Cultura de la Violación y ELXOKAS
(G##gle está poniendo filtros si se dan ideas alternativas sobre la gxerr@ Rus@ y demás. ¿Cómo interpretar esto?)
Este escrito no trata de establecer si existe o no existe la cultura de la violación, aunque diré lo que yo opino. Cuestión que se ha puesto en boga a partir de un vídeo de ELXOKAS sobre un comportamiento de uno de sus amigos. Examina, muy al contrario, tres tipos de conocimientos: el anecdótico/narrativo, el sentido común y el estadístico. Tampoco quiero sentar cátedra, pues no quiero desgastarme mentalmente.
Los tres escritos previos (2, 3) tratan sobre los argumentos narrativos, esto es, la capacidad humana de establecer creencias a partir de los relatos, donde estos suelen implicar una argumentación de hechos del mundo. Dos claros ejemplos de argumentos narrativos son las parábolas o los cuentos con moraleja. Es de imaginar que antes que lógico el humano era narrativo. Somos una animal proveniente de áfrica, y sobre todo habitante de la zona ecuatorial. Esto quería decir que más o menos se tenía doce horas de sol y doce de oscuridad, como media, mientras que dormimos como media ocho horas. Esas cuatro horas en la oscuridad, nuestros ancestros las dedicaban a contarse historias y a danzar. Este origen queda patente en que cuando somos niños somos criados principalmente con cuentos o con narraciones de sus vidas por parte de nuestros padres (cada vez menos). Tal capacidad no se pierde y durante toda nuestra vida vemos películas, series, teatro, y leemos libros. Del total de tales narraciones tratamos de sacar lecciones de vida, las cuales nos sirven —o son la estructura— por las cuales nos conducimos en sociedad.
Si nos remontamos a la vida antes de la imprenta y la lectura, las narraciones eran sólo verbales, y en realidad más bien pocas. Luego el aprendizaje era más bien anecdótico, pues se basaba en muy pocas historias de unas fuentes muy reducidas. Paralelo a este conocimiento, cada persona iba aprendiendo de sus propias experiencias. La suma de estos dos conocimientos daban a tal persona un sentido común, una forma de concebir el mundo a través de sus propias experiencias, las experiencias que le contaban sus más allegados, más las que se sumaban a través de haber escuchado narraciones.
Siglo XX. Todo se basa en estadísticas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Si esto fuera un libro o tuviese mucha motivación sobre el tema, trataría de desgranar qué pasos se han dado desde esos orígenes a los actuales, pero como no es así tomaré atajos. El conocimiento que he analizado hasta ahora se basaba en hechos concretos y más bien pocos. Cuando se empezaron a formalizar las ciencias humanas, estas trataron de ser positivas, esto es: basarse en hechos medibles y cuantificables, con lo cual no se tenían que basar en el sentido común o lo anecdótico, sino en la medición de los hechos sociales. En las actuales guerras culturales, y por necesidad de no basarse en lo anecdótico, cada vez se recurre más a buscar estadísticas, pero como he dicho escritos atrás, todo estudio científico se suele basar en lo hipotético-deductivo…, esto es: se tiene o se parte de una hipótesis y se trata de verificar con experimentos, encuestas, etc., la hipótesis de la que se parte. En el caso que nos toca, si existe o no la «cultura de la violación». Por más que se quiera las ciencias humanas no pueden llegar a ser positivas, pues no es lo mismo «interrogar» sobre los datos de las partículas, que a las personas. Un primer problema es la base hipotético-deductiva, pues la hipótesis de la que se parte ya redirige o estructura las posibles deducciones. En el caso de la «cultura de la violación», si tal estudio lo lleva a cabo feministas, tales personas o científicas estarán sesgadas a confirmar lo que buscan, mientras que si lo hacen hombres, o personas que vayan contra la ideología feminista, se sesgarán hacia que no existe la cultura de la violación. Este tipo de análisis suele dar distintos resultados dependiendo de los científicos, de las muestras, y de los métodos, con lo cual nunca suelen salir los mismos resultados. Un segundo problema es usar las encuestas, pues se cae en lo anecdótico de cada persona, donde además es distinto lo que esa persona pueda decir, y crea, que lo que su cerebro «maneja» como información. En un ejemplo, yo me puedo creer valiente, pero quizás sólo sea un cobarde que se esconde. En ese caso la ciencia tiene que recurrir a tratar de llegar a esas «verdades» nucleares, por medios diferentes a las encuestas. Un tercer problema es en qué cultura se hace tal tipo de análisis y encuestas, donde por un lado la vida de tales culturas pueden ser muy distintas a la occidental, y por otro los sesgos individuales serán igualmente distintos que la media occidental. En ese caso se recurre a estudiar o a recoger estadísticas de todas las partes del mundo, para tratar de llegar a medias estadísticas.
