Reflexión Sobre “Interreflections” II
❝La soledad absoluta es el destino inevitable del alma. Solamente nuestros cuerpos se pueden encontrar.❞ Gilbert Ryle
❝Lo único más peligroso que una persona que no puede conseguir lo que desea, es una persona que consigue todo lo que desea.❞ en la película “La habitación”
❝No es una medida de salud estar bien ajustado a una sociedad profundamente enferma.❞ Jiddu Krishnamurti
❝Nunca entiendo cuando la gente dice: “no hay necesidad de ser grosero”; si estás siendo grosero y hay una necesidad, entonces no estás siendo grosero, ¿verdad?❞ en la serie “neXt”
(He mejorado algo el subtítulo, errores de puntos y comas, ortografía, traducciones, pero no al completo tampoco, porque estoy saturado de este tema. Queda para otros la labor de ir corrigiendo. Descargar nueva versión.)
Las dos críticas más evidentes al docudrama, “Interreflections”, que nos plantea los problemas de la sociedad actual y una posible salida, es que 1. ni todas las personas compartirán las afirmaciones que hacen, ni la posible solución que propone. Como el propio documental expone, es una “lucha” entre la izquierda y la derecha, pero es que además dentro de estas dos instituciones igualmente hay posturas encontradas y opuestas. Si el humano ni siquiera puede crear una relación armónica dentro de una familia, ¿cómo lo puede hacer para embarcar a toda la humanidad en un proyecto unificado? Quien haya intentado resolver los problemas de su propia familia extendida entenderá a qué me refiero. La segunda crítica evidente, es si con un guion de unas treinta páginas se puede, ni si quiera, empezar a reflejar la complejidad de la sociedad actual, y mucho menos a la vez hacer una propuesta de cómo ha de ser. Otra cuestión aparte, es que yo he traducido su subtítulo, favoreciendo su distribución gratuita, ¿lo aceptarían de buena gana?, así como que rápidamente se esté distribuyendo gratuitamente su labor. La organización o empresa que ha creado tal película, al principio, la puso en YouTube y Vimeo, pero la retiraron rápidamente al darse cuenta que era fácilmente descargada. Abogan por la gratuidad, pero todo tiene un coste que hay que recuperar. Se puede argumentar que es porque estamos en el sistema “inadecuado”, pero la cuestión no está tan clara. En su utopía, ¿sería legítimo haber hecho tal docudrama con el dinero de todos?, ¿se votaría para validar hacer tal gasto? Yo puedo, o cualquier bloguero, escribir porque no es un gasto realmente tangible. Si me costase dinero no escribiría, o tendría que recuperarlo de alguna forma. De tener gastos, ¿cómo se valoraría, a nivel global, qué merece ser subvencionado? Como se puede ver, al poco que uno se ponga a pensar, en cosas muy concretas, empiezan a salir problemas.
Vayamos por partes. En primer lugar, el humano implementó la “vergüenza” para vejar, de forma leve, a los que no colaboraban en la medida de lo necesario dentro de su comunidad. Ya lo planteé en alguno de mis escritos. Si tenemos una mascota a la que no le pedimos nada a cambio, y no nos genera ningún beneficio… ¿por qué no lo hacemos igual con otro humano?, porque se supone que si uno mismo se esfuerza para sobrevivir, pide lo mismo al resto de humanos. Así que no “toleramos” a los que se esfuerzan menos…, en pocas palabras y en lenguaje llano, a los que se “escaquean”, a los que de forma premeditada no dan el cien por cien de sus posibilidades, pidiéndoles, al final, lo mismo que los que lo han dado todo. Nos indignamos tanto de aquel que saca más beneficio por el mismo esfuerzo que nosotros mismos, como el que se lleva el mismo beneficio que nosotros haciendo menos. Son dos formas de injusticia. ¿Es un tipo de injusticia mejor o peor que la otra? Aun hoy no hemos resuelto este dilema. Es por esta trama que no queramos mantener a otro humano dándole comida, como se la damos a nuestras mascotas, sin hacer nada. Llama a nuestro esquema de la justicia y la dignidad. Un patrón tan antiguo como la humanidad, pues era anterior al neolítico y se da en las tribus de cazadores-recolectores que aún sobreviven. Por esta “primitiva”, los ricos piensan que parte de la pobreza son esos “vagos” que tratan de vivir como parásitos de los que realmente trabajan, y por esto mismo las grandes multinacionales de la alimentación prefieren destruir los alimentos sobrantes o ligeramente dañados o marcados, antes de distribuirlos entre los “indigentes” o los necesitados. Es un pensamiento muy general, una persona de clase media, incluso alguien de clase media-baja, lo puede pensar igualmente sobre las clases sociales más bajas. De cualquier forma, mi propuesta es que todos podríamos reducir las horas de trabajo, y de esa forma a la vez tener todos trabajo. Tratar de hallar las horas totales de un país y dividirlas por las personas en edad de trabajar. El problema a partir de tal división es si todo los trabajos son iguales, para llegar a cobrar lo mismo o quién haría las reglas válidas y si todos las aceptarían. Hay que recordar que las labores artísticas, antes del siglo XX, siempre han sido mal vistas. O se era de la clase alta y tal “labor” estaba aceptada, pues ya tenía su vida resuelta, o si se era pobre tales personas no eran “un buen partido”, e incluso se les tildaba de vagos.
Me voy a mis propios temas, cuando el presente escrito pretende, o ha de ser, una reflexión del documental.
