Adendum - Posverdad y Percepción de Cuórum
"El origen de los sentimientos es la vida en la cuerda floja haciendo equilibrios entre la prosperidad y la muerte. " Damasio
"Las vidas pueden sostenerse en cualquier frase, pronunciada, impronunciada, impronunciable." Emilio González Martínez
"El ser humano es lo que quisiera ser, no lo que acaba siendo." Herman Casciari
"Ser es música." Henry Miller
"Las vidas pueden sostenerse en cualquier frase, pronunciada, impronunciada, impronunciable." Emilio González Martínez
"El ser humano es lo que quisiera ser, no lo que acaba siendo." Herman Casciari
"Ser es música." Henry Miller
A diferencia de otros escritos, en donde empiezo con más o menos largos preámbulos, este lo voy a empezar con una metáfora que va directamente al núcleo del tema. Imaginarse un copo de nieve ya incrustado en el suelo, con miles de otros millones de copos de nieve, en una ladera de una montaña. Este habla de su unicidad, de cómo es único en sus formas y multiplicidades de brazos que se expanden uno a partir de otros, creando una armonía única e irrepetible, y el cómo cierto grosor en una de sus aspas hace que se reflecte el sol dando un colorido arco iris a todo su "cuerpo". Junto a él hay otros millones de copos maravillados por eso que les hace únicos. Es unas horas más tarde del mediodía y el sol, ese día, sin unas nubes que le impidan llegar al suelo, calientan las capas más externas del manto de nieve. En una brecha del desértico blanco, en donde la nieve está menos compactada, el calor llega a una capa más cristalizada, menos unida en sus ramificaciones con la capa inferior. De repente, lo que antes era un copo de nieve, pierde cohesión con los copos de nieves vecinos y genera una ligera rotura que debido a la alta inclinación, de en donde se encuentra en la ladera, hace que se deslice hacia abajo. Ese primer movimiento (efecto mariposa) genera un movimiento en todos los copos vecinos en la misma dirección, de tal manera que va generando una masa cada vez más pesada y grande. Como resultado de ese pequeño cambio y en cadena, se produce un alud que ahora ya sin freno, se desliza pendiente abajo con una fuerza irrefrenable, brutal y desbocada. Imaginarse ahora el copo de nieve "protagonista", a ese al que le presté una voz. Nuestro copo ahora explica su nueva condición individual a partir de ese nuevo estado. Cabalga junto a miles de millones de otros copos, pero con la suficiente osadía, fortaleza y soltura como para mantener su integridad física. En el movimiento se siente algo así como feliz, como con una meta que él puede calcular y dirigir con inteligencia, osadía y valentía.
Entro en el preámbulo. En el anterior escrito tenía que haber incluido parte de los conceptos que se volcarán en este, pero al final se me hizo imposible incluirlo sin sobrecargar en exceso el discurso. Fijarse que por mucho que quiera romper con las estructuras narrativas me veo una y otra vez constreñido a mantenerlas. Y fijarse en mi "osadía" en tal intento con respecto al copo de nieve en la metáfora anterior. Creo ser, por delante de todo, una individualidad, pero no soy más que un copo de nieve, ora manteniendo las fuerzas cohesivas en la ladera de la montaña, ora como parte del alud que me arrastra. O sea hay fuerzas que no son parte de mí, sino a la inversa, que yo soy puramente un diminuto e insignificante copo de nieve dentro de unas fuerzas que en muchos casos no comprendo. Si el cerebro es inteligente en tanto que metáfora y esta lo es en tanto que es una narración mínima del mundo, toda metáfora concreta forma parte de una "fuerza" mayor, que incluye todas las metáforas individuales dentro de un orden mayor: la metáfora como constructora de narrabilidad para crear un alma individualizada, con el añadido de crearle la sensación de ser única y soberana. La soberbia no es un pecado, es parte de la identidad del ser humano…, pero no adelantar conclusiones, queda una vuelta de rosca a este planteamiento.
Con todo, el escrito anterior, ha perdido posiblemente su narrabilidad. Al ir añadiendo frases y párrafos muy posteriormente, he hecho roturas en la linealidad del texto, con lo que pierde uniformidad, "textura" y cohesión. El tema central, posiblemente, se ha diluido y extraviado entre tanta interrupción sobre el feminismo. Tendría que volverlo a leer de un tirón para tratar de ver si mantiene su narrabilidad, pero la verdad es que no me da ganas de leerlo ni a mí: demasiado largo y farragoso. Voy a tratar que este sea limpio y mantenga la narrabilidad constructiva de "yo cerebro" (en contra de la frase herrada de "mi cerebro") y para ello trataré que sea del tirón, pues dejar el escrito para posteriores horas o días, rompe con la narrabilidad estructural. Los dos escritos anteriores los he estado escribiendo por meses, con muchos lapsus de tiempo en los cuales no escribía nada.
