Lo que Es y lo que (a)Parece XXXVIII - Epílogo I - La Dimensión Social
"El mundo puede ser un caos, pero no carece totalmente de orden."
Samuel Huntington
"Las personas no son más que seres humanos que se
han puesto la máscara que se ha ido pasando en
Europa a lo largo de las últimas generaciones,
y que han acabado asumiendo que era su propia cara."
John N. Gray
"- ¿Con qué propósito nos creamos a nosotros mismos?
- ...para los otros." en la película "Tau"
El (causi)libro o temática definido como "Lo que es y lo que (a)parece" empieza a asemejarse a uno de los típicos libros deconstructivistas de Derrida. De repente me di cuenta de que todo el esfuerzo, que era crear una narrativa de unos escritos aleatorios y que estaban definidos como un ir a la deriva, podía ser un trabajo inútil y que por lo demás al cercenar partes podía perder "frescura". Esta reflexión me enfrenta a otro hecho. Bien podía haber argumentado (¿o justificado?) que ese ir contra todo, como lo hago en mis escritos al destapar las máscaras de lo que se pretende Ser, era deconstrucción. Pero pienso que el deconstructivismo es simple y llanamente uno de los lados de la dialéctica negativa, como hago ver en el escrito "¿El fin de la postmodernidad y el nihilismo?". En ese mismo lado está Foucault y ese arremeter contra todo. He preferido mantenerme como persona con ciertos problemas que trata de averiguar los porqués, sin por ello adscribidme a ningún movimiento o técnica. ¿En qué medida ese tipo de autores no son de los denominados por mí como preconscientes?, aquellos que tienen el "destino" de ser el lado negativo de la lucha dicotómica de la realidad humana. El "plan y destino" de la evolución dentro de unos parámetros de un tipo de sistema complejo. En los sistemas complejos se hace uso del concepto de retroalimentación. Este puede ser positivo o negativo, que haga crecer al sistema o que lo frene. En el cerebro, por ejemplo, hay neuromoduladores y vías que son activadoras: retroalimentación positiva, y hay vías y neuromoduladores desactivadores: retroalimentación negativa. Si veo un alimento se activa la vía positiva para llegar al alimento. Si el miedo (ansiedad, estrés) va creciendo en exceso, se modula la vía negativa para frenar ese estado. Lo mismo ocurre con el cuerpo, existen los dos modos de retroalimentación. Por esta misma regla el sistema complejo que es la sociedad humana tiene vías, agentes, o nodos que hacen esas dos funciones de la retroalimentación.
De revisar todos los escritos, y de los que me vengan a la mente, el capítulo del tema de la normalidad como enfermedad social, llamado "Alfa, dioses y héroes", debería de ser revisado para quitar todo lo referente al pueblo hebreo, pues aunque lo que postula lo vi en un documental, si se revisa aquí y allá, en lo que concuerdan los historiadores es que no tuvieron porqué existir tales personajes y hechos, sino que se basan en mitos y recreaciones de memoria sobre acontecimientos generales. Por otro lado, el capítulo "Un plan sin plan" debería ser enfocado bajo la perspectiva de los sistemas complejos. Esto es, lo que digo allí no es más que el sistema complejo al que pertenecemos haciendo sus "estragos", cumpliendo sus premisas. Una de las cosas a tener en cuenta es que la individualidad no cuenta. Que las verdades emergen de la realidad, en forma de memes, de conceptos, y hay quien de repente los "lee", todo para llegar a una nueva idea o a una conclusión que se sigue de esa lectura. A esa lectura, en muchos casos, llegan varios autores a la vez. En mi caso es curioso las similitudes con Jacques Monod y su libro "El azar y la necesidad". En el escrito "¿Qué es nihilismo?" arremeto ante los autores y personas que tratan de una manera u otra el "mantener" a Dios en el cielo. Lo hago con el recurso de "la música de las esferas". ¡Leyendo a Monod me encuentro que él hizo lo mismo y con el mismo recurso!: "Universo sordo a su música, indiferente a sus esperanzas, a sus sufrimientos y a sus crímenes". Atacando de fondo el mismo concepto escondido: "todas las demás concepciones que se han propuesto explícitamente para dar cuenta de la extrañeza de los seres vivos, o que están implícitamente envueltas por ideologías religiosas como por la mayoría de los principales sistemas filosóficos, asumen la hipótesis opuesta: a saber, esa invariancia está protegida, es una ontogenia dirigida, evolución orientada por un principio teleonómico inicial, del cual todos los fenómenos son manifestaciones" y "la naturaleza no tiene ninguna intención ni objetivo". Hay que hacer mención especial, por ser otra casualidad y un concepto recurrente, sobre la "intención paradójica" de Milton H. Erickson y Victor Frankl, al ser la inversa de un concepto que yo he mencionado en otros lugares que se llama "ley del esfuerzo trasformado" (escuela de Nancy, principios del siglo pasado). La cual, esta segunda, dice que toda la energía que use el cerebro para evitar algo, no hace más que reforzarlo, sumando las fuerzas de la atención, la voluntad y la intención. Un ejemplo es fijarte que vas directo a una piedra, con la bicicleta, y todo intento de rehuirla te lleva a "tragártela"; otro más común es tratar de no mirar algo que nos llama la atención, y que la mirada vaya una y otra vez a eso a eludir. La intención paradójica hace uso de ese hecho para evitar esa energía extra que proporciona la ley del esfuerzo trasformado, de tal manera que si uno no ofrece resistencia y además lo hace de forma intencionada, al final logra lo deseado: logra salvar la piedra, dejar de mirar, tartamudear, etc. Con otro autor que coincido mucho, es con Adler y su complejo de inferioridad, aunque en la actualidad se prefiere usar el concepto de baja autoestima. En una gran mayoría de mis escritos se pueden deducir sus ideas, que por lo demás yo no he leído en profundidad. En unos casos y otros, entonces, no es que la hermenéutica sea un método de análisis de la realidad que ha creado el humano. Es un mecanismo que existe y se da dentro del sistema emergente que es la cultura, y por lo tanto de los sistemas complejos. Es un modo que tiene la evolución para "leer" qué sucede en un momento dado, para, por retroalimentación, modular la situación de ese momento a través de esos agentes que yo denomino preconcientes, que bien pueden ser esos igualmente denominados como divergentes. Pero claro, que si uno es consciente de él, dicho sistema, de la hermenéutica, tiene una ventaja, pues lo instrumentaliza, lo usa. Fijarse que deconstrucción y hermenéutica, o mismamente la filosofía, es una "lectura" en profundidad de la realidad. Un hacerse preguntas incómodas o en apariencia inútiles y en algunos casos harto evidentes (tautológicas), no por fijarse o en el árbol o en el bosque, que también, sino por pensar en sus raíces, la savia que les recorre, la forma de las hojas y su intrincado esqueleto. En los sistemas complejos vivos es muy importante la información, base de toda retroalimentación. Precisamente su base, el ADN, es eso mismo: información, y esta para el fin de preservar su invariancia. Las células nerviosas tienen el fin de modular entre una información y un comportamiento. El cerebro mismo tiene ese sentido y finalidad. Siguiendo la misma lógica la evolución ha creado una tipología humana que es el equivalente de una célula nerviosa, y en su agrupación un cerebro (intelectuales, científicos, artistas), dentro del cuerpo o sistema complejo al que pertenece: la sociedad.
Y he aquí una de las conclusiones, entonces. La superveniencia no se detiene en la emergencia de los grupos sociales, que se derivan de la vida, y esta de las moléculas, y estas de los átomos y esta de las partículas. Otro emergente es la mente humana (conciencia, a través de la palabra) y a partir de esta la cultura. En la muerte o caída del alfa y los reyes, como hago ver en mis escritos, este espacio no podía quedar vació (horror vacui) y lo "cogieron" los conceptos. Hay que recordar las conclusiones a las que fui llegando. La evolución, los sistemas complejos, se van adaptando (por retroalimentación) a las situaciones nuevas. La evolución (a partir de ahora si hablo de evolución hay que pensarla a la vez como regla de los sistemas complejos) fue creando conceptos abstractos. Que un animal multicelular llegue a una situación en la que crea órganos para una función, es debido a esa capacidad nueva de crear conceptos abstractos complejos. Los pulmones como órgano para llevar oxígeno a todas las células es un ejemplo. A su vez el cerebro fue creando atajos o patrones de comportamiento, que igualmente se pueden tomar como conceptos o patrones de comportamiento. Un ejemplo es la deducción y otro la aritmética básica. Aquí de nuevo nos encontramos con los problemas del lenguaje. Yo los he denominado conceptos, y podría haber usado el término de meme. Pero pienso que el meme es un hijo bastardo, y ya en lo cultural, de los conceptos cerebrales. A nivel de evolución esos patrones que se asientan en el cerebro son conceptos, porque no tienen una deriva tan rápida y fugaz, como se da en los propios memes. Se anclan en el cerebro y permanecen ahí. Por el principio de la invariancia, una vez que un sistema vivo toma una vía ontogénica la mantiene siempre que se reproduzca (adaptación). Nosotros, los homos sapiens, somos la reproducción, los descendientes, los herederos, de esos patrones o conceptos que nos hicieron ser. Esa es nuestra naturaleza, nuestro ser, ese que hay que delimitar del aparecer.
Retomo el tema del que surge estas premisas. Al morir el alfa y los reyes, ese papel lo tomaron los conceptos, ahora vueltos paradigmas. El actual paradigma es el del neoliberalismo, que se banaliza bajo el concepto del sueño americano. Si lo que toma el lugar del alfa, el rey o el líder es un concepto abstracto, eso quiere decir que las multinacionales, o este o aquel hombre de esas multinacionales, no son los "culpables" de la situación actual. Tan sólo son los exponentes del cumplimiento de esa regla. Rellenan esa realidad "pronosticada" o que da sentido al paradigma, son sus agentes, sus nodos. Pero llegar a esta conclusión es, quizás, haber ido demasiado rápido, hay que detenerse en el proceso. Con la conciencia, y de esta la cultura, nació una capacidad del cerebro: la neuroplasticidad. Por lo que se sabe, antes de llegar a sapiens se hacían igualmente herramientas, pero eran modelos que se mantuvieron por cientos de milenios. No debía de ser muy distinto a la capacidad para que un ave haga un nido. Pero de repente hubo un cambio bastante brusco, en donde las herramientas empezaron a tomar muchas formas y funciones. Es de suponer que ese salto emergente (singularidad) fue el de hacia la neuroplasticidad, por medio de poder comunicar a los otros los conocimientos, por medio de la cultura. Aquí se dio una retroalimentación positiva, donde cuanto más rica era la cultura, más se enriquecía el cerebro individual y a la inversa. Los conceptos, en esta fase, ya no están a nivel del individuo, de su cerebro particular, sino que pasan a una nueva dimensión donde se pueden contrastar criterios y puntos de vistas. Los conceptos pasaron a ser memes. Meme y cultura es una y la misma cosa, una misma forma de hablar de lo mismo. Todo lo que se pueda decir de lo que es un meme es aplicable al concepto de cultura. Patria es un concepto especial, de la auto-referencia de un meme (autorreplicación de una identidad o cultura que se transmite y por ello invariancia), que se mantiene porque tiene mucho "éxito".