Interreflections comienza con las siguientes palabras de Thomas Malthus:
“Es una verdad evidente que, cualquiera que sea la tasa de aumento en los medios de subsistencia, el aumento de población debe ser limitado por ella. Por lo tanto, para actuar consistentemente, debemos facilitar, en lugar de esforzarnos tonta y vanamente para impedirlo, las operaciones de la naturaleza en la producción de esta mortalidad.
En lugar de recomendar la limpieza a los pobres, debemos fomentar los hábitos contrarios. En nuestras ciudades deberíamos hacer las calles más estrechas, apiñar a más gente en las casas y sopesar el regreso de las plagas.
En el país, deberíamos construir nuestras aldeas cerca de charcos estancados, y particularmente fomentar los asentamientos en todas las situaciones pantanosas e insalubres, pero sobre todo, debemos reprobar los remedios específicos para las enfermedades devastadoras; como aquellos hombres benévolos, pero muy equivocados, que han pensado que estaban haciendo un servicio a la humanidad, al proyectar esquemas para la extirpación total de determinados trastornos.”
A la que le sigue una grabación antigua de un profesor tratando el mismo tema, pero en la dirección de hacernos ver la moraleja final, que es que ya que vamos hacia nuestro propio colapso, si no es más legítimo y “humano” dejar pensar a la humanidad que todo va bien y que de esa manera vivan bajo el sesgo de la esperanza. Esto nos lleva al paternalismo, y las mentiras piadosas. ¿Acaso no es lo que hace todo padre con sus hijos? Si el mundo se fuera acabar dentro de tres días, pongamos el caso que sea por un asteroide con potencial para la extinción, ¿se lo harías saber a tus hijos más pequeños o no les dirías nada y tratarías que fuesen sus días más felices? Estoy seguro que la segunda propuesta sería la más común. Siendo así… ¿los que tienen la inteligencia, los medios y los conocimientos que todo va mal no se habrían de comportar como tales padres? La mayoría de las personas optarían por no ser tratados de manera paternalista, pero indiferentemente a esta cuestión, no se les hace caso, pues grandes pensadores han hablado de los peligros del cambio climático, la superpoblación, el sobreconsumo o el peligro de la inteligencia artificial, y la humanidad parece impasible ante tales avisos. No hay grandes cambios. Pequeñas iniciativas no hacen grandes cambios…
Me aburro a mí mismo…, pero quiero tocar un último tema. No estoy de acuerdo con los alegatos de que “nacer en Italia no te hace italiano, o creer en el budismo ser budista”, primero por su simple lógica, pues A no puede ser a la vez no-A. Entiendo que quieren decir que si yo, por ejemplo, hubiera nacido en Ecuador, ya no sería español, pero en ese caso sería ecuatoriano. Si lo social tiene sobre un 40% de determinante, no es biológico, pero sigue siendo un determinante. El problema del “nosotros y ellos” nunca se resolverá, pues forma parte de nuestra estructura cerebral. El propio documental nos muestra esa realidad, en el fragmento de los insultos personales que están naciendo en las redes sociales, y por ello a partir de la globalización. Antes cada país podía tener sus minorías, pero ahora estas se han exponenciado, porque toda otra nueva identidad, que se está creando en las redes, se suman a las ya existentes, sin que muera ninguna de ellas, con lo que ahora al haber más posibles “nosotros”, igualmente hay más posibles “ellos”. Internet se ha vuelto un nuevo lugar de odios, donde lapidamos con insultos y vejaciones con total impunidad y carencia de moralidad, a cualquier persona que nos sea de un “nosotros”, de nuestra identidad.
Hasta ahora he escrito porque “alimentaba” la estructura cerebral de la autoeficacia, pero me doy cuenta que por un lado es individualista, y que por otro es otra forma de autoengaño. Creía ser útil a la sociedad, y es falso si en el fondo pienso que todo seguirá su curso . Al asignarle tales etiquetas (egotista, autoengaño, inutilidad), realmente la autoeficacia ya no opera, ya no hace su función de crearme estabilidad o satisfacción personal.
Pienso que a nivel global tenemos la inteligencia similar a un termostato. ¿Qué todo nos va bien, que cada día nos hemos alimentado y suplido todas las necesidades básicas…?, pues no hay que hacer nada. No se activa ningún interruptor, no se produce ningún cambio en el termostato. En España nos dan el dato, en los medios de comunicación, de que una de cada cuatro personas viven en la precariedad…, que cada vez las colas son más largas en la entrega de alimentos a los necesitados, pero el otro tercio de la población sigue a su vida, sigue sin activar nada en sus “mecanismos” internos. De nuevo surge un "nosotros", a los que le va bien, y un "ellos", a los que le van mal, y como siempre los primeros se desentienden de los segundos. Operamos bajo la simple lógica de los termostatos, y como tal aparato, el sistema no tratará de hacer ningún cambio hasta que las cifra sean a la inversa; a la lógica rayana de que hasta que no afecte a más de la mayoría de la población, cuando llegue a un tercio la necesidad social, no se moverá ninguna “rueca” dentro del sistema. Se cumple así la premisa del “mandato Malthusiano” propuesto en el documental, que solamente consiste en no hacer nada y dejar que el sistema siga su curso.
La sociedad actual se mide por los datos, lo medible. Y como ya dijo la película “american Psycho”, “por dentro no importa”. No nos sentimos realmente satisfechos, vamos hacia la muerte de lo espiritual, de lo humano, de aquello que no es definible por los datos. Pues tal dimensión sólo es una herida invisible, que el sistema que hemos creado no “ve”, ni detecta.
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