (querer tener muchos vienes), y soberbia (querer tener una buena posición social), tres pecados capitales, que diferenciadamente hoy en día es la “norma” en lo social, y por ello fuera de toda consideración moral o dentro de un código de valores positivos.

De vuelta a Juan Soto Ivars y su último libro “la casa del ahorcado”, no es tabú decir algo a una mujer (ayer que estaba demasiado desnuda u hoy que esté demasiado vestida para un spot), sino simplemente es no estar alineado a las normas y al lenguaje establecido por las feministas al resto de la sociedad. Que un lenguaje social sólo venga dictado por uno de los dos lados de los sexos es mezquino y ruin, pues se supone que lo que tendría que primar en lo social es el pacto consensuado por las distintas partes en liza. Puede que ayer esa posición la tuviese el hombre, pero hoy en día es mezquino en ese aspecto tanto el hombre como la mujer. No hemos ido a mejor, sino a una situación más compleja, ambigua y confusa. Hemos perdido —como en el caso del pimentón— alguna esencia por el camino.

❝Nuestros padres, peores que nuestros abuelos, nos engendraron a nosotros aún más depravados, y nosotros daremos una progenie todavía más incapaz.❞ Odas, Libro III, 6, Horacio

III

No dejo de estar asombrado por lo que está sucediendo en España (en otros lados no sé cómo es). Resulta que se quitó la obligación de llevar máscaras por los espacios abiertos, y sobre el 99% de las personas —y del tiempo— la llevan puesta. Yo los primeros días iba sin ella, pero “mosqueado” ante la duda de si habrían vuelto a la regla anterior y yo no me habría enterado, pues veía que yo era el único que iba sin ella por la calle. La pregunta que viene a colación es si… ¿es por presión social o porque la mayoría de la gente aún sigue pensando que su vida —o la de los seres queridos con los que tenga contacto— corren peligro? Ante tal situación a mí no me ha quedado otra que ponerme la máscara en la mayoría de las situaciones, pues me parece de “facha” ir a la contra de lo que hace la mayoría de la gente (esto muestra que no soy tan cínico como pretendo en mis escritos, aún doy sentido al respeto). ¿Comparten conmigo muchas personas este mismo pensamiento? La cuestión es que no hay forma de dilucidar qué regla es la que hace que todas las personas lleven máscaras, dadas las distintas variables que entran en juego. ¿No ocurre otro tanto ante muchas cuestiones que nos son invisibles? (en contraposición a la máscara, que claramente es visible). La vida social tiene sus propios lenguajes, y casi nadie es consciente de porqué hacen ciertas cosas o la hacen el resto de las personas. Nos “subimos a carros” sin saber en qué consisten tales carros y dónde nos llevan.

(Añadido del día 18 de julio. En Francia se han hecho manifestaciones contra la “dictadura sanitaria”, y como se ve en la fotografía, y durante las manifestaciones, que suponen una mayor cercanía, la mayoría de las personas no llevaban mascarillas…, lo cual me hace pensar que es algo de España o de la región o ciudad en la que vivo.)


IV

La Eurocopa la ganó Italia. Al día siguiente en Twitter llegó a ser trending topic el meterse con los ingleses y vanagloriarse de que hubiera ganado Italia, pues esta nación comparte con España el ser un país latino, que además está en la Unión Europea, frente a los ingleses que siempre han atacado a dicha cultura y que además han “abandonado el barco” común europeo, al votar sí al Brexit. Este hecho muestra que lo estamos politizando todo, que ahora en la actual crisis, importa saber a qué identidad se pertenece.

V

La misma circunstancia para que el hastag “AcosoaLasFeministas” se hiciera trending topic hace unos días, donde lo más inteligente por parte de las feministas habría sido no favorecer que tal hastag se volviera viral, pero ante la diatriba de si no sería peor no decir nada. Nada más que decir sobre este tema, excepto que la sociedad está buscando chivos expiatorios, no quedándose nunca saciada. Cada identidad tiene los suyos, no suele haber convergencia, excepto quizás hacia los musulmanes, el comunismo y la izquierda o los inmigrantes.

VI

«Destacados inversores en bolsa predicen una “histórica” caída en los mercados y alertan de que se está gestando la “mayor burbuja de la historia”», es el largo y descriptivo título de hace unos días en MSN noticias. ¿Sera esta crisis pronosticada la que nos llevará a una posthistoria?, a un antes y después de la muerte del sueño de la razón y del neoliberalismo (capitalismo, cuyos inicios nacen con el Renacentismo y que ha ido cada vez a un estado más extremo e irracional hasta llegar al ridículo y bufonesco “actual estado de cosas”). Nunca ha estado mejor la humanidad, opinan los progres. Nunca ha sido tan insípido y des”alma”do el “pimentón”, opino yo.

VII

Dos tipos de personas, los que entienden la vida y los que entienden la realidad. “No hables de lo que no entiendes”, se dicen el uno al otro. Tampoco es posible el diálogo.