Las dos partes del epílogo están llenos de cortas o largas referencias a otros libros. Puede que no sea muy legítimo e incluso sé que va contra las leyes de los derechos del autor, pero por un lado lo hago para que se vea que no son mis devaneos y por otro porque me ahorro la redacción de ciertos conceptos e ideas que pueden resultar complicado explicarlas para mí, con dislexia en la lectura y la escritura y con afasia nominal (problema en la recuperación de los sustantivos y nombres, debido posiblemente a una encefalitis atípica durante mi adolescencia). Por otro lado no "respeto" los derechos de autor porque no comulgo con sus presuposiciones. He hecho ver una y otra vez que somos sistemas complejos en donde uno de sus parámetros es la concurrencia, esto es: el llegar a las mismas conclusiones o soluciones por varios medios o rutas. Ninguna idea "pertenece" a un humano, pertenece a la humanidad. Ni siquiera es que todo humano cabalga a hombros de gigantes, en el sentido que esos gigantes son grandes pensadores y al ponernos sobre sus hombros vemos desde una altura mayor que la de ellos, pues se suma su altura y la nuestra. Esos grandes pensadores en muchos casos fueron inspirados por cosas mínimas, por vecinos, por la lectura de un artículo en un periódico, que a la vez puede remitir a la vida o suceso de una sola persona o un grupo, etcétera. La vida se basa en un solo concepto: la replicación, la vida compleja es la replicación con variaciones. ¿No se sigue el mismo concepto básico ahora en lo cultural y el saber? Todos son/somos meros replicaciones/replicadores que suman unas pequeñas variaciones a todo lo dado. Adelanto así una idea que había quedado pendiente en el escrito, sobre qué es inteligencia. En los escritos afirmo que el humano no es lo inteligente, que lo que es inteligente es la evolución, en sus dos ramas: en el devenir de las especies, y en tanto que estos generan sistemas complejos. La humanidad, o un humano en concreto, es una manifestación de esa inteligencia, con mayor o menor grado. A su vez dejé en el aire el que inteligencia, en lo humano, pudiera ser la captación de la novedad para crear una idea que cambiaba algo el panorama del saber. Bajo estos dos puntos de vista puedo afirmar que inteligencia es la capacidad que tienen ciertos cerebros para cuando les llega una información nueva, tener la capacidad de saberla encajar dentro de su propio saber. O dicho en una metáfora: imaginarse que el cerebro de una persona inteligente sea un enorme archivador, con cientos o miles de cajetines, que a su vez están dentro de otros grandes cajones, susceptibles de estar dentro de otros mayores. Con tal imagen quiero hacer ver que es un sistema bien ordenado y codificado. Cuando a ese sistema llega una nueva "ficha", este sabe rápidamente, de forma intuitiva, en qué casillero va dicho dato, encajándolo en ese todo ordenado. A la vez tiene la capacidad de darse cuenta que ese nuevo dato le "obliga" a reestructurar parte de su sistemas de archivado, creando una nueva sección, catalogada ahora con un nuevo concepto o ítem. Por desgracia la mayoría de las personas no tienen esos grandes archivadores, y esa capacidad para ordenar ese gran todo. Viven agregando datos a un archivador sin ningún orden y ninguna lógica. Esta imagen también es equiparable a las grandes bibliotecas. Tal rama ha ido incorporando saber a la hora de ordenar libros. En una biblioteca pequeña los libros se pueden ordenar de forma alfabética por el primer apellido del autor, el segundo y el nombre. Más tarde se ordenaría, presupongo, por dos grandes bloques: humanidades y ciencia, y dentro de cada bloque otros subgrupos.
En ese tipo de "inteligencia" de un humano concreto ocurre algo que no es único de la inteligencia, sino que es parte de los sistemas complejos. La rotura de la mera suma de partes para llegar a un nuevo tipo de orden o paradigma. En los sistemas complejos a ese concepto se le llama singularidad, o emergencia, en donde el total no es igual a la suma de sus partes. O sea se llega a un nuevo estado que ahora es susceptible de obedecer a unas nuevas reglas. O dicho de otra forma, se ha creado una nueva dinámica o sistema, con sus propios agentes, atractores, tendencia a la entropía, homeostasis y retroalimentaciones. Uno de esos casos es la vida. De repente por una acumulación aleatoria de factores se creó un tipo de química que era la orgánica, que se basaba en su capacidad para la replicación, al principio se creó el ARN y más tarde se creó una nueva singularidad al llegar al ADN. Todo grado nuevo en la vida es una singularidad en donde entran en juegos nuevas formas de "ordenar datos" dentro de un nuevo todo. Como he dicho en otros escritos, toda novedad "hereda" ciertos parámetros o constructos del sistema anterior, y no lo puede "violar": es lo que trata de explicar la teoría de la superveniencia. Una mente humana "normal" no puede crear un "archivador" correcto si no comprende esta estructura del universo, de los sistemas complejos. Mi esfuerzo, el esfuerzo del presente libro es el tratar de divulgar ese conocimiento, independientemente que a partir de estos yo cree mis propias teorías y llegue a cierto tipos de conclusiones, que puedan estar o no erradas.
Unas de mis conclusiones, a partir de tratar de encajar dos ideas aparentemente opuestas, el humano como individuo, como portador de qualia, de unos alelos concretos, replicador individualizado, y al humano como sociedad; decía que todo humano tiene esta doble tendencia. Con eso quería decir que el ADN porta esas dos direcciones, como dos hojas de rutas o protocolos bien diferenciados. Por medio de la epigenética, el ADN es capaz de "adaptar" su comportamiento -y con ello el de la persona- dependiendo de la situación de ese individuo en el mundo, hacia más individual, o hacia más social. Tal idea al final he visto que tiene sentido, que se da incluso entre las bacterias, según he ido leyendo el libro de Damasio de "el extraño orden de las cosas." A tenor de seguir en mi línea de replicar lo escrito por otros, transcribo aquí lo que se nos dice en este libro (se trata de un pequeño resumen que está contenido en distintas partes del libro).
"Cuando un organismo vivo se comporta de manera inteligente y logra sobrevivir en un entorno social, suponemos que ese comportamiento es el resultado de la previsión, la deliberación y la complejidad de un sistema nervioso. Sin embargo, ahora es evidente que tales comportamientos pudieron haber surgido ya en un organismo tan simple como una única célula, a saber, en una bacteria, en los primeros tiempos de la biosfera. «Extraño» se me antoja un término incluso demasiado cauteloso para describir esta realidad."
