Lo que Es y lo que (a)Parece X – Los Límites Humanos
Algo que siempre me ha chocado de la realidad humana, era que si bien hablando con las personas individualmente, me parecían más o menos inteligentes, quizás una nota de un siete sobre diez, la humanidad en su conjunto no se merece esa nota, más bien un cuatro o un cinco. Por eso cuando escuché la frase “el individuo es inteligente, la masa es estúpida”, en la película “Hombres de negro“, la apunté entre mis notas rápidamente, porque definía muy bien lo que yo había previsto. ¿Por qué ocurre esto, que hay de fondo?
Dan Ariely, sicólogo o sociólogo economista, basa su saber y experimentación en esta nueva rama de la ciencia: el tratar de minimizar los conceptos sicosociales a conceptos económicos. Si nos damos cuenta, de lo que se trata es en qué medida, por ejemplo, algo como la ley del mínimo esfuerzo repercute en el comportamiento humano. Pero no sólo ha encontrado que este concepto sigue siendo aplicable en lo humano, sino que de paso a encontrado muchos más. No voy a resumir todas sus ideas, ya que están bien expuestas en sus presentaciones en TED, pero hay que tener en cuenta que todo este escrito en gran medida, es gracias a sus investigaciones, si bien aportaré ciertas apreciaciones, que se deducen de toda esta trama.
Lo que sale a deducir en los experimentos de Ariely es cuánto de “máquinas” somos. A esa misma conclusión se están llegando desde distintas ciencias, como la sicología evolutiva. Ante esta situación, de repente, nos vemos como máquinas, pero rechazando que sea así, pues nuestro orgullo humano nos dice que no podemos o deberíamos poder ser cuantificables y predecibles. Por eso yo me voy a fijar en un detalle que está fuera de todos estos experimentos, para demostrar la imposibilidad de la razón, la imposibilidad de llegar a ser ese humano que queremos ser. O dicho de otra forma, el por qué un intento tras otro, de tratar de llegar a ese concepto de humanidad deseable, ha fracasado, a lo largo de la historia.
Dan Ariely ha encontrado que todos hacemos trampas (engaños, mentiras, ocultamientos), pero no demasiado graves como para que tengamos una mala percepción de nosotros mismos. Lo que nos dice es que es muy posible que el mundo no vaya mal porque haya unos pocos ricos que hacen mucho mal o muchas trampas, sino que el mundo va mal porque además todo el mundo hace pequeñas trampas: muchas pequeñas trampas suman más que las grandes y pocas trampas de los ricos. Si nos fijamos por eso la tradición judeo-cristiana-musulmana se puede basar en ese principio de rectitud: “estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Otro principio hallado por Ariely es que cuando los “otros” hacen el mal, esa identidad mantiene por un tiempo una actitud “buena” u honesta, de tal forma que sale fortalecido los conceptos de identidad=bueno y otredad=malo. Esto se entiende mejor con un ejemplo. Siempre existió la “ley del mar“, por la cual si una parte de una tripulación se quedaba sin comida, o bien se alimentaban del más débil matándolo, o bien echaban a suerte a quien mataban para comérselo y sobrevivir. En la época del Colonialismo, se descubrió a las tribus cazadores-recolectoras, las cuales, algunos de ellos, tenían entre sus prácticas el canibalismos. El Colonialismo justificaba sus conquistas por el hecho de sentirse moralmente superiores a dichos pueblos, a los que se les denominó de salvajes. Pero la “ley del mar” incurría en una contradicción con esta perspectiva, luego Inglaterra prohibió la “ley del mar”, y la borró de su memoria como si nunca hubiera existido.(1)
De lo que se trata, en cualquier caso, es que en todos estos experimentos nos encontramos con que tenemos patrones en nuestros cerebros, que son como atajos mentales que están incrustados ahí (patrones enquistados en mi lenguaje y escritos), en el propio ADN. No se aprenden, uno nace con ellos, como dispositivos de relé que se activan en cuanto se dan las premisas. La planta carnívora tiene uno de estos relés optimizado. Tiene unas especies de púas; la trampa de cerrarse para atrapar, se activa cuando dos de estas púas son activadas. Dos mejor que una, para librarse de falsos positivos. La naturaleza, la evolución, “aprende” o se mejora con estos tipos de “atajos” a problemas. El cerebro humano sigue esta misma regla de heredar patrones bien probados. En ese caso hay un patrón que nos deja cierta libertad de ser deshonestos, sin que se pierda la buena imagen que tenemos de nosotros mismos. De nuevo la evolución crea una regla, pero no es igual para todos los humanos, ya se sabe, la evolución funciona por prueba y error, y siempre va en busca de los límites. Se mantienen ciertos límites de deshonestidad más altos, en algunos humanos, porque estos saben soportar o gestionar mejor la posible mala autoimagen, en muchos casos porque son más optimistas que otras personas. Por eso la felicidad no es tampoco el mejor don humano, porque da cierto aire de superioridad a esa persona, pudiendo llegar a lo frívolo en ciertos momentos y situaciones (sentimiento o sesgo de superioridad).
