Hacia una Nueva Comprensión del Alma
“Ahora tienes miedo, en cuanto dejes a un lado las emociones te irá bien.” Mr. Robot
“Todo lo sólido se derritió en el aire, y los éxtasis más celestiales se ahogaron en el agua helada del cálculo egoísta…” Marx
“Todo lo sólido se derritió en el aire, y los éxtasis más celestiales se ahogaron en el agua helada del cálculo egoísta…” Marx
El título debería de ser “hacia una nueva comprensión del concepto de alma”, pero es largo y menos entendible.
Este escrito trata de revisar uno anterior titulado “Acotando el concepto de alma“. Bajo mi punto de vista, y que sustentaba en aquel escrito, alma es la totalidad de una persona en tanto que es más que la suma de sus partes, que es la regla implícita en la teoría de lo emergente. Divide instrumento por instrumento una sinfonía y la mayoría de esos aislamientos sonoros no tendrán ningún sentido, pero la suma e integración de todos da como resultado dicha sinfonía. Esto se entiende mejor si llevando esa totalidad a un programa de ordenador este cuantifica las ondas sonoras hallando amplitudes de onda, patrones velocidades, pero no captara lo que un cerebro capta. Quizás por la velocidad pueda tratar de “deducir” que es una canción triste o eufórica, pero no siente dicha sensación, simplemente un algoritmo le “dice” que C=sonido, X= velocidad, Y=20, si X es igual o menor a Y, entonces C es igual a lento e imprimir en pantalla “canción triste”.
Es de imaginar que la vida simple tiene esta misma programación al captar la salinidad o alcalinidad del agua, pero la vida no se quedó en la cuantificación de lo externo, pues en la integración de varios sentidos tenía que hacer cálculos cada vez más complejos sobre cómo es la realidad del mundo. Esa información a la vez no era una simple medición, sino que estaba destinada a hacer ciertas reacciones a partir de ciertas premisas. Si la salinidad es alta, huir y buscar un lugar de una salinidad menor. A esas alturas la evolución y el sistema nervioso no era muy distinto de una aire acondicionado y su termostato. Hoy en día animales tan en apariencia complejos como una mosca, sobre todo por su aparente inteligencia para evitar que la matemos, tienen “programaciones” sencillas como que sus alas se pongan a aletear en cuanto sus patas no hacen contacto con una superficie. Su proceso es saltar, y en un mecanismo que detecta que las patas no hacen contacto con nada, activan el aleteo. Cero conciencia, cero decisión.
Mi concepto de alma es algo parecido al panteísmo, pero demarcado bajo la idea de que esa sensación la proporciona el cerebro. Igualmente se sustenta por la emoción y sobre todo la de asombro, que no es una mera emoción y no es reducible a tal palabra o a uno de sus sinónimos como maravilla (wonder). Ese estado viene dado por tener una sensación que de ninguna forma es reducible a palabras y a través de la razón, de tal manera que el cerebro se desconecta de esta capacidad y fusiona varias emociones, como si cada una tratara por sí sola de explicar bajo su propio lenguaje eso captado, y al no conseguirlo fuese la suma de varias emociones las que más se acercasen a definir tal realidad. Así ante un mismo paisaje la profundidad emocional puede ser tan fuerte que algunas personas sonrían, mientras otras se sientan embargadas por una tristeza tan profunda como para que de sus ojos se escape alguna lágrima. Bajo ese aspecto en cierta forma se asemeja a una especie de catarsis -de liberación- de algún nudo interior del que el cerebro/cuerpo se tratara de librar. Si es así parece tener una función, como función de liberación de cortisol lo tienen las lágrimas. Es de destacar que dicha sensación cree el síndrome de Stendhal, una sensación tan profunda y perturbadora que puede llevar a la persona que pase por tal proceso a que se sienta mareado o llegue a desmallarse. Si fuera tal como lo digo, esa sensación sería como si cada instrumento que es cada emoción, por muy dispar que sea, de repente tocasen, de forma armónica y sincronizada una misma canción. Unas frases musicales, una metáfora de sí mismo en unión con aquello que tiene frente a sí.
