Devaneos X – La Paradoja de la Voluntad



Porque la furia sólo es eso… mucho amor.❞ Territorio Lovecraft
El mundo es un pañuelo, un pañuelo pequeño lleno de mocos.
La innegable verdad
Lo que el individuo es para sí mismo no es algo que él haya inventado. Es lo que sus seres queridos han hecho de él… tratándolo como si lo fuera.❞ Erving Goffman
(Uno mismo es) la actitud del otro en el propio organismo, como controlando lo que va a hacer.❞ Charles W. Morris
—¡Me duele el alma! —¡es el hígado, Paul!❞ Upright



Todo escrito está cruzado por la razón, en la medida que la escritura “necesita” y está formalizada desde esta. En esa dirección la razón es lo social que reifica una estructura que es completamente individual, dentro de un formulismo que es enteramente social. Lo individual se pierde, o queda vedado o difuminado, en aras de guardar ciertas reglas que vienen de lo externo, del afuera, de la mente. Bajo esta perspectiva el “lenguaje” del esquizofrénico es totalmente libre, y entre los dos opuestos, que serían el lenguaje más formal —imitable por la inteligencia artificial o un complejo algoritmo—, y el esquizofrénico, se encuentran el resto de las personas, tratando de marcar distancia con dichos extremos. De un lado nos encontramos a Kant, tan riguroso, tan formal, tan comedido, y del otro lado… ¿hay algún escritor que roce lo esquizofrénico, o eso queda más del lado del poeta?

Sé que mi escritura es caótica y fuera de casi todo lo formal, pero siempre está atravesada por la razón. Con todo, como en mi propia vida, tiendo más a la libertad.

I
A
lgunos programas que tratan de ser llamados desde la forma más rápida, se les puede invocar pulsando dos veces la tecla “control”… orden. Frente a esta se opone la tecla “escape”, a la que hay que llamar cuando algo se sale de lo esperado, del control. Una tecla y otra están en una misma línea vertical del teclado (seguro que lo estáis mirando). Paradójicamente el caos está arriba y el control abajo. Al principio era el caos (o la nada, ¡aún peor!). Tener algo bajo control, es —como claramente dice la frase— algo que está abajo. Por el contrario en lo humano —y por orden general en la naturaleza— el poder está arriba y lo sumiso abajo. En una pelea quien está abajo se encuentra, o es, más vulnerable (la mujer es, por término medio, más baja que el hombre, y en el acto sexual suele estar abajo). El gato cuando se siente en inferioridad lucha desde una posición baja, esperando al adversario, desde esa “fortaleza”, que se ha reducido a su mínimo, para hacerse invulnerable. Las gatas recurren más a esta estrategia que los machos. Se suele decir que el cuerpo humano es más noble cuanto más arriba esté en él, más el estómago que el sexo, más el corazón que el estómago, más la cara y la cabeza que el corazón. Solíamos creer que tal “construcción” venía dada por Dios. Casi todo animal tiene una disposición a cuatro patas donde todo queda más nivelado. Cuando el humano se quería diferenciar del animal —hoy ya no está tan claro— trataba de hacerlo teniendo como referencia a los cuadrúpedos. Las aves terrestres, más cercanos a la “geometría” humana, suelen ser los más fieles y buenos padres, del reino animal. El humano es una excepción con respecto al resto de mamíferos, que por lo general no son monógamos. ¿Arriba y abajo tienen un sentido y significado universal?, o es sólo un antropomorfismo. En el teclado, la tecla control, sobre todo la izquierda, está más cerca de todas las letras que suelen ser las más usadas en occidente (a, s, d, c, e). Las vocales casi siguen su orden, excepto la “u”, que es la menos usada. La usabilidad, prima hermana de la manejabilidad y hermana de la ley del mínimo esfuerzo, han diseñado el teclado para que casi todas las teclas más útiles estén abajo, más cerca para que las muñecas se apoyen en la mesa. El abecedario del teclado parece caótico, porque al ponerlo en su orden, en las antiguas y primeras máquinas de escribir, el usuario iba demasiado rápido y los resortes de cada tecla terminaban quedando enganchados, y casi entrelazados, en el centro que era el espacio del acceso a la hoja. Hoy, ya innecesaria esta medida, ya no queremos volver a ordenar las letras. 