A todos estos patrones enquistados se les llama sesgos. La lista es tan grande y es tan compleja, que casi hay que irla actualizando cada día. (2) Y he aquí la imposibilidad de la razón, de lo humano, y del por qué el mundo va mal y que, en parte, la masa sea estúpida. El prefrontal, es aquella zona del cerebro donde llegan ciertos procesos para ser verificados y es a lo que llamamos razón. Hay que tener en cuenta el papel de esta zona y cómo es su estructura. Los neurotransmisores de esta zona son principalmente inhibidores, o sea inhiben -proceso de apagado- que se produzca una acción cerebral y con ellos una acción en el mundo. Es algo así como la mirada de la madre en la infancia, esta siempre nos está mirando de reojo. Si hacemos algo que está bien o es neutro, no dice nada. No decir nada es un acto aprobatorio, ese no decir nada es tomado como “permitido”. Sólo dejamos de hacer una acción cuando la madre nos reprende, o cuando lo notamos en su simple mirada de desaprobación. Dado este papel del prefrontal, es normal que Freud lo tomase como una interiorización del padre (¿apreciación machista, pues la madre es la principal desaprobatoria?), de la autoridad, del super yo. Pero, ¿qué pasa cuando la madre no te ve?, “cuando el gato no está, el ratón se pone a bailar”, se puede dar un atracón de dulces, subirse por los muebles hasta tratar de llegar a algo que quiere, etc. En el cerebro es igual, el prefrontal no siempre puede actuar. En el día a día, con la rapidez que requiere el “directo” que es la vida, no siempre “controla” lo que una persona hace o dice, dando una gran proporción de actos no medidos o mediados por la razón. Este es el primer límite.
Un segundo límite viene dado por la propia estructura del prefrontal. Este trabaja con lo que se llama memoria de trabajo, que es de siete ítems a la vez, dos arriba o abajo, según cada persona. Eso quiere decir que no puede tener o manejar todos los sesgos existentes a la vez, como para no caer en ellos. Si sumamos estos dos principios, nos encontramos que en ciertos momentos podemos revisar algunos sesgos, pero no todos, puesto que no podemos tardar diez o quince minutos cada vez que abrimos la boca o tenemos que hacer algo en la vida. En ese sentido el refrán de “por la boca muere el pez”, lo que nos viene a decir, entre otras cosas, es que las personas calladas tienen cierta ventaja sobre las muy habladoras, ya que estas últimas por estadística, van a meter más la pata el incurrir en algún sesgo u otro.
El tercer límite es la diferencia de la capacidad intelectiva que nos viene dada de nacimiento y el nivel cultural de las personas, no hay una enseñanza de los sesgos, no se aprenden de ninguna forma, tan sólo se deducen aquí y allá, según te van corrigiendo las personas o en la cultura que adquieras. La inteligencia de la humanidad todavía está anclada en enseñar ortografía y gramática durante años, y no aprender cosas como los sesgos, cuando se podrían reducir dichas reglas, como es el caso del español, y cuando se lo están pidiendo por muchos medios.
