Paradoja del Autoconocimiento


la conciencia nos vuelve cobardes a todos.❞ Shakespeare
La gente está atrapada en la historia y la historia está atrapada en la gente.❞ James Baldwin
El entendimiento humano una vez ha adoptado una opinión … atrae todo lo demás para apoyarla y estar de acuerdo con ella.❞ Bacon



Trabajando sobre la tabla de la auto referencialidad, el cerebro que soy está “sensibilizado” a todo concepto con el prefijo auto- o self- cuando estoy leyendo. Así que me encontré con el concepto de “self-involved”, que no tiene entrada en la Wikipedia y ni siquiera soy capaz de traducir, porque “involved” puede tener muchos significados, según el contexto. Pero con todo, junto al prefijo self-, sólo ha de querer decir una cosa, pero es posible que sea un término técnico de las ciencias humanas y los diccionarios de Internet no parecen dar con una respuesta unívoca. Tiene que ver con estar centrado o involucrado en uno mismo, y en ese caso sería ensimismado o egocéntrico. Como sea, la Wikipedia me llevó a otro término o concepto complicado de traducir, que es de “self-absorption”. Se deduce que es a lo que en el castellano nos referimos con absorto, pero que en ningún caso ponemos el sufijo -ción, pues absorción remite a la capacidad de absorber, ya muy alejado de lo que pretende el término técnico inglés. Así “absorption” en psicología es: “una disposición o rasgo de personalidad en el que una persona queda absorta en sus imágenes mentales, particularmente en la fantasía. Por tanto, este rasgo se correlaciona en gran medida con una personalidad propensa a la fantasía.”

Este recorrido, que es una muestra de mi día a día, viene al caso porque al ir a la entrada de la auto-absoción inglesa, que es muy corta, nos dice que “la paradoja de la autoabsorción describe la asociación contradictoria, por la cual los niveles más altos de autoconciencia se asocian simultáneamente con niveles más altos de angustia psicológica y con el bienestar psicológico”, y sólo remite a un estudio de 1999. Lo bajé y lo traduje como pude. Tal estudio trata de diferenciar, por necesidades de delimitar conceptos, entre reflexionar y rumiación. Aducen que es de uso natural que todo humano sepa la diferencia. ¡Claro!, este es el problema de los nombres técnicos, y no querer usar los que son de dominio común o como jerga, pues no es lo mismo pensar que “comerse el coco” (no sé si es de uso en Latinoamérica). En ese sentido el estudio en realidad corrobora lo que cualquier persona sabe. Vayamos a algunos de los puntos de tal escrito, y a tratar de delimitar lo que allí nos dicen.

El escrito en sí mismo no habla de tal paradoja, es más, remite a otro anterior (Taylor & Brown, 1988), que después de haber leído tampoco hacen referencia a tal paradoja, pero que en todo caso en el segundo artículo (Trapnell, PD; Campbell, JD 1999), de forma concluyente, afirman que en el primero prueban que el autoconocimiento genera dolor (angustia psicológica) más que paz mental. Creo que estoy liando la madeja, reconozco que he perdido la memoria de los detalles y diferenciación de los escritos, pues he dejado pasar unos días y ahora ya es una memoria bastante difusa, donde los he entremezclado. Me toca revisar. Vayamos por partes. El escrito de Trapnell y Campbell trata de establecer, frente a la opinión general, y que se había formulado en artículos previos, sobre que hay una relación directa entre el conocimiento de sí y la salud mental, que daría la “razón” a la máxima de “conócete a ti mismo” escrita en la puerta de entrada del templo de Apolo en Delfos, en donde en sus estudios comprueban que más bien es al contrario, y que en realidad lo que procura un cierto equilibrio y bienestar mental, es lo que ellos por comodidad llaman pensamiento transido por la ilusión (palabra polisémica), en tanto que engañados de lo que es la realidad y ellos mismos. Como se puede intuir para mis lectores habituales, tal estudio me interesaba porque establece de forma analítica la dualidad que yo establezco entre la identidad narrativa y el realismo depresivo. Así, Trapnell y Campbell tratan de establecer la diferencia entre un autoconciencia dirigida hacia sí, (PrSC, conciencia de los sentimientos, pensamientos y sensaciones físicas internas de uno mismo), y la autoconciencia pública (PbSC, conciencia de la apariencia de uno ante los demás). A nivel de artículos de la Wikipedia la primera se analiza en el artículo generalista de la autoconciencia, mientras que el segundo sería extrapolable a la autoconciencia objetiva, que cae más en el terreno de la psicología social.

