La Incertidumbre de la Razón III – Voluntad de Poder
“—Nada es real.
—Así es más valioso.” Honey Boy
“Un juego no es divertido a no ser que tenga reglas.” The Nines
—Así es más valioso.” Honey Boy
“Un juego no es divertido a no ser que tenga reglas.” The Nines
Cuanto más se piense el mundo, más cambia, porque nuevos conceptos se suman a la confusión y el caos de lo social. Todo pensador quiere (ex)poner el orden del mundo, pero al dar ciertas visiones y crear nuevas ideas, paradigmas y conceptos, reordena el mundo como para que crezca su entropía…
—¡Pongámonos a ello, generemos más caos!
¿Puede ser un escrito parte de un libro y a la vez el final de otro?, sería el colmo de lo rizomático del hiperculturalismo. El anti-libro “primitivas, inclusividad y reacción” lo he dejado sin acabar, a falta de un último escrito. La cuestión es que lo que tuviera que decir allí era conflictivo. No ha sido por cobardía, mi reputación ya debe de estar por los suelos si tal cosa existe, pues primero hay que ser social y algo popular y no lo soy. Lo que sí está claro es que mi escritura no crea simpatías, y por ello no puedo perder algo que nunca ganaré. En este escrito no voy a acabar con el nombrado, pero ya apunta a ciertas ideas que tendrían que ir en él. Quiero tratar de ser breve, en esa dirección pensé si hacer la presente entrada con aforismos, en memoria de Nietzsche, pero creo que tal estilo es más complejo, elaborado y lento para escribir.
Empiezo explicando el porqué de este escrito. Ayer retiré de Internet, de los blog, la entrada sobre la etimología del concepto voluntad de poder. Me di cuenta que parecía caer en errores, pero a la vez me di cuenta que en esas flaquezas podía haber algo a lo que se tenía que prestar atención. Un problema humano es tender a matar al mensajero. En esa dirección a veces aviso al lector, “que aunque yo lo diga, no tengo por qué estar de acuerdo”, pero no siempre me doy cuenta de hacerlo. A lo largo de los escritos me he ido acercando cada vez más a las posturas de Nietzsche, en ese caso me pregunté si al pensador alemán no le ocurrió otro tanto, que en algunos casos exponía ciertos temas no porque fueran sus convicciones, sino porque se limitaba a exponer lo que veía en la realidad. Tanto Nietzsche como yo, decimos que había algo en la posición “natural” del hombre, que la estamos perdiendo o la hemos perdido. Yo lo hago desde mi posición anarco-primitivista, y siendo consecuente sé que no podemos volver a ese primer estado. Nietzsche, por el contrario, pensaba que lo deberíamos “recuperar”, pero habiendo crecido en el proceso, llegando al ultrahombre o trashombre (mejor que superhombre). En lo natural no tiene cabida lo moral, no se puede afirmar que un león sea cruel con una gacela. Mi anarco-primitivismo no llega tan lejos, o da tantos pasos atrás en la evolución. Se queda en el estadio en donde el humano llegó a cierto equilibrio dentro de cada tribu, y dentro de su entorno. En ese entonces sabía que era uno con la naturaleza, y que si la dañaba se dañaba a sí mismo. No hay nada virtuoso o especialmente intelectivo en tal acción: si talaba árboles repercutía en el bosque, podía no haber frutos en unos años o alteraba qué árboles o arbustos saldrían después. Se atenía al medio por egoísmo racional.
