En Busca de lo Animal del Hombre



(Aclaración previa. Escrito de hace casi un año inacabado. La idea de lo masculino y femenino como retroalimentación positiva y negativa se puede mantener, pero todo está mejor explicado y en contexto en los escritos previos. Es de interés sobre dos temas: diferencia entre teleológico y teleonómico, y sobre lo envuelto y lo desplegado de David Bohm.)
    De nuevo me veo en la necesidad de aclarar ideas. No es que el sentido común sea el menos común de los sentidos, ese puesto lo ocupa la lógica, pues ha de ser igualmente un “sentido”; en la medida que es algo implementado en el cerebro y en tanto que este, y por ello la evolución, tiene como una de las formas más básicas para (a)prender (agarrar, asir y por ello atraparlo) del mundo o la realidad, la causa y el efecto. Por causa y efecto aprendemos a deducir patrones. Pero hay que ver y saber de los límites de tal tipo de aprendizaje. Lógica no está unido a bien o a significado. Algo lógico no tiene porqué ser bello o bueno. Este tipo de “error” se da sobre todo en la cultura occidental, y nos viene de Platón y los primeros filósofos griegos, el cristianismo se “alimentó” y se fundamentó de dicho error, y aún perdura en nuestra forma de pensar. Es lógico que un depredador se alimente pues es una de las bases de la vida, en tanto que una constante búsqueda de energía, pero según nuestra mentalidad no es bueno matar y caemos en el error de creer que no es lógico. Por otro lado lógica quiere decir que es susceptible de ser reducido a un algoritmo, pero aunque los sistemas complejos emerjan de dichas reglas o patrones, eso no quiere decir ni conllevar un significado. Llegará un momento en el universo que la materia esté tan separada que no creará las fuerzas básicas de sus interacciones, con lo cual no habrá energía ni vida. No es algo tan lejano, la luna se va separando de la tierra 3,78 centímetros por año, esta hace de “freno” en la rotación de la tierra, con lo cual los días se irán haciendo cada vez más largos, creando cambios en cadena en la biosfera. Y si todo acabara en “nada”: ¿para qué la vida o la inteligencia…?, para nada. No todo tiene un significado o sentido. Casi todo pensamiento humano está “agarrado” al concepto de progreso, donde tal concepto tiene como base el significado unidireccional de la vida como llena de sentido. Nuestra mentalidad, por ello, es antropomórfica y al fin y al cabo antrópica (la inteligencia -y por ello el hombre- como fin último del universo). Con el propósito de hacerme entender sigamos la historia de la siguiente metáfora surrealista. Qué quiere decir o lleva implícita la frase “sé razonable” si es dicha por la seda al esparto. Lo más seguro es que quiera decir que sea igual de suave, fina y etérea que ella. Razón aquí, donde tal capacidad está atravesada por la lógica. La seda se equivoca al tratar de analizar la realidad de las texturas por su suavidad. La textura está más allá de lo que pueda comprender la seda a partir de sí misma.
   ¿Por qué es importante para pensar el “alejarse” del concepto del bien y el significado? Porque sólo así se puede entender la “vida” y ciertas cuestiones.
   El libro “Iron John”, de Robert Bly es el libro que más me ha impactado en los últimos años. En este libro el autor hace un gran ejercicio de recopilación -y cruce de mitos y leyendas- en busca de una visión del mundo y de la esencia del ser humano. Muchas de mis ideas se ven fortalecidas, otras me ha tocado revisarlas. Lo primero que hay que poner en claro es que es un libro dirigido al hemisferio derecho, al pensamiento mágico. Mi estilo de escritura, sin embargo, habla con el hemisferio izquierdo, a la razón, tratando de sustentarse en lo científico. Raramente un libro científico nos “toca la fibra” o nos eleva o nos hunde, eso es lo que tiene la información en bruto: no está dirigida a lo emocional. La indiferencia suele ser su seña de identidad.
