Lo Irracional



La verdad es irracional.” Hegel
La razón es una dama muy atractiva. Los asuntos con ella han inspirado algunos maravillosos cuentos de hadas, tanto en las artes como en las ciencias.” Paul Fayerabend
Si vieran una puerta con la leyenda: «Lo que sigue es el vacío», ¿querrían abrirla?” Horrocks y Jevtic
La costumbre es el rey de todos los seres.” Pindaro
Cambiar conciencias, ¿no? Cambiar la conciencia humana y someterla a la voluntad del cuerpo, en vez de a la libertad de la mente. ¿Cree que esto es positivo?” Monos como Becky



Voy tendiendo a posturas “irracionales”. A destronar a la razón. Lo estoy haciendo a través de hacer ver que de existir Dios, este no tiene porqué ser el Dios de la cultura occidental, un Dios razón, en donde tal capacidad implica el bien, la verdad y la belleza. “Perfilo” un Dios Caprichoso, Juguetón, “Necesitado” de su obra y que la crea imperfecta para que sea “divertida” tanto para Él como para el humano. En esa dirección Ese Dios no es moral, tal “artefacto” conceptual lo crea el hombre por necesidad de que las sociedades complejas a las que llega tengan que tener unas normas y reglas, pues de lo contrario se caería en el caos y el delito como (lo) norma(l). ¿Sería del agrado de Nietzsche tal Dios? Ese Dios… ¿no es en definitiva el Dionisos que tal autor “defiende” o propone?

En primer lugar, dónde nació la idea de que Dios es Razón. Los idealismos, en tanto que tomaron a la idea como concepto primero, y los racionalismos, pusieron a la lógica como la base de la verdad o la razón y concluyeron que si tal propiedad es la que nos lleva a conocer el mundo, al conocer la obra de Dios se llega a Su principal cualidad y que esta guarda un sentido, un orden y unas reglas. El Dios hebreo del primer testamento no tiene tales capacidades, Obra a modo de demiurgo, y no sin las propias vulnerabilidades de los humanos. Se nos presenta Caprichoso, Vengativo, Cruel…, ¿Irracional? No me cansaré de decir que el Nuevo Testamento es principalmente la obra de San Pablo, en donde Dios “aparece” con otros atributos muy distintos de los del Primer Testamento, y donde deja que se pronuncien sus conocimientos y bases Romanas y por ello griegas, sobre todo basadas en las ideas de la razón. La frase en San Juan 1:1“al principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”, es un concepto muy griego, que no tendría cabida en la Torah y no se encuentra en todos los códices bíblicos.

Ni siquiera los conceptos modernos de lo que ha de ser la razón, ligada a las leyes y lo moral, son exactamente las bases de la filosofía griega, sino aquel sustrato o meme que permaneció como “válido” frente a otros. Nomos para los griegos eran las leyes, de tal raíz nos ha quedado el sufijo -nomía (conjunto de leyes o normas), que se encuentra en muchas de las ciencias, como taxonomía, geonomía, pero que después de forma más extendida se aplica —o aplicó— en saberes más cuestionables como la astronomía o la economía. De nomos tenemos, o surgen dos ideas o conceptos muy distintos, el establecimiento de las leyes naturales, encontrar verdades del mundo, de la realidad, pero a la vez era aplicable a las leyes humanas, estas ya atadas a las culturas y las épocas, y que por ello no “buscan” verdades”, sino reglas de convivencia (convenientes). La propia palabra ley conlleva ese origen bastardo, pues no es lo mismo una ley natural, como la gravedad, que una ley humana, que es válida hoy, pero no quizás dentro de unas décadas o incluso dentro de una semana.

