Señalar y Suponer - La Desintegración de la Comunicación-
El concepto mismo de la verdad objetiva se está desvaneciendo del mundo.” George Orwell
“Por lo tanto, la significación es anterior a la suposición. Tampoco pertenecen a la misma cosa. Porque significar pertenece a un enunciado, pero suponer ya pertenece a un término, por así decirlo, ya elaborado a partir de un enunciado y un significado.” Pedro de España
“La suposición simple ocurre cuando un término supone una intención del alma, pero no se toma de manera significativa.” Ockham
“Describir el universo únicamente mediante palabras sería como describir una sinfonía de Beethoven como una variación en la presión de una onda auditiva.” Einstein
“Es fácil engañar a la gente cuando ya se está engañando a sí misma.” Spider-Man: Far from Home
“Ninguna idea es simple cuando necesitas plantarla en la mente de otra persona.” Inception
“Por lo tanto, la significación es anterior a la suposición. Tampoco pertenecen a la misma cosa. Porque significar pertenece a un enunciado, pero suponer ya pertenece a un término, por así decirlo, ya elaborado a partir de un enunciado y un significado.” Pedro de España
“La suposición simple ocurre cuando un término supone una intención del alma, pero no se toma de manera significativa.” Ockham
“Describir el universo únicamente mediante palabras sería como describir una sinfonía de Beethoven como una variación en la presión de una onda auditiva.” Einstein
“Es fácil engañar a la gente cuando ya se está engañando a sí misma.” Spider-Man: Far from Home
“Ninguna idea es simple cuando necesitas plantarla en la mente de otra persona.” Inception
Este escrito lo voy a conducir sin manos, a ver dónde me lleva.
Ayer al ampliar mi gráfica de la condición y el cerebro humano añadí el concepto “creer” en la parte de la razón, del mentalés, de las propiedades del prefrontal y más concretamente el hemisferio izquierdo. Lo añadí a Twitter y quise explicar que creer en esa zona es distinto a fe, mientras que en el lenguaje común creencia y fe son sinónimas. Para hacer ver la distinción, mi cerebro (en background) buscó un sinónimo y puse que es más bien parecido a suponer. A la vez había leído un artículo sobre señalar con el dedo en animales. Puse un pequeño añadido en el escrito anterior sobre el concepto señalar, pues era muy significante lo que había tras él. Amplié información de ambos conceptos. Esto es lo que desarrollado de mis lecturas (y/o se ha unido en mi cerebro por sí solo).
Detalle de la gráfica. La distribución normalizada agrupa a los humanos en lo emocional/social.
Significado proviene de signo y este de señal, pero que si recurrimos al proceso evolutivo proviene de señalar algo con un dedo. Llevándolo más lejos, la palabra “sentido”, sinónima de significado, igualmente ha de provenir de señalar. Cuando un cerebro (persona) señala algo, no hay duda qué quiere señalar y qué intención tiene al señalar el objeto. Por ejemplo, si un humano de la prehistoria viese una serpiente sobre una rama y un compañero estuviese cerca, haría un sonido gutural de peligro y señalaría a la serpiente. El significado -cargado con una intención significativa- en su cerebro profundo es unívoco, e igualmente lo sería para su compañero en cuanto girase su cabeza para mirar a qué señalaba su amigo. Detengámonos en el cerebro del receptor del mensaje. En un primer proceso, o en el cerebro profundo, se crearán las “órdenes” o disposiciones para girar la cabeza lo más adecuadamente posible en la dirección a lo que el dedo señala, pero los procesos en el cerebro son lo suficientemente rápidos para que lleguen al prefrontal y este trate de “buscar” su propio “significado”. O sea, el prefrontal crea suposiciones de lo que esté tratando de comunicar la otra persona.
Así vemos tres posiciones de tal acto. 1. la claridad prístina del locutor (emisor del mensaje) que es el cerebro profundo del que ve la serpiente cerca del rostro de su amigo. 2. la necesidad de comunicar ese hecho con un medio: sonido gutural y señalización con el dedo. 3. el receptor trata de decodificar el mensaje, que en un primer momento se divide en dos subprocesos: 3a. hay algún peligro en una dirección concreta -esto lo capta su cerebro profundo-, 3b. el prefrontal trata de avanzar el proceso conjeturando, suponiendo, 3b1. qué señala y 3b2. cuál es la dirección exacta de la señalización. En el lenguaje moderno el punto 1 es el referente en Peirce, significante en Lacan, significado en Saussure (perro como animal real), el punto 2 es el signo o significante en Saussure (la palabra perro). El humano en el punto 3 conoce los signos, pero en un primer momento no sabe el significado/significante “real”, si bien su cerebro profundo “sabe” por el uso de los signos que hay un peligro en cierta dirección. En ese sentido los dos cerebros profundos se han comprendido por la claridad unívoca del lenguaje de los signos, provenientes de la carga intencional y reductora de los signos. Lo unívoco es la emoción, que en definitiva son las que son universales, como el miedo. El sonido gutural anuncia un peligro, le “dice” al receptor: “ten miedo”; mientras que el dedo que señala no es emocional y sólo un signo ambiguo (pues en otro caso anunciará un fruto en un árbol). En cuanto el receptor ve la serpiente, su cerebro “comprende” a qué tiene que temer, y “entiende” en qué dirección señalaba. Lo que trato de hacer ver, de fondo, es que señalar, y por ello después cualquier signo, como lo es una palabra, no suelen ser unívocas, excepto -quizás- por el cerebro profundo del emisor, y en donde es necesario el aprendizaje. Así si escribo “apropiado”, sin un contexto, y al igual que ocurre con señalar, sólo es un signo ambiguo, pues puede querer decir o ser sinónimo de: 1. adecuado, o 2. objeto con el que uno se hace y que no era suyo. El cerebro profundo tiene que “leer”, así, el contexto, el signo o la señalización, ignorando o rechazando, lo no adecuado dentro de cada situación. En este proceso no siempre “funciona” como decodificador la cognición implícita, puesto que todos los cerebros son distintos y tienen su propio “lenguaje”, y en ese caso es necesario usar las capacidades analíticas del prefrontal, cuyo pre-requisito o esencia es la duda y la suposición. Fijarse que incluso si dijera: "lo que has dicho no es apropiado", sigue siendo ambiguo, puesto que he querido decir: "lo que has dicho es muy original", propio, no apropiado. Casi todo el proceso de decodificación lo hace