Trapnell y Campbell hacen sus estudios a partir de la división a cinco de los rasgos de la personalidad (apertura a la experienciaconciencia (concienzudo), extraversiónamabilidad y neuroticismo), ellos mismos avisan que hay estudiosos en contra, pero que es la división más aceptada. No deja de ser paradójico porque es como asumir que se ha hecho una vara de un metro a ojo de buen cubero, y que va a ser con ella con la que se mida el mundo. En todo caso, los dos rasgos principales de sus estudios son la apertura a la experiencia y el neuroticismo, donde los primeros encajarían más dentro de la identidad narrativa,  y los segundos, claro está, con el realismo depresivo. En realidad todos los rasgos tienden más al PbSC o autoconciencia objetiva, y sólo el neuroticismo tiende más al PrSC, o al ensimismamiento, o procesado sobre el yo interno, frente al social.

Una distinción que hacen es que los pensadores, los intelectuales y los filósofos, encajarían más con el pensamiento introyectivo, pero quedan fuera del rango que ellos establecen como rumiación, en tanto que su manera de hilar pensamiento encajaría más dentro de lo que se entiende por reflexión. Como el “papel” de la ciencia es tratar de analizar datos, llegando a deducciones, y aunque todo su estudio sea inductivo, dejan de lado ciertas conclusiones. Bajo mi punto de vista tal colectivo reflexivo usan tal capacidad como mecanismo de defensa, por el cual al pensar en temas generalistas evitan la rumiación. ¿En qué me baso para afirmar algo como esto? La reflexión no deja de ser un “mito”, si por reflexión se entiende hilar de forma continua un mismo tema de manera muy secuencial y formal. Eso sólo ocurre en la escritura. Por experiencia propia, mis reflexiones suelen provenir de momentos eureka, de respuestas que me da el cerebro profundo, y que de forma somera el prefrontal o razón, valida como no incorrecto. Hay que recordar (hipótesis personal) que el prefrontal ha ido “creciendo” a partir de una función del cerebro como es el control de errores, dentro de la ínsula, un medio camino entre la razón y las emociones, y en donde esta parte está más desarrollada en el hombre, frente a cualquier otro animal, y que es la que nos hace ser lo que somos. Esto ha sido así a partir de que la visión tuviese que estar constantemente supervisando, valga la redundancia, el trabajo preciso de crear herramientas. Más tarde se ocupó de ese mismo proceso con el lenguaje, en donde por retroalimentación positiva entre el lenguaje y la supervisión de errores, llevó a que tal módulo se especializase en el diálogo y por esto mismo al final en el soliloquio y por ello la autoconciencia. Siguiendo mi argumento, el prefrontal no hila de forma secuencial datos, a no ser que lo requiera la situación presente, y lo único que hace es saltar de tema en tema de forma bastante caótica e informal. En ese caso la escritura es allí donde al final hay que hilar los pensamientos, por la necesidad de ser entendido por los lectores. Siendo así, y de alguna forma, cuando un intelectual escribe sus pensamientos, y una vez que da por válido lo escrito, deja de rumiar sobre tal tema, porque lo da por cerrado o lo da concluido. En todo caso es mi cerebro profundo el que tiene más o menos una “verdad”, en este caso sobre lo que yo quiero dar a entender al público, y el prefrontal ahora va hilando que la escritura refleje esa “verdad” de forma precisa, sin ambigüedades y de manera coherente. Lo que quiero decir, en definitiva, es que la diferencia entre rumiación y reflexión es más de contenido que de forma. Si sobre lo que se rumia es sobre algo que no se puede cambiar, como un trauma del pasado o una tara física, entra dentro del concepto usado en psicología, pero si sobre lo que se rumia es sobre algo muy externo a uno mismo, como suele ser el caso de la filosofía, es tomado como reflexión.

Sea como fuere, las conclusiones de las dos publicaciones vienen a decir lo mismo, pero la de Trapnell, PD; Campbell, JD de 1999 se centra más en el análisis estadístico, mientras que el de Taylor & Brown de 1988 es más conceptual. Las citas que he extraído de este segundo dan cuenta de las conclusiones de ambos estudios:

La ilusión se define como una percepción que representa lo que se percibe de una manera diferente de la forma en que es en la realidad. Una ilusión es una falsa imagen mental o concepción que puede ser una mala interpretación de una apariencia real o puede ser algo imaginado. Puede ser agradable, inofensivo o incluso útil”. “En resumen, parece que no es el individuo bien ajustado, sino la persona que experimenta angustia subjetiva, el que sea más probable que procese información relevante de manera relativamente imparcial y equilibrada”. “En una serie de estudios adoptando formatos de juego, Langer y sus asociados encontró que las personas a menudo actúan como si tuvieran control en situaciones que en realidad están determinadas por la casualidad”. “Las personas leves y severamente deprimidas parecen ser menos vulnerables a la ilusión del control”. “Además, los investigadores han encontrado que la autoconciencia privada está positivamente relacionada con la depresión”.

