Vivimos en una Simulación
Vivimos en una simulación. No al modo de Matrix, donde por cada humano virtual existe un humano real, sino en una máquina que simula cada uno de los agentes existentes en la simulación. Cada agente nace bajo unas premisas regladas por el sistema, como la herencia, los posibles cambios epigenéticos, las repercusiones físico/cerebrales durante el parto, y según las condiciones físico/cerebrales de la madre y las ambientales. Este mundo simulado no tiene porqué ser igual al original y que lo sustenta. Tampoco coinciden los tiempos. Las simulaciones van más rápidas que el mundo real, pues de esa forma se estudian mejor los cambios. El sistema se reinicia cuando las simulaciones llegan a la edad real del mundo que las sustenta.
La simulación en la que estamos todos nosotros no es la única. Debe de haber muchas, pues de nada serviría tratar de aprender de una sola de las líneas evolutivo/históricas, si no es posible compararlas con otras. A tal propósito están enlazadas en una red neuronal de ordenadores, en donde en algunos casos se comparten recursos. El planeta es el mismo, por ejemplo, pues no sería válida una comparación si fueran distintos, ya que a distintos medios se podrían dar distintas evoluciones históricas. Igualmente hay ciertos agentes alfas que comparten una misma red neural, si bien dicha red y programa que lo sustenta los mantiene aislados como agentes individualizados. Esta red, en su complejidad, no está libre de fallas. Ciertos agentes ven o sienten fugazmente otras simulaciones paralelas de su propia identidad. Tal sistema se implementó por la necesidad de compartir recursos, ya que los agentes operan bajo las premisas del estímulo-respuesta, y la mayoría de los estímulos suelen ser iguales, y por lo tanto con una misma respuestas para todos los agentes de todas las simulaciones, lo que deviene en un alto ahorro en los recursos del sistema.
Estos agentes alfa están programados para crear cambios en las simulaciones, ya sea porque sean líderes, científicos o artistas, en donde todos ellos creen cambios en la linealidad del sistema. De esta manera parece haber cierta seudo- aleatoriedad, cuando realmente no la hay, puesto que el sistema tiene el control sobre dichos agentes y cómo lideran o qué descubren o hacia dónde dirigen las artes. Esto es así porque los creadores de la simulación en la que vivimos, están simulando su propia historia una y otra vez, con pequeñas variantes, para ver si se llegan a los mismos resultados o no. En última instancia están tratando de determinar cómo repercute el azar y las decisiones individuales sobre los acontecimientos, y la historia de las civilizaciones y las culturas.
En esa dirección nos han hecho descubrir el universo y las grandes leyes que lo gobiernan, pero tales simulaciones tienen un límite conceptual a la hora de cómo es el mundo subatómico. Los que crearon la simulación llegaron a la conclusión que si a las simulaciones se le daba las leyes que gobiernan tal mundo, los agentes inteligentes de tales simulaciones descubrirían que están en una simulación. Tal desbarajuste lo resolvieron dándonos unos descubrimientos hipotéticos, con unas reglas aleatorias y erráticas, como el experimento de la doble rendija, que en la actual simulación del mundo lo llamamos mundo cuántico. También nos dejaron creer o percibir las otras simulaciones en teorías, y que todas operaban a la vez, bajo dichas leyes cuánticas falsas. En esa dirección ninguna de las simulaciones logrará unificar las leyes del universo y las cuánticas, pues además en las leyes del universo añadieron algunas que igualmente nos confundieran, como la energía y la masa oscura.
Una falla que tiene el sistema es el control de los agentes alfa. Estos tienen una mayor capacidad de libertad que el resto de los agentes, pues en ellos tratan de simular una libertad o aleatoriedad casi sin límites, pero en esa dirección tienen menos control sobre ellos, con lo cual a veces ven, perciben, sienten y piensan cosas que no deberían concebir. Ese es el caso de ver fantasmas, u objetos voladores que no parezcan de nuestra época. Para solucionar tal desbarajuste se programó a los agentes con una fuerte inclinación a los comportamientos erráticos, de tal manera que dichos sistemas los tomasen como portadores de trastornos mentales y disfunciones cerebrales. En su caso más extremo son tomados como esquizofrénicos, en la actual simulación. El sistema, y según va evolucionando social e históricamente, juega con dos variables: 1, el pensamiento mágico, y 2, la razón. A medida que el valor de la variable del segundo crece, disminuye el valor del primero; en donde en muchos de los mundos lo analizan como un progreso, mientras que en otros lo analizan como una pérdida. La simulación en la que estamos está programada para que haya una alta variabilidad de cómo concebir tales gradaciones de estas dos variables, si bien parece ser que el sistema se está decantando por dar más validez a la razón. He dado esta explicación para hacer entender que en las simulaciones, o el tiempo, en donde el pensamiento mágico predomina, a dichos alfas que entrevén las distintas simulaciones —hay que recordar que están entrelazados con el restos de los alfas del mismo personaje, en las distintas simulaciones— se les toma por bendecidos, chamanes o profetas, cuando por el contrario son tomados como locos o que han perdido la razón, en aquellas otras simulaciones en las que predomine la variable de la razón.