la cognición implícita, y bajo mi punto de vista si el papel del prefrontal es necesario, es que se ha producido una "interferencia" (ruido), una situación donde el hilo de la información se pierde. Igualmente sostengo que toda xenofobia u sensación de otredad vienen dadas por una constante interferencia -falta de comprensión, haciendo llamada al entendimiento- que un otro nos produce a nivel del cerebro profundo. Esto se entiende mejor teniendo en cuenta que, bajo mi punto de vista, todo mensaje tiene una identidad interna, en tanto que información de una realidad, que se trata de "comunicar" -o crear una reacción- con la cognición implícita del receptor; en busca de analizar o crear una comunión a nivel profundo (conectar, se dice ahora, "bailar" al mismo ritmo la misma canción de vida), de que tanto receptor como emisor hablan un mismo "lenguaje" y por ello son de la misma identidad. Cultura, así y en esta metáfora y simplificación, es la "canción" que un país "baila" a un mismo ritmo sincronizado. Bajo estos supuestos casi toda comunicación trata de crear una conexión a modo de un "tu y yo" (o su plural) donde tal dualidad implica una identidad, y donde ya sea de forma implícita o explícita habrá un él o ellos, fuera de dicha realidad e identidad, a modo de referencia o negación de lo que no es un nosotros o como pertenecientes a dicha identidad. Teniendo en cuenta todo lo dicho, y puesto que somos seres sociales, se entenderá que toda comunicación se trate de hacer con un lenguaje lo más común y coloquial posible, para de esa forma crear sentido grupal o de pertenencia al grupo. Lo viral, tendencias, influencias, convenciones y los memes "funcionan" por dichas premisas. En definitiva, tratamos de nadar al compás del banco de peces al que pertenecemos o queremos pertenecer. (Que cada uno, a modo de ejercicio cognitivo, analice el feminismo -o cualquier otro movimiento o ideología- bajo estas premisas: el feminismo crea -a modo de incentivo perverso- un "ellos" que son los hombres. Toda creación de una identidad implica unos referentes u otredad, y toda identidad implica una definición..., que a la vez puede implicar una ideología que aplique un ajuste y "uso correcto" apropiado de dicho concepto de identidad. Si no es de manera explícita y programada, sí lo será de forma implícita, inconsciente y simbólica a nivel del cerebro profundo. Esto se entiende si se tiene en cuenta que no todo humano occidental se siente parte del etnocentrismo, pero tal concepto existe y es aplicable a todo occidental por parte de un no-occidental, en donde tal identidad se referencia por la partícula de negación de tal concepto.)Esto se nos dice en el artículo sobre el campo deíctico -posición en el mundo del locutor: el yo- en la Wikipedia:
Vemos por lo dicho arriba que el nacimiento del lenguaje tenía una triple carga, con un “peso” distinto de cada uno de sus componentes, pero a la vez vemos que nació bajo el signo de ser conciso y claro, en situaciones que requerían comunicar hechos que para todos eran comunes, a partir de emociones que todos sentían y compartían, como el miedo, la alegría, la ira, etc. No sé si primero fue el sonido gutural o si primero fue la expresión de miedo. Hay pocos rostros tan plásticos como lo es el del ser humano, tan dúctiles y multifacéticos a la hora de expresar. En un ciervo no parece haber signos de “ira” cuando lucha contra otro macho, presuponemos una emoción similar por sus acciones. Bajo esta apreciación es de suponer que primero fue lo gutural, y que la expresión vino más tarde, cuando perdiésemos el vello facial, como para tener una mayor claridad y posibilidades de gesticular. O sea, que es posible que el rostro de miedo fuera un signo más rápido de comunicar que el sonido gutural, y en donde tenía la ventaja de no delatar la posición a un depredador, y la evolución tendió en esa dirección más ventajosa y rápida. La tripe carga es: 1. la intención del cerebro profundo, que su peso se volvió liviano cuando tales signos se expresaban en el rostro (con el miedo, por ejemplo). 2. un signo ambiguo, como es señalar -puede ser complejo saber qué señala un dedo desde una perspectiva distinta del señalador-, 3. un significante: lo que el dedo señala, que sólo sabe qué señala el que hace uso de tal signo. Tememos así que el significante se divide en dos significados: 1. una posible carga emocional/intencional universal: miedo y 2. qué es en concreto lo que produce dicha emoción. Emerge así un doble problema en el lenguaje, en la comunicación: 1. que emisor y receptor tienen que tener el mismo lenguaje intencional/emocional, y 2a. que el receptor tiene que decodificar la intención del receptor, y 2b que tiene que decodificar los signos. Como todo humano es a la vez emisor y receptor en distintos tiempos, el punto 2 es igualmente un problema que se da en el propio cerebro del emisor, mientras que el punto 1 puede serlo o no serlo. Este último punto se entiende mejor en un ejemplo: un niño puede ver una culebra y poner el rostro de miedo, pero un adulto no comparte esta intención/emoción pues sabe que es inofensiva: no se manifiesta en su rostro el miedo, pues su cerebro profundo ya sabe distinguir entre una culebra y una serpiente.
Vemos que la cuestión se va complicando, que el aprendizaje repercute en el cerebro profundo. Hay que recordar que el primer modo de aprendizaje -y el más antiguo- es el motriz, la memoria implícita. Esto implica a la vez el proceso relatado en el párrafo anterior de no asustarse ante una culebra, que en definitiva es memoria motriz: no retroceder, no soltar cortisol, no mostrar rostro de miedo. También hay que traer a colación aquí cómo se construye un miedo. Es de abajo hacia arriba, desde las capas profundas del cerebro a la corteza cerebral, como así lo es la corteza prefrontal. En la prehistoria y durante la evolución y por ello en la actualidad construimos emociones de arriba hacia abajo. Una persona con aracnofobia el sólo nombre de araña, sin ninguna imagen, ya le crea la emoción de miedo (de arriba, hacia abajo). Para cualquier persona tal tipo de “construcción” -de fobia- es “errónea”, y si al parecer lo tenemos tan claro… ¿por qué la evolución nos llevó a este estado actual con tantos “errores”?, y abriendo nuevos frentes argumentativos y volviendo al tema de la herencia dual humana (social y evolutiva), tal proceso… ¿fue evolutivo o social?, y si es social: ¿proviene del estado primitivo o es una condición nueva -moderna-?
