Ladrones y Asesinos de Sentido



Existen dos formas de ver la vida: una es creer que no existen los milagros,
la otra es creer que todo es un milagro. Yo creo en esto último.❞ Einstein



La mujer posee la trascendencia siendo madre, y la pierde cuando nota que sus hijos ya no la necesitan —¡mujer y madre, apelo a lo que vuestra alma ha conocido!; el hombre está vacío de ella. La mujer donó de trascendencia al hombre al implicarlo en la crianza en la prehistoria. ¿Ahora se la roba?

¿Qué es la filosofía?, un chiste que nadie entiende y que si lo explicas deja de ser un chiste.

De existir Dios y haber creado la mayor capacidad para dar sentido al mundo a través del amor. ¿Sería más importante que dudasen de Él  que del amor?

El universo contiene realidad y sentido, los dos caminos de la verdad, el primero el científico descubriendo la realidad y el segundo en una de las capas de la realidad, el hombre con un cerebro fundamentándose en la búsqueda del sentido, donde por su sinergia este nunca lo podrá comunicar. ¿Y si el único sentido es buscar el sentido?, de nuevo uróboros mordiéndose eternamente su propia cola. En los niños están las respuestas de las dos bases que nos definen. 1. Su afán de desarmar todo para ver cómo son y funcionan, y 2. el jugar con muñecas, con la doble capa de tratarlas como seres agénticos (con alma), pero sabiendo a la vez que son un juguete (la ya clásica escena de la niña y su respuesta a la protagonista de “Alien 2” al decirle “¡Riplay, sólo es una muñeca!”). Esto mismo hacemos con nosotros mismos, nos desarmamos, vemos que la cabeza está hueca, pero seguimos dentro de la trama del juego al pensar que somos un agente dentro de esa cabeza vacía.

Para los creyentes de algún relato todo tiene un sentido, pero la infinidad de posibles relatos sólo es un signo de su vacuidad de sentido. Lo que pervive en todos ellos es que da sentido a los cerebros —o sociedades— que los portan. Luego de nuevo sólo importa el estado de tener un sentido.

Un intérprete en una obra de teatro no actúa, es el personaje en el que entra…, el interpretarlo —creer saber cómo es—, como para ser capaz de que su interpretación sea creíble para los demás. En ese sentido…, todos somos demasiado creíbles para el resto, excepto cuando se pierde el raccord, la continuidad (pillar en una mentira o un engaño). Pero, ¡acaso no nos cogen en mentiras a todos? Por otro lado, el cerebro del espectador se basa en la suspensión de la incredulidad. Mayor en los niños, y casi sin ella en los ancianos. ¿Nacemos magos y terminamos siendo cínicos?

¿El filósofo va tras la realidad o el sentido humano?, de nuevo explicar el chiste mata el sentido del chiste.

Un nihilista es incapaz de encontrar el sentido, su suspensión de la incredulidad ha muerto.

Hemos dañado los delicados sistemas insulínico e inmunológico… ¿alguien lo duda?, y si es así… ¿por qué no habría de dañarse el cerebro o lo mental? El sentido actual (el exceso de limpieza, por ejemplo) “mata” los sentidos originarios de todo nuestro cuerpo, de nuestra mente y de todos nuestros comportamientos.

La mujer no sólo era la portadora de vida, al estar inoculada de la trascendencia era la que tenía la capacidad de dar sentido a la vida, inyectando tal sentido a sus propios hijos, los cuales le seguían dando una continuidad. Sin continuidad en las historias, en los relatos, el sentido, se pierde. Deviene el nihilismo, impregnando a la propia mujer, al entrar en el mundo de la realidad (desmontar los “juguetes”) y apartándose del sentido.

Tras la muerte del sentido, como sentenció Camus, sólo queda vivir la “carga pesada” del día a día (mito de Sísifo). Pero este…, ¿se mató en un accidente o se dejó morir —pasividad— ante el choque que veía venir? Hablar sobre un discurso no te hace creer en él, tan sólo es un subterfugio para tratar de creer en tu propio relato.

Las luchas identitarias no luchan por vivir, luchan para mantener su propio sentido, cegándose en la finalidad de matar el sentido del resto de las identidades. Sí tú tratas de acabar con mi sentido de la vida, antes de morir, acabaré con tu propio sentido de la vida. Todo creyente no se basa en la tolerancia, si no en el proselitismo, en la propagación de su propio relato y sentido. ¿El feminismo quiere sensible al hombre o sólo quiere validar su propio relato?, ¿no se percata que ese no es el relato original? —es cambiar la “flora bacteriana”, pensando que han dado con una nueva realidad, cuando el sentido está fuera de lo real— , y que por ello no toda mujer estará de acuerdo en esa dirección de sus luchas.