   Me voy a detener brevemente en las coincidencias. Desde el principio de mis escritos me di cuenta que en la antigüedad existían rituales de paso, los cuales hacían de fronteras de dos estados, pues en muchos casos tales dualidades no estaban tan divididas como para que fueran muy claras. O sea, si una persona es su identidad y esta varía con respecto a la edad: ¿cuándo se pasa de joven a adulto?, ¿en qué consiste tal cambio? La evolución lo “sabe”, en cada especie se da esa transición por un cambio: saltar del nido, abandonar la manada de la madre… Pero el humano se mantenía en grupo, en la tribu, no había ese salto del nido o irse lejos de la madre. Por ese hecho los primitivos crearon los ritos de paso. Lo que Robert Bly “denuncia”, o nos hace ver, al igual que yo lo he hecho, es que hacen falta esos ritos, que además en gran medida no eran igual de claros o trasformadores con la entrada de las nuevas religiones, creadas a partir de las primeras grandes civilizaciones. Por otro lado Robert Bly es seguidor o sucesor de Carl Jung, por lo que tiene como base los arquetipos humanos, como base para comprendernos, cuestión sobre la que coincido y que más adelante aclararé bajo nuevas perspectivas.
   Otra cuestión es que su lenguaje y diferenciación entre salvaje y primitivo es caprichoso y no relacionado con la evolución humana. ¿Salvaje es lo más animal que la humanidad dejó atrás pero siempre le acompaña? Si es así es un concepto, no remite a un humano de la prehistoria, o uno tan antiguo del que el humano moderno no tiene memoria. Hace mención, por lo tanto, a lo instintivo y a las acciones puramente brutales de esos instintos cuando se desatan. Aun con esta apreciación la cuestión tampoco queda clara,  pues ciertas cuestiones que él llama salvajes son en realidad casi más propias de las sociedades actuales, con sus guerras modernas, las mafias organizadas y los asesinos a sueldo y en serie. Dejo de momento este tema sin llegar a ninguna conclusión.
   Casi al final del libro se me ocurrió si ese mito del hombre peludo o primitivo no haría referencia a los neandertales. Explico mi punto de vista con un poco de rodeo. Cuando los europeos quisieron colonizar el mundo se encontraron con las etnias y culturas de otros países. En algunos casos con humanos que aún se mantenían como cazadores-recolectores. ¿Qué pasó? En otras ocasiones ya he dicho que nuestra identidad nos la marcan las diferencias con las otras personas. En esa dirección y en ese encuentro buscamos aquello que es mejor de nosotros, y aquello otro que no queremos ver en nosotros, pero que lo reconocemos al ver al otro. Limamos lo negativo en nosotros al verlo en otros, pues ese lado negativo nos afecta para mal cuando viene de esos otros. La “ética del pedo”, mis propios pedos en soledad no tienen nada malo. El pedo del otro me hace ver lo negativo del pedo, y prefiero en ese caso que no me llamen pedorro. Siento si suena grosero, pero es el ejemplo más claro y seguramente el que pueda ser entendido de forma más universal. Bajo este patrón, el europeo rechazó su lado salvaje cuando lo vio en las otras culturas. Trató de limar ciertos de sus aspectos para alejarse aún más de esas otras culturas. Un ejemplo, que ya he mencionado en otras ocasiones, era el canibalismo. En Europa existía la “ley del mar”, por la cual era lícito comerse a otra persona si se daba un naufragio y podían morir todos. Cuando vieron que el canibalismo en otras culturas no era con algo que se quisieran identificar, se abolió la “ley del mar”. Con este patrón en mente pensemos qué debió de ocurrir cuando los sapiens se encontraron con los neandertales. Seguramente se creerían superiores, y en la medida de crear unas diferencias, renegaron de ciertas de sus costumbres que les parecían negativas de los neandertales. Esa diferencia, entre lo que era en ese momento el homo sapiens y lo que no debería de ser, debió de ser el que creó la leyenda o el arquetipo de hombre primitivo, en tanto que peludo. Lo que me dio esta idea fue este término, pues el neandertal se mantenía aún con mucho vello, característica que está sobre todo en los europeos, pues en Asia los sapiens se encontraron con otras especies homínidas. Igualmente deberían de ser más “primitivos” en lo sexual, y quizás las hembras eran más proactivas tanto en lo sexual como en otros comportamientos. Esa tendencia más “pura” o en estado natural, fue la que plantó las semillas de lo que más tarde serían los mitos de la fertilidad, el dios Pan y de Dionisos. Neandertales que estaban más apegados a su lado “salvaje” o natural. Las primeras diosas talladas en piedra no me parecen que tengan características de la tipología africana: alta y delgada.