La postura de Nietzsche, al atenerse a lo natural, se basa en la transmutación de los actuales valores, en donde sobre todo ataca las posturas “blandas” y basadas en la compasión de las tradiciones hebraicas. La era de la Ilustración, y por ello de la razón, es una continuación o heredera de las visiones cristianas, luego ataca a la razón, a la obsesión por el orden, a nuestro deseo de control, a la falta de espontaneidad. Llama a lo Dionisíaco frente a lo Apolíneo. Aunque en mis últimos escritos arremeto contra la razón, es porque he creado mi propia filosofía basada en los contrarios del realista depresivo y la identidad narrativa; y debido a que en el fondo pienso que los segundos son los más competitivos, y los que ponen más en riesgo al planeta en su carrera acelerada, y puesto que en ese caso encajan más en hacer el uso del concepto de la voluntad de poder. Son maximizadores, retroalimentación positiva, y esa es una tendencia más peligrosa en la actualidad, y en tanto que el realista depresivo, al ser satisfactor, más conformista (para mí untar un huevo con pan, y la mezcla de sus sabores, es todo un placer), hace de retroalimentación negativa. Retomando unas frases atrás, sobre la dicotomía entre compasión y competición, yo al contrario de Nietzsche pienso que la competición es la que genera los conflictos, y son la base de la desigualdad y las injusticias. Aún con todo, de alguna forma pienso que el ser humano se está debilitando como especie. ¿Es evolutivo y por haber salido del juego evolutivo, o es social? Aquí radica el peligro de este tipo de pensamiento, que puede llevar a las posturas eugenésicas, o a las “soluciones finales”. Yo no he logrado conciliar tal dilema. Se que no es correcto la eugenesia, pero tampoco me satisface nuestro debilitamiento. Pienso que si la sociedad se basase realmente en la igualdad y la justicia, a sabiendas que hemos llegado a un estadio en el que ya tenemos bastante control sobre la naturaleza, y bajando el nivel de consumo, podríamos tener todos ciertas comodidades, sin explotar con exceso al planeta. Daría igual si fuese el caso que el humano se estuviera debilitando, al reducir el número de hijos a tener por pareja, como está sucediendo ahora, puede que al final volviese a equilibrarse la genética. No he dado una respuesta a si el debilitamiento de la especie es evolutivo o social, vuelvo a ello después.
¿Pueden la agricultura y la ganadería ser las “culpables” del patriarcado? Retomando a Nietzsche, las posturas naturales no eran patriarcales como tal. Se basan en el juego del poder, y en casi todas las especies tal poder lo ejerce el macho. Recordar no analizar lo natural bajo los conceptos morales e intelectivos. En muchos de mis escritos pongo al neolítico como punto de inflexión: allí se coció lo que es el humano ahora. La voluntad de poder de Nietzsche ¿es para el humano o sólo para el macho? Doy un rodeo para volver al final a esto. En el escrito al que me he referido, yendo en la búsqueda de su etimología, trataba de hacer ver lo ambiguo del concepto de voluntad. En la actualidad decimos o usamos tal término como siendo una capacidad cognitiva. Ese es el caso de la fuerza de voluntad. Pero en su origen estaba más cerca del concepto de deseo, de lo pasional, de las emociones. El fallo en la búsqueda que tracé en el escrito, es que tanto para Nietzsche como para Schopenhauer, en el que se basaba, es algo más primordial, más primitivo y básico que lo emocional. Entonces, ¿es un instinto? Como los dos autores son filósofos, no tratan de sustentar sus ideas en conceptos evolutivos y fisiológicos, sino que los mantienen con cierto grado de abstracción, como para que sean más manejables y moldeables dentro de una metafísica u ontología. Como ese no es mi caso, tengo que concluir que la voluntad de Schopenhauer, o la voluntad de poder de Nietzsche, se acerca más a lo que pudiera entenderse como un instinto, que con respecto a las emociones o lo intelectivo. Hay que poner a cada pensador en su contexto histórico. El concepto de voluntad de poder es una pataleta de indignación de Nietzsche contra la forma tan pesimista y negativa de filosofar de Schopenhauer. Para este la voluntad es una fuerza sin sentido racional, y por ello un capricho del caos de la naturaleza, que genera sobre todo dolor personal, la visión de Schopenhauer, entonces, es que la voluntad busca desordenadamente el cumplimiento del placer que lo sustenta, el agotamiento o muerte de tal energía, y en su lado contrario, en su saciedad y aburrimiento, no se llega a la calma —o es efímera— y por el contrario de nuevo nos vuelve a generar dolor. Nietzsche se posiciona en el lado contrario al afirmar que hay que amar tal proceso, que hay que amar esa energía y poder, incluso aunque se llegue a lo aburrido, a la repetición o su agotamiento. En ese caso, y se le ensalza por ello, ama la vida. Así dice:
“Si afirmamos un solo momento, no solo nos afirmamos a nosotros mismos, sino a toda la existencia. Porque nada es autosuficiente, ni en nosotros mismos ni en las cosas; y si nuestra alma ha temblado de felicidad y ha sonado como una cuerda de arpa solo una vez, toda la eternidad fue necesaria para producir este evento, y en este único momento de afirmación, toda la eternidad se llamó buena, redimida, justificada y afirmada.”