Y he aquí, por estas deducciones, una piedra angular clave para entender mi pensamiento. Cuando un humano individual acepta pasiva o activamente un paradigma hace que este se mantenga. Pero los paradigmas no son algo grabado en fuego. Son una forma especial de meme que se mantienen porque se replican, porque tienen éxito en su reproducción (sigo de fondo con el lenguaje de los sistemas complejos: auto-referencia, retroalimentación, replicación…, hay que leer entre líneas). Si está el actual y no otro, es porque el resto no se adaptó, no se replicó con éxito. Y de igual forma no puede desaparecer si no hay otro que trate de ocupar su hábitat, su "nicho ecológico" social y cultural. En ese sentido los preconcientes, que son aquellas personas que han pasado por una infancia o vida dura, han sido "activados", se les ha creado un cambio epigenético (en la expresión de los genes), que los lleva de por vida a cuestionar todo lo dado. En definitiva, a cuestionar el paradigma actual que les ha llevado a su situación. Son en ese sentido la negación del paradigma actual (mainstream, corriente principal, en otro lenguaje, Zeitgeist, espíritu de la época, en otro)[1], o dicho en el lenguaje de Theodor Adorno, son la dialéctica negativa. Los preconcientes (divergentes) son la parte activa de la negación del paradigma actual, los que no lo asumen, los que lo niegan… sus "rebeldes" y sus suicidas.
Queda por hacer una somera genealogía de cómo el paradigma, o meme a este nivel, llegó a ocupar el espacio del alfa o el líder. La evolución pronto "comprendió" que no había que volcar toda su baza en la testosterona (la fuerza). Si lo que emerge en el mundo de las ideas, de los conceptos (información o patrón bien probado), es que estos tienen un gran protagonismo, entonces de lo que se trata no es de que haya un alfa o líder, sino que haya alguien que sea el defensor, el faro, de esa idea o paradigma. El alfa por la simple fuerza fue algo que quedó muy atrás. En los chimpancés, y los animales sociales de cerebros complejos, es importante la política, las estrategias de pactos y estar bien relacionado. Por esa misma fase pasamos nosotros. Al nacer las palabras y las culturas, eso se reflejó en las reglas implícitas de la tribu: sus tabús. A la larga estas devinieron en las religiones y sus leyes o mandamientos. Daba igual quien fuera el Papa o los reyes, emperadores particulares que lo sustentaran, lo importante eran las ideas subyacentes y que se mantenían, posiblemente por la ley de la invariancia. Si una religión perdía esa invariancia se escindía en dos religiones distintas, las cuales tenían que competir por el "nicho cultural" de las naciones (Guerra de los Treinta Años, como ejemplo de la lucha entre protestantismo y catolicismo). Con las revoluciones las religiones perdieron su poder, pero ese concepto subyacente de una abstracción o meme, que era la que mantenía la cohesión, se mantuvo como regla del sistema complejo que son las sociedades humanas. En ese devenir se llegó al actual neoliberalismo. Hay que tener en cuenta el cruce de conceptos: patria y religión pueden ir a la par o divergir: la adaptación al anglicanismo en Inglaterra o el protestantismo en Alemania y otros países. Pero de una forma u otra suelen ir a la par. Siempre ha sido conflictivo el mantenimiento de dos religiones en una misma patria. Una de ellas, la que esté en minoría y sus seguidores o etnia o cultura, corren peligro. Es como una lucha territorial: no puede haber dos alfas en un mismo territorio, igualmente no puede haber dos manadas. Puesto que un paradigma toma el lugar del alfa, tiene sus mismas tramas de supremacía, lucha por el poder y ganar territorios (que igualmente han heredado las Marcas de las multinacionales). Quizás por esta regla la democracia ha fracasado estrepitosamente, porque los opuestos no pueden ser tan distintos como para convivir en un mismo paradigma (patria/ideología), cuestión por lo cual se tiende hacia el centro, hacia la indiferencia de las identidades, a parecer ser iguales. Izquierda y derecha ya nos son diferentes en cualidad, si no en cantidad de tender a un lado u otro de un centro o identidad.
Queda por rematar el tema de la identidad. Seguía un discurso, pero a través de la lectura de "El azar y la necesidad" de Jacques Monod, y el principio de la invariancia aplicado a lo biológico, parece que hay un substrato del porqué se necesita una identidad a nivel ontogénico. Es una regla que el cerebro, y la conciencia, grabados en el ADN, hereda de las reglas evolutivas, que a su vez lo heredan de la química orgánica. Este principio viene de uno de los conceptos de los sistemas complejos, que es el de la auto-organización, y que es aplicable tanto para crear la cristalización en los minerales, las moléculas complejas, como los aminoácidos, un nicho ecológico o una especie. Una especie es un equilibrio en un ecosistema, habiendo llegado a esa hemostasis, "fija" su esencia, su identidad. Con todo nada está claro en lo humano. Una especie llega a su "hueco" en el mundo, a su "parcela" esencial dentro de un nicho ecológico, como una bola que rota en un cono invertido para al final terminar "acomodándose" en el fondo, ya sin movimiento. Llega a su "hogar", a su destino, a su ser, a su esencia; pero el humano es una especie sin "hogar", echada de la naturaleza, rompiendo el equilibrio de todo ecosistema, comportándose como una plaga. Fijarse en lo tentador que es que ese hogar sea el cielo, Dios y lo espiritual. El hogar no es una vivienda, en mi lenguaje, el hogar es un estado, sensación, emoción, que te hace sentir que has llegado a una situación placentera de paz. Como recuperación de la esencia que se es, del alma. Nadie mejor representante del concepto de "sin-hogar" que el artista, espíritu del antiguo chamán devenido en creador, su esencia es no poseer nada, su alma la de tratar de atrapar lo efímero del segundo, de cada sensación, de cada respirar... Sin conseguirlo trata de emular el alma del mundo -de lo real-, en sus creaciones, pues este sí tiene un hogar, como queriendo plasmar aquella "verdad" de poseer una habitáculo y un espacio que les son propios a su esencia. Captar el hogar de cada cosa es captar "su" verdad, su alma. Parte de esta realidad la transcribió Stefan Zweig en su libro "La lucha contra el demonio", cuyo extracto dejé escrito en otro de mis libros y lo he dejado en un gráfico en Twitter. Si estamos dentro del sistema emergente que es la conciencia, y de este al meme y la cultura, entonces el resultante es que "su identidad" -en realidad no-identidad- es la neuroplasticidad, "aceptando" la cultura y el tiempo en el que nace, como parte de lo que habría de ser una identidad. En realidad la invariancia termina por ser el carácter, que es la expresión de ciertos genes y todos los rasgos de comportamiento -viscerales, instintivos-, que nos une y aún nos liga a lo animal, a lo primate, a lo mamífero, a lo reptil. Cosas como el instinto de supervivencia o de la reproducción (comida, refugio y reprodución). Todo lo demás es aparecer o máscara… apósito. "Alimenta" al animal y serás feliz (retroalimentación negativa, tendencia al equilibrio homeostasis, ser); "alimenta" a la máscara, con un móvil nuevo por ejemplo (retroalimentación positiva, tener), y sólo "alimentarás" a ese humano insatisfecho y sin hogar. Hemos dañado nuestra esencia y pareciera que ya no la podemos recuperar. La ciudades no unen almas, sino soledades; Internet no es comunicación, son imágenes y soliloquios en los que cualquiera puede entrometerse o hacer de voayeur; la aldea global parte de un concepto acertado -aldea que es más sugerente que ciudad-, pero mal aplicado con respecto a lo que es en realidad. Internet no puede ser un hogar, un lugar para encontrar la paz o la felicidad, sólo se haya desasosiego ante tantas voces y almas desconectadas. El único cambio no permutable de nuestra naturaleza es la creatividad, el arte, pues no todos tenemos esa otra condición que es la necesidad de lo espiritual (revisable). Haya tu artista interior y encontrará el camino al hogar. Volviendo arriba, como a la vez -como lo que "hace" al meme y la cultura- es la palabra, entonces al nacer en una patria y con una lengua, somos esa cultura en la medida que dicha cultura, que deviene en patria, sigue de igual forma el principio de la invariancia. Nada más terrorífico que ser apátrida, un humano sin lugar en el mundo. Un suicida, en última instancia, es un humano que siente que nada es su "hogar". En la medida que "mi" invariancia individual coincida "bien" con la invariancia de mi patria no hay "divorcio", pero en la medida que no haya coincidencias, o bien habrá rebeldía o bien sumisión, dependiendo del carácter de la persona; de una u otra forma es un humano sin un "hogar real", proclive a los trastornos y las enfermedades mentales. O sea, yo no me siento español. No soy social, ni me gusta estar rodeado de mucha gente, ni me gusta la fiesta y estar en la calle. Mi carácter encaja más en Suecia: encerrado en mi propio mundo interior y con mis cosas, mis hobbies y mis libros. Pero por lo demás en la medida que se nace en un país y dada nuestra neuroplasticidad el cerebro se "construye" con los constructos, memes y narrativa, de ese país. Hay que hacer hermenéutica aquí. En lo que más se nota es en cosas marginales como el humor, y a la vez en cómo este construye la narrativa y la narrabilidad ese país ("El Quijote" o "La vida de lazarillo de Tormes", este segundo como manifestación de la picaresca -palabra/concepto "muy español", casi intraducible- propia de la identidad española de una época dada). A cada humano se le hace más "cercano" ver su propio cine, con su propia narrativa, mitos y su propio humor. Eso no excluye que pueda gustar además otros tipos de humor y narrativas, por ser más "invariantes" con respectos al propio carácter de uno. En mi caso me gusta el humor absurdo de los británicos. De aquí sale otra regla dentro del sistema complejo que son las sociedades: hay que conquistar las otras culturas "inoculándoles" de la propia narrativa, de los propios paradigmas. Así nos lo hace ver Frederic Martel en su libro "Cultura Mainstream". En ese sentido Estados Unidos ha "invadido" (virus, cáncer) el resto del mundo con su sueño americano y con su lenguaje hollywoodense. En la medida que consumimos su cultura, introyectamos a esta como una parte de nuestra identidad -proliferación y éxito en la replicación de un meme-. Es más, a la larga el cine y el humor de cada país, adopta sus mismos patrones y esquemas, de tal manera que la propia cultura desaparece o se diluyen en esa remezcla o refrito de identidades. Pan son las células que hacen posible esa inoculación, pues se recrea más en adaptarse a los paradigmas de éxito o más extendidos, sin cuestionarlos, sin ver sus posibles peligros. Los preconcientes, en este caso, son los anticuerpos, el sistema defensivo.