Así que nos encontramos que esta doble vertiente seguramente siempre ha sido tenida en cuenta, si bien la cultura griega ya analizó en su momento, así lo creo, que las leyes humanas, las en teoría dictadas por la razón, eran caprichosas y no libres de caer en errores. En la naturaleza siempre suele existir hechos en donde una ley natural no es aplicable, puede que no en lo más básico de la realidad, pero sí en la vida. La taxonomía se encuentra una y otra vez con tropiezos de dónde “ordenar” una especie nueva, a veces ha tenido que revisar todas sus concepciones a partir de nuevos descubrimientos. Estoy hablando de las denominadas “zonas grises”, que en lógica ha “obligado” a crear el concepto de la lógica difusa. Una ley que generalice no tendrá en cuenta ciertos casos particulares, donde tal ley no tendría que ser aplicable, y en donde de aplicarla es muy posible que caiga en la injusticia. Bajo estas premisas, en la antigua religión griega, existía el demonio Nomos, que lo era de “las leyes, los estatutos y las ordenanzas”.

Analizado lo anterior. ¿No tendría o caería Dios en el mismo problema con Sus propias leyes o reglas? Aplicar una teórica Ley Divina, ya en lo humano, puede implicar ir contra otra, de tal manera que las dos parecen volverse excluyentes o cuanto menos no complementarias. Pensemos lo dicho en la Biblia sobre la homosexualidad, donde no es complementario a los conceptos del amor. El amor no tiene sexo, no se puede encerrar a una “verdad” heterosexual o sólo válida para procrear. ¿No encaja mejor una idea de un Dios que no puede ser razón?, que no tiene que ver nada con la moral, las reglas o las leyes humanas. Es más, la razón humana parece ser “eso” a lo que siempre hemos denominado demonio, en tanto que esta crea unas reglas y normas que han sido las que han creado muchos de los males y las injusticias humanas.

Escritos atrás decía que ya no hay líderes, poniendo en tal ámbito a los propios científicos o cualquier humano que sobresalga en una materia. Decía así que sólo queda la opinión pública. En otros escritos sostengo que la voz de los filósofos y pensadores en general, se está dejando de oír (leer). En la película “los consejos de Marie“, una feminista hace mención a Donna Haraway, una autora del feminismo. Buscando bajar algún libro en la “biblioteca digital“, de repente me encontré con el sugerente título “Adiós a la razón” de Paul Feyerabend. Más tarde he tratado de seguir la secuencia de cómo llegué a ese libro, pero no he podido volver a reproducirla, ya que lo tienen desde hace casi cuatro años y en teoría no estaría en sus primeras páginas. Lo bajé inmediatamente, dada la cercanía a mi libro “la imposibilidad de la razón” y mis últimas ideas. Casi en las primeras páginas me encontré con la sugerente idea (transcrita en el párrafo siguiente), que me daba la razón sobre que tendemos a la “opinión”, más que a tratar de dar “fe” en los expertos. Con respecto al coranavirus…, ¿hubieran sido drásticamente distintas las estadísticas de infectados y muertos si la sociedad, cada individuo, hubiera tomado las medidas que él creyese oportunas, con respecto a cómo iban viniendo los acontecimientos? Puede que la misma y exacta cifra no, pero quizás bastante similar (se dan unas 400.000 muertes por gripe al año, con el coronavirus van sobre unas 430.000, a fecha de 6 de junio, contando desde noviembre del año pasado). En casos como los de la peste de la Edad Media, los “expertos” de su momento daban más bien malos consejos que aciertos, como cerrarse muy bien en casa, cuando era mejor tener las viviendas bien ventiladas. Hoy “sabemos” más que en aquella pandemia que asoló Europa, pero ¿tanto como que no sean falibles las opiniones de los expertos? Han estado cambiando de “opinión” a lo largo de los acontecimientos sobre distintos temas, como la distancia a la que han de estar las personas, si se transmite por contacto o no…, ¿no lo habría hecho igual la sociedad a cada circunstancia nueva? De fondo trato la idea del concepto de “actualización”, la ciencia, su saber acumulado por siglos, es un eterno actualizarse, no muy diferente de como lo hace cada cerebro en la tierra, y sobre todo el humano.