El nihilista mata el sentido del creyente, y este lo trata de asesinar alienándolo, al dejarle de dar sentido y cabida dentro de su propio mundo.

Quien no ama, mata el relato del otro. La propagación de los odiadores en Internet es un extraño caso de proselitismo, donde la meta es crear el germen de unas posibles guerras o crisis futuras, donde la verdadera y profunda meta es la de reducir el número de individuos. No amar —odiar— es lo que busca el “ajuste de cuentas” evolutivo contra la superpoblación. Si amar es la meta de un Dios, como así es el cristiano, entonces estos dos relatos no pueden ser los dos verdad. Cómo se “cura” al odiador…, ¿con amor u odio? Todo humano al odiar está tratando de invocar el sentido del resto de humanos. En el fondo pide amor, que es el pegamento de lo que da sentido…, ¡excepto que tenga que vencer el “ajuste de cuentas” evolutivo!

La ciencia, al cegarse en su impertérrita meta de llegar a la realidad, de ver todas las cabezas vacías de todas las cosas, mata todo los sentidos, sin hacer nada para restituirlos. Su meta es la realidad, no el sentido, pues este, no está en las cosas, sino que emergen como la única meta de seguir viviendo. La realidad —la evolución— creó el sentido, no como “herramienta” para buscar la “verdad” —desarmar juguetes—, sino para creer que en la muñeca hay vida. Es una de sus trampas, es solo un sutil e inevitable engaño, que en la mente termina como autoengaño.

Mujer, te puedo mirar real, pero vacía de sentido. Una vagina debe de ser horriblemente fea para otras especies. Sólo el sentido la dota de belleza. ¿Cómo prefieres que te mire?, ¿fea o bella? ¡No mates mi sentido o acabarás con tu propio sentido! Al hombre cada vez le cuesta más "vestirte" de sentido. "Quien a hierro mata, a hierro muere".

Dignidad, sentido de la vida y la propia historia o narración, son lo mismo. Son identidad. La muerte del sentido es la muerte de todas las identidades concretas. Sin identidades, sin relatos, se llega al “desierto de la realidad”.

La evolución teje la vida, no hila valores. Los valores es uno de los sentidos del humano. Sin sentido no hay mundo de los valores, sólo realidad. Si la evolución “creó” la homosexualidad para frenar el exceso de población, y que tales vidas se “dedicasen” a cuidar de sus hermanos y de los hijos de estos…, en el mundo sin valores de la evolución, el pedófilo es sólo otro ente que está programado para “disparar balas de fogueo” —mujeres que aún no lo son y no se quedarán embarazadas— en la dirección de frenar la superpoblación. Sólo esto podría explicar que su número crezca en un mundo superpoblado y saturado de sexo.

Vemos las tramas sin entender que la evolución también calcula salidas para los estados de poca población o sus excesos. Nos cegamos a ver un sentido desde el mundo del relato, del sentido, cuando en ese aspecto tendríamos que calcular los planes de la realidad que es la evolución y los sistemas complejos adaptativos y dinámicos.

El relato no nos deja ver la realidad, y la realidad no nos deja ver el relato. Los dos caminos, las dos verdades, nunca se juntarán. El creyente no puede asumir lo que dice la ciencia de cómo es la realidad, y el científico hace tiempo que dejó de ver el relato. Los creyentes van “perdiendo”, y por ello el desierto del nihilismo crecerá.

Fin de mi “relato” (y por ello de la realidad humana). No hay más que decir. Construir relatos “está mal” y destruirlos también. Yo he destruido e intentado construir relatos, pero las dos posturas son falsas, pues para la realidad, para la evolución, sólo es jugar con fantasmagorías, con humo. No hay ninguna solución posible. La lucha final es, y siempre será así, entre los relatadores y los nihilistas. Seres que nunca se podrán comunicar, pues cada uno de ellos está en un lado de la vida, del laberinto que esta es.

Inciso… tener pequeños sentidos, como que España gane la Eurocopa, sirve para la mayoría de las personas. Camus se engañaba sobre su mito. Ese problema —mantener el relato o matarlo— sólo se da en algunas mentes…, en la de los nihilistas —realistas depresivos, preconcientes—. Camus trató de desentrañar la historia del nihilismo para tratar de vacunarse contra él. Para expulsarlo fuera de su cuerpo. No lo consiguió. El nihilismo no tiene cura. Quizás el nihilista tenga algún sentido para la evolución…, la de avisar al resto de personas qué caminos no seguir en la vida. El mensaje, la parábola —siempre emergente en la historia— de que hay que creer en el relato. La evolución mata al anciano cínico, antes que al jovial y niño, porque ante todo es el que trata de matar el relato (el coronavirus como una posible salida rápida a esta “solución”). Su muerte sirve para dejar espacio para una nueva vida, para un nuevo niño y su mente siempre mágica.

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