Jacques Monod se pone del lado de Parménides, de Platón, al decir y sustentar el mundo de las esencias, de lo permanente, por el principio de la invariancia. Yo sigo sin tenerlo claro, aun este principio. En la introducción de mi libro "la imposibilidad de la razón" decía que la evolución es como hacer un puré. ¿En qué momento de ese batido pasa de ser patata, zanahoria y puerros a ser puré? ¿En qué momento el homo sapiens pasó a ser sapiens? La invariancia no se puede entender si no se acepta a la vez una deriva, una proliferación de mutaciones en cientos de humanos, de las cuales en alguna de ellas pueda estar el futuro hacia el "siguiente" humano. Seguimos a la deriva, siempre está la deriva. Por lo demás si nuestra invariancia es la neuroplasticidad, es una invariancia hacia la no-naturaleza, hacia un ser que es su nada, su hacer. Nuestra naturaleza es no tener naturaleza, (ver vídeo sobre el gateo en los bebés) siendo esta reducida a lo más básico, y siempre y cuando quede suspendido el prefrontal, esencial en la neuroplasticidad, ya sea por lo emergente o por saturación, perjuicio o daño de dicha zona. Por otro lado, puesto que lo cultural tomó ese papel rector de lo adaptativo humano, el asentamiento se validó como mejor apuesta frente al nomadeo. Bajo esa regla la cultura "obliga" a cada cerebro a asumir como de su propia identidad ese deseo hacia el asentamiento. Pero la evolución no descarta ninguna de las apuestas alternativas, siempre que se repliquen. Los nómadas, la mentalidad de no asentarse, sigue en algunos cerebros que se sienten disonantes con permanecer en un solo lugar y crear un hogar, pues eso es lo que les dicta la cultura en la que nacen. Eso no quiere decir que sean felices. En el fondo de "su" invariancia, sienten que esa no es su forma de comprender el mundo y la vida. O sea, puede que la invariancia permanezca, que existan dos humanos en liza, cada uno con su invariancia, pero eso no da como suma total una sola invariancia en lo humano. Lo mismo se puede decir de otras características. Bajo mi punto de vista puede haber cuatro apuestas o invariancias. El sapiens se cruzó con tres tipos de homínidos en Eurasia y Oceanía. ¿No puede haber cuatros tendencias principales?, cuatro invariancias. Que por lo demás no son reductibles a donde nazcas, pues los genes se han mezclado. Es muy posible que el neandertal fuese más tendente a lo rutinario, a lo sabido; no tenía el "veneno" de "no quedar saciado nunca", de querer saber qué hay tras de esa montaña o al cruzar aquel río, o atravesar aquel tupido bosque, que es propio del homo sapiens (neofilia, sistema adrenalítico sin freno, que desoye la retroalimentación negativa). De esta forma esos dos conceptos -o invariancias- se heredan en el actual humano, dando dos tendencias que no pueden casar nunca y están condenadas a luchar por el mismo nicho ecológico cultural, y de permanencia en el ADN y por lo tanto en la evolución. Nos definimos por esa sed nunca saciada del sapiens, pero es esa misma característica la que nos crea una constante insatisfacción por la que nunca podemos/podremos ser felices. Esa "insaciedad" es por la que estamos saturando el sistema y a su paso destruyendo la tierra, que posiblemente nos lleve a nuestra propia aniquilación.
Con todo, tampoco tengo claro si sustentar la idea de la disparidad entre los nómadas y los sedentarios. En otro lugar decía que el humano pronto aprendió a calcular los ciclos rítmicos de las estaciones. Lo que le forzó a pensar en el tiempo de una forma más extendida. La narrabilidad se exponenció en esta larga visión del futuro. Pero el nómada también es aquel que va de lugar en lugar con una meta clara. No es un errante, es alguien que se traza metas, y por lo tanto tampoco escapa de la narrabilidad, de sus tipos de finalidades y dialécticas. Quizás ese estado idealizado simplemente fuera uno anterior, cuando el humano vivía en los bosques y con muchos frutos, tal como viven las tribus de la amazonia en la actualidad. Por el contrario, hay una "posición" humana que sí escapa del tiempo y el espacio. Sin darme cuenta la he descrito en los últimos capítulos al pasar yo por ese estado. Es la de estar perdido de uno mismo: la despersonalización. Por esos casuales Viktor Frankl en su libro "El hombre en busca de sentido", al describir en la situación en la que se encontraban los judíos en los campos de concentración, hace uso del concepto de "existencia provisional", que es aquella en la que no se tiene ningún plan o meta, pues no parece depender de uno mismo. Es un término o concepto que no ha terminado de cuajar, si bien es equiparable al término sociológico de liminal, de encontrarse entre dos fronteras o estados de cosas. En estado suspendido. Ese concepto tiene su propia analogía en la etología. Cuando un animal abandona, o es echado, de su manada pasa por ese mismo estado. Es una existencia provisional y liminal, en donde si este no termina de encontrar su lugar, puede llegar a morir. Todo el comportamiento queda alterado, el funcionamiento de su cerebro opera de otra forma. Si se prolonga ese estado, se pueden dar cambios epigenéticos, que provoca que cambie a comportamientos a más arriesgados y en definitiva liminales. Por eso el humano sospecha de las personas solitarias. ¿En qué medida la sociedad actual "empuja" al individuo a una constante existencia provisional, y es lo que notamos y llamamos como crisis existencial y por extensión de identidad?
En el escrito "Una Aproximación a la Identidad", dentro del tema "la Normalidad como Enfermedad Social" he dejado descrito el cómo el circuito de ipseidad, en el que intervienen el córtex cingulado anterior, el hipocampo y las amígdalas, crea la narrabilidad. Por otro lado la unión temporoparietal derecha evalúa a los otros, en primer lugar creando la teoría de la mente, y en segundo juzgando las acciones morales del resto de humanos. Mi hipótesis es que estos dos módulos crean dos partes de la identidad. Quizás esta no sea posible reducirla a estos dos módulos, pero sí es muy probable que lleven la principal "carga" o protagonismo en su creación y sostenimiento. El circuito de ipseidad integra la totalidad, pues en su narrabilidad tiene que integrar el otro módulo, pero la unión temporoparietal derecha tiene su propia forma de trabajar y sus porqués. Es en este módulo donde se integran partes de la identidad tan nucleares como la ideología, la religión y la nacionalidad. Veamos cómo.
En mi juventud creaba amistades con personas que, como yo, pensaran las cosas en profundidad. Algunas de ellas estudiantes de filosofía. Cada encuentro no solía empezar con un hola, sino con alguna contraargumentación de algo dejado en el aire el día anterior. Eso suponía que nuestros cerebros habían estado trabajando en ideas durante esas noches y mañanas. Cierto día le dije, a uno de esos amigos, que el ser no existía. Que no había esencias, siguiendo a Heráclito, que lo que nos define es lo que no somos: que somos aquello que queda al negar lo que no somos, al modo de la sentencia de Sherlock Holmes en "cuando todo aquello que es imposible ha sido eliminado, lo que quede, por muy improbable que parezca, es la verdad". Mi amigo, evidentemente, tomo esta propuesta con sarcasmos: "!Sí claro, no somos una lombriz, una mesa, un planeta, un electrón… y así hasta el infinito!". No recuerdo qué argumentaba por aquel entonces, pero nunca he abandonado tal idea. Hoy puedo dar una teoría sobre esta afirmación. Hemos de recordar que el verificador de identidad, el córtex cingulado anterior, está ligado con el hipocampo que es memoria biográfica, y este a su vez es el que crea unas coordenadas 3D del mundo. Casi todo nuestro lenguaje se perfila con este estar en unas coordenadas en el espacio, el propio verbo estar, de las lenguas latinas, es un ejemplo: "estoy bien", estar es a la vez ocupar un lugar en el mundo, como un definir propiedades de mi ser (estados, emociones…) en el mundo. A lo largo de los escritos, para definir el estado de despersonalización, hacía mención de los hitos: estar perdido de uno mismo es como encontrarse en un paisaje donde no tenemos hitos. Lo explico más detalladamente y mejor. Si me muevo por una sierra, un hito es una montaña con cierta característica que me sirve de parámetro para saber que me muevo de este a oeste al mantenerla a mi derecha, por ejemplo. Los hitos no son las metas, son puntos referenciales, no las propias metas (a veces sí). Tienen en este sentido la negación de ser, o sea se definen como la negación de la meta. Todo referencial es en tanto que no es la meta. Las culturas nacieron con esta misma propiedad. Uno no ve su propia nariz, uno no encuentra en sí mismo su referencial social, su hito. Los hitos son las otras culturas. Me referencio por lo que no soy con respecto a esas otras culturas. O sea, mi cultura es en tanto que es lo que no coincide con las otras culturas. Pero en esa medida necesito de esos referenciales, de esos hitos. Pongamos que otra tribu hace unos platos en forma de media esfera, entonces me percato (la toma de conciencia es siempre una retroalimentación en la que "algo" se altera en el cerebro), que hasta ese momento no lo había hecho, que en mi tribu los hacemos más planos y con cierta elevación sólo en los bordes. Antes de ver el plato de la otra tribu no tenía un referente, no me percataba que mi modo de hacer platos era "único". El niño, el pensamiento infantil del que partimos, piensa que tal como ve y siente él mismo, es como lo ve y siente el resto de la humanidad, es panmental (¡neologismo al canto!). En ese estado de cosas el niño no ha creado identidad y aún no es capaz de crear memoria autobiográfica, por eso no recordamos cosas de los primeros años. En un momento dado empieza a desarrollar la teoría de la mente, vía unión temporoparietal derecha, creando la posibilidad de pensar en las intenciones, maneras de pensar y emociones del otro. Al "divorciarse" de esa apreciación panmental, al concebir a los otros como no iguales, como negación que no son lo mismo que yo, es cuando el cerebro crea memoria autobiográfica.
Creemos otro nivel de complejidad en la trama. Una tribu hace un plato distinto al mío, pero otra lo hace igual que yo; crearemos una mayor empatía con estos últimos. Cuando los microorganismos tomaron una individualidad, a través de crear la pared celular, establecieron que era lo no-yo. Pero esas fronteras no son tan claras. Tomemos el momento actual. La flora bacteriana de nuestro cuerpo no es yo, pero vivimos en simbiosis con ella. En el "trato" hemos "pactado" la no agresividad, pero nunca está claro, pues según se va averiguando, en ciertas condiciones, dichas bacterias nos pueden llegar a atacar, como para crearnos trastornos y enfermedades (incluso cáncer). O sea, esa tribu tiene mi "simpatía" pero no es yo. No es mi cultura. Es de nuevo otra capa de abstracción pues, aunque haga los platos como yo, hace un tipo de vaso distinto al mío.
Concluyamos sobre dicho tema: si soy en tanto lo que no soy, entonces eso nada dice de mi identidad, sino en tanto que la existencia de lo otro, de la otredad, como no siendo del otro grupo o como la otra persona. Aquí entra en juego una nueva dimensión. Si el otro hace algo en el que yo no tenga un referente, puedo llegar a crear un referente a partir de ese referencial de eso que no es parte de mi identidad del otro. Me explico. La identidad, vista así, es pura máscara, y la recreamos y la potenciamos con tal de mantener los referenciales. Recordar que lo referencial, los hitos, no son las metas, no son ser, son en tanto que no son ser, son negación. El pueblo hebreo fue invadido por los pueblos del mar. Se tuvieron que refugiar y habitar en lo alto de las montañas, tal terreno no es propiamente habitable, y por no serlo los pueblos del mar no los querían, eran ese lugar que al darles igual podían permitir que el pueblo hebreo lo habitase. En ese estado de cosas, en ese medio, los hebreos no podían criar cerdos y sí cabras. Los hebreos se referenciaron con respecto a sus invasores, contra los fariseos, a sí mismos, como los que no comían cerdo, pues los fariseos basaban la cría de ganado sobre todo en este animal. A lo largo del tiempo eso se volvió parte de su identidad: no comer cerdo. Volviéndola metarrelato, mito y tabú: cultura. Hay más ejemplos a lo largo de la historia. Las tribus germanas crearon algo que hoy pudiéramos denominar pantalones. Los Romanos hacían uso de las tecnologías de las tribus a las que conquistaban con facilidad. Su espada corta, que incidió en un tipo de lucha y estrategia militar Romana, la adoptaron de la península Ibérica. No adoptaron el "pantalón" germano porque era una propiedad e identidad de algo que era otredad, que no podía ser parte de su identidad, pues los germanos resistieron largo tiempo sus embates, lo que les "obligó" a crear unas fronteras (pared celular) con estos. En otra dimensión, el "nombre", la prefijación de una característica propia, esta tan delante de nosotros, como la nariz, que en realidad nosotros mismos no la vemos. Son los otros, la negación, los no-yo, los que al final las nombran y las definen. El nombre, primero de íberos (pertenecientes al río Ebro, río con el que se topaban los invasores), y después de Hispania, nos la "dieron" otros pueblos. La falta de identidad, en este caso de la península ibérica y en otro de los pueblos que habitaban la actual Francia, hizo que no luchasen como unidad, siendo más proclives a ser invadidas por un "concepto" más fuerte y con una identidad más definida como era la del Imperio Romano. Esto no quiere decir que la identidad exista o existiera sin ser vista, en todo caso lo que quiere decir es que ante esa falta de identidad va a ser más susceptible de ser invadida. En definitiva, que si lo que cuenta es una lucha o adaptación más exitosa ante un mismo medio por el cual dos "identidades" compiten, la que esté mejor "definida" en tanto que medios y metas, es la que vencerá. En esa medida la identidad -la máscara- la hemos de asumir no como propia, como esencia o ser, sino como un apósito que nos pueda dar una posible ventaja evolutiva.