Uno de mis paradigmas es que no existe libertad, que sólo existe complejidad. El humano primitivo “construyó” las expresiones emocionales universales y no eran ambiguas o interpretables, pero tales emociones hoy en día sólo son unos ingredientes -especias- que se han añadido dentro de una comida con multitud de ingredientes. Cada humano prepara dicha comida bajo sus gustos y criterios, con sus propios trucos o secretos, que un otro tiene que tratar de adivinar o suponer bajo los conocimientos que tenga sobre los ingredientes que pueda haber usado. En mis escritos se pueden deducir ira, miedo, frustración, etc., pero quizás sea sólo que cada cual me esté midiendo bajo sus propias iras, miedos y frustraciones. La totalidad que soy -como cualquier otra individualidad- es irreductible. “He hecho” el “plato” que soy por la suma de ingredientes que me componen que ya no hay que “saborearlo” por sus partes, sino por su todo. El pisto, una comida de origen extremeño, son casi exclusivamente tres ingredientes: cebolla, tomate y pimientos -más aceite y sal-, pero la “reacción química” de lo que es el pisto se debe en qué momento se echa cada ingrediente a la sartén: cambia los tiempos y no se crearán las reacciones adecuadas para que sea “pisto pisto” (ideal, su esencia). Todo humano, y siguiendo la misma analogía, es unos componentes “cocinados” o echados en la sartén a distintos tiempos: 1. heredado genéticamente, 2. los años claves de la infancia, que crean improntas (primera experiencia buena o traumática sobre cualquier cosa), 3. la adolescencia y la juventud que terminan de romper el cordón umbilical -de la identidad- con los ancestros y 4. el largo proceso de “madurar” una identidad propia. Si en la infancia no se tienen traumas, los daños en la adultez no suelen crear traumas; si hubiera traumas previos, estos se agrandan o se pronuncian más. O sea, no es lo mismo curar una herida, que curar una herida donde ya hubiera tejido cicatricial. Igualmente no es lo mismo un trauma en un cerebro con un tipo de genética que otro distinto con ciertas predisposiciones como para que tal trauma se quede más prefijado. Un niño -tipología 1-que nace con cierta genética que le predispone a ser más sensible al daño, y que tiene traumas en la niñez y que en su madurez sigue en tipo de vida negativo, no puede ser analizado por una persona -tipología 2- con una buena genética, sin traumas y una vida muy resuelta. Las dos personas tienen un “sabor distinto”, raramente se podrán comunicar, comprender o entender. Por lo general las personas adineradas tienen las ventajas de la segunda posición, mientras que los menos pudientes tienen más predisposiciones para tener uno, varios o todos los factores del primer tipo. Bajo esta rúbrica la primera tipología es de un “perdedor” para los de las segunda tipología. ¿Es justo este análisis?, ¿es justo que exista esa distancia que se ha ido pronunciando a lo largo de la historia? Suena a darwinismo social, ya sé los dilemas y problemas de sostener tal idea reduccionista, pero si es “aplicable” tal visión, algo tiene que haber tras ello.
Vuelvo arriba, a tratar de seguir el rastro de la comunicación.
Pongamos el caso que un niño quiere algo que está viendo, y de repente la madre le cambia de lugar y le queda oculto. El niño en ese caso trata de señalar esa cosa que está detrás de otra. La madre mira lo que señala el niño y no comprende por qué señala una mochila puesta sobre la mesa, pues la intención/emoción del niño es que en realidad quiere un dulce, que ahora ha quedado oculto por la mochila. En ese caso el significado -a lo que señala el niño- ha quedado ofuscado, ocultado para el receptor. Se deduce así que un segundo proceso evolutivo fue el tratar de hallar lo oculto tras lo comunicado. La desambiguación del significado de los signos. Si volvemos al ejemplo de la madre y el niño, la cuidadora no sabe el significado del signo, y puesto que si señala a la mochila y se la ofrece al niño este se enfada o refunfuña, la madre se da cuenta que esa no es la intención del niño al señalar. A esto se llama leer la mente de los otros o teoría de la mente, el tratar de desambiguar la intención del otro a través de una situación, y unos medios que son del todo claros. Señalar, así y a la vez, se divide en indicativo, cuando indica algo claro, como una serpiente en un arbusto, y declarativo o enunciativo en tanto que implica no tratar de leer lo que indica el dedo, la mochila en el caso del niño, sino tratando de leer la mente de lo que el niño (“de lo que el…”, tan complejo de significantes y tan vacío de significado) quiere decir. En definitiva, de tratar de leer su intención/emoción. De paso vemos que al final las emociones básicas no cubrían todas las necesidades y complejidades que se pueden dar en un cerebro y en lo social, y estas se empezaron a volver más complejas. Bajo mi punto de vista la cara, y el propio cuerpo, sigue comunicando toda esa complejidad. Muchas conversaciones, sin ver un rostro haciendo sus propias “connotaciones” (atención que el prefijo nos hace ver que son notas al lado de notas), son más robóticas, frías y carentes de significados. Esta “distancia” y diferencia es algo que tienen que solucionar los creadores de una inteligencia artificial . Vuelvo a uno de mis referentes: los autistas ni saben reproducir tales gestos sutiles, ni saben “leerlos” en las personas (la película “El turista accidental” muestra una familia disfuncional que no se comunica con las emociones, es un buen referente de lo que quiero decir en este párrafo). El “encanto” de una persona, entre otras posibles causas, es el tener una gran cantidad de sutiles y finos micro-gestos que acompañen a sus charlas, y que sean únicos y no estereotipados (memes gestuales en lo social, como el renqueo de cabeza a modo de negación, pero llevado a cabo por el cuello y manteniendo inmóvil la propia cabeza, propio del hip-hop).
Si ya hemos entendido qué es indicativo y declarativo, ahora pongámosle el prefijo “proto-” a los dos términos/conceptos. Entiendo que se pueda decir protodeclarativo, pero no sé si tengo tan claro que se pueda decir proto-indicativo. Toda indicación simple implica al cerebro profundo sin ambigüedades. Quizás se pueda aplicar a los estudios del psicoanálisis, pues las fobias y las manías “indican” no lo que ellas mismas señalan: a sí mismas como comportamiento, sino a una proto-indicación que queda vedada a simple vista. Igualmente proto-indicativo puede usarse en casos del mundo moderno -léase distinto al primigenio, del nacimiento del lenguaje, que no tenía como fin el ocultamiento o el engaño-, donde señalar en otra dirección se usa con fines de desviar la atención de una persona o sociedad (a los políticos les “interesa” el feminismo, porque desvían la atención del público sobre los problemas irresolubles que tienen ellos entre las manos: son su distracción de “magos” para que el público mire en otro lado, mientras ellos esconden sus trucos).
Por otro lado, protodeclarativo quiere decir el mensaje implícito, que se expresa por un medio que puede no revelar su “verdadero” sentido, y a la vez puede usarse como la verdadera intención, frente a la intención que parece creer la persona que es. La teoría del psicoanálisis, sobre todo en Lacan que se ve "contagiado" por la dualidad de significado y significante de Saussure, es protodeclarativa en la medida que, por ejemplo, un lapsus puede expresar la proto-intención de la persona (un grito de ayuda desde lo profundo), cuando la persona se revela al exterior de otra forma. Por eso se ha vuelto tan crucial en la actualidad, en las distintas ciencias del comportamiento, saber leer las posturas del cuerpo y los micro-gestos, pues son proto-declaraciones que se manifiestan al exterior sin el conocimiento de la razón o prefrontal. O sea, comunicación del cerebro profundo sin las censuras y los sesgos sociales y evolutivos. Dos reglas que se siguen de todo esto es que 1. el prefrontal no sabe de sus intenciones profundas y 2. lo que llamamos o creemos ser un yo, no lo es, pues sólo es la punta del iceberg (lo que se asoma a la superficie), como les gusta decir a los psicoanalistas.