E aquí el texto de Feyerabend:

…¿de qué otra manera podemos adquirir conocimiento sobre el mundo y la posición de los humanos en él? Conseguir saber cosas es una empresa difícil, y sólo unos pocos tienen tiempo y disposición para ello. Esta es la razón por la cual necesitamos grupos especiales de gente especialmente preparada; esta es la razón por la cual necesitamos expertos. Estoy de acuerdo en que necesitamos expertos. Pero la cuestión es: 1) ¿cómo procederían esos expertos?; 2) ¿cómo han de ser juzgados sus resultados?, y 3) ¿quién tiene que decidir al respecto?
La tercera cuestión ya fue discutida en la antigüedad. Había esencialmente dos respuestas, a saber: 3A) los expertos deben ser juzgados por superexpertos, y 3B) los expertos pueden ser juzgados por todos.
La respuesta 3A era la de Platón. Los expertos, decía Platón, son muy buenos dentro de sus propios campos, pero carecen de un sentido de perspectiva y desconocen cómo se hacen consistentes los resultados especiales. Los filósofos (de la línea correcta) sí tienen este conocimiento. Por tanto, debiera dárseles el poder de acomodar la sociedad de acuerdo con sus ideas. Aún hoy perdura parte de la respuesta de Platón. Se halla en la creencia de que hay ciencias básicas y ciencias más periféricas, y que la empresa de avanzar y comentar el conocimiento correspondería exclusivamente a las ciencias básicas.

La respuesta 3B parece haber sido la de Protágoras. Según él, los ciudadanos de una democracia donde la información es fácilmente disponible descubrirán pronto la fuerza y la debilidad de sus expertos. Como los miembros de un jurado, descubrirán que los expertos tienden a exagerar la importancia de su labor; que expertos diferentes tienen a menudo opiniones diferentes sobre el mismo asunto: que están relativamente bien informados en un pequeño campo, pero que son muy ignorantes fuera de él; que casi nunca admiten esta ignorancia y ni siquiera son conscientes de ella, pero la salvan mediante un lenguaje altisonante, engañando de este modo a sí mismos y a los demás; que no les repugnan las tácticas de presión de la peor especie; que pretenden buscar la verdad y usar la razón cuando su guía es la fama y no la verdad, ni el deseo de estar en lo correcto, ni la razón, etc. Es inútil esperar —concluirá así su informe un proponente de la respuesta 3B— que el supercientífico esté libre de tales defectos: muy al contrario, al carecer de controles y contrapesos, pueden cultivarlos y hacerlos florecer del modo que deseen.”

Platón lo que sostenía era que los príncipes tenían que estar guiados por los filósofos, por el saber distanciado de un “sabio”. Hoy la cuestión no es muy distinta. Los gobernantes de las democracias, y los reyes en su momento, se rodean de expertos que los guían o los aconsejan sobre las distintas materias. Por otro lado se dice de Platón que es el que creó la democracia, en su república. No. Más bien es que dado que su primer proyecto no pudo ser, sólo le quedó el segundo camino: el de la democracia. La dualidad líder/sabio es frágil, pues el primero es el que tiene el poder y escuchará o dejará de hacerlo según su conveniencia. Por otro lado el papel del “sabio” no siempre es lo bastante sabio, ecuánime o no partidista. Ahí nos encontramos, en la actualidad, que los grupos de consejeros, los grupos de expertos, en muchos casos están pagados por las grandes multinacionales para que veten o favorezcan las leyes que les convengan.