Si se me ha seguido hasta aquí, se comprenderá que la identidad no es real, que sólo lo es en la medida que es una "pared celular" (o la membrana plasmática) que trata de la frontera de lo que no es yo, de lo que no es lo otro. Nos somos, somos en tanto atribución. Siendo así necesitamos constantemente de lo no-yo, para saber dónde está la pared celular, mis límites. No es una realidad interna que surja desde un núcleo, ser o esencia, sino que es en tanto que los límites de lo que "soy" con respecto a lo que no-soy. O dicho de otra forma, la identidad, son las fronteras o límites con respecto a lo que no soy. Cualquiera ha pasado por la experiencia de encontrarse en una habitación placenteramente y que de repente entre alguien al que odiamos visceralmente. La diferencia del humano, con respecto a su análogo de la célula y su pared, es que el humano no se percata de sus "límites", no es consciente de esos límites, de esas fronteras, hasta que la otredad ocupa su mismo espacio, entra en su "panorámica". Hasta que esa persona no entró en la habitación mi ser, mi límite, no existía, mi ser estaba "desparramado" por toda la habitación, yo y ese lugar éramos un todo; pero en cuanto entró ese otro al que odio, mi yo se volvió a su concha, a su cuerpo, a los límites de su piel. La habitación dejó de ser parte de mi "ser expandido". O visto bajo otra analogía: si estoy en mi casa no tiene sentido la desnudez, me "vuelvo" (siento) desnudo cuando alguien entra de forma inesperada y aparezco así ante sus ojos, como visto desde su otredad. Esa es la parábola de la desnudez de Adán y Eva; estos eran "panmentales" y tomaron conciencia de sí por el conocimiento de lo que no eran, Adán no era mujer, Eva no era hombre. Esta estructura es la que trató de definir Sartre y está expresada en su aparente galimatías de frase de que el para-sí (conciencia) es "ser que no es lo que es y que es lo que no es". No es su identidad, es nada. Pero este trama o estructura de ser en tanto que no ser, no tiene que aparecer, no tengo que ser consciente de ella. O sea, el hebreo no puede negar la legitimidad de no comer cerdo, de que tal regla o paradigma no sea parte de su identidad, que en realidad la creó por el odio que sentía por los invasores, por los fariseos, por lo no-yo, por lo otro. "Todo el mundo debería intentar ser actor, meta ciertamente elevada, ya que el objetivo de toda religión y de todo saber es convertirnos en actores", nos dice Gurdjieff, extralimitando esta idea al máximo. En ese sentido tenemos que creer que somos esa identidad, que somos en definitiva ese ser que queda al restarnos de la otredad; o como bien lo dijo Sartre: "un ser-que-no-es-lo-que-es y que-es-lo-que-no-es que elige, como ideal de ser, el ser-lo-que-no-es y el no-ser-lo-que-es". Frente a la posibilidad de ser ese vacío de identidad, de carecer de esta, es preferible la identidad, aunque esta no sea "real". Es la facticidad del para-sí, de la identidad: es máscara, pero al asumirla como lo propio, o negación de no ser como lo ajeno, la volvemos finalmente piel.
Lo dicho en los párrafos precedentes lo "confirman" distintas teorías. "En psicología social, la teoría de la peculiaridad sostiene que las personas se definen por lo que las hace diferentes de otras en un contexto particular: «...nos comprendemos a partir de las características que nos distinguen de los demás seres humanos, especialmente de la gente de nuestro medio social habitual (...) una mujer psicóloga en compañía de una docena de mujeres que trabajan en otras ocupaciones piensa en sí misma como psicóloga; cuando se encuentra con una docena de psicólogos varones, piensa en sí misma como mujer». Las personas definen su identidad por lo que no son. A medida que el incremento de las comunicaciones, el comercio y los viajes multiplican las interacciones entre civilizaciones, la gente va concediendo cada vez más importancia a su identidad desde el punto de vista de la civilización. Dos europeos, uno alemán y otro francés, en mutua interacción se reconocerán como alemán y francés. Dos europeos, uno alemán y el otro francés, y dos árabes, uno saudí y el otro egipcio, en interacción se definirán como europeos y árabes. (…) desde la sociología, la teoría de la mundialización o globalización llega a una conclusión semejante: «en un mundo cada vez más universalizado —caracterizado por grados históricamente excepcionales de interdependencia en el ámbito de las civilizaciones y de las sociedades, entre otras cosas, así como por una conciencia generalizada de ello— hay una exacerbación de la autoconciencia civilizacional, societal y étnica»", citado por Samuel P. Huntington.[2] He aquí otros dos autores que dicen lo mismo con ciertas variaciones y que "demuestra" lo que ya dijera de que las "verdades" emergen en lo social y hay muchos autores que las "leen" a la vez:
"…un pasaje del libro Laws of form (Leyes de la forma), del lógico y cibernético inglés Spencer Brown. El mundo —afirma S. Brown— parece estar creado de manera que pueda verse a sí mismo: «Sin embargo, para conseguir esto, el mundo tiene que dividirse primero; concretamente, en un estado que ve y en otro que es visto. En ese estado cortado, amputado, lo que él ve es sólo en parte él mismo. Podemos suponer que el mundo se corresponde consigo mismo (es decir, que es indistinguible de sí mismo), pero que en todo intento de verse a sí mismo, el mundo tiene que proceder distinguiéndose de sí mismo y, en consecuencia, falseándose a sí mismo". Citado por Paul Watzlawick en "El sinsentido del sentido y el sentido del sinsentido".
"Nosotros, los observadores nos distinguimos precisamente mediante la diferenciación de aquello que aparentemente no somos, es decir, mediante (el resto d)el mundo." Francisco Varela
"Sin los otros no hay un sí mismo, sin ambigüedad no hay identidad" Bude Heinz
"Cuando explicamos qué es una determinada cosa, ayuda ser claro acerca de qué no es esa cosa." Damasio
"Sin los otros no hay un sí mismo, sin ambigüedad no hay identidad" Bude Heinz
"Cuando explicamos qué es una determinada cosa, ayuda ser claro acerca de qué no es esa cosa." Damasio
Siempre nos solemos presentar por lo diferente, por lo que los otros no son -a no ser que de lo que se trate sea el encajar, de ser aceptado-. El término de cristiano, por el que estos se autorreferenciaron, fue una conclusión de la "lógica" de la teoría de la peculiaridad: en una sociedad judía los seguidores de las ideas de Jesús tenían/debían que nombrarse por lo que les hacía distintos: seguidores de Cristo. El sociólogo Robert K. Merton creó el concepto de "grupo de referencia" al analizar ese comportamiento por el cual un grupo, cultura o etnia se referencia con respecto a otro. En otra teoría, la egosintónica de Freud, se nos dice que el cerebro capta aquello que es distinto a nuestras creencias nucleares (ego) y lo postulamos en otredad (egodistónico), formulamos nuestro ego por aquello que nos produce "egodistonía". De esta manera, y a partir del lenguaje, con frases como "no seas como las chicas" o "eso es cosa de hombres" -de nuevo por aquello que no se era, por lo otro-, es claro que el hombre y la mujer cada vez se distanciaron más y más -independientemente de otros factores- hasta llegar al momento actual, donde este lenguaje -y paradigma- está siendo poco a poco rechazado. En otro plano creamos un marco conceptual[3] (narrabilidad, en realidad) a partir de aquello que no entra en dicho marco. Dicho marco conceptual crea nuestro paradigma, pero a la vez si hay ya un paradigma existente, reajustamos ciertos parámetros individuales para que "encajen" en dicho marco conceptual, porque una premisa fundamental en el humano es la de encajar, la de la pertenencia, la de formar parte de un grupo, como extensión del concepto de familia. Este marco, y en general las creencias y las ideologías, provocan "ceguera mental", puesto que vemos los errores en los paradigmas y creencias que nos son ajenos, pero nos somos capaces de ver los errores en los que cae nuestro paradigma o creencia actual (identidad). Por ejemplo, desde el inicio del cristianismo se planteó si la "existencia" de un Padre y un Hijo podía seguir siendo concebido como monoteísmo: el arrianismo para solventar el dilema apostaba que Jesús fue creado por Dios y estaba subordinado a Él. La identidad católica tan sólo es una apuesta entre otras que dan un tipo de respuesta a este dilema, que no es nada lógica: nada más complicado como enseñar a un niño que Dios es Uno y Trino. Durante
la conquista por parte de los españoles en América, para tratar de determinar
si un indígena tenía alma o sólo debía ser un esclavo, se les preguntaban si
entendían que Dios era Uno y Trino -incomprensible por pura lógica-, pues la
falta de una respuesta positiva beneficiaba a los poseedores de esos esclavos. El que un paradigma "gane" sobre otro lleva implícitas las mismas reglas que las evolutivas en la dimensión cultural. El catolicismo al final "venció", con respecto a otros paradigmas de diferencias sutiles, porque fue amparado por el poder del Imperio Romano. Un gran "invento" de San Pablo, el "verdadero fundador" del paradigma llamado cristianismo, fue la creación del concepto de herejía, por el cual cualquier "desviación" o interpretación del credo era salirse del paradigma, del dogma, y era algo que estaba prohibido y por lo que se podía ser excomulgado (similar a la expulsión de la familia o la manada, y el caer en una "existencia provisional", con una posible despersonalización). Lo "creó" sobre todo para "aniquilar" a los arrianos, cosa que no terminó de conseguir, pues siempre se han mantenido de fondo a lo largo de la historia. Con los conceptos de herejía y del dogma -otros ejemplos de cómo la palabras cambian el mundo- el cristianismo creó una verdadera jaula de hierro. Por todas las reglas subyacentes, una vez que el individuo asume una identidad ya no ve las contradicciones que conllevan dicha asunción del paradigma: lo que es máscara para el niño termina por ser parte de la "piel" del adulto.
