Lo que Es y lo que (a)Parece XXX - Un Plan sin Plan II
Antes de entrar en tema quería aclarar toda esa mística del número de neuronas y los millones de millones de conexiones entre ellas. De nuevo el humano manipulando la información para vanagloriarse. Existe por un lado las vías de comunicación entre zonas del cerebro, que son los axones neuronales (materia blanca), y por otro lado las neuronas en la corteza cerebral (materia gris), interconectándose a nivel local. Las primeras son como las autovías de Europa, mientras que las segundas son las calles de una ciudad. Uno cuando viaja de Madrid a París, no tiene en cuenta las calles para salir y entrar en las dos capitales. Lo significativo es la ruta de las autovías. O dicho y visto de otra forma más directa: la mayor red es a nivel local (interconexiones), pero igualmente es una comunicación local, mientras que lo realmente significativo en el cerebro es la comunicación entre sus vías principales. Un pino puede tener miles de hojas en forma de aguja, pero su número no es significativo porque todas hacen lo mismo. Lo significativo es el entramado de sus ramas, como para que unas no quiten el sol a otras, y que lleven la energía entre raíces y la última hoja y a la inversa. En lo que está centrada la ciencia es en esa vías principales (de nuevo por casualidad, en un documental de hace una semana, hicieron mención sobre este tema: el nombre del proyecto científico es conectoma, se me había olvidado el nombre). Qué entradas y salidas tienen con otras zonas. Cómo se centraliza ese flujo. Como se mueve una información a partir de un solo estímulo. El primer paso para recrear un cerebro humano es a partir de “copiar” esta circuitería principal. Un tercio del cerebro se dedica al procesamiento visual, este se desgrana en cientos de referentes, como los matices, el contraste de luz y sombras, y a nivel muy local, si una línea que delimita un objeto es vertical, horizontal, oblicua… Las zonas se especializan en cosas muy concretas y abstractas que carecen de importancia para los conceptos que maneja el humano de a pie y que le mantienen vivo. Varias zonas visuales que analizan los contrastes “creen” ver una figura, como de una animal por ejemplo, esa información es llevada a las referencias guardadas del pasado para hallar similitudes, y deducen que puede ser un gato. Ese flujo está en constante cambio, ya sea porque uno mismo se está moviendo, porque cambian las luces (noche de luna llena nublada), o porque el objeto se mueve, o todo a la vez. Las zonas locales están constantemente reevaluando, y mandan cada evaluación a ser contrastada con lo que ya se conoce, etc. En todo este proceso hay mucho patrón enquistado, como en el ejemplo del escrito anterior, en donde esos procesos tienen el patrón de que la luz viene de arriba, porque por miles y miles de años ha sido así, por proceder del sol o la luna. En definitiva, que la circuitería no es tan compleja, como se ha descubierto recientemente y se puede ver en este gráfico.

¿Qué el humano tiene más conexiones que átomos hay en el universo? Esos átomos crean un universo con millones de planetas y posiblemente millones de formas de vida, entre las que se encuentra el propio humano. Su variabilidad es significativa. El cerebro humano crea un estructura que ni siquiera cumple la simple “misión” de poder hacer feliz al que la porta, demasiadas veces ni siquiera le mantienen vivo. Que me llamen lo que quieran, tóxico, negativo o pesimista, por defender posturas como esta, yo me veo realista. El humano no deja de contarse cuentos para evitar la verdad y el dolor de su insignificancia.
En el anterior artículo de este mismo título, había dejado pendiente el explicar la disrupción en la que consiste la razón a nivel evolutivo. Todo en la evolución es causa y efecto, se encuentra en sus principales premisas: sobrevivir y reproducirse. Pero he ahí que la razón puede negarlas haciendo que un individuo se aísle y no se reproduzca, y que este se termine por suicidar. Esta disrupción se da a dos niveles: del individuo y de la sociedad. Primero me centraré en la del individuo, pues puede que sea el “motivo” o la causa del segundo. He hablado del pesimismo defensivo, esto es, que si te pones en lo peor, si así sucediese ya estarías preparado para lo que viniese. Hacía la analogía con estar preparado para un puñetazo o no. Al estar preparado creas tensión en tu cuerpo, y sobre todo en esa zona y el dolor es menor. Hay que analizar todo este proceso y cómo se llega a él, así como tratar de averiguar qué zonas del cerebro entran en juego.