(…)
"Organismos unicelulares muy sencillos utilizaban moléculas químicas para sentir y responder, en otras palabras, para detectar determinadas condiciones en el entorno, incluida la presencia de otros organismos, y para decidir sobre las acciones necesarias para organizar y mantenerse con vida en un entorno social determinado. Se sabe que las bacterias que crecen en terreno fértil, rico en los nutrientes necesarios para su desarrollo, pueden permitirse vivir una vida relativamente independiente; en cambio, las bacterias que viven en sustratos en los que los nutrientes son escasos se agrupan en colonias. Las bacterias pueden sentir o percibir la cantidad de miembros que forman su grupo y, de una manera que no implica pensamiento, evaluar su fuerza como tal grupo e iniciar o no, en función de ello, una batalla para defender su territorio. Pueden asimismo alinearse físicamente para formar una barrera y secretar moléculas que formen un fino velo, una película que protege al conjunto y que probablemente desempeñe a su vez un papel importante en la resistencia de las bacterias frente a la acción de los antibióticos.
(…)
Este logro es tan extraordinario que puede inducirnos a relacionarlo con capacidades como los sentimientos, la consciencia y la deliberación razonada, pero las bacterias no poseen ninguna de estas capacidades, sino que disponen, más bien, de unos potentes antecedentes de esas capacidades."
(…)
Las bacterias crean una dinámica social compleja, aunque carente de pensamiento, durante la cual pueden cooperar con otras bacterias, genómicamente emparentadas o no. Si se observa su existencia carente de pensamiento, puede decirse incluso que adoptan lo que solo puede denominarse como una especie de «actitud moral». Los miembros más próximos de un grupo social —la «familia», por así decirlo— se reconocen mutuamente gracias a las moléculas superficiales que producen o a los productos químicos que segregan, que a su vez están relacionados con sus genomas individuales. Pero los grupos de bacterias tienen que habérselas con los factores adversos de su entorno y a menudo tienen que competir con otros grupos con el fin de obtener recursos o imponerse en un territorio. Por tanto, el éxito de un grupo depende de la cooperación entre sus miembros. Lo que puede llegar a ocurrir durante este esfuerzo colectivo es fascinante. Cuando las bacterias detectan «desertores» en su grupo, es decir, miembros que no colaboran suficientemente en la defensa del grupo, los evitan, aunque estén emparentados genómicamente y por lo tanto formen parte de su familia. De este modo, las bacterias no cooperarán con otras bacterias emparentadas con ellas que no lleven a cabo su trabajo dentro del grupo y que, por tanto, no colaboren para lograr los objetivos del grupo; en otras palabras, desprecian a los traidores que no cooperan. Esto es así porque, al fin y al cabo, esas bacterias tramposas tienen acceso —al menos durante un tiempo— a unos recursos energéticos y a una defensa que el resto del grupo logra a un coste elevado. La variedad de «conductas» bacterianas posibles es notable."
(…)
"Organismos unicelulares muy sencillos utilizaban moléculas químicas para sentir y responder, en otras palabras, para detectar determinadas condiciones en el entorno, incluida la presencia de otros organismos, y para decidir sobre las acciones necesarias para organizar y mantenerse con vida en un entorno social determinado. Se sabe que las bacterias que crecen en terreno fértil, rico en los nutrientes necesarios para su desarrollo, pueden permitirse vivir una vida relativamente independiente; en cambio, las bacterias que viven en sustratos en los que los nutrientes son escasos se agrupan en colonias. Las bacterias pueden sentir o percibir la cantidad de miembros que forman su grupo y, de una manera que no implica pensamiento, evaluar su fuerza como tal grupo e iniciar o no, en función de ello, una batalla para defender su territorio. Pueden asimismo alinearse físicamente para formar una barrera y secretar moléculas que formen un fino velo, una película que protege al conjunto y que probablemente desempeñe a su vez un papel importante en la resistencia de las bacterias frente a la acción de los antibióticos.
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Este logro es tan extraordinario que puede inducirnos a relacionarlo con capacidades como los sentimientos, la consciencia y la deliberación razonada, pero las bacterias no poseen ninguna de estas capacidades, sino que disponen, más bien, de unos potentes antecedentes de esas capacidades."
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Las bacterias crean una dinámica social compleja, aunque carente de pensamiento, durante la cual pueden cooperar con otras bacterias, genómicamente emparentadas o no. Si se observa su existencia carente de pensamiento, puede decirse incluso que adoptan lo que solo puede denominarse como una especie de «actitud moral». Los miembros más próximos de un grupo social —la «familia», por así decirlo— se reconocen mutuamente gracias a las moléculas superficiales que producen o a los productos químicos que segregan, que a su vez están relacionados con sus genomas individuales. Pero los grupos de bacterias tienen que habérselas con los factores adversos de su entorno y a menudo tienen que competir con otros grupos con el fin de obtener recursos o imponerse en un territorio. Por tanto, el éxito de un grupo depende de la cooperación entre sus miembros. Lo que puede llegar a ocurrir durante este esfuerzo colectivo es fascinante. Cuando las bacterias detectan «desertores» en su grupo, es decir, miembros que no colaboran suficientemente en la defensa del grupo, los evitan, aunque estén emparentados genómicamente y por lo tanto formen parte de su familia. De este modo, las bacterias no cooperarán con otras bacterias emparentadas con ellas que no lleven a cabo su trabajo dentro del grupo y que, por tanto, no colaboren para lograr los objetivos del grupo; en otras palabras, desprecian a los traidores que no cooperan. Esto es así porque, al fin y al cabo, esas bacterias tramposas tienen acceso —al menos durante un tiempo— a unos recursos energéticos y a una defensa que el resto del grupo logra a un coste elevado. La variedad de «conductas» bacterianas posibles es notable."
