Los Dos Espejos del Yo
❝Vale más ser un Sócrates insatisfecho que un cerdo satisfecho.❞
Dicho popular (yo no lo tengo tan claro)
¡Siempre falta algo que decir o que aclarar! Tengo pendiente llegar a las conclusiones a las que llevan mis últimos análisis y argumentos. Digo que en el cerebro profundo no hay una identidad, y que si acaso esta se manifiesta sobre con qué “atributos” nace un cerebro concreto. Esto es: cómo está “cableado” su cerebro y cuánta preponderancia tienen ciertas partes (funciones) sobre otras. Así un “artista” visual (pintor, escultor, director de cine) tendrá una mejor capacidad para imaginar y desarrollar lo visual, pero a la vez puede que carezca de oído para la música. Por otro lado sobre la capacidad de “retener” la atención sobre sí del cerebro, emerge la conciencia y por ello la conciencia de sí, “habitáculo” en el que nace el sentido de agencia y al final la identidad narrativa, en la medida que por medio de la palabra esa agencia se comunica con otros o consigo mismo para definirse con palabras y contar su propio hacer en la vida. La identidad narrativa es lo que contamos y nos contamos, sobre nosotros mismos, que genera una forma de trabajar de la memoria, como autobiográfica. Sin esta posibilidad, como bien muestra la película “memento“, cuyo protagonista no es capaz de recordar nada, no tendremos la capacidad de saber cómo somos, pues el protagonista de la película ni siquiera sabe si es capaz de asesinar (cuestionable en este sentido, de cualquier forma, porque algo tan esencial debe de estar estructurado en el cerebro).
El cerebro hila en cada momento cómo va a actuar en el mundo, esto lo lleva a cabo en un juego de espejos, donde dos espejos casi enfrentados, uno de ellos —orientado hacia dentro— refleja el interior del cerebro (pasado, disposiciones genéticas…) y el otro —orientado hacia afuera— refleja lo social, con sus valores, normativas y paradigmas. El juego de espejos es sólo una analogía de los procesos de retroalimentación (feedback…, que es más corto de escribir) del sistema que es el cerebro. Cuando hablo a la vez me escucho, hablar es el espejo proyectado hacia adentro y escuchar el espejo proyectado hacia afuera. La retroalimentación se produce en la “imagen” (el resultado, lo emergente) creada entre los dos espejos al rebotar una imagen sobre el espejo que tiene en frente, mientras este a la vez manda una imagen a su opuesto. Yo hablo, a la vez me escucho y modulo mi voz al poderme oír. Si es el caso que tenga puesto unos auriculares de calidad con un volumen alto de música, estos amortiguarán mi voz y subiré mi tono. Lo mismo ocurre en sociedad entre lo dado (pasado, ADN, en-sí en el lenguaje de Sartre), y lo que es norma en sociedad. Si nazco en una sociedad de moral muy abierta, modulo mi moral a tal exterior, lo mismo si por el contrario nazco dentro de una sociedad puritana o muy cerrada. Este cotejo se lleva durante la infancia y no nos percatamos o somos conscientes aún de que el cerebro se está auto-modulando en ese juego de espejos. De mayor estos valores aprendidos los tomamos como parte nuclear de nuestro cerebro profundo (al ser ya pasado), pero la mayoría de las cosas nos han sido enseñadas. En ese caso, si la sociedad cambia, el reflejo del espejo hacia el exterior “lanzará” esta nueva información (visión, imagen) al espejo interior y en ese impás el cerebro confrontará si ha de mantener sus valores internos o se ha de “ajustar” a los cambios externos.

Qué somos, entonces. Si se analiza someramente es fácil deducir que se dan en principio dos humanos bien diferenciados: 1. los que tratan de mantener su mundo de valores, su “yo” intacto, y 2. los que se ajustan más o menos de forma constante al entorno. Esta segunda apuesta es la que más favorece la evolución, dado que estamos en un sistema evolutivo dual, donde lo social ha adquirido más relevancia que lo evolutivo y puesto que lo que media en la herencia dual es el efecto Baldwin, que no es otra cosa que la selección social de los comportamientos. Es fácil deducir que nadie quiere ser traicionado, luego la traición no es un “rasgo” seleccionable que tenga que tener una persona que queramos que sea nuestra pareja, y tal característica no será tan predominante como otras, de lo que es lo social y lo que ha de ser la especie.