Tenemos esa zona del cerebro que se dedica a verificar y supervisar todo proceso mental, en busca de errores y contradicciones. Esta zona, analizada en el escrito “correlatos cerebrales de mis teorías“, implican tres zonas: las amígdalas, que sobre todo procesan el miedo, de lo que hay que huir o tener precaución, el hipocampo, que es memoria autobiográfica, y el córtex cingulado anterior. El núcleo (el núcleo humano), por lo tanto, de este sistema es el miedo. Se me puede tachar de pesimista, pero en parte es por culpa del lenguaje. Hemos reducido todo al concepto y la palabra miedo, cuando en realidad las cosas no son tan sencillas. Este sistema crea una activación mayor, como para hacer uso de la atención, en cosas como encender una cerilla, abrir la puerta de una sala desconocida, etc. Está claro que es más óptimo que pongas atención a encender una cerilla, para no quemarte, para no dejar caer la cerilla, etc., que no hacerlo. Todo esto no es miedo, tal cual en su concepción llana. Es puesta de atención (pre-caución, cuidado previo) a un proceso que lo requiere. Lo mismo ocurre si subo entre peñascos. Puede haber situaciones en las que mi vida esté en juego y en otras en las que sólo sea el no dejar caer un objeto delicado y valioso. En todo ese rango de cosas entra en juego este circuito de verificación, de supervisión (fijarse en el prefijo).
En otro de mis escritos he tratado de hacer ver que este sistema no da el visto bueno a todo proceso, simplemente se activa cuando va algo mal. Puse la analogía con las madres, las cuales no están de constante diciéndonos “bien hecho” (quizás en los primeros años), se limitan a estar pendientes y hacernos ver cuándo hemos hecho algo mal. Dicho mecanismo tiene dos estados, como quien dice. En uno de ellos deja pasar la información y es por lo tanto una simple ruta del camino, y un segundo estado donde “detiene” la “información” y analiza que algo está mal. Sería algo así como una autovía en donde hay unos guardiaciviles, que dejan pasar a todos, menos a los que infrinjan alguna ley: exceso de velocidad, duda por el modo de conducir a que el conductor vaya ebrio… Ese modo de actuar de este circuito es bastante “inocente” en alguien optimista o al que le haya ido bien en la vida: deja pasar y sin supervisar todo o casi todo. De nuevo por esas rarezas de la casualidad echaron en la televisión un capítulo de “Brain games” que trataba sobre los estafadores. En este capítulo hacen referencia a esto mismo. Los estafadores tienen éxito porque el cerebro está preparado para “creer” en la “situaciones”, en la “información”. Si bien en el documental no dejan en claro este proceso en el cerebro. En realidad “funciona” como lo explico aquí. Esa zona “deja pasar” la información si no detecta nada “raro”, ninguna contradicción, ningún choque conceptual, ningún error… No es que “confíe”, es que simplemente no detecta nada. Si una persona con una alta dosis de alcohol en sangre, es buena conductora y está acostumbrada a beber, no hará ninguna acción extraña al ver y pasar al lado de un control de la guardia civil. Eso no quiere decir que la guardia civil sea inocente o incauta, es algo más trivial, “mecánico” y sencillo. Lo que quiero decir es que esta forma de haber creado este mecanismo, no nos tiene porque decir de si el humano es inocente o que confía en el resto de humanos, de forma directa. Se puede decir que tenemos un “error” de base en la construcción de dicho mecanismo, que hace que tengamos una tendencia.
