Lo que Es y lo que (a)Parece XXXII - Acotando el Concepto de Alma

    Lo voy a decir desde el principio, para que sirva de línea argumentativa en el escrito. Esas personas que son frías, distantes y calculadoras, analizadas en el escrito anterior, en el fondo son consideradas y se les tratan como sin alma. Eso nos parecen los psicópatas. Así se les suelen retratar en una gran cantidad de películas.
   En los últimos escritos he tratado de buscar y llegar a irreductibles. Usé el concepto de alma como esa capacidad que tiene el cerebro de cohesionar todo lo exterior en un mundo interior. En ese sentido es un concepto o esencia del cerebro en una persona en concreto. Hay un ejercicio que queda por hacer en lo humano. Si se reuniese toda frase que conllevase un mismo adjetivo, sustantivo o verbo, se podría deducir qué es lo que quiere decir. Cuál es su “esencia” para lo humano, en su nivel más global. He intentado en vano hacerlo de la palabra/concepto alma. En muchos casos se usa como sinónimo de persona: “en el concierto se dieron cita cuatro mil almas”; en otras es sinónimo de vida: “le arrancó el alma del cuerpo”; en otras de esencia: “el alma de una nación”. De esa forma no me apartaba demasiado de lo que pone en el diccionario de la Real Academia. Allí vienen todas las posibles acepciones (No hago un copy y paste, pues es muy largo, leerlo, es muy revelador).
   He buscado en el diccionario Cambridge y es muy similar, quizás más completo el español. De igual forma he buscado en la Wikipedia japonesa y china y vienen a decir lo mismo. Se sacan varias conclusiones, el equiparar vida con alma, que era la postura de la Grecia clásica y que queda resumido en esta frase de Aristóteles: “lo que tiene alma se distingue de lo que no la tiene por el hecho de vivir”. Si bien el concepto que yo uso estaría más cercano a este, del mismo autor: “el alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos”. Otro dato es que es algo intangible como nos da entender el gran filósofo griego: “todos o casi todos distinguen el alma por tres de sus atributos: el movimiento, la sensación y la incorporeidad”. Eso intangible, vía huir de la angustia que es ser nada al morir, creó el concepto de alma como componente que nos sobrevivía, que tenía una trascendencia. En ese punto no coinciden todas las culturas y religiones, así como menos en qué le ocurre a ese alma. El judaísmo, en el que se basa el cristianismo, no cree en el cielo.
   Hay que fijarse que en una de las acepciones (8 y 9) de la Real Academia (general de otras culturas), alma es cuando ponemos nuestro mayor empeño en algo, toda nuestra pasión o capacidades: “tienes que poner todo tu alma en ese trabajo”, “Pedro fue el alma de la fiesta”. En ese sentido alma parece tener una gradación de ser más o menos alma, que además en cierta forma se equipara a voluntad, a viveza, persistencia o todo adjetivo, verbo o sustantivo que se preste a ensalzar las propiedades humanas. De esa forma se llega a que cierta persona sea “pobre en alma”.
   Una última apreciación del concepto de alma es que está unido a los sentimientos, pero no a cualquiera, sino a los “buenos”, a los virtuosos. “Tiene un gran alma”, decimos si una persona es magnánima, bondadosa, etc. Así alma es sinónimo de corazón, y decimos que alguien no tiene alma, cuando no tiene corazón.
