La Máquina Autorreferencial



Piensa en la cara de la luna, es un gran recordatorio de que está en nuestra naturaleza ver lo que queremos ver.❞ Around the sun
La creencia en lo irreal puede reconfortar a la mente humana, pero también la debilita.❞ Raised by wolves
Los seres reales se sacrifican al ser abstracto: y el holocausto del pueblo en detalle se ofrece a las masas populares.❞ Benjamin Constant
¿Cómo sabemos cuándo algo es amenazante?, ¿qué nos indica que algo no es inocente?, el instinto siempre triunfa sobre la razón.❞ Ian Reid
Toda civilización es primero acto de bárbaros. La calificación se invierte: cuando el bárbaro ha alcanzado el éxito, pasa a ser el civilizado que trata de bárbaro a quien ha sido vencido.❞ Onfray



Ahora, a estas alturas de mi vida, entiendo a Lovecraft o Kafka, en sus propósitos de metamorfosear la realidad hasta volverla irreconocible.

Pensar en la elasticidad de la piel: ¿no es kafkiana o lovercraftiana? Está pensada tanto para adaptarse a un brazo musculado como a un brazo obeso. Nunca verás a una tortuga “barriguda”, su estructura le inhibe tal cuestión. Sin embargo, desde una edad, tan primitiva como nuestra existencia en el mar, el esqueleto se adaptó para poder “echar tripa”, para no tener costillas de arriba abajo en el torso, como para impedir que el estómago creciese. Así que la evolución “pensó”: «¡bueno!, esa es una buena zona candidata para acumular grasa, sin huesos que retengan una buena reserva.» Es una analogía para hacer ver que el cerebro ha pasado por el mismo proceso. La evolución siempre construye o modifica a partir de lo dado. Input y output a partir de los sentidos… «¡construyamos a partir de ahí…, a ver como se nos da la cuestión!». ¿Cuándo se intercaló o coló en tales procesos un agente? Lo proyectamos sobre casi todos los animales, pero la ciencia dice que es una antropomorfización, que muchos animales básicos no tienen tal agente, que se parecen más a un frigorífico: abres la puerta, y la liberación de un interruptor hace que se encienda la luz… Sólo estoy divagando (¿filosofando?), no pretendo llegar a nada.

Aunque sí viene a cuento. Este no es un escrito al uso, sólo quiero compartir un escrito y poner los enlaces a los conceptos que usa. Habla sobre el “sistema de auto-memoria” (SMS, por su siglas en inglés, no tiene entrada, está dentro de la de “psicología del yo“). Al leerlo, sobre todo los primeros capítulos, me quedé sorprendido sobre todo lo que parece saber la ciencia de todos estos procesos. Esto dice la Wikipedia: “La memoria y el yo están interconectados entre sí y combinados, y pueden definirse como el “sistema de auto-memoria” (SMS). El yo se ve como una combinación de recuerdos e imágenes de sí mismo (yo activo). Conway propone que la memoria a largo plazo y el yo funcional de una persona dependen el uno del otro. Nuestro conocimiento previo de nuestro yo pone restricciones sobre lo que es nuestro yo activo, y el yo activo modifica el acceso a nuestra memoria a largo plazo, así como en qué consiste.” Se me antojó que tal teoría trata de proponer cómo opera el agente que somos, ese que es tal cómo nos percibimos durante cada segundo de nuestra vida. A la vez, y en mi lenguaje, deviene a cómo la identidad narrativa se construye a cada segundo. Un inciso. El concepto de identidad narrativa tiene una definición muy concreta, pero tal concepto yo lo estoy expandiendo para definir un tipo de ser humano. Viene de antiguo en mi pensamiento, pues antes llamaba a tal capacidad “narrabilidad“. Tal mecanismo está ahí para todos, venimos de serie con él, pero el caso es cómo para unos tal mecanismo no es el central o les define como ser, mientras que para otros sí lo es. De esta manera yo divido a los seres humanos entre estas dos tipologías, si bien hay que tener en cuenta que no es una cuestión de blanco o negro, todo o nada. La primera tipología, los “creyentes” en tal estructura, los he llamado con tal concepto: identidad narrativa, mientras que los que dejan de creer, sus “ateos”, son los realistas depresivos. Estos tienen más abiertas las puertas sensoriales, y se vuelven escépticos, en esa medida dudan de esta estructura. No puedo caer en que una tipología sea la auténtica, frente a la contraria, que no lo es, pues ahí se cae en el mundo de los valores, y un realista depresivo no ha de dar fe a los valores. Estos son una construcción humana. En ciencias hablan del “verdadero y el falso yo“, análogo a la autenticidad, pero igualmente se entra en el mundo de los valores. En lo prescriptivo. Yo trato de ser descriptivo, científico o lógico. En ese caso, en algunos escritos remito al origen del lenguaje, y bajo ese aspecto —y en aquellos inicios— lo indexal, las indicaciones en gestos y gesticulaciones, se basaban en el lenguaje honesto. Así, si se mostraba miedo en el rostro eso quería decir: “¡presta atención, haya algún peligro!”. Miles de miles de años después, ahora, los gestos o gesticulaciones pueden usarse para mentir u ocultar, luego dejó de ser un lenguaje honesto y fiable para saber de los otros. ¿Qué se ha colado por medio?, que la persona que tienes delante tiene dos “realidades”, 1. la que te muestra y 2. la que es por dentro. La exterior es “esa” que se preocupa por su imagen ante los otros. En esta medida lleva al prestigio, en dos direcciones: 1. un buen prestigio te posiciona en lo alto de la jerarquía y 2. un prestigio dañado es proclive a ser rechazado por todos, a quedarse aislado. ¿Cómo en ese proceso no va a ser importante un “agente” que “cuide” su imagen ante los otros? Ahí es donde encaja la teoría que traigo en este escrito: el sistema de auto-memoria. Cuando leáis el escrito lo entenderéis mejor, pero hay que tener en cuenta que Conway no lo trata bajo el aspecto que yo estoy mostrando aquí, luego hay que leer entrelíneas.