Ya vimos que la unión temporoparietal derecha es en tanto que juzga lo que no es mi forma de ver y proceder en el mundo; la otredad, lo no-yo. Crea una teoría de la mente del otro, pero en tanto que lo referencia con respecto a lo propio. Como lo ajeno. Esto no sólo opera en grandes temas como la ética y las diferencias entre las culturas; opera incluso en nimiedades como la manera de fregar los platos. Si veo al otro fregarlos de otra manera demasiado disonante a mi manera de fregarlos, la unión temporoparietal derecha verificada por el córtex cingulado anterior, lo encontrará como disonante o "erróneo". De este patrón de comportamiento, y ya con la edad, integra todo lo de la cultura propia como parte de la identidad: religión, cultura, idioma, nacionalidad e ideología. Todas estas reglas obedecen al principio de la homeostasis: a la tendencia al equilibrio que deviene a un equilibrio reflexivo, donde las contradicciones no han de existir, y donde la narrabilidad, aquella construcción narrativa que hacemos de nosotros mismos, ha de ser sólida y sin disonancias cognitivas. Cualquier "error", cualquier contradicción crea caos, crea tendencia hacia la nada, a la pérdida de la identidad y finalmente lleva a la crisis existencial. El principio teleonómico, por tanto, es un principio de la vida, del animal, de lo cultural humano. Como nos hace ver Samuel P. Huntington: "resultaría ingenuo pensar que un gran número de causas diferentes hayan producido hechos simultáneos y semejantes en la mayoría de las partes del mundo. Un fenómeno universal exige una explicación universal". Todo animal ha de tener un sustrato que le "marque" una ruta a seguir, en donde medios y fines definen su "esencia". La neuroplasticidad es nada, en tanto que es una pizarra limpia. Pero la neuroplasticidad no es tal, tan sólo lo es en las capacidades abstractas del prefrontal, de la conciencia en vacío. En la razón computacional en la que puede llegar operar un humano (en la ciencia, por ejemplo). Pero tal neuroplasticidad está llena de sesgos, premisas y funciones que le marcan su forma de trabajar. En esa medida creamos una identidad porque es una premisa de la vida de la que no nos podemos librar. Así nos lo hace ver igualmente Samuel P. Huntington:
"La gente no vive sólo con la razón. No puede calcular y actuar racionalmente persiguiendo su propio interés hasta que define su yo. La política de interés presupone la identidad. En tiempos de cambio social rápido, las identidades establecidas se disuelven, el yo tiene que definirse de nuevo y se deben crear nuevas identidades. Las cuestiones de identidad priman sobre las cuestiones de interés. La gente se enfrenta a la necesidad de dar una respuesta concreta a estas preguntas: ¿quién soy yo? ¿a dónde pertenezco? La religión proporciona respuestas convincentes, y los grupos religiosos ofrecen pequeñas comunidades sociales que reemplazan a aquellas otras pérdidas durante la urbanización. Todas las religiones, como dijo Hassan Al-Turabi, ofrecen «a la gente un sentimiento de identidad y una dirección en la vida». En este proceso, además, vuelven a descubrir identidades históricas, o crean otras nuevas. Sean cuales sean las metas universalistas que puedan tener, las religiones dotan a la gente de identidad estableciendo una distinción básica entre creyentes y no creyentes, entre un grupo exclusivista superior y un grupo exterior diferente e inferior."
Es momento de tomar un descanso mental, para aquellos que traten de buscar una pausa en la lectura, pues aún queda el recorrido de tratar de averiguar porqué todo esto es así. Sus génesis y sus posibles correlatos cerebrales. Vamos a ello.
En el escrito sobre la identidad ponía como central en el cerebro el córtex cingulado anterior, el verificador de errores. A lo largo de los escritos lo he tratado bajo distintos aspectos, llegando a la conclusión de que este circuito, en el que están implicados el hipocampo y la amígdala, es al que Sartre llamó como circuito de ipseidad. Lo principal de este circuito es que es como una rotonda, por el que pasa una gran cantidad de calles (circuitos), ya que todo proceso ha de ser verificado, a excepción de que el cerebro opere de forma reactiva ante algún peligro o algo urgente, que en ese caso es instintivo y visceral. Hemos visto que el circuito de ipseidad es el que podemos llamar de autoconciencia, y que además es el que principalmente crea una narración de la propia historia: "somos narradores incesantes de relatos acerca de casi todos los aspectos de nuestra vida", nos dice el afamado neurólogo Antonio Damasio; concepto al que he denominado con el nombre de narrabilidad. Este circuito no es propiamente el yo (conciencia de sí), ya que el principal módulo cerebral que trabaja sobre este concepto es la precuña (precuneus), si bien hay que tener en cuenta que el yo no es un instrumento o zona en el cerebro, sino un todo orquestado.
La precuña está constantemente activada, y gasta sobre el 35% de la energía del cerebro. Esto da razón a que el cerebro necesita gastar mucha energía en mantener una imagen de sí, en crear un relato de sí coherente y sólido, creando en el proceso una historia e identidad de uno mismo que "encaje" con la situación en la que se desenvuelve en ese momento. Es tan sutil que en cuanto detecta algún argumento endeble, contradictorio o que nos pueda dejar en mal lugar, "revisa" y trabaja en cómo solucionarlo. La realidad no es lo que está fuera de nosotros, no hay un afuera de lo humano en la medida que todo es procesado por el cerebro. Cuando el cerebro recupera una información no es como sucede al abrir un archivo en el ordenador, que al cerrarlo queda intacto, tal como estaba. Al recuperar una memoria se entreteje con las emociones y el hilo narrativo de ese momento, de tal manera que ya ha quedado alterada. Todo en el cerebro es reconstrucción, tanto de la realidad, como la del propio pasado y, en estos procesos, una reconstrucción constante de nosotros mismos, tratando de no perder la coherencia, lo teleonómico. "…el hipocampo no parece ser el "almacén" de la memoria. Más bien, puede funcionar más como una estación de retransmisión. La investigación sugiere que es a través del hipocampo que se involucra a la memoria a corto plazo en el proceso de consolidación (la transferencia a un almacenamiento a largo plazo). Los recuerdos se transfieren desde el hipocampo a la neocorteza lateral más amplia a través de la corteza entorrinal", fuente Wikipedia. Se puede decir, de forma muy generalizada, que "locura" es todo ese estado donde uno pierde el hilo conductor de estas reconstrucciones. Unas veces en lo externo (paranoias, esquizofrenias), otras veces en cualquier tipo de pérdida o trastorno de identidad.
Otra zona que hemos analizado ha sido la unión temporoparietal derecha, en donde se llega a la teoría de la mente: a tratar de averiguar qué piensan o qué intenciones tienen los otros en sus actos. En esa medida esta estructura analiza el comportamiento moral del otro. Es en el que se inicia la posibilidad para el cotilleo, el "arma" de defensa y contraataque más común de la humanidad. El mayor tiempo de diálogo en la sociedad es sobre esto: hablar con personas afines sobre lo que hacen y dicen otros que no nos son tan afines o del que nos convenga saber o estar al tanto para tener una "estrategia" definida hacia ella. Todas estas estructuras o módulos están conectados al circuito de Papez, la principal y más rápida vía en el sistema límbico, conectado a su vez con el giro cingulado, vía entre la precuña y las regiones frontales. Un inciso, me imagino que recuerdas la división de la corteza cerebral en cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital. Pues bien, hay un lóbulo más, llamado ínsula, que es una estructura que permanece debajo del lóbulo frontal, parietal y temporal, como su "corazón". Es a este al que se puede llamar o catalogar como el portador de la "inteligencia emocional", aquel que ha de "hilar fino" para desenvolverse de forma "correcta" en sociedad.
Así llegamos a que la evolución ha creado conceptos y funciones que implican a varias zonas del cerebro para llevar a cabo su trabajo. Unos de esos conceptos, sistemas o funciones es al que se le llama "red de modo predeterminado". Esta forma de trabajar del cerebro se da cuando no tenemos puesta la atención en nada y el cerebro sin más "divaga" (mente errante) en sus propios procesos, como es el caso de cuando paseamos. Así nos lo hace ver la Wikipedia:
"Se sabe que la red de modo predeterminado está involucrada en muchas funciones aparentemente diferentes:
Es la base neurológica del yo:
Es la base neurológica del yo:
- Información autobiográfica: recuerdos, recopilación de eventos y hechos sobre uno mismo.
- Autorreferencia: refiriéndose a los rasgos y descripciones de uno mismo.
- Emoción de uno mismo: reflexionar sobre el propio estado emocional.
Pensando en los demás:
- Teoría de la mente: pensar en los pensamientos de los demás y lo que podrían o no podrían saber.
- Emociones de otros: comprender las emociones de otras personas y empatizar con sus sentimientos.
- Razonamiento moral: determinar el resultado justo e injusto de una acción.
- Evaluaciones sociales: juicios de actitud buenos y malos sobre conceptos sociales.
- Categorías sociales: Reflexionando sobre las características sociales importantes y el estado de un grupo.
Recordando el pasado y pensando en el futuro:
- Recordando el pasado: Recordando eventos que sucedieron en el pasado.
- Imaginando el futuro: imaginando eventos que podrían suceder en el futuro (que por lo que se sabe lo hace a partir de las imágenes y vivencias del pasado).
- Memoria episódica: memoria detallada relacionada con eventos específicos en el tiempo.
- Comprensión de historias: comprender y recordar una narrativa."
Esta región o modo predeterminado también se conoce como de "tarea negativa", frente a la positiva, e implica más al hemisferio derecho. Se sabe que este circuito está más activo en las personas depresivas y ansiosas por el efecto de la rumiación. Esto es: "centrarse" o caer en un círculo cerrado (como físicamente lo es) de pensamientos intrusivos. Cuando me he centrado en el circuito detector de errores, en realidad, al parecer, estaba haciendo mención a este circuito o red. Recordemos que el córtex cingulado anterior está constantemente verificando posibles errores de cualquier tipo. La red de modo predeterminado trabaja con distintos sectores o regiones, o como hemos descrito arriba con varias funciones y sistemas. En la medida que estemos en modo de red predeterminado, el cerebro "regurgitará" todo aquello que en mi lenguaje he llamado "preguntas abiertas", o sea temas sin resolver o que se resolvieron de forma "errónea" (sean o no morales, Ramachandran dice del hemisferio derecho que es "un detector de anomalías" ). Con la edad, con todas las vivencias que llevamos de carga, es casi imposible que el modo de red predeterminado no se "ancle" en cosas del pasado que no nos gusten, en personas con las que convivimos que nos dan problemas, o una situación social sin aparente salida. Matthew Killingsworth creó una aplicación para iPhone en donde de forma aleatoria preguntaba a los usuarios su grado de felicidad y qué estaban haciendo en ese momento. La gente eran menos feliz cuando sus mentes estaban vagando que cuando estaban ocupados de cualquier otra manera. La distracción mental, la pérdida de atención, también puede conducir a estados de ánimo negativos. Los participantes del experimento de la aplicación informaron deambular más por la mente (mente errante) cuando estaban aburridos, estresados o eran infelices. "La mente errante es causa de que las personas sean infelices", sentencia Killingsworth a partir de los resultados de su experimento. Sea como fuere si no se sale de este circuito, si no interrumpimos su función, es muy posible que caigamos en uno o más trastornos, desde la depresión a distintos tipos de crisis, pasando por el de identidad.
Frente a la tarea negativa o circuito de red predeterminada, que ocupa sobre el 47% del tiempo de una persona, está la tarea positiva, con el lado izquierdo (el predominante como lo que nos hace más sapiens) implicando más la atención y a las tareas que impliquen a esta. Así si nos "distraemos", si ponemos la atención en algo, aunque sea algo tan banal como ver una película o una conversación, la red predeterminada pierde la "atención" o foco de lo central en el cerebro y se deja por lo tanto de "rumiar". En "realidad" no es así, este circuito procesa en background, cuando aquello que nos "distrae" no nos gusta demasiado, no nos "centra" o secuestra la atención al cien por cien. Por eso ante dolores psicológicos intensos, como el que provoca la pérdida de un ser querido, ninguna distracción "funciona".