Tenemos, en lo que llevo de escrito, el pesimismo defensivo y este mecanismo detector de errores o verificador. En realidad lo primero se “crea” al hacer un uso excesivo de este mecanismo detector de errores o verificador. En otro lado he hablado del síndrome de abandono en los bebés y niños, y de los traumas a edades tempranas. En todos estos tipos de casos se crea una persona con un mayor protagonismo de este circuito. Se activa a la menor, son menos cautos, este circuito analiza todo o casi todo, dando como resultado que dicha persona se vuelva más racional. Puede que parezca que he dado un salto conceptual de un primer estado a uno final. Creo que se entiende el proceso, aun así me detendré en él. Se llama conciencia a la capacidad de conocer que se conoce. Este circuito de amígdala, hipocampo y córtex cingulado anterior, es este circuito en donde se da un conocer que se conoce. Si una información fluye por el cerebro, no se da una conciencia ampliada, en el lenguaje de Damásio. En el ejemplo del gráfico de las prominencias y los cráteres, la información la procesa el patrón enquistado de la luz proveniente de arriba y da un resultado.
El circuito verificador “deja pasar” la información. No hay conocer que se conoce de forma ampliada. Si de repente nos dijeran que nos fijemos mejor, que no es “correcta” nuestra contestación, entonces crearíamos una activación de este circuito, que activaría la atención, para tratar de detectar dónde está nuestro fallo, nuestro error.(1) Este circuito es un circuito cerrado, en donde la información se cicla, tratando de hallar en el hipocampo algún patrón o posible solución ya hallada en el pasado, de no ser así “la lleva” a la zona orbitofrontal, “especializada” en la lógica y los procesos deductivos. En cada ciclo a una posible solución, ya sea del pasado (del hipocampo), o de la deducción (zona orbitofrontal), pasa por este circuito y devuelve el error o deja “pasar” (fluye) la información como buena o respuesta candidata. Este proceso de supervisar y poner la atención en un tema es a lo que llamamos razón, luego los pesimistas defensivos hacen sobre todo uso de este mecanismo, que es la base de la razón.

Hay que acotar qué se entiende por razón. De igual forma que miedo no es la mejor palabra para denominar ese supervisar o verificar del cerebro, tampoco lo es la palabra razón, para denominar tal o tales circuitos del cerebro. Lo que llamamos razón es una idealización de este circuito arriba nombrado. O sea, que por un lado está ese circuito, y por otro lado el concepto, de la cultura occidental, de lo que debería de ser ese proceso o razón. Ese circuito es falible, depende de premisas que pueden estar erradas. Si uno tiene unas experiencias previas que siempre daban un mismo resultado, eso no nos remite a una “verdad” sobre el mundo. Imaginemos el siguiente experimento: un hipotético dios bromista quiere jugar con tu mente, de tal forma que cada vez que das un paso te activa en el cerebro el sonido de una palmada. Pensarías (razonarías) que el dar pasos tiene ese sonido. En el momento que en cierta situación no oyeses esa palmada, se activaría este circuito verificador de búsqueda de errores, y buscarías una causación (causa y efecto). Estarías barajando ideas extrañas y nada “reales” de los porqués, pues partes de una premisa que en realidad es causa de ese dios jocoso y no de ninguna “lógica”. Durante toda la historia hemos dado “razones” a cosas que no eran “reales”. Se halló una “razón” compleja a cómo se movían los planetas, teniendo en cuenta que la tierra era el centro. Hoy en día seguimos igual, damos respuestas que no sabemos al 100% si son ciertas.
De otra forma. La lógica pura y la filosofía analítica crean los “andamios” o estructuras conceptuales de lo que ha de ser la razón. Pero falla estrepitosamente en cuanto se aplica a la “realidad”, pues si lo que se “coloca” en una de las estructuras (o en varias) es falso o no real, las conclusiones son erróneas, aunque la estructura sea válida. En un ejemplo burdo: las alas sirven para volar, los dragones tienen alas, luego los dragones vuelan. La estructura lógica es la correcta, pero falla en muchas cosas: no todo tipo de alas sirven para volar (avestruz, gallinas) y no hay ninguna prueba de que los dragones existan. Siendo así hemos de redefinir a qué llamamos razón. Lo es en tanto su estructura, y punto. Cada humano parte de sus premisas y la mayoría de las premisas son sintientes, quialias. Somos humanos por las emociones, por ser seres sintientes, no por la razón “pura”. Todo animal complejo tiene esta misma construcción. La razón humana, ese constructo cerebral, es falible.