Volviendo al contexto de la vida de Nietzsche, hay que tener en cuenta dos cosas: que los conceptos darwinianos estaban en boga, y que se desconocía la existencia del ADN; y que por ello no se sabía cómo se transmitía la información hereditaria. El propio Darwin creó la hipótesis de la pangénesis: “en el que cada parte del cuerpo emitiría continuamente su propio tipo de pequeñas partículas orgánicas, llamadas gemmules, que se agregarían en las gónadas, aportando información heredable a los gametos”. Los pensamientos tan negativamente nietzscheanos sobre los humanos más selectos, y la selección del más fuerte, estaban en el ambiente, varios países como Reino Unido, Estados Unidos y Canadá tantearon varias ideas en esa dirección. Otro dato a tener en cuenta, es que estuvo sano hasta los 45 años, momento en el que su cerebro empezó a colapsar y caer en la demencia. Siendo así no llegó a la mediana edad, a la llamada edad de la razón, en la que de haber llegado, quizás, hubiera reconsiderado todas sus posiciones.
Vuelvo a la encrucijada del neolítico y la posible institucionalización del patriarcado. Se cree que en la región llamada media luna fértil, al norte de la península arábiga, se daba de forma natural el trigo, y sus habitantes sólo lo tenían que recoger. Un cambio climático alteró esa condición inicial y sus habitantes migraron más al sur, terrenos más propicios, habiendo aprendido a cultivarlo. Tal proceso se lleva a cabo por las semillas. En la dirección de hacer ver lo que quiero decir, en donde huelga decir lo que implica, fijarse en otras palabras con la misma raíz etimológica: simiente, semen, semental. Aún hoy a los niños se les enseña el concepto de reproducción abreviando como: “papá puso una semilla en mamá”. El hombre parecía ser el portador de la semilla, mientras la mujer tenía un aparente proceso más pasivo en la concepción. Hoy sabemos que un hijo es la mitad de los genes de ambos padres, pero antes todo este tema era más neblinoso. En el caso de la crianza del ganado, recordar que estamos en el neolítico, la selección para buscar ciertas características pasan por seleccionar el macho, de ahí lo de semental, que es el único que tiene sexo con todas las hembras, donde en la siguiente generación se vuelve a iniciar el proceso. Un macho con veinte hembras tiene veinte crías al año, y una hembra sólo una. La cuestión es que al cabo de varias generaciones, se empiezan a conseguir los resultados “esperados” o deseados. Esto que descubrió el humano con la domesticación, es una regla evolutiva: el macho, sobre todo con el concepto de macho alfa y los harenes, es el que más propaga sus características en la evolución. Tal tendencia da cierta desventaja a la línea materna. ¿No puede esta regla, y el desconocimiento de los genes y el ADN, crear las falsas ideas de la importancia del macho sobre la hembra, a nivel evolutivo o de herencia, y es lo que mostró Nietzsche en sus escritos?