Hemos creado un hábito desde y para el caos, con la primera intención de tener control sobre algo con unas taras mecánicas. ¿No es una metáfora de lo que es la sociedad?, un caos ordenado y por un propósito inicial, que a estas alturas de la historia hemos olvidado… ¿Acaso ese origen perdido no era el tratar de evitar que nadie muriese? Como y porqué lo hemos olvidado…, todo que no exista bajo los parámetros burocráticos y de la ley ya no es “tan” humano, y da igual que muera. ¿Hemos creado un orden por el cual todo el que esté fuera de él, ya no es humano? Nada más humano que el esquizofrénico, pues nos recuerda que ni la tecla control, ni la de escape, mantendrán y volverán a tal persona dentro de los cánones actuales de lo que se entiende por un ser humano. Para el hombre primitivo los seguía siendo, y no porque se lo dictase la razón, a esa a la que llamamos ahora para tratar inútilmente de  “entenderlos”, sino porque lo sentían en su corazón, en sus entrañas…, en sus estómagos. Sí, voy hacia abajo en el cuerpo…, la mente no entiende, o se desentiende, de lo visceral, que en realidad es lo que somos.

—¡Basta ya!, tu escrito no va a ningún lugar.

— Por qué habría de hacerlo, ¿por la necesidad de orden y control? Trato de mostrar que, quizás, la necesidad del control es lo más caótico que puede haber en la naturaleza. La estructura social tructu (contracción de tratar y estructura, puesto que tal verbo suele implicar la capacidad humana de operar sobre la naturaleza), de dar orden a algo que por su complejidad no lo puede ser. El cerebro humano, sin su control, por su alta complejidad, llega a la esquizofrenia. El poder nos quiere adocenados, entretenidos en nuestras nimiedades diarias, gregarios, para mantener su control, pero por el contrario el exceso de control es lo más propio de la retroalimentación positiva desbocada. Aquella que inevitablemente, al final, pierde el control. En ese sentido, el poder es la tecla escape, arriba, tratando de ser de nuevo control, cuando en realidad es caos, o cuando todo tiende a tomar visos de llegar al caos, como así es el momento actual.

Por mucho orden que nos parezca la sociedad, en su superficie, en su profundidad es tan caótica como la pinta James Drummond

A partir de ahora ya no veréis el teclado de la misma forma… lo he vuelto biológico, sistema y político. Seguramente pulsareis con más fuerza, e ira, a la tecla escape, cuando sea necesario… ¿no hay que hacer lo mismo, ahora, con el sistema? El caos ha de “aporrear” la tecla escape para volver al control. ¿Puede una inteligencia artificial captar si mi mensaje alienta a la violencia…?, puede hacerlo otro humano. El mensaje es que la naturaleza sí tiene un orden dentro de su aparente caos, y que en ese caso el exceso de orden humano es lo que es más caótico dentro del orden natural.

En el siglo XIII aún una fachada podía ser caótica y carente de simetricidad (ambos en Florencia)

Fijarse que hoy la arquitectura tiende a imitar lo natural, se dirige más a lo curvo, a lo desigual, al aparente caos, pero ha de ser, al fin y al cabo, orden y proporción. La arquitectura precede al orden que vendrá en la futura estructura mental humana. Siempre ha sido así… ¡pensarlo! Antes del Renacimiento la simetría y la regularidad no se anteponían a la utilidad. Con la entrada a la razón, vía Renacimiento y la Ilustración, todo se volvió formal y estético, donde su límite fue la conclusión final nazi… Hoy volvemos un paso atrás y renegamos de lo simétrico, pero de nuevo perdemos de vista la utilidad frente a lo estético… ya no podemos volver al orden natural, por más que lo intentemos. Intentarlo ya es, en sí mismo, orden. El caos ha de venir por sí sólo, no se requiere esfuerzo.

Siguiendo tú propia lógica, si tendemos a no hacer nada por cambiar, tenderíamos al caos, cuando no es así.

El orden viene desde arriba, desde el poder. Les es igual cómo sean las letrinas, y si hay ratas, siempre y cuando no perturben su orden. Cada capa hacia abajo, sólo se preocupa de su propio estrato. La película “in time“, con sus zonas bien divididas, no es una analogía de la realidad, es la realidad misma, pero en tanto que en esta sus fronteras son invisibles.