«No sabemos nada. El cerebro lo sabe todo. Tienes una úlcera y no lo sabes, pero el cerebro incrementa las secreciones de mucosa. Sabe cuál es y dónde está el problema.» Dr. House
Pero el principal problema viene dado por el etiquetado. ¿Esto que es? Sin querer decir que sea análogo, en la época previa a la imprenta si se preguntase a las personas de si existían los fantasmas es posible que un número cercano al 100% dijese que sí existían. La existencia de un concepto lo valida en cierto grado, por el simple hecho de que exista (por esta «extraña» lógica se llegó a afirmar que existía Dios, pues la mera idea de pensar que existe y tal nombre, ya lo prueba —argumento ontológico—). Decía Aristóteles que somos animales imitativos, que en realidad es parte del tipo de aprendizaje de muchos animales, con la diferencia que el humano al tener un lenguaje muy complejo y abstracto, la existencia de una palabra, en principio y de forma tácita, implica que habla de algo real del mundo. En la era precientífica, y puesto que no se podía o se quería verificar a lo que las palabras apuntaban (signo), se daba por sentado sus realidades (significantes: hechos, realidades). En el caso que nos toca… de dónde viene el concepto de «cultura de la violación»…, de los años 70 del siglo pasado y de unos estudios feministas. Lo que tal concepto define es «un escenario, estudiado por varias teorías sociológicas, en el que la violación está generalizada y normalizada debido a las actitudes sociales sobre el género y la sexualidad» (fuente Wikipedia). Lo primero que llama la atención sobre tal definición es el concepto de normalizado. Tiene dos acepciones, pero una —la científica— se deriva de la otra. Por norma —en tanto que hábito y de esto a lo habitual o normal— se entiende el cómo una sociedad dada se conduce ante cierto hecho. La norma en España es comer sobre las dos o dos y media, que es distinto con respecto a otras partes del mundo. De tal concepto emerge el de normalidad, extrapolado en lo estadístico a través de la distribución normal o campana de Gauss, como aquella medida que es superior al 50% a nivel estadístico en una sociedad. ¿Alguien cree que tenemos la norma —aceptado como que es una conducta normal— por encima del 50%, a la violación?, ¿o que se dé por encima del 50% en la sociedad? Por lo anecdótico o el sentido común, de nuestro día a día (o por lo menos antes de Internet), lo que sabemos a través de las mujeres con las que tenemos trato y con las que tenemos confianza, no son el 50% ni de lejos (queda por ver si es este el caso, y que tales mujeres no nos hayan contado la verdad). Como no parece ser así, a «simple vista», el feminismo ha tratado de delimitar qué es o no es violación, la cantidad de veces que se da, y el resto de temas, como la continuidad o la excepcionalidad, etc.
Un problema evidente es que el número de violaciones no es igual al número de violadores, pues lo que se suele dar es la reincidencia. En un ejemplo… en el barrio en el que vivo hace un tiempo se dieron 4 o 5 violaciones (no lo recuerdo bien, pues tampoco leo prensa, me baso en lo que las feministas pintaban en las calles y como aviso), pero sólo era un violador. Después de ese caso ya no han vuelto a darse avisos. Independientemente de los violadores como personas con esta conducta criminal, existen los hombres que pueden llegar a violar o a aprovecharse de la indefensión de sus víctimas, ya sea por su corta edad, o por estar en alguna situación de vulnerabilidad física o psíquica. En el caso que nos toca sobre lo dicho por ELXOKAS…, de si hay violaciones en mujeres que por los efectos de alguna droga han sido violadas, sí, las debe de haber, pero todo este tema es muy complicado de tratar. Vayamos a un caso anecdótico.