Esto a la vez conlleva a que lo que se haya validado y mantenido a lo largo de la evolución social, sea lo que entendemos por la identidad narrativa. ¿Qué es esta bajo tal visión? Uno no es en los social exactamente lo que es en su ser más profundo, sino lo que ese proceso de los dos espejos enfrentados “selecciona” mediando sobre todo lo aceptado en sociedad. En esa medida todos somos actores en tanto que nuestro núcleo ha de quedar oculto a los ojos de los otros, y este efecto es más pronunciado cuanto más divergente sea nuestro núcleo con respecto a lo social. O sea, que si uno es demasiado egoísta, iracundo, avaricioso, tacaño… o cualquier otro aspecto negativo, más “fuerza” tendrá que desarrollar para que no salga hacia el exterior, y más tendrá que “actuar” en sociedad. Este tipo de construcción no es fachada —frente a realidad— en la medida que este “obrar” sobre sí parta de una buena intención sobre qué es lo que quiere esa persona de la sociedad. Todos tenemos algo que “ocultar”, sobre lo que actuar como que no los somos o lo que queremos de nosotros. Se supone hipócrita o una postura falsa a toda persona que no obre de buena fe ante tal forma de actuar hacia el mundo, esto es: que lo haga con propósitos falsos (ocultos) y/o interesados. (Todo este escrito está resultando ser muy moralista, ¡me da un poco de asquito!, pues no es mi pretensión; desde mi perspectiva cínica me da igual: ¡que arda el mundo!). La serie “Physical”, cuya protagonista es una mujer constantemente insatisfecha de sí en la vida, y a través de poder oír su voz interior, es un buen ejemplo sobre la disparidad entre el comportamiento social y lo que una persona pueda llegar a pensar o sentir en su “ser interno”.
En todo este planteamiento surge un problema. De cada época y cultura de la historia emana o surge un yo ideal a partir de ese modelado sobre los valores binarios de “esto es bueno y esto es malo”, positivo y negativo. Eso quiere decir que si ese yo ideal está errado, todas las personas se modularán hacia un yo ideal errado, con el consiguiente problema para esa cultura y época (la típica frase de “la transmisión está teniendo problemas: no trates de sintonizarte con la realidad”). Esto a la vez lleva a que de facto no existe ese yo ideal. Para la izquierda será un tipo de persona, que seguramente será distinta para la derecha; que para una feminista, frente a un hombre, etcétera. O sea, ese ser ideal se tiene que ajustar en lo social, por medio de todas las “manos” que entran en juego en su modelado (aquí no nos viene mal traer la idea de que Dios, según la biblia, nos modeló del barro, luego Él tenía una idea prefijada de ese humano ideal, que lleva a la cuestión de hacer pensar a los creyentes que tal modelo sería el que tendría que prevalecer, pero de nuevo no hay una sola religión o interpretación de lo que ha de ser ese “modelo” de Dios).