II
E
ste párrafo puede parecer tonto, por el tema que trato, pero tiene mucho que ver con el escrito. Le he seguido dando vueltas al tema de lo que llamamos caja torácica (hasta hoy que me ha corregido el corrector yo pensaba que era toráfica) y la barriga, que es una estructura ósea muy primitiva. Se me ocurrió que un pez usa sobre la mitad de su cuerpo para colear, y de esa manera propulsarse. La caja torácica crea rigidez, que de seguir con esa misma estructura hasta la cola, no les permitiría colear y por ello nadar. Al salir del agua la evolución ya no cambió algo tan antiguo, aunque ya no tuviese sentido en animales que ya no necesitaban nadar. La paradoja es que los que sí lo han hecho, delfines, ballenas, no colean de derecha a izquierda, sino de arriba a abajo. ¿Por qué?, pues dado que las vértebras inferiores, de las especies muy desarrolladas en tierra, se adaptaron para que la movilidad fuera para propulsar el cuerpo para el salto, en animales cuadrúpedos, que es en lo que consiste básicamente la carrera tanto de depredadores como de sus presas. Pensar, por ejemplo, en el guepardo, tiene una columna vertebral muy flexible. Lo es más en los felinos que en los cánidos, exceptuando al galgo, que lo ha “creado”, generación tras generación, el hombre para correr. (Offtopic: si hemos podido hacer algo como los galgos, porqué nunca orientamos las mismas técnicas para “crear” una tipología humana distinta. De hecho lo estamos haciendo, pero sólo con el cerebro y sin intención. A grandes rasgos hemos creado o potenciado la persona complaciente y obediente (conformista) —hace apenas un milenio o dos cualquier humano medio iba a una guerra luchando solamente con una espada y un escudo: hoy “matamos” asépticamente con drones (cohetes, misiles…) y cada vez es más común el síndrome de estrés postraumático—, y una segunda tipología de personas excesivamente ambiciosas e indolentes que mandan al “rebaño”. Hemos potenciado el alfa y el omega, nunca más claro que en la actualidad, donde el 1% de la población tiene más poder y capital que algunos países enteros.)

Un receso. Después de haber escrito lo precedente, pasando unas semanas, me encontré con el libro de Fiedrich Hayek “Camino de servidumbre”. ¿Querría decir lo mismo que yo?, no, todo lo contrario, para el padre del neoliberalismo económico esa servidumbre era propiciada por los regímenes totalitarios, y teniendo en mentes sobre todo al comunismo. Pero, bajo la supuesta libertar del mercado… ¿no devenimos de nuevo en una servidumbre? Para mí es evidente. Eso es lo que quería denunciar en el párrafo previo. Nos estamos adocenando, “aborregando”, volviéndonos unos “viejos” amargados a los que toda su ira se les va por la boca, en las redes sociales, y que no crean ninguna acción relevante o directa sobre el mundo. Para el poder somos ratas en las cloacas, da igual que estemos allí, siempre y cuando no se nos vea o hagamos estragos en sus casas y sus cuestiones del poder.

Sociedad gregaria y ordenada (comparar con el cuadro de arriba)

Vuelvo a tema. ¿Qué se deduce de los párrafos anteriores? Estructura y esqueleto son lo mismo. Pero, en el caso de felinos y cánidos, y de los peces y los mamíferos acuáticos, vemos que la estructura es bastante versátil y coge caminos que llevan a destinos muy distintos. Es muy posible que esta regla se pueda reducir a un algoritmo, en donde X tipo de estructura muy profunda se vuelve invariable, y una subestructura Y es más dúctil como para que requiera menos tiempo para ser modificada. ¿Cuántas subestructuras hay? Por otro lado hay que tener en cuenta que antes de este tipo de estructura, está la química. La mayoría de los seres vivos son iguales, en una gran parte de su genética, pues esta se basa en esta estructura profunda de cómo crear distintos componentes químicos.