Fijarse que tal sensación puede ser tomada por las ideas panteístas, pero a la vez con la de una comunión con un dios concreto. Bajo el análisis de la abstracción que estoy haciendo es poner palabras a algo que no tiene por qué ser explicado, y mucho menos bajo el aspecto antedicho, pues aunque yo lo haya tratado de hacer en este párrafo, lo siente tanto un creyente como un ateo. Como es una suma íntegra de la interioridad, de la individualidad, en la ecuación se cuela la variable de la cultura de cada uno, de su origen nacional, y por ello tal sensación puede ser tomada como el contacto con Dios por un cristiano, bajo el aspecto puramente visual para un artista, o como que todo (realidad y vida) somos unidad para un panteísta. Viene al caso traer a colación la definición de Fuerza en la saga de la Guerra de las galaxias”: “La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la galaxia”, Obi-Wan Kenobi. Tal idea de nuevo trata de explicar y extrapolar esa sensación que trato de mostrar…, sin el componente de tener el control de ello y de paso de la materia, claro. Tal como lo estoy planteando debería de ser analizado por la ciencia, y se intenta, pero esta se ha centrado más en la cognición que en esos estados plenos y emergentes de las emociones, por ello analizaré ideas cercanas bajo los puntos de vista de la ciencia.
Fijarse que tal sensación puede ser tomada por las ideas panteístas, pero a la vez con la de una comunión con un dios concreto. Bajo el análisis de la abstracción que estoy haciendo es poner palabras a algo que no tiene por qué ser explicado, y mucho menos bajo el aspecto antedicho, pues aunque yo lo haya tratado de hacer en este párrafo, lo siente tanto un creyente como un ateo. Como es una suma íntegra de la interioridad, de la individualidad, en la ecuación se cuela la variable de la cultura de cada uno, de su origen nacional, y por ello tal sensación puede ser tomada como el contacto con Dios por un cristiano, bajo el aspecto puramente visual para un artista, o como que todo (realidad y vida) somos unidad para un panteísta. Viene al caso traer a colación la definición de Fuerza en la saga de la Guerra de las galaxias”: “La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la galaxia”, Obi-Wan Kenobi. Tal idea de nuevo trata de explicar y extrapolar esa sensación que trato de mostrar…, sin el componente de tener el control de ello y de paso de la materia, claro. Tal como lo estoy planteando debería de ser analizado por la ciencia, y se intenta, pero esta se ha centrado más en la cognición que en esos estados plenos y emergentes de las emociones, por ello analizaré ideas cercanas bajo los puntos de vista de la ciencia.
Según la teoría de la cognición encarnada (de la carne) el cerebro es en tanto que cuerpo y unido a todos sus sentidos. Lo que viene a decir es que hemos dado demasiada prioridad al estudio de un solo órgano, el cerebro y sobre todo a la conciencia o razón, y en esa medida la ciencia ha tendido a dividir cuerpo y cerebro. La cognición encarnada trata de volver a integrar algo que nunca se tuvo que dividir. En ciertos experimentos se ha comprobado que si el cerebro trata de rotar un objeto mentalmente tarda sobre 1000 milisegundos, mientras que si lo hace con las manos es mucho más rápido. En ese caso el cerebro descarga procesos a las partes motoras que a la vez tienen haces nerviosos hasta cada parte de las manos, que se basan en ciertas restricciones en los giros y rotaciones de cada una de las articulaciones y huesos. Se puede pensar así que el cerebro piensa con las manos y es como si una vez que diese una orden las manos “pensasen” en su solución. Es en parte por esto que se dé el efecto de miembro fantasma, pues el cerebro es unidad con todo su cuerpo y sigue “pensando” con esa parte que ya no está. En la interacción humano ordenador el cerebro es más rápido que lo meramente mental, pero algo más lento que en lo manual, quizás por la falta de maestría, de una experiencia muy larga. Todos los órganos “piensan” y se integran de alguna manera en la cognición. El caso más claro es el corazón, pues es el metrónomo que marca la velocidad de los procesos mentales; se acelera cuando es necesario un procesado más rápido de la información y se enlentece en la depresión y la tristeza. En otro caso se está descubriendo que estómago y cerebro están muy unidos, y que incluso la flora bacteriana intestinal repercute en la cognición (recordar la idea de la guerra de las galaxias y los midiclorianos, unos microorganismos dentro del cuerpo que son los que dan la Fuerza). Nada más claro como el sopor que entra después de comer, sensación que de ser muy pronunciada y persistente en el tiempo en la antigüedad se le llamaba el “demonio del mediodía”, unido a la vez con la melancolía, y en tanto que esta era tomada como una posesión demoníaca. En esa misma dirección, pues seguramente hablan de lo mismo, los últimos descubrimientos incluso nos dicen que algunos tipos de depresión son debido a “ordenes” que mandan al cerebro dicha vida microbiana, con la que vivimos de forma simbiótica, pero en donde algunos de ellos, y por la carencia de otros tipos de flora, toman el “control” para hacer que el cerebro se amodorre y se quede en ese estado y ritmo cada vez más tiempo.