Si ya hemos entendido qué es indicativo y declarativo, ahora pongámosle el prefijo “proto-” a los dos términos/conceptos. Entiendo que se pueda decir protodeclarativo, pero no sé si tengo tan claro que se pueda decir proto-indicativo. Toda indicación simple implica al cerebro profundo sin ambigüedades. Quizás se pueda aplicar a los estudios del psicoanálisis, pues las fobias y las manías “indican” no lo que ellas mismas señalan: a sí mismas como comportamiento, sino a una proto-indicación que queda vedada a simple vista. Igualmente proto-indicativo puede usarse en casos del mundo moderno -léase distinto al primigenio, del nacimiento del lenguaje, que no tenía como fin el ocultamiento o el engaño-, donde señalar en otra dirección se usa con fines de desviar la atención de una persona o sociedad (a los políticos les “interesa” el feminismo, porque desvían la atención del público sobre los problemas irresolubles que tienen ellos entre las manos: son su distracción de “magos” para que el público mire en otro lado, mientras ellos esconden sus trucos).
Por otro lado, protodeclarativo quiere decir el mensaje implícito, que se expresa por un medio que puede no revelar su “verdadero” sentido, y a la vez puede usarse como la verdadera intención, frente a la intención que parece creer la persona que es. La teoría del psicoanálisis, sobre todo en Lacan que se ve "contagiado" por la dualidad de significado y significante de Saussure, es protodeclarativa en la medida que, por ejemplo, un lapsus puede expresar la proto-intención de la persona (un grito de ayuda desde lo profundo), cuando la persona se revela al exterior de otra forma. Por eso se ha vuelto tan crucial en la actualidad, en las distintas ciencias del comportamiento, saber leer las posturas del cuerpo y los micro-gestos, pues son proto-declaraciones que se manifiestan al exterior sin el conocimiento de la razón o prefrontal. O sea, comunicación del cerebro profundo sin las censuras y los sesgos sociales y evolutivos. Dos reglas que se siguen de todo esto es que 1. el prefrontal no sabe de sus intenciones profundas y 2. lo que llamamos o creemos ser un yo, no lo es, pues sólo es la punta del iceberg (lo que se asoma a la superficie), como les gusta decir a los psicoanalistas.
Voy concluyendo. A veces no recuerdo las preguntas que he dejado en el aire en los escritos. En realidad mi cerebro tiene un saber profundo, que emerge de las entrañas, y tengo un prefrontal “torpe”, pues tengo problemas con la memoria de trabajo, que debe de estar muy por debajo del promediado siete. Sí puedo releer, pero de nuevo la tara de la memoria de trabajo se manifiesta, por eso enumero ideas aquí y allá, porque me remito a ellas con la vista. Recordemos que el prefrontal cuantifica, por ello la numeración. Las preguntas eran dos y eran referentes a si los trastornos mentales (fallas evolutivas en su manifestación), fueron evolutivas o sociales -dentro de la teoría de la herencia dual-; y de ser sociales: ¿provienen del estado primitivo o es una condición moderna? La primera pregunta se contesta sola: es indiscernible si es evolutivo o es social, pues un “mecanismo” actúa -por retroalimentaciones en las dos direcciones- sobre el otro, de tal manera que se vuelven unidad. Un trastorno, según la idea más sencilla de expresarla por los medios psicoanalíticos, son comunicación proto-indicativa de una proto-declaración que la sociedad debería de saber leer. Un mensaje o grito de ayuda que se manifiesta a través de un comportamiento extraño, “desviado”, y tratando de no ser directo para la mente del propio “enunciante”: es un “pido ayuda, pero ‘yo’ no tengo que saber que estoy pidiendo ayuda, ni sobre qué pido ayuda”. Es un mensaje de un ente social, en un medio social, valga la obviedad. Sin sociabilidad no hay trastornos, los animales “aquejados” de ciertas fobias y manías similares a las humanas son animales sociales; exceptuando cuando a un animal no social se le saca de su entorno natural y se le cierra en jaulas o sistemas no naturales, en cuyo caso sigue siendo “expresión” proyectada de una situación no deseada hacia un “otro”.
¿Es un proceso moderno o viene de la prehistoria?, es del prefrontal y el sistema límbico o emerge de lo profundo. No tiene una respuesta clara. El cerebro -la vida- no sabe de la realidad, la interpreta simbólicamente, la vuelve metáfora. Cuando un niño quiere llamar la atención sobre sí, hace uso de un “símbolo molesto”: el llanto, un sonido persistente, alto, quebrado, arrítmico…, en definitiva: de ruido. Ruido en teoría de la comunicación se da cuando la señal no es clara o tiene información que ya no es recuperable como tal. Tal concepto viene de lo físico como la capacidad o no de que dos componentes puedan interactuar entre sí. Todo componente altamente interactivo con otros han creado la vida. Luego a ese nivel la materia se “comunica” en sus reacciones químicas. Los aminoácidos se pueden formar de distintas formas de manera muy regular: crearon una especie de alfabeto que sería el que más tarde uso el ADN para guardar información, para tener un lenguaje, que formaban “palabras”, “oraciones” y “textos complejos”, como lo es hoy un ser humano. Si el niño llora -hace ruido- es una llamada de atención, un signo, que la madre tiene que tratar de leer. En este primer proceso ya se ha creado la metaforización de la comunicación. El niño hace uso de un símbolo sin saber de tal símbolo y su porqué. Para el proto-humano, aún sin conciencia, el mundo era un medio simbólico en la medida que “estaba hecho” para ser leído bajo los parámetros de su propio cerebro. Todo era símbolo, metáfora…, emergió el pensamiento mágico: todo tenía un significado para ese cerebro profundo. “Maravillarse” no quiere decir que algo te impacte visualmente (o por medio de cualquier otro sentido), sino que quiere decir que ese medio te está hablando al cerebro profundo, que en el fondo tiene un mismo lenguaje, pues -como hemos visto- la vida se basa en ese lenguaje de la materia, de la realidad. Con todo, no quiero decir que toda “traducción” o lectura lea la realidad tal cual es, o vea la “verdad”, quiero decir que se comunican en un aspecto muy profundo, y que lo importante es el sentimiento que surge de tal comunicación, que de alguna forma sigue siendo comparable y reducible a una reacción química. En este caso mental o emocional.
En otro ejemplo distinto al lloro del niño… ¿hay una erótica de los gestos? Qué nos enamora en muchos casos sino el cómo se manifiesta dicha persona a través de los micro-gestos y posturas que le hacen únicas. Alguien soso/a es alguien que nos parece aséptico en su modo de interactuar en sociedad. Cuanto más cantidad de gestos sea capaz de “gestionar” un cerebro, sin caer la “contradicción gestual”, en lo teatral, lo superficial o lo cómico, más atractivo nos parecerá. Arriba puse que uno es su totalidad, que no se le puede desgranar a sus componentes. La totalidad de los gestos es la manifestación de la totalidad de esa persona, de su “alma” o esencia. Única en cómo crea las distintas micro-variaciones de los gestos universales (a veces dado simplemente por la estructura craneal, todo hay que decirlo). Por otro lado lo que hace única a esa persona es el no tratar de caer en los gestos de moda. Tal proceder puede gustar en la juventud, en donde aún se busca la identidad propia y se busca la pertenencia a un grupo, pero no es algo que se mantenga si se quiere tender a la identidad propia y “genuina”.