Ya he contado otras veces que yo me encontré una vez con que a una chica ebria la estaban acosando un grupo de hombres y al captar lo que estaba pasando, me hice pasar por su amigo para sacarla de esa situación (a costa del grupo que me atacó verbalmente para que me tratase de ir). Lo que nunca he contado es en lo que pensé mientras traté de llevarla hasta donde estuviese su grupo de gente. ¡Se me pasó por la cabeza si quizás ella quería tener sexo en grupo y yo se lo había impedido! ¿Por qué llegue a pensar eso?, porque cuando estaba hablando con ellos no trató de alejarse o buscar ayuda, ya que estábamos en una calle muy concurrida y muy iluminada. Además su cara no era la de una persona asustada, o algo similar, sino que aun en su ebriedad, mantenía algo de cordura y se podía hablar con ella…, en pocas palabras: parecía mantener la compostura y que «allí» en su cerebro aún se mantenía el agente activo que nos hace ser personas tomando el control de la situación. Pero ¿por qué mi mente se fue tan lejos y a la idea de que quizás quería tener sexo en grupo y yo se lo había impedido?, por lo distorsionado que está ahora todo con respecto al sexo. Me imagino que alguien de hace siglos no hubiera pensado lo mismo que yo, pero en mi caso —como todo humano de las sociedades de la cultura occidental— soy un hijo que ha nacido después de la revolución sexual de los 70, y puesto que parto de la teoría de que la sexualidad de la mujer es igual a la del hombre. De nuevo un problema del etiquetado y del uso del lenguaje que hagamos, y las palabras o los conceptos que usemos. A todo esto hay que añadir que por aquel entonces era camarero de noche y solía salir con extranjeras, donde, como ellas mismas me habían dicho, tenían bastante sexo, pues al estar fuera de su país se libraban de que la etiquetasen en su barrio o pueblo de ser promiscuas…, algo así a «lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas», igualmente por la «necesidad» de pasar por esta etapa de tener sexo sólo por el sexo, para al final tener de pareja al hombre que será parte de su vida. Por otro lado ya había escuchado de casos de orgías, y era algo que igualmente no tenía que ser tomado desde posturas puritanas, sino de forma abierta. Con todo, y ante la duda, estuve con ella más de media hora recorriendo distintos bares de noche, hasta que al final encontramos al grupo con el que había empezado la fiesta. Por lo común cuando salía con amigas, las acompañaba a casa o las dejaba en un taxi.
Igualmente siendo camarero de noche, he «normalizado» que las mujeres beben y se «enrollan» con chicos y en algunos casos se metían con ellos en los servicios para salir después de veinte minutos o más. ¿Cómo saber en todo este entorno qué es normal y qué no? Lo que ha contado ELXOKAS es el caso de un chico que busca sexo entre aquellas chicas que están abiertas a ello, a sabiendas que el alcohol es el lubricante social por el cual las chicas se desinhiben los fines de semana. Enrollarse muy pocas veces quiere decir tener sexo, sólo quiere decir besarse y algo de toqueteo superficial —o por lo menos antes, no sé ahora—. «Normalmente» la chica entra en el juego a sabiendas y aceptándolo. Que deposite confianza o no, como para quedarse a solas con ese chico —como para terminar en su casa o para subirse en su coche— depende de dos cosas, de ella misma y del grupo de personas con el que va. O sea, que todo chico que quiera algo con esa chica no sólo se topa con el «no» de la chica y que se lo pueda saltar, sino que además depende del grupo de amigos con el que va, en donde siempre alguno de ellos controla toda posible «salida de lo normal» de cada uno del grupo. Si en un grupo se tiene a alguien que por lo habitual se va con un chico o con una chica, a sabiendas se le deja algo más «libre», se está menos pendiente de ellos. ¿Hace falta decir todo esto a personas que tienen como norma salir todos los días de todos los fines de semana?, es algo evidente y que todos tenemos en claro…, ¿en qué cabeza cabe que una chica del grupo desaparezca y nadie se percate de ello, porque se ha dado el caso que se la ha llevado un desconocido? De todo el tiempo que yo he salido nunca se dio ninguna situación así, ni parecida. Las chicas suelen ir dos como mínimo al servicio, el grupo siempre se reúne después de cada posible separación eventual. Con respecto al amigo del ELXOKAS, ¿encaja más a que fuera una persona que tratase de «burlar» todas las medidas previas analizadas, para aislar a las chicas y tener sexo de ellas aprovechándose de su estado alterado por el alcohol, o a que era un chico que se trataba de enrollar con aquellas chicas que ya estaban dispuestas a ello?, por sentido común, y por la navaja de Ockham, todos pensarán que es lo segundo…, las feministas, no.