Mi cerebro sentía el paisaje como lo traté de "reconstruir" después. La cámara (recuadro pequeño) "anulaba" la sensación e intensidad de los colores.
Huelga hacer mención a los sentidos. El cerebro sin sentidos quedaría enclaustrado en sus propios procesos, perdiendo el contacto con la realidad y cayendo en un pozo sin fin. La propiocepción “sabe” dónde está cada centímetro de uno mismo, la piel marca ese límite con la realidad, pero la vista y el oído parecen contradecir esos límites. Me quiero detener en esto pues es una parte central de lo que quiero exponer. Recuerdo que cuando tenía quince o dieciséis años analizaba el sentido auditivo casi en el total silencio. De alguna forma, por ondas sonoras casi imperceptibles y sus ecos, el cuerpo -con los ojos cerrados- sabe si está en una habitación pequeña, una grande o en la inmensidad de un paisaje en lo alto de una montaña. Me imagino que esta sensación la tiene más desarrollada un invidente, pero igualmente la desarrolla alguien que se suele aislar durante mucho tiempo del contacto con la vida social. Nuestro cerebro está creado para vivir en espacios abiertos y “necesita” esa espaciosidad, de ahí la claustrofobia, pero a la vez proviene de aquel otro espacio tan reducido y lleno de ecos y sonidos amortiguados que era el vientre de la madre. Sentirse recogido es sentirse protegido, mientras que los espacios muy abiertos de alguna forma son su contrario. Alguien con agorafobia denota miedo a lo externo, a lo extraño, a lo que está fuera de sí. Un humano medio va de un proceso a otro, necesita sentirse recogido en su hogar, pero a la vez ir a espacios muy abiertos como los parques o la naturaleza. ¿Se capta que hay un lenguaje de fondo en todo ello? Lo abierto es lo todo, uno en unidad con el mundo porque uno se siente seguro y alegre…, expansivo, y lo cerrado es lo individual, que en su trasfondo tiene como emoción más clara el miedo y la necesidad de reducir la ansiedad buscando una situación muy controlada y segura. Agorafobia y claustrofobia como los estados reveladores de esos dos opuestos.
Otra teoría o línea de investigación es la cognición extendida. Viene a decir, y sumándose a lo dicho del párrafo anterior, que el cuerpo no está replegado sobre sí, pues además es unidad con ciertas herramientas. El ejemplo más claro es un ciclista y su máquina. Aunque la vista sabe dónde está la división entre cuerpo y máquina, no está tan claro que el cerebro marque dicha frontera, pues todos los sentidos, la propiocepción, el equilibrio y toda la masa muscular están ahora fusionadas con la bicicleta para hallar una nueva propiocepción y un nuevo equilibrio. Creo que no tengo que alargarme más, pues el ejemplo es claro. A cierto mono que se le unió la parte motora cerebral con un brazo mecánico, casi de forma instantánea el cerebro captó y asumió que ese brazo mecánico era ahora su brazo, de tal forma que el mono se alimentaba a sí mismo con dicho brazo, como si no hubiera ninguna diferencia con el brazo real.