Si vemos lo estructural de las bacterias, podemos deducir que el humano sigue las mismas reglas y que no ha hecho falta ni un gran cerebro, ni una gran cultura (acumulación de saber por milenios) para crear esas reglas de un sistema complejo. Lo que nosotros vemos como propio del humano no es más que una manifestación compleja y ampliada de conceptos que ya estaban como base en sistemas tan básicos y elementales como las bacterias. Lo que yo dijera de esa doble tendencia hacia lo individual o lo social asentado en el ADN, es un patrón que nos viene desde ese origen tan remoto. En otro caso paradójico, la abejas aceptan la migración si tienen abundancia de alimento, esto es, aceptan a miembros que no son de su colmena, que recordemos son todas hermanas. Pero si hay escasez de alimento entran en juego las guerreras y no las dejan entrar en la colmena. ¿No es demasiado igual a lo humano? ¿Qué nos hace realmente humanos si no escapamos de los comportamientos de las abejas o las bacterias?, esa única diferencia es que el humano lo sabe, tiene conciencia de este saber, de esta estructura de la vida, mientras que otros animales no. Pero ¿de qué nos vale este saber si no lo "usamos", si no le damos una utilidad que "escape", que nos haga salir, de esa estructura primigenia?, ¿es un saber inútil?
Sobre lo que quería hablar en el anterior escrito y que no pude incluir, es el cómo una sociedad (animal social) llega a un punto crítico en la suma de individuos como para convertirse en otra cosa. A lo que me refiero se puede entender en uno de sus modos de manifestarse: las bandadas de animales voladores (insectos, aves y murciélagos) o en los cardúmenes de peces (de nuevo concurrencia, repetición de patrones en distintos y alejados órdenes de animales). El humano no era una especie "preparada" o "pensada" para crear ese "efecto masa"; es una especie de manada de grupos pequeños de como mucho doscientos miembros (durante la prehistoria), en donde no se puede dar esa condición. Una bandada o cardumen pierde su homogeneidad, su dinámica, en cuanto el número de sus miembros llega a cierto número pequeño de individuos. Con la masificación de humanos en grandes ciudades y estos en grandes eventos, el humano llega a ese estado de masa crítica por el cual pasa a ese nuevo estado de "bandada". De una emergencia en el sistema que ahora obedece a unas nuevas reglas. Unos nuevos descubrimientos han revelado que en esas masificaciones los animales funcionan igual que los fluidos. Así cuando los pingüinos de la Antártida se agrupan para conservar el calor, un pequeño movimiento de uno de los pingüinos produce un gran cambio en cadena. Esos cambios no obedecen exclusivamente a necesidades como la de mantener el calor con respecto a la dirección del viento, un cambio tan aleatorio, como que un solo pingüino se sienta incómodo y trate de acomodarse, provoca uno de sus movimientos de tipo fluido.
En las bandadas ocurre otro tanto. Mi idea, esa idea que capté como nueva, era que llegado a ese punto, ese "calor" grupal debía de aportar algún grado de satisfacción (alegría, felicidad, activación de dopamina o endorfinas) a cada miembro, lo que era un "componente" más (agente) en ese estado que influenciaba en dicho sistema. O dicho llanamente, que cada ave goza de ese flujo, con lo que eso provoca que quiera permanecer en él, y que se sume a esa danza que ni siquiera pueden ver en su conjunto, o sea que no gozan de sus formas fantasmagóricas bellas, tal como las vemos los humanos, pues están dentro de ellas. Esta idea como nueva para mí, dejó de serla, pues el novelista argentino Hernan Casciari ya lo mencionaba en "charlas con mi hemisferio derecho", libro con el que me encontré de casualidad al tratar de ahondar más en las conclusiones de Iain McGilchrist en su libro "The Master and His Emissary" (el maestro y su emisario), que trata sobre las diferencias hemisféricas del cerebro humano. De nuevo concurrencia.
Faltaba dar "cuerpo" a esta nueva idea, un cómo y un posible porqué. De nuevo por casualidad el libro de Damasio me dio la respuesta. Para mí ni siquiera era una nueva idea, ya que la leí cierta vez en el pasado, pero me imagino que "yo cerebro" no estaba "preparado" para "digerir" esa información, como para que fuese parte de un todo. Damasio nos la hace ver, en las ideas plasmadas en sus párrafos de arriba, pues hace uso de un concepto que se llama la "percepción de cuórum" (quorum sensing). Esto nos dice la Wikipedia:
"En biología , la detección de quórum es un sistema de estímulos y respuestas correlacionadas con la densidad de población . Como un ejemplo, la detección de quórum (QC) permite a las bacterias restringir la expresión de genes específicos a las altas densidades de células en las que los fenotipos resultantes serán más beneficiosos. Muchas especies de bacterias utilizan la detección de quórum para coordinar la expresión génica de acuerdo con la densidad de su población local. De manera similar, algunos insectos sociales usan la detección de quórum para determinar dónde anidar."