Mi “conclusión” es que en todos los casos son tan falibles la postura 3A como la 3B, propuestas por Feyerabend. Este autor, de corte anarquista, a la vez nos dice, en el libro arriba mencionado, que no existen las ciencias exactas y que toda ciencia es en primer lugar humanista (no positiva). De otra manera, las “verdades” de la ciencia no dan contestaciones a las eternas preguntas humanas del cómo, porqué y para qué estamos aquí y toda propuestas de los científicos serán desde sus propias creencias. Un ateo no buscará a Dios en la ciencia, y un teísta sí. Adaptarán sus argumentos y conclusiones a esta idea primera. Por otro lado está el que la ciencia “encuentre” el detalle, el árbol, pero no pueda decir nada del bosque. Toda idea generalista es endeble, puede ser partidista y suele ser poco fiable. ¿Acaso no ha sido ese el papel de las religiones?, son cosmovisiones que tratan —trataron— de encajar toda la realidad bajo unas premisas generalistas.

Lo que sigue puede repugnar a ciertas personas. Lo escribo porque es algo que puede haber pensado mucha gente, pero nadie se “atreve” a decirlo en la era de lo “políticamente correcto”. Cuando escribí “vivimos en una simulación” lo hice bajo la idea de que el coronavirus parece haber sido una pandemia “muy conveniente”, bajo ciertos aspectos. Ha “obligado” a que las familias se vuelvan a reunir, las fronteras se han cerrado a sus estados más pequeños: las regiones históricas; lo que ha “obligado” a pensar en la “verdadera” pertenencia y ha puesto en entredicho la globalización, pues ha sido esta, además, la que lo ha propiciado. Igualmente ha puesto en jaque el capitalismo y la casi ausencia de la seguridad social en los Estados Unidos, así como las diferencias entre las clases sociales. Cuando se ha pasado a la fase de poder salir, era hacia el campo y la naturaleza, las personas se han reencontrado con ella, y ha sido justamente en primavera, cuando más vistosa está y además en un año de muchas lluvias que ha propiciado una vegetación aún más exuberante (se han visto estampas como las de personas echándose fotos en campos de amapolas). Por otro lado los que han fallecido o los  más vulnerables han sido la tercera edad. Lo que nos ha “obligado” a pensar en ellos y tenerlos en cuenta, en una sociedad que ha ignorado, vapuleado y denigrado a tal edad. Como “consecuencia” indirecta tales muertes repercutirán para “mejor” las siguientes décadas, pues los Estados tendrán una presión menor, en unos países que tendrán ahora menos jubilados. Para dar una vuelta de rosca más a este planteamiento, los países latino-europeos han sido más “castigados” que otros, pero de nuevo parece “un plan” pues en tales países hay un mayor número de ancianos, que suelen vivir más tiempo, dado su clima y su dieta. Se equilibra así algo más el número de ancianos en los países europeos. Todo esto me pareció el plan maquiavélico de un programador dentro de una simulación. O en otro caso el plan de un Dios, que dado que Usa esos medios, no puede ser muy justo o dominado por lo que entendemos por razón, en tanto que ha de estar mediada por lo moral.

Lo dicho arriba no quiere decir que sea así. De hecho si usé los conceptos de programador y simulación, en dichos escritos, era en la dirección de no ser tomado en serio. Pero lo que sí queda claro es lo fácil que fue para él humano el creer y dar fe a su pensamiento mágico, a lo misterioso, a la existencia de los dioses, pues hay hechos catastróficos —naturales o no— que parecen obedecer a una mano operando entre bambalinas (mano negra en el imaginario español, francmasones o cualquier otra entidad secreta en otras culturas).

Cómo encajar el concepto de ley o de nomos sobre toda la realidad, sobre una “verdad unificada”, si como hemos visto arriba son irreconciliables. En otro orden de cosas, quién hoy en día sostendría la dicotomía entre animal irracional y racional. ¿No hay que “adaptar”, actualizar, el concepto de razón a los nuevos tiempos? En la actualidad la idea más aceptada en el imaginario inconsciente es que la naturaleza tiene —tenía— un orden, y que el hombre es el único que sobra o a trastocado tal orden. Lo que en cierta forma invierte el orden de las cosas y ahora el hombre es el único animal irracional, en una naturaleza con ciertas “razones” para ser como es. Se vuelve así a la idea primera de los griegos, donde Nomos, la ley o razón humana, es un demonio.