Otra teoría o línea de investigación es la cognición extendida. Viene a decir, y sumándose a lo dicho del párrafo anterior, que el cuerpo no está replegado sobre sí, pues además es unidad con ciertas herramientas. El ejemplo más claro es un ciclista y su máquina. Aunque la vista sabe dónde está la división entre cuerpo y máquina, no está tan claro que el cerebro marque dicha frontera, pues todos los sentidos, la propiocepción, el equilibrio y toda la masa muscular están ahora fusionadas con la bicicleta para hallar una nueva propiocepción y un nuevo equilibrio. Creo que no tengo que alargarme más, pues el ejemplo es claro. A cierto mono que se le unió la parte motora cerebral con un brazo mecánico, casi de forma instantánea el cerebro captó y asumió que ese brazo mecánico era ahora su brazo, de tal forma que el mono se alimentaba a sí mismo con dicho brazo, como si no hubiera ninguna diferencia con el brazo real.
Por último la cognición situada “argumenta que todo conocimiento está situado en una actividad ligada a contextos sociales, culturales y físicos”. O sea que somos en tanto que yo, por ejemplo, soy español, de la transición de los siglos veinte y veintiuno, varón, de la clase trabajadora, etc. No creo que necesite explicar mucho más esto. El humano -su cerebro- es en contexto y acciona a partir de dicho contexto. La identidad narrativa y/o social es la expresión de esa cognición situada. La versión filosófica de dicha idea se llama cognición existencial.
Mi idea, o nueva expansión de la comprensión del alma, trata de unir todas estas ideas hacia una que las globalice, pero desde el punto de vista de la emoción y no de la cognición, de la comprensión de tal proceso y no de su intelección. Bajo mi punto de vista el cerebro se expande por la realidad, o si se quiere la interioriza, y en esa medida no hay una frontera entre el afuera y el adentro. De alguna forma ambigua si no hay un límite físico, puesto que si mi percepción de un paisaje se expande por lo percibido, entonces el cerebro se sustancializa en cada espacio de ese exterior como una totalidad integradora. Esto además viene dado porque el humano es hiper-agéntico, trata de dar identidad y como que todo tiene algún grado de libertad o mente, y por ello que todo es un agente activo o lleno de vida. De ahí al panteísmo hay solo un paso, dos para crear dioses por doquier.
El concepto de asombro/maravilla en su abstracción y teniendo en cuenta los párrafos previos es ese sentimiento dentro de nosotros, que no puede ser reducido a palabras o intelectualizado. No es parapsicología, no es paraciencia, lo trato de analizar a nivel de la ciencia y por medio de la palabra. Basta algún ejemplo para entender qué quiero decir. Cuando hacemos una fotografía lo hacemos bajo la premisa que vamos a captar esa totalidad, pero finalmente cuando miramos la fotografía en casa o fuera de dicho contexto, esa totalidad ha desaparecido, pues mirar un objeto 2D y aunque conlleve una realidad 3D, es procesada por otro lado del cerebro distinto (como se demuestra en ciertas personas con daños cerebrales y que no reconocen a un familiar en una foto) que no ha de tener esa integración totalizadora. El artista en ese sentido es aquella persona que trata de volver a integrar esa totalidad. Si lo consigue esa es otra cuestión. En Photoshop, por ejemplo y como una nueva herramienta artística, se trata de integrar en la fotografía aquello que se ha “perdido”. En un caso concreto, el cerebro ajusta en la realidad las zonas muy oscuras o muy iluminadas, compensándolas para que el contraste no sea excesivamente alto. La cámara fotográfica, al ser meramente un mecanismo óptico no hace tal compensación y en ese sentido el fotógrafo experto tiene que “engañar” a la cámara (fijando previamente la iluminación), para que las zonas oscuras queden más iluminadas o las claras menos “quemadas”. Como ni aun así es posible la doble compensación, se ha creado la técnica de hacer tres fotos seguidas, una que capte luz en las zonas oscuras, otra normal o no compensada, y una tercera que capte detalles de las zonas muy iluminadas. Todo este proceso (HDR) tan sólo hace la compensación que de forma automática hace el cerebro para las luces o su ausencia, pero lo que es más complicado de integrar es la emoción que emanaba al estar en aquel lugar, o esa cosa o persona. En ese proceso ya entra en juego la pericia del artista.