Esto lleva a un tercer paso… que cada uno busca y se une en lo social con aquellos que coincidan más con su propio “núcleo” o lo que ha de ser ese yo ideal (en inglés corazón y núcleo son la misma palabra: core; en casi todas las culturas el corazón era lo contrario de la razón; hoy podríamos decir que ese “core” son las emociones básicas —instintivas, como el asco—, mediadas en el sistema límbico como emociones: “¡me das asco!”, como unión de una emoción social y una instintiva). Resultado: las distintas identidades sociales, manifestadas en ideologías, religiones, partidos políticos, sexos, géneros, gustos… etc., donde tal pluralidad deviene en los conflictos sociales, por hacer valer unos “yo ideales” sobre los otros. Con esto volvemos al principio del actual “cuento” y el escrito. No hay un ser único y profundo en el cerebro, cada módulo y función busca sus propias “metas” y se comporta y se manifiesta a su manera, pues de haberlo uno sería coherente, y este —honestidad consigo mismo en definitiva— es un rasgo raro en lo humano. Dado que sólo se confrontan las dos realidades en cada situación (en cada momento en donde los dos espejos entran en juego, reflejándose el uno sobre el otro, con un espejo y parte interna y otra externa), es en ese momento cuando podemos llegar a ser conscientes de ciertas partes de nosotros que no “cuajan”, que se contradicen, que crean incoherencia o ambigüedad sobre nuestro yo o identidad. En ese lapsus de tiempo congelado el prefrontal tiene que “escoger” qué hacer y cómo manifestarse ante los otros y ante uno mismo. Dado que ese proceso es algo que ha ocurrido una y otra vez a lo largo de nuestra evolución social, estas contradicciones han validado ciertos mecanismos a nivel evolutivo (sobre qué era lo más óptimo para mantener la homeostasis del individuo, su equilibrio, su felicidad), con el resultado que la evolución ha creado todos los sesgos y los mecanismos de defensa en los que pueden caer todo ser humano, que son soluciones evolutivas, pero que no son ni lógicas, ni que hablen de una “verdad” y que tampoco tienen porqué ser analizados a través de los valores morales. Son meros ajustes chapuceros del cerebro y la evolución.

Veamos un caso concreto de todo este proceso, aunque quizás no sea el mejor ejemplo. Cuando la Iglesia pidió a Galileo que se retractara, así lo hizo (adaptación hacia afuera, donde hay más luz de reflejo en el espejo externo), pero entre dientes y para sus adentros este se dijo “y sin embargo se mueve”, al referirse a la tierra, donde el que hablaba era el orgullo humillado del científico italiano. En este caso hoy podemos decir que fue fiel a su saber, pero la iglesia seguramente captó en su momento que tenía una posición hipócrita con respecto a ellos. De cualquier forma lo único que le interesaba a la Iglesia era “vencer” y que Galileo se retractase (humillase) ante el resto de las personas, en definitiva ante la sociedad, y en tanto que tal retractación validaba las ideas y el yo ideal de la Iglesia. Todos estamos haciendo concesiones una y otra vez a un aparente “yo ideal”, que hace que nos “retractemos” de nuestras propias ideas, o de nuestro propio núcleo. Es menos evidente ante las personas que se manifiestan simplemente a través de la identidad narrativa, pues su yo suele ser de “plastilina”, adaptable a casi cualquier espacio y situación.
(Estoy releyéndome para ver si hay demasiados puntos flacos o que no se entiendan, o si me falta algo más que decir. Me dejé un apunte ayer que hoy no entiendo, por ser demasiado críptico y breve.., ¡mierda!)
Quizás faltaría llevar la analogía de los espejos a los conceptos que maneja la ciencia (¿tengo fuerza mental para meterme en ello?). Cuando el cerebro capta que nos han podido pillar en una contradicción de palabras o de actos, se dan dos procesos en paralelo. Lo capta el cerebro profundo, la red de modo predeterminado que es más rápida y holista, creando una emoción de ansiedad, miedo, disonancia cognitiva… dependiendo de la relevancia y lo “profundo” de cómo pueda haber sido captado tal “error” (espejo interno), y a la vez entra en juego el papel de la palabra y el etiquetado (espejo externo). El cerebro tiene que mediar con dos problemas: 1. el externo en tanto que situación difícil de la que salir, y 2. a nivel interno de cómo no perder la autoestima. Es a nivel interno, de los sesgos y los mecanismos de defensa, que nuestro nivel de autoestima ha de evitar no caer por debajo de su nivel actual. Lo más socorrido, el sesgo más común, es el de la racionalización o justificación (“¡lo siento, hoy estoy muy cansado y no sé lo que me digo!”). Si se resuelve bajo tales patrones o sesgos programados, el cerebro no se “desgastará” más, pero si lo social nos pone en el aprieto de que no le vale lo dicho, entonces se puede recurrir a dos estrategias: 1. mantenerse “cerrado” sobre la propia posición (erre que erre) 2. ceder aparentemente por propia voluntad, con lo cual uno verá tal retractación de valor para uno mismo y para lo social, lo cual hará que se nos mantenga la autoestima. Lo peor de las parejas que están por romperse, que llevan en una lucha intestina y desgastante desde hace mucho tiempo, suele ser que el único valor —y dado el desequilibrio personal que sentimos ante todas las incoherencias sobre las que nos han “pillado”—, es el que la otra persona tenga o porte más contradicciones que nosotros mismos. No queda otra que una de las dos identidades pierda por completo, donde ese “acabar con el otro por todos los medios” no es otra cosa que un “asesinato” simbólico, y en donde nuestro ego o identidad sólo podrá sobrevivir si es el único que queda (en cierta forma es como tratar de acabar con todos los testigos de un crimen). Esto mismo ocurre a nivel social con las ideologías, las religiones o cualquier otro tipo de identidad. Muchas veces la única forma de sobrevivir de una identidad es aniquilando la existencia de lo que las niega.