La buena noticia, es que al cerebro no se le puede reducir entre lo primitivo -parte más instintiva y con sesgos- y lo nuevo o revisionadora o prefrontal. Hay una parte intermedia, que es el resto del cerebro. Algo que nunca me ha encajado en la teoría de la memoria de trabajo, es que el cerebro no parece ser tan limitador. En realidad, en un momento dado, la memoria tiene siete ítems, pero parecen formar parte de un todo que tiene detrás. O sea, esos siete ítems, son como la punta del iceberg. Eso se entiende por ciertos otros patrones como el del cebado o primado. El cerebro indexa su contenido por categorías, por cercanías semánticas, y otros muchos patrones. Si por ejemplo estoy con una mujer, y dado que estamos en una sociedad en donde las feministas han sacado a colación los sesgos de género, entonces los sesgos que tengo en ese momento presente son los de este tipo. Pero con todo, esta forma de trabajar del cerebro, que nos va poniendo en distintos papeles, o formas de actuar, de nuevo conlleva a errores, ya que al centrarme en ciertos sesgos de nuevo vuelvo a olvidar -ignorar- otros, que quizás sean más relevantes y perniciosos o para mí o para lo social.
En definitiva. El cerebro humano está construido para funcionar bien en una pequeña manada de cazadores-recolectores, en donde no había demasiada información a gestionar, y en donde ciertos patrones como el de género, no se cuestionaban, sino que más bien era una optimización de los recursos humanos, pues quitaba trabajo -energía- al cerebro. Cuando el humano creó las ciudades y las mega-ciudades, nos fue casi imposible gestionar tanta información. A la larga se fue creando el concepto de humanismo, de enseñanza, que se consolidó sobre todo a través de la teoría (¿infantil?) de la Ilustración, sin caer en la cuenta que nuestro cerebro no era capaz de gestionar tanta información y sin, por ello, caer en unos u otros sesgos y por lo tanto caer en ser “menos” humanos. El sueño de la Razón era aquel en el que a través del conocimiento llegaríamos a resolver todos los problemas del hombre: hambre, guerras, desigualdad, injusticias, etc. Pero con el paso del tiempo hemos comprobado que no parece ser así. Europa, el continente que llevaba la delantera en esta carrera hacia ese fin, que era la ilustración o la era de la Razón, fue testigo, en un solo siglo, de dos grandes guerras en su terreno, que ponían en jaque cualquier pretensión de llegar a ese fin de ser humanos. ¿Por qué? No hay que buscar grandes causas, señalar con el dedo a este y aquel, el problema está en esta base del límite humano en su modo de procesar la información. Hitler era un maníaco y paranoico homicida, pero pudo alcanzar, en parte, sus logros por los sesgos cognitivos de obediencia al mando, seguir al líder y otros tantos de esa rama. Aunque algunos lo cuestionasen, el problema venía de que la masa, en su conjunto, tenía más poder que esos pocos. La suma de todos los sesgos cognitivos, es más fuerte que las restas de unas pocas personas que tengan la capacidad cognitiva de manejar más ítems o que quieran luchar contra ellos (los intelectuales). Siempre ha sido así, y siempre lo será, por que parece ser un límite en lo humano en tanto que conjunto. El hombre proviene del concepto de macho alfa, puede parecer gratuito, y le podemos dar connotaciones éticas negativas, pero en realidad, de nuevo, tiene una lógica evolutiva e instrumental: un grupo no tiene forma de ser todos a una, pues puede haber varias teorías de lo que hay o se puede hacer. Ese camino alternativo lo cogieron los animales eusociales, como las abejas, pero a coste de la individualidad, de la libertad o criterio personal. En las manadas, sin embargo, la apuesta fue la de dar la potestad a un líder al que todos seguían. Una sola mente, una sola dirección a través de un solo punto de vista. Ese es el camino del ser humano, que