Para el filósofo Ferrater Mora, el concepto de superhombre de Nietzsche se basaba, o se correlacciona, al concepto de Virtù del Renacimiento italiano, “que significa virtud o poder, (y que) se deriva del latín virtus, literalmente, virilidad”. En concreto de un concepto de Maquiavelo. La idea de fondo en Nietzsche es que un hombre, entroncando con el maquiavelismo, tiene que obrar movido por las finalidades, aunque los medios sean violentos o puedan parecer crueles. Las virtudes, así, son cualidades que ha de tener tal persona en mente, en vista a que sea lo mejor para el grupo o la sociedad a la que pertenezca. Esto nos lleva a nuestros orígenes. Un alfa no elige su condición: nace con esa potencialidad, que le llevará a ser competitivo y luchar para llegar a tal posición y mantenerla. Los medios dan igual, no son exactamente egoístas, puesto que es natural/evolutivo. Es una posición por la cual va a tener un mayor nivel de testosterona, que a la vez al ser un anabolizante creará una mayor conectividad entre las neuronas, que van a implicar una mejor inteligencia. Un alfa es un engranaje central dentro de un sistema, que pondrá o expandirá todas sus capacidades, para que su manada prospere o se mantenga equilibrada frente a otras. Es más vivaz, atrevido, sagaz, impetuoso. Durante las crisis en la manada se mostrará intransigente, enérgico, duro e incluso cruel. Características que clama para sí el superhombre de Nietzsche. En este caso el pensador alemán está llamando a la potencialidad de ese tipo de hombre, de macho alfa, el cual fue perdiendo terreno en las sociedades civilizadas, basadas en la razón. Analizando la cuestión así, Nietzsche no se tendría que haber “obsesionado” con mantener la palabra y concepto de voluntad, y tampoco acertó con la de poder, que a veces cambió por la de fuerza, y la usaba en paralelo en otros casos con la de dominancia; y en donde en cada uno de los términos, no se sabe con exactitud si es un camino interior (autodominio) o hacia lo exterior (dominación), o el concepto implica las dos rutas. El alfa es expansivo, se tiene que crecer en cada conflicto y lucha… cómo llamar a tal estado, ¿voluntad expansiva…, de crecimiento? Lo que quiero hacer ver, es que si se pudiera traer al día de hoy un chimpancé de hace cien mil años —y en caso que no haya habido alguna regresión evolutiva—, el alfa de aquel entonces sería poca cosa con respecto al chimpancé alfa actual. La evolución en sí es expansiva, tiende a lo más acto en crescendo, pues pone en juego la retroalimentación positiva, y en tanto que entra en juego la hipótesis de la reina roja, que viene a decir que hay que estar eternamente corriendo para permanecer en el mismo sitio. Piénsese en ello. Durante la evolución el chimpancés se quedó aislado al norte del río Congo, y esa misma especie al sur del río dio como resultado a los bonobos. Los chimpancés se vieron sometidos a competir unos contra otros dentro de la manada, y luchando contra otros alfas de otros grupos por los territorios, y no sin algún que otro encuentro con los gorilas. En cada generación, cada alfa, tenía que superar a su predecesor. Entran en juego las reglas evolutivas, que son en sí mismas expansivas. Se supone que la línea humana se separó posteriormente de este inicio común con el Chimpancé.

Volviendo a Nietzsche y la historia humana. Las sociedades humanas son un trayecto desde lo natural a la razón. La naturaleza no sabe de verdades: se despliega en su caos, “acertando” porque sus bases son las reglas evolutivas. Cada animal se despliega o se maximiza dadas las directrices con las que nace. Ese estado natural se contrapone a las verdades humanas o de la razón. En mis últimos escritos, sin yo saberlo —tenía olvidadas esas “direcciones” que tomó Nietzsche (el cerebro me imagino que las tenía latentes, en potencia)—, al final he ido por los mismos caminos de renegar de la razón. En mi caso, y al contrario de Nietzsche, ha sido por derrotismo: si no puedes a tu enemigo, únete a él, no a la razón, sino a la pantomima a la que juega la humanidad en la actualidad, al creer que está fuera de lo natural, cuando sigue operando, pero con la suma de que estamos alejándonos cada vez más de aquel pasado de los cazadores-recolectores, que sí llegaron a cierto equilibrio. O sea, yo sí creo que el camino es la razón, pues ya no podemos volver atrás, pero las evidencias me dicen que es imposible llegar a ella, mientras tanto jugamos en una partida en la que ni juega la razón ni lo natural. En este permanecer a medio camino de ningún lado, coincidimos Nietzsche y yo, y es lo que expondré a continuación.