   El lenguaje humano, y ciertos conceptos, son demasiados resbalosos. Algo intangible ¿puede ser tangible a la vez?, cómo un alma, que en teoría es algo intangible, ocupa un espacio, como así se presupone de un fantasma. El humano se refiere con intangible, en muchos casos, por lo menos en lo mental, a lo que ahora llamamos qualias. Pongamos el caso del sabor, que es una buena analogía para tratar de buscar el irreductible de alma. Un sabor no existe, o bueno, no antes del exhaustivo estudio de la química. El cerebro analiza, interpreta, el exterior. Tanto el sabor como el olor eran dos factores necesarios de ese conocimiento. El cerebro “sabía” antes de la química que la propia conciencia, como saber que se sabe, del ser humano. A nivel molecular el humano es un montón de moléculas que interaccionan con unas moléculas del exterior. La lengua “sabe” qué es una carga positiva de electrones, puesto que cuando uno se pone un polo de una batería o pila en la lengua se produce esa reacción entre esos electrones y los protones que tengan las células de las papilas. Un ejemplo que se suele usar para entender la emergencia es el olor a amoniaco. Ni el hidrógeno (H) ni el nitrógeno (N) huelen a amoniaco (NH3): el olor a amoniaco es una propiedad emergente que sucede cuando se juntan estos componentes en cierta proporción. El cerebro “está hecho” para evitar todo olor penetrante, fuerte y maloliente. En cuanto estamos en presencia del amoniaco los ojos y los pulmones se irritan. El cerebro asocia (causa y efecto) ese olor como algo a evitar. De cualquier forma el humano es lo que es porque ha probado cosas que en principio no debería de intentar: alguien tuvo que ser el primero en ver una ostra y metérsela en la boca con todo su mal aspecto, parecido a un moco, y su fuerte olor. Los niños están más cercanos a unos principios más elementales con respecto a la alimentación: no comen brócoli, es muy amarga, y no les suele gustar el pescado, su olor es demasiado penetrante. A estas alturas creo que me he perdido en divagaciones.
   Lo que quiero decir es que hay varios niveles de intangible. Los sabores y los olores, las qualias y lo que hace el cerebro no es tan intangible, se usa este concepto en la medida que alguien no puede explicar a otro qué es y cómo es el olor a amoniaco, si nunca lo ha olido. Otro nivel de lo intangible son conceptos abstractos como el de quijotesco o sabiduría o cultura. El olor de amoniaco se puede “apresar”, medir, calcular, pues depende de este compuesto: mayor o menor cantidad dan un olor más o menos intenso. La sabiduría o lo quijotesco no, porque cada cultura y persona tiene un concepto de qué quieren decir, que en muchos casos pueden llegar a ser incluso opuestos.
   En otro escrito ya he dicho que una gran cantidad de personas creen en el concepto de alma, mientras que en realidad muchos de ellos son ateos. Si buscamos los reductibles de los conceptos de alma arriba expresados, se llega a una conclusión de qué se entiende por alma, si no se razona. Son las esencias no fácilmente definibles de una persona que le hacen ser única. Si se analiza mejor, por medio de la razón, en realidad muchas de esas cosas sí son definibles. Muchos de los gestos, e incluso de particularidades de la cara, son algo propio de una sola persona, o le da un giro a un gesto que lo hace propio por la propia física de su propio rostro. Quita el rostro a una persona y le restarás alma. Alguien con todo el rostro desfigurado o quemado (muy muy feo) es menos propenso a parecernos humano. Lamentable, pero cierto: los occidentales trataban como no humanas (y por lo tanto sin alma) a otras razas que “colonizaron”, por el color y la fealdad.(1) Así alma ¿es aquello que conlleva eso a lo que llamamos un carácter (heredado), más una personalidad (adaptación de los primero a ciertas vivencias), que la hacen tener un tipo muy concreto de qualias, como para que a la vez ese todo se expresa a través de su cuerpo y sobre todos través de su cara, sus gestos y su habla? Quizás a este cóctel aún le falta algo: la energía, la viveza, la emoción positiva. Una de las acepciones de alma tiene que ver con el estado de ánimo. Incluso esta palabra proviene de alma, del latín ánima (del que viene a la vez animación, animal… que provienen de movimiento, frente a los vegetales y las piedras, que no se mueven). A alguien decepcionado o triste se le cae el alma al suelo. Cuando a alguien se le rompe el corazón, se le rompe el alma o se la hacen trizas (alma es femenino, pero como empieza por “a” se le pone el artículo masculino). En ese sentido se suele decir que hay almas tristes. De hecho hay una relación muy larga y física de todo esto. En inglés, quizás más sabio o de otra raíz lingüística, cultural y forma de comprender el mundo, triste y azul tienen una unión (el estilo musical blues es eso: tristeza). Todo en la naturaleza tiene un porqué. El rojo es una honda de luz corta y cálida, el azul es una honda de luz larga y fría. El hielo, en grandes masas, produce ese azul tan profundo en los polos. Aumenta-el-hielo-azul-de-la-Antartida_pEl fuego es rojo. Alegría, energía y rojo, frente a triste, poca energía y azul (los comic suelen usar esa dicotomía de rojo y azul). Triste, apagado y con poca energía es estar dotado de poca alma o del alma en sus mínimos. No se suele decir que alegre sea lo contrario de alma triste, melancólica, o tener más alma. Pero sí hay una unión antigua con la ira. En la frase de “en tres partes se divide el alma humana: en mente (psique), en sabiduría y en ira” de Pitágoras de Samos vemos esa rareza. Ira proviene de airado (aire), por los aspavientos que se suelen hacer en ese estado. La ira es un estado exultante, pero que no es positivo. Hay una suelta de adrenalina que acelera el corazón y la respiración, que nos provee de una mayor energía de forma momentánea.