O dicho de forma resumida, el ADN está programado para detectar la densidad de población y adaptar su comportamiento y el animal y su sociedad, con respecto a esa densidad. Lo extraño -y mi hipótesis- es que las bandadas y cardúmenes hacen uso de ese substrato primigenio para crear algo nuevo, para entrar en una dinámica nueva de un nuevo sistema complejo, en donde se ha sumado algo nuevo. Las bacterias no tienen sistema de recompensa y castigo. En las bandadas y cardúmenes ese sistema se añade a ese sustrato de la detención de cuórum, para crear un estado en donde el individuo busca y trata de permanecer dentro de la bandada por la mera recompensa del sistema de premio, ya sea por endorfinas o por la dopamina. La idea general es que los cardúmenes o las bandadas se den por un beneficio mutuo, ya sea para la caza o para la defensa. Mi conjetura es que además se incorpora a esa finalidad un "agregado", no esperado y nuevo que aporta una nueva finalidad. El gozo individual de permanecer y ser parte de ese nuevo sistema o todo. Otras de mis ideas es que los sistemas de placer/dolor y otros "heredan" estructuras antiguas, de tal forma que son sus pilares. El habla "heredó" las habilidades del moverse por las ramas entre los árboles (misma zona cerebral), o el hombre y la mujer heredan aquello de la infidelidad física o la emocional. Cuando un ave o un murciélago se une a una manada, la estructura de la detención de cuórum, se suma en tanto que base que hace que se incremente la sensación de placer. O sea que cuando la evolución hace que un animal se "reencuentre" con viejas estructuras, estas se suman con la sensación de ser algo nuclear en su ser, parte de su alma, en tanto que esencia, de lo que es la vida. Mientras que la rotura con esos núcleos primigenios crean dolor, malestar y en el humano pérdida de identidad, que puede devenir en vacío existencial o depresión. En resumidas cuentas, el cómo se estructure el ADN, en un estado epigenético u otro, de alguna forma, a ese nivel, es más coincidente con estructuras o posicionamiento y expresión del ADN que implican un estado "más acertado" o "menos acertado" de esas esencias primeras que han de ser la vida, con lo que se manifiestan, ya en lo humano y en lo social, como estados de malestar o de placer, acertados o incorrectos. Fijarse que Damasio extrapola a las bacterias una "aptitud moral", y lo extrapola a que ciertas bacterias son "tramposas", concepto este último que yo he usado en mis escritos al referirme a "las apuestas tramposas".
Con estas bases llegamos a lo que debería de ser este adendum, que es sobre la posverdad. La primera vez que leí el término lo llevé a mi lenguaje y forma de ver el mundo. Bajo mi punto de vista el cerebro humano, que lo hereda de la vida y esta de la química, es una máquina teleológica. Esto es, construye las tramas con finales prefijados. La vida se explica por la replicación, luego la finalidad humana, en su sentido más sencillo y básico, es la reproducción. Cuando se entra en la adolescencia, el humano en su cultura, "cree" o siente que su finalidad es el encontrar pareja, pero la "verdadera" finalidad es la de reproducirse. Todo el constructo del adolescente tiene esa finalidad teleológica, dictada por esa finalidad. El humano construye una narrabilidad, se construye como individuo -como identidad-, con una historia, dentro de ese final. Cada final apunta desde su fin cada historia. O sea, que el final es el que cierra el círculo de cada trama o historia. O dicho de otro modo: el cerebro en realidad es como los libros. La historia ya está desplegada en sus páginas, tan solo fluye por las palabras, las frases y los capítulos. Bajo este aspecto cuando se llega a ese final, posverdad, verdad final, cada historia del libro cobra un nuevo sentido. En la película "el sexto sentido" el final trastoca todo el trama, al que ahora hay que darle un nuevo sentido. Esto es a lo que se puede llamar lo teleológico. Veámoslo desplegado en un ejemplo. El humano "explica" la historia buscando un sentido y finalidad a todo. Así si se lee la historia del cristianismo "encajamos" a que todo tenía un sentido cuya finalidad era que el cristianismo triunfase y se expandiese. Cada acto, cada agente, cada pensamiento, vivencias y pensamientos de cada uno de los santos y patriarcas tenían la "finalidad" de que el cristianismo triunfase. En ese sentido es posverdad, pues hay un sustrato desde el final que es el que alumbra y encamina todo. Pero al leer sobre posverdad me encontré con que se refería a otro concepto. A un nuevo estado de las sociedad en donde la verdad ha devenido en otra cosa, en un estado nuevo después de ese otro estado de la anterior que era de la verdad. Una verdad falseada, si se quiere, dadas las nuevas condiciones de "llegar a la verdad", a través de los nuevos y masificados medios comunicación y sobre todo de las redes sociales.
En realidad, como dice Iñaki Gabilondo, nada ha cambiado. Posverdad es la misma "verdad" de siempre, siempre alterada y adulterada; escribimos la historia hacia atrás, desde sus finales, y estas visiones suelen ser dadas por los vencedores; sólo que ahora con Internet y las redes sociales de fondo. Mi aportación al tema es tratar de desentrañar una base a todo este tema. Un cómo, un por qué y un para qué. Una mente individual está construida como máquina teleológica, y bajo estas premisas crea estructuras en el cerebro (las crea la evolución de los sistemas complejos, en este caso en lo evolutivo a través del ADN) que concuerden con estas estructuras. O sea construye la realidad -la recrea- para darse la "razón", para mantener intacto su sentido y su finalidad. Esta regla se sigue en la frase de "para unas manos que son martillos, todo son puntas". Hay varios sesgos cognitivos que denuncian esta condición (falla) del cerebro, como el sesgo de confirmación: confirmamos en nuestras investigaciones nuestras propias creencias, o el sesgo post-compra, por el cual una vez que has hecho la compra confirmas que es la mejor elección, con tal de no crear disonancia cognitiva o duda que malogre la elección. Lo que tiene de fondo todos estos constructos es que uno ha de validarse como ente individual que se ha de replicar. De esta forma todo el universo es una "explicación" al propio ser individual, a su propia replicación como la más válida entre todas las posibles. Puede parecer exagerado tal pretensión y que cada uno lleve implícita esta regla tan exacerbada en su potencialidad, pero sólo así se puede entender que para un cristiano todo, hasta la última mota de polvo interestelar, tenga un propósito y sentido dentro de los planes de Dios, de sus creencias.