En este caso, en el mundo real que nos simula, por cada alfa existe una persona o grupo de personas que lo gestionan para ver que le pueden dejar creer y qué no, dentro de sus visiones, dependiendo de la simulación en la que vivan. Jesucristo o buda es un alfa que comparten todas las simulaciones, y que tienen pocas variaciones de unas a otras, pues son de una época en la que en todas predomina el pensamiento mágico. Con todo algunos de los Jesucristos o Budas se extralimitaron, e igualmente fueron o bien ignorados o tomados como locos, dentro de sus simulaciones.
Siendo las simulaciones como las he descrito, se requiere mucha supervisión de los programadores sobre el papel de los alfa. Los favorecen o dictan como para que perciban ciertas realidades, y les favorecen para dejarles más "pistas" para descubrir ciertas otras, sobre el resto de los humanos. Esta capacidad en la presente simulación ha sido tomada como que le hablaban los ancestros, los dioses o las musas, según épocas y culturas, pero a la vez seguidamente les niegan ciertas visiones o que duden de ellas, si lo que "descubren" puede hacerlos creer que viven en una simulación. En tales visiones se pueden sentir dioses, con cierta omnipotencia y omnisciencia, y dichos programadores, les tienen que bajar ciertas variables para reajustarlos a la simulación en la que se encuentran. Con todo, dichos agentes no dejan de estar libres de percibir la simulación, en ese caso en el mundo real se crean reuniones de los jefes de equipo, de las distintas simulaciones, para acordar cómo se tienen que comportar ciertos líderes, y si se le puede “permitir” creer en lo que ven o por el contrario tienen que dudar de ellas. Por lo demás juegan con la baza de que la sociedad en la que viven les den fe o por el contrario los tomen por locos. Los refranes a veces dan con dichas claves de los programadores, como es el caso del dicho de “la suerte favorece a las mentes preparadas” (Louis Pasteur, moderna) o “la suerte favorece a los valientes” (Terence, antigua).
Como resultado de todo lo anterior, el hecho de que a los alfas se les favorezca para que vean más patrones que al resto de los humanos, en muchos casos quizás no sea porque sus cerebros calculen dichos patrones, sino porque los programadores les pongan demasiadas pistas en sus vidas. Esta dirección de cómo recrear las simulaciones creó demasiadas disputas y divisiones en los jefes de equipo, ya que no es que tales mentes, quizás, tuviesen “muchas luces”, sino que les estaban poniendo las cosas demasiado fáciles. Hay que recordar que las simulaciones se crearon para tratar de discernir el papel del azar y la libertad. En ese caso dichos programadores no tienen las respuestas de cómo interactúan y operan, luego no pueden programar algo que no terminan de entender.