Con el nacimiento de la conciencia esos procesos del lenguaje profundo -y lo que conllevaban- se fueron al traste. Volvamos a los primeros párrafos. La comunicación, las señales honestas y las emociones básicas, te unían a cualquier otro ser humano, se sentía esa comunicación metafórica y simbólica sin fisuras de la que he hablado en el anterior párrafo. El problema no estaba en la emoción (que todos compartían), sino en la señalización con el dedo. Aquello que se señala depende de la perspectiva del que mira al que señala: es interpretable. Se llegó a la teoría de la mente, a leer la intención del otro para solventar esa rotura en la claridad del mensaje. A la vez todo dependía de la edad y el aprendizaje: un niño no ha aprendido la diferencia entre una culebra y una serpiente. En ese proceso las mentes se empezaron a distanciar, pues no todos los cerebros profundos hablaban la misma lengua, pues intervenían factores como la edad y el aprendizaje. Al leer la mente del otro se tenía que tener en cuenta esos factores: “es un niño, es asustable”, pero ya no se hacía a nivel del cerebro profundo, sino de lo aprendido: información que se guardaba en la corteza cerebral y temporal, izquierda sobre todo. En la medida de crear un lenguaje pactado para todos y que se leyesen las distintas posibilidades que podían entrar en juego, se fueron creando las capacidades de la memoria semántica, que son la base de la corteza prefrontal o conciencia. En ese estadio tal conciencia aún estaba supeditado al pensamiento mágico, que era el que aún tenía la capacidad de hacer de directriz en la comunicación, pero por cambios paulatinos y durante un largo proceso -de cientos de miles de años-, por la complejidad de dicha zona, esta se fue distanciando del cerebro profundo, creando al final un abismo insalvable, que es lo que notamos (sentimos) hoy: que las razón ha creado un divorcio con aquella otra realidad primigenia, simbólica y metaforizante. Que en definitiva ya no somos naturaleza: que somos razón. Habría que considerar si el cerebro, en el fondo y de alguna manera, no siente esta rotura como la sensación que se produce a una persona al que se le ha amputado alguna extremidad: la sensación del miembro fantasma. El cerebro anhela -tiene como referente o busca- su estado primigenio, aquel que le procuraba aquella sensación de "entereza" y unidad. Acallar la conciencia, o la rumia propia de este módulo.
Del párrafo anterior se deduce una cuestión a tener en cuenta con respecto a los sexos. En otro lado apuntaba la posibilidad de que la sociabilidad naciera, evolutivamente hablando, a partir de la maternidad: que los peces alevines se quedasen cerca de su madre para que los guiase y los protegiese. El cerebro femenino está más estructurado para leer otras mentes, a partir de que tiene que leer la mente de un bebé, un humano sin apenas comunicación externa, un cerebro enclaustrado en sí mismo. También dije que el macho humano tuvo que “echar mano” del emergente prefrontal, que es principalmente inhibitorio, para frenar su tendencia a la impulsividad, a su ira, a su deseo sexual ciego y su agresividad. Por otro lado su cerebro está menos preparado para leer la mente de los otros, en esa dirección usó el prefrontal para suplir algo en lo que era más torpe de manera natural: entender la realidad social que no comprendía. Repito, para toda feminista que se eche las manos a la cabeza por tales ideas, que la feminista Almudena Hernando también argumenta que el macho es sobre todo cálculo y reflexión, mientras que la mujer es más cohesión y emoción. Igualmente la antropóloga Anna Machin deduce que la evolución es “vaga” para repetir roles, que hombre y mujer, como padres, tenían que tener distintos comportamientos (roles) para distintos fines. La madre “porta” al hijo en su etapa más vulnerable, necesitada y que se expresa bajo las emociones básicas; el padre toma el “testigo” en la siguiente etapa, que vinculará al hijo a la sociedad mediada por la razón.
Por otro lado las filósofas Christine Daigle y Christinia Landry (descargar escrito traducido; que al leerlas me ha resultado paradójico que acepten "tan a las buenas" arquetipos tan cuestionables como "agujero" -contenedor- y "tapa agujeros" para mujer y hombre) contrastan el sentido no inmanente de Sartre, frente al de Beauvoir -feminista y compañera del primero- que sí lo es. Si se sigue la lógica de mis escritos no es que uno u otro estén "equivocados". Sus "verdades" -las premisas con lo que sus razones "trabajan"- surgen del cerebro profundo y dado que hay diferencias esenciales entre los sexos, Sartre halla o "siente" un tipo de "verdad", mientras que Beauvoir piensa y "siente" otra. Lo que vienen a decir las filósofas es que los planteamientos de Beauvoir emanan desde la idea de que todo humano es unidad con su cuerpo -y este en la medida que se manifiesta como emoción o ente sintiente-, y en tanto que este siente al otro con esa misma propiedad indivisible, mientras que Sartre -como yo y posiblemente como todo hombre-, no sentimos esa densidad de ser en nuestras "carnes", sino desde una fisura en donde la conciencia está desligada de la carne. ¿Este divorcio, no será entonces, por la cuestión que yo planteo de que el hombre está más unido a lo instintivo, que es sobre todo ira y sexo en él, y tuvo que "forzar" a que su prefrontal se desligase de tal entidad, corporiedad, y en ese proceso perdiese su estado inmanente con el cuerpo? Esto nos dicen las filósofas de su análisis de, existencialista francés: "La lectura del cuerpo de Sartre problematiza su noción de sexualidad. Al mismo tiempo que quiere explicar cómo, en el deseo sexual, la trascendencia anhela a los inmanentes, paradójicamente insiste en los aspectos negativos y amenazantes de este deseo. Parece como si Sartre lo quisiera en ambos sentidos: una conciencia encarnada que implica una mezcla de inmanencia y trascendencia, y una conciencia que busca evadir a su ser carnoso, es decir, una transcendencia radicalmente separados de la inmanencia. En 'Ser y Nada', Sartre discute cómo el cuerpo es una cosa carnosa que la conciencia puede usar de una manera instrumental. Además, explica que uno puede incluso ignorar el ser encarnado". Por otro lado, ven negativa la visión en la que para Sartre todo encuentro con un otro se basa en el conflicto, haciéndonos ver que para él: "no somos absolutamente libres porque siempre estamos arraigados en nuestras relaciones con el mundo y con otros agentes libres", pero de nuevo... ¿no ha de ser esta la visión de un ente -el macho- evolucionado para la lucha y el conflicto?, el cuál emerge a la existencia con la cautela de dudar de las intenciones de cualquiera que tenga frente a sí. El estado inmanente de la mujer, en definitiva, es estable y "positivo" en la medida que es el necesario para vincularlo a un "otro" muy especial: su hijo; esta estructura se "convierte" es su modo de proyectarse al mundo y "sentirlo/razonarlo". Ese proceso se lleva a cabo durante su embarazo, en la poda neuronal -ya analizado en otros escritos-, proceso por el que no pasa el padre.