En el fondo es el mismo mensaje que la teoría del "gen egoísta", que quizás sería mejor describir como egotista: "sentimiento exagerado de la propia personalidad", del propio ser, o esencia, de su propia apuesta como replicadora universal. Cada animal se tiene que autoafirmar como la mejor de las apuestas evolutivas, pues pensar lo contrario sería no haber entendido el juego evolutivo. Un perro que se negase como perro, no se reproduciría, no querría que hubiese otra copia errada de ser perro: se tiraría por el primer barranco que se encontrase. En ese sentido todo animal es una apuesta teleonómica, que ha de mantener su identidad, que implica un porque, un cómo y un para qué o finalidad. Si esto es así, si la vida tiene esta premisa, cada acto, cada sentimiento y pensamiento han de seguir esta misma regla. Cada humano ha de auto-confirmarse (validarse) en cada uno de sus actos. Construye su identidad con la premisa teleológica de una totalidad que se va desplegando. Como una posverdad que explica cada acto, al igual que un libro tiene esa misma estructura que se despliega. Es feliz en la medida que se mantiene fiel a esta regla primigenia; es nada, es ausencia de ser, es un "ente encogido", enclaustrado en su negación, deprimido, en la medida que la niega. Como en el caso del perro buscará el cumplimiento de esa negación a través del suicidio. Apostar por vivir o suicidarse, así, son el ADN desplegándose en su multiplicidad de adaptaciones válidas, o el ADN negándose a crear cambios epigenéticos que no son válidos y nieguen sus reglas y principios nucleares.
Con esto llegamos a la posverdad en la era de la información y las redes sociales, que en realidad es infoxicación. Hemos visto en los escritos que el humano es un acto propiamente fallido de la evolución, pues conlleva ese saber que sabe, que en apariencia no tiene sentido, pues no lo "usa" de forma plena. Lo hemos visto en ejemplos como el de la migración de las abejas o los comportamientos de las bacterias. El comportamiento humano no parece variar con respecto a estas por el mero hecho de saber. La conciencia de sí, en tanto saber que se sabe, tiene la capacidad, además, de cuestionar lo que el humano es en tanto que identidad. Si pongo en cuestión lo que soy, lo que ahora soy es en tanto que cuestiono lo que soy. Soy en tanto que libertad, y en tanto que libre he de elegirme ser lo que soy, frente a una posible naturaleza ciega, como la que plantea "el gen egotista". Se cierra en un circuito de ipseidad (red de modo predeterminado), que o bien sale de ese circuito afirmándose como identidad legítima (auto-engañándose, mala fe), o bien se queda en ese circuito, que deviene, como hemos visto, en el síntoma del auto-desorden, propio como para poder caer en la esquizofrenia.
Ante esta situación sólo parece haber una salida, apostar por una identidad, algo que mantenga la estructura por lo que la vida es vida y el ADN es lo que es: un ente auto-replicador. En esa medida el humano, y ya en lo social, crea identidades postizas, falsas, que tiene dos finalidades: 1. conservar la preservación de la identidad, 2. formar parte de otra identidad mayor que son los grupos. Toda apuesta identitaria nace bajo estas taras y defectos, y no suplen en nada el parámetro teleonómico del ADN y teleológico del cerebro, pero "funcionan" en tanto suplen su carencia, con lo que todo humano se auto-programa para ser aceptado en los grupos (identidades religiosas, ideológicas y de género) y desplegar desde esos grupos su individualidad, sus propios puntos de vista replicadores, e ignorando que cualquier opinión, por vaga que sea, puede generar un efecto de bola nieve de finales imprevistos.
Si se me ha seguido hasta aquí, todos son posiciones falseadas que están "obligadas" a preservar la isla identitaria a la que pertenecen, y ponen todo su empeño y armas para que sea así, pues de lo contrario, todo ataque a su isla es al fin y al cabo un ataque a su propia identidad, y por ello a su propia apuesta de vida y en última instancia a sí mismo como vida. Toda variación externa humana, o rasgos fenotípicos, son variaciones en alelos, y esas variaciones han creado las islas identitarias de las razas y más tarde de las culturas y las religiones de los países (orgullo patrio). Bajo esa perspectiva pierden de vista los fines mayores, que son la preservación de la propia identidad humana como especie, que está enclavada en unas dimensiones y un panorama mayor que el mero defender la propia isla identitaria. Lo que quiero decir es que en la desmedida de crear una identidad pierden de vista lo teleonómico propio del humano, como si una especie se bifurcase en dos. Como si fuésemos por ejemplo gorilas y chimpancés que ya no pueden ser otra cosa que enemigos. La posverdad actual, bajo esta premisa, es la verdad de siempre, -la historia en tanto escrita por los vencedores, verdad teleológica condenada a auto-confirmarse-, solo que ahora aquellas luchas identitarias no son por las fronteras, por las banderas o las religiones sino por cosas tan nimias como el género. Las feministas "re-construyen" la historia bajo la perspectiva de haber sido "dominadas" por el macho, por el patriarcado. Quien niegue esta realidad está contra ellas y son parte del patriarcado. Todo acto humano se re-evalúa bajo esta nueva visión teleológica. Lo que antes era galanteo ahora se llama acoso (y esto no excluye que lo pueda haber), ponerse atractiva ahora es sólo manifestar su individualidad, etc. Las madres ahora ven aceptables casi cualquier comportamiento en sus hijas, con tal de no renegar de sus creencias feministas.

¿Qué madre puede estar orgullosa que el acto de la adolescente de la foto adjunta la pueda hacer su hija?, que madre puede estarlo de que su hija gane dinero exhibiéndose en webcam sexuales, sobre todo cuando no es para sobrevivir, si no para mantener su alto nivel de vida con un iPhone, conexión a datos de alta velocidad, etc. Se acusa al macho de doble moral, que se queja de este nuevo estado de las cosas y que lo consuma. Al macho le vale con su imaginación, pero mientras tanto se "aprovechará" de los "errores" de las adolescentes, pues este es el sino de ser macho. Las adolescentes, se quiera o no, al final con la madurez, renegarán de lo que han hecho y lo tratarán de ocultar. No me imagino a una abuela enseñando a su nieta, como buen ejemplo, sus vídeos de cuando tenía 19 años en webcam sexuales (aunque todo puede ser). La regla moral más válida sería: "haz sólo aquello de lo que estuvieses orgulloso/a de enseñar y compartir con tus nietos". No quiero ir por esa dirección y redundar en ejemplos, para no volver a perder el rumbo de la narrabilidad del presente escrito.