Deberían de ser la forma rechoncha y más obesa de las neandertales. Puede que fueran más fecundas y puede que las neandertales fuesen las que al final se perfilaron en las leyendas hebraicas como la rebelde Lilit. Ya me imagino a una sapiens diciendo a su pareja y con respecto a una neandertal: “¡ni te acerques a esa pelandusca!”, (es una broma, ideas tontas que se me ocurren, no tomárselo en serio). Por otro lado tal idea coincidiría con la hipótesis del origen de la palabra héroe, en tanto que valor ciego y con respecto a salvaje, que sería lo propio de los neandertales. Estos arremetían, cuerpo a cuerpo, contra las fieras que querían derribar o contra las que se tenían que defender. Mientras que el sapiens ya hacía uso de las lanzas de larga distancia como sistema de caza y defensa. El guerrero interior, al que hace mención Robert Bly, es a esa tipología humana más brava y con desmedida en sus ataques, que estaba ya en nosotros cuando los sapiens se cruzaron con los neandertales. Las películas de acción muestran a la mayoría de los personajes con esta tipología menos reflexiva de impulso ciego. La película “Apocalipsis Now” hace una llamada y recordatorio a ese lado más salvaje del hombre, donde el mayor valor pasa por no tener ningún remordimiento, y en ese proceso no abrigar nada de miedo…, un tipo de personalidad que hoy se la achacaríamos a los psicópatas (otro posible “rastro” de los neandertales, pero sin las connotaciones modernas, recordar que tal perfil tiene como hecho más relevante una amígdala menor). Nos encontramos así con la dualidad salvaje y primitiva, que es sólo conceptual, pero que posiblemente fue tomada como que lo salvaje era aquello que estaba más cerca de ese otro pueblo que fueron los neandertales. Si bien lo primitivo sería el lado más positivo del valor que estos tenían y de la fecundidad y la sexualidad de las neandertales. Un ideal de lo mejor de las dos especies, lo que después serían los arquetipos de los que se alimentaron los mitos, las leyendas y más tardíamente los cuentos. El hombre peludo llama a ese lado del que renegamos, cuando renegamos de lo más salvaje de los neandertales, pero del cual no estábamos exentos.

Puede que el centrarse en el cabello pueda ser por su tabú, y en ese caso que estaba fuera del tabú o que se lo saltaba. Por otro lado haya que tener en cuenta que la sapiens (origen áfrica) tenía el pelo rizado y poco largo (por comodidad y sanidad). La neandertal lacio y posiblemente con melena, luego refuerza mi idea de la mujer "peluda."