Hagamos el ejercicio de desarrollar y entrecruzar las ideas que van surgiendo. Por un lado hablo de los problemas del lenguaje y que su estructura inicial nació de lo que ahora para nosotros es el cerebro profundo, por otro lado he hablado de la otredad. ¿Por qué la forma de conjugar los verbos es a través de las tres personas?, yo, tu, él y sus plurales. La realidad y cómo es el humano determina el lenguaje; los tres pronombres se deben por un lado por el campo deíctico: quien está cerca (tú, nosotros) del emisor u origen (origo) y quién está lejos (él, ellos). Pero a la vez ese cerca y lejos pasa a ser metáfora significativa en tanto que el que esté cerca sea a nivel familiar, de ideas, de forma de ser, de la misma tribu, raza, religión, etc. Si se piensa bien un animal eusocial no tendría la conjugación de la tercera persona, y ni siquiera el de la primera. Para este tipo de ente todo es nosotros. hago un desvío. En mis escritos hablo del problema de las personas egotistas, y que balancearon el mundo y sus valores a partir de sus puntos de vista, hacia un mundo jerarquizado, pero no hablo de las personas parásitas u holgazanas que se puedan aprovechar de que el resto de humanos "tiren del carro" en el que ellos están subidos (1). Si uno es curioso sobre la naturaleza, y yo lo soy, se analiza que las hormigas a veces se separan del grupo y se encuentran con comida. En muchos casos esta es de tal proporción y peso que es una hazaña increíble que tal hormiga no se cuestione si no sería mejor dejarla, e ir por otro alimento que sea menos voluminoso y pesado. Eso es lo que haría un humano medio, eso o ir a buscar a otros humanos que le ayudasen. En esa dirección la tan "alabada" generosidad humana es muy discutible. Si con tan sólo fuésemos más semejantes a las hormigas las cosas nos irían mejor. Ante todo esto, el problema de los inicios humanos tenía esa doble vertiente: que unos fueran muy egoístas y que otros hicieran el menor esfuerzo posible a la hora de "arrimar el hombro" en alguna labor comunal (escaquearse, se dice coloquialmente en España). Había que estar detectando los dos casos y llamarles la atención. Vuelvo al tema del párrafo. Las pensadoras Christine Daigle y Christinia Landry se equivocan en ciertas cuestiones en su escrito vinculado arriba, y como siempre es porque ignoran lo que dice la ciencia. Es muy posible que sea cierto que al hombre le cueste más crear un nosotros, pues es más individualista, pero la distinción entre el nosotros y el ellos, y por ello la otredad, es femenino. Las teorías de la actitud inclusiva y del cultivo del parentesco nos dicen que todo animal tiende a favorecer a los de su sangre: a su ascendencia/descendencia y aquellos que son cercanos en la tribu, la ideología, etc. En el humano es igual, los padres lucharan por que sus hijos puedan tener ciertos privilegios a tenor de que quizás perjudiquen a otros niños. Esta es la actitud de todas las hembras del reino animal, actitud a la que se adaptó el hombre cuando en la evolución "asumió" un papel más paternal. De hecho el humanismo surgido a partir de la Ilustración, que se supone una "creación" del patriarcado, es más razón -propio de las capacidades del prefrontal- que emoción, más una actitud lógica que una sentida, pues ha de luchar contra la inclusividad que viene dictada por los instintos y las emociones. (Léase este párrafo bajo la idea de que "ni lo malo es tan malo, ni lo bueno tan bueno". La vida está llena de ambigüedades, de grises).
No quiero detenerme de si un estado intermedio fue el de la mente bicameral, y cómo se llegó a ese divorcio. La conciencia es posicional, tiene como objeto aquello que contiene. Es una copa que contiene líquidos, pero que no es los líquidos. La copa sin líquidos no se entiende, lo es por su funcionalidad: contener -mi última conclusión es que la conciencia es pantalla: si está sin mostrar nada, apagada, es “negra”, vacía-. En el estadio anterior el cerebro profundo era la realidad y no eran separables. Una palabra (signo) no era distinto de lo que designaba: eran unidad. La conciencia sabe que perro es un signo (palabra) que designa a un animal: rompe con la unidad. Si se entiende lo dicho, los trastornos siguen siendo metaforizantes, porque siguen la estela de aquel lenguaje en donde no existía el divorcio: que era simbólico y metaforizante, y donde signo y significante no eran dos entidades distintas. De esta manera, para alguien fóbico, nombrar a la araña es estar en presencia de una araña, pues signo y significante no tienen ninguna distancia. En definitiva, es el pensamiento mágico -toda emoción es una expresión mágica del mundo, diría Sartre-, aun hablando con su propio lenguaje, e ignorando la existencia -y la naturaleza- de la conciencia y el prefrontal. Un paso para toda “curación” mental es “provocar” que dicha persona cree ese “divorcio necesario” entre signo y significante, que en el caso de un esquizofrénico consiste en hacerle ver que esa voz que oye en su interior, no es de alguien “real” -pensamiento mágico-, sino sólo un proceso en su cerebro llevado a cabo por procesos químicos, en partes cerebrales que están “funcionando mal”.
Del párrafo anterior se deduce una cuestión a tener en cuenta con respecto a los sexos. En otro lado apuntaba la posibilidad de que la sociabilidad naciera, evolutivamente hablando, a partir de la maternidad: que los peces alevines se quedasen cerca de su madre para que los guiase y los protegiese. El cerebro femenino está más estructurado para leer otras mentes, a partir de que tiene que leer la mente de un bebé, un humano sin apenas comunicación externa, un cerebro enclaustrado en sí mismo. También dije que el macho humano tuvo que “echar mano” del emergente prefrontal, que es principalmente inhibitorio, para frenar su tendencia a la impulsividad, a su ira, a su deseo sexual ciego y su agresividad. Por otro lado su cerebro está menos preparado para leer la mente de los otros, en esa dirección usó el prefrontal para suplir algo en lo que era más torpe de manera natural: entender la realidad social que no comprendía. Repito, para toda feminista que se eche las manos a la cabeza por tales ideas, que la feminista Almudena Hernando también argumenta que el macho es sobre todo cálculo y reflexión, mientras que la mujer es más cohesión y emoción. Igualmente la antropóloga Anna Machin deduce que la evolución es “vaga” para repetir roles, que hombre y mujer, como padres, tenían que tener distintos comportamientos (roles) para distintos fines. La madre “porta” al hijo en su etapa más vulnerable, necesitada y que se expresa bajo las emociones básicas; el padre toma el “testigo” en la siguiente etapa, que vinculará al hijo a la sociedad mediada por la razón.