Paralelo a esto la historia humana tiene relatos escondidos, estructuras sobre las que no hemos puesto nuestra atención o se han analizado de formas incorrectas. De forma soterrada pensamos que ser humano es tener empatía, sentir lo que el otro siente. Llamamos así humano al que se “sabe” poner en la piel del otro (los problemas del lenguaje, no es saber). Tratamos como menos humanos a los que no entran dentro de este patrón. Recordar que no estoy tratando de llegar a una idea racionalizada, sino al caldo de cultivo en lo social, a su inconsciente si se quiere. Nos “molestan” las personas analíticas, a las que calificamos de frías y maquinales. Algo sobre lo que hay que llamar la atención primero es que no existe tal división, no existe como tal. Cada humano es según sus qualias; en tu propia cultura se “barajan” ciertas qualias, y tu propia familia están más cerca de las tuyas, dictadas por el ADN. Alguien de otra cultura no “siente” ciertas cosas de la tuya y una persona con un ADN muy distinto del tuyo no “siente” ciertas cosas que puedan ser común en tu “sangre”, en tu familia. Los occidentales, de corte cristiano, no sienten o se ponen en la piel de otras religiones, como los musulmanes o las orientales. Y una persona adicto a la adrenalina no se puede poner en la piel de una persona sedentaria. Y a la inversa en ambos casos. En ese caso “creemos” que nosotros somos los “racionales” y que los otros están fuera de la razón, como así ha operado la cultura occidental autonombrada como “civilizada”, frente al resto que era “salvaje”. En estos casos equiparamos nuestras qualias como las premisas de la razón y lo ajeno como fuera de la razón. Con estos patrones, ¿cómo se llega después a lo mostrado arriba de equiparar razón con frialdad, si uno se supone razonable? Son contradicciones humanas que arrastramos de por vida, sin percatarnos que las llevamos a cuesta, (“¡un borriquito va a la fuente, lleva la carga y no la siente¡”, que decía la broma y canción infantil, cuando el otro nos ponía algo encima sin darnos cuenta).
Se da así que lo otro o bien es lo irracional (salvaje) o la frialdad o exceso de razón. En ese sentido el humano es un estado medio de equilibrio entre razón y emoción. La figura de la cuadriga (conductor, razón, a un fin) llevada por los caballos (instintos, emociones, lo salvaje). Como se ve por esta figura de la antigua Grecia, la idea de la inteligencia emocional no es nada nuevo. Llegamos así a eso que calificamos como muy racional, calculador o frío… que en definitiva parece haberse pasado de rosca. Sin duda muchos de esos llamados pesimistas defensivos pueden caer en esa órbita, pues no se dejarán llevar por el momento, haciendo que todo sea analizado por este circuito de búsqueda de errores.
Detengámonos en ese momento. En el nacimiento de esta persona. Si una y otra vez, a posteriori, uno se da cuenta que cae en situaciones de dolor, por haber sido muy “inocente”, por ese mecanismo por el cual este circuito deja pasar todo, como “bueno”; a la larga la amígdala, implicada en ese circuito, ya no dejará pasar tan fácilmente cualquier cosa, activando dicho circuito a la menor, siendo la amígdala (miedo, precaución) la promotora de dicha activación. Pongámonos en el caso de las estafas. Uno cae en las redes de los estafadores por “inocencia”, por no activar la precaución, la verificación, la supervisión. En el momento en el que uno cae en las manos de unos estafadores, la siguiente vez ya no será tan “inocente”: la amígdala y el hipocampo (pasado) se activaran para estar con “la mosca detrás de la oreja”, ante situaciones similares. Si bien esto es lo más general en el humano, cuanto antes en edad sean esos daños, o más traumáticos sean, más “crearan” ese tipo de persona que ya no es capaz de vivir los momentos sin filtrarlos, sin hacerlos pasar por este circuito que lleva implícita, a eso que llamamos, la razón. En cierta forma a aquellos que han tenido una infancia feliz y que sean unas personas exitosas (bellas por ejemplo), una sola acción no hace que se active este sistema. El optimista (llámese a los de infancias tranquilas o buenas y más o menos exitosas) olvidan haber caído una vez en la piedra y vuelven a caer en ella, sin que por ello se active por defecto este sistema. Cada acción parece nueva, sin que esté etiquetada (tag) por la amígdala como negativa, dolorosa, o de precaución; frente al pesimista defensivo, que una vez que ha hecho de este circuito “su” principal circuito, es este el que le define.