   Lo que quiero decir, en resumidas cuentas, es que si hay que deducir a qué se refiere el humano con alma, a nivel de todas las culturas, si se puede sacar y llegar a una conclusión, como así lo harían unos extraterrestres que tratasen de entendernos, llegarían a la conclusión que yo he venido diciendo en otros escritos y en el presente: alma es esa totalidad que es el carácter y la personalidad, que crean un tipo muy concreto de qualia (cerebro sintiente), que se manifiesta a través de su cuerpo (encanto). Un todo al que hay que sumarle el tipo de energía que desprende dicha persona. Esa energía en realidad es parte de eso que llamamos carácter (melancólico, iracundo, alegre), y que es un rasgo más de esa persona, pero a la que hay que añadir la energía situacional, en donde ese núcleo cambia, cambio que lo solemos tomar como temporal. Siendo así, todo esto tiene sus correlatos neuronales, sus neurotransmisores y sus vías cerebrales, por lo cual alma no es distinto de un olor o un sabor con respecto a sus componentes. El alma es en tanto que un humano está vivo. Eso no puede sobrevivir, sin un cuerpo. Al igual que no existe el olor amoniaco si no está presente el hidrógeno y el nitrato en cierta combinación de estos. El resto que nos digamos, son tan sólo cuentos que acallan nuestro terror a desaparecer, a la nada, a la muerte.
   Fijarse que yo, que soy ateo, podría haber buscado algún neologismo para tratar de definir mi teoría. Acoger el concepto de alma implicaba jugármela, pues podría llevar a malentendidos, opté por esta porque en el fondo de la cultura se deduce esto mismo que digo aquí, mientras son cada vez menos las personas que les dan otro sentido y que piensen que esta sea inmortal. El alma, como extracto de la individualidad expresándose, muere o cambia a lo largo de la vida. Ese tipo de personas frías y distantes, analizadas en el escrito anterior, son el “producto” de un tipo de sociedad. Tal tipología o alma no existe en una sociedad de cazadores-recolectores estable, donde el niño no solo es cuidado por la madre, sino por toda la tribu. Con una afectividad equilibrada, de una cultura basada en los lazos emocionales, no se “crea” un individuo que ponga una coraza entre él y el mundo, como para que se vuelva hiperracional, distante y calculador.
   Hoy, con tantos accidentes de tráfico y otros tipos, se producen cada vez más daños cerebrales, que vuelven otra a la persona. Como si se les trasplantase un alma distinta. Cambia algo, por pequeño que sea en el cerebro, y es muy posible que se empiecen a producir cambios en cascada. Una persona dulce, de repente es agresiva; alguien muy inteligente y sagaz, de repente se vuelve lento y torpe en sus pensamientos. Un tumor no diagnosticado puede producir genios temporales, como se muestra en la película de Phenomenon de John Travolta, o puede volver a la persona agresiva y homicida. Un fuerte golpe en la frente puede cambiar el área de las tomas de decisiones, volviendo a la persona o indecisa o impulsiva. La novela de Dr. Jekyll y Mr. Hyde se basa en el accidente de una persona de aquella época muy documentado y seguido por la prensa, una persona tranquila y juiciosa que dejó de serlo porque una barra de hierro le atravesó el prefrontal. La película “brain on Fire” nos muestra este proceso en donde un humano, un alma, se degrada hasta casi desaparecer (tiene tintes optimistas sesgados, pero se perdonan).