Por otro lado las filósofas Christine Daigle y Christinia Landry (descargar escrito traducido; que al leerlas me ha resultado paradójico que acepten "tan a las buenas" arquetipos tan cuestionables como "agujero" -contenedor- y "tapa agujeros" para mujer y hombre) contrastan el sentido no inmanente de Sartre, frente al de Beauvoir -feminista y compañera del primero- que sí lo es. Si se sigue la lógica de mis escritos no es que uno u otro estén "equivocados". Sus "verdades" -las premisas con lo que sus razones "trabajan"- surgen del cerebro profundo y dado que hay diferencias esenciales entre los sexos, Sartre halla o "siente" un tipo de "verdad", mientras que Beauvoir piensa y "siente" otra. Lo que vienen a decir las filósofas es que los planteamientos de Beauvoir emanan desde la idea de que todo humano es unidad con su cuerpo -y este en la medida que se manifiesta como emoción o ente sintiente-, y en tanto que este siente al otro con esa misma propiedad indivisible, mientras que Sartre -como yo y posiblemente como todo hombre-, no sentimos esa densidad de ser en nuestras "carnes", sino desde una fisura en donde la conciencia está desligada de la carne. ¿Este divorcio, no será entonces, por la cuestión que yo planteo de que el hombre está más unido a lo instintivo, que es sobre todo ira y sexo en él, y tuvo que "forzar" a que su prefrontal se desligase de tal entidad, corporiedad, y en ese proceso perdiese su estado inmanente con el cuerpo? Esto nos dicen las filósofas de su análisis de, existencialista francés: "La lectura del cuerpo de Sartre problematiza su noción de sexualidad. Al mismo tiempo que quiere explicar cómo, en el deseo sexual, la trascendencia anhela a los inmanentes, paradójicamente insiste en los aspectos negativos y amenazantes de este deseo. Parece como si Sartre lo quisiera en ambos sentidos: una conciencia encarnada que implica una mezcla de inmanencia y trascendencia, y una conciencia que busca evadir a su ser carnoso, es decir, una transcendencia radicalmente separados de la inmanencia. En 'Ser y Nada', Sartre discute cómo el cuerpo es una cosa carnosa que la conciencia puede usar de una manera instrumental. Además, explica que uno puede incluso ignorar el ser encarnado". Por otro lado, ven negativa la visión en la que para Sartre todo encuentro con un otro se basa en el conflicto, haciéndonos ver que para él: "no somos absolutamente libres porque siempre estamos arraigados en nuestras relaciones con el mundo y con otros agentes libres", pero de nuevo... ¿no ha de ser esta la visión de un ente -el macho- evolucionado para la lucha y el conflicto?, el cuál emerge a la existencia con la cautela de dudar de las intenciones de cualquiera que tenga frente a sí. El estado inmanente de la mujer, en definitiva, es estable y "positivo" en la medida que es el necesario para vincularlo a un "otro" muy especial: su hijo; esta estructura se "convierte" es su modo de proyectarse al mundo y "sentirlo/razonarlo". Ese proceso se lleva a cabo durante su embarazo, en la poda neuronal -ya analizado en otros escritos-, proceso por el que no pasa el padre.
Hagamos el ejercicio de desarrollar y entrecruzar las ideas que van surgiendo. Por un lado hablo de los problemas del lenguaje y que su estructura inicial nació de lo que ahora para nosotros es el cerebro profundo, por otro lado he hablado de la otredad. ¿Por qué la forma de conjugar los verbos es a través de las tres personas?, yo, tu, él y sus plurales. La realidad y cómo es el humano determina el lenguaje; los tres pronombres se deben por un lado por el campo deíctico: quien está cerca (tú, nosotros) del emisor u origen (origo) y quién está lejos (él, ellos). Pero a la vez ese cerca y lejos pasa a ser metáfora significativa en tanto que el que esté cerca sea a nivel familiar, de ideas, de forma de ser, de la misma tribu, raza, religión, etc. Si se piensa bien un animal eusocial no tendría la conjugación de la tercera persona, y ni siquiera el de la primera. Para este tipo de ente todo es nosotros. hago un desvío. En mis escritos hablo del problema de las personas egotistas, y que balancearon el mundo y sus valores a partir de sus puntos de vista, hacia un mundo jerarquizado, pero no hablo de las personas parásitas u holgazanas que se puedan aprovechar de que el resto de humanos "tiren del carro" en el que ellos están subidos (1). Si uno es curioso sobre la naturaleza, y yo lo soy, se analiza que las hormigas a veces se separan del grupo y se encuentran con comida. En muchos casos esta es de tal proporción y peso que es una hazaña increíble que tal hormiga no se cuestione si no sería mejor dejarla, e ir por otro alimento que sea menos voluminoso y pesado. Eso es lo que haría un humano medio, eso o ir a buscar a otros humanos que le ayudasen. En esa dirección la tan "alabada" generosidad humana es muy discutible. Si con tan sólo fuésemos más semejantes a las hormigas las cosas nos irían mejor. Ante todo esto, el problema de los inicios humanos tenía esa doble vertiente: que unos fueran muy egoístas y que otros hicieran el menor esfuerzo posible a la hora de "arrimar el hombro" en alguna labor comunal (escaquearse, se dice coloquialmente en España). Había que estar detectando los dos casos y llamarles la atención. Vuelvo al tema del párrafo. Las pensadoras Christine Daigle y Christinia Landry se equivocan en ciertas cuestiones en su escrito vinculado arriba, y como siempre es porque ignoran lo que dice la ciencia. Es muy posible que sea cierto que al hombre le cueste más crear un nosotros, pues es más individualista, pero la distinción entre el nosotros y el ellos, y por ello la otredad, es femenino. Las teorías de la actitud inclusiva y del cultivo del parentesco nos dicen que todo animal tiende a favorecer a los de su sangre: a su ascendencia/descendencia y aquellos que son cercanos en la tribu, la ideología, etc. En el humano es igual, los padres lucharan por que sus hijos puedan tener ciertos privilegios a tenor de que quizás perjudiquen a otros niños. Esta es la actitud de todas las hembras del reino animal, actitud a la que se adaptó el hombre cuando en la evolución "asumió" un papel más paternal. De hecho el humanismo surgido a partir de la Ilustración, que se supone una "creación" del patriarcado, es más razón -propio de las capacidades del prefrontal- que emoción, más una actitud lógica que una sentida, pues ha de luchar contra la inclusividad que viene dictada por los instintos y las emociones. (Léase este párrafo bajo la idea de que "ni lo malo es tan malo, ni lo bueno tan bueno". La vida está llena de ambigüedades, de grises).
No quiero detenerme de si un estado intermedio fue el de la mente bicameral, y cómo se llegó a ese divorcio. La conciencia es posicional, tiene como objeto aquello que contiene. Es una copa que contiene líquidos, pero que no es los líquidos. La copa sin líquidos no se entiende, lo es por su funcionalidad: contener -mi última conclusión es que la conciencia es pantalla: si está sin mostrar nada, apagada, es “negra”, vacía-. En el estadio anterior el cerebro profundo era la realidad y no eran separables. Una palabra (signo) no era distinto de lo que designaba: eran unidad. La conciencia sabe que perro es un signo (palabra) que designa a un animal: rompe con la unidad. Si se entiende lo dicho, los trastornos siguen siendo metaforizantes, porque siguen la estela de aquel lenguaje en donde no existía el divorcio: que era simbólico y metaforizante, y donde signo y significante no eran dos entidades distintas. De esta manera, para alguien fóbico, nombrar a la araña es estar en presencia de una araña, pues signo y significante no tienen ninguna distancia. En definitiva, es el pensamiento mágico -toda emoción es una expresión mágica del mundo, diría Sartre-, aun hablando con su propio lenguaje, e ignorando la existencia -y la naturaleza- de la conciencia y el prefrontal. Un paso para toda “curación” mental es “provocar” que dicha persona cree ese “divorcio necesario” entre signo y significante, que en el caso de un esquizofrénico consiste en hacerle ver que esa voz que oye en su interior, no es de alguien “real” -pensamiento mágico-, sino sólo un proceso en su cerebro llevado a cabo por procesos químicos, en partes cerebrales que están “funcionando mal”.