No voy a crear una dicotomía exclusa. Hay mucha zona gris entre esos dos humanos extremos. Para que alguien llegue a eso que llamamos persona fría y racional, tienen que entrar muchos factores en juego. Esta persona ha de ser inteligente, de lo contrario daría una persona altamente supersticiosa. Los obsesivos compulsivos caen en esa esfera, tienen el mismo esquema de fondo, pero dan demasiada fe a creencias y compulsiones extrañas. Tiene que ser una persona muy analítica, que tenga capacidades cognitivas como para pasar mucho tiempo pensando las cosas de forma profunda y de forma aislada. No tiene que ser muy social, puesto que al serlo lo “neutralizaría”, ya que tendería a caer en ese estado intermedio de razón y emociones. Tampoco carece de emociones. Un psicópata, yo diría, es una macho/hembra alfa que ha pasado por ese pasado de abandonos y traumas, como para llegar a ser un “destructor” en su frialdad.(2) Un/a alfa tiene un menor tamaño de la amígdala que le hace no sentir empatía, por lo cual llega a ese proceso de dañar al otro. El racional-frío al que quiero llegar es alguien que “tiene” las emociones, pero que en realidad le “molestan” porque por un lado le hacen sufrir y por otro ya no las quiere “comprender”: ha dejado de tener confianza (fe) en ellas y de creer que sirvan para algo “útil”. Este tipo de humano es el que yo llamo disruptivo, en tanto que cuestiona todo lo humano, por haber dejado de tener fe en todo aquello que el resto de humanos dan como que son sus señas de identidad; analizándolo todo a través de la duda y la puesta en suspenso de toda emoción, pues ese estado le saca fuera de ese rango en donde la razón ha de ser razón emocionada en el humano. Cuestiona, en definitiva, la emoción.
De nuevo no hay que caer en idealismos, en estados puros, todo es gris. No todo humano está bajo la misma cultura, el mismo tipo de enseñanza, las mismas vivencias y llegan al mismo nivel analítico como para llegar a las mismas conclusiones. Se manifiestan y son en un gran espectro de personalidades y caracteres. Lo que sí parece estar claro es que son una minoría, pueden darse de uno a diez o de uno a veinte. El reality show “gran hermano” siempre trata de meter un concursante con esta tipología; casi siempre sale a relucir de forma rápida, su “inteligencia” le hace vadear y saber jugar como para mantenerse el más tiempo posible en el juego, a veces no son detectados por los propios concursantes, alguno ha llegado a la final, pero nunca ganan, pues el humano medio prefiere a los más emotivos, por creerlos “más naturales” o “auténticos”… más humanos.
Me he vuelto a alargar y no he tocado la dimensión social de la razón. Queda por lo tanto para un tercer escrito, donde seguiré perfilando ese humano que he mostrado aquí.
(1) La filosofías o religiones orientales se basan mucho en ese poner en duda todo. Poner en duda lo que ves, lo que sientes, lo que piensas.
(2) off Topic. Es casualidad que el cine se esté cebando en retratar a mujeres alfa/destructoras en películas como: “Follow”, “Iris” “Elle”, “Ex-machina”, “Savage Grace”, “Perdida”, ¿o es la venganza del macho ante el acorralamiento al que le está llevando el feminismo?
(2) off Topic. Es casualidad que el cine se esté cebando en retratar a mujeres alfa/destructoras en películas como: “Follow”, “Iris” “Elle”, “Ex-machina”, “Savage Grace”, “Perdida”, ¿o es la venganza del macho ante el acorralamiento al que le está llevando el feminismo?
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