   Termino postulando que de todo el cerebro, de todo el comportamiento, hay uno que me parece clave, el núcleo del alma: la motivación. Darse cuenta que para muchas religiones esa piedra angular era y es la voluntad (la cristiana y sobre todo la protestante). Esta es una forma errada, maquiavélica casi diría, de interpretar la motivación. La madre cazadora-recolectora se “mueve” ante el hijo por motivación, la madre de hoy en día ya no está tan claro, entre el lenguaje errado feminista y la sociedad tal cual es hoy en día, están trastocando todo. Uno se come una fresa por motivación, por su sabor; hace una dieta por voluntad. La motivación es aquello en donde lo interno y lo externo coinciden: subo una montaña porque me gusta el riesgo, el esfuerzo. Si tu empresa te exige subirla lo haces por puro esfuerzo, por la voluntad. La enseñanza no “funciona”, en parte, porque tiene como herramienta la voluntad, no la motivación. Un alma va muriendo cuando pierde toda motivación (deseo de moverse, falta de ánima, de ánimo). Las autoayudas fallan porque llaman a tu voluntad.
  Ese eje cerebral que he estado tratando en mis últimos escritos de amígdala, hipocampo y córtex cingulado anterior parece esconder grandes misterios. El hipocampo, núcleo en este eje, tiene una conexión muy ligada con el hipotálamo a través del fórnix. El hipotálamo es una glándula endocrina y a la vez es memoria. Suelta neurohormonas que crean cambios tanto a nivel corporal como en el comportamiento del cerebro. Una química del dolor, del miedo crea cambios. ¡Y no siempre a peor!, hay una relación entre el dolor y la curiosidad. Se da aquello de “el hambre agudiza el ingenio”. “Acostada en medio de la desdicha, el alma ve mucho”, decía Sófocles. Un optimista, o alguien que le vaya todo bien, no tiene porqué cambiar, entender o profundizar en nada. Sólo el que sufra, aquel que esté dañado, quiere cambiar algo. Un rico, ¿por qué querría cambiar el mundo?, un emigrante lo cuestiona todo, pone todo patas arriba. Alguien bello no cuestionará nada de la moda, de los altos estándares de la actualidad, lo hacen los que son menos agraciados. El hipocampo parece crear cambios en la amígdala y en la zona del córtex cingulado. Cambia sus formas de trabajar, que cambian su tamaño. Esa readaptación de zonas, tamaños y comportamientos crean trastornos de la personalidad como la esquizoide y la límite. Hay diferencias de tamaños y activaciones entre hombres y mujeres. Incluso se postula que este extraño equilibrio juega un papel importante en nuestro rol y preferencias sexuales. Ahí, en ese eje está el masoquista y el sádico, entre otras tantas filias y tendencias. En ese juego “la orexina, también llamada hipocretina, es un neuropéptido que regula la excitación, la vigilia y el apetito” (Fuente Wikipedia). Si uno está de “capa caída”, con una baja motivación o simplemente aburrido, este péptido está en juego. A veces basta que alguien nos haga reír para que el comportamiento del cerebro cambie y nos motivemos; para que la orexina trabaje en las sinapsis, las uniones cerebrales, y active a la dopamina, como para que nos movamos. A veces unos cuantos halagos de alguien a quien respetemos u amemos, o un sencillo abrazo, de nuevo hace actuar a la orexina que a su vez mueve a la oxitocina y esta a su vez a la dopamina.