Por otro lado, todo trastorno es social y moderno, solo que está “escrito” con el lenguaje primitivo propio del pensamiento mágico. Lo que quiero decir es que en cada época humana han entrado en juego nuevos lenguajes de uso, que han creado nuevos trastornos. Ahí está como ejemplo la anorexia. En los cazadores-recolectores -o el humano primitivo- tal cosa no se podía dar, puesto que su alimentación era escasa e hipocalórica por igual en todos. La anorexia se llevó a su límite por una retroalimentación entre las modelos y las personas que “ingerían” tal imagen como la más deseable. En el fondo llama a los cánones de belleza, donde tal entidad es un constructo evolutivo de aquello que era deseable para el otro sexo y con la finalidad de reproducir. Todo trastorno ha de ser un libro que ha de ser leído desde el final hacia su principio. Buscando sus orígenes y su lenguaje profundo. Cosa que no parece hacer el feminismo, que parece creer que todo es construcción “moderna” bajo los estereotipos “implantados” e impuestos por el patriarcado.
Conclusiones finales -llevadas a mi terreno-.
No hay progreso, hay tendencia a la complejidad, en donde como subproceso no deseado (incentivo perverso), el humano conoce mejor la realidad a costa de haber perdido contacto con aquel sentimiento primigenio de unión con lo natural. Vamos a los conciertos, o a ver a un cómico, para sentirnos unidos a través de las emociones primarias y básicas, pues el resto del constructo social y cerebral tan sólo nos divide y nos individualiza. Internet, y los medios de comunicación masivos, tienen la paradoja que no nos unen, sino que nos individualizan aún más. Un medio camino es unirse a grupos con tipologías e ideologías similares, pero donde tales tipos de uniones crean “guerras” virtuales entre las distintas partes. Une más un concierto que Internet, pero la repercusión de Internet ha provocado que los humoristas sean susceptibles de ser parte de un colectivo, en donde llegado a ese caso es que es susceptible de ser “enemigo” de su contraparte. Hoy hay humor feminista y contra-feminista, intelectual y contra-intelectual, friki y contrafriki, etc. En definitiva, un camino más para las “guerras” que no existían hace treinta años (o estaban encubiertas: recordar la premisa de la película “origen” de crear una idea o implantar una duda), en los “dorados” años ochenta, en donde sólo se manifestaban escarceos de guerras en las modas…, en los superficial, no en lo profundo.
El cerebro profundo guarda dos semillas en su vientre: que todos tenemos el mismo lenguaje, pero que todos tenemos pequeñas diferencias que nos individualizan. Toda época pasada humana ha estado enfocada en minimizar las diferencias a favor de lo que nos unía. La época actual se está centrando en lo que nos individualiza. Hoy la voz de los intelectuales, otrora punto de reunión, ya no cuentan porque cada persona sólo “(per)sigue” su propia voz. Las feministas son una muestra de ese paradigma, pues han hecho de la violencia de género y las violaciones un tema que sólo les ha de incumbir a ellas, y en donde el “otro” y ajeno es el hombre. Sus mensajes en la Red como “basta ya” y “ni una más” van dirigidos no a algunos hombres, una minoría muy reducida, sino al hombre, como ente genérico, no femenino. En todas las direcciones bajo lo que se manifiesta el feminismo, no crea o trata de crear unidad, sino división: que hay un nosotras y en donde lo otro, extraño y ajeno, es el hombre. Lo mismo con cualquier otra ideología o tipología que va naciendo en los nuevos tiempos: todas nacen bajo la semilla de que existe una némesis, un antagonista…, en definitiva: un villano, y por consiguiente un posible futuro chivo expiatorio. No dudo que el feminismo radical será uno de los chivos expiatorios, si se da el caso que el humano llegue al colapso, o crisis muy profunda, de su civilización (creerlo no es desearlo).
(1) Estoy tratando de no poner notas, pero si este texto lo pusiera arriba rompería la línea argumental. Yo, como muchos, estoy en una posición en teoría parasitaria. Una sociedad en crisis crea este tipo de situación y en ese caso… ¿quién es el culpable? En los trabajos en los que estaba motivado daba más de lo que me pedía el jefe. No por “trepa”, no por hacerme imprescindible, sino porque esa es mi naturaleza. Llevo escribiendo desde hace más de diez años sin ninguna ganancia, y sin ninguna necesidad de ánimo, pues no sé de nadie cercano que me lea. Escritos en los que he tenido que investigar y he profundizado mucho y que me han llevado más de una vez a la fatiga mental, con riesgos para mi salud. Mi núcleo cerebral es obsesivo. Hace unas noches me desperté por que este “se percató” que en este escrito había usado en un lugar el concepto de significado, cuando tendría que ser significante (a veces incluso por fallos gramaticales u ortográficos). La conciencia -el prefrontal- de alguna forma tiene un “almacén” de “hechos a recordar” que no encaja con ninguna de las teorías de la memoria, pues me volví a dormir, pero al despertarme lo recordaba. Es como si la cognición implícita tuviera que despertar al prefrontal para que esta “escribiese” algo en sus módulos y a su manera, que de otra forma no se podría dar. Estas noches sueño con partes del siguiente escrito, sueños un poco “raros”, pues se da con una cognición lógica y formal, no con la del lenguaje de los sueños. Tampoco descarto que sea una forma de sueño lúcido a un nivel menos consciente, lo que pone a estos en distintos niveles de consciencia y con respecto a las capas más superficiales o profundas.
En vez de poner enlaces en el escrito, que es muy rutinario y pesado, pongo las referencias más importantes al final.
- Acción de señalar en la Wikipedia.
- El escrito que tuve como referente para seguir esta “pista” evolutiva de señalar.
- Darwinismo Social.
- Chivo Expiatorio.
- Significado en Lingüística.
- Significado y Significante.
- Distintas entradas sobre sentido y significado.
- Signo.
- Micro-gestos.
- Señales Honestas.
- Cognición implícita.
- Maravillarse.
- Teoría de la mente.
- Intencionalidad.
- Teoría de la suposición.
- Memoria implícita.
- Memoria semántica.
- Pensamiento mágico.
- Desambiguación del sentido de la palabra.
- Incentivo perverso.
- Campo deíctico y narración.
- Actitud inclusiva en humanos.
- Cultivar el parentesco.
- Inmanencia, del lenguaje filosófico, es engorroso de investigar o leer, es “mejor” el científico de “cognición encarnada“, que es el más cercano a cómo lo usan Christine Daigle y Christinia Landry.
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