tenía sentido en tanto que manada, pero que ya no fue igual al apostar por la agricultura y la ganadería, y las grandes ciudades. La tan manida lucha de clases, en realidad es una mala interpretación de lo confuso que fue seguir a un líder, cuando este ya por sí sólo no podía gobernar una ciudad o un imperio. Al delegar poderes, perdía la capacidad de macho alfa, pero a la vez se perdía esa única dirección clara hacia dónde el conjunto de la sociedad tenía que ir. Con este problema se hizo más hincapié o cogió mayor importancia el concepto de identidad. Se produce así una replicación social de algo evolutivo. Si el líder (evolución) no “funciona” en esta nueva situación, la identidad (cultura), lo identitario coge el relevo. Así el líder ya no es algo nítido y prístino, sino una suma entre lo que era el concepto de macho alfa, más la suma de algo a lo que pertenezco y forma parte de mí: la identidad ideológica, de patria y de religión. La identidad, así, hace de voz “dirigidora”, que es la que dicta desde su estructura, lo que tiene que hacer una sociedad, un pueblo, una cultura.
Toda dictadura es una pretensión de ir en esta segunda dirección, en su nivel más básico, donde el individuo no tiene que contar para nada. Pero con las democracias los criterios se multiplican hasta el infinito, se pierde el punto de vista unilateral, y se abre el camino a los millones de posibilidades que existen: una por cada uno de los habitantes. Habiéndose perdido la unidad, la identidad individual negada para cedérsela al líder, lo que queda es millones de criterios, que sin ningún orden se manifiestan con los límites cognitivos de cada uno de esos cerebros. O sea lo que queda es toda esa suma de sesgos errados que se manifiestan en el día a día de cada persona, y como totalidad en la sociedad. El consumismo no lo hacen las multinacionales, teniendo todo bien calculado para que les salga bien, “lavando los cerebros”. Es cada uno de los humanos, con sus sesgos cognitivos, que no tienen la capacidad de ser auto-gestionados, los que hacen que la suma total sea eso que llamamos sociedad consumista. Esto en parte está sostenido por la autoimagen, que siempre tiene de la mano el sesgo optimista, recordemos los experimentos de Ariely, una persona no se siente deshonesta (en este caso de consumista o de degradar el medio ambiente) con cierto grado de engaño o perjuicio a los otros o a la sociedad. Luego si a la vez tenemos como máxima ser optimistas, estamos con ello haciendo que prolifere esa dirección en la sociedad. Cada cual puede ver y denunciar ciertos errores, incluso los atacará, pero no es capaz de ver sus propios errores, por el sesgo optimista de la autoimagen. Ahí tenemos a Eulogio, que se mete contra la proliferación de los vídeos tóxicos, pero no es capaz de ver que al ser Youtuber promueve los anuncios de empresas con éticas dudosas, promueve en definitiva la cultura de las multinacionales y su capitalismo depredador. Ahí tenemos a las feministas que crean una segunda ola, prolifera con direcciones que no habían previsto, y crean una tercera ola que ya nadie quiere oír, porque la segunda es la más “cómoda”, por ser la más relajada y conveniente para las mujeres, sobre todo para las jóvenes. (¡Cuidado, que yo no estoy libre de nada!, he sido y soy un padre terrible, que ya no tiene contacto con su hija. Este ejemplo, entre muchos de mis cientos de errores.)
El esquema de mi propuesta queda así:
- Provenimos de la manada, con el concepto de líder y las jerarquías. Los sesgos cognitivos estaban adecuados a esa forma de vivir, que se mantuvieron por cientos de milenios.
- Cuando este concepto se volvió insostenible, con la llegada de las ciudades, dejó de ser útil, nos acogimos al de identidad, donde esta era la unión de un líder y un concepto (Jesús y el cristianismo, Emperador y Roma, Papa y cristianismo, rey y patria, etc.)