Dos conceptos claves de ese sistema son la coherencia y la correspondencia. Resumo los conceptos, aunque la cuestión es compleja. Ambos se parecen, pero se diferencian a nivel epistemológico. En este caso el autor del artículo se ha tenido que documentar en cómo concibe la filosofía a la verdad, y esta con respecto a la coherencia. Un concepto mental, una teoría sobre el mundo, tiene que partir de los hechos del mundo, atenerse a ellos, corresponder. Mientras que la coherencia, aquí, tiene que ver con la forma que una proposición se presenta. En este caso coherencia “funciona” como contenida con una estructura lógica. Un argumento como: “tenía cinco naranjas me has quitado tres, me quedan cuatro”, no es lógica y por ello no es coherente. En estos casos vemos que correspondencia es una relación con el mundo, mientras que coherencia es una relación, o estructura, sobre la verdad implícita en un argumento. Más fácil: una persona nos puede “pillar en una mentira” por dos medios, 1. porque lo que dices no se corresponde con algo externo: “tengo un Porche”, cuando tienes un Renault, o 2. te puede pillar porque has caído en una contradicción u otros tipos de errores argumentales. Se dice que “antes se pilla a un cojo que a un mentiroso” (que a estas alturas no sé si es políticamente correcto hacer uso de este dicho). La identidad narrativa con la que se “construye” uno, implica “saber llevar las cuentas”, ser coherente con lo que se ha dicho recientemente y con tal persona, y si se corresponden con los hechos. Da igual que con otra persona se pueda perder algo de coherencia, siempre y cuando estas dos no se conozcan o se comuniquen. E incluso da igual que lo dicho corresponda o no con algo de un pasado muy remoto, pues cuando queda en el pasado ya no es posible buscar la correspondencia con los hechos; suele quedar en manos de las palabras, de la coherencia. Así Conway, en el escrito, nos dice: “la memoria reciente está sesgada hacia la correspondencia a expensas de la coherencia, mientras que lo contrario es el caso de la memoria a largo plazo, que está sesgada hacia cuestiones de coherencia sobre la correspondencia.” ¿Qué quiere decir? El prestigio depende de mantener un yo o identidad coherente a lo largo del tiempo, puesto que como hemos dicho no se puede revisar los hechos del pasado, luego al “sistema de auto-memoria” sólo le interesa “tejer” la realidad bajo la regla que ha deducido Conway: correspondiente para el presente, y por ello para la memoria de trabajo, y coherente con el pasado, con lo que al “guardar” la información se “moldea” para que encaje con nuestra propia percepción. ¿Veis por donde viene la analogía con la piel?, el cerebro evoluciona a partir de sus “fallos” estructurales. Así Conway nos dice: “desde una perspectiva evolutiva sería poco probable que sobreviviera un sistema de memoria que no mantuviera un registro preciso del proceso de ejecución y los efectos del procesamiento de objetivos”. En ese proceder entran en juegos los mecanismos de defensa y los sesgos cognitivos y de la memoria, para hacer que la construcción de tal identidad sea lo más “pulcra”, íntegra y coherente con tal “construcción”. Bajo lo dicho sólo encaja que haya dos modos de operar con la memoria, como así lo dice Conway, casi al final del escrito. La memoria episódica es un “cajón desastre” sin orden ni “propósito”, mientras que la autobiográfica es la que “cuidamos” para que todo tenga un sentido y una dirección, con la meta de mantener nuestra imagen ante nosotros mismos y el resto de las personas. Todo esto nos lo hace ver Conway a través de estudios sobre personas con problemas con la memoria, y analizando distintas culturas. Se deduce así, que la mentalidad de una cultura repercute en cómo trabaja y funciona el cerebro.