Ahora hay que tejer todo lo expuesto arriba. Cualquier animal inteligente, y los que lo son menos, tienen ese circuito de red predeterminado. En estos casos lo que hace este circuito es tratar de conectar memorias similares y parejas para hallar posibles soluciones nuevas a sucesos del pasado que fueron "erróneos" o poco óptimos, por si estos dilemas/problemas se vuelven a presentar, tratar de darles una mejor salida. La cuestión de que los dos lados del cerebro sean diferentes es porque da ciertas ventajas. En las aves el hemisferio izquierdo puede centrarse en diferenciar el grano del trigo de los granos de tierra en el suelo, mientras que el derecho "vigila" si algún depredador se acerca. En esa diferenciación el derecho se tiene que "ocupar" de una "mirada amplia" del mundo, mientras el izquierdo se centra en algo más detallado. Con esta "pequeña" diferencia la evolución creó cambios en el diseño de los dos hemisferios: "así como diferente en el tamaño y la forma de un número de áreas definidas del cerebro, los hemisferios difieren en el número de neuronas, tamaño neuronal (el tamaño de las células nerviosas individuales), y el grado de ramificación dendrítica (el número de procesos conectivos vinculados hacia fuera por cada célula nerviosa) dentro de áreas asimétricas. Hay mayor solapamiento dendrítico en las columnas corticales en el hemisferio derecho, que se ha postulado como un mecanismo para una mayor interconectividad en comparación con la izquierda. La proporción de materia gris a blanca también difiere. El hallazgo de que hay más materia blanca en el hemisferio derecho, facilitando la transferencia entre regiones, también refleja su atención a la imagen global, donde el hemisferio izquierdo prioriza la comunicación local, la transferencia de información dentro de regiones" y "el hemisferio derecho tiene un mayor grado de mielinización, facilitando la transferencia rápida de información entre la corteza y los centros existentes por debajo de esta, y una mayor conectividad en general."[4] El hemisferio derecho es más holístico, generalizador, buscando soluciones a problemas nuevos, y las relaciones posibles entre todo, igualmente más sensible a buscar patrones o sus roturas: lo nuevo. De hecho, según se va comprendiendo el funcionamiento del cerebro y como nos dice Iain McGilchrist, el lado derecho del cerebro es (era) el maestro, mientras que el izquierdo es su emisario. Pero en el humano todo este "esquema" sencillo se fue al traste. El cerebro crea(ba) sus propios conceptos que implican problemas y sus soluciones más optimas en su mentalés (lenguaje no de palabras), pero el lenguaje pone nombres a las cosas, las nomina, sin dar exactamente con el concepto "original" referencial. Es más, crea nuevos problemas porque ponemos nombres a "cosas" (en su acepción más general) que en realidad "no existen" o que al final creamos por existir tal nombre. ¿"Fallamos" si perdemos la fe en Dios?, eso no le ocurre a un humano que vive en una sociedad en la que Dios no está en su lenguaje, o más claramente a un niño salvaje. En otro plano más banal: ¿un animal, por ejemplo, un chimpancé, es condescendiente con otro? El diccionario de la real academia nos dice que condescender es: "acomodarse por bondad al gusto y voluntad de alguien". Su etimología proviene de descender, ponerse a la misma altura, por estar en otra más alta. En la actualidad, con una sociedad muy individualista y egocentrista, ser condescendiente es horrible, un "pecado mortal" que el otro no va a tolerar. Bajo el prisma del catolicismo de la Edad Media, y teniendo en cuenta que la base del cristianismo es la compasión, no tendría el mismo sentido, quizás no se usaría.[5] En la película "regreso al futuro" Doc se asombra de la expresión y reiteración de "¡qué fuerte!" que Marty usa una y otra vez, sin entender por qué y su "real" sentido, pues era 1955. En otro ejemplo más claro Tiffany Watt Smith nos dice que: "Hoy en día, ensalzamos la felicidad. Suponemos que la felicidad nos hará mejores trabajadores, mejores padres y mejores parejas; suponemos que nos hará vivir más tiempo. En el siglo XVI, se pensaba que era la tristeza la que ocasionaba todo esto. Incluso hay libros de autoayuda de esa época que alentaban al lector a caer en la tristeza a través de una lista de motivos para desanimarse."
El lenguaje tendría que haber encontrado el mismo lenguaje del cerebro, pero por el contrario lo ha enredado todo. Ha creado una capa más de complejidad en el sistema, que ahora se enfrenta a nuevos problemas. El humano, cuando rumia, cuando está en el modo de red predeterminado, lo hace con palabras.[6] Recordemos que el hemisferio derecho trabaja de fondo en todo los posibles "problemas" pendientes, para conectar con distintas áreas y pasados, y encontrar soluciones nuevas. ¿Lo puede hacer realmente con las palabras? En un animal estos procesos se hacían con el mentalés, y sobre todo con imágenes o con aquel sentido que sea el principal en el animal (¿el mentalés del perro son los olores?). Otro dato a tener en cuenta, que es deducible si se lee arriba los procesos que hace la red predeterminada, es que el hemisferio derecho se ocupa sobre todo de lo social y de uno mismo (su imagen) en lo social. Hagamos una pequeña analogía en dos tiempos. La red predeterminada en un lobo puede "procesar" su "actuación" ante el macho alfa a la hora de cuestionarlo al tratar de ser primero en comer la presa y que no le salió bien la jugada, pues se "amilanó" y retrocedió. Este proceso es como una operación aritmética sencilla de suma o resta: fácil de procesar. El hemisferio derecho evalúa cuán válida ha sido la actuación, la fortaleza y seguridad del alfa, y puede deducir que ha sido menos firme que una anterior vez. Deducción: el alfa va perdiendo seguridad, la siguiente vez puede que le venza si arraigo una mayor seguridad en mis acciones. Por el contrario, en el humano, por medio de la palabra, nos encontramos con varios problemas. 1. La sociedad occidental, de arraigo cristiano, donde lo que prima es la creencia en la bondad innata humana, no se concibe al mundo como un terreno de competición y de lucha por el poder. Tal reducción queda anulada por el paradigma bajo el que estamos. 2. Como lo que media en el trato humano es la educación, todo acto de poder está camuflado o bañado de buenas palabras, sin que casi nunca esté claro que el otro haya ejercido poder o sólo sea una apreciación personal errada. 3. hay que constantemente tratar de delimitar las palabras tratando de captar las intenciones del otro y las propias, de nuevo como todo es máscara, todo es interpretación. Toda palabra puede ser en un nivel lato, o puede ser exacta, como de nuevo lo que entra en juego es la interpretación, puede ser sólo una visión subjetiva errada, puede que incluso "usase" esa palabra por desconocer otra más exacta. Ante este panorama cuando la red predeterminada trata de volver la situación a una operación aritmética sencilla no es capaz. Como dice Iain McGilchrist: "es precisamente su precisión y definitoria lo que hace que el habla sea inadecuada para expresar lo que es demasiado complejo, cambiante y ambiguo." Seguramente el hemisferio derecho "lee" la realidad en su mentalés, las verdaderas intenciones en la desnudez del mundo. Es a eso que llamamos tener una intuición. Pero como ahora lo que se maneja son las palabras, el hemisferio derecho vuelve el problema en una ecuación compleja donde trata y se agota en buscar el verdadero sentido de las palabras y estas con respecto a las acciones y estas con respecto a las posibles reales intenciones de las otras personas.
Como somos seres de lenguaje nos "conectamos" con el otro con ese medio, pero más que servir de herramienta para entendernos, parece que está hecho para no entendernos; ¿Cuántas peleas y discusiones no se darían si las personas implicadas se supieran expresar bien, tuvieran un vocabulario muy extenso y estuvieran bien conectadas con sus emociones? De ahí la metáfora de la Biblia de los muchos lenguajes. No hacen falta muchos idiomas para llegar a la incomprensión. Por la teoría de las qualias (percepción subjetiva del mundo) cada cerebro es único… y si se es una persona compleja aún más complicado concordar con alguien. Es más, cuanto más compleja se vuelve la sociedad, más compleja y única se vuelve una persona. En la prehistoria era fácil acordar y concordar con otro individuo, todos tenían unos conocimientos claros y prístinos sobre las pocas cosas que sabían y manejaban. En las últimas décadas las distancias mentales entre dos personas, por la complejidad de la sociedad actual, se han vuelto más abismales y demenciales. Pongo un ejemplo sencillo sobre este crecimiento exponencial hacia el caos. Cuando en España sólo había dos cadenas de televisión, que en realidad era sólo una, pues la segunda era demasiado alternativa, todos veíamos las mismas series y películas, por lo cual las comentabas y tenías ese punto en común durante las conversaciones. En un segundo paso había más cantidad, pero poca calidad, con lo cual seguía habiendo bastante concordancia. El panorama actual es que es casi imposible tener series que se sigan en común con el resto de las personas. Hay tal cantidad de series, cadenas y alternativas para ver series, que lo que vea una persona y siga casi le hace aún más única.
Recapitulando. En cierta forma es como si al ser animales estos "asumieran" la identidad propia, que es la implícita en el ADN, mientras que con la cultura primero y la palabra después, de repente nos diésemos cuenta que aquello que era identidad "programada" y prefijada por el ADN ya no tuviera validez. Un gran danés reconoce como de su identidad a un Chihuahua. El humano al principio, en su "inocencia", tenía esta misma premisa: reconoció como homínido al neandertal y se "aparearon" con ellos, y llamó "hombre de la selva" al orangután (literalmente quiere decir eso) por serle similar. Más tarde ya no reconocía como de su especie a otros humanos por algo tan simple como el color de la piel. A lo que quiero llegar es que un animal no puede tener pérdida de identidad: es lo que es. No hay medias tintas ni posturas intermedias y confusas. Cuando la cultura humana se sofisticó, por medio del lenguaje, "nació" la conciencia de sí en tanto que conciencia ampliada. Conciencia que sabe que sabe. El conocimiento que un perro tiene de ser perro es sin distancia. Con la conciencia de saber que se sabe se produce un juego de espejos, donde la palabra, como soliloquio interior, crea en ese proceso un aparente navegador dentro de la cabeza, como lo era Kōji Kabuto del gigantesco robot Manzinger Z. Manzinger Z es una entidad y Kōji era otra, que crean una unidad mientras están (accionan) juntos, pero que cambia en cuanto el piloto sale del gran robot, pues este queda inerte y muerto. Caímos de lleno en el dilema de la dualidad, de la cual aún no tenemos una respuesta, ni una salida. El humano dejó de ser unidad para pasar a ser algo que tenía un cuerpo. Con este divorcio se creó una primera pérdida de identidad que es ya una enfermedad congénita y crónica. Heredamos esa dualidad, y cada cual ha de encontrar su propia "solución". En definitiva, hemos de dar identidad a ese "operador" en el cerebro, distinta a la más elemental y básica que sería la de concebirnos como el animal humano.
Cada niño ha de pasar por todo ese proceso de darse una identidad, que se supone que acaba sobre los 22/24 años, cuando nos hacemos adultos y asumimos "un" rol en la sociedad. "Perdonamos" a los adolescentes de sus actos pues sabemos que aún están perfilando su identidad. Pero las cosas no son tan sencillas. Uno nace en una cultura u otra, con una clase social u otra, etc. No es realmente una pizarra en blanco, sino una que ya tiene reasignado ciertos roles y paradigmas. ¿Todo es cuestión de si luchamos o no contra dichos roles? No hay un lenguaje claro. Todo es confusión y caos. En la España del siglo XV o asumías que eras católico o podías ser expulsado si te planteabas ser judío o musulmán. ¡Cuidado con ser ateo o de alguna creencia "extraña", que podías ser quemado por hereje! Hoy ese rol ya no es tan estricto. Pero, claro, cada época marca qué es "herejía" y qué no: esa es una facticidad insalvable. Hoy en día vivimos bajo el paradigma del neoliberalismo, que cual religión marca qué es y qué no es "herejía". No se puede ser un "triste", te tienes que agotar en ser alegre y positivo. Tú eres tu propia marca, te has de vender lo mejor posible. La no-venta te excluye de los puestos de trabajo, de lo social y caes en la total exclusión del sistema. Caes inevitablemente en lo marginal, en la exclusión, en la soledad… en la "existencia provisional" de Viktor Frankl.