(Me trato de mantener en el plano de la psicología, pero siempre tengo a mano el punto de vista social, pues van a la par. Es de interés traer a colación el caso de Seth Rogen, “uña y carne” de James Franco, pero que ha terminado por renegar de él, pues este ha sido acusado de “comportamiento sexual inadecuado”. ¿Lo ha hecho por salvarse de la opinión pública —no verse “salpicado” de la mala fama de su antes amigo—, o lo ha hecho porque ve repudiable tales tipos de comportamientos? Una madre apoya a su hijo hasta sus últimas consecuencias, ¿no sería lo de desear de un amigo? Para muchas personas James Franco no ha hecho nada tan grave como para merecer su desprecio. Para las feministas ha obrado bien. No estoy tratando de posicionarme, sino solamente exponer un caso de ese juego de espejos entre los valores internos y los sociales. La madre se atiene a los valores internos y establecidos en el ADN y la evolución. ¿No es igual en los hombres y su tan afamada lealtad en las amistades?, o sólo es que se ha dado el caso de que Seth Rogen tan solo ha buscado “salvar su culo”.)
No puedo dar cuenta de todos los posibles “sucesos” cerebrales, pues son infinitos. Conviene volver a recuperar la gráfica de los procesos cerebrales a partir de su dialéctica, a modo de generalización (válido para casi todo caso). El sistema límbico procesa (intermedia, antítesis) los “datos” tanto de las disposiciones básicas (cerebro profundo) como las sociales (prefrontal, en la gráfica en esa posición también se encuentra el yo ideal), las cuales hacen de tesis. La síntesis suele ser una respuesta equilibrada (homeostática) entre lo interno y lo social. No que “someta” nuestro yo, identidad o dignidad, ni que vulnere en exceso las reglas sociales. Estos conflictos —los más internos y profundos— sobre todo se dan (y “resuelven”) durante nuestra infancia y adolescencia, edades en la que media la educación y el aprendizaje. En ese plano entra en juego el yo dialógico, la capacidad del humano para llegar a acuerdos o posiciones mediadas, a través de las personas queridas o más allegadas (con las que compartimos más nuestra identidad y por ello estando por medio la confianza) y a través del diálogo. En teoría, y según las ideas freudianas, interiorizamos la voz de los mayores a modo de superyó (yo ideal en otros pensadores), de tal forma que la “razón” es esa voz de las personas con autoridad. Tenemos así que se da un triple “diálogo” o dialéctica (los tres grupos de la gráfica): 1. la individual e interna, 2. la social o externa y 3. la generacional o de la especie. Manteniendo la misma dialéctica que la dicha arriba dentro del cerebro, en estos tres grupos la especie, lo que se hereda a nivel evolutivo, es lo que hace de antítesis entre lo individual (ello) y lo social (superyó), tratando de llegar a una síntesis. Yo-cerebro puedo encajar toda cosa concreta dentro de esta gráfica…, puede que sea por ser demasiado generalista o porque sea acertada, no lo sé. Lo que prima, lo que hace de síntesis entre las posturas individuales y las sociales, es la especie. Por ello hay tres “luchas”, la interna, la social y la de la especie. La postura social “saja” —rechaza, trata de frenar— toda postura individual extrema, las cuales a la vez se replicarán (reproducirán) lo menos posible a nivel evolutivo. La educación de los padres, y dentro de una cultura, crea un tipo