~ Somos seres autorreferenciales ~

No tengo mucho más que decir, el resto se deduce del escrito y al leer los enlaces abajo puestos. Si acaso retomar los conceptos de identidad narrativa y del realista depresivo. No es que al segundo no le preocupe desdecirse o no ser coherente, pero no es su meta en el mundo y en la vida. Su base es la duda, el escepticismo, y sabe que tal tipo de estructura es falaz e insostenible…, ¡a parte de lo que cuesta —tiempo y esfuerzo— mantenerla! Como mejor se entiende es al ver alguien como Jordan Peterson frente a Zizek o Noam Chomsky, donde sale que la identidad narrativa es más propia de las derechas que de las izquierdas (otro caso es “el coletas”: Pablo Iglesias). Una persona como Jordan Peterson cuida al detalle su imagen y prestigio, su identidad narrativa. Él mismo ha confesado en un vídeo que le da “terror” meter la pata al hacer o decir algo, que hiciera perder —en un segundo, en un solo acto— su actual posición. Esto nos remite a mi escrito de las dos amígdalas, y los conceptos de la idealización y la devaluación. La identidad narrativa “pretende” mantenerse idealizada, el realista depresivo, como mucho, pretende que no le devalúen. En definitiva: busca que le miren por como es, no como quiere ser. El mensaje de Jordan Peterson, y de todo personaje que se base en ayudar a que sus seguidores se “superen”, es en hacer ver que uno mismo se tiene que construir, superarse, crecer. La mentalidad anglosajona es la voluntad para construirse, que es la que impera en Estados Unidos (se me ocurre, como ejemplo, el marido realista depresivo que era Lester Burnham -Kevin Spacey-, en la película “American beauty“, frente a su mujer que era una buena representación de lo que es una identidad narrativa). Para los realistas depresivos esa estrategia construye una máscara, porque tales personas crean dos realidades en el mundo: su exterior y su interior. Repito: el realista depresivo aún tiene un interior que ocultar o no dejar salir, pero no centra su vida en la construcción externa, sino en trabajar desde sus profundidades, desde el sótano. Puede que la metáfora correcta sea algo así como trabajar en una vivienda y centrarse en su estructura más que en la fachada, frente a la identidad narrativa, que es lo contrario. No en vano el realista depresivo, que sin duda era Dostoyevski, escribió “memorias del subsuelo”, un libro que “odia” Jordan Peterson o Stephen R. C. Hicks, pues retrata a la perfección todo lo que hay que evitar, según sus baremos y el de las derechas. En ese mismo lugar están por lo tanto Cioran, Bukowski o Pessoa, por nombrar sólo a tres de los más representativos. En definitiva: el dolor, lo negativo y el submundo es igualmente parte del ser humano. El realista depresivo lo acepta, la identidad narrativa la niega. En lo profundo del subsuelo uno comprende que no hay que hablar con el oso, pues sencillamente uno mismo es el oso (tal metáfora se entiende al ver “The new mutants“), como bien nos lo hace ver Herman Hesse al hablar, en este caso, de su lobo interior.