III
Una segunda consideración sobre esto: por qué un árbol corrige la dirección en la que crece si lo hace en una colina muy inclinada, que hará que al principio crezca perpendicular al terreno, pongamos que está a 45 grados, para al final crecer torsionándose como para que el tronco gire para crecer hacia arriba. A veces ese árbol está solo, o sea no es que tenga que competir con otros por copar una altura idónea para recibir rayos solares (atención sobre copar, proviene de los árboles y sus copas: de la acción que estoy describiendo, de ellos, para ser más altos que el resto que estén a su lado). ¿Tienen propiocepción en algún grado?, ¿qué “centralice” tal tipo de “comportamiento”?, si ni siquiera se puede decir que tengan un sistema nervioso. O sea, la columna vertebral humana hace una S muy estirada para compensar, por dos veces, la resistencia propia de los arcos. Los árboles, en las laderas, hacen ese tipo de compensaciones, no durante miles de millones de años, como así ha sido con la columna humana, sino durante unos pocos años, pues tales terrenos son propensos a los desprendimientos, haciendo que se varíe su inclinación, como para afectar a esta misma en los árboles. Este párrafo hay que leerlo bajo el aspecto de que la neuroplasticidad del cerebro humano no es gran cosa: es la media en la vida. Esta se tiene que estar actualizando, y cerebro y árbol tienen en común esa extraña adaptabilidad “rápida” —salvando las distancias, como estructura—, en un solo individuo. A todo esto…, por qué los pueblos europeos, frente al Imperio Romano, tenían como dios a algo tan banal y estático como el árbol, frente a los poderosos —a veces gigantes— dioses Romanos, heredados a su vez de los griegos. ¿Los arquetipos de cada pueblo moldean sus mentes? Yo a veces pienso que frente al Superman estadounidense, en España tenemos a Superlópez, casi un antihéroe o lo contrario de un héroe. En otras épocas, frente al Rey Arturo o Robin Hood, España tenía al Quijote. Esta segunda observación la he leído hace poco, pero he perdido la referencia, si bien habría que matizar que en España teníamos al Cid, como ahora tenemos (tuvimos) al capitán trueno…, más modesto que Superman, pero igualmente héroe. Esto, que habla de estructuras, igualmente tiene que ver con el escrito.

IV
E
ste discurso trata sobre las palabras y cómo estas estructuran el cerebro. Pero primero demos un bocado a otras consideraciones. En la película “I’m thinking of ending things“, basada en un libro homónimo, a la protagonista la catalogan de verbalista. Lo busqué y no tiene entrada en la Wikipedia, y el diccionario de la Real Academia nos dice: “propensión a fundar el razonamiento más en las palabras que en los conceptos”. Era de interés para mi curso de pensamiento, pues me centro en que la evolución se basa en los conceptos, pero no he averiguado mucho más, y sólo lo he visto tratado en otro lugar. Allí dicen: “verbalismo es un error lexical que consiste en dar más importancia a las palabras que a los conceptos. Este error implica una falta conceptual, y se encuentra muy generalizado.” En realidad es lo mismo que dice la Real Academia, pero con otras palabras, lo que me lleva a que tal artículo sea verbalista, ya que cambia “fundar” por “importancia” y poco más, no profundiza en el concepto. ¿Acaso no es un “mal” muy general en las Redes e Internet?, nos hemos vuelto verbalistas, hemos perdido el sentido y significado de las estructuras…, nos estamos quedando en los meros detalles, en las palabras. Las sucesivas copias y repeticiones, hasta la saciedad, de los mismos temas, hacen que lo que en origen era conceptual, al final devenga a ser meramente verbalista. Más abajó, en el mismo artículo mencionado, sí parecen ir a la raíz del problema: la polisemia, que una palabra tenga varios significados. En ese caso, y en muchas ocasiones, las personas se quedan más con ciertas palabras de los nuevos conceptos científicos, a las que reconocen, y de las que sí saben cómo se “usan”, pero de las que no saben el significado profundo o como concepto. Ese es el caso, por poner un solo ejemplo, de la inteligencia emocional —que en un cerebro medio sería traducible por “un Einstein de las emociones” (inteligencia: el súmmum en la actualidad es tal científico, luego…)—, cuando tal concepto implica mucho más, nos habla de la compartimentación funcional del cerebro (sistema límbico y prefrontal) y cómo pegar el “salto” entre una estructura y otra. En realidad remite al papel que hace la ínsula, un camino medio de conexión entre el sistema límbico y el prefrontal. Nunca me ha gustado tal concepto, el de inteligencia emocional, pues para eso ya existía la empatía, que es de lo que se “encarga” la ínsula. Es un concepto de moda, que “lucha” por ser más legítimo que los antiguos, pero que sólo el tiempo dirá quién vence. Esta “deriva” de las palabras es verbalismo, pues lo importante son los conceptos, y empatía ya implicaba —conceptualmente— lo verbal que implica la inteligencia emocional. Me da igual que la traten de legitimar y diferenciar, y que le puedan dar matices: son lo mismo. La razón, el papel del prefrontal, son los razonamientos, alejados de lo emocional, y el sistema límbico se basa en las emociones, la evolución ha creado la función que hace la ínsula para traducir esos dos tipos de “lenguajes” y esqueletos: llámalo X o llámalo Y, ambas hablan de la misma estructura. Fijarse que en la mitología griega voluptas (de la que proviene las palabras voluntad y voluptuoso/a: tan contrarias en la actualidad) era hija de cupido (amor) y psique (espíritu, alma) ¿Todo este mito no suena a tratar de unir la razón con la emoción? En realidad debería ser al revés: voluptas (instinto) debería de ser la madre de cupido (sistema límbico) y psique (prefrontal).