Quedan varios interrogantes y tramas sin cerrar. Bajo mi punto de vista el humano logró, a través de la danza y la música, en su estado como tribus, llegar a ese estado de percepción de cuórum, sin necesidad de llegar a un número alto de integrantes del grupo. Al bailar a un mismo ritmo, se sincronizan los corazones, que a la vez sincronizan sus osciladores biológicos, que a la vez repercute en la cadencia del cerebro, en sus pensamientos y habla, y al final en el canto y sus emociones. El actual estilo de "rock stoner" actualiza aquel tipo de música hipnótica, y que a diferencia de la psicodélica, es marcadamente más rítmica; a destacar el grupo Heilung que ha ido un paso más allá al retomar aún más esas raíces. Es muy posible que la danza y la música repercutiese en su evolución hacia la colaboración, además que fuese muy posiblemente la música la que creó o aceleró el lenguaje. Las ciudades primero y los eventos de conglomeración después, incrementaron esa sensación. En gran parte la percepción de cuórum interviene en la creación de las identidades, sobre todo durante las manifestaciones. Asombra ver el parecido entre los pingüinos de la Antártida y lo que sucede en La Meca. Parece que cierta parte de la humanidad es más feliz cuanto más se imbrique en esos estados: estadios deportivos, discotecas, conciertos, etc. (momento rave en Matrix) Se prefiere bajar a ver el fútbol a bares que en la soledad del hogar; al gritar un gol en unidad con tu comunidad, con tu identidad, se incrementa el estado de felicidad. Yo lo he sentido, pero siempre he renegado de ese sentimiento, no voy a eventos multitudinarios, y no es por fobia social, sino por mera elección de renegar de ese estado, pues cual droga, da una falsa sensación de pertenencia, es ilegítima, pues en realidad el mundo es injusto y lleno de desigualdades, luchas y jerarquías. Ese sentimiento sólo fue legítimo durante nuestros primeros pasos como humanos, cuando pertenecíamos a tribus cuya base era la familia extendida. Quizás el humano al unirse en conciertos y eventos multitudinarios quiera recuperar esa emoción primigenia, pero de nuevo no es más que otro tipo de máscara, no de realidad. Añoramos un pasado que quizás nunca fue, pues en nuestra cabeza todo es siempre más poético.
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Vuelvo y cierro con el ejemplo del copo de nieve. Decía que pareciera que la soberbia es su signo, el signo de la individualidad, el signo con el que nos preña la evolución, que
se incrementa en los mamíferos y sobre todo en el humano, pues su niñez lo es
en tanto que acaparadora de la atención de la madre, de los adultos y por lo
tanto del mundo: la mínima conciencia del niño lo es en tanto que siendo y
sintiéndose como el
ombligo del universo. Somos animales acaparadores de atención, y por lo tanto capturadores del resto de las libertades. Pero ¿se puede mantener esta soberbia a través de lo que vamos conociendo, en parte expuesto en este escrito?, ¿estos saberes nos claman para que seamos humildes? En el caso del copo de nieve forma parte de varias estructuras físicas o sistemas en donde la individualidad no cuenta, es un mero ente en el manto de nieve y es un mero engranaje cuando se produce el alud, pues lo que vence son esas fuerzas mayores. En el caso del humano, si se sigue lo dicho en el presente escrito, se "nos está diciendo" que somos meras motas de polvo dentro de grandes estructuras que ya estaban prefijadas desde el principio de la vida. La conciencia no es el mayor logro de la evolución; sí lo es el hecho que por mera casualidad, que fue "como lanzar un dado y sacar un 1, un millón de veces seguidas", nos dice Jerry Linenger, hecho fortuito que para que sucediese posiblemente tuvieron que pasar unos dos mil millones de años, donde un microbio, que se iba a alimentar de otro, no lo "ingiriese" y terminarse por formar parte de ese microbio, a través de la endosimbiosis seriada, como para formar un nuevo orden de seres vivos, los eucariotas, y cuyo microbio "ingerido", la mitocondria, es la que da la energía a ese nuevo organismo por medio del oxígeno. Toda la vida compleja que el humano pueda imaginar, desde la hierba, o un árbol, o una flor, o el coral, a una medusa, a un atún, a una serpiente o a un perro, es descendiente de esa rara casualidad, y entre ellos el hombre y su conciencia. Por esa rara casualidad de ese microbio que no "ingirió" ese otro y trabajasen en común (el animal le protege y "centraliza" las funciones con su núcleo donde se encuentra el ADN, el vegetal le da la energía), como para al final ser unidad, los científicos saben que sí debe de existir vida microbiana en otros planetas, pero que sea algo mucho más remoto que exista vida más compleja. La conciencia a través de su saber que sabe no nos ha hecho más sabios, si por sabiduría se entiende haber puesto en práctica ese saber con unos fines mayores y más prácticos e igualitarios para todos, para la especie. La conciencia no es un todo o nada, que se tiene o no se tiene, hay otros animales que comparten con el humano ciertas de sus propiedades. Si el humano se extinguiese, quizás otro simio tomaría "su puesto" después de unos cientos de miles de años. La conciencia a través de su saber que sabe no nos ha hecho más sabios, si por sabiduría se entiende haber puesto en práctica ese saber con unos fines mayores y más prácticos e igualitarios para todos, para la especie.