   Otra cuestión de la que rápidamente me di cuenta, en el libro de Robert Bly, era la falta de dirección en cuanto a qué edad se refería con cada rito de paso y extrapolados desde el cuento “John Hierro”. Pero en las últimas páginas él mismo reconoce esa falla. En esa misma dirección ignora las tipologías humanas y se supone que todos hemos de pasar de la misma forma por los mismos ritos, con un mismo significado y fin: llegar a ser adultos. Como si sólo hubiera un tipo de humanos, en dos sexos. En esa dirección la ausencia de un rito de paso o transición nos deja en un estado intermedio o anterior, por el que al final pudiera haber distintos tipos de humanos. Bajo mi punto de vista cada humano ha de pasar o no por unos trances según su tipología. No han de ser los mismos ritos de paso para un alfa o guerrero que para un chamán. No son las mismas heridas, ni los mismos caminos y duración de la catábasis de una persona “normal” (no estoy seguro que la acentuación de katabasis sea la correcta, la adopto de la Wikipedia, no existe en el diccionario de la Real Academia), que para llegar a ser artista o una persona profundamente espiritual. Hay personas que apuestan por quedarse en el subsuelo, en el submundo y no llegar a  la “normalidad” adulta. Bly hace mucho hincapié en los daños en la niñez, cuestión con la que coincido, pero ignora los daños a partir de los cambios epigenéticos, que se heredan por tres generaciones a través de las madres. Una persona altamente sensible al estrés y la frustración puede ser debido a un daño durante la niñez o porque lo haya heredado por un cambio epigenético. Por otro lado a estas personas dañadas ya de nada les vale los ritos de paso. Se quedan por siempre con el daño interiorizado. Ese tipo de personalidad, en muchos casos, eran tomados como “bendecidos”, bajo el concepto más primitivo de tal palabra. Eran elegidos de algún Dios y era por ellos que hablaban los dioses, o eran los que tenían que ser sacrificados en otros casos. En ciertas culturas africanas de cazadores-recolectores de la actualidad aún se puede ver este proceso. Si una persona pasa por un duelo y no sale de ese dolor, que hoy en la cultura occidental se reduce al concepto de depresión, esa persona al final toma el papel de visionario/a, por tener la capacidad de ver lo que otros no ven. Tal capacidad es lo que ahora se puede llamar y estar estudiado bajo el concepto de “realismo depresivo”, fuera de toda mística, y es simplemente el de una persona en la cual el sesgo optimista ya no opera. Se ha producido un cambio epigenético, por el cual ya no vale ningún rito de paso. El miedo y el dolor son su hogar.


   Robert Bly hace mención a un daño físico o a una época en la que se es ceniza; en la que se trabaja en lo más despreciable o bajo de lo social. Bajo un aspecto más científico lo que aporta de tal hecho es la capacidad para poder empatizar con todo aquel que sufre, y por otro lado llama a la humildad o dicho de otra forma: carecer de engreimiento. Lo primero por las neuronas espejo. Un hombre -o una mujer que no haya pasado por un parto- no pueden empatizar con una parturienta. Un hombre con los dolores menstruales, ni una mujer con un hombre que se retuerza por una patada en los testículos. El cerebro puede “recurrir” a algún dolor propio, pero nunca son ni iguales ni equivalentes. Pero de fondo la enseñanza es haber pasado por el dolor, por el tránsito o rito de paso de un fuerte dolor personal durante un periodo algo largo, como para que haya creado una cicatriz que te haga recordar tal estado. De una u otra forma todos esos tránsitos por los que hay que pasar sólo llevan a un lugar: la madurez. A un estado de asumirse con unas finalidades que son las finalidades propias de una especie, que en el caso del humano es el de crear una familia. Aunque en el libro no haga alusión a ello de forma muy clara, creo que es lo que lleva implícito. Por eso su visión me parece muy unidimensional. Todo rito de la antigüedad estaba creado para mantener las costumbres de una cultura dada y todas tenían una visión sencilla de la vida. La de aceptar los “designios” naturales: crecer, reproducirse y morir. Hacer crecer a los hijos, llevarlos al matrimonio, y que nos asistieran en nuestro proceso a la muerte.