Abajo dejo algunos de los conceptos de cómo y porqué mantenemos la coherencia, que es igual a decir que mantenemos una identidad social. Los dos primeros explican los dos modos de verdad epistemológica o conocer. Falacia son errores en los argumentos, los más comunes son los informales. Se me olvidó comentar en el escrito que Conway nos dice que “violaciones extremas de coherencia cuando los recuerdos socavan o contradicen partes importantes de uno mismo, solamente suelen estar presentes en las enfermedades psicológicas o después de daños cerebrales”. En la película “The day shall come” hay un ejemplo claro en su protagonista, cuando dice “lamento la pérdida de su jeque Osama, aunque ustedes saben que en realidad nunca existió, fue una invención de la paranoia europea, razón por la cual él aún vive”. Toda persona suele caer en incoherencias, pero no tan cercanas como que estén en una misma frase, que es más propio de la esquizofrenia, y dentro del descarrilamiento o trastorno del pensamiento. Por otro lado, un psicótico, por ejemplo, cae más en la falta de correspondencia. Pero yo matizaría estas afirmaciones diciendo que las personas con un alto grado de tratar de mantener la integridad de su identidad, más propia de la identidad narrativa, cae igualmente en la falta de coherencia. Sale así una gradación de: trastorno mental <-> persona media <-> persona preocupada por su prestigio o pública, en donde los extremos caen más en los errores de coherencia. De nuevo Aristóteles “vence” con su concepto de la media dorada, de que la “verdad” (adecuado) está en medio de dos extremos.

Hay mucha redundancia en conceptos parejos o cercanos sobre el auto-conocimiento. Pienso que cada autor, a veces sin tener en cuenta que existan otros y matizarlos, crea sus propias hipótesis, y sólo el tiempo va dejando o validando uno de ellos.

(Aclaraciones sobre la traducción del artículo: era en automático y lo he revisado, pero había ciertos conceptos que el traductor no lo hacía correctamente, porque no tienen un equivalente en español. Es es el caso de “working self”, lo traduce unas veces como “yo trabajador” o “yo trabajando”, en un primer momento pensé que era un equivalente de la memoria de trabajo, y lo cambié a yo de trabajo, pero se perdía la parte activa o de acción del sufijo -ing, con lo que al final he optado por “trabajo sobre el yo”, pues al poner “trabajando el yo” resultaba ambiguo y no encajaba en la mayoría de las frases, que solían empezar con un artículo (el, la). Por el que optado era el menos disonante. Por todo lo dicho he vuelto a subir el escrito con esta y otras correcciones. Que cada cual busque la traducción que le parezca más correcta, quizás no habría que traducirla. No tiene una entrada en la Wikipedia, pero es mencionada en una sección de la memoria autobiográfica, pues como quien dice es el agente que “teje” tal memoria, que es a la que llamamos identidad, y por ello es la narrativa.)

Ejemplo de cómo traduce Google tal concepto dependiendo del contexto de cada frase:

El yo que trabaja, a menudo denominado simplemente el “yo”, es un conjunto de objetivos personales activos o auto-imágenes organizadas en jerarquías de objetivos. Estas metas personales y la imagen de sí mismo trabajan juntas para modificar la cognición y el comportamiento resultante para que un individuo pueda operar de manera efectiva en el mundo. El yo de trabajo es similar a la memoria de trabajo : actúa como un proceso de control central, controlando el acceso a la base de conocimiento autobiográfico. El yo que trabaja manipula las señales utilizadas para activar la estructura de conocimiento de la base de conocimiento autobiográfico y de esta manera puede controlar tanto la codificación como la recuperación de recuerdos autobiográficos específicos. La relación entre el yo trabajador y la base de conocimientos autobiográficos es recíproca. Mientras que el yo que trabaja puede controlar la accesibilidad del conocimiento autobiográfico, la base del conocimiento autobiográfico limita las metas y las auto-imágenes del yo que trabaja dentro de quién es el individuo en realidad y qué puede hacer.


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Offtopic:
Me ha llevado mucho tiempo traducir, revisar y volver a dar formato al artículo, donde incluso he traducido alguno de los gráficos que tiene incorporados —no deja de ser un mini-libro—, con lo que dejo para esta noche o mañana poner los enlaces correspondientes.
Dos películas de interés: 1. “Around the sun“, sólo diálogo, casi sin trama…, la protagonista nos habla de la cuestión sobre que alguien de repente deje de importarnos, de esa caída de la idealización. 2. “Estoy pensando en dejarlo“, de Charlie Kaufman (su análisis da para un escrito), el genial escritor, guionista de películas como “Adaptation, el ladrón de orquídeas”, “Cómo ser John Malkovich” y “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”. Se basa en una novela, la he bajado en inglés, pero la película parece bastante fiel a la novela y no creo que la traduzca.
Series: 1. “Raised by Wolves“, futurista, extraña, ¿lucha entre ateos y creyentes? 2. “The Vow“, serie documental sobre una secta: una de las consecuencias de la mentalidad actual, en la que fácilmente “cae” la identidad narrativa, donde se concluye que si no te construyes tú mismo te construirán los demás bajo sus “reglas” y métodos.

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