¿Qué se concluye de lo dicho con respecto a mis propias hipótesis? Lo que yo he simplificado bajo el término de “identidad narrativa” es aquella persona más centrada en su identidad social que la interna, y por ello no tiene tiempo (ni se la da), como para analizar las posibles contradicciones, ambigüedades e inconsistencias de su yo social. Siendo así, el módulo cerebral que se ha venido a llamar como ilusión del control, que es un filtro sesgado al optimismo y por ello tendente al autoengaño, dentro del locus del control, crea una narrativa propia que no está ajustada a la realidad, pero que “funciona” mejor para vivir de forma más contenta y resuelta en la vida; frente a aquellas personas, que al no tener tal capacidad hacia tal sesgo o ilusión del control, que son a los que yo denomino como realistas depresivos y que están más ajustados a la realidad, son más proclives para sentir angustia psicológica, y por ello caer en distintos tipos de trastornos. Sea como sea, no se aleja demasiado de la idea de la biblia al afirmar que la acumulación del saber es lo que crea el dolor, o la idea del viejo sabio y melancólico, o el propio mito de Casandra, que fue condenada a saber la verdad, pero que nadie le creyese. Por lo demás, no es una división de blanco y negro, y la mayoría de las personas “ocupan” posiciones intermedias entre los dos opuestos.


Un segundo tema a tratar es que al leer el escrito de Trapnell, PD; Campbell, JD, muy cargado de conceptos (este tipo de escritos me “trastornan,” porque me “obligan” a buscar e “investigar” cada concepto nuevo con el que doy), estaba el de la “hipótesis léxica“, que ya lo tenía en el mapa mental sobre la superveniencia, pero en el que no había reparado. Lo que yo he venido llamando “etiquetado” en las últimos entradas del blog, es a lo que se refiere tal hipótesis, que dice que “se define generalmente por dos postulados: el primero establece que esas características de personalidad que son importantes para un grupo de personas eventualmente se convertirán en parte del lenguaje de ese grupo; el segundo se deriva del primero, afirmando que es más probable que las características de personalidad más importantes se codifiquen en el lenguaje como una sola palabra”. Se deduce por lo leído que es una teoría sociológica, pero que ha de ser válida y que se inicia por cierto comportamiento o función del cerebro individual. Leyendo tal artículo pareciera que lo que yo había escrito en el artículo anterior, me basase en él, pero no ha sido así. Pienso que tal como he presentado el concepto de “etiquetado” es bastante intuitivo para cualquier persona, y en este caso, como en los estudios arriba mencionados, la ciencia sólo trata de corroborar lo que es más o menos un saber de dominio público, estableciendo si se puede probar o no.

Conclusiones. De ahondar uno en sí mismo uno se encuentra con dos “verdades”, la identidad que le da su carácter, y sus vivencias al tratar de amoldar tal carácter a lo social. Cuanto más años y vivencias se vivan, más complejo será pensar que ahí exista un yo o una continuidad, de lo que se concluye que pensar en sí mismo más bien desilusiona y va contra el papel que hace la ilusión del control, a que sea para bien. En ese caso la “estructura” que crea la identidad narrativa es una adaptación evolutiva en la dirección de crear bienestar y sanidad psicológica, pero con el detrimento que se pierde objetividad. Ciertos estudios dicen, además, que los “bañados” por el autoengaño, los que tienen preponderancia hacia la identidad narrativa, son los que son más tendentes a ser influenciables o sugestionables, como para ser manipulada o dirigida a fines que vengan de las ideologías o los grupos a los que pertenezcan, como así lo predice el concepto de absorción psicológica y en menor medida el del ajuste social. No creo que dependa de uno el poder autoengañarse, una vez que se sale de la cueva de Platón ya no se puede compartir la forma de ver la realidad de los que allí habitan, luego el realismo depresivo es una “condena”. Pero siempre queda la solución de que si se tiende a la rumiación, una buena apuesta para “escapar” de ella, sea leer temas profundos, como para hacer que tal disposición piense, y se ocupe, en otras cosas que de uno mismo.


(Bajar los dos estudios arriba mencionados. Traducción automática. En algunos casos están escaneados y hay que pasarlos por un OCR (reconocimiento de caracteres), quitarle el formato de columnas, que es menos idóneo para traducir; quitarle las notas a pie de página, pues la une el traductor en un todo, y de nuevo es inconveniente… Como sea, lo que quiero decir es que es un “trabajo” algo largo y tedioso. Sólo en caso que me sea de interés vuelvo a tratar de restaurar el estilo y las notas del original, así como revisar la traducción, pero este no es el caso. Como están a mí me vale.)

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