- La democracia, auspiciada por el nuevo concepto de humanismo y la Ilustración, deja vacíos conceptuales que no son rellenados o validados por este nuevo concepto. No hay líder (las revoluciones les quitan del poder), el concepto de humanidad es moralmente válido, pero no útil para sustituir los viejos sesgos de liderazgo y seguidores.
- Los gobiernos democráticos, que heredan de los líderes la capacidad de crear leyes, bajo la premisa humanista, tratan de controlar quien se salga del concepto de los humano. Se convierten así de facto, en policías de la humanidad (de lo humano), y por extensión en simple cazadores de odios, pues no pueden crear ese amor universal que pretendía el humanismo.
- Como la democracia no puede dictar, sino tan sólo redirigir las formas más “perversas” de las apuestas humanas, estamos en una sociedad o proceso medio, entre lo individual y su libertad sin límites, y el concepto de animal eusocial. El fin último de la democracia, es el de convertirse en un “ente” eusocial -el nuevo leviatán- (no de forma consciente, pero sí de facto, por sus fines y los medios que crea), pero sin llegar a caer en lo dictatorial, con lo que la democracia es el dilema imposible de resolver, entre el mantener la libertad y ese fin, donde el individuo debería “entregar” su libertad a la democracia, y en donde este asume un rol dentro de esta “máquina viva”, como así sucede en una colmena.
- Como resultado del fracaso de esta finalidad, se crea una especie de “dictadura de la masa”, que al no ser más que la suma de los individuos, sólo (re)crea los errores de los sesgos y de sus límites cognitivos y estructurales, a nivel cerebral de cada uno de los individuos. Del prototipo humano -a medio hacer- que somos. Todo está en crisis, no hay nada que se sostenga por sí sólo, se crean miles de identidades nuevas, que crean cientos y miles de formas de guerras reales, identitarias y/o ideológicas.
- Bajo este nuevo signo la sociedad, así descerebrada, se vuelve masa estúpida, que no parece seguir patrones inteligentes o útiles para ningún fin último. La humanidad como concepto se invalida por inútil, y por no responder a ninguna realidad tangible. Devenimos en el ser pronosticado por Baudrillard, donde todo es virtualidad, incluso el mal. Donde nada parece real, pero que a la vez nos aprisiona en cárceles cuyos barrotes nos son invisibles, pero no por ello menos reales.
- Bajo estos auspicios nacen las empresas multinacionales, que por el vacío que ha dejado la “muerte” del concepto de líder, se meten, subrepticiamente, en las mentes de los individuos, como sus nuevos líderes o sus nuevas identidades. Ser de iPhone o de Android, ser de Windows o de Mac, etc. Steve Jobs, Bill Gates, u otros tantos líderes de empresa o de ideas e ideologías que ya no son tan políticas y ni siquiera claramente religiosas: Gandhi, Paulo Coelho, Luther king… ¡y por qué no poner en el mismo nivel a cantantes, directores de cine o actores! Ahí tenemos, por ejemplo, el culto a Lady Gaga, reina de los frikis. A todos escuchamos, de todos esperamos que nos den alguna “verdad” que explique el mundo, que explique cómo nos sentimos, qué mal padecemos. Se crea con toda esta suma el concepto de motivadores, una nueva forma de chamanismo.