La actual razón, aquello a medio camino entre lo natural y lo totalmente racional, implica dos conceptos que se entienden mejor en su simplificación callejera, y a tenor del poco tiempo que quiero dedicar al escrito: “venir de frente” y “puñalada por la espalda”. Todo alfa actual está constreñido a que no “opera” como lo haría de forma natural: no puede hacer uso de su voluntad expansiva (de poder), porque median las convenciones, las leyes y las normas sociales. ¿No hay violencia en el actual sistema? La farsa de las sociedades modernas o racionales es hacernos creer que si no hay sangre, o se empuña un arma, no hay violencia. La hay, es la constante, pero puesto que tenemos que operar con las premisas de lo racional, de las leyes y las normas, hay que hacerla lo más sutilmente que se pueda. No vemos venir de frente al enemigo y nos apuñala por la espalda. En tal estado de cosas al hombre, no sé si es igual con la mujer (tendría que buscar estudios y no sé cuál sería la pregunta a poner en los buscadores), nos gustan las películas de los asesinos en serie y los psicópatas, porque “entendemos” que es “más noble y honesta” esa postura frente a cualquier otra, tan sutil en su violencia que no se puede denunciar como tal. Sé que se puede malinterpretar lo que acabo de decir: ¿estoy justificando y alentando la violencia? No, sólo digo que el cine actúa a modo de válvula de escape, y que en ese caso tal tipo de cine muestra esa dirección de estar incómodos con la situación actual, y en donde tal tendencia muestra nuestros deseos inconscientes.
Doy un paso atrás. Nuestra especie tiene una doble tendencia hacia la colaboración y la lucha. Somos animales de manada y defendemos a los nuestros de los ataques externos. Tales ataques pueden ser de otros humanos. En algo en lo que se obcecó Nietzsche es en estar en contra de las emociones. Puede que porque se refiriera a los sentimientos, emociones más elaboradas y racionalizadas, y no a las emociones en sí mismas. Así dice: “las morales no son más que un lenguaje mímico de los afectos”, donde a la vez la verdad racional se basan en los afectos. “No existe algo así como una verdad sin afectos”, dice Christian Niemeyer parafraseando a Nietzsche. Las verdades morales o humanas, argumenta, no “descubren” nada, ni hablan de nada: es sólo una forma de racionalizar, justificar, cuestiones que nacen de la fe de cada pensador o filósofo (¿por qué no se aplicó tal regla a sí mismo?). Tales direcciones de su pensamiento se entienden mejor si se analiza que en tales posturas está atacando a algún filósofo de forma directa o indirecta (no quiero ahondar y alargarme contra quien y cada caso), y en tanto que tal filósofo basaba su ética, o la racionalidad, en base a alguna emoción, como es el caso de la compasión. A la vez hay que entenderlo en el contexto de la transmutación de los valores. Si las religiones hebraicas se basaban en la culpa y la vergüenza, tal base es en tanto que reniega de ciertos actos negativos, como lo son los violentos. ¿Un alfa lucha a muerte contra un alfa de otro grupo por amor?, quizás no sea esa la palabra, pero sí por cierta empatía, que no deja de ser otra cosa que un afecto. Nietzsche no puede o debería de renegar de lo emocional, por lo menos de las emociones básicas y más instintivas, entre las que se encuentra las del apego por los de tu propia manada o familia. Sea como fuere, y porque lo femenino siempre se ha asociado más a lo emocional, en la dirección de lo amoroso y compasivo, la razón y las religiones hebraicas están cargadas del papel femenino de la naturaleza, frente a lo masculino más agresivo y “natural”. La voluntad de poder se vuelve así en un promotor de las estructuras masculinas contra las femeninas.