   Con esto llegamos a los arquetipos. Hasta este punto, y lo que vendrá detrás de esta larga intromisión, ya estaba escrito, pero tendré que revisarlo a partir de lo que escriba ahora. Esta noche me ha dado un fuerte dolor de estómago que me impedía dormir (los cólicos previos, de los que no sabía su causa, y antes de que me extirpasen la vesícula). Para distraer el dolor me puse a pensar. Hay que ver esta parte del escrito como la barriga de una embarazada de casi nueve meses: es voluminosa y tiene su propia vida. Un tema que tengo pendiente es explicar la vida desde eso que yo he llamado los conceptos emergentes. El tema a es muy complicado. En parte lo quería hacer a partir de una gráfica, pero ningún programa de mapas mentales me deja usarlo a mi modo, poniendo sobre el escritorio todas las entradas, y después ir creando los enlaces o desenlazando según fuera creándolo y meditando sobre lo que tenía delante. Es como si para hacer un mapa mental en el ordenador hubiera que partir de un mapa mental interior bastante estructurado, cosa que no tengo. He probado varios programas y de momento no he encontrado ninguno válido. He instalado Visio de Microsoft, pero requiere algo de aprendizaje. Hasta he pensado recurrir a lo analógico, hacer recortes en papel y desplegarlos en un tablero. Como sea, el caso es que es sobre algo que han meditado Aristóteles, Kant, Descartes e incluso el físico teórico David Bohm. El tema a tratar es la distancia entre lo que se ve, y lo que ocurre en las interacciones de esa realidad tangible. Los llamados acoplados o acoplamientos, en el lenguaje de Varela y Maturana. En el mundo griego a esos acoples se les llamaba esencias, y así estaba el mundo de los entes y de las esencias. La esencia “constriñe” a al Ser, al ente. Da igual que tipo de triángulo sea, toda forma de tres lados lo es. El cerebro rápidamente detecta un triángulo, luego tiene una idealización o concepto de lo que es un triángulo, indistintamente como se nos presente. En algunos casos decimos que una persona tiene una cara en forma de triángulo invertido, en comparación de tenerla cuadrada, ovalada o redonda. En la visión más idealista, en Platón, existía un “cielo” de esas esencias, por ejemplo del amor, y el amor concreto en cada forma de vida y de cada humano trataba de igualarse a ese amor ideal. De ahí en parte lo del amor platónico. Tal como yo uso el concepto de limerencia se acerca a las ideas de Platón. Aristóteles, su alumno, formalizó sus ideas, restando la necesidad de ese cielo de las ideas. Por no repasar cada pensador doy un salto a David Bohm. Para este por un lado esta lo empaquetado (envuelto, implicado) y por otro lo desplegado o desempaquetado, en donde lo desplegado es el equivalente a las esencias de los filósofos Griegos y el concepto en mi lenguaje. En unos casos y otros es buscar un orden en la interacción o los acoples de varias cosas o sistemas. Este punto de vista de analizar la realidad ha sido llamado holomovimiento, que forma parte del holismo en ciencia o metodológico, en donde para sus seguidores la ciencia es reduccionista, pues sólo analiza propiedades cuantitativas, concretas o reducidas de la realidad. Yo no voy a solucionar qué es y cómo es lo desplegado, si tampoco lo pudieron hacer los grandes pensadores, pues todos terminaron por argumentar que ese mundo de las esencias o desplegado no lo podíamos explicar, pues no nos es alcanzable en su totalidad. En ese caso solo voy a tratar de resolver el tema de los arquetipos, en donde dos de sus conceptos son lo masculino y lo femenino. Primero hay que volver a hacer otro inciso. En el escrito anterior decía que no era lo mismo lo teleológico que lo teleonómico, y ahí se quedó la cuestión sin explicar. En este inciso va a quedar explicado. ¿Qué es un acoplado o una esencia o un orden desplegado que es tan complicado como para percibirlo o como para explicar, o como para ser reducido a palabras? Imaginemos un reloj de pared de péndulo. Todo animal lo ve como un objeto que sobresale sobre una superficie lisa horizontal (pared), que tiene un utensilio que le cuelga y que se balancea de forma rítmica. Una araña, por dentro, ve engranajes u objetos que dan vueltas, creando un sonido rítmico. Sólo el humano sabe que la “esencia” del reloj no está en su maquinaria, sino en su función: dar la hora. O dicho más exactamente: un reloj es un instrumento usado para medir, mantener e indicar el tiempo. En el lenguaje de la Filosofía la esencia del reloj es dar la hora. Este es un objeto teleológico, su porque y su finalidad son lo mismo: proporcionarnos la capacidad de saber en qué momento del día estamos. Dar la hora no está implicado en el reloj, bajo el punto de vista de la araña, es un acoplamiento, esencia, concepto, o desempaquetado de tres sistemas: la rotación de la tierra sobre su propio eje, los mecanismos del reloj para calcular ese proceso de 24 horas, y el cerebro humano, bajo un lenguaje que ha normalizado, como para crear un patrón en donde el día se divide en dos ciclos de 12 horas. Quita uno de los sistemas y el reloj carece de “sentido”, como se ve en el caso de que tal sistema sea visto por otro animal que no sea el hombre. Si se extinguiera el humano y viniesen unos arqueólogos extraterrestres, deducirían su esencia, y además que sobre este planeta hubo un animal lo suficientemente inteligente para comprender la rotación de la tierra y manejar los materiales tan sutilmente como para crear el reloj.