   En este eje cerebral, y en la orexina, está el santo grial de las autoayudas. Pero no nos engañemos, no puedes decir que ves si hay una densa niebla. La motivación es un proceso de retroalimentación, en donde la información es procesada por el córtex cingulado anterior y este detecta errores. No me puedo motivar si el medio no retroalimenta esa motivación. A las personas muy racionales no les funcionan los engaños, porque ese detector y verificador que es el córtex cingulado anterior les funciona de forma tan fina y precisa que les dice que hay alguna disonancia cognitiva, alguna incongruencia, retroalimentación interrumpida en el exterior al captar gestos en los otros contradictorios. Si el córtex cingulado anterior no cierra el ciclo de la retroalimentación interior, el hipotálamo a través del hipocampo (cambios hormonales) y la amígdala (cambios en el miedo, a qué ha de ser tomado como agresivo o peligroso) no crean cambios. Se producen, en la mayoría de los casos, autoengaños (la mala fe sartriana), que a la larga hacen que esa autoestima falsa, se desmorone con facilidad a la menor, pues en definitiva sólo era humo. Por eso no vale de nada la teoría periférica, el sonreír por fuera para al final sonreír por dentro, pues es puro humo que en el cerebro racional, el córtex cingulado anterior, le dice que no es válido, que no le puede dar su visto bueno, cerrando el ciclo en el que está inmerso. Podemos ver toda la tarde series de risa, pero eso no hará ningún cambio a que tu hermano haya sido vilmente asesinado el día anterior, a que tu país esté entrando en una dictadura, o a que nada cambie para que no se produzca un cambio climático, a que cada vez haya más y más muros que dividen el mundo, y que el rico cada vez sea más rico y el pobre más pobre… Es mejor estar “loco”, que el alma se vuelva insana, que ser un loco insensible a todos los males del entorno. No basta con que te salves tú, como proponen las autoayudas, hay que salvar a la sociedad, pues es el medio donde se produce nuestra retroalimentación, y sólo así el propio ciclo interno se cierra por no hallar nada más que verificar.
   Resumo y sentencio. No es depresión, no estoy enfermo. Es falta de motivación en un mundo en donde cualquier movimiento alimenta al monstruo en el que se está convirtiendo la sociedad. “Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma” dijo Albert Schweitzer. Es realismo depresivo porque el medio en donde me desenvuelvo no encaja en nada a una racionalidad de lo que debería ser el ser humano. Lo siento, mi córtex cingulado anterior no quiere dejar pasar esta sociedad como buena, salta en él, una y otra vez, el sistema de errores, de contradicciones, de locura general, de violencia y acoso complaciente de niños bien, de un lenguaje que cada vez tiene que ver menos con la realidad, de feministas que sólo crean un nuevo tipo de guerra de humanos contra humanos, de sumisión y conformidad de grupo, y aceptación de todo lo malo, aunque ya contemos con que fue ese el proceso por el que pasó el pueblo alemán con Hitler. Sí, puede que me volviese a los ojos de los demás frío, racional y distante, pero la razón tiene sentimientos que el corazón no siente. Tengo alma, quizás un alma más mecánica, pero alma en definitiva.(2)

(1) En las razas se dan tres factores: 1. cuellos de botella, los australianos, tan característicos, son una prueba de ese proceso, fueron pocos los humanos que llegaron allí, esos pocos tendrían esas características y se heredaron. 2. Selección sexual. En los ojos de los orientales, esa bolsa de grasa en el párpado superior, era buena para las glaciaciones o zonas más heladas, pues protegían contra la ceguera que provoca el frío, pero después se volvió un rasgo que las personas seleccionaban en sus parejas. 3. factores medioambientales, el color o falta de color por la melanina y la protección contra el sol, más altura o menor por mejor adaptación a un medio, etc. Los tres interactúan unos con otros.
(2) Lecter y Dexter ¿son psicópatas? Una gran cantidad de humanos se han sentido identificados en sus “cacerías”. Sus “razones” son más válidas que una gran mayoría de emociones vanas humanas. El amor mata más que ninguna otra arma. ¿Expelemos en este nuevo tipo de “héroe” un humano por venir?

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