de individuo que será o no será seleccionado para formar parte de una pareja, como para poder llegar a tener hijos (efecto Baldwin), pero la última palabra, la síntesis, la tiene los juegos evolutivos. A veces me he visto tentado a pensar que esa síntesis es la sociedad, y que el juego evolutivo ha quedado de lado, pero me resisto a pensar que sea así, porque sería más nefasto y peor para nosotros, tanto a nivel individual como en el social (se heredarían más las taras genéticas, se validarían posturas sociales más individualistas y de poder). Puede que mientras que las sociedades se mantengan estables tenga más peso lo social. Pero parece ser un estado o punto crítico insostenible, en donde al final durante las crisis profundas y las guerras (roto ya el equilibrio social), es cuando entran en juego las reglas evolutivas (sobreviven los más ventajistas, pero a la vez —frente a estos— los más colaborativos al unir sus fuerzas, los que no son muy altos pues tendrán que comer más, las personas con sobrepeso pues aguantarán mejor las hambrunas…).
Me he desviado en exceso sobre mi plan inicial. No sé si habrá sido a mejor o a peor. La idea principal, lo que me faltaba de explicar queda resumido en la idea de los dos espejos de los primeros párrafos. El reflejo interno son los instintos y disposiciones heredadas, el espejo externo es lo social, donde los dos hacen de tesis, y el juego de reflejos que se produce entre los dos espejos es el sistema límbico mediando entre las dos tesis, haciendo de antítesis (negación y reafirmación de los dos estados) y buscando en el mismo proceso una síntesis o comportamiento mediado.
Hay ciertos “valores” o disposiciones que nos vienen dadas desde la especie. Esos valores son los que son tomados desde dos lados: el reflejo interno, pues se ha heredado, y el reflejo externo, puesto que la sociedad refleja a través de los siglos y sus narraciones tales valores. Es por esto, por esta doble fuente del reflejo, que son los que más se mantienen en la especie. De cualquier forma tal “fuente” no es moral, puesto que sigue las reglas evolutivas. En tal fuente está tanto la disposición a colaborar o no matar, como la disposición a la venganza y a mantenerse vivo, donde llegado el caso se cae en las partes más negativas de las luchas de las identidades (racismos, guerras, exterminios, genocidios). Bajo esta idea cayó en mis manos el libro de SC Lewis, “La abolición del hombre”, que trata sobre los posibles valores universales e innatos, pero no he sacado nada en claro, pues no resuelve sus propias contradicciones. “Ataca” a los hombres sin alma, que ya no se les puede llamar ni siquiera como humanos, y mete en esa categoría a parte de los científicos y a los adinerados y con poder (estas posturas me resultan demasiado radicales, ¿qué pensaría o diría Jesucristo de Hitler?, por poner el “peor” caso de humano, ¿diría aquello de “perdónalos porque no saben lo que hacen?), pero tampoco da salidas, excepto, quizás, a la de dar el valor a la especie —que tampoco usa este término sino el de posteridad— sobre el resto de los valores. Según la Wikipedia, en algunas selecciones se le puso como el segundo libro más valorado del siglo pasado, pero pienso que es más por su brevedad y ambigüedad que por su “verdadero” valor. Dejo abajo las citas y fragmentos que me han “llegado”, que claramente ensombrecen mi escrito.