Sea como fuere. Lo expuesto sólo trata de mostrar detalles y casos concretos de qué hace el cerebro, pero en ningún caso lo explica, pues lo emocional siempre está más allá de las palabras. La finalidad del presente escrito, y por lo que quiero ampliar aquél concepto en el antiguo escrito, es que cada humano tiene tal capacidad, pero además sucede que “sabemos” (en realidad comprendemos en el cerebro profundo) que al ser sociales a la vez los otros están haciendo ese mismo proceso que hacemos nosotros, y el cerebro tiene ese dato. O sea, la cognición (emoción) situada al ser parte de esa totalidad integradora tiene en su núcleo que somos parte de la totalidad integradora de los otros. En ese caso cada cerebro hace una integración de la totalidad, pero a la vez, por inducción, por empatía y sincronización con los otros cerebros, “añade” a su totalidad la posible totalidad que están haciendo los otros. Esto se entiende mejor por el contagio, ya sea este por un bostezo o la risa, que son los más significativos. Un chiste contado de forma individual parece menos gracioso si te lo cuentan aisladamente o lo cuenta un ordenador con su voz sintética, que si es en un show televisado, y es menor que si se está en medio de resto de las personas en ese show. El chiste siempre va a ser el mismo, pero el cerebro integra la totalidad de las mentes y crea un sentimiento de comunicación (comunión) o “enredamiento neural” con el resto de los cerebros. Cuanta más personas haya, mayor densidad de capacidad integradora, mayor probabilidad que los cerebros sea aúnen por inducción en dicha integración. Recordemos, para no caer en alguna parapsicología, que es dentro del cerebro y que no sucede de forma real afuera, o si sucede es a modo de acoplamientos dentro de un nuevo sistema con unas nuevas reglas que de ese modo se escapan de nuestro control.
He añadido el concepto de acoplamiento para ampliar el punto de vista de alma y en tanto que teniendo en cuenta que hasta ahora era un concepto cerrado dentro de una mente o solipsista. Es por esto que publiqué el viejo escrito de “En busca de lo animal del hombre“, pues allí está explicado y así no lo tenía que volver a hacerlo aquí. La interacción de varios sistemas (acoplados) es por sí mismo un nuevo sistema con unas nuevas reglas, porqués, funciones y posiblemente finalidades. La ciencia ha perfilado que ciertos animales muestran ciertos comportamientos similares a los religiosos humanos, basados en la ritualización ya analizado en otros escritos, pero lo sienten de forma individualizada, puesto que no tienen un lenguaje complejo como para comunicárselo a otros de su especie. El humano traspasó ese límite cuando por medio de la palabra se comunicaron esas emociones antes individualizadas. En ese proceso se fueron creando las religiones, puesto que una de las dimensiones de la cognición era la situada y esta se enmarca dentro de lo social, y por ello la cultura o saber que se transmite a través de las generaciones.
Todo lo anterior sigue sin ser la idea que motiva este escrito y de nuevo sólo explica una parte del proceso que quiero mostrar. Bajo mi punto de vista, y bajo una analogía, todos somos espejos que reflejan las imágenes del resto de espejos y en esa medida uno integra una gran cantidad de imágenes. A la vez el resto de personas integran nuestro reflejo. En ese sentido la cognición encarnada, extendida y situada, en tanto que son esa totalidad integradora, y para el caso, el cerebro es -y por ello lo que podemos llamar alma-, lo es en tanto que estamos integrados en una totalidad. Si todo va bien en dicha integración, el alma se expande sin límites en tanto que los otros te integran como ente que a la vez refleja y que es reflejado por los otros. El problema, y que es el núcleo del presente escrito, es que en cuanto los otros no te reflejan, el alma se recoge sobre sí, replegándose y en ese proceso empequeñeciéndose (17 letras+acento). La imagen que mejor ejemplifica lo que quiero decir es cuando se toca a un caracol: se repliega a lo más profundo de su concha de forma instantánea.