Habiendo casi terminado de leer el libro de Feyerabend concluyo que sus propuestas son quijotescas, pues, cómo atacar a la razón si lo que usa son razones. Lo mismo le ocurría a los deconstructivistas con respecto a la escritura, usando ellos ese mismo medio. Por otro lado argumenta que lo que en primer momento parece irracional en ciencia, ciertas de sus teorías y propuestas, al final son aceptadas y tenidas como leyes. En ese caso no quiere decir que no vayamos hacia la razón, en tanto que está unida al concepto de verdades, sino que hay que suspender la razón en ciertos casos par al final de la historia, de los descubrimientos, llegar a la “razón” o verdad últimos.

Lo que propongo, para remedar estas taras, de lo irreconciliable de las leyes y “razones” naturales y las humanas, es crear la distinción entre verdad, las naturales, y la verdaz como las verdades humanas. Me baso en la manida “verdad” de la frase del corazón tiene verdades que la razón no entiende (ignora, no sabe) de Pascal, y por ello el uso de la z al final, además que dicha letra en Internet, en los nuevos tiempos, implica lo libre, lo rebelde, lo que no se atiene a las leyes (warez) o reglamentado y que sólo beneficia al estatus quo, el capitalismo y a los ricos. Tampoco hay que reducirlos o contextualizarlo a lo meramente rebelde, sino a aquella visión que trata de buscar las “verdades” humanas y la cual sabe que sus leyes no siempre son las acertadas en el cien por cien de los casos. Una verdaz tiene en cuenta el caso individual que lo salva de ser juzgado bajo los parámetros de las “verdades” sociales.

Pero tal concepto va más allá. En un ejemplo, hoy en día, lo que más defiende la ley humana es la vida humana. Tal idea se ha vuelto una “verdad”, mientras que lo que cree una gran cantidad de las personas es que antes que la vida ha de estar la libertad y la dignidad humana. Muchas personas no creen en los cuidados paliativos sobre una persona que ya no quiere vivir. Una gran cantidad de suicidas “eligen” esa opción no por cobardía, sino porque les parece una salida más digna que las otras posibilidades que les quedan, como mendigar o delinquir. Otro caso es el trabajo. ¿Dónde se encuentra la frontera entre el trabajo digno o no?, cada cual tiene su propia verdaz, no hay una verdad única.

La verdaz está unido al concepto de qualia (la belleza está en los ojos que la ven, “para gustos los colores”), donde además hay que extrapolar tal concepto al cerebro o cognición social. En escritos atrás afirmo que inteligencia está unido al concepto de actualizarse. De una canción, de una composición musical para ser más técnico, no se puede afirmar que sea verdad o mentira. Por ello el concepto de “verdaz”, como verdad no adaptada a lo racional, reglas o patrones, a la realidad, y por lo tanto para lo extraño, es aquel tipo de “razón” unida a una emoción, pasión, sensación o emoción que sólo se encuentra en el cerebro individual, en su verdaz. Fijarse que en la actualidad se lleva mucho el concepto de los cover, de las revisiones actualizadas de las canciones. Por lo general los cover no es que sean mejores, y por ello tal idea esté unido al concepto de verdad, lo que ocurre es que tal canción está “adornada” o reconstruida con ciertos patrones rítmicos y líricos más propios de la época y la cultura que lo crea: tales cover son la verdaz o son acordes a tal cultura y época. En otros casos (como es el caso de Sweet Dreams de Marilyn Manson sobre una canción de Eurythmics) son verdaz para ciertas personas o ciertas subculturas o grupos minoritarios. Una verdaz humana es que nos tenemos que aceptar con fallos e irracionalidades, en donde al “solicitar” que nos dejen ser nosotros mismos, es a la vez decir “déjame mi pequeña parcela de irracionalidad”, que a la vez implica tener que aceptarla en los demás. Por esta postura es por lo que es más “atacable”, y están tan poco aceptadas, ciencias humanas como la sociología y la psicología, dado que en lo humano no tendría que haber verdades, sino verdazes. Por lo demás, de nosotros siempre tiene que quedar algo vedado a los otros, para no “pertenecerles” por completo, pues en ese caso nos volveríamos predecibles o verdad, cuando de lo que trata la libertad es de escapar de toda verdad, como único camino que ha de existir. Prevalece, por lo tanto, la verdaz e irracionalidad de Orwell de “dos más dos son cinco”.