VIII

Ser cínico o nihilista implicaría no querer aprender nada más, pues todo es vano.


En esta web “comparten” el libro de Juan Soto Ivars “la casa del ahorcado”. Al dar el enlace no lo estoy compartiendo, queda en manos de cada cual bajarlo o comprarlo. Con respecto a si “acerté en mis críticas“, sí en gran medida. Se vuelca en exceso en casos concretos —de acceso muy difundido en Internet—, cuando valdría más el crear las posibles hipótesis de fondo. No se centra demasiado en la “religio”, está más fundamentado en mi breve escrito. Da la posibilidad de una unión bajo el hecho de compartir tabús, pero claramente el incesto está compartido por toda la sociedad y esta circunstancia no nos da ningún tipo de unión “extra”. Supone, que puede ser cierto, que un tabú a la vez crea un chivo expiatorio, que de nuevo hace que las personas se vuelvan “piña” contra un otro abstracto, no volcando la otredad a nivel interno (y por ello evitando la “herejía” o la tendencia a la rotura o el conflicto interno en lo social). No fundamenta el por qué se da la situación actual y no propone una clara salida. Si acaso la misma que yo tantas veces he “pregonado” de no formar parte de identidades, pero no ser de ninguna identidad, en un mundo de identidades, ya te hace ser de un tipo de identidad. En otro caso, las identidades te vuelven “sus enemigas”, luego te “obligan” a asirte dentro de una identidad, posición que desde ese momento “es” desde la que te tienes que defender o, llegado el caso, atacar. Ese ha sido mi caso con el feminismo, y al final también está ocurriendo desde mi heterosexualidad, luego, como he dicho muchas veces, son las identidades “minoritarias” o que se creen “desventajadas” las que crean las “guerras”, al creer estar en una atalaya de superioridad moral, pregonando su identidad como la más válida frente al resto. En todo esto se da muy poco conocimiento de la psicología o la naturaleza humana. Si a un niño se le “obliga” a comer un alimento y este no quiere, todo el esfuerzo que pongan sus padres para hacer que lo coma, (coma verbo, coma símbolo) este hecho sólo hará que ese niño coja más encono a dicho alimento. Es parte de lo que predice la ley del esfuerzo transformado (“ley” que sale a colación en el efecto de tenerlo en la punta de la lengua, pues cuanto más “busquemos” más parecerá “esconderse” aquello que buscamos, y que Milton H. Erickson y Victor Frankl llaman la “intención paradójica”, donde el segundo dice, y por ello, que la felicidad no hay que buscarla, pues más parecerá rehuirnos, como así predice la paradoja de la felicidad, sino recogerla cuando salga a nuestro encuentro; otro tanto sale a colación para llegar al corazón de alguien: si este lo nota, más resistencia pondrá para que así no ocurra, por este “efecto” es por lo que somos tan reacios a “abrir nuestro corazón”, pues de hacerlo la otra persona podrá ofrecer una mayor “resistencia” inconsciente), donde cuanto más se luche contra el ego de una persona, este ego se crecerá aún más en su posición (erre que erre). Esta es una asignatura pendiente en la sociedad y que esta no parece terminar de comprender, pues es un problema recurrente dentro de aquellos que cometen delitos, al ser “castigados” dentro de las cárceles, pues en muchos casos “llamarán” a su lado rebelde y dañado, que “provocará” que se vuelvan en reincidentes (uno de esos casos fue la “ley de niños obstinados“, que se les podía llegar a matar si no se terminaban por “doblegar”). Entonces…, en España, y como ejemplo, el día 17 de julio —esta parte del escrito es un añadido— emitieron dos documentales sobre la homosexualidad, a partir de la muerte de Samuel Luiz durante una paliza, presumiblemente por su homosexualidad. Se supone que dichos documentales tratan de concienciar aún más sobre este tema, pero ¿no se dan cuenta que las personas homofóbicas no verán tales documentales y lo único que “provocarán” será hacerles que se mantengan aún más firmes en sus “convicciones”? ¿No será que este patrón del esfuerzo transformado sea el que está saliendo ahora, después de años de “erre que erre” de las minorías (y el feminismo), y dentro de la “resistencia” y lucha del resto de las identidades frente a las primeras? ¡Ale, ya “encontré” —sin quererlo o meditarlo— un posible porqué a la situación actual de las guerras tribales! (No hay salida a la mayoría de las “trampas” de la vida social, el estado actual de cosas es una maraña de temas que no hay forma de desmadejar de su complejidad, si no es por medio de que se dé una rotura total del sistema actual. De que se reinicie.)

De interés también el documental: “Better left unsaid“, con la pega que no tiene subtítulos, más que los que puedan estar “pegados” en ciertas partes. Al parecer no lo han distribuido con ellos. A la espera que alguien se tome el trabajo de traducirlo desde cero.

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