(En el ejemplo que he puesto, era una extranjera, se crean grupos nuevos de ellos al llegar a Salamanca en verano, no tienen tanto el control de las personas, pero en cuanto un chico de los de su grupo la vio, se alegró, pues seguramente estarían preocupados. Parte de su estupor era debido a que no conocía la ciudad.)
Sé que hay casos de violaciones en mujeres muy bebidas, donde el «no es no», no opera…, pero ¿cuántos casos se dan? Al parecer cada vez se dan más. Pero…, ¿no viene propiciado por la «locura» a la que se está llegando?, me refiero a en primer lugar el cómo concebimos al sexo. Si la mujer tiene la misma libertad que el hombre, los amigos que salgan con chicas las tienen que dejar a su libre albedrío, no estar tan pendiente de ellas y no juzgar lo que hacen o dejen de hacer. Si ellas dicen que se van con tal persona, las tienen que dejar a su aire. En otro caso, si uno conoce de hace mucho tiempo a una chica sabe sus comportamientos, pero ahora se hacen grupos de personas que no se conocen tanto —conocidos a través de redes sociales— y quedan una noche, con lo que se suele dar que nadie tiene el control de nadie, si alguien desaparece no se le echará tan en falta, pues quizás simplemente se haya ido a casa. Lo que quiero decir es que antes se tenía bastante control…, empezando por los padres, a los cuales se les tenía que decir con quién se iban, como para que ellos supieran que había personas de confianza que estarían atentas las unas de las otras. A la vez se les «exigía» que no bebiesen tanto como para perder el control. Todo ha cambiado, las normas cada vez son más laxas, las violaciones de este tipo —en noches de fiesta y mediados por el alcohol u otras drogas, están subiendo.

Ya sé por dónde va vuestra cabeza…, todo este nivel de control ya implica una «cultura de la violación», donde si no existiese tal cultura, ninguna mujer tendría que tener ningún miedo. Pero volvemos al caso del número de hombres que estén dispuestos a saltarse todas las normas y el número de violaciones, donde las segundas son un mayor número que el de hombres, pues suelen ser siempre los mismos. Yo nunca he estado con ningún hombre que se saltase en lo más mínimo el «no es no», o todo rechazo de una mujer, ¿qué hombre tendría como amigo a alguien así? Para darnos valor a nosotros mismos, elegimos los amigos, o nos juntamos con aquellos que comparten o tienen nuestros mismos valores. Aquí se cuela que se pueda dar que alguien esconda a sus amigos tales actos, pero de nuevo me remito a que se puede «calar» a alguien al salir mucho con él. Si se sale con medio-conocidos, o con desconocidos ya es otra cuestión. De cualquier forma si se acepta a alguien en el grupo y alguna noche «desbarra» demasiado —sea por violento, «ruidoso», macarra, o lo que sea— , se le llama la atención o bien se le deja solo y ya no se le vuelve a llamar para volver a quedar. La suma de todas estas ideas es que o bien todo el grupo tienen esa misma «política» de «aprovecharse» de las chicas, lo que da bastante el «cante» para todo grupo de chicas que los vea, o bien son personas solitarias que «van por libre». Igualmente toda chica no se junta con hombres que estén aislados, pues son menos confiables.
Como sea… El caso es que a partir de la «tontería» dichas por ELXOKAS, el feminismo ha creado una narrativa argumentativa en la defensa de la existencia de la cultura de la violación, cuando nuestro sentido común —por todo lo dicho arriba— y los casos concretos, tanto de nuestras propias vidas y de las personas allegadas, nunca o sólo con alguna excepción sabemos de alguna amiga o amiga de nuestros amigo/as, que se hayan «aprovechado» de ella por estar borracha o drogada. ¡Claro!, como se parte de lo anecdótico, y tal tipo de conocimiento no sirve para llegar a conclusiones, entonces hay que recurrir a los datos estadísticos…, que los suelen llevar a cabo feministas, y donde se parte de hechos contados solo por una de las partes, pues en muchos de tales casos el «violador» fue un desconocido al que ya no se le puede seguir la pista y como para saber su propio punto de vista. O sea, con tantas variables en el aire, o ruido a nivel estadístico, no hay forma de confirmar o de negar que exista la «cultura de la violación». Por todo lo que haya podido decir yo no la confirma ni la niega. Se basa tan sólo en un relato argumentativo —el personal— y queda en manos de cada uno y sus propios relatos de vida el confirmarlo o el negarlo. Estamos en tal estado de locura que uno ya no sabe en qué pensar. El caso es que hay chicas que por mantenerse fieles al «credo» del feminismo, y cuando algún YouTuber antifeminista le ha preguntado si más del 50% de sus amigos han violado a alguna chica, han dicho que sí, con tal de no dar la razón a que si es inferior a la mitad de los hombres que uno conoce, entonces no se puede afirmar que «la violación está generalizada y normalizada debido a las actitudes sociales», tal como así lo dicen las feministas.