    En esta base se encuentra la teoría de los creacionistas: el reloj se creó con una finalidad, luego tuvo que haber un relojero, que en el caso del universo y la vida es Dios. En esa dirección los creacionistas argumentan que un ojo no se puede auto crear (evolucionar) sin un plan previo. Aquí está la diferencia entre lo teleológico y lo teleonómico. En el escrito “un porqué evolutivo de la identidad” veíamos que por medio de unas pocas reglas las especie se mantienen estables. No varían en unos siglos o unos milenios, aunque el humano haya hecho cambios en el lobo, como para crear en apariencia algo tan distinto como un pastor alemán y un pequinés, siguen siendo cánidos. Perros y lobos se pueden cruzar, son la misma especie en dos subespecies. Hace poco encontré cuánto es el tiempo que tiene que pasar como para que dos subespecies aisladas no puedan tener progenie o hibridar al volverse a encontrar, y es de unos 600.000 años. Retomo que me he desviado. El concepto de teleonómico habla de esa estabilidad, de ese mantenimiento de una identidad o especie, pero descarta que haya una finalidad. Vayamos a una parte del cuerpo, para que nos sea más equiparable al reloj, pero sin ser el ojo. Si se separa una célula cardiaca en una placa de Petri esta sigue palpitando. Si se le preguntase a esta célula que nos diese una explicación de su palpitar diría que ese es su ser, su esencia. Una sola célula no sabe que forma parte de un corazón, donde este a la vez hace una función dentro de un cuerpo, como para mantenerlo vivo. Esa función del corazón, la de hacer que circule la sangre, es su esencia, su desplegado. Un órgano en el cuerpo es teleológico, porque su porqué y su finalidad coinciden. Pero aunque en las funciones los órganos se parezcan a algo creado, en lo vivo, frente a lo creado, hay una gran diferencia de fondo. Algunas partes cambian su comportamiento durante su evolución (Exaptación), como para que al final se produzcan o emerjan nuevos acoplados o funciones. Un caso es la oxitocina, se creó para propiciar el parto. Hoy es más conocida como la molécula del amor. Otro caso es que la cóclea, el huesecillo dentro del oído interno, era parte de unos huesos que se desprendieron de la mandíbula inferior (ver vídeo). En estos dos ejemplos, entre cientos, vemos que no hay plan previo y una finalidad. En cada momento hay un para qué, que varía a lo largo del tiempo. Este escrito no tiene como finalidad un ataque al creacionismo, ni una defensa de la evolución, con lo cual dejo este tema. Sólo trato de mostrar que los acoplados o lo desplegado varían con el tiempo y dependiendo de las interacciones con otros acoplados. En ese sentido ni el universo, ni la vida, ni la inteligencia son un fin de la materia y la energía. Lo que se mantiene en la vida, en los animales complejos, es la necesidad el saber cómo es la realidad y eso “obliga” a crear “aparatos” con funciones para oír, ver, oler y el resto de los sentidos. Distintos animales llegan a ese fin por distintos medios. Algunos animales se especializan en alguna captación del entorno, a través de algún sentido que ni siquiera tiene el humano, como son los ultrasonidos. Cada sistema vivo se adapta y varía a través de dos reglas, las variaciones y lo teleonómico. Caos y orden. Como la vida es negación del caos, su base o esencia es mantener el orden o lo teleonómico. Pero analizado, como ahora lo puede hacer el humano en la dimensión temporal de millones de millones de años, en realidad lo que prima en la vida es el caos. Ayer, como quien dice en tiempo evolutivo, después de la destrucción de los dinosaurios, había unos pequeños mamíferos, parecidos a las ratas, y hoy somos esos engreídos llamados humanos. Mañana quien sabe…