“Ningún sentimiento es, en sí mismo, un juicio; en este sentido, ninguna emoción o sentimiento tiene lógica.” “En una palabra: la antigua (aprendizaje por aleccionamiento) era una especie de propagación: hombres que transmitían humanidad a otros hombres; la nueva es simplemente propaganda.” “Hacemos hombres sin corazón y esperamos de ellos virtud e iniciativa.” “Cada instinto, si se le presta atención, pretenderá ser satisfecho a expensas del resto.” “Si nada es evidente en sí mismo, nada se puede demostrar. Del mismo modo, si nada es obligatorio por sí mismo, nada es en absoluto obligatorio.” “Lo que he llamado, por convenio, Tao y que otros llaman Ley Natural o Moral Tradicional o Principios Básicos de la Razón Práctica o Fundamentos Últimos, no es uno cualquiera de entre los posibles sistemas de valores.” “La mente humana no tiene más poder para inventar un nuevo valor que para imaginar un nuevo color primario o, incluso, que para crear un nuevo sol y un nuevo firmamento que lo contenga.” ” lo que llamamos el poder del Hombre sobre la Naturaleza se revela como un poder ejercido por algunos hombres sobre otros con la Naturaleza como instrumento.” ” si cada generación realmente alcanzara, mediante una educación eugenésica y científica, el poder de realizar en sus descendientes lo que ella deseara, cualquier hombre que viviera tras dicha generación sería objeto de tal poder. Y no sería más fuerte, sino más débil: aunque hayamos podido poner útil maquinaria en sus manos, habremos prefijado cómo se debe usar. Y si, como suele suceder, la generación que hubiera logrado el máximo poder sobre la posteridad fuera también la generación más emancipada de la tradición, se vería comprometida en reducir el poder de sus predecesores tan drásticamente como el de sus sucesores.” ” Los últimos hombres, lejos de ser los herederos del poder, serán sobre todo los más sujetos a la mano mortal de los grandes planificadores y manipuladores, y serán menos capaces de ejercer un poder sobre el futuro.” “La conquista de la Naturaleza, si se cumple el sueño de ciertos científicos planificadores, resultará ser el proyecto de algunos cientos de hombres sobre miles de millones de ellos.” “Todo poder conquistado por el hombre es también un poder ejercido sobre el hombre. Todo avance debilita al tiempo que fortalece.” ” Cuando todo el que dice “Es bueno” es menospreciado, prevalece el que dice “Yo quiero”.” “La verdadera objeción es que si el hombre elige tratarse a sí mismo como materia prima, se convertirá en materia prima; no en materia prima a manipular por sí mismo, como con condescendencia imagina, sino a manipular por la simple apetencia, es decir, por la mera Naturaleza, personalizada en sus deshumanizados Manipuladores.” “Ayer matamos a los hombres malvados: ahora acabamos con los elementos insociables.” “Debido a que trabajamos frecuentemente con números, tendemos a imaginar todo proceso como si fuera una serie numérica, donde cada paso, por siempre jamás, es el mismo tipo de paso que el anterior. Les ruego que se acuerden del ejemplo del irlandés y las dos estufas. Hay progresiones en las que el último paso es sui generis —incomparable con el resto— y en las que recorrer todo el camino es deshacer el trabajo del camino recorrido. Reducir el Tao a mero producto de la naturaleza es un paso de tal tipo. En ese punto, el tipo de explicación que justifica las cosas nos debería rentar algo, aún a alto costo. Pero uno no puede estar “justificando” continuamente: se llegaría a justificar la propia justificación. No se puede “ver a través de las cosas” permanentemente. El objetivo de mirar a través de algo es que se vea algo. Es bueno que la ventana sea transparente porque la calle o el parque que se ven a través de ella son opacos. ¿Qué pasaría si el parque también fuera transparente? Es inútil intentar “ver a través” de los principios últimos. Si uno trata de ver a través de todo, entonces todo es transparente. Pero un mundo totalmente transparente es un mundo invisible. “Ver a través” de todas las cosas es lo mismo que no ver nada.” “Porque es cierto, sin duda alguna, que no ha existido (en el sentido amplio de la expresión) más que una única civilización en toda la historia; pues siempre se puede argumentar que cualquier civilización que consideremos, procede de otra civilización y, en último extremo, de un centro único, propagado como una enfermedad infecciosa o como la sucesión apostólica.” CS Lewis
(Estoy cansado por hoy, no he puesto casi ningún enlace, pero los que me siguen ya saben que casi todos son recursivos y están en otros escritos.)
Comentarios