Todo racismo, exclusión u ostracismo (fijarse que esta palabra procede de ostra, que tiene el mismo proceder que el caracol), hace pasar al cerebro por dicho proceso. Racismo o cualquier otro tipo de otredad, es la negación que hace uno hacia otro para reflejar su imagen en sí mismo, anulándolo de que dicha persona esté integrada en esa totalidad que su cerebro hace sobre la realidad…, al igual que en un gran paisaje natural no podemos o somos capaces de integrar un poste telegráfico de cemento armado, y llegado el caso trataremos de borrar con Photoshop. Lo que he explicado es una intelección, y es por medio de palabras, símiles y analogías, pero ninguna de esas intelecciones “tocan” lo que estoy tratando de explicar. El “efecto” de la negación a que los otros reflejen o me integren en su “paisaje” o su alma es que soy un extraño dentro de sus almas. Así como el propio cuerpo aísla en su interior un cuerpo extraño del que no se puede deshacer, es lo mismo pero a nivel del sistema nervioso integrador, y por lo tanto de su alma. En este proceso el que es otredad actúa como cuerpo extraño, como una otredad que hay que negar de agencia, y por ello como no teniendo en sí mismo alma, y por ello al final objetándola, cosificándola.
Por otro lado, y desde el lado del cerebro de ese individuo, su alma se ve aislada dentro de una totalidad que no lo integra, y eso pasa por el proceso que su sistema nervioso central, su cerebro, pierda su capacidad integradora, pues su reflejo ya no es reflejado y en ese proceso este “espejo” ya no refleja a la vez nada, pues los otros le han “negado” que su propio reflejo rebote o sea captado por esa otredad desintegrada de la totalidad. Pero qué se pierde. La capacidad integradora tiene varias dimensiones, y por ello se pierde o queda dañada la cognición situada, y en esa dirección esa persona tiende a la individuación y la soledad. Trata de compensar ese vació con la sensación que le pueda dar la naturaleza. En alguna ecuación o algoritmo aún no creada todo humano compensa la sociabilidad con la sensación que da la belleza de la naturaleza, de forma extraña el urbanita unificado e integrado en lo social no necesita tanto al paisaje, y el solitario es su inverso. Tanto Nietzsche como Wittgenstein, por poner dos ejemplos bien conocidos, eran amantes de la naturaleza y poco o nada sociables. La típica imagen del ermitaño es otro de los símbolos que reflejan esta dualidad. Pero volvamos a lo social.
El cerebro a la vez es palabra y la palabra se integra en la totalidad encarnada, extendida y situada. Cuando ponemos o usamos un adjetivo o nominamos a otra persona -y cuando no es para crear comunión- la estamos devolviendo a su caparazón, haciéndola ver que no forma parte integrada de nuestra identidad. Hoy en día todas las minorías se han vuelto reivindicativas. Yo soy blanco, hombre, heterosexual y occidental, y soy la otredad de todas las minorías. De repente vivir se está volviendo incómodo porque ya no formo parte integradora de la totalidad humana. ¿Qué culpa tiene mi esencia -alma- de haber nacido bajo dicha condición?, ¿yo soy culpable de todo el pasado humano? Se me puede replicar que por ese mismo proceso han pasado todas esas minorías, y es innegable, pero ¿no se dan cuenta que al crear el concepto de minorías (negro, mujer, homosexual…) se están conceptualizando a sí mismas como fuera de lo integrado/humano, cuando es contra lo que luchan?, y que bajo este nuevo marco me miran como lo extraño, que es contra lo que ellos luchan. Se suponía que Internet debería de ser esa plataforma que acabase con esa apariencia externa, pero a lo largo de los años, está siendo la plataforma que más divide, puesto que cada colectivo e identidad tan sólo quiere reflejar aquella identidad que ellos mismos representan, negando, no leyendo u oyendo lo que los otros colectivos digan. Qué hay en común en todo los humanos… la cognición encarnada y la extendida. Esas son en la que nos deberíamos de centrar. Todo paisaje humano atravesado del concepto integrador de asombro/maravilla no debería de ver como un poste de cemento en un paisaje a ninguna otra persona. Algo que sobra del paisaje y entorpece nuestra sensación de capacidad integradora, de unidad, de totalidad. Las minorías no yerran en su deseo y finalidades, pero sí en sus medios, creando consecuencias no deseadas. La retórica es vieja, no quiero repetir lo millones de veces dicho; por lo demás y como ya dijera Wittgenstein: “no me gustaría que mi escritura ahorrase a otras personas la molestia de pensar”.