     Tengo la base de qué es o no es la vida, y cómo operan y qué son los acoplados, los conceptos o lo desplegado, hay que extrapolarlo a los arquetipos femenino y masculino. Tales conceptos son esencias sobre dos tipos de comportamientos de una especie dividida en dos sexos, con dos formas de proceder o comportamiento y con dos finalidades distintas. La intuición que tuve esta noche -con el dolor de estómago- es si no serían reducibles a retroalimentación negativa y positiva y de esta manera se podía resolver todo el tema. Pero antes vayamos de vuelta a las mitologías, las religiones y el libro de Robert Bly. Este autor nos muestra el cómo buscando en todos los mitos del mundo se pueden hallar patrones de coincidencia. La falla es que si fuese así, si ese método fuese efectivo, se tendría que llegar a una conclusión sobre qué es lo masculino y lo femenino, y no parece que ocurra. Por lo pronto hay que afirmar que el monoteísmo fue una caída desde aquella pluralidad tan fructífera hacia una posición pobre. El prefijo mono- también llevó a lo monótono y a lo monocromático en el mundo de las creencias. ¿Qué dos arquetipos sobre la mujer se deducen y sobresalen en el Nuevo Testamento?, María y “la” Magdalena. La incondicional madre y la prostituta. De forma curiosa ciertas mitologías y retratos plasman a María Magdalena como una mujer peluda, si bien en vez de ser como lo sería un oso, es la imagen de una mujer de un cabello tan largo que le cubría todo el cuerpo (tampoco se puede descartar que como a Lilith se le representase con mucho cabello por su tabú y dando a entender que hacerlo era de prostitutas). Seguramente readaptaron el mito de la mujer peluda bajo la visión de la Baja Edad Media. La explicación de este tipo de retratos es que se mantuvieron creencias y se mezclaron mitos, “acoplándolos” a los personajes del Nuevo Testamento. A grandes rasgos el pensamiento occidental emerge de dos mundos distintos. De un lado del desértico mundo de la península arábica y el norte de África, y del otro lado del profundo bosque de la Europa más occidental. Esos dos mundos giran en torno a dos posibles navegaciones por mar: el mediterráneo, y del otro lado los mares que lindaban y unían el norte de la península Ibérica, la actual Inglaterra, todas las costas occidentales; y si se quiere, más adelante en el tiempo, la parte más norte y occidental de la península escandinava y Dinamarca . Esas dos “aguas” eran las equivalentes de dos redes de Internet de aquellos años, por las cuales se movían las tecnologías, las culturas y los materiales para el intercambio o comercio. Entre medias de esas dos zonas diferenciadas estaban los actuales países latinos o del sur de Europa: Francia, España, Italia y Grecia. De esta forma el ombligo de esos dos mundos era Grecia. En la mitología griega nos encontramos con la dificultad de diferenciar lo masculino de lo femenino. Hay muchos dioses y diosas y cada uno tiene sus propias características, como si fuese imposible reducir la esencia de los dos sexos a tan solo dos dioses. El propio Robert Bly muestra esa falta de claridad, de unicidad. Lo que he querido mostrar en este párrafo es el hecho de que cuando “venció” el monoteísmo perdimos, a grandes rasgos, la pluralidad de las creencias y fue ese reduccionismo el que forjó, en parte, la cultura occidental que tenemos ahora y por lo tanto los arquetipos de hombre y mujer. Relativizo todo porque es una exposición mínima a vista de pájaro, si se entra en detalles todo se desdibujará en particularidades, y en teorías más complejas. Por lo demás esa vista a grandes rasgos no yerra.




   Con esto entro de lleno a tratar de vincular femenino con retroalimentación negativa y masculino con retroalimentación positiva. Vuelvo a los párrafos que preceden al anterior. Trato de buscar esas esencias, desplegados o acoplados que son los que han creado los arquetipos o los roles. Si los griegos si hicieron eco de tantos dioses y diosas es que lo femenino y lo masculino eran irreductibles, pero salen algunos patrones, pero no lo suficientemente sólidos como para convertirlos en dos polos opuestos. Lo mismo ocurre con ese acoplado que es la retroalimentación positiva y negativa. En el cerebro hay neurotransmisores activadores y otros inhibidores, pero esta división de activación y freno tampoco es muy funcional porque la concentración o atención en una tarea es un freno de ciertas áreas para dar una alta prioridad a otra. De cualquier forma se puede decir que hay neurotransmisores que hacen de retroalimentación negativa, frente a otros que son retroalimentación positiva.