¿Hay algún estudio, fórmula, algún algoritmo que prediga todo esto?, sí. La teoría de los sistemas complejos. Un sistema se mantiene como tal (auto-organización), por ciertos agentes que actúan como atractores del caos. Como reguladores para que dicho sistema se mantenga con cierta estabilidad. En el caso humano uno de esos es el escuchar la voz de la madre (padres), la negadora y directora de la acción. Ese papel lo hace a nivel interno, dentro del sistema complejo que es el propio cerebro, la conciencia, el prefrontal, con su capacidad de inhibición. A nivel externo, del sistema complejo que es lo social, ese papel lo toma el líder. Una voz, esta vez externa, que nos marca los caminos y los fines. Este sistema complejo era estable y válido para el humano en su condición de tribu pequeña (manada). A lo largo de la historia este atractor va cambiando de faz, pero ha de permanecer, pues ese es nuestro signo, en tanto que es al sistema complejo al que “pertenecemos” o bajo el que estamos. Primero fueron los reyes, después los emperadores. Los imperios eran un sistema complejo demasiado tendente al caos, menos estable bajo las reglas del sistema complejo que es el humano. El tamaño medio/grande de los países era el más adecuado. Es hacia donde tendió (se estabilizó) el sistema complejo. Con las revoluciones el rey cayó, y recogió ese papel el presidente y el voto de la masa. Otro agente atractor de caos es la ideología/religión, que era la que marcaba las pautas (motivación, dirección, fines) dentro de dicho sistema complejo, ya que la “voz” del líder no era suficientemente “sonora” y el atractor se “convirtió” en esta doble faz. En las tribus la voz de los líderes se escuchaba siempre, permanecía presente en la noche, alrededor de la hoguera. Con el tamaño de las grandes ciudades esa voz ahora era su ideología/religión (los santuarios y templos hacían la función de ese lugar -antes las hogueras- en donde “permanecía” esa voz, ahora convertida en “susurro” interno). Con las revoluciones se crean divisiones de ideologías (luchas de clases, caída del metarrelato de las grandes religiones) y por lo tanto entra en crisis el sistema, el cual se vuelve muy inestable (revoluciones y contrarrevoluciones, huelgas, guerras civiles, guerras mundiales). Esta inestabilidad llega a su límite con el final de las dos Grandes Guerras Mundiales. Llega a su agotamiento, o si se quiere, para recurrir a una imagen, el agua (sistema) arrastrada por los fuertes y rápidos vientos y corrientes (ideologías), entrechocando con rocas (fallas en las ideologías) y todo que encontrase en su camino (azar), llega a una zona donde se amplía el curso del agua y vuelve a la calma (aparente). El sistema “comprende” que los atractores mantenidos hasta ese momento no son válidos, pierden “fe” en ellos (postmodernidad, muerte del metarrelato, muerte en toda fuerte creencia). Pero el sistema complejo, que somos, no puede ser sin dichos atractores. Lo que emerge de las dos Grandes Guerras, por ser el menos dañado directamente, es Estados Unidos bajo un nuevo atractor: “el sueño americano“, que ahora se vuelve el sueño humano, el nuevo relato. Lo demás es fácilmente deducible. El dual del concepto “sueño americano” no es el líder, lo son las multinacionales, en una ideología capitalista en donde estas cuanto más grandes sean más poderosas son. La democracia, así, deviene en una dictadura del consumismo. Una precaria, caprichosa y vacua dictadura de las multinacionales sobre las masas, donde estas no comprenden, por los límites mentales humanos, que toda compra y “abrazo” de una marca es lo que propicia que se mantenga dicho sistema. ¿Qué papel hacen los gobiernos en esta dualidad?, cuál el papel de los intelectuales. En apariencia ninguna, los gobiernos son apenas ligeros mediadores o instrumentos de esa dualidad multinacionales/masa (democracia fallida, que es lo que notamos ahora). A los intelectuales se les tacha de agoreros pesimistas, pues su “nueva” voz es demasiado postmodernista y nihilista. Dan Ariely, o documentales como “brain games”, en donde nos descubren nuestras “estupideces”, son escuchados o vistos, pero no repercuten ni en la masa, ni en las multinacionales. Si acaso, estas últimas, hacen uso de dichas reglas y sesgos en su beneficio, y por lo tanto para el mantenimiento del status quo, del nuevo sistema. La sociedad es puro sesgo de avestruz, pura negación freudiana. No hay que saber que existe un infierno y que ese es nuestro presente y futuro. Uno y otro, Estado e intelectuales, se han vuelto relés de la maquinaria, el primero como acelerador y los otros de algo de freno, quizás ni eso. Han dejado de ser “atractores” válidos. El sistema se mantiene bajo la nueva ideología del “sueño americano”, y en donde la masa se ha vuelto un borreguil agente del sistema que son las multinacionales.