En conclusión. El humano es en tanto que el descubrimiento de su "desnudez" (mito de Adán y Eva), de que no tiene en apariencia identidad, que es en tanto la mirada del otro. Con el mito, la Eva desnuda ante Adán y a la inversa, se percataron que eran lo que les hacía diferentes del otro, eran lo-no-otro. Eva con pechos, grandes caderas y la "ausencia" de pene (mito de la envidia de pene que aún perdura), y Adán su alto y robusto cuerpo y su pene. Cubrieron su desnudez porque no se aceptaban como distintos, tenían y ansiaban volver a ser unidad. En realidad ansiaban la unidad densa y sin fisuras por la que cualquier otro animal es lo que es, sin ninguna doblez o dualidad. Lo básico en lo humano es la familia, la tribu era una extensión o familia extendida. Cada familia heredaba ciertos rasgos comunes que los "unía" y los comunicaba como unidad. Otra tribu/familia era lo que no era yo, lo que no era de nuestra identidad. Las culturas comunes primero (hacer un plato de una misma manera, por ejemplo) y las religiones después, se crearon para unificar varias tribus, y para aceptarse en convivencia. En este devenir la identidad no era (no podía ser) ya algo que saliese de lo más profundo que era la subjetividad que representan las qualias, la unicidad que implica la mezcla de dos ADN´S. No era el ego, no el carácter. Devino en aquello que se "debía" ser para formar parte del grupo, para ser aceptado. En realidad ante el miedo de ser rechazado y por ello expulsado, pues por aquel entonces significaba la muerte, como ocurre hoy entre los lobos. Cualquier pensamiento individual liminal de cuestionar esa identidad grupal el cerebro lo tenía que rechazar. En este negar la individualidad y aceptar la identidad grupal, creamos eso que hoy llamamos identidad. Esta realidad truncada, en la que uno ha de asumirse o no como "hereje", es una tara nuclear en la red de modo predeterminada y es por esto que devino en negativa. Nuestro "pecado original". La red predeterminada ha de "luchar" desde esta negatividad, desde esta lucha primigenia entre lo que es mi carácter y mi ego, y la identidad que la sociedad me "dice" que he de ser. Pero ¿cómo asumir una identidad grupal cuando la sociedad está en crisis y esto puede ser un signo que dice que el paradigma actual ha de estar "errado"? Es por esta cuestión que toda crisis social produce una crisis individual, una posible crisis de personalidad o existencial, por la cual, en algunos casos, volvemos a viejas "fórmulas" para revisarlas. Durante las crisis profundas la humanidad se vuelve más fundamentalista, trata de volver a sus orígenes en busca de respuestas.
¿Dónde quiero llegar? En mis escritos he atacado una y otra vez lo identitario, sin que parezca que pueda haber una verdadera propuesta y definición de mi "ataque". Una cuestión es defender tu ego, que puede implicar una defensa del color de tu piel, y otra muy distinta es "abrazar" un concepto como el de "afroamericano" en donde este marco implica entrar por un umbral en donde o lo aceptas al 100% o quedas fuera, y de aceptarlo puede que traiciones a tu ego. Este concepto, que puede ser confuso y extraño, es expuesto en la serie "Here and now" -por "suerte" para mí-, en donde el personaje de Jerrika Hinton pasa por este proceso desde lo individual a otro en la que se encuentra sumergida de lleno dentro del lenguaje identitario de lo afroamericano; "lugar" que no le resulta cómodo y le crea demasiadas complicaciones y situaciones paradójicas. Nos perdemos entre las luchas individuales, y las de las ideologías y las identidades. ¿Que es mejor luchar en grupo?, ¿no nos damos cuenta que las identidades son la mayor lacra heredada por el humano? En esta pequeña génesis y cronología he tratado de mostrar los cómo y los porqués. Sería erróneo y contradictorio hacer de esta teoría de nuevo una ideología que hay que abrazar o si no eres un hereje. Mi discurso tan sólo es el canto de un rebelde que no pretende sentar cátedra. Es un porqué soy como soy y me comporto como lo hago, un tratar de definir ese poso que es mi esencia, mi unicidad.
Nuevo descanso y cambio mental.
El "modelo hipostático de la personalidad" nos presenta, en una de sus metáforas, como las arquetípicas muñecas Matryoshka, en donde al levantar una muñeca te encuentras con otra muñeca, sin llegar nunca al núcleo. El núcleo, después de llegar a la última muñeca, es la nada: dentro de ella (no) hay nada. En un juego de espejos sin fin, si se trata de saber qué quiere decir el concepto de hipóstasis, al final no parece llevarnos igualmente a nada:
"(del griego, hypóstasis, sustancia) Literalmente, lo que está debajo; en la práctica, el sedimento, pero no es utilizada en la filosofía griega clásica como equivalente a sustancia, para la cual Aristóteles reserva la palabra ousía y, para el sustrato, la de hypokéimenon. Para los autores neoplatónicos, sin embargo, es sinónimo de ousía, mientras que en las controversias cristianas sobre la Trinidad, los padres de la Iglesia distinguen entre ousía, sustancia o naturaleza, e hipóstasis, persona; el concilio de Constantinopla definió la identidad de sustancia (ousía) y la distinción de personas (hypóstasis) en la Trinidad. El occidente cristiano prefirió, en este asunto, los términos persona y naturaleza. Hipóstasis tiene en la actualidad un sentido metafórico y hasta peyorativo, sobre todo en su derivado «hipostasiar», en el sentido de dar personalidad o sustancialidad a algo que sólo puede tenerla en sentido impropio." Diccionario de filosofía Herder.
Tal galimatías y búsqueda a través de los siglos, de nuevo, deviene en nada; en farsa, tal como se usa hoy en día: "consideración de lo abstracto o irreal como algo real", RAE. Pero si leemos entre líneas nos podríamos quedar con el concepto de sedimento, el poso que hay al fondo, que sin duda es el ego, el carácter, nuestra unicidad, lo que nos hace únicos. Aquello que nos define como individuales, frente a cada personalidad e identidad que "mostramos" en cada situación, persona y personas. La identidad es un substrato vacío, puesto que siempre nos hemos de mover con sutileza dentro de varias "identidades". Con los amigos somos más "machos" y con la pareja más "femeninos"; inflexibles y seguros con los empleados, y sensible y dúctiles con los hijos más pequeños. Es la narración contada una y otra vez a lo largo de la historia que ha terminado por crear ese proceso al que yo he llamado como narrabilidad, la capacidad y esencia en "perfilarnos" dentro de una trama de una narración en donde uno mismo es el protagonista ("sonder" en el lenguaje de John Koenig).
Algo que dejé en el aire en una nota al pie de página de uno de los escritos es si el posthumano, ese ser pronosticado por Nietzsche, ¿debería de ser tomado como alguien que no crea en los metarrelatos?, que deje de "creer" en que su propia vida tenga que tener una narrabilidad y al final en ese proceso rechace toda posible identidad. Que cuestione a la propia conciencia de sí en su papel de tejer una historia (narración) de su propia vida. En muchas terapias se usa la desdramatización, el hacer otros papeles opuestos al que uno "asume" cada día. En otras tendencias y ramas de la psicología se estudia la vida como dentro de una trama, en donde uno mismo hace un papel. En la medida de conocer el papel que se está haciendo hay que crear los mecanismos para salir de ese papel (psicología transicional). A mi todo eso me suena a lo mismo que digo yo. No hay identidad. Aparte del carácter (su invariante, el ego en Sartre, frente al yo) todo son máscaras que adoptamos, que aceptamos. Uno puede, incluso, cuestionar su identidad patria. Solemos decir a la gente que se ría de sí misma, que no se tome muy en serio nada. No nos suelen gustar las personas que "dramatizan" demasiado. Pero ¿cómo encajar esta idea y tendencias con lo escrito arriba de la necesidad de la identidad? La evolución ha creado al cerebro para que entreteja una identidad, pues no "soporta" la nada. Todo animal es su teleonomía, pero ¿y si parte de ese ser teleonómico, de esa esencia, sea el crear ese constructo de una identidad para no caer en los trastornos de la ausencia de identidad? Quizás pueda haber una postura intermedia en donde ni la identidad nos "esclavice", ni en donde nos podamos desprender del todo de ella. Puede que en los ritos de la prehistoria estén las claves. Durante los carnavales pasamos por una dramatización/desdramatización de nuestra identidad, pero a coste de volver a nuestro "papel" en los días siguientes. Tanto las terapias como los carnavales tienen la misma premisa. Se da un divorcio, pero con el "pacto" de volver a restituir la identidad, ahora quizás con una nueva sensación o bajo un nuevo prisma. Bajo esta perspectiva, y bajo esta interpretación del posthombre (que no superhombre, como mal han traducido), ¿Nietzsche se equivocaba? Sin referentes, sin hitos, sin otredad, el hipocampo no es capaz de crear memoria autobiográfica, no crea conexiones neuronales, se anquilosa y enferma, pues se ha de construir con unas coordenadas y otredades que creen una identidad, y en el proceso una narrabilidad. Siempre hay que tratar de hacer un tercer grado a las palabras. Error viene de la raíz errar, caminar sin rumbo, estar perdido. De nuevo las analogías a los espacios visuales, de la naturaleza, de nuestra época de nómadas. Nuestra naturaleza se basa en un error, porque al entrar por el camino de la identidad sólo erramos. Perdimos el rumbo, las metas básicas que cualquier otro animal tiene sin ningún esfuerzo. Perdimos la naturaleza o esta se quedó como substrato, esencia, ego, y ante su ausencia la identidad realmente no la suplía. Dice Peter Kingsley que "lo que falta es más poderoso que lo que tenemos delante de los ojos. Todos lo sabemos. El único problema es que la ausencia es demasiado difícil de soportar, de manera que en nuestra desesperación, inventamos cosas para echarlas de menos. Todas son sucedáneos temporales. El mundo nos llena de sucedáneos e intenta convencernos de que nada falta, pero nada tiene la capacidad de llenar el vacío que sentimos en nuestro interior, de manera que tenemos que ir sustituyendo y modificando lo que inventamos mientras nuestro vacío proyecta su sombra sobre nuestra vida." De nuevo un tercer grado a las palabras: logos en griego no sólo quiere decir «significación» o «sentido», sino también «espíritu». Ante el vacío con el que nos encontramos con el nacimiento de la conciencia, de ese saber que se sabe, nos empeñamos que si lo que existía ahora, en ese nuevo vacío, era la palabra, entonces esa palabra era lo que éramos, nuestro espíritu, era nuestra nueva esencia, nuestro nuevo significado y sentido. Pero hoy por hoy podemos decir, después de milenios interrogando a la propia palabra, que la palabra está vacía. Que tras de ella (no) hay nada. En las conversaciones entre Kreuzer y Victor Frankl nos encontramos con el siguiente sustrato:
"Kreuzer: Podríamos pensar aquí en el Fausto de Goethe, cuando el protagonista intenta sustituir la frase bíblica «En el principio era la Palabra» con «En el principio era el Sentido», hasta dejarla finalmente como «En el principio era la Acción». Esta transposición sería completamente innecesaria, porque «En el principio era el Sentido» y «En el principio era la Acción» significan lo mismo.
Frankl: Se podría decir: «En el principio era el Sentido, y el Sentido era la Acción». No respondemos a la vida con palabras, sino con acciones. Eso sí, acciones de las que nos hacemos responsables.