    Si a un etólogo se le dijera unos comportamientos de un animal, este seguramente deducirá a qué animal nos referimos. Cada animal bajo ese aspecto tiene unos roles propios de su especie y unos “asignados” a las hembras y a los machos. No por exigencia, no por ningún tipo de imposición, sino porque ese es al equilibrio que ha llegado esa especie con respecto a su medio. Nos equivocamos en la asignación de las palabras o las malinterpretamos al simplificarlas. Como he dicho en el anterior capítulo algo adquiere una identidad, por la que pueda ser definida y nombrada, porque ha llegado a un equilibrio. La regla vale tanto para un átomo, para un planeta o una estrella, como para un compuesto químico, o para una especie ya en la vida. Llamar acción, rol, comportamiento o patrón a que una estrella caliente son palabras erradas. ¿Da amor una leona a sus crías?, o una pingüino o una humana. Amor es una palabra reduccionista para una acción mucho más amplia y compleja. La madre leona tiene que ser algo cruel para que su hijo macho abandone la manada, o un ave al empujar a sus crías más indecisas del nido, en algunos casos desde lo más alto de los acantilados. Pero de nuevo cruel sólo es una palabra. Antropomorfizamos todo y esto es por medio de las palabras, y según ciertas sensibilidades. Los veganos son un extremo ejemplo de esa alta sensibilidad, desconectada de la realidad. Todos son procesos naturales. Lo natural no debe ser mirado con etiquetas de valor, de bueno o malo. Las antiguas guerras tribales provenían de nuestro lado animal de la lucha por los territorios o la escasez de la comida. Los etólogos se tienen que mantener al margen: si una cría muere a manos de un depredador, ¿tendrían que impedirlo? Tienen que dejar de ver la naturaleza a través de sus valores éticos. La cuestión es: ¿hay que tener la misma mirada hacia el humano? Se supone que no, que nuestro mundo es ético. ¿Realmente lo es? Por otro lado, si nos remontamos tiempos atrás: ¿en qué momento de la evolución el comportamiento de nuestros ancestros tenían que ser tomados como naturales y en qué momento no? Cuándo se tuvo conciencia, ¿acaso la conciencia fue un proceso de interruptor en donde hubo un momento que estaba apagado y de repente se encendió la luz? Yo no lo creo. Fue algo gradual. Y ahora ¿tenemos realmente encendida toda la luz que se requiere para una conciencia plena? Muchas de mis quejas van dirigidas en esa dirección: no somos lo suficientemente inteligentes -o tenemos una conciencia tan plena- como para que se pueda decir que no somos animales. Yo analizo al humano como animal, porque aún sigue con las reglas evolutivas, por muy compleja que sea nuestra tecnología, nuestros hogares y nuestras ciudades. Sigue imperando la ley del más apto, en donde si en un momento fue el que era más fuerte, hoy es el que tenga más dinero. Si alguna vez realmente salimos de esa regla cambiaré de idea.
Inacabado…En el proyecto quería haber hecho una gráfica sobre los dioses griegos por sus sexos, pero es trabajoso y no creo que llevase a nada. Está claro la dualidad de Marte, dios de la guerra y Venus del amor. Apolo es ambiguo, pues si bien el ideal físico masculino es lo apolíneo, después Apolo representa la razón frente al instinto, en donde su contraparte era Dionisio. Es de suponer que si se suman todos los rasgos de los dioses y diosas saldrá lo masculino, lo femenino y los puntos en común.

(Descargar libros mencionados.)
Descargar última versión del Mapa mental sobre la Superveniencia.
Para su uso e instalación: https://www.youtube.com/watch?v=tJiHzhsuMM0


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