Las identidades tendrían que morir para romper con esos ciclos que nos imponen las reglas evolutivas. Por el contrario creamos más identidades y desunión en cada vez detalles menores. Todo cerebro es potencialidad, que crea varías tendencias en el mundo, varias teorías: se auto-confirma cuando se cumple una de esas direcciones o teorías, lo mismo da una que otra. ¡Cabe mayor farsa! Digo blanco y digo negro, sale blanco y una inmensa alegría me llena: "¡acerté, soy el mejor!". Posverdad como falseadora de los libros vacíos de la nada que es el mero azar. El cristianismo no triunfó, no se cerró el libro, no llegó a un final. A la larga ira desapareciendo, fracasará en su visión teleológica y le resultará insoportablemente fútil su existencia. Somos meros anclajes evolutivos en el devenir de la vida, en el devenir del universo. Más evolución no quiere decir mejor, cada sistema que sobrevive es tan válido como cualquier otro. Cuanto más complejo sea un sistema mayor son las probabilidades de que falle y se extinga. Los grandes supervivientes son las bacterias, el resto de animales son sólo "válidos" dentro de cierto margen de situación en la que se encuentre el planeta, que es siempre temporal. La inteligencia y un cerebro más complejo no significan más felicidad: hayamos felicidad no en las qualias (individualidad), sino al reencontrarnos con estructuras tan viejas como la percepción de cuórum. Animales como la ascidia nacen con neuronas para poderse mover y anclarse a una roca, para al final alimentarse de ese mini-cerebro porque ya no lo necesita. Si yo lo pudiera hacer lo haría. Reniego de mi cerebro si este está lleno de patrones enquistados y sesgos en una única dirección: coincidir con lo que me dice la dictatorial vida. Reniego de él si es más proclive al dolor que a la felicidad. Reniego de él si en una sociedad compleja humana, este sólo es tendente a crear trastornos y enfermedades mentales, en una sociedad que además te dice que a esa condición has llegado sólo por tu culpa. Reniego si Pan sólo le interesa la verdad, en tanto que posverdad, pues eso le hace creer llegar a la felicidad, ignorando toda posible verdad que nos vaya descubriendo la ciencia, si eso va en contra de su soberbia nuclear.
Las identidades tendrían que morir para romper con esos ciclos que nos imponen las reglas evolutivas. Por el contrario creamos más identidades y desunión en cada vez detalles menores. Todo cerebro es potencialidad, que crea varías tendencias en el mundo, varias teorías: se auto-confirma cuando se cumple una de esas direcciones o teorías, lo mismo da una que otra. ¡Cabe mayor farsa! Digo blanco y digo negro, sale blanco y una inmensa alegría me llena: "¡acerté, soy el mejor!". Posverdad como falseadora de los libros vacíos de la nada que es el mero azar. El cristianismo no triunfó, no se cerró el libro, no llegó a un final. A la larga ira desapareciendo, fracasará en su visión teleológica y le resultará insoportablemente fútil su existencia. Somos meros anclajes evolutivos en el devenir de la vida, en el devenir del universo. Más evolución no quiere decir mejor, cada sistema que sobrevive es tan válido como cualquier otro. Cuanto más complejo sea un sistema mayor son las probabilidades de que falle y se extinga. Los grandes supervivientes son las bacterias, el resto de animales son sólo "válidos" dentro de cierto margen de situación en la que se encuentre el planeta, que es siempre temporal. La inteligencia y un cerebro más complejo no significan más felicidad: hayamos felicidad no en las qualias (individualidad), sino al reencontrarnos con estructuras tan viejas como la percepción de cuórum. Animales como la ascidia nacen con neuronas para poderse mover y anclarse a una roca, para al final alimentarse de ese mini-cerebro porque ya no lo necesita. Si yo lo pudiera hacer lo haría. Reniego de mi cerebro si este está lleno de patrones enquistados y sesgos en una única dirección: coincidir con lo que me dice la dictatorial vida. Reniego de él si es más proclive al dolor que a la felicidad. Reniego de él si en una sociedad compleja humana, este sólo es tendente a crear trastornos y enfermedades mentales, en una sociedad que además te dice que a esa condición has llegado sólo por tu culpa. Reniego si Pan sólo le interesa la verdad, en tanto que posverdad, pues eso le hace creer llegar a la felicidad, ignorando toda posible verdad que nos vaya descubriendo la ciencia, si eso va en contra de su soberbia nuclear.
Ya sé, voy contracorriente, pero de nuevo es por algo tan dictatorial como que soy dialéctica negativa, retroalimentación negativa dentro de un sistema complejo. Es falso que el artista en mí muera, tan sólo vuelco su potencialidad en otra faceta como en estos escritos; uno nunca escapa de su sino. Algunos preconscientes apuntan hacia la humildad, como contramedida de la soberbia, "mato" al artista para ser humilde. Es muy posible que a aquello que yo he llamado preconcientes o dialéctica negativa, porten el gen individualista, un gen de animal/depredador solitario, como ya predijera Hesse en su lobo estepario, animal que caza en soledad, frente al gregario en el que se convierte la sociedad en los actos multitudinarios y bajo los efectos del cuórum. El solitario siente felicidad en su aislamiento, en sentir y apreciar su individualidad (narciso condenado a mirarse en sus aguas), y el gregario felicidad en su pertenencia al crear identidades, grupos y masificarse. Al final no reniego para afirmar una nueva verdad, sino para confirmar una verdad vieja: que mientras estás vivo, mantienes tu sino, mantienes las estructuras de la vida en su eterno replicar. La muerte, o la total soledad, son los únicos que niegan la vida, los que en definitiva te sacan de su lógica estructural "esclavista".
(Concurrencia en los lenguajes y los mensajes con "Esquizofenia natural": La humanidad secreta); el síndrome hybris" es por el efecto de la retroelimentación positiva de la testosterona, del poder.)
(Concurrencia en los lenguajes y los mensajes con "Esquizofenia natural": La humanidad secreta); el síndrome hybris" es por el efecto de la retroelimentación positiva de la testosterona, del poder.)
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