Posibles conclusiones. El concepto de «cultura de la violación» afirmaría que la concepción sobre el sexo no es igual entre los hombres y las mujeres. El mero hecho de que sea nombrado y defendido por el feminismo, aunque su existencia sea problemática, igualmente implica la misma conclusión. En un capítulo de la serie «Curb Your Enthusiasm«, del cínico y polémico Larry David, un chico de menos de 18 años ha denunciado a una «mujer 10» porque lo ha violado, el protagonista se pasa todo el capítulo preguntando a todos los hombres si se considerarían violados por tal mujer, antes de los 18 años, y ninguno dijo que sí. Sigue existiendo la idea de que el hombre dirá casi al 100% que sí quiere sexo a toda mujer, mientras que las mujeres son mucho más selectivas. ¿Por qué validar un doble mensaje sobre cómo concibe el sexo el hombre y la mujer?, tal doble mensaje puede confundir a los jóvenes, que es donde más se están dando ese tipo de violaciones en las noches de fiesta —sobre todo a las generaciones que se inician al sexo a través del porno—. (No quiero entrar en las luchas del «sí es sí», que además ahora tiene que ser un sí contundente y entusiasta, pues aunque está claro, el caso es el cómo algunas chicas llegan a unas situaciones tan cerradas y aisladas con un hombre, como para que al final las cosas se confundan o den pie a las violaciones…, o sea, el lenguaje de todos los padres o de antes era el de «no te quedes nunca sola con un hombre al que conoces poco o nada, en lugares que tampoco conoces»; de nuevo…, este aviso no es una prueba de la cultura de la violación, sólo llama al principio de precaución, como es en el caso que, aun siendo hombre, y de ir a un país o una ciudad desconocida, hay que ser precavido a la hora de salir por la noche y por lugares que no son conocidos). El feminismo debería de aclarar el lenguaje, admitir que la sexualidad no es igual entre hombres y mujeres, que las nuevas generaciones asumiesen tales diferencias, y de ser así quizás las cifras volvieran a bajar a como estuviesen antes. El mensaje que más sale en el cine, y las series americanas, es que las mujeres tienen, en un alto grado, sexo en su primera noche. Aceptar ese lenguaje, y que las actrices acepten esos papeles, es aceptar que la media de las mujeres tienen o quieren ese comportamiento. ¡Ya sé!, es ficción, pero recordar, retomando el principio del escrito, que las personas maduran sus vidas a partir de los relatos, y de los argumentos narrativos de todas aquellas historias que una cultura dada transmite en sus ficciones.
Para finalizar… No siempre, y sobre todo en los hechos humanos, las estadísticas tienen tanta validez como nos lo quieren hacer creer los sociólogos o cualquier rama de las ciencias humanas, a veces vale más el propio sentido común o lo anecdótico de cada uno de los humanos. Puede que la cultura de la violación tenga sentido entre algunas sociedades, pero no parece ser un concepto válido para las culturas occidentales del primer mundo. En los últimos años hay un repunte a las violaciones, pero parece estar dándose más entre los jóvenes y en las noches de fiesta…, luego lo que hay que analizar son esos dos aspectos, o qué cosas han cambiado con respecto a hace unas décadas. En resumen, y como suelo decir, «no trates de reparar lo que ya funciona»…, no vendría mal revisar lo que se ha dado por supuesto y los conceptos que se han asumido mal, de la última revolución sexual.
Con respecto a la narrativa argumentativa… ELXOKAS no es principalmente un buen narrador y alguien que se sepa expresar bien. Hacer un mal uso del relato puede dar pie al equívoco y la malinterpretación, está claro que el lenguaje de un político tiene que ser claro y sin imprecisiones, pero por favor, no esperar el mismo nivel de cualquier persona, seamos más permisivos. Leer el contexto y no buscar tres pies al gato, pero ¡claro!, estamos en guerras culturales, lo permisivo ahora no tiene lugar.

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