Los programadores “rebeldes”, que no aceptan que se les facilite las cosas a ciertos alfas, a veces, en ciertas simulaciones, boicotean a ciertos alfas para que dejen de creer en lo que sus cerebros y las pistas en sus vidas les dice. Uno de esos casos fue el poeta francés Rimbaud, en la simulación en la que estamos, que abandonó la poesía y la vida artística a una edad muy temprana, por algo tan contrario al arte como es el comercio. En otros casos a ciertos matemáticos o científicos se les “mataba” a muy corta edad, como es el caso de Évariste Galois, que murió en un duelo, puesto que al ser excesivamente certeros podrían adelantar los adelantos matemáticos y científicos, rompiendo con la linealidad histórica que los programadores esperaban. En otras situaciones, en dichos mundo virtuales, se programa a dichos alfas con enfermedades terminales, como fue el caso de Steve Jobs. Otro problema con una misma raíz común de mover los hilos, es la cuestión del límite de gestión de los recursos del sistema. Según las civilizaciones progresaban se requería una mayor cantidad de recursos de las redes neuronales, que tenían un límite óptimo. Para resolver esta falla los programadores potenciaban que se diesen guerras, terremotos y otros desastres, así como pandemias. Un periodo crítico fue la primera mitad del siglo XX, en nuestra simulación, en donde se tuvo que recurrir a dos grandes guerras, una crisis económica y la gripe española, para disminuir el número de agentes al número óptimo que el sistema podía gestionar. Como son sistemas semi-autónomos no pueden prever el número de bajas., por lo que al darse un exceso de muertes con dichas calamidades, al final se recurrió a lo que conocemos como "baby boom", en la simulación en la que vivimos, para aumentar algo el número de agentes hábiles. Esta otra dirección, de jugar a ser dioses, igualmente creó muchas disputas en el mundo real, pues ¿por qué controlar tanto la linealidad histórica si por ello están alterando las conclusiones a las que se pueden llegar? Los defensores del control argumentaron que dado que los agentes alfa no son entes reales, no tienen por qué comportarse como tales, pues en esas líneas de las simulaciones dichos alfas incluso podrían tener las visiones totales de la historia, en épocas tan lejanas como la prehistoria, cuando en realidad ni comprenderían lo que están viendo, como fue el caso de San Juan y su apocalipsis o Nostradamus. En esa dirección conviene, y es necesario, tener control sobre ellos, para limitarlos en sus pronósticos y visiones, o en otro caso, en las eternas revisiones futuras más racionales, ponerlos o tomarlos como locos, como para que la sociedad dude de ellos. En esa dirección conviene, y es necesario, tener control sobre ellos, para limitarlos en sus pronósticos y visiones, o en otro caso, en las eternas revisiones futuras más racionales, ponerlos o tomarlos como locos, como para que la sociedad dude de ellos. En la simulación en la que estamos, dijo algún alfa en las redes, que la actual crisis coronavirus lo soñó, y que su programador, uno de esos que tienen tendencia a boicotear el sistema, le complació e hizo que se diera tal escenario.
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No me he vuelto loco. No creo en tal escenario. No pienso que vivamos en una simulación. Es sólo el argumento de un libro, que lo dejo aquí para el que lo quiera desarrollar, pues yo no lo haré o lo escribiré. Fijarse que el concepto de Dios es igual al de dichos programadores. De existir Dios… ¿”Comprendería” realmente la libertad y el azar?, ¿estaría Él fuera de tal trama? (sobre las explicaciones que se han dado sobre esto, a lo largo de la historia, puede que lo trate en otro escrito). Con todo, cómo crear un libro sobre tal tema. ¿Desde las disputas y vidas particulares de los programadores y a partir de una de las simulaciones?, que sería en la que estamos nosotros ahora, para tener una buena referencia. Es una narración demasiado abstracta. Una buena posibilidad, con un argumento bastante distinto del tema aquí presentado, es que sólo hubiera una simulación, y que esta se recreara a partir de los cerebros durmientes de las personas reales, como una segunda vida, que olvidarían o truncasen sus recuerdos a la hora de despertarse. En este caso, en un libro muy distinto, viviríamos en un mundo futuro, donde todos tendríamos implantado un chip que nos conectaría vía wifi a un sistema central, que es el que utilizaría las capacidades de todos los cerebros, a modo de red neural, para crear la simulación. El resto del trama se comparte: en la simulación del sistema, una potente inteligencia artificial (de nuevo otro modo de ser Dios) —que tendría más información de la que es capaz de asimilar el humano, ahora en desventaja con respecto a las máquinas—, favorecería con ciertas visiones a algunas personas, que a modo de interferencia, les repercutirían en sus vidas reales, ya fuera como para tomarlos como visionarios o como esquizofrénicos y dementes.
Tanto en la visión que tenemos ahora de un posible Dios, como en la de los programadores, como en la inteligencia artificial, se mantienen la idea de un Ser Superior… ¿por qué tal “coincidencia” en toda narración? ¿Es una consecución lógica dada unas premisas, o es una tara en nuestra comprensión del mundo? Es razón o pensamiento mágico. El neuroexistencialismo, la ciencia, nos dice que es pensamiento mágico. En ese caso no existe Dios, pero consecuentemente entonces… ¿no es posible la existencia de tal ser omnisciente y omnipotente?, ya sea en programadores de simulaciones o en una inteligencia artificial que recreen la libertad y el azar? Y si a “Eso” que llamamos Dios (no sé si es demasiado sacrilegio poner a Dios en un entrecomillado), es ese programador o inteligencia artificial, y en ese caso estamos en algún tipo de simulación, aunque sólo sea en su pensamiento o en algún equivalente a lo que nosotros entendemos por un sueño. Dios nos sueña. Quedaría por saber si Él nos toma como un sueño o como una pesadilla…, ¡un momento, tengo una interferencia, me voy a reiniciar!
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