Cover rap de Daddy, sobre una canción de Sting, aderezado al inicio del “adagio for strings” de Samuel Barber y con una voz femenina y Góspel.

Tratar de implementar a nivel de leyes una única verdad, es demoníaco, maléfico, pues además tiene la impostura de tratar de basarse en leyes naturales, o la idea de un dios que es razón y que es el que nos impone tal verdad (lo moral, lo ético). Tras leer mucha ciencia, y filósofos argumentando sobre ella, y los más fáciles documentales, a lo único que se podría llamar “verdad”, habría de ser a las reglas de los sistemas, y por ello de los sistemas vivos, los cuales crean unas reglas que tienden a un equilibrio en una época y lugar concreto. En definitiva a un ecosistema. En tal caso el humano ha creado su propio ecosistema, o ha adaptado el resto de ecosistemas del mundo al suyo propio, y como tal se podría pensar que no deja de ser un nuevo tipo de sistema ecológico, que le viene bien sobre todo a él mismo. Visto así no es una “perturbación”, sino tan sólo un nuevo sistema que internamente tiene sus propias reglas. Ahora, se atiene a “verdades” o ha “ganado” su verdaz. Lo que trato de hacer ver es que si yo mismo a nivel individual acepto la verdaz, he de aceptar a la vez que el humano sea cierta verdaz de lo que ha de ser un ecosistema. Tal contradicción no es salvable, pero ¿por qué tratar de aplicar la razón a todo?, no es contra lo que voy… y en último caso, no caigo en el error de Feyerabend al tratar de atacar a la razón con razones. Podría aducir que dicha contradicción implica una verdaz, pero ninguna verdad, pero de nuevo estoy usando un argumento basado en la lógica y la razón.

Con esto llegamos a Nietzsche y por qué es tan seductor, o vórtice que succiona a todo pensador actual. Se supone que tal autor trataba de escapar de las verdades, y lo hacía a través de su propia verdaz. A tal autor no hay que analizarlo con la lógica o con las razones, pues se encontrarán contradicciones por todos los lados. No hay que entenderlo, hay que comprenderlo. Hay que analizarlo desde el concepto de verdaz, de las verdazes humanas o naturales, de la vida, que no tienen que ver con las verdades de la materia y lo inerte, así como tampoco con las leyes de la razón humana. La evolución llegó a la verdaz de la muerte, porque si lo que le interesaba era mantener intacto un paquete de información, que tenía que ser copiado una y otra vez, “sabía” que sucesivas e infinitas copias alterarían el “mensaje”. Si tal verdad proviene de un Dios, entonces tal Dios acepta la muerte como parte de la realidad, entonces… ¿por qué ahora el humano trata de contradecir o ir contra tal verdaz? Las razones humanas, su verdaz, irían contra las leyes naturales. En este lenguaje, de nuevo, se cae en el peligro de perder la distancia entre lo que es verdad y verdaz, y que lo segundo se vuelva lo primero. ¿No es ese el juego en el que ha terminado jugando el hombre?, ese juego de no saber distinguir entre la verdad y la verdaz, y transmutar uno por otro según cada época y cada cultura. Y de ser así, de tratar de evitar jugar tan maquiavélico juego… se puede, ¿qué queda?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Códice y Trucos Para Comprender los Sesgos Cognitivos

Índice y Preámbulo

Adendum - Micro-Historia de las Diferencias de Género - Un Viaje a Abilene