Pero no solo va por ahí el tema sobre el verbalismo. Resulta que me bajé la novela y en realidad dicen “cruciverbalista“, y es muy distinto del verbalismo (sí, soy así: para profundizar en el tema me bajé la novela, para ver tal concepto más en el contexto en el que lo trató el autor), pues en inglés tal término denomina a las personas aficionadas a los crucigramas (o a sus creadores). En el fondo, su estructura, es la misma, pues tales personas conocen muchas palabras, pero puede que no piensen en ellas a nivel conceptual, en su estructura, sino en su superficie: como palabras.

V
E
ste punto es el central en el escrito. Hace tiempo me encontré con el concepto de la “paradoja de la fuerza de la voluntad“, que básicamente dice que la forma imperativa de 1. “lo haré” en realidad funciona peor que la pregunta 2. “¿lo haré?”. En estudios científicos los que usaban el imperativo tenían peor resultados en sus pruebas que los que lo hacían de forma interrogativa. Me gusta, no… ¡me encanta!, este tipo de cosas, porque el científico que lo descubrió en realidad quería probar que la voluntad era la que contaba, y por ello pensaba que lo afirmativo y contundente de “lo haré” “vencería al dubitativo y escéptico “¿lo haré?”. Primero hay que hacer ver que en inglés aún es más sutil la diferencia, por lo menos a nivel visual, pues tal científico, Ibrahim Senay, usó los conceptos de “i will” frente a “will i”. También hay que tener en cuenta que “will” es tanto voluntad, —que para colmo a la vez quiere decir a la vez deseo y por ello motivación—, como un verbo bastante ambiguo, pues puede denotar querer, desear, deber, ordenar, poder, hacer… dependiendo del contexto de la frase. El propio  Ibrahim Senay ha hecho varios estudios sobre el uso del lenguaje en distintas áreas, en la dirección de hacer ver el papel que juega en las culturas o los grupos sociales. ¿Los lenguajes germanos —y por ello los anglosajones y parte del norte de Europa (Noruega, Dinamarca)—, en la ambigüedad del concepto will, son más resueltos y más dirigidos a metas? Esto nos lleva al relativismo del lenguaje, y que este estructure de forma distinta los cerebros. ¿Algo así como para hacer de unas culturas unos chihuahuas, unos doberman o unos galgos? Como he sostenido en otros escritos, es al contrario: unos tipos de cerebros o culturas crean un tipo de lenguaje u otro. Hay que entender, de cualquier forma, que en ese proceso se crea una retroalimentación positiva entre el lenguaje y el cerebro, donde uno y otro se “empujan” para ir cada vez más en una dirección.

Yendo más a los orígenes de todo, el prefijo latino vol-, contenido en palabras  como voluntad, voluptuoso, veleidoso y benevolente, resulta sospechosamente cercano a will (la diferencia visual no lo es tanto en la pronunciación, en el alfabeto fonético internacional). Hay que recordar que las lenguas europeas tienen un mismo origen, el indoeuropeo. En ambos casos remiten a la energía que pone uno en acometer una acción o una meta, porque le mueve algo profundo como un instinto (deseo) o una emoción. En definitiva, nos remite a la motivación, muy lejana de la volición, en donde la que está al mando es la razón (prefrontal, no emocional).