Con las conclusiones de este escrito cierro lo que una y otras veces denuncio en mis escritos. La mayoría de los trastornos mentales vienen dados porque dichas “almas” están de alguna forma desintegradas de esa totalidad que debería de ser la cognición situada en una unidad y como especie humana. En la medida que los otros no reflejan o integran el reflejo de dicha persona, esta, o alguna parte de su cerebro, se cierra sobre sí, perdiendo en el proceso su capacidad integradora, y aislando su alma en su cuerpo, cuando el alma es, necesita y quiere ser expansiva e unidad integradora. En esa situación pueden pasar varias cosas, que o bien ese cerebro se trate de equilibrar por sí mismo y en soledad, a través de alguna transferencia, sublimación, en alguna manía, fobia o trastorno mental, o bien se activa en dicha persona la pulsión de muerte; en otro lugar ya he dicho que el sacrificio y el chivo expiatorio son “recursos” dentro del sistema acoplado que es lo social humano. En ese caso, y de activarse la pulsión de muerte en una persona desintegrada, el suicidio es igual que la apoptosis o muerte programada de una célula en el cuerpo, son de alguna forma una medida que el sistema social humano lleva implícito. La cuestión a tener en cuenta después de estas conclusiones sería: ¿no hemos de superar lo humano y los límites y errores de lo social recuperando aquella esencia perdida de los primeros humanos? Los niños en su alma… cándida, generosa y curiosa -que se acercan a todo y nada le es extraño-, representan aquella humanidad primera que hemos perdido. El avance social, mal llamado progreso, ¿no nos lleva a que la cognición situada sea la principal y más importante a tener en cuenta? Las redes sociales son un claro ejemplo de esta premisa. Están muriendo o se están degradando las instituciones y las colectividades que eran las que han creado la cohesión en lo humano hasta ahora, hacia unas nuevas colectividades difusas, con más contrarios y sin ninguna premisa ya agarrada a la identidad integradora y colectiva. No parecen tener un fin, sino que a cada paso redefinen su identidad a partir de unas nuevas lecturas de la realidad, creando a su paso nuevas otredades y perdiendo capacidad de cohesión y de integración por el camino. En ese proceso no se crea una nueva estructura social renovada y más sana, sino cada vez con más individuos que pierden la capacidad de sentir o tratar de proyectar su capacidad integradora, creando en el proceso nuevas y cada vez más extrañas enfermedades y trastornos mentales… En definitiva, y para acabar, la desintegración social conlleva desintegración individual, que creará cada vez más apoptosis o desintegración de almas aisladas, programadas para su muerte.
Off topic.
Distintas ideas antrópicas y proyectos teorizan sobre la posibilidad de descargar la mente a un dispositivo digital, como un ordenador, con la idea de “vivir” para siempre. Si se tiene en claro lo dicho arriba es un imposible, pues la mente, o esa alma que emerge, es un epifenómeno que emerge tanto del cuerpo como del cerebro y es algo más que la suma de sus partes.