En otro punto con el que coincido con Nietzsche es en el individualismo, aunque nuestras posturas son algo dispares. En mi caso, y en uno de sus aspectos, es que puesto que no hay forma de que el sistema sea totalmente racional, y siendo determinista, la cuestión se reduce a aceptar o no el juego de la sociedad con sus reglas. Como el sistema no es justo, y puesto que al entrar en su juego uno mismo se vuelve injusto, como consecuencia sólo queda el aislamiento o la rebeldía cínica. Para Nietzsche, y en esto coincidimos, cada individuo es único y su visión del mundo y cómo construirlo o vivirlo sólo puede ser a partir de su individualidad. Cada cual ha de ser su propio constructor. En mi caso ateniéndome lo más posible a mi visión empática y humana de la vida, y por ello con una moral que Nietzsche rechazaría como moral de esclavo.
No he acabado, quedan preguntas sin responder, pero es sólo cuestión de sumar unos escritos y otros, como el actual con: “La incertidumbre de la razón II – El Superhombre“. No he enlazado demasiado el escrito con el que debería de ser el final de “Primitivas, inclusividad y reacción”. No sé si lo haré.
Por cierto, en el escrito con enlace puse la fotografía de una chica. ¿Ha incomodado?, ¿se ha producido un rapto limerente? No venía a cuento, pero en este caso hay un porqué. Cuando uno va por la calle en verano, en sus asuntos mentales, se encuentra con situaciones así, que es el mismo caso que estar leyendo un escrito serio, y que en medio haya una imagen fuera de lugar. Las mujeres y el feminismo dicen que no hay que descontextualizar tales hechos, pero no tienen en cuenta el cerebro del hombre, nuestro “cont(s)ex(t)o”. ¿Es justo que nos “impongan” sus criterios sin negociar? Yo no quiero prohibir nada, pero preferiría que ellas mismas eligiesen evitar lo que pudiera llamar demasiado a los instintos básicos.
Por cierto, en el escrito con enlace puse la fotografía de una chica. ¿Ha incomodado?, ¿se ha producido un rapto limerente? No venía a cuento, pero en este caso hay un porqué. Cuando uno va por la calle en verano, en sus asuntos mentales, se encuentra con situaciones así, que es el mismo caso que estar leyendo un escrito serio, y que en medio haya una imagen fuera de lugar. Las mujeres y el feminismo dicen que no hay que descontextualizar tales hechos, pero no tienen en cuenta el cerebro del hombre, nuestro “cont(s)ex(t)o”. ¿Es justo que nos “impongan” sus criterios sin negociar? Yo no quiero prohibir nada, pero preferiría que ellas mismas eligiesen evitar lo que pudiera llamar demasiado a los instintos básicos.
Offtopic. Estoy cayendo en escribir demasiado y hoy he dormido sólo cuatro horas. Determinismo, está entrando el calor, “la primavera que la sangre altera”. ¿Se puede tomar como falta de determinación o de autocontrol?, no lo creo. Yo no mando sobre el sueño, casi nadie lo puede hacer. Trato de crear rutinas para favorecer el dormir, trato de evitar pensar o escribir, pero el cerebro en cuanto está desocupado toma el control sobre qué pensar. Tengo algunas técnicas, para tratar de evitarlo, pero siempre vence “él”, pues me da sugerencias muy tentadoras sobre las que tratar en los escritos. ¿Todo esto no es acaso esa voluntad expansiva a la que se refería Nietzsche?
Sugerencias de películas:
“Honey boy“, para reflexionar, drama. Su directora no ha tratado de cargar de toques feministas un tema que sí daba pie a ello. Acertado.
“Qué hemos hecho para merecer esto“, para reflexionar sobre lo multicultural y los choques de cultura de forma divertida.
Sugerencias de películas:
“Honey boy“, para reflexionar, drama. Su directora no ha tratado de cargar de toques feministas un tema que sí daba pie a ello. Acertado.
“Qué hemos hecho para merecer esto“, para reflexionar sobre lo multicultural y los choques de cultura de forma divertida.
Alguien ha entrado dos veces a una misma entrada de mi blog! Lo curioso es que eso me obligó a pensar en cómo unir el concepto de entelequia de Aristóteles, la voluntad de poder de Nietzsche, con los de limerencia y autopoiesis. ¡Sugerente, no! Esa unión y escrito lo puede hacer cualquiera a poco que lea sobre ellos.
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