Aún con la prerrogativa de que el humano sea consciente de esta “fórmula”, de este sistema complejo, no podrá cambiarlo, ni salir de su “signo”, porque este está estipulado, como tope en su control de la vida y la sociedad (atractores); los cuales no podrá traspasar por sus límites conductuales y físicos, impuestos en el ADN y la evolución. El problema de la humanidad, de una sociedad dada, es que tiene que implosionar desde dentro, rompiendo su estructura, y para ello tiene que ser desde su propio lenguaje conceptual (identitario-ideológico). El actual se ha vuelto demasiado adormecedor, vivimos bajo ese “sueño”, y no parece que nada nos pueda hacer despertar. Sobre todo porque los “despertadores”, que eran los intelectuales, ya nadie los quiere oír. El propio sistema multinacionales/masa lleva implícito la inexistencia de tal atractor. Llevamos dentro de unos y otros “sueños” desde hace miles de miles de años, evoluciona por sí sólo. No es la “mano” del hombre la que hace los cambios del sistema complejo que somos. Se adapta a cada nueva situación, situaciones a las que se llega de forma azarosa, en la mayoría de los casos. La Razón (como “mano”), el sueño de la Ilustración, como una posible dirección elegida, fue por derroteros insospechados. No hemos ido a mejor, desde entonces, no hemos erradicado el mal, las guerras, el hambre, las injusticias… nada. El problema no viene desde fuera, no hay que cambiar lo social, como así se ha creído desde siempre. El problema es nuestra propia estructura mental, nuestros propios límites cerebrales; la incapacidad de llegar a esa Razón, sin caer en contradicciones como lo son las dictaduras (un líder como principio rector) o el volver a nuestro estado primitivo, que es para lo que está preparado nuestro cerebro. Somos, en definitiva, un problema sin solución. Un sistema complejo inestable. El final inconcluso de una apuesta evolutiva, que genera una estructura dentro de su sistema complejo, que ha llegado a sus límites.
(1) La película “Los juicios de Núremberg“, al igual que en el ejemplo de la “ley del mar”, al principio argumentan que cómo van simplemente a ejecutar a los que han cometido crímenes de guerra sin un juicio, sin convertirse en eso que enjuician, la aniquilación sin escusas ni razones, cuestión por la cual se hicieron los juicios de Núremberg. A lo largo de la película se crea un segundo camino, la idea que esos juicios, ponen en paz el concepto de humanismo, pues será un precedente para el futuro, contra todo crimen de este tipo. Se dan de esta forma varias “razones” y justificaciones, pero en el fondo es lo mismo que el razonamiento de los ingleses con respecto a la “ley del mar”, y lo cercano a los salvajes y su canibalismo. Es tratar de racionalizar una superioridad moral. Este juicio no hay que verlo como un enjuiciamiento al nazismo, sino como un juicio al humano que somos por defecto, sin las reglas y los conceptos del humanismo. Pues hay que diferenciar entre lo que somos (ese animal sofisticado, pero animal) y lo que queremos ser (humanismo).
(2) Lista de sesgos organizados según Buster Benson y en español. Gráfica de los sesgos cognitivos de John Mannogian III para descargar, traducida al español (mi contribución al proyecto). Lista de sesgos cognitivos, lista de sesgo de memoria, lista de falacias, principios lógicos.
(2) Lista de sesgos organizados según Buster Benson y en español. Gráfica de los sesgos cognitivos de John Mannogian III para descargar, traducida al español (mi contribución al proyecto). Lista de sesgos cognitivos, lista de sesgo de memoria, lista de falacias, principios lógicos.
Comentarios