La teoría es que si se copia cada neurona y cada una de sus conexiones esa totalidad es uno mismo. Pero hay que recordar que esa copia sería digital, de puertas lógicas cerradas o abiertas, mientras que la química cerebral que es la que opera entre las conexiones no es fácilmente reducible a código binario. Supongamos que se pudiera, puesto que al final lo que hace es inhibir o potenciar las conexiones y es reducible a puertas lógicas. Lo hacen, principalmente, mediadas por en el sistema hormonal. El tálamo es considerada la estación central del flujo de toda la información, que a la vez se comunica con el hipotálamo y este con el sistema endocrino. De unas maneras u otras el cerebro no es indistinto del cuerpo, pues el sistema central, y por ello la propiocepción, está repartido por todo el cuerpo. Este es un constante proceso retroalimentado que le dice al cuerpo datos como temperatura, sensaciones, posición, control de músculos, etc. Este sistema tiene dos “posiciones” básicas —el simpático y el parasimpático— en donde en uno de ellos, y como ejemplo, el esfínter está cerrado y en el otro abierto (la expresión “cagarse de miedo” viene dado por que el sistema simpático, el que se activa antes situaciones de peligro, hace que el músculo del esfínter se relaje: la evolución “decidió” que en caso de peligro el estómago deje de trabajar y a la vez se libere de peso). Otros casos son la sensación de hambre/saciedad y el de la vejiga llena o el de la sed. El control de la propiocepción y los sistemas retroalimentados es casi a nivel milimétrico por finos sensores, como se puede apreciar en el tacto, que además —este último— tiene que ver con los microsurcos que forman la huella digital. Todo esto quiere decir que no basta con volcar la posición de cada una de las neuronas y sus conexiones, pues el sistema tendría que tener una interface que engañase al sistema en cada una de sus micro-percepciones, como es el caso de los surcos de la huella digital en el tacto. La “ausencia” o defecto de alguna capacidad va a crear una “alarma” en el cerebro, como así le ocurre a las personas con la sensación del miembro fantasma. Es posible que ese cerebro tratase de activar la propiocepción y al no darse tal contacto con el cuerpo ese estado lo sintiese como dolor a nivel de todo el cuerpo, como así les sucede a las personas con el efecto del miembro fantasma. Otro caso similar es el rechazo mental del nuevo “cuerpo”, como así le ocurre a ciertas personas cuando se le trasplanta un brazo o una pierna. En la película “¿Quién es Julia?” un cerebro es trasplantado a un nuevo cuerpo y este es rechazado, puesto que nuestra identidad tiene que ver con nuestro cuerpo.
En caso de resolver tales cuestiones, quedaría por saber si de la recreación de esa entidad copiada emergería una conciencia o por si por el contrario no saldría del estado inconsciente, en cuyo caso se quedaría en un permanente estado similar al coma, pues son los procesos más viscerales y corporales, mediados por el sistema endocrino y el tálamo, el que hace que el cerebro tome consciencia.
La falla de todas estas teorías es pensar y reducir la mente a la conciencia, a la percepción que uno tiene sobre sí y en tanto que está mediada por el diálogo interior. Se basa en la creencia que al cerebro se le “engaña” con las gafas de mundos virtuales, y en esa dirección sería el mismo proceso a todos los niveles cerebrales. A lo que “engaña” los mundos virtuales es a la vista o el oído, en todo caso a los sentidos, pero el cerebro son —en cada una de sus partes— procesos retroalimentados con otras partes del sistema nervioso. Este “proceso” de alto nivel que es la conciencia, es un epifenómeno. No se puede aislar el calor de lo que lo genera, así como tampoco la luz sin un emisor. Calor, luz y conciencia son epifenómenos que emergen desde unos cuerpos o propiedades físicas. No está claro si al hacer el volcado del cerebro volvería a ocurrir lo mismo, emergería la conciencia, y no sin las taras de que los procesos retroalimentados funcionasen de la forma adecuada como para que el cerebro no se volviese loco o sintiese ese estado como de horror o de un dolor sin límites.
En otros lados he apoyado que podremos crear una IA que al final adquiera por sí misma conciencia, pero eso será resolviendo cada problema en el camino y la conciencia de tal “criatura” será a partir de las premisas de su arquitectura. No necesitará un doble sistema simpático y parasimpático, por ejemplo, ni tendrá un sistema hormonal. Le bastará con algo similar a la dopamina para discernir entre premio y castigo para aprender. Otra cosa muy distinta es “copiar” el cerebro humano, pues para ello tenemos que haber comprendido su forma de operar, y estamos muy lejos de que eso ocurra.
- Cognición encarnada
- Cognición extendida
- Cognición situada
- Cognición existencial
- Maravilla
- Asombro
- Panteismo
- Alma
- Sentido de agencia
- Hiperagencia
- Acoplado
- Emergencia
- Teoría de las sustancias
- Síndrome de Stendhal
- HDR
- Simbología de la Guerra de las galaxias
- Contagio emocional
- Contagio del comportamiento (viral)
- Bostezo y risa (contagio)
- Inducción neural
- Inducción al ritmo
- Ostracismo
- Solipsismo
- Consecuencias no deseadas
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