VI
Y
a sólo queda sumar lo dicho con otros escritos y conceptos míos, como para saber que significa y a qué conclusiones llevan estas pesquisas (palabra viejuna). Uno de mis conceptos clave es el de “pregunta abierta” (hoy me ha dado por buscar y existe como, preguntaproblema cuestión abiertos, pero no es tomada como estructura cerebral), que hace referencia a la capacidad o la estructura que tiene el cerebro con respecto a aquello que no está solucionado…, a lo que queda pendiente de poner el visto bueno. ¿Por qué? Toda acción conlleva la estructura de deseo, búsqueda, y realización: tengo hambre, voy al frigorífico y como (¿cómo como?, como come Cosme). Mi concepto de narrabilidad proviene de esta estructura. Somos seres narrativos porque esa es la estructura de la vida. Siempre hay un faltante, la luz del sol, la comida, el agua, y la vida siempre se rige por la búsqueda del faltante y cerrar el círculo. De esa manera algo pendiente es un círculo que no se ha terminado de cerrar. Mi propuesta es que una pregunta abierta es llevada al cerebro profundo y al hemisferio no dominante, que suele ser el derecho —que es el que trabaja por sí sólo, cuando el cerebro está desocupado o no se le requiere como puesta de atención—, buscando cerrar las preguntas abiertas. Con esto volvemos al tema de la paradoja de la voluntad. La afirmación 1. “lo haré” implica “lo voy a hacer”, sólo implica al prefrontal en su acción declarativa, donde sólo “falta” el momento en el que se realice y se cierre el círculo. Mientras que 2. “¿lo haré?” queda como reto, como pregunta abierta que implicarán más partes profundas del cerebro, y que además pueden estar relacionadas con los deseos y las motivaciones. El modo 1 implica la espera del tiempo, el modo 2 implica la duda y por ello la búsqueda de cómo y porqués, que harán que se activen más zonas del cerebro. Para el caso es la diferencia a que te digan, “mañana te doy una bicicleta”, con respecto “mañana te voy a hacer un regalo”. De nuevo en el primer caso la cuestión ya está cerrada y sólo queda la llegada de dicho momento, mientras que en la segunda forma, a modo de cuestión sin resolver,  hará cavilar a todo el cerebro sobre sus propios deseos y esperanzas.

Receso. Esperanza proviene de esperar, pero de esperar lo mejor o lo más deseable: hay una fuerte suelta de dopamina. Esta estructura está fuertemente ligada al cumplimiento, en tanto que búsqueda, de la finalización de los deseos. Se sabe que en los adictos al juego no funciona tanto el conseguir el premio, sino el proceso previo de desear conseguir el premio. Creo que la cuestión está clara: el deseo o la necesidad de lo faltante es lo que tiene que dar el primer empuje a algo inerte. En física, una cosa ya en movimiento necesita menos trabajo y energía para mantenerlo en movimiento, mientras que algo que no lo tiene va a necesitar más trabajo y energía. Por este principio de lo inerte, la evolución, en el cerebro, ha creado una suelta de dopamina previa a la meta, en el mismo momento que surge y se inicia el deseo. Tiene que cargar de energía (motivación) a algo inerte. Por ese hecho salivamos al pensar en comida: el cerebro ya ha activado todos los procesos cerebrales que tienen que entrar en juego para comer.

(No sé si será el caso en otros, pero tengo una buena memoria de las conversaciones. El caso es que en mi cerebro se han quedado como preguntas abiertas, el haber respondido de forma correcta a conversaciones de hace décadas, o el haber aclarado algo dentro de la conversación, pues captaba que tal persona no había terminado de entender algo de lo que yo había dicho..., o a la inversa, hacerle ver que sí había entendido algo en concreto de lo dicho por ella, cuando esta, quizás, pensaba que no.  Y no es que sean cuestiones fundamentales..., a veces, la mayoría, son nimiedades. ¡Imaginar la locura de encontrarme con esas personas y decirles: "¿recuerdas la conversación que tuvimos hace unos 12 años sobre X cosa?, pues en realidad lo que quería decir era...". He "probado" ha hacerlo alguna vez y, claro está, las personas no recuerdan tales conversaciones o momentos tan concretos. Para cada cerebro es significativo cosas muy distintas. Cada cerebro "guarda" ciertas cosas como "preguntas abiertas", distintas a cualquier otro cerebro. Este tipo de persona, que pusiese en el aprieto a sus allegados del pasado, sobre conversaciones muy concretas, estaría bien como personaje de una novela.)