Kreuzer: (…) El mundo no es un espejismo. Como dice la frase, si no tenemos más remedio que vivir en la sala de espejos de los engaños, sólo tenemos que colocar bien estos espejos. Si tenemos los espejos bien dirigidos hacia nosotros, de manera que nos sintamos a gusto en nuestro entorno comunicativo, nos podremos dar por satisfechos."
Frankl: Se podría decir: «En el principio era el Sentido, y el Sentido era la Acción». No respondemos a la vida con palabras, sino con acciones. Eso sí, acciones de las que nos hacemos responsables.
Kreuzer: (…) El mundo no es un espejismo. Como dice la frase, si no tenemos más remedio que vivir en la sala de espejos de los engaños, sólo tenemos que colocar bien estos espejos. Si tenemos los espejos bien dirigidos hacia nosotros, de manera que nos sintamos a gusto en nuestro entorno comunicativo, nos podremos dar por satisfechos."
El animal es sólo acción. Su ser es ser en acción: "recojo polen y produzco miel, luego soy una abeja". En el humano la acción ha desaparecido, su poso es "pienso, luego existo", en tanto que ese pensar y la propia herramienta que usa para comunicar esa esencia es la palabra.
¿Hay un rumbo en este escrito?, tiene narrabilidad o sólo es una colección de saberes. Hay que acabarlo. Ha de tener una moraleja, alguna enseñanza. El humano en tanto que individuo, aquel sapiens que dio el primer paso hacia el sapiens sapiens, era tan sólo un individuo. Un animal social no sabe que es un animal social. Se vive como individuo. Ante el dilema de tener que defender o no, si se da un ataque por el color de la piel, y por qué unirse para formar esa entelequia que es ser afroamericano… las respuestas al dilema es sencilla. Si no hubiera una "supremacía blanca", si la cultura occidental no se hubiera cimentado con ideologías erradas, si el humano en ningún momento hubiera tenido que crear una identidad en comparación con lo que no era, si en aquel primer momento de sentir el vacío de la nada se hubiera tenido el valor de vivir en ese vació, sin tener que tener la necesidad de "vestirse" con el ropaje bastardo que es la identidad grupal, cultural, religiosa o ideológica, entonces nadie, ningún individuo se metería contra el color de mi piel, no habría necesidad de ninguna defensa. Todos seríamos simplemente individuos en acción, individuos en la lucha de sobrevivir, en la indiferenciada naturaleza de sentirnos como un animal entre otros, siendo tan sólo en acción. Un mundo lleno de individuos que no conocerían las fronteras, ni las banderas, ni los idiomas, ni las religiones, ni las ideologías y ni las culturas. Tendríamos que no haber "aliviado" el dolor del vacío con un apósito, con una máscara, masacrando la historia con palabras vacías. Yo vomito saberes de palabras entrelazadas por puro azar y vacías cada mañana. Tendríamos que haber comprendido que no existía una dualidad, que aquello que hablaba en la cabeza no era un ente distinto del cuerpo, que era el cuerpo hablando consigo mismo. El hemisferio derecho haciendo lo mismo de siempre, pero en un nuevo rol, con una nueva herramienta. Pero las cosas no fueron así. Era imposible, tan imposible como pedir a un recién nacido que se comporte como un adulto.
Ahora somos adultos. El final del siglo XX y este en el que nos encontramos, parece ser el fin del humano tal como lo conocíamos. El sapiens sapiens muere para dar nacimiento a un ser nuevo. La crisis que sentimos ahora es la misma que aquella ancestral que sintió el primer humano que "creó" la conciencia habladora. Con la diferencia de que hoy en día ya hemos agotado todos los cuentos, todos los metarrelatos, y sabemos que tenemos que tomar cartas en el asunto. Estamos en el fin de la historia (humana), en las cenizas de la posmodernidad, de su nihilismo, en el individualismo depredador "implantado/exigido" por el neoliberalismo, y tenemos que reaccionar. ¿Es posible?, ¿hay una historia al final de los metarrelatos? Los profetas han muerto. Yo nada puedo saber, pero bajo mi punto de vista y sabiendo de la fuerza de los anclajes que son las necesidades de la evolución, me temo que no tendremos el valor para hacer nacer a ese nuevo humano, ese posthumano que Nietzsche pronosticó.
Hoy en día ya no sea acepta el concepto de raza. Se ha sustituido por el de etnia, que implica tanto un origen como una cultura común. La pregunta es: ¿cómo por el simple hecho de nacer en una época dada y en una etnia concreta puede ser un humano tan distinto de otro? Cómo un mismo "aparato neuronal", un cerebro, puede ser algo tan disonante como un Vándalo de la época de la caída del Imperio Romano, que mataba de un tajo todo lo que se pusiese por medio; una cristiana que se dejaba matar en un circo Romano y abandonar a su hijo recién nacido antes que renegar de su religión; un miembro del ku klux klan del siglo IXX; y un "pijo" (primera acepción) vegano de la actualidad. Cómo un musulmán integrista convirtiéndose en bomba humana; un inquisidor de la España del siglo XVI. Como, en fin, algo tan distinto como una persona de una casta superior en la India, o un ruandés de una etnia matando a los de la otra durante el genocidio de Ruanda, y como un Alemán durante "la noche de los cristales rotos", o un multimillonario de la actualidad. Creamos "humanos" distintos por una ideología, por una religión, por un concepto… por meras palabras. "Creamos" identidades hechas para matar, para dejarse matar, para aceptar la injusticia, para crear injusticia, para creer en las diferencias insalvables, para crear un divorcio irrompible con el otro: con el de otra casta, clase, etnia, país, ciudad, región, barrio, puerta de otro piso. Ante el inevitable vacío de la nada o falta de identidad humana, ante su neuroplasticidad, creamos una identidad que era aquello que no eran los otros. En ese proceso se coló el concepto inevitable de lo-otro, de la otredad, de que todos somos distintos, de que todo es susceptible de ser tu enemigo, de romper tu pared celular, de infestar y matar tu propia identidad. ¿Cuál realmente si el ente del cerebro debería ser su nada? Destrozamos -invadimos, asesinamos, pisoteamos, encarcelamos…- máscaras para que no destrocen la nuestra propia. ¿Puede haber algún juego más banal, macabro, fatuo e infantil?
Yo me declaro fuera de este juego. Si la identidad es lo humano, me declaro no humano. Me declaro posthumano.
[1] Conciencia colectiva. En "La división de las labores", Durkheim argumentó que en las sociedades tradicionales primitivas (aquellas basadas en relaciones de clanes, familias o tribus), la religión totémica desempeñaba un papel importante en la unión de miembros mediante la creación de una conciencia común (conciencia colectiva en el original francés)
[2] Samuel P. Huntington, "El choque de civilizaciones". Este autor, profesor de Francis Fukuyama, el cual es conocido por su escrito "El fin de la historia y el último hombre", escribió este enorme y profundo libro para rebatir a su alumno. Bajo mi punto de vista no lo hace, pues sí hay una disrupción histórica en el momento actual, en donde lo que está en juego es el concepto de humano tal como se venía usando. La sociedad sueca, presentada en el documental "La teoría sueca del amor", es una muestra de esta realidad por venir. Por otro lado son debatibles ciertas de sus propuestas, como el decir que la cultura como contagio no cuenta.
[3] Es muy acertado usar el concepto de marco. En el cerebro hay un fuerte comportamiento anclado en su forma de trabajar. El efecto marco (umbral), a partir del efecto puerta, explica por qué al salir de una habitación a otra olvidamos a lo que íbamos. El cerebro es sobre todo visual y asociativo (hemisferio derecho), al salir a ese nuevo espacio es como si el cerebro pasase de página y leyese esa nueva página, con sus propios dilemas y problemas, olvidando casi por completo la página anterior. En otro caso es como ver una segunda película: nuevos personajes, nueva trama y cambio de drama a comedia, por ejemplo. El efecto umbral ocurre tan rápido que se manifiesta incluso con el ordenador. En cuanto se abre otro programa u otra página de Internet, el cerebro conmuta a un nuevo estado y "olvidamos" el proceso anterior. Marco (de puerta, de umbral) además es aquella disposición del cerebro por la cual al ir de una persona a otra "recreamos" una nueva identidad hacia esa otra. Salgo del despacho del director y me trato de mostrar seguro, pero sin caer en lo soberbio, y al salir me encuentro con un compañero con el que siempre salgo de fiesta: nuevo referencial, nuevo marco, "nueva" identidad.
[4] Iain McGilchrist - The Master and His Emissary. The Divided Brain and the Making of the Western World Curiosamente este autor, en este libro argumenta que "el cerebro es –de hecho ha de serlo– una metáfora del mundo.", similar a lo que yo aduje de que el alma, de ser algo, es la capacidad metáforizante del cerebro.
[5] (buscar condescender en el diccionario histórico español, poner la búsqueda y pulsar el botón de "Concordancia").
[6] No es cierto que el lenguaje este laterizado, o sea que esté exclusivamente en el lado izquierdo del cerebro (por lo general), como nos hacer ver Iain McGilchrist en su libro "The master and his emissary", por el momento el libro más completo y actual sobre el tema.
[2] Samuel P. Huntington, "El choque de civilizaciones". Este autor, profesor de Francis Fukuyama, el cual es conocido por su escrito "El fin de la historia y el último hombre", escribió este enorme y profundo libro para rebatir a su alumno. Bajo mi punto de vista no lo hace, pues sí hay una disrupción histórica en el momento actual, en donde lo que está en juego es el concepto de humano tal como se venía usando. La sociedad sueca, presentada en el documental "La teoría sueca del amor", es una muestra de esta realidad por venir. Por otro lado son debatibles ciertas de sus propuestas, como el decir que la cultura como contagio no cuenta.
[3] Es muy acertado usar el concepto de marco. En el cerebro hay un fuerte comportamiento anclado en su forma de trabajar. El efecto marco (umbral), a partir del efecto puerta, explica por qué al salir de una habitación a otra olvidamos a lo que íbamos. El cerebro es sobre todo visual y asociativo (hemisferio derecho), al salir a ese nuevo espacio es como si el cerebro pasase de página y leyese esa nueva página, con sus propios dilemas y problemas, olvidando casi por completo la página anterior. En otro caso es como ver una segunda película: nuevos personajes, nueva trama y cambio de drama a comedia, por ejemplo. El efecto umbral ocurre tan rápido que se manifiesta incluso con el ordenador. En cuanto se abre otro programa u otra página de Internet, el cerebro conmuta a un nuevo estado y "olvidamos" el proceso anterior. Marco (de puerta, de umbral) además es aquella disposición del cerebro por la cual al ir de una persona a otra "recreamos" una nueva identidad hacia esa otra. Salgo del despacho del director y me trato de mostrar seguro, pero sin caer en lo soberbio, y al salir me encuentro con un compañero con el que siempre salgo de fiesta: nuevo referencial, nuevo marco, "nueva" identidad.
[4] Iain McGilchrist - The Master and His Emissary. The Divided Brain and the Making of the Western World Curiosamente este autor, en este libro argumenta que "el cerebro es –de hecho ha de serlo– una metáfora del mundo.", similar a lo que yo aduje de que el alma, de ser algo, es la capacidad metáforizante del cerebro.
[5] (buscar condescender en el diccionario histórico español, poner la búsqueda y pulsar el botón de "Concordancia").
[6] No es cierto que el lenguaje este laterizado, o sea que esté exclusivamente en el lado izquierdo del cerebro (por lo general), como nos hacer ver Iain McGilchrist en su libro "The master and his emissary", por el momento el libro más completo y actual sobre el tema.
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