Concluyo. ¿No pareciera que el humano ha perdido todo rumbo? Nos volvemos verbalistas, hemos perdido qué significa motivación, que es algo visceral y no meramente intelectivo. Nuestro cerebro es generalista, multipropósito, por el “trabajo” que hace en sus profundidades, en su maquinaria básica, “mugrienta y sucia”, —el corazón del Titanic era esta misma maquinaria ruidosa y grasienta, y no sus suntuosos salones—, si nos queremos alejar de tal estructura” nos volveremos secuenciales, como las actuales inteligencias artificiales. Perdemos empatía… si ponemos tan sólo la fe en la razón y nos alejamos de las partes profundas y bajas del ser humano, olvidamos que es allí donde reside lo que nos hacía humanos. No hay que ser emocionalmente inteligentes, sino simplemente emocionales, donde la empatía es una emoción. El concepto de inteligencia emocional para mí se va acercando a lo sociopático, a que la razón medie y "manipule" lo emocional. La paradoja de la voluntad nos demuestra que la razón no termina de entender al cerebro, que hay estructuras que se escapan de lo que se entiende por la razón, y que en definitiva son las que nos hacen ser lo que somos.

Perdemos coraje. No quiero alguien que me mate (lo “aceptaría” si fuera justo… hay que recordar que para mí es más importante la dignidad que la vida), pero ¿es bueno perder la capacidad de matar…, si en el proceso, por la dominación que ejerce el poder, nuestros cerebros están siendo domesticados hasta volvernos un mero y dócil rebaño? El punto sobre la referencia a las armas en la constitución estadounidense, es que se escribió en un momento que era necesario que la gente se sublevase contra el poder de los Ingleses. Contra el poder sólo es posible un poder igual, de lo contrario este se ejercerá como tal, como para que nadie pueda hacer nada. Al poder es al que más le interesa la no-violencia. Si tal camino llevase a la paz, justicia e igualdad universal, ningún argumento podría contra tal evidencia, pero la realidad no es así. El sistema se está volviendo intrínseca y estructuralmente violento, por lo injusto y desigual que es. Lo sabemos y callamos, lo sabemos y lo aceptamos, porque nos hemos comprometido con la no-violencia. ¿Hemos acertado con tal compromiso?

VII
Acabo remitiendo a un escrito de la Wikipedia alemana  —curiosamente lo encontré al buscar el término verbalismo, al que nombran de pasada— que muy bien resume lo que trato de argumentar…, dejando colar a otros conceptos a tomar en consideración, pues ¿acaso no somos todos los humanos esa persona alienada que describe Eric Fromm?:

La persona alienada se caracteriza sobre todo por el alto grado de manipulación hacia sí mismo y hacia los demás. La relación con el prójimo, por lo tanto, inevitablemente solo puede ser de naturaleza patológica y generalmente está impregnada de indiferencia. Detrás de la amabilidad impuesta solo está el deseo de autoafirmación y la motivación egoísta de que el otro te pueda ser útil en algún momento.
Las relaciones interpersonales también se han convertido en otra forma de evitarse a sí mismo y a sus pensamientos. El mecanismo para esto es un verbalismo pronunciado que se ha establecido en la cultura moderna. “Hablar se ha puesto de moda”: al expresar inmediatamente pensamientos preocupantes, la presión interna se alivia inmediatamente. Sin embargo, esto significa que se pierde un paso importante hacia el autodescubrimiento, ya que los pensamientos en este camino no dan frutos y pueden dar lugar a nuevas ideas.
En la intimidad de una asociación, las personas buscan un sentimiento de seguridad y protección. Sin embargo, una persona solo es capaz de amar cuando está en paz consigo misma. En consecuencia, el modo de vida alienado en nuestra sociedad, dificulta que el individuo construya y mantenga una asociación saludable. El autorretrato distintivo requiere diferentes roles para mantener la conformidad y flexibilidad requeridas. Desde este punto de vista, Fromm afirma que las asociaciones en la sociedad moderna rara vez son a largo plazo o funcionan únicamente como una comunidad de conveniencia e interés.”


Frente al caos (y el caos refrenado) de las imágenes de arriba.. sólo queda un camino.

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